jueves, 28 de abril de 2016

El Integrante Faltante: CAPÍTULO 8.



El Integrante Faltante: CAPÍTULO 8.

- El alcohol te pega enseguida, anciano- le respondió Sony con arrogancia.
- Escucha con atención Sony, no son mentiras- le dijo Kay, pero su compañero no le devolvió la mirada.
- Eres terco y orgulloso, maldita sea- exclamó Natal sonriente. Parecía ser que aquella no era la primera vez que trataba con alguien parecido- Me recuerdas a mí mismo cuando tenía tu edad. De todos modos, comprendo que aún no has experimentado nada de lo que te decimos.- luego se dirigió al otro muchacho- Kay, por favor, muéstrale lo que sabes- Kay asintió, se levantó de un golpe y caminó hacia el interior de la habitación.- Míralo Sony…- el joven, de muy mala gana, obedeció.

El episodio que vivió en aquel momento fue verdaderamente sorprendente: Kay alzó ambos brazos y los movió de un lado a otro, con cada vez mayor velocidad; y entre ellas surgió una figura centelleante, que creció mediante una fusión de chispas y tomó forma al extenderse: constituyendo, finalmente, una bola de fuego. 

Kay detuvo sus manos, y mantuvo presente a la gran llama ardiente que acababa de aparecer. Sony se levantó de su silla, también de un salto y caminó hacia él.

- Esto es un truco… una ilusión óptica- dijo Sony con escepticismo- ¡Por dios, estamos en el siglo XXIII, la tecnología puede hacer lo que se nos plazca!
- Sony- lo llamó Dick, ensanchando la voz- Compruébalo y anímate a tocarla.
El joven dudó por un segundo, odiaba equivocarse, pero quiso reforzar su teoría y aceptó el reto. Acercó su dedo índice muy lentamente, Kay lo miró de reojo.
- Sácalo rápido, porque te vas a quemar.- le advirtió su amigo.
Finalmente introdujo su dedo en la bola de fuego y nada ocurrió. Mantuvo su dedo allí, sin sentir nada.
- ¿Cómo…?- Kay estaba desconcertado, Sony ni se mosqueó. Sonrió con soberbia, retiró el dedo y giró la mirada para ver al extraño Dick Natal (esperando verlo con total arrepentimiento). Pero Natal estaba muy serio y confundido.
- No lo entiendo…- susurró el más viejo de ellos.
- Cómo dije, no están en sus cabales, amigos míos- insistió Sony- La broma no funcionó conmigo.
- Plan B, Kay- le señaló Natal y Kay atacó a su amigo rápidamente con aquella llama.

Y esta vez, el desconcertado fue Sony, pues reaccionó de manera inmediata, esquivó el ataque y se le acercó a Kay tan velozmente, que ni siquiera tuvo tiempo de meditarlo (lo agarró del cuello con el brazo).

Natal rió a carcajadas sin descuidar la postura (a él también le gustaba probar que tenía razón). Sony supo de lo que había hecho al pasar unos segundos de silencio, soltó a su compañero y se alejó de él, asustado.

- ¿Qué fue eso?- se preguntó, paralizado.
- El alma de un guerrero... ¿Quién es ahora el qué no está en sus cabales, joven elemental?- le dijo Natal, levantando el mentón- Tu padre, su padre, el padre de su padre y tus demás ancestros hasta llegar al siglo dieciséis, fueron elementales. Portadores de uno de los nueve corazones y a su vez, considerados ELEMENTALES. No niegues tu destino.
- Lo que acabo de vivir no comprueba nada- respondió Sony con enojo.
- Hagamos una cosa.- dijo Natal, luego de lanzar un suspiro opulento- Te daré tres días para que cambies de opinión. Mientras tanto te protegeremos a escondidas de Dimitrion y sus secuaces. En caso de que prefieras no ayudarnos, te quitaremos la protección y dejaremos que te las arregles solo con esas bestias homicidas. Cuando de verdad te asegures de lo que sientes, me enviarás una carta a esta dirección.
- ¿Una carta?- se burló el joven estudiante de Derecho- No solo viven en el pasado, sino que tampoco tienen idea de lo que es la tecnología. 
- Las redes de Dimitrion crecieron mucho con el tiempo, hoy en día lo controla todo, elemental.- respondió el dueño de la mansión, sabiendo que lo provocaría con la última palabra- Es lo más seguro.  
- No me digas así, mi nombre es SONY.- exclamó el joven, asegurando el comportamiento esperado.
- Como quieras- le respondió Natal de mala gana- Haz lo que te digo y te juro, que si tu decisión es un ‘’NO’’, no me verás nunca más en toda tu vida.
- Eso es tentador…
- ¡Sony!- le exclamó Kay, saturado- Haz lo que te dice.
Sony ni se mosqueó ante las palabras de su viejo amigo.
- Muy bien, Dick Natal. Acepto el trato- dijo finalmente- Desde ya te digo que mi respuesta en tres días será un NO rotundo, no me convence tu moralidad ni tus trucos baratos. Soy un hombre que se dedica a cumplir la ley y me ato a la realidad, como vosotros a la fantasía.
- Kay, llévalo en el auto hasta su departamento- Kay fue por las llaves, Sony, muy fastidioso, le siguió.

No hablaron en todo el viaje, el sol ya se aproximaba por el este, un hermoso amanecer. Los dos amigos mantuvieron el silencio, Sony agradeció mediante un murmuro y amagó para bajar del auto.
- Sony, espera…- le dijo Kay justo antes de que abriera la puerta.
- ¿Qué quieres?
- Hablemos, por favor.
- ¿De qué?
- Sony, antes que nada quiero agradecerte por no delatarme en aquel congreso. Manchaste tu nombre para salvar el mío, eso significa que aún me quieres.
Sony no supo que responder y se puso nervioso.
- Tantos años de amistad… me es imposible tirarlos a la basura sea cual sea el motivo- le respondió- Pero lo que tú hiciste y me ocultaste, no tiene nombre. Mataste a mucha gente inocente, y eso, político o no, amigo o enemigo, no puedo perdonártelo jamás.
- Mira Sony… lo que dicen los medios no es totalmente cierto. Si bien, es verdad que combatí a una gran cantidad de bestias, pero por una razón noble.
- ¿¡Qué clase de buena razón puede ser justificación para tal atrocidad!?- Sony abrió la puerta.
Kay suspiró y dijo.
- TODAS las bestias con las que me enfrenté siempre fueron sirvientes de Dimitrion, esclavos voluntarios de sus fechorías. Pues este ser es muy peligroso. Él es el responsable de la muerte de mi familia, y probablemente... también de la de tu padre- Sony tragó saliva y apretó los dientes- No merece perdón alguno. Me disfracé para que no me reconocieran y me encargué de buscar a cada uno de sus seguidores para enfrentarlos. A veces, interrogarlos nada más, pero las circunstancias y sus reacciones llevaban a peleas, de las cuales necesitaba sobrevivir.
- Otra vez con eso, no inventes excusas conmigo, no soy alguien fácil de convencer- Sony bajó del auto y se dirigió a su casa.
Kay no lo detuvo, dejó que se fuera, pero antes de arrancar el motor e irse, le dijo:
- Los cuerpos ya no están, los quité cuando te desmayaste. Algunas irradian un olor que podría ser reconocido por otros de su especie y vendrían por ti otra vez... tendrás que reparar las ventanas. A pesar de todo, continúo protegiéndote.

Sony prosiguió hacia la puerta haciendo oídos sordos y comprobó lo que Kay le dijo, ni siquiera había señales de que habían estado allí. Consiguió el sueño después de meditar en la cama durante horas. 

Trató de evitar pensar sobre el tema hablado, recordó que apenas se levantara al día siguiente, debería reparar las ventanas, y… si en verdad lo tenían de punto, asegurarlas, además creía que realizando la denuncia policíaca correspondiente todo se solucionaría, pero todo aquello en lo que estaba metido (quisiera o no) resultaba ser mucho más grave que un simple asalto. 

Por segunda vez, temía por el futuro de su vida. Aunque seguía creyendo que Natal merecía el premio al ‘’mejor bufón y fabulador de todo el mundo’’. Sí que había conocido locos en Estados Unidos, pero jamás con historias como esa. 

Lo peor de todo era que Kay ya estaba incluido en todo eso. Una teoría le vino a la mente cuando se tapó con las sábanas: ‘’De seguro ese Natal encontró a Kay solo y se aprovechó, con toda la guita que tiene le regaló el traje y las armas, después lo condujo a asesinar por deporte. ¡Aaargh, malditos psicópatas! ¡Mañana mismo iré con la policía para que los encierren!’’ Relajó los hombros y finalmente se durmió.

Al día siguiente, olvidó todo en las próximas horas, se levantó, se bañó y desayunó unas tostadas junto a un café. Aquella mañana si que se sentía esplendido. Sony era abogado, estudiante de Harvard (casi recibido a muy temprana edad), también se dedicaba a la política y a asuntos internos. 

La principal habilidad de Sony era la de identificar a todo aquel guardián de un secreto, de esta manera utilizaba dichos conocimientos a favor o en contra de sus propios intereses. 

Pues la verdad, era que Sony ya estaba arto de todo eso, aquel mundo lleno de jerarquías rígidas, funcionarios corruptos, e injusticias penadas, lo estaban matando. Las ideas que en la mente del protagonista entraban (relacionadas con alguna crítica al sistema) salían rápidamente de él, como el agua emerge de la canilla.

Caminó rumbo a su trabajo, vestido de traje y bien peinado; para su desgracia, las voces corrían a gran escala, y por todo aquel lugar que pasaba escuchaba un murmullo haciendo referencia a su persona. 

Se inquietó, empezó a caminar más rápido, la mano libre (la que no llevaba el maletín) la colocó en su corbata color bordó y apretó el pecho con fuerza. No pasó mucho tiempo, hasta que unos periodistas desprevenidos corrieron detrás de él para entrevistarlo. Sony no pensó, directamente huyó. 

Se refugió en el primer pasadizo que encontró entre los edificios y se ocultó (segunda vez que lo hacía), pues ya había estado allí… el mismo lugar donde tuvo aquel ‘’sueño’’ raro en el cual se transformaba en un material rocoso. Esta vez se limitó a volver a subir a la torre de reloj, pues en cierto sentido, temía que volviera a pasar lo que ya había vivido (claramente una parte de él creía ciegamente que aquel episodio había ocurrido en verdad)

Apoyó su espalda contra la pared de la torre y meditó. Mucho no pudo hacerlo, pues una banda de bestias parlantes acababan de entrar en el pasadizo, y lo peor de todo… lo estaban buscando.

- Sony Dameron- exclamó uno de ellos- Nuestro jefe quiere verte. Quiere hablar contigo.
- No sé a quién hacen referencia, ciudadanos. Por favor, déjenme en paz- musitó Sony, sin siquiera mirarlos.
Las bestias desenvainaron sus armas y se acercaron con cautela.
- Dimitrion tan solo quiere… hablar- insistieron, entre murmuros provocadores.
- No les creo, ese tipo no existe- afirmó Sony- Y cuanto a que ese loco de Natal les pagó para perseguirme.
Los seres se miraron entre sí, confundidos.
- Te equivocas... Ven con nosotros.- volvió a hablar uno de ellos. 
Sony se levantó de un golpe y simultáneamente alzó la mano derecha y les gritó furioso.
- ¡LES DIJE QUE ME DEJARAN EN PAZ!
Las criaturas se echaron para atrás, temerosas, pero nada ocurrió. Alzaron sus cuerpos, se miraron entre sí, y luego rieron a carcajadas.
- ¿Este es el elemental que nuestro señor quiere? No es más que un niño supersticioso- rió uno, burlándose.
- Dimitrion se equivocó de sitio. El elemental que buscamos nos engañó. ¡Sabe que lo perseguimos! ¡Adelante ratas inmundas, dejemos a este idiota pudrirse en este lugar y vayamos a buscarlo!- las criaturas desaparecieron, corrieron en dirección contraria, regresando a la avenida por la que habían venido.
Sony suspiró, bajó la mano, y sacudió la cabeza en negación a lo que acababa de hacer.
- ¿Qué estaba pretendiendo?- se preguntó. Esperó unos minutos y volvió a la vereda. Primero caminó, miró el reloj y corrió, pues estaba llegando muy tarde al trabajo.

El segundo día fue bastante rutinario, la única diferencia fueron las responsabilidades del personaje. Pues el día anterior lo habían echado de su trabajo, la mala prensa y sus injustificadas llegadas tarde pusieron a sus jefes con los pelos de punta. Pero esto no desmotivó al joven, ya estaba arto de todo eso, y tenía el suficiente dinero como para subsistir durante un año. 

Lo más probable es que se marcharía apenas llegara el verano, en Estados Unidos encontraría trabajo más fácilmente (su nombre retumbaba en las oficinas y estudios jurídicos de todo el estado de Nueva Jersey). Sin embargo, no tenía ganas de volver, no sabiendo lo que le esperaba... 

Por raro que parezca, aquel día se sentía muy feliz, algo en su mente parecía aclararse cada vez más, aunque lo negara. El sol ya se elevaba en el cielo, los pájaros cantaban y el viento soplaba sutilmente. Sentado en el sillón,  frente al televisor apagado, contempló la sombra de un individuo. 

Se sobresaltó, temiendo lo peor, el suspenso transcurrió durante unos segundos. Para su suerte, una carta acababa de deslizarse por debajo de la puerta. Miró por el picaporte, el cartero (vestido de uniforme azul) se retiraba danzando. Sony rió al ver a tal personaje bailar tan libremente, le subió el ánimo aún más. Tomó el sobre y lo abrió velozmente, a continuación leyó la carta y se quedó maravillado al terminarla. Esto decía:

Querido Sony:

Mucho tiempo ha pasado, querido primo. Me extraña que no escribas ni respondas mis mensajes de texto en el celular. Tu madre me dio la dirección de tu departamento en Argentina. No tuve más alternativa que enviarte esta carta. No quisiera partir vuelo y que no me recibas en tu casa apenas llegue. 

Soy molesta, lo sé. Me conoces a la perfección, Sony. ¡Te extraño bravucón! Llegaré a Buenos Aires en tres días (si es que la carta llega en el momento que calculé) ¡Hey! En todas las noticias del mundo se habla del asesino ''Van Robin Hed'' ¿Quién es? 

Tu mamá le dijo a la mía que estas involucrado en el caso, eso me genera mucha emoción. Creo que esa es una de las razones por las que he decidido volver, me atrae el peligro jajaja. Pero bueno, me lo contarás todo cuando llegue.

Un beso enorme, ¡nos veremos muy pronto!
Tu amada prima

Jessica Carmanguer.

Sony suspiró profundamente, estaba feliz de volver a ver a su prima, pero con todo lo que estaba pasando… prefería atrasar el reencuentro. La ojeó una vez más y divisó una pequeña oración en letras pequeñas que no había leído.

P.D. Primo. Hay otra cosa… Muchas cosas extrañas me han pasado desde hace unos años. No las he compartido con nadie, y tú serás el primero en escucharlas. Me creas o no, puedo probártelas. Adiós.

Sony pensó: ‘’No eres la única’’ guardó la carta y volvió a sentarse en el sillón.
El silencio y la soledad irrumpieron. Una voz le llamó desde lo más profundo de su subconsciente. 

Una voz tomada, muy gruesa, repetía su nombre constantemente. Sony mantuvo los ojos cerrados, frunciendo el ceño, soportando el frío que recorría sus venas y la inquietud de su cuerpo ante los nervios.

‘’ ¿Quién eres? ’’ Le habló a la voz dentro de su mente.

La voz hizo una pausa y respondió cautelosamente.
<< ¿Qué es lo que te dice tu corazón? >>

'' Dimitrion… ''
<< El mismo Sony, muy bien. Has estudiado. Mis compatriotas dicen no encontrarte, pero yo puedo verte perfectamente. Es difícil de explicar cómo, pero tranquilízate, no es ningún truco mental. Una maquina está posibilitando todo esto, después de todo, vivimos en un siglo lleno de posibilidades. Antes que nada, quiero que entiendas que todo lo que te dicen es mentira. La historia que te cuentan es una fábula... >>

'' Ya lo sabía ''

<< Se ve que eres muy inteligente. Excelente. Si en verdad quieres saber la identidad del lunático de Dick Natal, ven conmigo. Terminemos con esto y que se quede detrás de las rejas como corresponde. Es lo que merece después de haberte enviado esas bestias asesinas a tu casa >>

'' ¿Él...? ¡Lo sospechaba! ¡Malditos sean, él y Kay! Pero… ¿Usted como lo sabe?''

<<Tengo a muchos…amigos, protegiéndote de sus fechorías>>

'' Gracias por eso, supongo. Me dijeron que si creía en ellos, les enviara una carta en tres días. ¡Mañana es el último día!''

<< Envíaselas diciéndoles que no quieres nada, haz una copia antes y tráemela por favor >>

'' ¿Para qué quiere una copia? ''

<< Bueno… será muy útil como evidencia para iniciar todo el proceso legal que planeamos efectuar en su contra >>

'' Muy bien, cuente conmigo. ¿Dónde lo encuentro? ''

<< Mañana. La plaza en frente a la estación, justo detrás de la estatua, ven con la carta copiada. No le digas a nadie de nuestra conversación… Sony >>

'' Dimitrion, ¿Cómo explica todo lo que me ha pasado últimamente? De seguro lo sabe'' 

<< Ilusiones ópticas, inventos del farsante Dick Natal, se las ha ingeniado para hacerte creer cosas sin sentido. Este presente es una locura. Hasta entonces… joven >>



La sonrisa de Sony creció, escribió la carta negando la historia de los otros dos. La dejó sobre su escritorio y salió de la casa. Esperó hasta el día siguiente, para enviar dicho mensaje a los dos fabuladores. 

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