martes, 19 de abril de 2016

El Congreso contra Van Robin Hed: CAPÍTULO 2.




El Congreso contra Van Robin Hed: CAPÍTULO 2. 

La actualidad de esta historia se remonta al año 2225, un futuro prácticamente lejano. El siglo XXIII resultaba ser toda una novedad, pues la América que todos conocemos se había reorganizado, conformando la G.N.U.M (El Gobierno Unido del Mundo), la unión de todos los países del tercer mundo. 

A su vez, esta nueva entidad era gestionada por un monarca: El Rey Patricio. Mientras cada nación, con su respectiva organización política, continuaba siendo administrada por un presidente. 

La tecnología y la cultura avanzaba, pero las sociedades eran cada vez más complejas; la hambruna, el desempleo, las tragedias y los accidentes eran igual de abundantes que en épocas pasadas.
Aunque todos estos cambios no se dieron a la ligera, hace casi dos décadas atrás había ocurrido un hecho significativo que cambiaría la historia para siempre: Tras mil años de encierro bajo tierra, las bestias parlantes que habían sido dominadas por el Oscuro, salieron a la superficie.
Pese a la discriminación causada y las constantes luchas racistas que tuvieron lugar en todos los países del mundo, las bestias lucharon incansablemente hasta hacer valer sus derechos, y lo lograron, la civilización les permitió ocupar un lugar en la sociedad.
Fue entonces cuando el mundo se reorganizó y optó por un cambio radical, el cual agregó estas tres leyes a favor de los nuevos seres:
1°: TODOS los derechos humanos también valen para los nuevos seres, a partir de la fecha establecida. Derecho a la seguridad, a una vivienda, a la salud, al trabajo, a afiliarse a un sindicato... (...)
2°: Los nuevos seres deben respetar la vida de los seres humanos y viceversa; creando así una relación de paz y convivencia mutua.
3°: Ni el humano ni el nuevo ser tienen derecho a infringirle daño o a quitarle la vida al otro. En caso contrario, será considerado un delito y dicho crimen se verá castigado severamente por las autoridades.
Pese a las nuevas leyes y la nueva organización del mundo, existía un hombre en especial, quien nadie conocía con exactitud. Y al cual todos llamaban Van Robin Hed, el cazador de bestias. 

En realidad no era un asesino propiamente dicho, los pocos testigos que luego eran ''callados'' afirmaban que nunca lo habían visto asesinar a sangre fría. Acechaba boliches y bares principalmente, interrogando a la fuerza grandes grupos de bestias, buscando algo que no se definía claramente. Aunque la prensa y la política lo acusaban de ladrón, psicópata y asesino.
Se registró por las cámaras de seguridad: una noche de marzo, donde llegó al bar ''Viajero loco'', donde se infiltró como un civil humano. (Hed utilizaba armas de fuego del siglo XXI, a las que la gente acostumbraba a llamar ''baratería vieja''). Tomó una taza de café, erguido sobre sus propios hombros, como tratando de encogerse y miró con desconfianza a su alrededor, dos o tres veces. 

Estaba muy abrigado, una campera de cuero larga, la cual le llegaba hasta los tobillos (prenda de moda en la época), un pañuelo que le cubría desde la nariz hasta el cuello, del cual tan solo se desquitó a la hora de tomar el café. Lamentablemente las cámaras de seguridad registraron toda la escena estando el hombre de espaldas. Terminó la taza de café y se levantó para irse.
De repente hubo una conversación entre uno de los clientes (una bestia) y el fugitivo. El cazador lo miró con el cuerpo inclinado hacia la puerta, sacó rápidamente su pistola y disparó, pero la bestia se adelantó con un salto y se abalanzó sobre él. Para su desgracia, Hed llevaba un cuchillo oculto, lo hirió y lo tiró al suelo en cuestión de segundos. 

Las otras bestias, en defensa a su compañero, decidieron luchar contra él. Pero, siendo Hed una caja de sorpresas, levantó el dedo meñique de la mano izquierda y todo el bar se incendió. Al único que dejó con vida fue al cantinero (un ser humano), quien ayudó a salir del local reduciéndose a cenizas. Caminó hacia la avenida, dejando al cantinero a un lado de la vereda. Gracias a las cámaras de seguridad, la policía pudo identificar el ataque e ir a detenerlo.
Decenas de vehículos futuristas rodearon al asesino, el capitán emitió una orden de arresto en voz alta y todos ellos lo apuntaron con sus armas. Hed levantó las manos, como si se hubiera rendido. Pero en ese preciso momento, dos fantásticas alas metálicas de plata surgieron en la espalda del malhechor. 

Todo transcurrió en un instante, Hed flexionó las rodillas y se impulsó por los aires. La policía le disparó, pero Hed desapareció rápidamente en la oscuridad, ni siquiera los helicópteros habían sido capaces de detectarlo. Todo este episodio estaba siendo visto por una gran pantalla, los espectadores eran políticos. 

Por supuesto, estaban en un congreso. Un joven, de aproximadamente 18 años yacía a un costado de la pantalla, vestido de traje (saco y corbata) cabello corto y oscuro, ojos verdes (a simple vista: un adolescente con cara de niño) nariz ancha, tez blanca, delgado y altura promedia de la edad. El joven había entrado al salón de imprevisto. El video concluyó y el hombrecito se dispuso a hablar:
- Como ustedes saben, desde hace dos o tres años apareció este tal Robin Hed...
- Perdón, perdón. ¿Y usted quién es?- preguntó un hombre, sentado en las gradas de alrededor, un diputado.
- Qué descortesía la mía- rió el joven con total seguridad- Mi nombre es Sony, Sony Dameron. Hijo de Lord Nicolas, el embajador de Estados Unidos. Creo que es mi día de suerte, porque llegué justo. 
- Es mi invitado. - dijo el presidente. Sí, el presidente de la nación estaba en aquella reunión- Déjenlo hablar.
- No sé como lo estarán manejando- continuó Sony, como un autentico anfitrión- Pero por lo visto, este tipo los tiene colgando de los huevos. Disculpen el término.
- No hay problema, joven Sony. Dime, ¿Nos muestras este video porque tienes algo en mente, no es así?- dijo el presidente con cierto aire de complicidad.
- Así es, señor presidente- Sony apagó la pantalla y guardó el pequeño artefacto que proyectaba la película en su bolsillo- Si ustedes quieren atraparlo, les ofrezco mi ayuda. Mi padre ayudó mucho a la policía en importantes investigaciones, en tiempos que no se dedicaba a la política. Me enseño muchas cosas que serán útiles para atrapar a este hombre...
- Señor... Sony- irrumpió otro diputado, de mayor edad- Aquel individuo no es un ser ordinario, el mismo video lo comprueba. ¿Acaso usted vio como incendió aquel lugar sin necesidad de un artefacto o un procedimiento físico? El hombre levantó un dedo y ¡PUM!... todo se convirtió en llamas. Su nivel de peligrosidad es enorme. Ni nuestros mejores hombres, ni la policía, ni la gendarmería o el mismo ejército han logrado detectarlo, es como una sombra en la oscuridad- El término final le causó escalofríos a Sony, aunque no supo bien por qué- ¿Qué tiene usted de especial para enfrentar a este letal adversario?
- Fe hombre, fe. Y voluntad para enfrentarlo, es todo lo que necesito- dijo Sony con orgullo.
- Es tan solo un niño, no sabe a lo que se enfrenta- le exclamó el primer diputado al presidente.
- Bueno, estuve estudiando sus movimientos, y sé que efectúa sus ataques en orden, sigue un patrón. Está buscando algo... pero no estoy seguro. El bandido es muy audaz, no se ofendan, pero parece ser más inteligente que todos vosotros- musitó el joven en su defensa.
- Muy bien, Sony. No contamos con mucho tiempo, pronto se festejará el aniversario de la G.N.U.M, no quiero que este delincuente siga suelto mientras se desarrolla, miles de familias estarán allí. En tres días consígame la identidad de ese cazador, hablaré con la policía para que compartan toda la información que dispongan. El futuro de la vida de muchas personas está en sus manos. Doy por terminada esta sesión- dijo el presidente y golpeó la mesa con un martillo.
- No lo defraudaré, señor presidente, no lo haré- exclamó Sony muy entusiasmado.
Hubo un gran alboroto en la sesión, algunos a favor de esta decisión y otro en contra, pero ninguna voz se volvió a alzar sobre las demás.
El primer diputado se le acercó al presidente, una vez todos los demás se levantaron para irse.
- No lo entiendo señor- le dijo.
- Escúchame Francisco- el presidente lo tomó del hombro como un viejo amigo- ¿Acaso tú sabes quién es este chico?
- No señor...
- Exacto. Este muchacho a los dieciséis años evitó que una serie de asesinos mataran a su familia. ¿Cómo? No tengo idea. A lo diecisiete años, comenzó a estudiar derecho en la universidad de Harvard de Estados Unidos. Y lo más importante aún... es hijo de Nicolas Dameron.
- El embajador de Estados Unidos- agregó el diputado con cierta frivolidad.
- Eso es tan solo un título, mi amigo- lo corrigió el presidente- La verdadera identidad del padre de este joven... es un secreto nacional.

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