viernes, 23 de noviembre de 2018

Cuenta Regresiva para la Reconstrucción: CAPÍTULO 28.



Cuenta Regresiva para la Reconstrucción: CAPÍTULO 28.

Apenas Fix notó el cristal titilando, miró hacia todos lados y lo utilizó para desaparecer sin que nadie lo notara, aunque hubo alguien que sí lo hizo y ese alguien fue Fismut.

Hariet yacía ocupado reordenando los ejércitos para la etapa final de la batalla. Hélen lo acompañaba. Todos habían dejado al Profeta allí, solo y al borde de la muerte.

Fix Úrdigan apareció a su lado y dio un respingo del susto apenas lo vio tirado.

- ¡Mentor! – gritó y se sintió un estúpido al hacerlo porque aquello delataba su paradero, nadie lo oyó.

Los miles y miles de sujetos a favor del Único yacían recorriendo las calles destruidas detrás de su amo, en dirección a las fuerzas aliadas.

Nadie les hacía caso al moribundo y al Ryano.

- F-Fix – susurró Rak débilmente.

El joven Ryano prestó atención y antes de volver a escucharlo, se apresuró en formar el círculo de los magos (de color violeta) para intentar curarlo.

- No – exclamó el Profeta, casi sin fuerzas. Morris salió de la ropa de Fix y miró a Rak con tristeza. Fix dejó las manos suspendidas en el aire, sin comprender- E-esto e-es lo que te-enía que pasar.

- El golpe te aturdió la cabeza- le dijo Fix con enojo- Voy a cerrarte esa herida y volveremos con los demás.

- N-no- repitió Rak, su barba violeta estaba manchada de sangre y suciedad, balbuceaba y por cada respuesta, liberaba un hilo de baba. Movió el brazo con dificultad y le tocó el pecho a su pupilo- T-tú… se-serás e-el nuevo pro-profeta.

- Tienes que descansar, Rak. Realmente no sabes lo que dices- insistió Fix con lágrimas en los ojos. Morris estaba igual y se posó a un lado de la cabeza del sujeto con el cabello violeta.

- A-así lo planeé de-desde el momento en el que te conocí- confesó Rak- Serás m-mi sucesor- Fix apretó los dientes y miró el suelo. Rak lo tomó del mentón con delicadeza- Joven, ingenioso y decidido, vas a ser de mucha ayuda para los JEN.

Fix contenía la tristeza y cerraba los ojos cada tanto. Rak tomó al joven Ryano de la mano y la posó sobre su pecho.

- Un mago de otro planeta lla-llamado Amdor conformó un hechizo para traspasar los poderes de un individuo a otro. N-no te voy a mentir, cuando heredes mis habilidades, yo moriré.

Fix se echó para atrás y corrió la mano, anonadado y ofendido.

- Jamás.

- Fix… - tosió y sintió un intenso ardor en la garganta- Es la única manera.

- No la es. Puedes curarte y venir conmigo, ayudar en la lucha.

- Apenas puedo respirar, Fix- insistió Rak- No voy a servir de nada, acéptalo por favor. Piensa en tu gente y en tu madre, haz lo necesario para protegerlos, yo creo en ti. Se-serás un espléndido Profeta.

Fix volvió a acercarse.

- No vas a morir hoy.

Rak suspiró y sintió un intenso ardor en la herida del estómago. Fix intentó curarlo con la magia del Böju, pero aun siendo inexperto, no hubo caso. Intentó pedirle ayuda a Morris y este sólo podía aliviar el dolor, pero no curarlo. No había vuelta atrás para el Profeta.

- Los JEN te necesitan- habló Rak en un volumen más bajo.

Fix Úrdigan lo aceptó, suspiró durante medio minuto y cerró los ojos para despejar su mente.

- ¿Qué es lo que tengo que hacer?

- El cristal que te dí, colócalo sobre mi pecho- volvió a toser- Ha-hazlo rápido, no me queda mucho.

Fix obedeció y posó el cristal verde sobre el cuerpo de su mentor.

- Quédate así hasta que termine, yo pronunciaré el hechizo- le dijo Rak y antes de hacerlo, le sonrió- Demuéstrale al mundo de que están hechos los Ryanos- a Fix le resultó imposible no volver a llorar.

Rak pronunció unas palabras inentendibles en voz baja, el cristal brilló y no en su color natural, sino a través de un aura oscura. Rak Taigüen gimió del dolor y Fix se preocupó, sin embargo, sabía que era parte del ritual.
Morris se quedó observando con aquellos inmensos ojitos llorosos.

- Una cosa más…- Rak le indicó que acercara su oído para contarle un secreto, esto hizo el Ryano y una leve sonrisa dibujó su rostro.

El aura oscura salió del cuerpo del personaje con cabello y barba violeta, viajó a través del cristal hacia Fix, tardó varios minutos en completarse y antes de que la piel de Rak se empalideciera en exceso como si le hubieran quitado la sangre de sus venas y sus ojos quedaran plasmados y fijos mirando hacia la nada, le dijo a Morris.

- A-adiós, viejo compañero.

Rak Taigüen, el legendario Profeta, falleció con una sonrisa.

El proceso se completó y el cristal se hizo añicos. Morris se quedó plasmado y dio un salto al hombro del joven Ryano. Fix sintió una fuerza desconocida invadiendo su sistema, sus órganos y su piel. Se levantó con determinación y miró las manos de Rak, repletas de anillos y brazaletes.

Notó que el dedo índice de la mano izquierda de Rak no portaba anillo alguno, a diferencia de todos los demás en cada mano.

No tardó en forjar un portal con sus propias manos.


EL PACTO

Aquel abominable ser de mil metros de alto, repleto de barro, arcilla, carbón, piedras y otros elementos inexistentes en nuestro mundo dio un paso al frente y las calles retumbaron junto a los corazones de cada uno de los presentes.

Los Ryanos y humanos que estaban del lado del Oscuro, los mutantes y esqueletos no podían estar más a gusto con semejantes personajes de su lado.

Los agentes del caos se alinearon como una tropa de monstruos gelatinosos y siniestros, realizaron sonidos ahogados y espeluznantes, y esperaron la orden de su amo.

El titán monstruo, similar a Cronos de la mitología griega, también se quedó plasmado. Hubo una tensión horrible.

Hélen y Hariet se situaron al frente de las diez mil criaturas que luchaban para reconstruir la realidad.

Del lado de aquellos que luchaban por preservar la realidad existente, estaban las fuerzas aliadas, quienes habían enterrado a los muertos, habían parado para descansar y se alinearon rápidamente bajo las órdenes de los tres centinelas.

Los Elementales y los Ryanos con habilidades mágicas llegaron y se acomodaron con el resto. Los Ryanos estaban medio desorientados sin su líder Fix guiándolos y se preguntaron dónde estaba. No hubo inconvenientes ya que Fismut se encargó de suplantarlo y de integrarlos a las defensas del planeta Tierra.

Dayas vio a Müna y corrió directamente hacia ella, ambos se abrazaron con fervor. Ella estaba sudando, repleta de cortes y algunas manchitas de sangre, nada grave.

- Te tardaste- le dijo con una sonrisita débil. Dayas la besó en los labios con desesperación.

- No tendrías por qué estar aquí- le reprochó Él- No sabemos cuál será el resultado…

Müna le tapó la boca a su amado con los dedos de una forma muy delicada.

- Vine porque se juega toda la existencia de la humanidad, de ambas dimensiones- vociferó- Y porque ustedes salvaron a mi pueblo cuando no tenían que hacerlo, revelaron la verdad con respecto a Mongot y siguieron adelante.

Dayas no esperaba menos de Ella y se quedó mudo mirándola con amor. Mulón se acercó a ellos, era un hombre alto y robusto, con la barba y el cabello rubio (muy largo), una armadura plateada con la insignia del León; tenía una inmensa lanza en sus manos y dos ojos rojos totalmente naturales. También estaba herido y sucio.

- Regresaste… príncipe- dijo con cierta ironía; Dayas notó los celos y sólo se limitó a asentir- Cuando te pedí que fueras al Oszen a liberar a mi hija de los opresores como muestra de nuestra reciente alianza, no era para que…

- Papá, cállate- le ordenó Müna como si fuera uno de sus soldados. Mulón se quedó mudo por un segundo.

- Ese carácter es tan propio del de tu madre- se quejó y estrechó su inmensa mano para darle un apretón al príncipe- Bienvenido, hijo- Dayas sonrió y lo completó.

Sin embargo, sólo estuvo un tiempo con ellos, ya que otro individuo lo miraba con atención e incredulidad, era Mongot Borbán.

El Rey de Zimpat no se atrevió a acercarse, lleno de vergüenza, Dayas dio el primer paso y lo abrazó de improvisto. Mongot sonrió, lleno de felicidad de que no le guardara ningún rencor por lo que había hecho mientras Hélen lo manipulaba.

- Lo siento- se animó a decir Mongot, se separó de su amigo con pena y le entregó la corona- No la merezco.

Dayas la tomó y la observó, se le vinieron muchos recuerdos. Recordó cuando era más joven y se imaginaba a sí mismo recuperando el trono y venciendo a Minos, recordó a todas las personas que conoció para cumplir con aquel sueño y como terminó rechazándolo porque entendió que no lo merecía, más bien, merecía vivir algo diferente.

Mongot quiso inclinarse ante su nuevo Rey, pero Dayas lo detuvo, le indicó que inclinara un poco la cabeza (ya que era más alto que él) y le volvió a colocar la corona.

- Yo no puedo juzgar a quién antepuso a su familia antes que a los demás- le dijo Dayas, Mongot se puso derecho y asintió con determinación- Estás aquí, viejo amigo, en una dimensión que desconoces, ayudando a salvar el mundo. Eso es suficiente para mí.

Mongot asintió y Müna carraspeó. Dayas se percató de su presencia y la tomó de la mano.

- Te presento a la Reina Müna del Oszen, mi… novia- anunció. Mongot abrió los ojos como platos, sorprendido. Luego, se arrodilló ante Ella y le pidió disculpas por la invasión. A Müna no le importaba que lo haya hecho por su familia, muchos de los suyos habían muerto tras las invasiones, pero no era momento para pelear, y simplemente aceptó las disculpas.

Natal y Lepra se acercaron al Capitán Rojas, su hija Rosa y al líder de los VORRJOS: Urón.

Miljen ayudó a Fismut con la organización de los Ryanos. Dimitrion, por su parte, se reencontró con los guardianes de la tierra (Grof y Keila), y los saludó, ellos le habían enseñado la telepatía hacía muchos años.

Jessica acompañaba a Kay y Sony, a donde iban todas las miradas. Nadaya se hizo paso entre la multitud y no se atrevió a acercarse.

Las fuerzas aliadas formaban hileras y abrían el paso mediante una línea recta para que los Elementales pasaran.

Kay y Sony estaban serios y con las miradas al frente, sucios y vestidos con las armaduras de color de los JEN.

Los tres centinelas habían armado una cabaña para reunir a todos los líderes, allí se dirigían ellos.

Nadaya no aguantó y les cortó el camino, los tres jóvenes tuvieron que detenerse. Hubo un completo silencio.

- Nadaya- vociferó Kay, sorprendido. Sony dio un paso al frente y ambos intercambiaron miradas.

El joven abogado fue con Ella y sin pronunciar palabra, la tomó de la mano, Nadaya se sonrojó; luego, caminaron juntos hacia la cabaña.

Kay y Jessica se lanzaron miradas de complicidad y continuaron. Jessica estaba realmente muy feliz por Sony y observaba a la pareja con entusiasmo; Kay sintió algo extraño y sin que ella lo notara, la contempló por un leve momento.

Las fuerzas de Hariet aún se acomodaban para la batalla mientras todo esto ocurría.

Dentro de la cabaña (la cual era bastante amplia y tenía una mesa metálica rectangular en el centro, repleta de planos, mapas, papeles y soldaditos de juguete) se encontraban la mayoría de los líderes y subordinados de cada ejército.

Dayas estaba al lado de la Reina Müna, el líder de los DOSOS: Mulón y el Rey Mongot.

Natal y Lepra yacían al lado del capitán Rojas y sus hijos Rosa e Iki.

Urón se encontraba al lado de Morgán y Fismut.

Dimitrion, Grof y Keila esperaban a un lado.

Úiaj, Xón y Finegan estaban en una de las puntas de la mesa, en silencio.

Kay, Sony, Nadaya y Jessica fueron los últimos en entrar.

Los aplausos fueron inevitables, y los ejércitos que esperaban afuera los escucharon y vitorearon desde sus lugares. Pese al fin del mundo, todos ellos confiaban en los JEN.

- Bienvenidos- les dijo Finegan a todos- Para quienes no me conocen, mi nombre es Finegan, el azotador. Es un nombre antiguo, no se preocupen- bromeó, pero nadie rió, carraspeó y continuó- Soy uno de los tres centinelas, los últimos titanes de este universo, fieles servidores del fallecido Rey Vrogh, y ahora, bajo las órdenes de las últimas reencarnaciones de Tritán: Kay Montarnen, Sony Dameron y Fismut Jen.

Morgán era alto (casi dos metros), pero Urón lo superaba por unos cuantos centímetros, no obstante, Morgán se esforzó para explicarle lo que no entendiera.

Dayas hizo lo mismo con su amada, suegro y mejor amigo.

Natal realizó la misma tarea con los personajes del planeta Sulcius (Reroriam).

Kay y Sony miraron a todos, hacía tiempo que no veían a la mayoría de ellos.

- Gracias por venir- dijo el JEN de fuego con seriedad. Sony asintió.

- Mis compañeros centinelas son Xón, el irrompible y Úiaj, el destructor- prosiguió Finegan, los otros dos se mantuvieron callados- Para quienes desconocen la situación, hay una forma de derrotar a Hariet y romper su control sobre el Titán Monstruo (aquel ser gigantesco que acaba de aparecer)- todos asintieron descontentos, no había sido necesaria la aclaración. Se dirigió exclusivamente a los JEN- ¿Trajeron el anillo?

Sony suspiró y respondió.

- No, Hariet lo tiene- a los tres centinelas no les gustó para nada.

- ¿Y decidieron reordenar fuerzas sin tener el anillo encima? – preguntó Finegan, molesto.

- Creímos que sería lo mejor, no estábamos en condiciones de conseguirlo.

- No se esforzaron…

- ¡Finegan! – exclamó Fismut- Confía en ellos.

Finegan apretó los dientes.

- Los hiciste pasar planeta por planeta cuando sus bestias demoníacas despertaron, los forzaste a ellos y a nosotros a conocernos, para que estuviéramos de acuerdo en ayudarlos cuando se viniera la guerra. ¿Para qué? No siguieron para nada las indicaciones…

- ¿Para qué sirven esos anillos…? – preguntó el capitán Rojas, interrumpiendo. Seguía siendo un adulto corpulento, de nariz gruesa, cabello castaño claro y bigote del mismo color; vestía una armadura oscura y portaba algunos cuchillos envainados y una espada muy gruesa.

- Son catalizadores de energía, provenientes de la armadura del Rey titán; son el arma perfecta para vencer a Hariet, pero necesitan ser utilizados por sujetos especiales como los Elementales – le explicó Natal.

- ¿Y eso por qué? – preguntó Rosa. Tal y como la recordaban Kay y Sony; joven, delgada y bonita. Con el cabello largo y rojizo, pecas por todo el rostro, ojos oscuros y una nariz respingada, también vestía un traje negro como su padre, que envainaba un cuchillo largo y ovalado, pero con el agregado de la canasta de flechas tras su espalda y el arco en la mano. Todas las flechas tenían unas bonitas hojas carmesí en la cola.

Iki asintió para apoyar la pregunta de su hermana. El niño de doce años sí había cambiado bastante a como lo recordaban. Para empezar, ahora tenía 14 años, su voz era gruesa, había crecido unos cuantos centímetros, superando la altura de su padre (de todas maneras, Rojas no era muy alto, medía 1.70 cm aproximadamente). El cabello rojizo y corto, repleto de pecas como su hermana y dos ojos oscuros enormes. Como sus dos familiares, vestía un traje negro, y al igual que Rosa, portaba un canasto con flechas (con hojas trasparentes en la cola).

- Los Elementales somos los únicos con una segunda energía dentro de nuestro cuerpo- habló Jessica de repente, y se apenó al notar que estaba siendo el centro de atención- Y bu-bueno…

- Los anillos se alimentan de la energía en tu interior- completó Nadaya, apoyándola. Jessica la miró y le agradeció en silencio- Los elementales, al tener dos fuentes, pueden distraer el hambre del anillo mientras los utilizan.

- ¿Y cómo haremos para conseguir esos anillos? – preguntó Urón. A diferencia de Mulón, tenía el cabello oscuro y la barba blanca (también largas), la misma altura que su hermano y una armadura plateada con la insignia del León.        

- Finegan- lo señaló Dimitrion- Él puede manipular los metales y crear ocho réplicas a partir del original.

- ¿Sólo ocho? – vociferó la Reina Müna, aquella mujer con el cabello naranja oscuro y un corte escalado, las facciones de una persona de treinta años y ojos de color café. Vestía una armadura plateada y reluciente con la insignia del oso sobre el pecho mediante un color morado - Si puede hacer eso, todos tendríamos que tener uno.

La discusión no tardó en comenzar.

- Escuchen- habló Sony, y todos hicieron silencio, era evidente que los JEN eran la autoridad entre ellos por más jóvenes que fueran- Yo vi lo que ese anillo les hace a las personas, no les servirá de nada a quienes no sean Elementales. Los consumirán por dentro antes de su segundo movimiento y sus tropas perderán a sus respectivos líderes.

- Sony, Natal, Jessica, Morgán, Dimitrion, Dayas, Lepra y yo nos encargaremos del Único- completó Kay, como un auténtico líder- Así como lo hizo la primera generación de Elementales, nosotros derrotaremos a Hariet.

- Finegan, Úiaj, Xón, Keila y Grof son los magos más experimentados, su tarea será distraer al Titán Monstruo hasta que recuperemos los anillos.

- No olviden los dos dragones…- musitó Mulón, preocupado.

- Podríamos establecer un grupo de vuelo- propuso Dimitrion- Yo, Morgán, Jimonte y Dameron contra las bestias voladoras. Los otros se encargarían de los ataques por tierra, especialmente de esos abominables Agentes del Caos.

- Algo es seguro, llegar a Diego no será nada fácil- dijo Fismut.

- ¿Y nosotros? – preguntó el capitán Rojas.

- Las fuerzas aliadas tienen la ofensiva contra los ejércitos terrenales del Oscuro. Los Narsogs ya no existen, lo que es una ventaja- aclaró Sony- Los Snoros son sombras, tal vez la magia de los DOSOS podría ser de ayuda, los VORRJOS y las fuerzas de Mongot y Müna serán su apoyo, también se encargarán de los esqueletos y mutantes.

- Por otro lado, será difícil enfrentar Ryanos contra Ryanos- le habló Kay al joven abogado- No sé si ese joven gris… ¿Dónde está ese muchacho?

- ¿Y dónde está Rak, el profeta? – preguntó Sony inmediatamente después.

Fismut estuvo a punto de hablar hasta que un individuo entró a la cabaña.

- Lamento estar espiándolos- dijo el muchacho de piel gris. Todos fijaron su atención en él- Mi nombre es Fix Úrdigan, lidero a los Ryanos y soy… el nuevo Profeta.

Kay y Sony abrieron los ojos como platos y estuvieron a poco de preguntar, hasta que Morris apareció entre las ropas del Ryano, con los ojos llorosos. Los JEN apretaron los dientes con tristeza y pidieron un minuto de silencio para su amigo.

- En esta guerra habrá muchas bajas- dijo Xón, hablando a las mentes de los sujetos y emitiendo “mmms” con la boca- Sin embargo, yo los seguiré a ellos hasta el final.

Kay tomó a Fix del hombro con confianza, el joven Ryano ni siquiera se atrevía a mirarlo y apenas podría sobrellevar la muerte de su mentor.

- Los JEN nos liberaron de las dos torres de cristal- vociferó Urón, Mulón asintió- Nuestras fuerzas están con ustedes- ambos hermanos colocaron los puños sobre la mesa.

- La maldición de Reroriam desapareció tras su llegada- dijo el Capitán Rojas, imitando la misma acción.

- Mi hermano y prometido fueron vengados- agregó Rosa, acompañando a su padre y a Iki.

- Aclararon los conflictos entre Zimpat y el Oszen, y nos salvaron de una masacre- dijo Müna y puso su puño.

- Salvaron a mi familia y me incentivaron a hacer lo correcto- dijo Mongot y también colocó la mano.

- Soportaron las cargas de todos, y lo que a nosotros nos correspondía corregir- dijo Grof. Keila y Nadaya asintieron, la familia siguió con aquel pacto.

- Me liberaron de una horrenda marca que me prohibía actuar por voluntad propia- habló Dimitrion y se acercó a la mesa.

- Demostraron ser los hijos de mis pupilos- dijo Morgán con emoción, con la mano sobre la superficie.

- Me ayudaron a encontrar mi verdadero camino- dijo Dayas para sorpresa de los JEN.

- Me enseñaron lo que significa la amistad- dijo Lepra.

- Me dieron otra oportunidad de vivir- dijo Jessica.

- Me demostraron que sus padres no se equivocaron al elegirlos- dijo Fismut.

- Me perdonaron mis errores más horrendos y mi guiaron hacia la verdad- dijo Natal.

Los cinco personajes colocaron sus puños sobre los mapas.

Xón, Úiaj y Finegan no necesitaron decir nada y copiaron lo que hacían los demás.

Fix se alejó de Kay e hizo el mismo gesto.

- Gracias a ustedes aprendí que no todos los humanos son iguales, que hay oportunidad de que ambas especies convivan en paz.

Kay y Sony se emocionaron, pero no lo demostraron.

- Queda establecido: en esta guerra, Kay Montarnen y Sony Dameron serán los COMANDANTES GENERALES de las fuerzas aliadas- anunció Fismut.


EL TITÁN MONSTRUO

Nadaya, Keila y Grof se reunieron mientras las filas se alineaban para el acto final.

- Él fue tu amado, entenderé si no quieres participar- le dijo Grof a Keila, Nadaya prestó atención.

- Tengo que hacerlo- respondió aquella mujer con decisión- El hombre que amé ya no existe…

Grof apretó los dientes, algo celoso. Nadaya tomó a su madre de la mano. Keila se emocionó.

- Pase lo que pase, no los voy a juzgar- les dijo la joven- Yo los amo a ambos.

También tomó la mano de Grof, quién se rehusó al principio, pero terminó cediendo.

Los tres portaban unas armaduras muy raras, pegadas al cuerpo, metalizadas y de colores (cómo el morado, el turquesa y el azul francia), apretujaban cada aspecto de su figura y remarcaban perfectamente sus torsos (tanto masculino como femenino). A decir verdad, Grof, a pesar de los años, tenía un cuerpo fornido y musculoso; Keila y Nadaya eran delgadas y las corazas hacían sobresalir sus pechos.

No estaban armados, no envainaban ni espadas ni cuchillos en los cinturones que portaban; los cuales antecedían unas extrañas “polleras” rectas, con formas y símbolos similares a los orientales. 

Keila tenía el cabello atado con una pequeña coronita/bincha que se lo sujetaba, la cola castaña clara y enrulada yacía tras su nuca.

Nadaya, por su parte, sujetaba su largo cabello liso y oscuro a través de una coleta, sus ojos oscuros brillaban por encima de su pequeña nariz y sus finos labios.

Grof era el más alto de los tres, con una amplia espalda y brazos anchos, un rostro redondo sin barba, ojos de color miel, cabello corto y canoso, y una corona de laureles dorados por encima de la cabeza.

Ninguno de los tres tenía casco. Fueron interrumpidos por los retumbantes gritos del Titán Monstruo.

Hariet yacía delante de todas sus tropas (acompañado por Hélen): esqueletos, Ryanos, humanos, Snoros, mutantes y Agentes del Caos; eran más de diez mil individuos. Kahar y el Dragón Snoro volaban por encima de ellos. El Titán Monstruo yacía inmóvil a unos metros, caminó a zancadas hacia Hariet, haciendo temblar toda la tierra. Luego, aquella criatura de mil metros se situó a un lado del tercer señor de la oscuridad. 

Un sello mágico apareció bajo los pies de Hariet y este le habló a todos los presentes a kilómetros de distancia.

- Ríndanse. No habrá batalla- declaró- Mi titán lo devorará todo- el collar del TORQUEM brillaba como nunca, controlando al colosal monstruo- Kay, Sony, Fismut… entréguenme las partes de mi alma, las que me pertenecen. YO soy el Señor Oscuro, YO soy la verdadera reencarnación de Tritán. Háganlo de buena voluntad o ninguno de ustedes será bienvenido a mi nuevo mundo. 

Kay y Sony se posaron delante de los seis mil soldados que luchaban de su lado. Vestidos con las armaduras (roja y azul) de los JEN, sin espadas ni cuchillos.

- Intentará robarnos los poderes antes de destruir la Tierra- le dijo Sony a Kay.

- Una ventaja, supongo- le respondió su amigo.

Los tres guardianes de la Tierra aparecieron tras ellos, acompañados por todos los miembros del consejo de las Fuerzas Aliadas: Fismut, los Elementales, los Centinelas, Mulón y Urón, Müna, Mongot, el Capitán Rojas, Fix Úrdigan, Rosa e Iki. 

Un kilómetro y medio de calles devastadas y puro páramo, separaba a los dos bandos.

Las fuerzas aliadas tenían a los soldados de Zimpat, de Reroriam y del Oszen en el frente, con escudos, lanzas, arcos y flechas; a un lado los ciudadanos de San Robo (con pistolas, metralletas y armas de última tecnología), los DOSOS y VORRJOS, los Ryanos con habilidades mágicas; y a la estatua dorada de Jimonte entre ellos.

- Tráiganme a los JEN- le ordenó Hariet a sus tropas y los ejércitos de monstruos comenzaron a avanzar lentamente.

Kay y Sony apretaron los dientes, conformaron un hechizo y a ambos les surgieron dos cascos metalizados. Ambos estiraron sus puños y de ellos surgieron chispas de fuego y bolas de lava; las fuerzas aliadas gritaron con fervor, atemorizadas, pero dispuestas a luchar hasta el final.

Los comandantes generales guiaron a los soldados hacia la guerra, todos fueron tras ellos. Ambos frentes tardaron largos minutos en encontrarse.

Dimitrion, Miljen y Dayas mutaron sus cuerpos a los de las bestias voladoras de Amdor, y se adelantaron por los cielos, para combatir a los dos dragones.

Dimitrion Curtansen mutó al dragón verde de ojos rojos, era la mitad de grande que Kahar y escupía un fuego azulado. Miljen/José Morgán se transformó en aquel temible vampiro con el cuerpo cubierto de acero, cabello blanco, alas de murciélago, garras y colmillos. Dayas Jimonte regresó a ser la hermosa águila dorada.

No fueron los únicos. Jessica Carmanguer cambió de forma a la tigresa blanca, aquel animal parlante con rayas por todo el cuerpo, garras y una velocidad increíble. Lepra Viman se volvió un minotauro, mitad toro, mitad humano; portaba un hacha y su enorme hocico liberaba hilos de humo. Y, por si fuera poco, Natal utilizó el medallón de bronce para llamar a un viejo amigo del Mundo Helado: el demonio de hielo, el gorila blanco o yeti: Foucen.

Juntos, corrieron hacia sus enemigos.

La estatua dorada se adelantó para confrontar al temible Titán, apenas le llegaba a las rodillas, y este ni siquiera se percató del ataque del gigante. Se quedó inmóvil y de repente, abrió su fantasmal boca… una imponente fuerza de atracción comenzó a chupar las calles, los edificios arrasados, las personas y los escombros. El titán se estaba comiendo el mundo.

El dragón verde y el murciélago volaron mil metros para llegar a la cabeza oculta entre las nubes rojizas, y lo atacaron. El titán siguió como si nada.

El águila fue el siguiente y logró conformar una luz tan potente con sus alas que el PRODIGIUM quedó ciego temporalmente y detuvo la absorción.

- Bien hecho- le dijo Dimitrion a Dayas a través de la comunicación mental.

- La boca y los ojos, es lo único que nos queda para distraerlo- le respondió el águila mediante pensamientos.

Las tres bestias atacaron los puntos débiles de la criatura, pero fueron sorprendidos por Kahar y el Dragón Snoro, quienes recibieron los impactos que iban dirigidos al Titán, sin sufrir mucho daño y contraatacaron con el fuego saliendo de sus bocas.

Mientras la batalla área se desarrollaba, los soldados de Zimpat, Oszen y Reroriam chocaron finalmente con los esqueletos parlantes, los mutantes y los Snoros.

Aquel ejército de Agentes del Caos no había participado, estaban quietos, produciendo los siseos de una serpiente. Hariet y Hélen yacían delante de ellos, examinando el sangriento combate.

Los DOSOS eran la segunda tanda tras la primera línea de guerreros junto a algunos arqueros de Reroriam liderados por Iki, los Ryanos y los humanos de San Robo. Los DOSOS, acompañados por los VORRJOS en grupos pares, manipularon mágicamente los escombros para lanzarlos a distancia e intentar derribar a los problemáticos Snoros.

Los Snoros, al ser sombras vivientes, se deslizaban con facilidad y evitaban los ataques a distancia, asesinaban soldados sin piedad y continuaban avanzando.

Hélen desplegó las alas y voló para sumarse a la contienda, fue sorprendida por un tigre blanco que se le abalanzó encima y otras mujeres que la estaban esperando. Eran Müna, Rosa, Nadaya y Jessica (con su bestia de Amdor).

- Cuatro contra una- vociferó Hélen, lamiendo un hilito de sangre de su boca. Desenvainó su vara metálica y la revoleó como una gimnasta profesional mientras sus alas se sacudían.

- Vas a lamentar haber atacado a mi pueblo- gruñó Müna, portando una ligera espada. Ambas se batieron a duelo de armas blancas.

Nadaya forjó el círculo de los magos (plateado) bajo sus pies y creó una serie de cristales/cuchillos, estos se quedaron suspendidos en el aire, esperando que Müna se corriera. Rosa también apuntaba con su arco y flecha.

- ¡Agáchate! – le gritó Nadaya a la reina del Oszen, ella obedeció y se tiró al suelo. A continuación, Hélen recibió los disparos, pero se defendió con sus inmensas alas, las cuales soportaron todos los cristales, a excepción de la flecha que le dio en el estómago (había dado un giro para llegar a la villana). Hélen gimió excitada y se la quitó, la herida se curó rápidamente.

Quiso aprovecharse de que Müna estuviera acostada, pero Jessica fue rápida y la atacó con sus garras. Hélen se limitó a esquivar los ataques del tigre blanco.

- La desgraciada puede auto curarse- vociferó Rosa y miró a Nadaya- ¿Cómo la detenemos?

Nadaya fruncía el ceño, observando como el tigre se enfrentaba a la maníaca de cabello violeta.

Müna se levantó y fue contra Hélen. La Reina y el tigre realizaron la ofensiva. Rosa y Nadaya volvieron a hacer lo mismo y esta vez, no esperaron que sus compañeras se movieran. Sin embargo, las flechas y cristales volvieron a ser repelidas por las alas de cuervo.

Hélen se deslizó por el suelo gracias a sus alas, se acercó a nueve soldados del Oszen y les dijo algunas palabras, ellos asintieron convencidos y fueron a atacar a Nadaya y Rosa.

- Me había olvidado de que Sony nos dijo que también puede manipular personas- comentó Nadaya y se preparó.

- ¡No los maten! – les gritó Müna, desesperada. Aquello lo hacía más difícil para ellas.

Rosa quitó dos flechas del canasto tras su espalda y les disparó a dos soldados en las rodillas, estos cayeron en un santiamén. Nadaya la imitó y usó los cuchillos de cristal para atacarles las piernas, pero no era tan buena tiradora como la pelirroja y les erró a todos los disparos. Rosa suspiró con soberbia y se encargó de dejar al resto fuera de combate.

Ambas tuvieron que dejar a Hélen a un lado para combatir una tanda de mutantes asquerosos.

Kay, Sony, Grof, Keila y Fismut avanzaban como podían hacia Hariet, lo que les resultaba cada vez más difícil, se les topaban todas las criaturas juntas. Las fuerzas magnéticas ayudaron a contener todos los invasores, Grof usó sus cadenas para suprimir a otros tantos y Keila eliminaba a uno por uno con una daga blanquecina. Fismut conformaba los campos de fuerza para defender al grupo de los ataques externos a distancia. Kay y Sony contenían sus fuerzas para enfrentar al Único con todo lo que tenían.

Mulón, Urón, Rojas y Fix luchaban codo a codo contra los Snoros. Los especímenes más difíciles de matar. Buscaban soluciones, pero todas eran erradas. Fix apenas sabía manejar los portales, Rojas no servía de nada con su inmensa espada; y los hermanos apenas podían ayudar. A todo esto, se sumó Natal y Foucen, y para sorpresa de todos, el gorila blanco gritó, produciendo un sonido agudo ensordecedor que eliminó a una primera tanda de Snoros.

La estrategia se armó inmediatamente después, tenían que defender al gorila blanco, cueste lo que cueste, para que este se encargue de las sombras vivientes. Natal sacudía los vientos, tomaba un mutante y volaba unos metros para que se estrelle contra el suelo.

Los tres centinelas fueron directo al PRODIGIUM, tenían que detenerlo de alguna forma. Miraron hacia arriba y sólo veían destellos entre las nubes, símbolo de la batalla entre todas las criaturas voladoras.

Hariet participó al fin, directo hacia los JEN. Desplomó a todo soldado, VORRJO, DOSO o Ryano que se le interpusiera en el camino.

El minotauro se había separado de todo el resto para liderar a los Ryanos con habilidades mágicas y a los humanos de San Robo, muchos de ellos se sintieron maravillados con la destreza del joven morgano y hacían todo lo que ordenaba. Fueron contra los esqueletos parlantes y los aniquilaron mediante armas de fuego pesadas o técnicas mágicas como bolas místicas.

Hariet estiró su mano y miles de esferas con rayos blancos y negros, llovieron desde los cielos.

Natal estiró el medallón de bronce justo a tiempo y todas esas esferas fueron llevadas a otros mundos o dimensiones.

Hariet ya estaba harto y al borde de la cólera, asesinó despiadadamente a todo aquel que intentara enfrentarlo, inclusive a aquellos que le pidieron misericordia.  

La dualidad, separada por un mar de individuos combatiendo, se fue acercando poco a poco. El Oscuro y los JEN luchaban con aquellos guerreros que obstaculizaban su camino. Como ya se había dicho, los JEN buscaban robarle el anillo dorado a Hariet, y el villano buscaba hacerse con todos los poderes de Tritán, ambos bandos tenían algo que necesitaban del otro.

Finalmente, se reencontraron.

- Terminemos con esto de una ve… - vociferó Hariet y se quedó petrificado- ¿Estás… viva?

Keila dio un paso al frente, a pesar de las advertencias de su marido.

- Durante muchos años, Diego- le respondió Ella con determinación. Kay y Sony se quedaron mudos bajo sus cascos.

Hariet se quedó plasmado, como si hubiera perdido las fuerzas para hablar.

El Oscuro miró a Fismut para que le diera una explicación, sin embargo, el mago se quedó mudo.

- Te busqué durante años, por todos lados. Temí lo peor…- dijo Hariet con cierta melancolía en la voz y mirándola directamente a los ojos, como si aquella guerra no estuviera ocurriendo y como si los demás no estuvieran con él.

- ¿En qué te convertiste, Diego? – se acercó, sin temerle y con los ojos brillosos- Tanto odiabas a tu padre, y al final…

- Yo no soy como él- gruñó el antagonista, él también dio un paso al frente. Los JEN y Grof estaban a la expectativa, en guardia y con el ceño fruncido- ¿Qué haces aquí?

- Soy una guardiana de la Tierra- le respondió y lo tomó de la mano delicadamente. Grof sintió un intenso ardor en el estómago- El mago me llevó a otra dimensión cuando tú enloqueciste, porque sabía que me buscarías. Podría decirse que me volví un ser divino… una persona inmortal.

- No tenía derecho- le dijo Hariet con debilidad, como si Fismut no estuviera allí escuchando todo lo que decían. Y le apretó las manos, aquella acción no fue con maldad, sino… con cariño- Desearía tanto que las cosas hubieran sido de otra manera para nosotros.

- Pero no lo son- replicó Ella- No es tarde, puedes cambiarlo todo.

Hariet hizo una mueca, estaba harto de que las personas que más amaba le llevaran la contra. A lo lejos, Hélen notó como los viejos amantes se tomaban de las manos y se volvió loca.

Dañó a Müna en el pecho con su vara, causándole un corte profundo. Rosa, Nadaya fueron a socorrerla. El tigre también recibió un duro golpe en la cabeza.

La cólera de Hélen fue tan letal, que su atlético cuerpo se vio rodeado de plumas negras, sus ojos se tornaron amarillentos, un pico reemplazó su rostro. La hermana de Rak se había convertido en un cuervo humanoide.

Sedienta de sangre, se abalanzó hacia donde estaba su amo.

Jessica había vuelto a la normalidad tras la caída, Nadaya intentó curarla con algunas habilidades en el Böju.

- Gracias- le dijo, tendida en el suelo, sucia y con el cabello largo, desalineado y echado a un costado sobre la tierra putrefacta.

- No hay de que- le respondió la guardiana de la Tierra y miró a su madre a lo lejos con preocupación.

- ¿Es tu mamá, cierto? – le preguntó Jessica. Nadaya asintió- Ve, te necesitará. No sé si lo notaste, pero esa maníaca parece estar obsesionada con el Único, tu madre corre un grave peligro- Nadaya dudó- Yo puedo cuidarme sola, ve.

Nadaya asintió en silencio y corrió directo a donde se dirigía Hélen. Jessica volvió con Müna y Rosa (la segunda estaba curando a la otra con unas hierbas extrañas).

Natal, que combatía junto a Foucen, notó al cuervo gigante dirigiéndose hacia Hariet y los JEN. Se quedó impactado.

- Es… es la VERDADERA contraparte de Amdor de Juan Jimonte- dijo en voz alta, aunque nadie lo oyó entre tanto escándalo.

El Titán Monstruo seguía imposibilitado de absorber la Tierra gracias a las criaturas voladoras de Dayas, Morgán y Dimitrion. Estos tres luchaban contra los dos dragones enemigos, planeando alrededor del PRODIGIUM, quién intentaba dar unos lentos manotazos sin éxito.

A todo esto, los tres Centinelas aun continuaban planeando una estrategia para vencer al gigante, mientras desplomaban a los enemigos que se les acercaran. Finalmente lo consiguieron, Xón llamó mentalmente a Fix Úrdigan para que fuera con ellos.

A metros de todo esto, el minotauro eliminaba esqueleto tras esqueleto y les cortaba sus extremidades con el hacha; los Ryanos que dirigía habían establecido unos escudos mágicos para defender a los humanos que disparaban sus armas a distancia. Lograron vencer a varios enemigos, pero algunos de ellos se metieron en su defensa y comenzaron a asesinar a los humanos y Ryanos a sangre fría.

Volviendo con Hariet y Keila. La guardiana de la Tierra se animó a tomar a quién alguna vez había sido Diego Kimhote del cachete quemado, no le tenía miedo, no después de todo lo que lo había amado en el pasado.

A Hariet no le importaba que Ella estuviera en su contra, sólo verla a los ojos era suficiente, se movió hacia adelante y los JEN se sobresaltaron, queriendo atacarlo por si le hacía daño. Todo lo contrario, Hariet la besó.

Keila se quedó plasmada, con los ojos abiertos y le cayeron algunas lágrimas.

Grof ya no aguantó más y amagó para atacar al enemigo, pero se le adelantaron.

Hélen (convertida en un horrible cuervo humanoide) asaltó a Keila y la separó de Hariet.

- ¡Keila! – gritó Hariet.

Kay y Sony se apresuraron y usaron las fuerzas magnéticas para detener al cuervo. Fismut y Grof fueron a socorrer a Keila, quién yacía desplomada en el suelo, atolondrada por el impacto.

El cuervo no podía moverse gracias a Kay y Sony. Hariet, desconcertado, quiso acercarse a todos ellos, pero alguien lo detuvo… era Nadaya.

- No vuelvas a tocarla otra vez, desgraciado- le gruñó.

- Tú te pareces bastante a Ella- le respondió con tranquilidad y cierta burla. Dio un paso y Nadaya conformó cientos de cuchillos cristalizados que flotaron por los aires y rodearon al villano- Niña, no quieres hacer esto… créeme.

Nadaya no titubeó y lo atacó. Hariet se quedó quieto y TODOS los cristales se hicieron añicos al tocar su armadura.

- ¡Nadaya, sal de ahí! – le gritó Sony, Ella no le prestó atención- ¡Grof, ve a ayudar a tu hija! - le ordenó.

Grof no lo pensó dos veces y dejó a Keila bajo el cuidado de Fismut.

Kay y Sony estaban ocupados intentando que el cuervo no moviera ni un músculo.

- No tuvimos que haberla dejado tanto tiempo hablando con él- le dijo Kay a Sony, sudando bajo el casco.

- Yo creí que, si alguien podía hacerlo entrar en razón, era su antigua novia- comentó Sony, en las mismas condiciones que Kay. Miraba a Nadaya con preocupación- Sal de ahí, por favor- pensó, aterrorizado.

Nadaya no se rindió y atacó nuevamente a Hariet. Con el círculo de los magos en color plateado, hizo la danza mística y manipuló los escombros para que funcionaran como proyectiles. Fueron una distracción, ya que cuando impactaron contra el Único, Nadaya procuró atacarlo cuerpo a cuerpo con un largo cuchillo de cristal, pero falló.

Hariet la tomó del cuello y la pobre muchacha quedó suspendida en los aires, mientras era ahorcada.

Grof rodeó las piernas del villano con sus cadenas mágicas y planeaba usar su bastón morado para liberar a su hija. Pero Hariet movió su mano libre y la materia del bastón se descompuso hasta volverse líquido, al igual que las cadenas que lo sujetaban. Grof insistió, pero Hariet lo trató como a todo un inútil, modificando la masa de su brazo libre y rodeándolo completamente como si fuera una serpiente.

- ¡Ve! – le dijo Kay a Sony. Sony no tuvo mayor alternativa que hacerlo y fue directo a Hariet. El cuervo se esforzó para mover sus alas cuando Sony se marchó y logró sacudirlas para ocasionar una ráfaga aérea que rompió la fuerza magnética que la contenía. Kay se echó para atrás y se cubrió con los brazos.

Keila se puso de pie mientras Fismut yacía distraído esperando que el cuervo lo atacara, y se acercó, cojeando, hacia Hariet y su familia.

- Talentosa, joven y hermosa- le dijo Hariet a Nadaya mientras le apretujaba el cuello hasta la muerte- Igual a Ella. Lamento que tenga que eliminarte, no me hace ninguna gracia tu existencia…

- ¡PARA, POR FAVOR! – gritó Keila. Grof, atrapado por el brazo elástico de Hariet, la miró, anonadado. Sony estuvo a punto de usar sus poderes para liberar a Nadaya, pero se quedó tieso y perturbado cuando la mujer de cabello castaño y enrulado, gritó- ¡NO MATES A TU HIJA!

miércoles, 14 de noviembre de 2018

Los Agentes del Caos: CAPÍTULO 27.


Los Agentes del Caos: CAPÍTULO 27.
 
- Lo sé- le aclaró- Yo no fui del todo honesto contigo Diego- Fismut posó su palma dentro de Hariet y el antagonista sintió que no podía moverse, el medallón de bronce dentro de él estaba actuando por sí solo a pedido del mago. Fismut se lo extirpó mágicamente y Hariet se echó para atrás del dolor, tenía un hoyo en el pecho de la armadura. Fismut se levantó y alzó el medallón de bronce, a continuación, un vórtice de muchos colores se extendió en los cielos y una luz cayó directo a los cadáveres militares, allí se formó un dibujo (el mismo que llevaba el círculo del Böju) y los cadáveres se vieron envueltos por luces muy fuertes, mientras el paquete se alzaba por los aires y se desintegraba hasta dejar ver el resplandeciente medallón de plata a la perfección- Hemos estado unidos por algo muy fuerte tú y yo, Diego. Permíteme presentarme…- continuó Fismut e hizo una reverencia formal de burla- Mi nombre completo es Fismut Jen, mi hermano era Gyan Jen y mi padre Fargos Jen, más conocido como Büul, el Caído- Hariet aún no se recuperaba del robo del medallón- Fuimos la primera familia de hombres, la primera gran casa en el cosmos, de nuestro apellido surgió el término para designar a los elegidos- Fismut sonrió como nunca lo había hecho antes- En otras palabras, después de los jóvenes que asesinaste, yo soy el TERCERO y tú eres… el CUARTO. Y si nosotros estamos con vida…

Del vórtice cayeron dos balas que impactaron contra el suelo, en el espacio entre Fismut y Hariet, vestidos con armaduras de color e inclinados. Rak estaba emocionado. Hélen y Gargas no lo podían creer. Hariet sintió pánico por primera vez. Hasta el dragón Kahar despertó de su larga siesta. Las balas eran personas, y las personas… eran dos jóvenes.  

- Es imposible- musitó Hariet, anonadado.

- … ellos también lo están- completó Fismut.

Kay Montarnen y Sony Dameron yacían arrodillados, como si se estuvieran inclinando ante Hariet.

- Gargas- le susurró Kay a Sony e inmediatamente, el joven abogado movió unos dedos, aún inclinado y Gargas se vio atraído hacia él por la fuerza magnética. Ambos estiraron sus manos y el esqueleto parlante quedó paralizado.

Kahar gruñó y los JEN lo ignoraron. Hariet apenas podía sobrellevar la situación y se limitó a observar. Hélen fue a ayudar a Gargas, extendiendo sus alas y planeando hacia ellos.

- ¿Dónde está el anillo, feo? – le preguntó Kay seriamente. Gargas no le respondió.

- ¿Anillo? – preguntó Hariet.

Hélen estuvo a punto de atravesarle el cráneo a Sony con su vara metálica, pero justo antes de que llegara a él, el joven movió sus dedos y la mujer quedó suspendida en los aires a centímetros. La punta de la vara casi llegaba a la frente de Sony.

Cómo nunca los habían visto, Sony, con completa confianza y vanidad, vociferó.

- Buen intento, sádica.

Fismut se les acercó con tranquilidad, Kay y Sony tenían a los dos generales más importantes del villano principal en completa inmovilidad e inutilidad. Él se acercó a Hélen y con ternura, le acarició el rostro y le acomodó un mechón despeinado, Ella lo miraba con odio.

- No volví a amar a alguien tanto como a ti- le confesó- Desearía que tú, la verdadera tú, la guerrera y valiente, la problemática y cariñosa mujer que conocí, estuviera viva- Hélen le escupió a Fismut en la barba. Hubo silencio- Diego sólo se burló de tu memoria e insultó tu legado. Pero descuida…- Fismut reveló un cuchillo entre sus ropas y se lo clavó en el corazón mientras dos lágrimas le caían en cada ojo- Yo estoy aquí para solucionarlo, te amo Hélen, siempre lo haré.

Gargas forcejeó para liberarse de la magia, sin éxito. Hariet sólo observaba, sin hacer nada. Rak, aún atrapado por los brazaletes de la G.C.J.M, lloraba.

Sin embargo, Hélen no murió y le lanzó a Fismut una mirada aterradora y llena de locura; ella portaba el anillo en su dedo pulgar derecho. Aquel anillo brilló y Ella comenzó a moverse lentamente, Sony intentó presionar para evitarlo, pero fue inútil.

Kay la empujó con la fuerza magnética para alejarla de Sony, y ella se echó para atrás y recuperó el equilibrio gracias a sus inmensas alas de cuervo.

- ¡Ella lo tiene! – le gritó Sony a Fismut. El mago asintió ante la obviedad.

Hélen apareció en un parpadeo frente a Kay y lo embistió, lo que terminó por liberar a Gargas de su cautiverio. Ambos villanos se apartaron y el joven JEN ni siquiera gimió por el ataque, no tardó en levantarse como si nada hubiera pasado.  

- ¡Sáquenme estas cosas! – les gritó Rak. Los JEN (ahora Kay, Sony y Fismut) le prestaron atención y fueron a ayudarlo. Con sus poderes lo liberaron de sus ataduras. Rak se levantó lentamente y abrazó a los dos jóvenes al mismo tiempo- Gracias, gracias y gracias.

Kay y Sony sonrieron. Rak se apartó y miró a Fismut, también le dio un abrazo.

- Lo reconozco, fui injusto contigo, mago- Fismut le dio unas palmadas en la espalda, no se sentía cómodo con los abrazos e intentó sacárselo de encima con delicadeza.

- Vamos a darle fin a esta guerra- le dijo. Rak asintió y los cuatro miraron a sus enemigos.

- ¿Señor? – le preguntó Hélen a Hariet- ¿Hará algo…?

Hariet estaba muy perturbado y no le respondió. Los dos que creyó matar estaban vivos y eso afectaba su trato con el PRODIGIUM, por otro lado, él también era un JEN…

Apenas podía sobrellevar semejante revelación.

Los cuatro héroes observaron el destello que provenía de los cielos y desembocaba en los cadáveres de los seis militares.

- Tardará unos segundos más- informó el mago, los otros asintieron.

De repente, Hélen vomitó sangre, el anillo se estaba alimentando de sus energías, pero no titubeó y se lo dejó puesto, lo necesitaba más que nunca. Gargas quiso ofrecerse como su portador, pero sabía que duraría menos que ella.

Tenían a todo un ejército de monstruos invadiendo la ciudad a lo lejos y causando estragos en la sociedad y, aun así, se sentían solos.

 Finalmente, Hariet dio un paso al frente.

- Eso lo explica todo. La DUALIDAD de la que tanto hablaba Meddes son ustedes y yo, tengo el poder que tenía Büul. Tu padre – miró a Fismut- El sacerdote me aclaró que, en América, ocho corazones pertenecían a Amdor, pero el noveno no. Y ese era el mío. Ni él sabía de dónde provenía, ahora lo comprendo. Fui un sucio peón en tu juego, Fismut. Me usaste para deshacerte de tu padre y te hice un favor cuando mi consciencia lo superó… la mía, la de un simple herrero de veinte años terminó por opacar la voluntad del segundo señor oscuro. Irónico, ¿no crees? – pausó y continuó- Eso lo prueba todo, que la DUALIDAD es una estupidez y que, para terminarla, sus poderes tendrán que ser míos. Así, sólo un JEN habrá.

Sony y Kay se miraron entre gestos de complicidad.

- Yo me equivoqué, Diego. El verdadero elegido era tu HERMANO PEDRO- le aclaró el mago con la túnica negra, hizo aparecer su bastón oscuro en su mano izquierda y en la otra surgió el medallón de bronce- Yará nunca aclaró en su profecía por qué aquel Kimhote cambiaría la historia para siempre y ahora lo sé. Los crió a ellos- señaló a los dos jóvenes- A los que le darían fin a los errores del pasado.

Hariet se enfureció al sólo escuchar el nombre de su familiar.

- Voy a volver a matarlos a todos ustedes- gruñó y se quitó el casco, luego lo destruyó con sus propias manos, también revisó el agujero que Fismut le había hecho cuando le extirpó el medallón de bronce, estaba completamente sano. Chasqueó sus metálicos dedos y el TORQUEM brilló, al cual lo tenía colgado como si fuera un collar común y corriente- Vengan a mí.

Las últimas palabras de Hariet resonaron en cada ser vivo entre sus tropas, y en un santiamén, miles y miles de mutantes, esqueletos, Ryanos, algunos humanos, y Snoros recorrieron los espacios como hormigas, rodeando a la última defensa del mundo.

Hélen se tranquilizó y se quitó el anillo, Sony le prestó mucha atención. Más de diez mil criaturas yacían cerrando el perímetro, estaban inmóviles, esperando la orden de su amo.

Los esqueletos crujían sus caños, los mutantes lanzaban sonidos agudos que parecían sonrisitas irritables, los Snoros (que eran sujetos de humo negro sin carne ni hueso) realizaban ruidos parecidos al soplido del viento.

El dragón Kahar se levantó de su siesta y caminó a paso lento hacia ellos, haciendo temblar la tierra. Diego sonrió e hizo un silbido con la boca.

Una enorme cantidad de Snoros se fusionaron entre sí, chocando los unos con los otros y se volvieron masas irreconocibles que fueron conformando una criatura tan inmensa como Kahar: otro dragón.

Kay lo reconoció, era aquel que había visto con Lepra luego de su primera batalla con Hariet en Plaza de Mayo.

El nuevo dragón era similar a Kahar, pero un poco más fantasmal y diabólico. También era esquelético (pero no por completo), de alas, colmillos y una larga cola, no obstante, tenía mucha más carne en el rostro, su color era negro y gris. Tenía escamas puntiagudas en las partes carnales y sus ojos eran rojos como el fuego.

Kahar se le quedó mirando al dragón Snoro con atención, pero Hélen se adelantó y usó el anillo por un segundo con el objetivo de que no comenzara una pelea entre ellos. Fue un éxito y ahora, los tres JEN y Rak estaban rodeados por diez mil guerreros, dos dragones, dos hechiceros talentosos y el tercer señor de la oscuridad.

Pero ni Kay ni Sony ni Fismut parecían preocupados, a diferencia de Rak que lo mataban los nervios.

La luz de los cielos cesó y los seis cadáveres que habían sido envueltos, se endurecieron y se transformaron en capullos, de allí, brotaron seis personajes nuevos. Sony usó la fuerza de atracción para tomar el medallón de plata y guardarlo, Hariet se le quedó mirando con atención.

Esas seis personas estaban muy desorientadas y no fue nada agradable descubrir que estaban ante el Armagedón en la Tierra y rodeados por un ejército del infierno. Tardaron en recomponerse y justo cuando los ejércitos tuvieron la intención de masacrarlos, Hariet indicó que no lo hicieran, entre esos sujetos resucitados, estaba su hermano.

Natal, Jessica, Dayas, Lepra, Morgán y Dimitrion se levantaron con torpeza y reconocieron a los JEN con una sonrisa. Se les acercaron, pero no hubo tiempo de abrazos ni de reencuentros.

- ¡Trajiste a mi propio hermano para que luche contra mí, otra vez! – le gritó Hariet a Fismut. Natal se dio la vuelta y lo vio.

- Antes me preguntaste que hice todo este tiempo que los JEN estuvieron viajando a la Fortaleza de Büul, bueno, te lo diré- comenzó el mago y el medallón de bronce volvió a resplandecer- Estuve RECLUTANDO personas, Diego. Formé nuestro PROPIO ejército…

Hariet abrió los ojos como platos y diferentes portales se abrieron a kilómetros de distancia. De allí, aparecieron muchas personas. Los Elementales que acababan de revivir no lo podían creer.

Todos a los que habían ayudado estaban allí, acumulados, vestidos con armaduras y listos para la batalla.

Los DOSOS Y VORRJOS de las Islas Gemelas del Zen, liderados por los hermanos Mulón y Urón. Los soldados de Reroriam (del planeta Sulcius) comandados por el capitán Rojas y sus hijos: Rosa e Iki.

Las fuerzas de Zimpat, lideradas por el Rey Mongot, junto a las fuerzas del Oszen, bajo el mando de la Reina Müna. Inclusive estaban los guardianes de la tierra: Grof, Keila y Nadaya, vestidos con armaduras extravagantes que se diferenciaban de todo el resto.
Y, por si fuera poco, la ESTATUA DORADA DE JIMONTE de 300 metros de largo, estaba entre ellos.

Hasta inclusive había humanos con vestimentas precarias y algunas armas robadas del ejército, eran ciudadanos de la ex San Robo.

Todos ellos estaban siendo liderados por tres titanes: Xón, el irrompible; Finegan, el azotador y Úiaj, el destructor; más conocidos como los tres CENTINELAS.

Hariet dio un respingo, harto de tantos problemas y formó una bola de energías negras y blancas para eliminar la amenaza que se avecinaba de un solo golpe.

Kay y Sony fueron rápidos y frenaron el brazo de Hariet con las fuerzas magnéticas; así evitaron que terminara de formar la esfera mágica.

Hubo gritos de guerra y la batalla final comenzó antes de lo previsto.

Natal se acercó a Rak. El profeta tragó saliva y le dijo.

- Soy…

- Ya sé quién eres- le aclaró el viejo profesor- Gracias por todo lo que hiciste por ellos- Rak sonrió nervioso, no sabía muy bien por qué, o tal vez sí. Después de todo lo que los Forasteros le habían contado sobre él, Natal era su héroe. Ambos se dieron un breve apretón de manos. Fismut se le quedó mirando y Natal lo ignoró, a decir verdad, intentaba mantenerse lo más pasivo posible, tenía muchas ganas de golpearlo.

Dayas, Lepra y Jessica se acercaron a Kay y Sony.

Ellos estaban concentrados, intercambiando miradas amenazantes con el sujeto de dos caras. No se percataron de que sus amigos se les acercaban.

Mientras tanto, el ejército del villano actuó por cuenta propia y se desplazaron hacia las tropas que se avecinaban. Kahar y el dragón Snoro desplegaron sus alas y volaron por los aires, juntos escupieron fuego de dos colores sobre los soldados, y en el caos, muchos murieron incinerados hasta volverse cenizas, pero nadie titubeó. Los gritos perduraban, las armas se alzaban y todos estaban cada vez más enojados.

La estatua de oro le dio un manotazo a Kahar y este cayó al suelo, distraído. Ambos dragones se dispusieron a contratacar al colosal monumento a Juan Jimonte.

Morgán y Dimitrion fueron con el mago Fismut.

- Aún no tenemos poderes- le dijo Dimitrion al mago.

- Sean pacientes- les contestó e hizo aparecer dos dagas afiladas para cada uno- Usen estas mientras tanto, pueden generas campos de fuerza temporales.

- Servirá- comentó Morgán, tomando la daga y alcanzándole a Dimitrion la suya mientras lo miraba- ¿Esta vez no habrá paga?

Fismut lo miró con ironía.

- La última vez que nos dio algo de plata, destruimos la empresa R.E.C.O y todas sus investigaciones- recordó Dimitrion- Pero esto es diferente…

- No hace falta que lo digas, compañero.

- Hay veces que son un fastidio- resopló el mago y alzó su cetro, golpeó la tierra y esta se agrietó, logrando que muchas de las fuerzas de Hariet cayeran a las redes del subte o inclusive al abismo o centro del mundo. Dimitrion y Morgán miraron al mago con admiración, era su jefe y al mismo tiempo, lo habían extrañado.

Kay y Sony miraron a Dayas y Lepra con felicidad, y fue difícil no relacionarlos con aquellos abominables sonidos; pero ahí estaban, vivos y sanos.

Un importante sonido que ocasionó la estatua dorada luchando contra los dos dragones, hizo que los Forasteros y Jessica se sobresaltaran.

- Apresuren su estrategia- les dijo Lepra con cautela. Kay y Sony se miraron entre sí en silencio- O no podremos servir de nada…

- Me sorprende escuchar eso del aprendiz del mago- le sonrió Dayas- Usa el Böju.

- Yo ni siquiera sé que es eso- les comentó Jessica, perdida y estresada.

- La energía del cuerpo, no hay tiempo para enseñarte- resopló Lepra- Sólo haz lo que yo y tal vez funcione de algo… - Jessica asintió con seriedad.

Los ejércitos que los rodeaban no tardaron en atacarlos. Los esqueletos y mutantes les habían robado armas letales a los soldados de la G.C.J.M: metralletas, pistolas, fusiles de asalto y escopetas; les dispararon a todos ellos mientras corrían hacia su ubicación.

Kay y Sony, más habilidosos que nunca, forjaron un inmenso escudo magnético (invisible) moviéndose ágilmente, donde cada una de las balas rebotó contra sus tiradores.

Las armas más grandes destruyeron costillas y columnas vertebrales expuestas (en el caso de los esqueletos), pero las muertes de los mutantes fueron más desagradables ya que los disparos perforaron sus pulmones, les agujerearon las cabezas o les dieron en algún punto vital del cuerpo. Muchos cayeron desplomados sin vida, pero otros los reemplazaron y el pelotón siguió atacando.

Estaban rodeados. Rak se hartó de no actuar e hizo el triángulo con sus dedos, conformando dos portales en sus manos, con estos se encargó de absorber las balas o ataques cuerpo a cuerpo, para devolver el favor a través de diferentes puntos en el espacio. Natal estaba impresionado y se le quedó mirando, inmóvil.

Fismut, Morgán y Dimitrion luchaban contra los mutantes, cuerpo a cuerpo. Las dagas ayudaban mucho a defenderse de disparos repentinos o de ataques a distancia.

Lepra formó el círculo del Böju bajo sus pies e intentó guiarla a Jessica, quién no entendía nada de nada. Dayas hizo lo mismo. Juntos conformaron ataques mágicos como sogas que amarraban mutantes voladores y los tiraban o rayos celestinos muy finos que detenían los movimientos de los sujetos.

Kay y Sony se esforzaban por defender la línea general; ambos estaban muy ocupados, y lo peor de todo, es que Hariet continuaba mirando, paralizado.

En el escenario general, las tropas aliadas (DOSOS, VORRJOS, Kiceanos, la estatua dorada, etcétera) yacían a un kilómetro en dirección a donde yacía el obelisco (destruido por Kahar), aquel sector estaba rodeado por el ejército del Oscuro, los cuales conformaban un círculo alrededor de los ocho elementales, Rak, Fismut, Hélen y Gargas.

Aquella guerra arrasó con lo poco que quedaba de la ciudad.

Hélen y Gargas no podían creer la cantidad de enemigos que tenían ahora, ambos tragaron saliva y lucharon nuevamente contra Rak. Natal ayudó con sus inexpertas habilidades en el Böju, no podía controlar el viento, así que se limitó a conformar lanzas de colores para combatir a la sádica, cuerpo a cuerpo; hacía tanto que no luchaba de verdad, realmente lo extrañaba, aunque estuviera frente a la exterminación del mundo.

- No nos presentaron, guapo- le dijo Hélen con una sonrisa pícara. Natal no le respondió y continuó luchando; ella había desenvainado su vara metálica.

Gargas y Rak pelearon como nunca antes, el odio que se tenían era mutuo e inconmensurable. Rak usaba los portales para sorprender a Gargas por todos los frentes posibles, pero el esqueleto ya conocía sus estrategias y logró evadir muchas de sus técnicas; hasta inclusive consiguió atravesar un agujero negro con su intangibilidad, cuando lo vio justo a tiempo.

Natal, por su lado, no era rival para Hélen. Ella sólo jugaba con él, lo dañaba con su vara y se alejaba para decirle lo adorable que le parecía. Natal luchaba en serio y se sintió muy impotente sin sus poderes elementales. Hélen no quería asesinarlo, sabía que era el hermano de su jefe.

Pero eso no fue todo, Dayas y Lepra aparecieron ante los dos Proetas.
- Aun tengo la sensación de un monstruo triturando mis huesos- dijo Lepra, unánime- Esta vez les juramos que no seremos los devorados- Dayas asintió, dándole la razón y se unieron a la batalla.

Jessica, por su parte, fue con Fismut y le pidió una de esas dagas que Morgán y Dimitrion tenían. En ese momento, el mago se enfrentaba a una docena de cadáveres cuerpo a cuerpo, y al principio no la oyó, en el momento que Jessica casi es atacada por un mutante, Fismut la salvó y le prestó atención. No tardó en conformarle una daga mágica. A continuación, ella se unió a Morgán y Curtansen.  

Kay y Sony procuraban separar el sin fin de enemigos del perímetro que habían creado con sus amigos. Hariet los miraba con atención.

- Va a querer robarnos el medallón de plata- le dijo Sony a Kay mientras ambos estiraban sus brazos y un campo magnético soportaba las balas de pistolas, metralletas y cañones de plasma- También sabe lo del anillo dorado, tenemos que idear una estrategia y quitárselo a Hélen.

- Tenemos suerte de que no lo haya considerado importante, ya que no fue tras Hélen- respondió Kay, sudando.

Sony miró a Hariet una vez más.

- El TORQUEM sigue brillando. ¿Por qué no lo usa?

- Creo que se debe estar cargando, no le debe ser fácil al artefacto dominar semejante entidad como lo es el caos.

Sony sonrió con soberbia.

- Ya lo entendí- vociferó- Su trato con el PRODIGIUM se vio afectado porque estamos vivos, seguro que aquella entidad se rehusará a entrar a la Tierra de una vez, y Hariet está esperando el momento adecuado para controlarlo en contra de su voluntad.

- ¿Se lo quitamos? – preguntó Kay luego de meditarlo.

- No. Recuerda la estrategia GENERAL. Tenemos que recuperar el anillo e ir con Finegan.

Kay asintió. Ambos presionaron y con dificultad, empezaron a caminar. El escudo los siguió y a este mismo lo usaron para contraatacar a sus enemigos, que se veían repelidos y chocaban a otros tantos en un efecto dominó.

Hélen luchaba con Natal, Dayas y Lepra al mismo tiempo. Los tres hombres no lograban acertarle ningún golpe, la sádica se burlaba de los tres y los desplomaba con facilidad. Hariet la miraba y ella, notándolo, se sonrojó.

Para darle más gusto, se colocó el anillo dorado, su fuerza, agilidad y velocidad aumentaron exponencialmente; así embistió a los tres elementales y los dejó a los tres con cortes por todos lados.

Lepra usaba sus habilidades en el Böju como podía, pero no era suficiente. Dayas también lo intentaba, pero era menos capaz con aquel arte místico.

No obstante, Hélen ya había utilizado muchas veces el anillo, y aquello le cobró factura. Se detuvo en medio de uno de sus rápidos ataques y comenzó a vomitar sangre. Hariet dio un paso al frente. Ella no estaba dispuesta a fracasarle a su amado, razón por la cual, se limpió la boca y volvió a levantarse.

Natal, Dayas y Lepra a pesar de estar heridos, dudaron en atacarla en el estado que estaba. Hélen volvió a acecharlos y logró más resultados a su favor; las alas le funcionaban como manos secundarias.

Pero volvió a caer por cuenta propia y se desplomó en el suelo, debilitada. Los elementales la miraban. Ella no quería quitarse el anillo, no iba a hacerlo, aquella terquedad le estaba quitando la vida.

- ¡Quítatelo! – le gritó Gargas y continuó luchando con Rak.

El Profeta la miraba de vez en cuando, ya no tenía sentido seguir llorando por alguien que ni siquiera lo estimaba; se mantuvo frío y tomó una difícil decisión, entretendría al Intocable para que ella muriera sin su ayuda.

Para eso, intentó no mirarla, aunque le costaba.

Hélen sufría, el anillo brillaba intensamente en su dedo pulgar, estaba transpirando y su largo cabello de color violeta estaba húmedo y pegado a sus cachetes.

Dayas, Lepra y Natal detuvieron la ofensiva, y por un leve segundo, pensaron en ayudarla.

Hariet la alcanzó y la miró con indiferencia. Le quitó el anillo dorado de su pulgar y ella volvió a respirar, luego se quedó allí plasmada, descansando.

El Único observó el anillo con mucho interés. Kay y Sony también lo habían notado y fueron hacia él.

- Hermano… - le habló Natal. Dayas y Lepra se quedaron mudos.

Todos se sobresaltaron, debido a que Hariet guardó el anillo entre sus ropas y luego movió sus manos con elasticidad y formó peñascos de tierra, bloques de hielo, bolas de fuego, ráfagas de aire, esferas de luz y rayos, todo al mismo tiempo. Natal tragó saliva.

Aquellos proyectiles fueron contra Kay y Sony, quienes se defendieron con la barrera magnética como pudieron, semejante ofensiva terminó por romper su defensa. Ambos impactaron contra el suelo, sin mucho daño.

Hariet se detuvo y miró a Natal a los ojos, ambos estaban muy cerca el uno del otro. Hélen se apartó y voló por los aires tomándose de las costillas, estaba exhausta.

- Esta es una situación incómoda- declaró Hariet- Te suicidaste para no elegir un bando, y ahora estás aquí, luchando contra mí.

- Diego- Natal apretó los dientes. A lo lejos, Fismut observaba mientras luchaba- Nuestros padres no fueron los mejores y lo que viviste fue muy cruel, pero PARA con esta locura.

- Si no lo entiendes ahora, no lo entenderás nunca Pedro. Todo esto es por ti. ¿Es que acaso nadie reconoce que su vida está mal? Yo propongo un cambio duradero, sé que puedo hacerlo, si estás de mi lado.

Natal lo dudó. Y Dayas y Lepra fruncieron el ceño.

- ¿Estás seguro de que puedes lograr mejorar este mundo? Yo aquí sólo veo muerte y caos.   

- Para construir desde los cimientos, no tiene que haber nada, y para eso, a veces es necesario eliminar lo que antes existía. Entiéndelo Pedro, puedo hacer que los hombres como Ernesto no existan nunca más. Viviste muchos años en este mundo, estoy seguro de que presenciaste las injusticias de la sociedad y la incongruencia de las leyes.

Natal volvió a dudar, era cierto, había vivido tantas cosas horribles: muertes, asesinatos, violaciones, mentiras, pedofilia, los engaños de las instituciones, la inmunidad de las escorias, todo había sido realmente devastador. Se sintió atareado.

- ¡No lo escuches! – le gritó Sony a lo lejos y recordó cuando Nadaya le dijo que Natal podría pasarse al lado oscuro. Él y Kay se esforzaban por llegar a tiempo.

- Tal vez… tengas razón, después de todo- dijo Natal con tristeza. Dayas y Lepra no lo podían creer, tenía que ser una broma…

Hariet sonrió, los hermanos Kimhote unidos otra vez.

Dayas y Lepra quisieron acercarse, pero Hariet manipuló la materia de los suelos, un sector de la calle se transformó en una laguna de aguas oscuras, ambos cayeron, luego, Hariet lanzó un rayo para electrificar las aguas.

Kay los salvó a ambos gracias a la súper velocidad. Sony, por su parte, acababa de darle un puñetazo a Hariet, pero el villano usó el aire para embestirlo.

Natal observaba, unánime, a un costado de su hermano mayor.

Sony contraatacó con múltiples cuchillos de cristal, atados por unos hilos verdes. Estaba al borde de la cólera. Kay, por su lado, manipuló su propia sombra para atrapar a Hariet.

El enemigo, sin moverse, formó una intensa luz con su dedo que fue más fuerte que la sombra. Hariet era imparable con el poder de los nueve corazones.

Kay y Sony insistieron con ataques a distancia. El Único los rechazó con el hielo y las rocas, luego realizó su ofensiva mediante bolas de fuego (rojas y azules), estas también le llegaron al Profeta, pero este las atrapó con sus agujeros negros.

- Lamento mucho tener que asesinar a tus pupilos, Pedro- le dijo- Pero los subestimé y son más fuertes de lo que creí, temo que…

Kay y Sony conformaron una gigantesca bola magnética, Hariet se preparó, miraba a Sony y le daba la espalda a Kay, también a Natal…

En ese instante, Hariet sintió algo extraño. Su hermano Natal gritó.

- ¡Ahora! – el grito iba dirigido a Rak y Fismut. Rak creó un portal cerca del mago, y este tiró el medallón de bronce allí dentro, otro portal apareció cerca de Natal y el viejo profesor tomó el medallón, luego se lo enterró a Hariet en la espalda. Otra vez el villano volvía a sentirse petrificado, sin poder mover ni un musculo. Algo le estaban quitando, algo que estaba dentro de su cuerpo.

- Yo te protegí, Pedro. Te cuidé y te amé, aún lo sigo haciendo…- le reprochó Hariet a Natal.

- Lo sé, lo sé Diego y lo siento- Hariet gritó del dolor y un portal apareció cerca de Dayas y Lepra, de allí cayeron ocho corazones como patatas.

Natal intentó lo mismo con el corazón oscuro, pero Hariet se resistió y empezó a moverse lentamente. Rak fue rápido y creó un portal para que Natal pudiera escapar, lo que consiguió, quitándole el medallón de bronce justo a tiempo.

Dayas le gritó a Morgán y Dimitrion, que tardaron en reaccionar y cuando notaron lo que pasaba, mataron a unos cuantos esqueletos más con sus dagas y se les acercaron. Jessica también fue, inclusive Fismut.

La colosal bola magnética de Kay y Sony era una ilusión, una distracción para que Natal le quitara los corazones a su hermano, todo había sido planeado.

- Es hora de que recuperéis lo que les corresponde- les dijo Fismut y pronunció un hechizo que nunca había hecho, los ocho corazones eligieron a sus portadores y se sumergieron en sus pechos por arte de magia.

Kay, Sony, Natal, Jessica, Dayas, Lepra, José Morgán y Dimitrion se echaron para atrás, no había sido nada placentero.

Hariet se curaba las heridas que Natal le había hecho, era la segunda vez que le enterraban el medallón de bronce en el interior y ya lo odiaba. Apenas podía moverse por el dolor.

- Me rompiste el corazón… “Natal”- le dijo Hariet y el profesor frunció el ceño, sabía muy bien lo que eso significaba, el Oscuro había cortado los lazos y ahora eran enemigos.

Los ocho elementales y Fismut se pusieron en línea recta, frente al antagonista y rodeados por fuerzas enemigas.  

Gargas los observó por un segundo, alterado. No podía descuidarse ni un segundo con el Profeta.

Rak lo atacó cuerpo a cuerpo con un puñetazo, y cuando Gargas fijó su atención en los golpes; el Profeta tiró un cristal al suelo sin que el Intocable se diera cuenta.

Aquel cristal se convirtió en un agujero negro y Gargas fue absorbido casi por completo, había vuelto a quedar paralítico. Crujió los dientes con rencor y miró a Rak, lo aceptaba, había perdido.

- Cómo uno de los Proetas originales, te expulso del grupo- le dijo, inhalando y exhalando rápidamente.

- Lo que siempre deseaste, hazlo de una vez, yo maté a tu verdadera hermana, no lo olvides- le dijo Gargas, tirado en el suelo como si estuviera gateando sin piernas.

- ¿No suplicarás por tu esquelética vida?

- Yo te quise como un amigo en su momento, ¿sabes? – le confesó Gargas- Pero a Büul no le interesabas y tuve que acercarme más a Gyan. El tiempo me cambió, pero de alguna manera, te respetaba.

Rak sonrió.

- Lo sé- el Profeta le lanzó un cristal amarillo, se retiró caminando y Gargas explotó en mil pedazos.


UNA NUEVA DEFENSA

La situación de la batalla no dejaba de dar cambios inesperados. Tras la muerte de Gargas, Rak se unió a su compañero Fismut y a los ocho elementales para combatir al terrible Hariet, el Único.

A su vez, una nueva tropa se unió al festín: Los Ryanos, liderados por el joven y valiente Fix Úrdigan. Aparecieron del subsuelo y ayudaron a combatir a los hombres corrompidos, a los esqueletos y a los desagradables mutantes.

En los cielos, Hélen observaba como Kahar y el dragón Snoro atacaban a los Kiceanos (aquellos con las armaduras medievales que portaban la insignia del águila) y a los soldados del Oszen (vestidos con armaduras con el oso incrustado) a través del fuego que expulsaban sus bocas.

La estatua dorada lidiaba con miles de mutantes y Snoros que yacían sobre su cuerpo, buscando una manera de penetrar su coraza como si fueran mosquitos.

Grof, Keila y Nadaya empleaban el arte místico para eliminar a los invasores con mucha destreza, eran increíbles magos que luchaban en sincronía y sin alejarse los unos de los otros. No obstante, Nadaya deseaba ir hacia donde estaban los verdaderos problemas para ayudar a Sony…

Rosa y Müna abatían soldados con sus respectivas espadas y ambas, aunque apenas se conocían, se complementaban muy bien.

Rojas, por su parte, luchaba al lado del Rey Mongot, y de los hermanos Mulón y Urón. Iki que tenía la voz mucho más gruesa y había crecido en estatura exponencialmente con tal sólo 14 años, les ordenaba a los arqueros los movimientos de ataque.

Finegan manipulaba el metal que se encontraba en la ciudad, Xón era elástico y aumentaba sus extremidades, Úiaj daba pisotones que causaban pequeños impactos en la tierra.

Los mutantes volaban por los aires y se llevaban con ellos a muchos soldados de la alianza, para devorárselos y estrellarlos contra algún edificio.

Kahar y el dragón Snoro chocaban con los carteles y derribaban construcciones con sus abominables cuerpos. Había miles de cuerpos sin vida en los suelos, algunos devorados, otros asesinados por un arma blanca: soldados, mutantes, esqueletos y demás, había bajas en ambos bandos.

Los DOSOS, las criaturas de las Islas Gemelas usaban su telequinesis para elevar artefactos, rocas pesadas o fragmentos de una calle, para lanzarlos a distancia o usarlos de escudos. Los VORRJOS, sus contrapartes, los defendían de los ataques cercanos; todos ellos conformaban un grupo par y se batían a duelo.

Esta intensa batalla ocurría a un kilómetro de los Elementales contra el Oscuro.

Hariet tenía el anillo, pero había decidido no utilizarlo, probablemente porque conocía sus riesgos. Kay y Sony estaban preocupados. ¿Cómo se lo quitarían?

Estaban cada vez más acorralados por otros quinientos enemigos y el perímetro se veía acotado. Fix Úrdigan y su ejército de Ryanos aparecieron justo a tiempo para combatir a los esqueletos, Snoros y mutantes con las habilidades en el Böju, Rak estaba muy feliz de volverlos a ver.

Fix los organizó adecuadamente para expandir el perímetro de los Elementales. Inclusive Hariet se alejó para descansar o eso creyeron…

Una vez sus soldados establecieron un circuito y combatieron a los soldados, Rak miró a Fix con orgullo.

- Lo lograste, niño.

Él estuvo a punto de responderle hasta que vio a Kay y Sony, quienes lo miraban con confusión. Estaba petrificado y se quedó mudo.

- Es un gran fan- les dijo Rak a los JEN cuando notó que el muchacho de piel gris no se atrevía a hablarles, Kay y Sony levantaron las cejas por la reacción del joven Ryano.

- Toda la ayuda es bienvenida- le dijo Kay, sudando.

Fix asintió con decisión y continuó luchando.

Los ocho elementales combatieron gustosamente al volver a tener sus poderes. El fuego rojo y azul quemó vivo a los mutantes, el hielo conformó criaturas que ayudaron en la batalla; los rayos cayeron de los cielos y hubo explosiones en la tierra, el viento se vio afectado como si se tratara de un fuerte huracán, entorpeciendo el vuelo de los mutantes, inclusive de los dragones. La tierra sufrió un terremoto a causa de Lepra; y Dayas conformó bolas de luces para enceguecer a sus enemigos. Fismut combatía con su bastón blanco a través de artes marciales.

Un bulto salió de la ropa de Fix, era Morris. Miró a Kay y Sony mientras luchaban y luego a Rak. Fruncía el ceño y saltó, se acercó al Profeta y este lo reconoció.

- Te extrañé, viejo amigo- le dijo Rak. Morris asintió y rodeó su cuerpo de pinchos. Juntos se lanzaron al combate.

- La estrategia para recuperar los corazones fue gracias a la comunicación mental con Grof- pensó Sony mientras luchaba- Pero eso no nos servirá para el objetivo general, Hariet es otra historia. Creo que lo mejor será que reordenemos nuestras fuerzas.

- Bien pensado- le dijo Nadaya en su mente. Sony sonrió.

- ¡Tenemos que ir con Finegan y reordenar nuestras fuerzas! – les gritó Sony a todos.

Rak lo miró con reproche a la lejanía. Vio que Hariet no veía así que dejó un cristal escondido entre unos escombros.

Lo que dijo Sony fue pasando de boca en boca, de pronto, los Ryanos, Fix Úrdigan, los Elementales, Fismut, Rak y Morris se dirigieron hacia donde estaban las fuerzas aliadas.

Los esqueletos y mutantes fueron tras ellos, enloquecidos. Los elementales establecieron un área mediante los ocho elementos (como un colosal e insólito escudo) y protegieron a todas las tropas de los ataques.

Fix se acercó a Rak.

- Temí lo peor cuando te secuestraron, a estas alturas ya había perdido la esperanza- le dijo. Rak caminaba con Morris en su hombro.

- Nunca hay que perder la fe, eso aprendí, muchacho- le respondió.

Kay y Sony lideraban la caminata delante de todos, dirigiendo por dónde ir. Era como si todos estuvieran dentro de un túnel. Fix se detuvo a observarlos.

- Después de todo, sobrevivieron- le comentó Rak- Es muy complejo para que te lo explique hoy, ni yo lo sabía hasta hace unas horas.

- Quisiera…

Rak lo miró.

- Tú también eres un héroe, Fix, no lo dudes- le dijo Rak con amabilidad y le dio un cristal verde- Tómalo y úsalo en el momento indicado, tú sabrás cual. Es mi último regalo.

- ¿Tú último regalo?

- Es una forma de decir, no te lo tomes tan literal- sonrió Rak.

- Lo acepto, gracias mentor.

Rak sintió una electricidad por las venas, era la primera vez que lo llamaban así.

- Como dije, tú eres mi pupilo, tendrás que heredar algunas cosas que siempre estuvieron conmigo- Rak sacudió su hombro donde estaba Morris, este ronroneó- Cuídalo, Fix. Le encanta el queso y las frutas, duerme unas siete veces al día y es un vago sin escrúpulos- Morris frunció el ceño, ofendido, pero con gracia y saltó hacia el hombro de Fix.

- ¿Qué harás?

- Los JEN están preocupados porque Hariet aun no actuó realmente y creo saber por qué es. Tengo que averiguarlo- miró a Fix con comprensión, quién tensaba el rostro, preocupado.

- Estaré bien, no te preocupes, esta no es una despedida.

- Más te vale- dijo una voz a sus espaldas, era Fismut.

Rak lanzó una carcajada sin gracia.

- Fismut, el mago- le mostró la mano a Fix para estrechársela, el Ryano cumplió.

- Fix Úrdigan.

- Así que este es tu pupilo, puedo entender por qué te fijaste en él- sonrió Fismut.

- Ni una palabra a los JEN, es mi decisión y no quiero que interfieran- habló el Profeta de un golpe.

- En esta batalla todos haremos sacrificios, tú ya hiciste demasiados, no es necesario que…

- Ahórrate los sermones, mago- gruñó Rak, aunque no fue con rencor- Ya me había olvidado por qué me resultabas irritable- tomó a Fismut de la mano y le dijo- Gracias, mago. Gracias por amar a mi hermana como lo hiciste y perdón por haber sido un obstáculo entre ustedes.

- Yo…

Rak desapareció en un santiamén y distintos golpeteos acecharon el túnel de los Elementales; eran los mutantes, Snoros y los esqueletos parlantes, intentaban entrar. Aquellos sonidos resonaban con un notable eco y estruendo, los Ryanos fruncieron el ceño. Los Elementales no prestaron atención y continuaron caminando, escuchando las indicaciones mentales de Grof, ya que no veían nada.

Por otro lado, el Profeta apareció entre unos escombros del Obelisco y se escondió allí, espiando a Hariet.

Rak notó que el TORQUEM continuaba brillando en el cuello del antagonista y que aquel personaje miraba el cielo con atención y muchísima pasividad. Fue creando portales entre fragmentos escondidos, para acercarse más a su ubicación.

Hélen acababa de aterrizar cerca de Hariet. Rak se mantuvo inmóvil y oyó con atención.

- ¿Se… encuentra bien? – le preguntó Ella con miedo.

Hariet le dio la espalda y no le respondió. Debido a una tenue luz de los cielos, Rak lo pudo comprobar: estaba llorando.

- ¿Qué sentido tiene continuar si la persona que más me importa no está conmigo? – se preguntó en voz baja. Hélen lo oyó y se atrevió a tomarlo del hombro.

- Lo que propones, querido, no es algo que todos acepten, pero es lo correcto- le dijo Ella, Rak se sorprendió de su tenacidad.

Hariet movió el hombro para que lo soltara y vociferó.

- ¿Por qué no me contaste lo del anillo?

El ángel de la muerte se quedó muda.

- Yo…

Hariet lo reveló y se lo refregó en la cara.

- ¿No te das cuenta de que este anillo es un arma poderosa que podría haber sido utilizada en mi contra? No te resucité para que seas estúpida y me ocultes cosas.

Hélen apretó los dientes, si tenía que morir por su error, lo aceptaba. No obstante, Hariet la ignoró y suspiró.

- Sin embargo, tienes razón, Hélen- habló, volviendo a mirar los cielos- Empecé esta misión por Pedro, pero se convirtió en algo más, se transformó en algo indiscutidamente necesario. Me supera a mí, a ti, a mi hermano y a todos. Qué empiece la cuenta regresiva para la reconstrucción…

Hélen tragó saliva.

- Seguramente el mago lo sabe y por eso apareció en este momento oportuno, el eclipse está por completarse. Sólo así, el PRODIGIUM tendrá facilidad para entrar a esta dimensión cuando la leyenda de los universos se cumpla.

Rak abrió los ojos como platos.

- ¿La leyenda de los universos? – le preguntó Ella.

Hariet suspiró y le respondió.

- El sacerdote Meddes me lo contó, era una famosa teoría entre los Inmortales. Creían que el PRODIGIUM no sólo se encontraba expandiendo el universo sin final aparente, sino que estaba condenado a no regresar; y la única forma de revertir esto era mediante un simple eclipse lunar. El eclipse es el único caso donde las dos dimensiones se alinean, conformando un vórtice entre ambas, la puerta para que cualquiera entre o salga. Yo sólo tengo que conducir al caos mediante el TORQUEM hasta aquí. ¿Comprendes? – Hélen asintió dubitativa- En el Zen sólo entró una parte y luego tuvo que retirarse, porque intentamos esto mismo sin el eclipse. Las capas de las dimensiones son como cuchillas, si no están alineadas para formar el agujero, te cortan. Y ese fue el caso.

Rak tragó saliva.

- Por eso el desgraciado no actuó…- susurró para sus adentros.

- ¿Y si el PRODIGIUM no quiere entrar a este mundo porque los JEN están vivos? – le preguntó el ángel.

Hariet sonrió desquiciadamente y se limpió las lágrimas.

- No querrá hacerlo, pero lo voy a obligar. ¿Por qué crees que recuperé los poderes que mi antecesor le cedió a los Narsogs? ¿Por qué crees que me mantuve al margen de la batalla, esperando el momento indicado para usar el máximo de mis poderes? – Hariet volvió a alzar el anillo de oro- Y ahora, con este catalizador de energía, las cosas serán mucho más fáciles…

Estuvo a punto de colocárselo en el dedo hasta que Rak apareció ante él y gritó: ¡NO!

Hélen se puso en guardia, las tropas que descansaban se levantaron de un golpe, Hariet detuvo lo que estaba haciendo y giró la cabeza para observarlo.

- Profeta… ¿Reconsideraste mi oferta? – le preguntó.

- Dame ese anillo- le dijo Rak, nervioso y temblando.

Hariet aumentó la masa de su brazo para ser elástico y ahorcar a Rak desde una distancia segura, el Profeta chasqueó los dedos y el anillo en la mano del Único desapareció.

El Oscuro se dio cuenta de esto y se distrajo; Rak aprovechó para cortarle un brazo a su enemigo mediante un portal que absorbió la mitad. Se quitó la mano que lo ahorcaba de encima.

Hariet gimió del dolor y manipuló la masa de su cuerpo para que los restos volvieran a conformarle un brazo y una mano común y corriente.

- Eres muy hábil- le dijo, moviendo todos los dedos de su nueva mano. Después notó que Rak tenía el anillo de oro entre sus dedos- ¿Por qué no lo usas? Tal vez tengas oportunidad contra mí…

- Ya lo hice una vez, dos caras- le contestó- Estuve una semana entera vomitando sangre, no quiero repetirlo.

Hariet sonrió con malicia y conformó cuarenta bolas de energía, las de rayos negros y blancos. Rak se encargó de esquivar cada uno de los ataques mediante una agilidad estupenda, fue lo único que pudo hacer ya que los portales que creaba eran inexplicablemente aniquilados cuando colisionaban contra las esferas energéticas.

Hubo explosiones y a lo lejos, los sujetos en el túnel mágico los escucharon, sin saber qué era lo que estaba pasando. Fix temblaba, preocupado por su mentor.  

Hélen miraba a Rak batallar contra Hariet, llena de dudas. Aquellos recuerdos de su vida pasada estaban ahí presentes, ella era la mayor entre los dos y aunque lo trataba pésimo, siempre lo había protegido. Lejos de cambiar de opinión, Hélen prefirió cerrar los ojos y no presenciar el final de aquella pelea.

Rak se sentía cada vez más débil y no había usado mucho de sus poderes, no entendía que estaba pasando. Hariet caminó hacia él.

- ¿Cansado, Profeta? – dijo- Mis esferas absorben la energía que las rodea a un radio de veinte metros…

- No te cansas de ser un fanfarrón.

- Ni tú de ser un bufón- le dijo Hariet y volvió a ahorcarlo, desenvainó el tubo tras su capa carmesí. Rak ya no tenía fuerzas para forjar agujeros, estaba débil y atontado. Como era de esperar del antagonista, no se detuvo en un discurso y le arrancó el estómago al Profeta. Luego lo tiró a un lado y Rak cayó, sangrando de a montones, agonizando. Chasqueó los dedos una última vez, y a muchos metros de distancia, el cristal verde de Fix comenzó a titilar.

Hariet se arrodilló ante él, en silencio y le quitó el anillo dorado. Se lo colocó en el dedo y se sintió grandioso. Volvió a levantarse y el TORQUEM tembló mediante un destello. El sujeto levantó el brazo y apuntó al cielo.

El día sufrió un cambio catastrófico; volvieron a aparecer singularidades en los cielos, pero no eran portales como los que creaba el medallón de bronce, sino… agujeros negros.

Hélen finalmente abrió los ojos y apretó los dientes cuando vio a Rak al borde de la muerte. El viento golpeó su cara y contempló el apocalipsis que su amo traía a la Tierra.

Del cielo cayeron miles de meteoritos y una nube naranja y oscura que fue cambiando su tono a un rojo muy fuerte, cubrió la cúspide del mundo.

Los Elementales llevaron a Fix y a los Ryanos al lado de las otras tropas aliadas. El túnel se deshizo, y hasta las fuerzas enemigas se habían retirado para reordenarse.

Hubo reencuentros inesperados, pero antes de que esto ocurriera, todos se quedaron en silencio, boquiabiertos y anonadados (hasta inclusive la estatua de Juan Jimonte) examinando como el cielo tronaba y parecía pudrirse.

Los meteoritos que ya habían impactado con la tierra se rodearon de humo y se desarmaron como caparazones de una sustancia negra y pegajosa, de allí surgieron seres repugnantes compuestos por brea; eran humanoides de diez metros de alto y contextura robusta, sin rostro, sólo un casco dorado sobre sus cabezas y capas fantasmagóricas (demacradas). Hicieron seseos como si fueran víboras o serpientes y se plasmaron a un lado del Oscuro. Había miles de estos agentes del caos.

Hariet forcejeó y un gritó hizo que el mismo cielo temblara. Un rugido de algo que se resistía a ser domado y a entrar a esta dimensión, cada queja era un trueno que retumbaba la superficie.

Kay recordó las lombrices gelatinosas que había descubierto en las instalaciones secretas del gobierno y se asqueó.

Toda la masa de las nubes se mezcló con otros pedazos gelatinosos que provenían de los agujeros negros. Sólo estas entidades eran capaces de aparecer desde allí, ya que los agujeros provocaban una estrecha fuerza de atracción que absorbía edificios, calles, autos, individuos y casas.

Finalmente, todos los materiales que flotaban libremente se condensaron y conformaron un gigante de 1000 metros, 800 veces más grande que la estatua de Jimonte; su rostro estaba perdido entre las nubes.

Los agentes del caos gritaron como muertos vivientes y su líder, el PRODIGIUM se volvió un ser terrenal, una forma humanoide con manos, brazos, piernas y pies. Pelado, con dos ojos de fuego y una boca con colmillos. El cuerpo totalmente gris y negro, como si estuviera compuesto por barro, arcilla, carbón y piedras.

Fismut se acercó a Kay y Sony, sin apartar la vista de los cielos. Los dos jóvenes estaban muy preocupados y nadie los culpaba. 

- El Prodigium pasó a su fase final, se convirtió en el devorador de mundos: el Titán Monstruo.