martes, 27 de septiembre de 2016

Crónicas Desordenadas: CAPÍTULO 7.



Crónicas Desordenadas: CAPÍTULO 7.    

Nota del autor: Una vez había leído que los sueños son un mundo misterioso donde las reglas de la realidad no existen, pero que a su vez, se relacionan con ella. También se definía como la libertad de abrir una puerta en la mente, provee conocimientos sobre nosotros mismos y constituye vías de acceso a realidades que están más allá de la lógica (basándose en experiencias que se relacionan para disponer eventos futuros o comprender el pasado) Bueno, en este capítulo, olvídense de todo eso.

- Fue una suerte que las encontráramos- dijo Natal- Muchas gracias por ayudarlo.
- Debería estar descansando, no entiendo porque tanto apuro- le respondió la señora María, era una mujer mayor de cabello corto y rubio, escasas canas, piel pálida, algunas arrugas y pequeña estatura- Aunque debo admitir que esperaba una situación más comprometedora, el muchacho ya se estaba recuperando.
- Cuando me fui a buscar ayuda estaba muy delicado- explicó Natal- Es importante que prosigamos con nuestro viaje, Sony…
- Yo estuve con Él toda la noche, salvo por un momento que fui a cerciorarme que no haya…- Natal le hizo un gesto de que no continuara hablando, Sony tragó saliva y no volvió a emitir palabra.
- Sabemos que este lugar no es muy agradable, pero créanme, no es tan malo como la gente lo describe- habló la señora.
- Cuando regresé a cuidarlo, lo noté mejor- continuó Sony.
- Es muy inusual que se cure de la noche a la mañana. Pero bueno, es un chico con suerte. Habría que llevarlo a algún hospital para que lo revisen, si hubiera alguno por aquí…
- ¿No los hay?
- ¿Y ustedes que creen? Llevo muchos años atendiendo las enfermedades de los habitantes de esta ‘’cárcel’’. Nací en San Luis y vine aquí de muy joven a estudiar enfermería, le enseñé a mi hija todo lo que sé.
- Otra vez, gracias.- dijo Sony con una gran sonrisa en su rostro.
- De nada. Ahora… ¿Qué los trae a esta ciudad? Es raro ver a personas de su clase por estos alrededores…
- Bueno… nos perdimos camino al norte. Nos asaltaron y nos robaron el auto en el que viajábamos. Esta ciudad fue la zona más cercana con la que nos encontramos para quedarnos y pensar algo- mintió Natal.
- Qué mala suerte…- exclamó la señora María- ¿Vinieron por la entrada? ¿Saben qué fue lo que pasó?
- Si, no encontramos a nadie…
- Mi hija y yo veníamos de comprar algunos remedios y cuando pasamos por allí había un número enorme de guardias alborotados. ¡Un patrullero aplastado y parte del arco de la entrada hecho polvo!  
Sony fingió asombro.
- Eso si que es… inusual- dijo y miró a Natal de reojo- Cuando entramos el arco ya estaba así pero no había ningún oficial…
- Ni la más fortuita tormenta podría arrasar con ese arco. Yo creo que fue algún atentado, por eso tantos guardias. No sería la primera vez que atentan contra esta ciudad… A nosotras nos dejaron pasar sin problemas, creo que al oficial a cargo le gusta mi hija.  
El joven elemental y su mentor volvieron a mirarse, sin saber que decir.
María, Sony y Natal yacían adelante, se dirigían a las afueras de San Robo, dirección contraria a la entrada. Kay estaba en el medio, más atrás; caminaba y miraba el suelo. Agustina, a sus espaldas, se cercioraba que Kay no sufriera ningún episodio catastrófico.

‘’ Kay yacía en el sillón del living de su casa, posando los pies sobre la mesa y resolviendo algunos problemas matemáticos que tenía de tarea. Era casi fin de año y el contenido de las materias del secundario se le había acumulado; los profesores, acelerados y temerosos de no llegar a dar todos los temas del programa, habían cubierto a sus alumnos de ejercicios e investigaciones. En ese preciso momento, el muchacho recibió una llamada; estaba de muy buen humor, se levantó a recoger el celular y atendió.
- ¿Kay?- preguntó la voz apagada de otro joven.
- ¡Sony!- exclamó alegremente- Hace cuanto que no me llamas…
- Kay…- volvió a repetir la triste voz de Sony- Hay algo que tienes que saber.
- ¿Qué ocurre? Te noto un poco distante…
- Es papá, Kay.
- ¿Qué pasó con Nicolas?
- Lo… lo mataron.    
Cómo si lo hubieran golpeado con una piedra en el estómago, Kay se inclinó y retorció el cuerpo, petrificado. El teléfono celular se le escapó de las manos y antes de que se apagara al colisionar contra el suelo, escuchó las palabras de su amigo (en decreyendo a medida que se acercaba a su destrucción) llamándolo: ¿Kay? ¿Me oíste? ¿Estás ahí? ¿Kay?’’

Kay suspiró y trató, sin éxito, de alejar aquel recuerdo de su mente.
- ¿Te estas volviendo a sentir mal?- preguntó Agustina. Kay se dio media vuelta a observarla- Nunca me dijeron tu nombre.
- Kay…- respondió y tragó saliva.
- No pareces ser del tipo de persona que habla mucho.
- No me conoces- sonrió Kay y retrocedió para caminar a su lado.
- Mejor que te quedes ahí, ya estaba un poco cansada de mirarte la espalda.
Kay se sonrojó. Ella sonrió, sus mejillas también estaban coloradas.
- ¿De donde eres?- le preguntó a la jovencita.
- ¿Yo?- se burló Agustina- ¿No tengo el acento de una argentina?
- Digo… no pareces vivir aquí- se corrigió el joven.
- ¡Te estoy cargando!- volvió a reír Agustina- Nací en México pero me criaron en Buenos Aires. Mi mamá es de Argentina y mi papá de la Ciudad de México. Bueno, a mi papá se le nota más el acento…
Una sonrisa, que solo incluía a los labios, surgió en el rostro de Kay.
- ¡Hija!- interrumpió María- ¿Te parece bien llevar a estos muchachos a nuestra casa? Yo creo que tu padre estaría de acuerdo. Les robaron.
- Claro…- respondió la más joven y miró a Kay- No creo que haya problema en que se queden.
Sony le susurró unas palabras a Natal.
- No me sorprende que lo que curara a Kay fuera una mujer… siempre tan enamoradizo- Natal miró hacia otro lado para ocultar la sonrisa- ¡Otra cosa! ¿Viste como hicimos cambiar de parecer a Díaz? Tan solo lo tomamos del hombro y… puff. Fue sorprendente. No es necesario que me respondas, porque sé que no lo harás: ¿Esa habilidad tiene que ver con los JEN?
Natal asintió. María regresó con ellos a conversar.
Los pocos niños que jugaban con los escombros, saludaban a las dos mujeres con mucho entusiasmo. María y Agustina se detuvieron varias veces para abrazarlos y revisarlos; les dieron remedios a algunos que lo necesitaban y prometieron regresar con comida y juguetes. No solo eso, sino que los incentivaron para que se relacionaran con los elementales. Los tres hombres se sorprendieron al ver esas fantásticas sonrisas realizarse. Kay miraba a Agustina con gran admiración.
Tras largas horas, el sol se tornó naranja y la tarde llegó. Se toparon con la otra entrada a San Robo (la puerta del oeste), repleta de guardias y seguridad. María saludó cordialmente y los guardias la dejaron pasar junto a su hija. Sony y sus compañeros, en cambio, fueron retenidos.
- Documentos- ordenó el oficial de mala gana.
Los elementales quitaron sus billeteras de los bolsillos y enseñaron sus credenciales de identidad.
- Vienen con nosotros- dijo María- Les rob…
- Sí- interrumpió Natal velozmente- De la capital.
El oficial dudó por unos momentos pero finalmente accedió a dejarlos pasar; la reja que yacía entre las paredes se abrió hacia arriba. Los elementales agradecieron y fueron detrás de las dos mujeres.     
- ¿No pensaba decirles sobre el robo? Digo… así tendrían la oportunidad de hacer la denuncia- le dijo María cuando ellos se les acercaron.
- Mejor no. Me parece innecesario. Se esfumó, no creo que encuentren a los ladrones- Natal efectuó una sonrisa notablemente falsa. María no lo notó.
- Vaya que a usted no le gusta para nada la justicia de este país…

Agustina y María no vivían muy lejos de la ciudad prodigio. Habitaban en una vieja casa en medio del vasto campo, a dos kilómetros de San Robo. Cultivaban trigo, entre otros cereales y por alguna razón desconocida, funcionaban como una micro empresa familiar que negociaba con otras pequeñas empresas y distribuía el sobrante de sus ganancias entre los habitantes de San Robo (comprando ropa, alimentos, etcétera). No era del todo legal, pero el Estado no intervenía, hacía ya mucho tiempo que aquella ciudad y sus alrededores habían sido olvidados.
Un hombre de la misma edad que María, los esperaba en la puerta de la vieja casa. No tenía una gran altura, era pelado (con algunas canas a la vista), contextura física delgada, bigote y ojos marrones cubiertos por unos anteojos con el marco oscuro.
- A los pobres les robaron en el camino, entraron a la ciudad y uno de ellos sufrió un problema de salud que ya fue solucionado- le dijo María al hombre- Me pareció buena idea que vinieran aquí, Pablo.
El hombre frunció los labios y respondió.
- Claro, claro. Pasen- dijo amablemente.
Los elementales se presentaron y entraron a la casa, humildemente decorada, biblioteca en el living, una mesa redonda repleta de papeles y libros, la cocina al fondo y el pasillo que conducía a las demás habitaciones se ubicaba a la izquierda.
Les ofrecieron un plato de sopa a cada uno y los invitaron a cenar. Don Pablo (como lo llamaban sus amigos) resultó ser el anfitrión indicado para la reunión.
- ¿Porteños, eh?- comenzó- ¿Hacia donde se dirigían?
- Yo soy docente y estaba interesado en una pieza de gran valor histórico. Bueno… digamos que ese artefacto o pieza nos condujo a una encrucijada.
- ¿Encrucijada?- preguntó Don Pablo, María también fijó su atención.
Agustina se levantó de su asiento y tomó de la mano a Kay, quien acababa de terminar el plato.
- Ven, te quiero enseñar algo.    
Kay agradeció la comida y la acompañó. Sony reía disimuladamente, sintiendo un poco de celos por su amigo. María hizo una mueca de disgusto.
Don Pablo no tuvo tiempo de reaccionar, sus pensamientos estaban enfocados en las palabras de Natal.
- ¿La palabra ‘’calendario’’ significa algo para usted?
- Marca los días y los meses, eso es todo lo que sé- rió el hombre en respuesta a la pregunta- Necesitaría más pistas, chingón.
- ¿Y si le digo que guarda relación con los aztecas?- habló Sony, Natal lo miró de reojo… estaba dando demasiada información. Don Pedro meditó durante unos segundos apoyando el puño sobre el mentón. Para sorpresa de ambos, el hombre contestó a su pregunta.
- ¿Pueden estar hablando del famoso calendario azteca?
- ¿Calendario azteca?
- ¡Pues claro!- exclamo Natal con energía- ¡Sabía que me estaba olvidando de algo tan simple!
Sony lo observó sin comprenderlo.
- Lo llaman el Tonalpohualli… - le dijo Don Pablo.
- Un calendario místico que los mexicas usaban para extraer horóscopos y predecir los días fastos y nefastos del ciclo- se apresuró Natal en agregar.
- Exacto, un gran invento de nuestras generaciones anteriores. Yo soy mexicano, me casé y vinimos a vivir a la Argentina. Compramos un terreno y fuimos testigos de la horrible situación de los más pobres.
- Es muy admirable lo que hacen por esa gente- le dijo Sony.
- ¡Muchas gracias!- Don Pablo y María se miraron entre sonrisas- Hacemos lo que podemos… lo que este gobierno ni siquiera intenta. Aunque vamos en decadencia lamentablemente, los recursos se agotan cada vez más y la necesidad enloquece a estos individuos. Pronto estallará todo, y de alguna forma u otra tendremos que sobrevivir.
- Si tan solo pudiéramos hacer algo…-musitó Sony.
Natal se quedó mudo pensando.
- Pero bueno, no quiero llenarlos de nuestros problemas- dijo Don Pablo- Terminemos de comer, ¿Van hacia algún lado?
- Ahora, a buscar el calendario azteca- afirmó Sony.
- Miren que se encuentra en el museo de México, en el bosque de Chapultepec. ¡Y el pasaporte está carísimo! Les recomendaría viajar en las cápsulas recién instaladas en el aeropuerto, no muy lejos de aquí. Son individuales y no cuestan mucho dinero. Si gustan los guío.
- Sería todo un placer- asintió Natal gustosamente.
Hubo un silencio pautado, Don Pedro, alerta, lo rompió de inmediato:
- ¿Dónde está mi hija y su amigo?
Nadie respondió a la pregunta.
Agustina y Kay aparecieron tiempo después, en ambos se podía entrever una sobresaliente sonrisa que se esbozaba por encima de sus coloradas mejillas. Pidieron disculpas por su ausencia y se integraron al grupo para conversar.
La familia Torres (el apellido de los tres nuevos personajes) insistió deliberadamente en que se quedaran una noche a descansar; después de tanto parloteo y aún con el temor de causar molestias, los elementales aceptaron.

Al día siguiente, los elementales madrugaron, se despidieron cordialmente, agradecieron la hospitalidad y se marcharon. Agustina los acompañó al aeropuerto de la ‘’SICA’’ (Sistema internacional de Cápsulas Argentinas), hacía muy poco tiempo se habían implementado estos nuevos vehículos para viajes aéreos. La base área yacía en una zona más céntrica, próxima a otra ciudad no marginada de Buenos Aires. Múltiples aviones despegaban o aterrizaban por encima de las pistas, algunos hombres indicaban las acciones con letreros o luces desde afuera de la nave. Centros de control se desperdigaban en los alrededores y más allá se encontraba la descomunal construcción rectangular donde se tomaban las cápsulas. Agustina ayudó al grupo a sacar los pasajes y luego los acompañó hasta el sector de arranque. 
Natal y Sony se despidieron de la mujercita y avanzaron hacia el sistema de reconocimiento de identidad (en el cual se necesitaba apoyar el dedo gordo en cualquiera de las diversas máquinas digitales).
‘’Las Cápsulas número 1255, 1256 y 1257, accionarán despegue en 15 minutos. Por favor, no retrase a nuestros profesionales, sepa disculpar. Muchas Gracias. ’’ - dijo una femenina voz en off por los parlantes.    
- Vamos Kay, son las nuestras. Hay que irnos- le indicó Natal e intentó pasar por la maquina.
- No hay señal en la zona rural en la que vivo, tendrás que enviarme alguna carta… bueno, si te interesa volver a verme- dijo Agustina, avergonzada.
Kay sonrió y la abrazó, ella posó su cabeza sobre el hombro del muchacho. 
- No voy a tardar, lo prometo.
Agustina rió y lo miró directamente a los ojos, esperando un beso…
Pero algo los interrumpió, la maquina de reconocimiento por la que Natal había pasado se descompuso y comenzó a lanzar chispas. Los hombres de mantenimiento fueron a solucionar el problema y por causa del desperfecto técnico, invitaron a Natal a entrar a la cápsula sin necesidad de cruzar nuevamente el aparato. Sony pasó sin problema alguno, en la maquina figuró su edad, nombre, grupo sanguíneo, domicilio y demás datos personales. Kay, luego de despedirse de Agustina, se dirigió hacia la cápsula. Cada uno de los elementales entró a su respectivo vehículo, eran tres gigantescos huevos blancos con una entrada que se abría de arriba hacia abajo; adentro había una silla-cama muy cómoda (como la de los micros), tenía el tamaño de un cuarto de baño, también notaron un agujero sobre una plataforma para las necesidades (igual que los micro-bus nuevamente), aire acondicionado y una pantalla que trasmitía dos canales de televisión. Kay, Sony y Natal entraron; el tiempo se cumplió y las puertas se cerraron (todas tenían una pequeña ventana).     
La joven lo saludó a lo lejos, mientras las cápsulas comenzaron a despegar lentamente. Primero se desprendieron las maquinas de metal que las aseguraban, los motores se encendieron y un único hilo de fuego surgió de la parte inferior de cada cápsula. En segundo lugar, el personal ordenó despejar el área unos pocos metros y en tercer lugar, tres agujeros mecánicos se abrieron de par en par en el techo del edificio (en forma de espiral) para que los vehículos ascendieran hacia los cielos. Los elementales contemplaron, por medio de los ventanales, a muchos individuos ir de un lado para otro, exasperados y a los apurones.
Kay saludó a Agustina por última vez desde lo alto, la vio lanzar algunas lágrimas y sintió un poderoso retorcijón en el estómago. Y a medida que más se alejaba de ella, se acrecentaban sus sospechas de que tal vez nunca más volvería a verla. 
Una voz magnética y robótica les indicaba la duración del viaje, señaló alrededor de seis horas, los elementales apagaron las luces de las cápsulas y a todos los sonidos (la pantalla y la voz) para finalmente descansar lo suficiente. 
Mientras tanto, los hombres continuaban intentando reparar la maquina defectuosa, en la cual figuraba que el individuo que la había utilizado tenía alrededor de 692 años

Incomodo e inquieto, esas eran las palabras perfectas para describir el estado de Sony dentro de la cápsula. Peor fue cuando logró conseguir el sueño y una impactante imagen apareció ante Él. El episodio que contemplaba con sus ojos de papel resultaba tan claro e inconfundible, que la impotencia y el miedo invadieron al elemental. No lo recordó al despertar ni nunca lo haría, pero si se toparía con ese sentimiento y reconocería a su causante. Y no solo eso, luego pudo asentir que se encontraba en una clase de habitación, junto a su compañero. Resultaba un área muy ambientada a mazmorra o a un calabozo, de paredes mugrientas, diversidad de antorchas y pasadizos. Ambos personajes no esperaban ese momento (en el sueño) y frente a ellos aparecieron dos figuras distorsionadas. Las cuales olvidó al despertar. Lo único que interpretó mediante estas imágenes (y sin saber por qué) fue que se avecinaban tiempos difíciles y que era momento de actuar con prudencia.
Por otro lado, Kay sufrió una pesadilla donde volvía retomar aquel instante en el cual se alejaba de Agustina; en el sueño, el vehículo se elevaba hacia los cielos y Kay se despedía de aquella hermosa muchacha de ojos celestes. De repente… su corazón se tambaleó y entre la gente disparatada, a metros de Agustina, vio a un hombre observándolo; fumando un cigarro, vestido con un saco negro y un sombrero largo. Enfocando su interés en Él, Kay lo reconoció… se trataba del malvado Miljen Morgán. La desesperación y el pánico se volvieron tan intensos, que Kay se despertó de un sacudón. Había sido tan solo una pesadilla, después de todo, el hecho ya formaba parte del pasado.

¿Lo peor de todo? Los sueños de aquella noche apenas comenzaban… 

martes, 20 de septiembre de 2016

Al Borde del Abismo: CAPÍTULO 6.



Al Borde del Abismo: CAPÍTULO 6.

- ¿Y eso que significa?- preguntó Kay.
- No lo sé, debe haber algo más…- Natal continuó observando al objeto con considerable consternación. Sin embargo, fue inútil. La palabra recientemente descubierta era lo único que yacía en aquel arcaico objeto.
Víctor Díaz, ante la espera, se quedó dormido. Sony pudo oler un desagradable aroma en él: suciedad y alcohol.
- No tenía mucho tiempo de estar cuerdo- dijo - Es raro que haya conservado una pieza tan valiosa y nunca la haya intentado vender, debió de ser algo muy importante para Él…
- No podemos hacer mucho por este sujeto- dijo Natal, guardando el reloj de oro en su bolsillo- Si mi auto no hubiera sido destruido, podríamos haberle compartido alguna de las cosas que traje para el viaje: comida y bebida.
- Me da pena…- dijo Kay entre dientes.
- Lo mejor será que nos vayamos, ya cumplimos con nuestra misión. San Robo es un sector muy peligroso y preferiría no continuar aquí en la noche.
Kay y Sony asintieron. Antes de salir del hogar de Díaz, Kay notó una preciosa piedra sobre una mesa rocosa al fondo de la habitación; se quedó perplejo observándola y una memoria (que llevaba años sin recordar) vino a Él.
- ¿Vamos?- le preguntó Sony desde afuera. Kay interrumpió sus pensamientos y lo siguió.
Cinco minutos más tarde, los elementales se dirigían nuevamente a la entrada de San Robo.
- ¿Y ahora?- le preguntó Sony a Natal.
- No tenemos medios para descubrir a que se refiere la palabra ‘’calendario’’ ni para entramar la relación que guarda con la espada. Siento que me estoy olvidando de algo simple e importante… pero no importa, volvamos a casa. Allí se me ocurrirá algo.
- ¿Tan pronto? Tanto viaje para nada…- exclamó Sony. Kay se había atrasado en la caminata- ¿Y si…?- Inmediatamente sintió una punzada y giró rápidamente, su amigo acababa de desmayarse- ¡NATAL!
Su mentor corrió hacia Kay y lo revisó; la herida en el cuello se había tornado violeta, mezclada con el intenso rojo de la sangre.
- La mordida tiene otro color- dijo Sony con cierta pesadumbre, al lado de Natal. 
- Ayúdame a cargarlo- entre los dos intentaron tomarlo de los brazos y lo sujetaron con sus cabezas- Por aquí debe de haber algún hospital…

Las horas avanzaron rápidamente y el atardecer no tardó en suceder. Durante todo ese tiempo; Sony y Natal habían estado cargando a Kay mientras buscaban desesperadamente un hospital en donde atenderlo. Los conocimientos de Natal en medicina no eran lo suficientemente abundantes como para determinar un diagnostico. Kay, aún con los ojos cerrados, escupió unas cuantas gotas de sangre y padeció algunas arcadas sin llegar a expulsar nada. En pocas horas, la noche caería; y desgraciadamente, los elementales continuaban atrapados en la precaria ciudad. Cuando finalmente el sol desapareció y la oscuridad floreció, Natal y Sony llevaron a su compañero hacia una construcción sin terminar, la cual parecía estar deshabitada. Con mucho cuidado y pesado recelo, entraron al edificio. Sony revisó el perímetro y se aseguró de que no haya sorpresas. Había un colchón desgastado y algunas pertenencias desparramadas en la habitación más chica de la construcción; pero nadie yacía allí. El olor era nauseabundo, pero no tuvieron más alternativa que posar al cuerpo de su amigo en aquel jergón. Natal utilizó a los teléfonos celulares de cada uno como linternas (los cuales no servían para ninguna otra cosa porque estaban fuera de servicio)  
Kay se mantenía en silencio, con el rostro pálido y los ojos cerrados. Pronto se vio afectado por las condiciones de dicho lugar y comenzó a convulsionar.
- ¡¿Qué está pasando con Él?!- exclamó Sony entre dientes.
Natal suspiró y dijo.
- SI sigue así, para la mañana puede empeorar…- luego inclinó al cuerpo de Kay hacia la derecha y le colocó su campera bajo la cabeza. Minutos después, Kay dejó de convulsionar y continuó inconsciente- Voy a ir a buscar ayuda, iré a la entrada de San Robo y hablaré con los oficiales para que llamen a una ambulancia. 
- Es muy peligroso que vayas solo. Mejor quédate con él que sabes más de estas cosas y yo iré a buscar a los oficiales.
- No, quédate aquí. Intuyo que tú presencia es más importante que la mía. Además, sé como cuidarme solo pero no tengo la fuerza para defender a Kay si la situación se complica. Tú si la tienes, Sony. Por aquí hay mucha gente desagradable…  Así que quédate. Yo iré.    
Sony asintió disconforme y observó a su mentor marcharse.
- Volveré lo más pronto que pueda.
- Bueno.
Natal tomó a uno de los celulares (utilizados como linternas) y desapareció en la noche.
Sony contempló a su compañero, débil y más blanco que un huevo; vino a su mente cuando los secuaces de Morgán lo atraparon y no pudo impedir que este atacara a Kay.
- ¿Qué es lo que le habrá hecho?- se preguntó.   
Ante la delicada situación, Sony tapó la herida de Kay con lo único que tenía a mano: una servilleta. Rozó su frente y examinó lo fría que estaba. Dejó que descansara y fue a hacer guardia; temía que algún individuo quisiera aprovecharse.

No estaba seguro si se trataba de un sueño o de un recuerdo, de todos modos, hacía ya mucho tiempo que Kay no fantaseaba con hechos del pasado. Al borde del abismo, consumido por una fuerza inexplicable que se alimentaba de su esencia, Kay pudo sentir al filo de la muerte aproximarse y creyó que por esa razón y solo ESA razón, sus memorias florecían otra vez.

‘’ Kay empacaba sus cosas, al día siguiente, empezaría a vivir solo… como siempre había querido, no se sentía cómodo estorbando a los Dameron y que la familia decidiera marcharse a Estados Unidos le había permitido tomar una importante decisión. Continuaría estudiando en Buenos Aires (aún no había terminado el secundario) y buscaría un trabajo para mantenerse, aunque Nicolas insistiera para mantenerlo, por lo menos por cinco años más. Contempló su habitación, sabía que esa sería la última vez que la vería, pues los Dameron habían decidido vender la casa para poder pagar el viaje al único país de America fuera de la G.N.U.M. Examinó las grandes paredes rojas (su color favorito), los cuadros, las estanterías de libros, muñecos por los que había llorado para conseguir, vieja ropa de cuando era un niño y demás cosas. Sintió una profunda nostalgia y su corazón se tambaleó por unos instantes, se alejaría de Sony y de sus padres adoptivos. Él sabía que Sony estaba en el centro divirtiéndose con sus amigos, invitación que había rechazado para poder acomodar sus cosas. Natalie, la madre de Sony, había ido a hacer las compras y Nicolas… acababa de tocarle la puerta para entrar.
- ¿Puedo pasar?- preguntó.
- Adelante- le respondió Kay.
Nicolas abrió la puerta, era un hombre alto y con cabello lacio abundante, su rostro era muy similar al de Sony pero más ancho y más viejo… bueno, era su padre. Vestía saco y corbata, acababa de venir del trabajo (era abogado y pronto asumiría como embajador en EE.UU). Ojos verdes, como los de Sony; escasa barba y una voz increíblemente serena.         
- Vaya, limpiaste todo- dijo- Definitivamente eres más ordenado que tu hermano.
- Viniste a convencerme, lo sé.
- No, Kay. Por lo que me dijiste antes… quédate tranquilo, no me ofendí. Acepto que quieras quedarte, pero bueno… 
- Perdón, me salí de control- dijo Kay, apenado y guardó la última prenda en la valija. Nicolas se le acercó, dejó la valija en el suelo y se sentó en la cama.
- Desde muy chico actuaste así, nunca te sentiste parte de la familia, lo intenté durante años y años pero pareces no querer cambiar de opinión. Tú eres mi hijo, Kay. Tal vez yo no sea quien te concibió, pero si fui quien te cuidó, quien te crió- suspiró, pausó y continuó- Por lo menos… permíteme mantenerte, pasarte plata. También soy tu tutor legal, eso lo decido yo. Pero quiero que me lo permitas. 
- Está bien…- respondió Kay con timidez, la sonrisa de Nicolas apareció.
- No sabes lo feliz que me haces. Pero tengo que admitir que esa no es la razón por la que vine…
Kay lo miró con suma atención.
- Puedes venir cuando quieras, pero aún así, siento que no nos veremos por un tiempo. Así que, decidí que lo sepas ahora.
- ¿Saber qué?
- Voy a contarte un secreto Kay, uno muy importante. Pero es solo para ti y me tienes que prometer que no le dirás nada a tu hermano- Kay asintió, Nicolas prosiguió- Es sobre tu padre… la familia que te fue arrebatada.
- ¿Qué hay con ellos?- los ojos de Kay se abrieron como platos.
Nicolas se mantuvo en silencio, bajó la mirada y levantó los hombros.
- Frank murió porque cierto individuo nos traicionó, uno de los elementales más antiguos…
- ¿Un… elemental?- Kay lanzó un grito ahogado antes de responder. 
- Sólo existen ocho en todo el mundo y son personas capaces de controlar los elementos de la naturaleza. Es difícil de creer… lo sé. Yo fui muy escéptico al principio. Pero son reales, Kay. Existen, todos ellos- Nicolas sacó su celular del bolsillo y reprodujo un video. En la película, Nicolas (más joven) alzó su palma y algo maravilloso sucedió: el aire pareció deformarse, un conjunto de pequeños puntos (como la arena) se condensaron, se unieron entre sí y conformaron una fantástica bola de lava- Bueno, este es el mío cuando era joven. Ahora ya no me pertenece. Es una copia de lo que hacía Frank con lo suyo.
- ¿Es real?- preguntó Kay anonadado- Parecen efectos especiales.
- Lo es. Ahora, si te vas a quedar, intuyo que necesitarás saber como defenderte, porque tu también eres uno… - Nicolas bloqueó su teléfono móvil y lo guardó nuevamente.
- ¿Yo?
- Sé a la perfección que hace tiempo lo sabes, no necesitas ocultármelo. También sé que guardaste el secreto por temor a que Sony te considere un fenómeno… otra vez.     
Kay se volvió a apenar.
- ¿Estoy en lo cierto?
Kay tardó en responder, se levantó de la cama, caminó dos pasos hacia delante, dio media vuelta y creó una bola de fuego en su mano izquierda.
Los ojos de Nicolas brillaban.
- Ahora sabes por qué.
- Creí que había algo malo conmigo, que era un castigo por haber sido el único sobreviviente- contempló la bola y luego la hizo desaparecer.  
- No pienses así, Kay. Ven- Kay se le acercó. Nicolas, aún sentado en la cama, lo tomó de la mejilla- Tienes un increíble parecido a Frank, te veo y me recuerdas tanto a Él.
- Entonces… ¿hay más como yo? ¿Cómo… nosotros?- preguntó Kay con los ojos lagrimosos.
- Los hay. Seis más para ser exactos. Pero yo ya no soy un elemental porque cuando uno tiene hijos, pierde los poderes y los transfiere a su progenitor.
- ¡Entonces Sony…!
- Así es, Él también es uno. Pero recuerda la promesa que me hiciste. No puede saber nada al respecto, no lo entendería y aún no está listo.  
Kay asintió seriamente.
- Te voy a extrañar, a todos ustedes- dijo el joven, finalmente.
- Y nosotros a ti, hijo mío- ambos se abrazaron. Tras unos largos minutos, Nicolas se levantó de la cama y amagó para retirarse- Tengo que seguir con los preparativos del viaje, avísame si necesitas ayuda.
- Lo haré. Gracias Ni… papá- Nicolas sonrió- Antes de que te vayas, podrías decirme como eran mis padres y cómo los conociste.
- Claro- rió Nicolas- A tu madre la conocí poco, sólo puedo decirte que fue una mujer muy valiente y muy audaz, conoció a Frank estando en servicio, bueno… ya te dije muchas veces que ella era policía. Por dios, una vez casi me arresta cuando creyó que… no importa- Nicolas volvió a reír con esa voz tenue y plácida- Tu padre era un hombre excepcional, el más cabeza dura que conocí en toda mi vida. Nunca olvidaré el día que nos conocimos en la facultad… yo acababa de padecer algunos extraños episodios, eran las señales de que mis poderes estaban despertando, pero por gran orgullo y escepticismo me lo negaba a mí mismo- hizo un paréntesis y reanudó con la historia- Un día hubo un importante incendio en el aula donde estudiaba, todos salieron corriendo y los bomberos aún no llegaban. Noté que había olvidado mi mochila, y por estupidez, regresé… pero en ese preciso instante, pude vivenciar como un joven de veinte años apagó las llamas del incendio con sus propias manos y salvó el edificio. En aquel entonces yo era un muchacho muy inmaduro y cuando supe que había alguien más como yo… no solo eso, sino que llevaba un excelente control sobre sus habilidades, decidí acercarme a Él. Desde entonces, nos hicimos los mejores amigos.
- Es… hermosa esa historia- dijo Kay, las lágrimas habían empezado a caer- ¿Por qué murió? ¿Qué hizo mal? ¿Qué hicieron mal? ¿Quién se creyó digno de poder jugar con sus vidas?
Nicolas apretó los dientes, regresó con Kay y lo tomó del hombro.
- No hicieron nada mal. Hay seres que no entienden conceptos tan básicos como la amistad, la familia o el amor. No tuvieron la oportunidad de experimentarlos, no tienes porque odiar a quienes lo hicieron porque sino, todo por lo que lucharon tus padres habrá sido en vano.    
Kay lloraba desconsoladamente.
- ¿No dijiste que había sido solo uno?
Nicolas exhaló profundamente.
- Quienes le pasaron el dato sobre el paradero de tu familia al traidor, fueron una serie de bestias pertenecientes a un grupo clandestino…
- Esos monstruos, los odio…- pensó Kay.
- ¡Ánimo!- exclamó Nicolas y le sacudió el cabello- Tu padre estaría orgulloso de ti, Kay. No dejes que te absorba el pasado, enfócate en quien eres y construye quien serás. –Kay paró el llanto y sonrió ‘’

Atraído por una mística luz, Kay caminó hacia ella, pero en ese instante, algo lo detuvo y comenzó a alejarse. Abrió los ojos y entre las formas irreconocibles a su alrededor pudo entrever a un individuo, al principio creyó que se trataba de Sony, pero esa sombra no parecía pertenecerle (era algo inusual, de gran altura y poca humanidad); una estupenda sensación lo envolvió, sin embargo, no pudo abrir los párpados del todo y cuando finalmente lo hizo, fueron horas más tarde, en el amanecer…
Una hermosa muchachita de ojos celestes, acompañada de una señora mayor, lo atendían; con sus pocas energías, le preguntó.
- ¿Quién eres?
- ¡Despertó!- era la voz de Sony, yacía junto a Natal, ambos estaban muy inquietos.
Kay los observó a la perfección, aún desconcertado, no les prestó mucha atención y fijó su interés en la jovencita.
- ¿Quién eres?- volvió a preguntar.
Ella sonrió y respondió.

- Recuéstate, estuviste muy mal- Kay se quedó en silencio observándola, Ella comprendió y le dijo- Me llamo Agustina y ella es mi madre, María.    

martes, 13 de septiembre de 2016

La Búsqueda del Reloj de Oro: CAPÍTULO 5.



La Búsqueda del Reloj de Oro: CAPÍTULO 5.

- ¡NATAL! ¡Responde! ¡No te quedes callado!- le dijo Kay, con una gran impaciencia- Además, ese monstruo te llamó Pedro Kimhote, ese no es tu nombre, ¿O si?
Natal suspiró, su corazón tembló, no se esperaba una pregunta como esa… se creyó un estúpido por no haberlo previsto, después de todo Morgán mencionó aquella palabra con mucho entusiasmo, y su identidad…
- Es… difícil de explicar.
- ¿Difícil de explicar?
Sony abrió los ojos, se levantó velozmente y dijo. 
- El año pasado hiciste de todo para que te creyera… ¿y ahora? 
- Chicos… no ahora. Por favor.
- ¿A qué le temes?
- A nada…- mintió.
- De hecho… tiene bastante sentido todo esto- se apresuró Kay en agregar.  
- ¿Lo tiene?- Natal abrió los ojos como platos.
- Bueno… Dimitrion dijo que éramos especiales, que teníamos un poder que los elementales codiciaban. En un principio creí que lo decía reconociendo nuestro valor para enfrentarlo, pero ahora, esa palabra tan extraña…- luego se dirigió a Sony- ¡Te lo dije! ¡Te dije que había algo raro!
Sony hizo una mueca.
- Bueno… lo reconozco. Hasta Jessica sabía algo al respecto…
- ¿De verdad?- preguntó Natal sobresaltado.
- Nos dijo que su deber era protegernos. Aquella había sido la verdadera razón por la cual había vuelto a la Argentina…
- Así que ella también…- Natal bajó los ojos, apretó los dientes, se sentía un poco apenado- No saben todo lo que tuve que sacrificar por ustedes…
Los JEN tragaron saliva. Sony comprendió que no tenía sentido continuar insistiendo y cambió de tema.
- ¿En que se diferencian los narsogs de las bestias?- Kay se molestó en aquella decisión, pero se mantuvo callado.
- Los narsogs fueron bestias en el pasado, los cuales obtuvieron un fragmento, casi nulo, de los poderes del oscuro corazón. Ataron sus almas a la voluntad del dueño- Natal se puso de pie- Iré a buscar más ramas y algunas frutas…
- ¿Te acompaño? - preguntó Kay.
- No, quiero estar solo – respondió Natal y desapareció entre los árboles. 
- ¿Se habrá molestado?- le dijo el elemental del fuego a su compañero.
- Tal vez… es un tipo muy misterioso. Tú lo conoces hace más tiempo, de seguro sabes algo sobre él.
- Nada, no le gusta hablar de su vida privada. Y créeme que le he preguntado una infinita cantidad de veces… 
Sony y Kay se quedaron examinando el sector por el cual su mentor había desaparecido, sin apartar la vista. Luego, intentaron descansar.
Transcurrieron unas cuantas horas, el sol del nuevo día se aproximaba por el este, Natal aún no había regresado. Kay fue el primero en despertar, la temperatura continuaba siendo baja, pero no tuvo problemas con eso. Golpeó a Sony en el hombro para desadormecerlo; este joven, con los ojos achinados y unas ojeras del tamaño de pelotas de ping pong, tensionó los hombros y se irguió. 
- ¿Era necesario el golpe?- dijo con la voz apagada.
Kay asintió y en ese preciso momento, un imponente sentimiento recorrió sus entrañas; pues acababa de notar que el bosque estaba rodeado de bestias, particularmente, miembros de La Cruz.
- Lo que daría por una vida normal…- dijo Kay sonriente, intentando superar los nervios y el miedo.
- Nuestro señor los precisa- dijo una de las criaturas, los JEN no pudieron reconocer a cual de todos esos seres le pertenecía la voz, pero no importó.
La fogata irradiaba algunas chispas por encima de las ascuas y las ramas, Kay se adelantó e intentó utilizar sus habilidades para crear fuego desde la hoguera. Una llamarada surgió, las bestias retrocedieron, pero no por mucho tiempo. Al instante, se abalanzaron sobre ellos; Sony reaccionó y efectuó una barrera de lava que se convirtió en roca; pero algunos seres dieron unos saltos colosales y los atacaron frente a frente (con sus cuchillos). Kay, inexperto en el combate cuerpo a cuerpo, se tropezó por sí solo. Su enemigo quiso apuñalarlo, sin embargo, Sony lo salvó y cubrió al sujeto con una capa de lava. La bestia murió al instante, Sony tragó saliva... finalmente entendía que por más fantásticos que sean sus poderes, aquellos eran elementos reales y tenían la terrible cualidad de destruir (tardó en reconocerlo porque Dimitrion- al único que había enfrentado realmente- se resistía a sus ataques a causa de ser un elemental).
Dos bestias atraparon a Sony y le inmovilizaron los brazos para que no utilizara su respectivo elemento.
- ¡Sony!- gritó Kay, aún en el suelo. Se puso de pie… y todo fue espantosamente rápido; Morgán apareció por detrás (vestido con la túnica escarlata) y le mordió el cuello. Kay sintió el dolor, escuchó el crujido de los dientes en su piel y se estremeció; tenía la mirada tensionada; una burbuja de saliva descendió de sus labios y cayó nuevamente al suelo.
- ¡Kay!- gritó Sony mientras los parpados se le iban cerrando como la cortina de una ventana, debido al golpe que una de las bestias le había hecho para adormecerlo.
Los dos jóvenes perdieron la conciencia.
- Déjenlos- ordenó Morgán, sin limpiarse los labios y los dientes cubiertos de sangre- Ya tengo lo que necesito: la sangre de uno de los JEN…- luego colocó su palma derecha sobre la gran barrera rocosa que Sony había creado, esta se vio rodeada de hielo y luego se destruyó en mil pedazos.     
Miljen Morgán y sus lacayos se marcharon.

- Come, te hará recuperar fuerzas. Es todo lo que encontré- le decía Natal a Sony, ofreciéndole una manzana pelada. En primer lugar, Sony abrió los ojos y solo observó a unos labios hablarle pero sin sonido alguno, luego recuperó los demás sentidos- ¡Kay!- gritó asustado.
- Está bien, algo débil. Tuve que tratarle la herida. El desdichado profundizó bastante en su cuello…
Sony se sentó y encontró a su amigo con los ojos abiertos, acostado y mirando el cielo; a un costado yacían tres manzanas sin la parte comestible.
- Está en un leve estado de shock, trata de no molestarlo…- le informó su mentor- Ya lo revisé, está bien, no tienes de que preocuparte.
- ¿Kay?- preguntó Sony con los ojos llorosos, pero no recibió respuesta.
- ¿Qué pasó Sony?- preguntó Natal de repente.
- Morgán nos atacó… él y sus lacayos.
- Lo imaginé. Pero, ¿Qué más pasó?
- Morgán lo mordió… y no recuerdo más nada.
Natal observó al cuerpo petrificado de Kay.
- Fue fortuito que llegara justo a tiempo. Es mi culpa… no tuve que haberlos dejado. Perdónenme…  
- No importa- respondió Sony con frialdad- ¿Qué es lo que está pasando?
- José se ha convertido en un ser abominable, es una especie indefinida, yo creo que extrajo la sangre de Kay por alguna razón que desconocemos.
- ¿Cómo?
- Bueno… no se si lo notaste, pero José parece ser un… vampiro.
Sony lanzó una risa sarcástica y se acostó en el suelo.
- ¿De qué hablan?- dijo la vaporosa voz de Kay.
Sony casi dio un salto.
- ¿Cómo… como te sientes?
- Mal. Débil. Pero vivo- Sony y Natal notaron la marca de los colmillos de Miljen en su cuello, eran dos puntos negros y rojizos, profundos y dolorosos.  
- Sé que aún están delicados, pero ya es de día… no hay tiempo que perder- habló Natal con firmeza.
Kay y Sony asintieron comprensivos.

Los elementales partieron hacia el oeste nuevamente, a unos pocos kilómetros encontrarían la ciudad de San Robo. Kay estaba muy fatigado, Sony tuvo que ayudarlo a caminar para que no cayera; no tenían provisiones, ni comida, ni transporte. Tras unos largos minutos de viaje, se toparon con el inmenso muro del que les habían hablado; la barrera que dividía a las clases sociales.
Sony alzó a Kay sobre sus hombros y lo llevó durante el último tramo del viaje. Finalmente lograron llegar a la entrada de la ciudad, rodeada de vehículos policiales y oficiales de todos los rangos.
- Aquí es: la entrada al ‘’mundo feliz’’ - dijo Natal, se refería al enorme cartel que supuestamente le daba nombre a la ciudad- O más conocida como San Robo. – se dispuso a observar a cada uno de los guardias, desorganizados y distraídos. Conversaban entre ellos a metros de la gigantesca puerta, compuesta por una estructura reticular, la cual estaba conformada por granito (un sistema similar al del Palacio de Congreso de la Nación Argentina) y tenía la forma de un exorbitante arco.  
- Será difícil… pero tengo un plan- habló el más viejo del grupo- Estudié mucho la conformación del arco y pensé algo - Sony y Kay escuchaban atentos- Sony, el arco está compuesto por granito, que es una roca ígnea, es decir, surgió de la lenta solidificación del magma. Tu deber es manipular el estado de la masa, fundirlo para que se convierta en lava y se destruya; no por completo, sino lo suficiente para distraer a los vigías. Una vez todo se salga de control, nos escabulliremos sin ser descubiertos; habrá que evitar las cámaras de seguridad.
- ¿No era más fácil utilizar a mi otra habilidad en la noche?- preguntó Sony.
- Haz lo que te digo, todo es parte de un plan mayor- insistió Natal. 
- Te lo encargo- Sony dejó a Kay entre los brazos de su mentor. Suspiró y estiró el brazo, con la palma señalando a la marginal construcción (a muchos metros de distancia), presionó todo lo que pudo, pero luego de unos momentos, se rindió.
- ¡Adelante!
- Tus habilidades crecieron mucho desde que las descubriste, ánimo- le dijo Kay, aquellas palabras motivaron a Sony. A continuación, cerró los ojos y volvió a extender el antebrazo con delicadeza; la parte superior izquierda del arco comenzó a sufrir una transformación, se deformó… lo sólido paso a liquido y viceversa, toda la materia transmutó y se troncó lava; la lava cayó y durante el descenso se convirtió en un gran peñasco, el cual penetró en el techo de un patrullero. Los guardias, acordes al protocolo, evacuaron la zona y se desparramaron por los alrededores; un frío viento arrasó las cámaras de seguridad y los elementales aprovecharon para sumergirse en la ciudad. 

Entraron sin máscaras, dejando al descubierto su identidad; de todas formas, en aquel lugar no importaba. Había dos principios fundamentales para sobrevivir en San Robo: NO nombres y NO autoridades, cumpliendo con estos dos requisitos resultaba fácil pasar desapercibido. En realidad, dicho lugar no correspondía a una determinada clase social, era la guarida principal de los mafiosos ricos y los sicarios anónimos pero también de pobres e indigentes. Digamos que el 70% de los robos, asaltos y asesinatos transcurrían a un radio de 30km alrededor de la ciudad.
Kay y Sony recordaban muy bien las calles y las viviendas de por allí, temieron cruzarse con alguna que otra bestia que hayan enfrentado, pero no fue así. San Robo no pertenecía a la ley, siendo el sector más temido por el gobierno, la discriminación resultaba ser abundante. Bestias y humanos luchando constantemente entre sí mediante pandillas y grupos clandestinos. Construcciones reforzadas con partes de automóviles, tumbas caseras sin terminar (en las fosas… pilas de cadáveres permanecían a la vista), calles de tierra (yerba mala, basura y restos de distintas drogas en ellas), edificios arrasados y desplomados. Natal sintió pena por las personas que vivían allí, la cruda realidad de la que había tenido que formar parte durante mucho tiempo. Incluso los más jóvenes se desmotivaron al ver a niños en las calles, sin posibilidad de alimentarse o de crecer. Una medida gubernamental que ya llevaba años de ser impuesta había decretado que la pobreza se condensara en una determinada zona, privándolos de la libertad de deambular por su propia nación, los ciudadanos de clase media estuvieron (en su mayoría) totalmente de acuerdo. La culpa por la inseguridad y el deterioro de la sociedad decaía ahora en San Robo (el nombre, que en tono de burla, le fue impuesto) A los elementales, recordar un poco de historia les causaba un enorme hueco en sus corazones; además de impotencia… y furia.
La población se sobresaltó al verlos, debido a sus rostros sin una mancha de suciedad, sin harapos, sin una cara larga que representara su sufrimiento; sintieron curiosidad y envidia por los visitantes.
- ¿Por qué todos nos están mirando?- les preguntó Sony a sus camaradas entre dientes.
- Debe ser nuestra vestimenta- respondió Natal, ayudando a Kay a caminar- Ellos reconocen de donde venimos. Solo espero que las cosas no se compliquen.
- Seguramente lo harán.
- Me duele en el alma ver todo esto- dijo Kay finalmente, recuperando las fuerzas poco a poco.
- Es la realidad muchachos, el mundo fuera de la burbuja. Todo lo que la política ha logrado…- les dijo Natal.
- Sería bueno ayudar- retomó Sony.
- ¿Cómo? No tenemos provisiones ni nada. ¿Cómo piensas ayudarlos?

De repente, numerosas pandillas de gran magnitud (jóvenes entre 14 y 20 años) aparecieron entre las casas y las calles, les apuntaron a los elementales con sus revólveres y amenazaron con matarlos sino les daban todo lo que ellos pedían. Los elementales alzaron las manos y detuvieron el paso.
- No hay porque extralimitarse muchachos, podemos ayudarlos- dijo Sony.
- ¡Quedate quieto o te vuelvo plomo!- le gritó uno.
Dos o tres se acercaron a revisarles la ropa y sus pertenencias.
- No tenemos nada…- replicó Natal.
- Estos pibes no están jugando- comentó Sony a sus compañeros. 
- ¡Sáquenles todo! ¡LA ROPA! ¡LA ROPA!- volvieron a gritar y tomaron sus billeteras, llaves y camperas.  
- Hijo, no…- el más cercano le pegó una trompada al pobre Dick Natal y lo amenazó nuevamente con su arma.
Aquel acto de vandalismo fue el detonante de una pelea; Kay se tambaleó porque Natal lo estaba ayudando a sostenerse, se enfureció y pateó a los jóvenes más cercanos y tiro a otros al suelo. Sony no tuvo más remedio que imitarlo, los jóvenes abrieron fuego contra sus adversarios; pero las balas fueron desintegradas mediante un escudo que el elemental del fuego había creado.
Anonadados y con las bocas semi-abiertas, huyeron todos simultáneamente. Un chico de 12 años quedó inmóvil ante los elementales, Kay lo miró directo a los ojos y el joven salió disparando.
- El miedo hizo que soltaran nuestras pertenencias. Tómenlas y vayámonos. El hombre que posee el reloj de oro vive a unas pocas cuadras, síganme- indicó su mentor, se levantó y se acarició la mandíbula donde había recibido el golpe. Los elementales recuperaron sus billeteras, celulares y llaves. Sin titubear, partieron de inmediato.     

El hombre que ahora tenía el reloj se llamaba Víctor Díaz, ex miembro de una organización mafiosa que había tenido su momento de gloria hace muchos años. Ahora, tenía 70 años y apenas sobrevivía a la dura vida que le tocó vivir. Díaz vivía en una de las construcciones más desastrosas, completa de peñascos y escombros de cemento. La puerta estaba abierta, la luz del sol brillaba en la dirección contraria, los elementales se animaron a entrar. Súbitamente, Díaz apuntó al espacio entre los dos ojos de Dick Natal con su escopeta y le disparó.; Natal (poseedor de unos reflejos impresionantes) se sentó en el suelo y la bala tropezó con la pared de cemento. Kay lo tomó del pescuezo y desintegró su arma mediante sus poderes, luego lo tiró al piso. Díaz yacía atemorizado.
- ¿Cómo le va, señor? Volvemos a vernos- le dijo Natal con una desquiciada sonrisa.
- Te dije que si volvías por mi te pegaría un tiro- contestó Víctor con desagrado, era alto y encorvado, cabello largo canoso, vestimenta demacrada y el rostro cubierto de manchas- Hijo de la gran…
- Si, si. Lo recuerdo- le interrumpió el otro- Entréganos el reloj, hombre. Por favor.    
- ¡Ni muerto te lo daría! ¡Era de mi padre!
- ¿Acaso no te das una idea a quien perteneció realmente aquel artefacto?
Víctor negó con la cabeza, algunas gotas de sudor le inundaron las sienes y su rostro se tornó rojizo.
- Manuel Belgrano, el prócer argentino- agregó Natal.
- Ustedes los de afuera creen que pueden hacer lo que quieran porque nosotros estamos acá encerrados…- exclamó Díaz.
- Por favor Víctor, dame el reloj y te demostraré porqué tengo razón.
- ¡JAMÁS!- el individuo intentó soltarse con brusquedad. Kay y Sony lo sujetaron mediante un gran esfuerzo; coordinadamente colocaron sus manos sobre el rostro del mafioso para mantenerlo en su lugar, al mismo tiempo ocurrió un leve destello (color verde) en las manos de estos dos jóvenes.
- Está detrás de ese peñasco- dijo Víctor Díaz, sin resistirse.
Natal buscó en todos los rincones de la habitación, era un lugar sumamente pequeño y precario, no tardó en reconocer a un artefacto brillante sobre la estantería a un costado de la cama. Tomó con sumo cuidado y admiración al arcaico objeto, brillando en intensidad a pesar de sus largos años existiendo, cerrado y con una reluciente cadena bañada en oro. Natal abrió el reloj lentamente, las manecillas continuaban funcionando, los números (hasta el 12) impecables.
- Este no es el reloj- le dijo Natal a Víctor, frunciendo el ceño.
- Claro que lo es.
- Entonces ¿Por qué no puedo ver lo que su dueño le escribió? Bueno… nunca nadie logró verlo.  
Kay y Sony soltaron a Víctor y se acercaron a su compañero. Víctor pareció cambiar de actitud al instante.
- ¡PORQUE ES MI RELOJ!
- Natal, ¿Qué está pasando?- preguntó Kay, desconcertado.
- Kay, volvamos a tomar a este tipo- le dijo Sony.
Ambos volvieron a colocar sus manos sobre las mejillas del mafioso, y este volvió a tranquilizarse. Kay sintió una dolorosa punzada en donde Morgán lo había mordido.
- ¿Cómo hago, Víctor?- preguntó Natal.
- El fuego…
- Kay- lo llamó su mentor y el elemental de fuego estiró su única mano libre (la derecha), de ella nació una llama. Natal arrojó el reloj sobre la palma del joven.
Al principio nada sucedió, pero después de varios intentos; una pequeña palabra (escrita por un material completamente desconocido) se reveló en la parte trasera del reloj de oro.
- ¿Qué dice?- se exaltó Sony.
Todas las miradas fueron hacia Natal en un santiamén, primero tomó el objeto (claramente Kay apagó la llama con anterioridad), sacó una lupa de su bolsillo, la leyó en voz baja, miró a sus camaradas y dijo:
- Es clara e inconfundible la letra de este personaje. En el reloj de Belgrano está escrita la palabra:

Calendario. 

martes, 6 de septiembre de 2016

El Redentor: CAPÍTULO 4.




El Redentor: CAPÍTULO 4.

- ¡Me intriga saber como supiste donde estaba el reloj de oro robado, buscado durante dos siglos sin éxito!…- exclamó Sony. 
- Bueno, reemplazaron al original por uno falso hace algunos años, escuché a un oficial decirlo- comenzó Natal, mientras conducía a su viejo Peugeot por la carretera. Sony yacía en el asiento del acompañante- Así que le pedí ayuda a un amigo que trabaja en las Fuerzas Especiales de Argentina, me debía un favor y buscó entre algunos archivos. El ladrón tenía el apellido Gutiérrez, tuvo hijas y desapareció, tan solo buscamos el árbol genealógico hasta llegar a este año, había múltiples sospechosos así que los visitamos a todos hasta llegar a Díaz, el único que nos amenazó. Por eso tardé tanto en venir con ustedes.
- Te pudimos haber ayudado- comentó Kay, en el asiento de atrás.
- Para ustedes solo pasaron días desde lo que aconteció hace meses, merecían descansar. Aunque sea mentalmente…
Kay y Sony lo comprendieron. Había pasado tan solo un día desde que oyeron la extensa historia sobre la espada divina, se sentían muy entusiasmados. No por regresar a San Robo, el sector más hostil del mundo (eso si que los perturbaba) sino por conocer todas las habilidades mágicas del artefacto. En ese preciso momento se encontraban a 115km de la capital, faltaban otros 70km para llegar al gran muro que encerraba aquel horrible pueblo. No sería nada fácil, muchos guardias y gendarmes cuidaban la frontera; se decía que muchos de los delincuentes de allí eran enviados a robar al mundo exterior por órdenes del poder judicial. Luego, regresaban y repartían las ganancias. No obstante, aquellos actos eran solo rumores.
Lo preocupante sería entrar y salir sin ser descubiertos. Natal ya había declarado que quería ingresar al muro bajo la luz del sol, cosa que a los elementales les pareció una locura (la vez anterior lo habían hecho gracias a la transformación de Sony durante la noche, volando por los aires y camuflándose entre las nubes). 
Cinco minutos más tarde, el grupo se detuvo a cargar combustible en una estación de servicio; llenaron el tanque y entraron a la cafetería para descansar un poco.
Una muchachita, vestida con un uniforme amarillo y rojo, los atendió. Hicieron los pedidos y la jovencita se dispuso a limpiar la mesa, durante el acto, Sony fijó la atención en sus dos senos. Ella se dio cuenta y frunció el ceño, con una mirada penetrante, amenazó a Sony sin siquiera pronunciar palabra. Sony tragó saliva, se echó para atrás y bajó la mirada, avergonzado. Una vez se retiró, Kay rió a carcajadas.
Natal también sonrió, pero en un instante imprevisto, la conversación desapareció y toda su atención se centró en un único individuo (encapuchado), el cual los examinaba desde su asiento en una de las mesas más alejadas de la cafetería.
Natal sintió como su corazón latía con fuerza y por unos segundos, todo fue silencio. Hasta que, inoportunamente, Kay se interpuso en el medio de su campo de visión; interrumpiendo con una simple pregunta ‘’ ¿O no Natal?’’. Kay esperó una respuesta, pero Natal no se la dio y lo obligó a apartarse; cuando el muchacho regresó a su lugar, Natal notó que el extraño individuo había desaparecido.  
- ¿Todo bien?- preguntó Sony.
- Si…- contestó Natal, con los ojos brillosos- No es nada.   
Los elementales continuaron con su viaje, ya había atardecido y en algunas horas caería la noche. Natal no emitió vocablo y condujo en silencio, con la mente dándole vueltas; sus discípulos dormían.
- El ritual de los malditos… la espada divina… los nueve corazones, los Narsogs, M.M, Sarmander… todo tiene que ver con Él- pensó- ¿Será qué…?- el automóvil frenó de golpe, Natal creyó ver a un individuo interponerse y reaccionó como pudo. El sujeto se esfumó. El cinturón lo cuidó del impacto, abrió los ojos y vio a sus compañeros despiertos y desconcertados (también habían sufrido una sacudida cuando el vehículo se detuvo).      
- ¿Qué pasó?
Sin oportunidad de responder, una helada sensación apareció y recorrió todo a su alrededor; Kay contempló estupefacto como el amplio pasto se congelaba, a su vez, la luz del sol se enrojecía hasta desaparecer en el inevitable anochecer. Solos, dentro del viejo Peugeot, en medio de la carretera desolada, sin señales de otros autos (no era un camino que todo el mundo utilizara). Diversos murmullos se fueron acumulando, voces extrañas que incitaban, que exigían, que insultaban, que deseaban…
- ¿Están bien?- preguntó Natal. Kay y Sony asintieron con preocupación.
A continuación, el auto se tambaleó, primero una, después otra, luego una pausa de unos segundos y por último recibió un golpe que casi lo da media vuelta. Lo aún más inédito fueron los pedazos de hielo que empezaron a caer del cielo sobre el techo del vehículo, aboyando la parte superior y destruyendo el parabrisas, el paragolpes, los retrovisores y los vidrios de las ventanas.
- ¡Hay que salir de aquí!- gritó Sony, la temperatura descendía y aquellas palabras fueron acompañadas de un frío aliento.  
Las puertas estaban selladas, cubiertas de hielo sólido. El viento sopló con fuerza, Kay y Sony miraron cautelosamente hacia fuera y contemplaron horrorizados como las cubiertas estaban rodeadas de escarcha y… sangre. Sin siquiera debatirlo en grupo, los elementales utilizaron sus elementos sobre las puertas para destruirlas y salir; pero ni el fuego ni la lava (que son materiales a altas temperaturas) pudieron solucionarlo. El hielo se tornó de un color rojo y luego volvió a la normalidad.
Tras largos minutos de encierro, los elementales comenzaron a sentirse débiles, a temblar sin cesar, a confundirse, a entorpecer sus movimientos… signos de hipotermia. Sony fue el primero en descomponerse y en alterarse. Kay lo tomó del hombro para brindarle apoyo. Natal golpeaba las puertas y las empujaba, sin éxito; finalmente se rindió y recostó el cuello sobre el asiento. Y por si fuera poco, el auto volvió a sacudirse, todas sus partes comenzaron a cortar el espacio… se condensaron, como si una gigantesca mano lo estuviera exprimiendo.  
- Santo…- exclamó Kay.
- ¡Vamos elementales!- les gritó Natal.
Kay asintió.
- Amigo, una última vez… pero juntos. ¿Ok?
Sony asintió con el rostro pálido.
Kay bajó el asiento del acompañante como si fuera una cama, se quitó el cinturón, luego ayudó a Sony a estirar sus brazos y abrir sus palmas (pues le resultaba difícil controlar su cuerpo). Kay efectuó una llamarada sobre el espacio que dividía a la puerta de delante de la de atrás. Sony lo intentó, pero fue inútil. Natal observaba con una gran angustia. Sony volvió a tratar pero fracasó en su segundo intento, no tenía la firmeza para mantenerse cuerdo, mucho menos para utilizar sus poderes. Kay, entre helados suspiros, lo volvió a animar.
- ¡Usa todas tus fuerzas!
Y esta vez, Sony lo logró; la llamarada y la masa de lava se fusionaron en una irreconocible forma ardiente que penetró en la coraza del vehículo. Los tres personajes escaparon por el agujero, justo antes de que el automóvil se hiciera pedazos por sí solo.
Sanos y salvos, los problemas no terminaban, afuera los esperaba una horda de seres de la otra especie. Todos ellos vestían escasas prendas, mantenían el torso al desnudo (algunos obesos, otros fortachones) con una cruz tatuada en el pecho.
- La Cruz- susurró Kay, con pocas fuerzas- ¿Qué es lo que quieren?
- Qué no se interpongan- dijo una voz entre la multitud, los demás le dieron paso. Era una bestia de pequeña estatura, colmillos largos y grandes, la piel gris y los ojos chicuelos; este ser no llevaba el torso desnudo, sino una túnica celeste demacrada.
- ¿M.M?- preguntó Natal. La bestia se rió- ¿Quiénes son ustedes? ¿Cómo es que usaron a Dimitrion a su antojo? ¡Respondan!
- Tranquilo, tranquilo- dijo la bestia- No hay necesidad de alterarse. Sabemos que nos conocéis.    
Sony cayó al suelo inconsciente.
- ¡Sony!- gritó Kay y fue a ayudarlo.
- Las bajas temperaturas son de lo peor… ¿No lo creen?- se burló la bestia.
- ¡Natal! ¿Qué hacemos?- le preguntó Kay a su mentor, sin prestarle atención al otro individuo; pero Natal estaba petrificado observando al pequeño monstruo- ¡Natal!- así reaccionó.
- Coloca tu palma sobre su pecho y trasmítele calor con tus poderes- le dijo. 
- ¿Puedo hacer eso?- sin necesidad de una respuesta, Kay lo intentó, ingresó su mano por el cuello de la remera y la colocó sobre el pecho de Sony. Sintió como si su mano vibrara y al instante, su amigo despertó.
- ¡Impresionante!- exclamó el pequeño ser- Ustedes si que son humanos interesantes.       
Sony se puso de pie, con algo de debilidad y le dio las gracias a Kay.
- ¿Qué piensan hacer con la espada divina?- preguntó Natal.
- No creo ser el indicado para decírselos- dijo la bestia, los elementales notaron un extraño acento, algo forzado. 
Durante un leve silencio, Sony se incorporó y preguntó.
- Tengo la certeza de que sabrás como responderme- pausó y continuó- ¿Cómo llegaron hasta aquí hace 20 años? ¿De donde venían? No hay archivos de su antiguo hogar y ninguno de ustedes supo que decir, como si les hubieran borrado la memoria.
La bestia bajó la cabeza entre risas.
- Así como sobrevivimos a Casám, haremos lo mismo. Nuestro señor nos ha dado la oportunidad de vivir nuevamente, de ser libres. Su sociedad nos ha deteriorado, muchos de los nuestros se han empezado a comportar como animales, influenciados por la tiranía humana.
- ¿Casám? ¿Estas delirando? Ni siquiera respondiste la pregunta…
- Nuestro dios Ázu, hermano de la diosa Bíe, nos trajo. Se presentó en forma corporal. Él nos guió hacia vuestro mundo. La tierra helada no era un lugar para vivir…
Sony asintió con escepticismo.
- ¿Y por qué los trajo…?- al instante un peñasco de hielo cubrió a la bestia desde los pies hasta el cuello. Otro individuo acababa de aparecer en un abrir y cerrar de ojos, justo a su lado. Lo primero que dijo fue…
- Sólo hay UN Dios- hasta incluso los miembros de La Cruz se sobresaltaron al verlo. Vestía una inmensa túnica y capucha color escarlata, sobre la espalda llevaba pintada la cruz del cristianismo en un tono dorado- Veo que han conocido a mi mano derecha- se dirigió a los elementales.
- Esto se pone cada vez más raro- dijo Kay.
El nuevo sujeto los observó detenidamente, especialmente a Natal…
- No puedo creerlo. ¿Quién lo diría? Pedro Kimhote con vida…     
Natal se sobresaltó y dio un paso atrás. Kay y Sony se quedaron en silencio, con las bocas entre abiertas.
- Imagino que ya no responderás a ese nombre.
- ¿Nos conocemos?- preguntó Natal con cautela.
- Probablemente. Mi nombre es Miljen Morgán.
- Es M.M…- le susurró Kay a Sony. 
- ¿Morgán? ¿Eres descendiente de José? ¿De qué época eres?
- Cuantas preguntas…- dijo el encapuchado y avanzó unos metros hacia Natal- Para nada, Pedro. Soy yo. Soy José.
Kay, Sony y Natal apretaron los dientes.
- No comprendo…
- ¿Te acompañan los descendientes de Montarnen y Dameron, no?
La bestia, pálida, suspiraba forzosamente atrapada en el hielo.
- ¡Suéltalo!- le gritó Kay.
Morgán se detuvo a observarlo.
- Pero que increíble parecido
Kay se quedó petrificado.
- ¿Eres el líder de estos seres? ¿Él responsable de todo lo que ha ocurrido hasta ahora? ¡¿Qué pasa con todos los elementales originales?! ¡Los años y la vejez los perturbaron!- gritó Kay.
Morgán se rió.
- Hay un propósito, se los aseguro- dijo Morgán y tomó la capucha con su mano izquierda repleta de garras- Fui elegido por Dios. Escogido como el ‘’Miljen’’, que en la lengua de aquellos a los que ustedes consideran como bestias, significa el salvador, el mesías, el redentor… Mi destino es salvar a esta especie de la opresión de los humanos- los miembros de La Cruz dieron unos cuantos alaridos, Miljen Morgán los obligó a callarse.   
- Muy bien, muy noble de tu parte…- dijo Sony con ironía- ¿Pero que quieres realmente con la espada divina?
- Mi arma… tan solo pienso volver a reclamársela a los dioses aztecas. Creo en un único dios, pero también respeto a las religiones de todos los mundos. La espada de Quetzalcóatl es la señal de mi misión como guía hacia un futuro mejor. Conduciré a estos seres hacia su salvación una vez haya lanzado las plagas contra el mundo humano. Así como lo hizo Moisés en el Antiguo Egipto…
- ¿Con qué derecho?- exclamó Natal.
- El mundo humano corrompió a nuestra gente, merecen ser castigados…
- No tiene sentido, José. ¡Tú también juraste proteger a este mundo cuando eras joven! ¡Somos iguales!- gritó Sony.
- ¡No! Nosotros no somos iguales- finalmente, Morgán se quitó la capucha y la túnica. La figura de Miljen se divisó por completo, vestido con harapos, la piel pálida como la nieve de un lado (perfil izquierdo) y gris del otro (perfil derecho). Las venas y arterias le recorrían todo el cuello, un cuerno negro le traspasaba la piel en la mejilla derecha. Llevaba cabello blanco abundante y dos cuernos de pequeño tamaño sobre su cabeza. Todo su perfil derecho era similar al de un monstruo, a diferencia del izquierdo, que era totalmente humano. Miljen estaba descalzo, sus uñas eran largas y sucias, también sus manos, que se encontraban rodeadas de un líquido viscoso; aparentaba tener unos cincuenta años aproximadamente (obviamente que eran muchísimos más) y miraba a sus enemigos con unos ojos rojos profundos. Yacía encorvado, luego se mantuvo derecho y los elementales pudieron contemplar su inmensa altura, unos dos metros y medio- Ahora ven porque soy el puente entre ambas especies.  
- Es mitad humano…- dijo Kay.
- … Mitad bestia- agregó Sony.
- José… puede que me confundas con alguien más. Mi nombre es Dick Natal. Leí mucho sobre ti, sé que tú no eras así…
Morgán negó con la cabeza.
- Nunca hubiera imaginado que el pequeño Pedro fuera capaz de decir tantas mentiras…
- ¿En… entonces el ritual para revivir a los Narsogs fue una mentira?- preguntó Natal entre nervios.
- Narsogs…- repitió la bestia atrapada en el hielo- Esa es una palabra de mi lengua, significa MALDECIDO.
- ¿Maldecido?- dijeron los más jóvenes al mismo tiempo.
- ¿Estos dos tontos fueron los que derrotaron a Dimitrion?- gritó Morgán con su tono aterrador- ¿¡ESTOS DOS IDIOTAS SON LOS JEN!?  
- JEN… esa es otra palabra de mi lengua- volvió a hablar la bestia con sus pocas fuerzas- Significa Ele…- el hielo lo cubrió de repente y se destruyó en mil pedazos. Los peñascos y la sangre se desparramaron por doquier, un grito desgarrador se hizo oír. Los elementales se sobresaltaron al ver tan horrible acto.
- ¿Cuántas veces tengo que decirte que no hables de más?- habló Morgán con expresión de burla. Ni siquiera había movido un dedo. 
- Maldito hijo de…- dijo Kay entre dientes e inmediatamente efectuó una gran ola de fuego, la cual se extendió varios metros, las bestias no tuvieron mayor remedio que retroceder. Morgán la atravesó sin problemas, pero en ese momento, Sony se transformó en la fantástica criatura grisácea de inmensas alas, tomó a sus compañeros, voló por los aires y huyó.  


Fuera de los miembros de la Cruz y su enfermo líder, la temperatura comenzó a subir a medida que se iban alejando. No había luna llena y la noche ya era evidente.
Sony, en su modo bestia, condujo a sus compañeros hacia la ruta más cercana a San Robo. Exhausto y apenas recuperándose de los síntomas de la hipotermia,  descendió de los cielos, mantuvo a Kay y Natal en un lugar seguro entre los árboles y se tiró al suelo a descansar (en su estado natural). Decidieron no hablar al respecto de todo lo ocurrido para acomodar las ideas. Natal le prometió a Sony despertarlo antes de que saliera el sol.
Entre Kay y Natal habían armado una fogata, aún hacía frío. Mientras Dick se encargaba de alimentar las llamas, a Kay le despertó la curiosidad.
- Oye Natal, tengo una gran duda. Sé que son muchas incógnitas las que surgieron hoy, pero solo una me perturba.
- Dime chico.
Los ojos de Sony estaban cerrados, pero sus oídos yacían atentos, pues Él sabía a la perfección la pregunta que su amigo estaba apunto de hacerle al viejo Dick Natal….

- ¿Qué es un ‘’JEN’’?