martes, 31 de octubre de 2017

Fismut, el mago: CAPÍTULO 7.



Fismut, el mago: CAPÍTULO 7.

Eran las cinco de la madrugada, oyó una increíble cantidad de gritos, de ruidos molestos, de portazos… después del largo día que había padecido, no tenía intenciones de solucionar problemas caseros. Pero todo fue creciendo rápidamente y previó el caos que se avecinaba. Se levantó, incluso los magos usaban pijamas, tomó su cetro y salió de la casa. Contempló todas las rutas devastadas, cuerpos incinerados, familias masacradas, hogares destruidos y a un fuego de color violeta extenderse por todos lados. El cielo parecía pudrirse y la gente de Morgana gritaba exasperada y corría hacia algún lugar seguro. El mago continuó avanzando y con la habilidad de ver todo el presente a su alrededor, supo que aquella catástrofe estaba sucediendo en todo el planeta. La civilización más avanzada con respecto a misticismo y cultura se estaba desvaneciendo ante sus ojos, las edificaciones se desplomaban sobre los ciudadanos y quitaban incontables vidas. El sabía que tenía que tomar una importante decisión, ya no era un joven de mil años, aquella época había quedado muy atrás; su fuerza era infinitamente inferior. Y por más cruel que fuera, solo podía hacer una cosa y esto no incluía salvar a los niños, las mujeres y los hombres de su mundo. Se teletransportó hacia la plaza principal de la facción, donde yacía el monumento a los Inmortales, el más importante del planeta. Era una estatua dedicada al fundador de los Inmortales: el mago Amdor. Como lo imaginaba, el monolito había caído y un encapuchado yacía perturbando los cielos con sus rayos sobrenaturales. Meddes se estaba vengando de todo y de todos; al mismo tiempo, rocas de fuego acentuaron el armagedón y descargas eléctricas acecharon los mares, eliminando a todas las especies acuáticas. La tierra se abrió y cada ciudadano, cada hogar y cada objeto cayó al abismo del mundo. Alrededor del que alguna vez había sido conocido como Arcas Sannon, yacían cientos de muertos… los inmortales con capuchas negras que habían intentado detenerlo. El hechicero apretó los dientes y se mantuvo solemne, sin que Meddes lo notara, se escabulló entre los escombros para dirigirse hacia el hogar de una familia: los Viman. Los padres sabían lo que tenían que hacer y eligieron morir con su gente, le entregaron a su único hijo, al que habían llamado Lepra en honor a su abuelo. El bebé sollozaba y el mago hizo lo posible para mantenerlo a salvo, lo llevó a una cueva abandonada, donde yacía una de las fuentes que te permitían viajar entre los mundos, aún no había sido exterminada. Antes de sumergirse en ella junto al bebé, contempló el episodio final de Morgana: cerró los ojos y con sus habilidades fue capaz de ver lo que sucedía en el centro de la sociedad. Meddes lanzaba un último conjuro y desaparecía repentinamente, a continuación, un gigantesco rayo negro penetraba la tierra y le daba fin a la existencia misma de Morgana. El genocidio se había completado y Fismut se sumergió justo a tiempo, llorando desconsoladamente con el bebé en sus brazos.      

Se despertó con una gran amargura, hacía veinte años que tenía el mismo sueño, todas las noches. Pero ahora había dos cosas que lo mantenían totalmente concentrado y alejaban esas imágenes del pasado. Pronto llegarían y no había hecho nada de comer, se sintió un pésimo anfitrión. Meditó algunas horas y se vistió como de costumbre: la túnica de color miel con los bordes dorados. Se lavó la larga barba y continuó meditando en paz. Quería aprovechar todo lo que pudiera, pues si los rumores eran ciertos, con esos dos no tendría mucha tranquilidad. Esperó un poco más y la ansiedad lo invadió, así que salió de la casa con forma de planetario y se encaminó rumbo a la frondosidad; la canción estaba siendo cantada aún, eso significaba que todavía estaban en la costa y no habían entrado al bosque.   
Intuía que no vendrían solos (aparte de Lepra) sino que Pedro también los acompañaría, después de todo, esa era la tarea que le había encomendado hace siglos. Inmediatamente recordó una de las tantas profecías que había escuchado a lo largo de su vida:
‘’Un hombre de apellido Kimhote cambiará la historia para siempre’’.
Sonrió y se preguntó como estaría el pequeño Pedro, del que seguramente no había quedado ningún rasgo de su niñez. Estaba aburrido y los elementales parecían haberse perdido o retrasado; lleno de impaciencia, pronunció un conjuro y dividió su cuerpo en fragmentos para conectarse con la naturaleza y los seres vivos de Agda, era algo que hacía a menudo para interactuar con otras formas de vida (aquellas que no se podían comunicar mediante los métodos humanos). Tras una hora, los cuatro hombres aparecieron y Fismut volvió a la normalidad, cosa que dejó anonadados a los visitantes.
- Bienvenidos a Agda- los saludó amablemente.
Ni Kay, ni Sony ni Natal tuvieron las fuerzas para responderle, fue como si una piedra se les hubiera quedado atascada en el estómago.
- Yo he oído tanto de ustedes, como vosotros de mí- continuó el mago con pasividad, se lo notaba espléndido y muy contento.
Kay y Sony realizaron una reverencia, Natal miró hacia atrás muy tarde y no participó; Lepra apretaba los dientes, luego suspiró y le dijo al mago.
- Llegué tarde, maestro. Meddes se salió con la suya por décima vez, ya me las pagará…
Pero Fismut pareció no prestarle atención y permaneció atento a los nuevos huéspedes. 
- Pedro Kimhote, mírate. Estás enorme y viejo.
- La última vez que nos vimos yo era solo un niño- respondió Natal, con algo de timidez. Fismut sonrió y le dirigió la mirada a los JEN, por alguna razón, su rostro parecía iluminarse cuando los veía.
- Kay Montarnen y Sony Dameron, casualmente descendientes de los ocho guerreros y al mismo tiempo, los misteriosos JEN- los dos muchachos contemplaron al nuevo personaje con recelo- Yo creo que su presencia le será importante para muchos seres de este universo…
- Te vi en las memorias de la estatua de Jimonte, el año pasado- le dijo Kay- Eres igual a como lo eras en aquel entonces.
- Fui un inmortal, muchacho- la voz de Fismut resonaba y denotaba sabiduría- A lo largo de toda mi vida, me nombraron con una gran cantidad de nombres, hasta escribieron cuentos…
- Hay tantas preguntas que me gustaría hacerte…- habló Natal.
- Estoy involucrado en casi todas sus aventuras, indirectamente- respondió Fismut- Pero primero entren a mi hogar y coman algo, deben estar hambrientos.
Los cinco personajes continuaron caminando por el bosque en dirección al edificio con forma de planetario.
- ¿De qué se trata todo esto? ¿Cuál es el propósito de los JEN? ¿Quién es el amo de Meddes? ¿Cómo haremos para que las bestias demoníacas no vuelvan a despertar en tan solo tres días?- Natal no aguantó- Pido disculpas por mi comportamiento, pero estoy verdaderamente desesperado. Por primera vez, no sé que hacer. Todo este… asunto me vuelve loco.   
Fismut asintió comprensivo.
- Tengo un plan. No te preocupes. Hay una solución, pero antes que nada, quiero que nos los tomemos con calma. En caso contrario, las cosas no saldrán bien- Natal suspiró abatido, a lo que Fismut agregó- Cumpliste con tu parte del trato, sacrificaste tu propia felicidad para encontrar a los JEN.
- Bueno… te fallé, en realidad. Me casé y estuve apunto de tener un hijo, renunciando a mi inmortalidad y a mi búsqueda.
- Lo siento mucho, Pedro. Tenías todo el derecho de hacerlo. Ya imagino como habrán terminado las cosas… puedo notar tu tristeza- luego le dirigió una rápida mirada a Kay y Sony que yacían detrás en silencio- Aunque… aquellos dos parecen estar bien educados- Natal se sonrojó y carraspeó- Lo lograste, eso es lo importante. Yo confiaba en que lo harías. Siempre fuiste el elemental al que más estimé por tu coraje y tu voluntad, probablemente no sea correcto que lo diga, pero no puedo evitarlo. Elegirte fue un acierto entre tantos errores que cometí.    
A Lepra no le gustó para nada el comentario, casi nunca lo veía de buen humor, al principio pensó que estaba siendo demasiado desleal, pero… aquella sonrisa en el rostro del mago parecía ser auténtica. ¿Tan contento podría estar por conocer a los JEN o reencontrarse con uno de los primeros elementales? Lepra no lo entendía.
- No sé que decir, gran mago.
- Llámenme Fismut, todos ustedes. Soy su amigo, se los aseguro- el mago volvió a sonreír, Sony y Natal se sentían cautivados con su presencia. Kay, en cambio, tenía la mente en otro lugar- Ya estamos por llegar.
Arribaron la construcción con forma de planetario, más sorprendente de lo que hubieran imaginado… en primer lugar, yacía un muro que lo rodeaba en donde no había puerta, bueno, una puerta física… en su lugar, había una capa mágica que brillaba en un juego de luces que caían como la lluvia sin apartarse de la forma rectangular que moldeaban.    
- Si sus intensiones no son buenas, la barrera no les permitirá entrar- les comentó Fismut. Sony y Natal pasaron sin problemas, el asunto se vio complicado cuando le tocó a Kay; quiso avanzar pero una barrera invisible lo rechazó y lo empujó hacia afuera. Furioso, se levantó del suelo y encendió una llama en su mano…
- Tranquilo- le dijo Fismut- Lepra tampoco puede entrar, así que la desactivo temporalmente para que entre y salga.
La barrera mágica desapareció, Lepra entró primero. Kay apagó la llama, respiró profundo y le siguió con la cabeza mirando el suelo.
Sony y Natal miraban a Kay con devoción; Fismut parecía no prestarle total atención.
Continuaron caminando por un espléndido jardín, repleto de los árboles con forma de conos (pero muchos más pequeños) y un césped amarillo; se organizaban perfectamente en los alrededores, como los de un parque. Poco después, estuvieron a metros de la entrada del planetario. Sony y Natal se quedaron anonadados con la inmensidad del edificio; el cual se asemejaba a un barril grisáceo o al caparazón de una tortuga.  
- Agda es un planeta muy pequeño, vinimos a parar aquí cuando Morgana pereció. El rey nos ofreció un techo en este lugar, era un inmenso sapo parlante, los hubiera vuelto locos- les contó Fismut- Falleció tiempo después y nos hicimos cargo de su palacio. No hay humanos en este planeta ni seres muy inteligentes, algunas especies nos temen y otras nos apoyan.
- No imagino lo que debe ser mantener este lugar…- vociferó Sony.
A continuación, Fismut torció las muñecas y las puertas del edificio se abrieron en forma de espiral. Adentro había una enorme chimenea hacia un costado, sin el fuego encendido; la rodeaba una mesa triangular de madera (con la comida servida en platos y demás utensilios), sillas, alfombras extravagantes, cuadros raros y antorchas en las paredes. El espacio era tan enorme como el de un gimnasio, pero los elementales notaron que los dos anfitriones solo utilizaban pequeños sectores, todo lo demás estaba oscuro, vacío, sucio o mal iluminado. Del otro lado había estanterías que llegaban hasta el techo (el cual yacía a cincuenta metros del suelo) repletas de libros. Fismut los invitó a pasar y a sentarse en la mesa triangular, los visitantes obedecieron y se ubicaron en los segmentos del triángulo. La puerta principal se cerró y la descomunal habitación se tornó un poco más oscura. Cenaron todos juntos, ni Kay ni Lepra tenían mucho apetito. Sony, Natal y Fismut se la pasaron comiendo hasta que quedaron satisfechos. Los elementales del viento y la lava agradecieron la hospitalidad y la comida.
- Fismut, queremos saberlo todo- musitó Sony- Quiero saber porque Kay y yo fuimos elegidos como los JEN y que es lo que tenemos que hacer.  
El mago tomó un trago de vino y respondió.
- Probablemente mi respuesta no sea la que busquen y les genere aún más dudas. Pero para empezar, tienen que saber lo indispensable…
Sony y Natal posaron los codos sobre la mesa, muertos de curiosidad. Kay también escuchaba pero con indiferencia.
- Hay muchos secretos que guardan relación con el cosmos, la identidad de los JEN es uno de ellos y ciertamente, el más misterioso de todos. Yo nací en el primer mundo que practicó el Böju, aquello que fue, vulgarmente, conocido como la magia. Vivíamos bajo una sociedad fuerte y próspera…- el aspecto nítido y alegre de Fismut desapareció- Pero todo cambió cuando fuimos castigados, por un asesino, un ser que se creyó digno de jugar con las vidas ajenas- Fismut apretó los puños, las paredes comenzaron a sacudirse- El amo de Meddes- suspiró y todo volvió a la normalidad- El titán Vrogh.   
Los ojos de los elementales se abrieron como platos, incluyendo los de Kay.
- ¿Dijiste un ‘’titan‘’? ¿Esas cosas existen?- preguntó Sony.
- El mundo lo ignora, pero sí, alguna vez en el tiempo existieron.
Sony tragó saliva, petrificado. Natal sentía un calor en el pecho y Kay yacía serio y pensativo.
- Yo escapé gracias a mi madre, ella se sacrificó para que yo pudiera vivir- retomó Fismut, un poco más calmado- Vagué por el cosmos durante mucho tiempo y el rumor de los JEN se empezó a esparcir por todos los lugares que visitaba… finalmente acudí a los Inmortales, los líderes del planeta Morgana y me quedé con ellos. Conocían mucho sobre los supuestos elegidos, aquellos que tendrían una fuerza aún mayor que Vrogh, pero su proveniencia resultaba ser un misterio. Nadie sabía si existían en verdad o si solo eran una leyenda. No fue hasta después que descubrí que la palabra JEN provenía de la antigua lengua de los titanes y significaba: ELEGIDOS POR ÉL.
- Entonces… la habilidad de controlar la realidad, la súper fuerza, la posibilidad de doblegar momentáneamente la voluntad de los individuos, los monstruos en nuestro interior, la extraña conexión que tenemos. Alguien nos eligió…- dijo Sony, Kay lo miró directamente a los ojos.
- Vaya, descubrieron muchas. Más de las que esperaba- exclamó Fismut- Todos esos poderes se los otorgaron. Nadie sabe quién
- Pero… tú me dijiste que aparecerían cuando uno de los elementales traicionara al resto- musitó Natal- Me lo dijiste antes de partir. ¿Cómo lo supiste?
Fismut rió nervioso.
- Un amigo mío que es vidente me lo dijo. Van a conocerlo, de seguro. 
- Ya veo…
- Esas bestias que llevan en su interior son el miedo más grande de Vrogh, esa fue la razón por la que creó la organización conocida como la Luz Oscura y les ordenó, a todos sus miembros, buscarlos. Meddes los encontró.
- No lo entiendo… ¿Cuál es el propósito del titán?- preguntó Natal.
- Lepra estuvo mucho tiempo vigilando a Meddes y escuchó lo que le ordenaba. Por alguna razón, quiere conocerlos.
- ¿Conocernos?- exclamó Sony.
- La voz le ordenó a Meddes que los llevara ante su presencia- habló Lepra, quien había estado en silencio todo este tiempo.
- ¿Para qué?- Sony frunció el entrecejo y apretó los dientes.
- Vrogh está encerrado, vivo pero encerrado- continuó Fismut- Es por eso que tiene que tener lacayos. Sino los hubiera buscado él mismo. Pero ahora hay una diferencia… está libre.
- ¿Cómo?- preguntó el elemental de la lava.
- Recuerdo que hace mucho tiempo te dije que habrían señales cuando los JEN aparecieran, un preludio…- Fismut se dirigía a Natal, este último asintió desconcertado- Bueno…
- Mi pueblo solo conocía el preludio de una profecía con relación a los JEN- interrumpió Lepra- La cual decía que los JEN deberían cruzar el cosmos para encontrar al templo de la muerte y revelar todos sus secretos.
- ¿El templo… de la muerte?- dijeron Sony y Natal al unísono, boquiabiertos. Todo parecía pintar cada vez peor.
- Allí estuvo encerrado Vrogh desde hace épocas olvidadas- dijo Fismut- Pero sus puertas volvieron a abrirse… solo hacía falta una sola, que una única bestia despertara para que estas se abrieran.
- ¡Eso quiere decir que hay una relación entre los titanes y los JEN!- exclamó Sony.
- También lo creo- combinó el mago- Es un lugar muy místico y lleno de poderes antiguos. Por eso creemos que el templo de la muerte es el único lugar donde podrán salvarse; así, los demonios que contienen no se descontrolarán…  
- Muy simple- habló Kay con la voz apagada y distante- Si no llegamos antes de que los tres días se cumplan, los monstruos tomarán el control. Por lo contrario, si logramos entrar al templo y nos salvamos de eso, un despiadado titán genocida nos asesinará- lanzó una risa sarcástica y continuó- Menuda ironía.
- Lo derrotaremos- afirmó Sony, sin siquiera creer en sus propias palabras- Pero… ¿Cómo vamos a ir hasta allá?
- Solo hay un individuo en toda la dimensión Nox que sabe como, y descuiden, es un viejo colega mío- sonrió el mago- Los llevaré a su planeta y él sabrá que hacer.
- De planeta en planeta…- murmuró Natal.
- ¿Habremos sido elegidos por Vrogh?- preguntó Sony, posando su mano derecha por el mentón.
- No sabría decirte, Dameron- le dijo Lepra.
- ¿Y Meddes? ¿Cómo entra en toda esta historia?
- No siempre se llamó así- Fismut se puso de pie y les hizo una señal para que lo siguieran hasta la biblioteca- Ni tampoco es un ser humano ordinario.
Los elementales siguieron a Fismut y este hizo volver a aparecer su cetro para que uno de los libros de las estanterías, cayera a sus brazos. Lo abrió y les enseñó el retrato dibujado del que parecía ser un importante mago de antaño: sin cabello, barba larga blanca como la de Fismut, ojos oscuros, nariz larga respingada, arrugas en los pómulos, un tatuaje en la frente con forma de látigo y un traje amarillo, como el de un sacerdote u obispo de nuestro mundo.   
- Fue mi amigo, su nombre era Arcas Sannon, famoso hechicero entre los Inmortales y miembro de su facción más poderosa.
- ¿Y que parentesco tiene este sujeto con Meddes?- preguntó Sony.
- Arcas fue su padre- respondió Fismut- Hace veinticinco años, Arcas perdió al amor de su vida y por ende, tampoco tuvo hijos. Morgana era una sociedad muy estricta con respecto a la reproducción sexual y las relaciones de este tipo estaban prohibidas antes del casamiento. Esto se debía a que era un mundo muy pequeño y la superpoblación era un tema vigente. Mi querido amigo sufrió una importante depresión y la compañía no le hacía efecto; a medida que pasó el tiempo, se volvió solitario y raro. Tardamos mucho en descubrirlo… Arcas había robado un libro sagrado del museo secreto de los Inmortales y con magia prohibida, formó un individuo, al que le adjudicó su propio nombre. El muchacho creció rápidamente y cuando ya parecía haber alcanzado la mayoría de edad, Arcas intentó introducirlo en las facciones del Böju, cosa que resultó, pero las sospechas con respecto a su procedencia aumentaban. Por lo que se realizó una investigación y tras los años, se descubrió el delito. Arcas fue condenado a prisión y falleció allí de un ataque al corazón. Su hijo amaba a su padre con locura y experimentó un inmenso dolor que se convirtió en odio hacia su gente. Los morganos lo ignoraban y discriminaban por su aspecto, además de que su historia se vio difundida entre los pobladores. El muchacho fue cargando con la discriminación y la pérdida de su único familiar, sin embargo, llegó hasta el rango de sacerdote y lo mantuvieron bajo mi tutela por poco tiempo; los inmortales desconfiaban y querían conocer todos sus movimientos. El hijo de Arcas supo esto y… aún no se como, de la noche a la mañana apareció con nuevos e inimaginables poderes y se vengó de todos nosotros. 
- Los… exterminó a todos- dijo Sony. Lepra bajó la cabeza lleno de odio.
- He visto a dos civilizaciones enteras perecer entre las llamas y la muerte. Y créanme… eso es algo que nunca se supera- Fismut cerró el libro y lo elevó por los aires para volverlo a su lugar. Kay recordó las imágenes que había revivido en los recuerdos de su enemigo durante la batalla.
- ¿Cómo obtuvo sus poderes?- preguntó Natal.
- Nadie lo sabe- contestó el mago- Creemos que el titán se los dio, pero considerando que en esa época continuaba encerrado, lo vemos imposible.
- A pesar de todo, lograron sobrevivir…
- Fui al hogar de los Viman, uno de sus ancestros elementales había aceptado venir conmigo al planeta Morgana. Allí, me dieron a Lepra siendo tan solo un bebé y escapamos juntos…
- Espera… ¿Siendo un bebé?- Natal alzó las cejas- Él nos dijo que no pudo completar su entrenamiento porque su planeta fue destruido…
Lepra ni se mosqueó.
- Para nada, yo le enseñé el Böju y todo lo que sabe- dijo Fismut.
Natal se dirigió a Lepra muy molesto.
- ¡Me mentiste porque no querías enseñarme!
- No naciste en Morgana, ya lo dije, no eres digno…- respondió Lepra con la mirada soberbia.
- Lepra, por favor- le habló el mago con su potente voz- Sería de gran ayuda que supieran como controlarlo.
- No hay tiempo para eso- insistió Lepra y se cruzó de brazos.  
- Meddes los traicionó, seducido por un poder maligno y la venganza- dijo Sony y observó a Kay, quien miraba el suelo. De repente, otra idea le invadió el cerebro- Me sorprende que Hariet no tenga nada que ver con esto.
- El arqueólogo que encontró los nueve corazones… fue oportuno que Yará, el líder de los Inmortales de la doceava generación, me dijera sobre dicha catástrofe- siguió hablando el mago- Acudí al mundo prodigio y me topé con quienes más tarde serían conocidos como los Elementales. Sabía, de todas maneras, que el poder de Hariet no podía ser igualado, así que le ordené a José que fuera a buscar la espada divina para derrotarlo. Curioso que a pesar de esto, no fue él a quien la espada eligió como su portador…- Fismut le lanzó una mirada a Kay. El muchacho se la devolvió pero movió la cabeza rápidamente, avergonzado- Los Elementales vencieron al Oscuro y vaya… tuve que pensar rápido, pues comenzaron a pelearse entre ellos por la tenencia de la espada y tuve que quitárselas, resguardándola nuevamente en el Templo Azteca, sumando nuevas y letales trampas- Kay sonrió para sus adentros, recordando los cinco soles que protegían la reliquia- Me quedé con Pedro por un tiempo y sabía que solo podía confiar en él para la misión más importante de todas- Natal sonrió disimuladamente- Pasaron los años y descubrí que el alma de Hariet aún vivía y seguía rondando por el mundo, lo cual era un peligro. Su cuerpo había sido encerrado en una caja especial que los Inmortales habían creado. Conociendo los riesgos, envié a Jimonte al Zen y este logró simpatizar con las razas de allí, al mismo tiempo, yo fui por el ataúd en Morgana y nos encontramos a kilómetros de la que ahora conocen como Zimpat. Creamos el Templo de Jimonte y con magia muy avanzada, atrapamos al alma del Oscuro y lo encerramos en una prisión fantasma. La caja negra fue oculta en el reino donde Jimonte se había convertido en Rey; gracias al tiempo que pasó conmigo, desarrolló la habilidad de la teletransportación mediante las estatuas con forma de águila. Cuando envejeció por haber cedido sus poderes elementales, antes de morir, me pidió un favor… quería verlos, aunque faltara mucho tiempo. Hice lo que pude y Jimonte viajó a un instante de sus vidas solo para conoceros- Kay, Sony y Natal recordaron la extraña luz del año pasado.  
- Pero el alma de Hariet despertó por Minos, uno de los descendientes de Jimonte…- dijo Natal.
- Lo supe. Yo creo que D… el Oscuro se vio atrapado en ese cuerpo y necesitó utilizarlos para librarse de él.
- ¿Estas diciendo que nos engañó otra vez? ¿Mintió cuando dijo que solo quería el cuerpo del último elemental del agua?- dijo Kay y Fismut asintió. A Sony y Natal no les sorprendió, el elemental del fuego notó esto- ¿Ustedes lo sabían?
- Tú querías una vida normal…- le dijo Sony- No queríamos preocuparte.
- Bueno, eso ya no es un problema. Fue derrotado y si no volvió a aparecer es por temor. Vrogh es el asunto… al que parece que estuvimos ligados desde el principio- afirmó Kay.
- No se confíen. Pero bueno, ahora lo importante es que lleguen al Templo de la Muerte, ya saben toda la verdad. 
- Meddes provocó a Kay para que la bestia despertara…- dijo Natal. Kay respiró profundamente- Vrogh le ordenó que lo hiciera para que el templo se abriera y estuvieran obligados a acudirlo. Todo eso solo por ¿conocerlos? Sus intensiones deben ser otras, de seguro querrá matarlos…
- Que lo intente- dijo Kay- Si ese es el que ejecutó la orden, pagará las consecuencias.
Lepra miró a Fismut de una forma muy extraña.
- El titán los está llamando…- habló el mago.
- Yo creo lo mismo que Kay- combinó Sony.
- Sus hazañas son famosas por varios seres de la galaxia, sé que vencieron a Dimitrion y a José, ambos influenciados por la marca negra del Oscuro- Fismut se acercó a los JEN y tomó a ambos de los hombros- Conocieron a todo el resto de elementales y presenciaron la muerte de varios de ellos, incluyendo a esa pobre chica que no pudo dar toda su valía en vida- Sony sintió una punzada en el corazón- Yo no me preocuparía por Vrogh en estos momentos, más bien, lo haría por Meddes. ¿Podrán enfrentarse a un ser con la locura de Dimitrion, los ideales de José y la inteligencia de Minos? No solo querrá destruirlos, sino muchos más y cuando lo descubran ya será demasiado tarde. Miren lo que pasó la última vez…- Kay se sintió fastidiado y se alejó de Fismut- Se están por enfrentar a un individuo que se distingue por mucho de sus antiguos enemigos. Meddes va a querer jugar con sus mentes, intentará encontrar su mayor debilidad y sus peores miedos, los usará a su provecho, no tendrá compasión. Es un mago oscuro. No lo subestimen ni se dejen corromper…
El elemental de la lava tragó saliva y se sintió un poco desanimado. Fismut soltó el hombro de Sony, caminó hacia otro lado y continuó hablando.
- Tiempo después del genocidio, el joven se dio a conocer como Meddes y se proclamó el último superviviente de la Luz Oscura. Lepra y yo creemos que Vrogh le ordenó acabar con todos. Los miembros de dicha organización eran hechiceros extravagantes y poderosos, si nuestra teoría es cierta, Meddes es más peligroso de lo que podemos imaginar. Solo quiero que sean precavidos y que no se dejen llevar por el odio personal ni la venganza.
Kay se apartó. Fismut lo observó y agregó.
- Ni siquiera yo soy capaz de hacerle frente, pero bueno, ya estoy viejo…
- Yo los controlaré- dijo Natal y le estrechó la mano.

- Confío en ti, Pedro- Fismut cumplió con el apretón- Los transportaré a Cálaz, el planeta de mi viejo compañero, Jhor.  

martes, 24 de octubre de 2017

El Planeta Agda: CAPÍTULO 6.



El Planeta Agda: CAPÍTULO 6.

Aquellas puertas blancas de inmenso tamaño que llevaban extrañas rejas e insólitos símbolos antiguos, además de tierra, telarañas, polvo y suciedad, se abrieron de par en par. 
El grupo, más perturbado que nunca, se adentró en aquel nuevo salón. Si algo bueno tenía Lepra como persona era que sabía perfectamente como dejarlos anonadados. Para empezar, el techo era de cristal, múltiples formas puntiagudas lo rodeaban por completo, a través de ellos podían reconocer sus propios reflejos uniformes. A diferencia de la zona anterior, esta se encontraba fuertemente iluminada, y no por las antorchas o el techo… sino que en el centro yacía una enorme fuente de agua; formada por oscuras rocas de gran tamaño y una única escalera que te permitía subir a las rocas y zambullirte en ella (como un trampolín). Las aguas burbujeaban como si estuvieran a altas temperaturas y todos los colores del arco iris se plasmaban con hermosa pasividad. Kay tragó saliva y olvidó todo lo que estaba sufriendo por un momento, a sus compañeros les ocurrió algo similar.
También había fragmentos de piedra putrefacta en los alrededores de la fuente, parecían haber pertenecido a algunos monumentos de la época antigua.
- Esta es nuestra vía de acceso y escape- dijo Lepra con los ojos brillosos.
Natal sacudía la cabeza como si estuviera negando, lo que en realidad era un reflejo por la sensación que estaba padeciendo.
- Sin duda, todo lo que conocemos es un grano de arroz- pensó.
- Esto nos llevará a la dimensión Nox, a mí universo- dijo Lepra, con la misma naturalidad que uno habla de la dirección de su hogar.  
- ¿La dimensión Nox? La mencionaste antes…- habló Sony.
- Tal vez sea muy pronto para que lo sepan, pero yo lo creo conveniente: Solo existen dos dimensiones, son las dos mitades del universo. La Tierra es el único puente entre ambas.
- ¿Ppp…por qué?- preguntó Natal; nerviosismo, frustración y curiosidad, eso era todo lo que sentía.
- No eres tan inteligente como pareces- le respondió Lepra en un tono despectivo- Me informaron que el año pasado viajaron al Zen. ¿No?
- Entonces… la Tierra es el único puente entre las dos dimensiones porque se encuentra inmerso en el plano, está atrapado entre las dos- habló Sony de inmediato. Lepra se sobresaltó de la sorpresa.
- Dameron es muy audaz…- pensó y habló en voz alta- Si. La línea que divide a las dos mitades se encuentra en la Tierra, lo que la convierte en el centro del universo y en el único mundo que lleva dos realidades alternas: La que ustedes viven y la del Zen. 
Kay, con una voz apagada y seria, dijo:
- Vives en la misma dimensión que Dayas. Es como si decidiéramos ir por el espacio pero desde la realidad de él.
Lepra asintió.
- Ahora basta de enseñanzas y prosigamos. 
Continuaron contemplando el nuevo escenario hasta que Natal preguntó:
- ¿Y… tu familia? ¿Cómo fue a parar a otro planeta?
- Invitación de mi maestro, supongo- respondió Lepra.
- ¿No lo sabes?
- No.
- Tu familia viene de la Tierra. ¿Ya lo sabías, no?- preguntó Sony.
Lepra asintió sin responder.
- Antes de emprender el viaje quisiera preguntarte si conoces las intenciones de Meddes- habló Natal. Kay prestó exhaustiva atención.
- Lo único que voy a decirles ahora es que tiene un amo. Quien le da las órdenes. Eso es todo.
Otro recuerdo se apoderó del elemental del fuego.

‘’ - ¿A quién sirves?- preguntó Kay.
- Al poderoso Vrogh, insignificante humano. ’’

- Ahora presten atención- dijo Lepra, saturado de tantas preguntas- Voy a abrir el portal y cuando lo haga tendrán que entrar inmediatamente. ¿Está claro?
- ¿Y donde estará el portal? Solo veo esa fuente de agua- dijo Natal.
Lepra resopló con fastidio y volvió a hablar.
- La fuente es el portal. Se tienen que meter adentro, sumergirse en las aguas. ¿Se entiende?
Sony y Natal tragaron saliva. Kay, que en el pasado hubiera sido el primero en quejarse, se adelantó y subió por las escaleras.
- No hago esto por mi vida. Sino para vengar a mi novia. Buscaré a Meddes hasta el fin del mundo- dijo con una voz siniestra.  
Sony sentía mucha empatía por su amigo, sin embargo, sabía que algo no andaba bien…
Lepra apretó los dientes y agitó la cabeza de un lado a otro, en ese preciso instante, todas las rocas levitaron por los aires, dejando a la fuente desnuda. A continuación, las burbujas aumentaron y un remolino apareció entre las aguas; el espectáculo más maravilloso que habían presenciado.
- AHORA- indicó el elemental de la tierra.
Kay se zambulló en primer lugar. Natal le siguió con cierta desconfianza. Sony era el siguiente, pero no fue de inmediato, tomó a Lepra del cuello y le dijo.
- Meddes le está siendo perder el rumbo a Kay, su razón está nublada. Puedo sentirlo y sé que tú también lo notas. Si no lo ayudas, no me importa de quien seas pupilo, te…
- No me vas a hacer nada, Dameron. Lo sé- respondió Lepra con la mirada soberbia- Ahora déjame en paz y métete a la fuente.  
Sony lo soltó, lleno de rencor y se zambulló.

El interior estaba confuso, similar a cuando uno se mete al mar e intenta abrir los ojos bajo el agua sin antiparras. Contuvieron la respiración, esperando que algo pasara y de repente, Natal sintió que alguien lo tomaba de la axila y lo impulsaba hacia arriba; a los JEN les sucedió lo mismo segundos después. Ascendieron a la superficie, quitando las cabezas del agua para respirar; todos ellos sabían nadar. Ya no estaban en el interior de la cueva, sino al aire libre… a metros de la costa; pues sí, flotaban sobre el mar. El ambiente era bastante caribeño: calor, viento, arena y palmeras. Se miraron los unos a los otros, encantados con la magia. Lepra apareció unos segundos después y respiró profundamente para tomar aire. 
- Llegamos- dijo mientras se refregaba los ojos con una mano y flotaba con la otra y sus pies.
Todos ellos tenías los cabellos empapados y pegados a la cabeza; flotar con las olas del mar resultaba cada vez más agotador.
- Vamos a la orilla, pronto- ordenó el elemental de la tierra.
Los elementales nadaron hasta la costa y en el transcurso, examinaron el nuevo mundo; muy similar a las islas del caribe de la Tierra.
La arena era suave y clara; tardaron algunos minutos en pisarla y acostarse en ella para descansar.
- ¿Cómo es esto posible? Nos metimos en la fuente y en segundos aparecimos aquí- dijo Sony, exhausto.
- Es un portal Dameron, ya se los dije muchas veces- respondió Lepra de mala manera e hizo un chasquido. Una bola de aire caliente los rodeó y los sacudió como si fuera un gigantesco aire acondicionado. Ahora estaban secos, sin arena atascada, y algo húmedos.
Natal realizó una sonrisita burlona, de verdad que ese chico era el aprendiz del mago.
- De pie. Nos vamos.
El trío siguió a su guía, Kay estaba realmente perdido… tenía tantas cosas en la cabeza que no sabia a cual prestarle más atención. La culpa, la furia, la angustia, la vergüenza, la venganza… ¿Fue él quien mató a todos sus vecinos? ¿Se comió a todos los habitantes de Morena como un auténtico monstruo? ¿Había causado la masacre más sangrienta y desagradable por haber perdido el control cuando Agustina murió? Detuvo la caminata y dijo en voz alta.
- ¿Para qué?- preguntó en voz baja. El resto del grupo notó su reacción y lo observó detenidamente- ¿Por qué hacer tanto alboroto por mi vida? Fui yo quien acabó con la vida de decenas de inocentes… de mujeres, de niños…- empezó a sollozar y a llorar- ¡No tiene sentido salvar mi vida! ¡SOY UN ASESINO!
- Porque si no encontramos la manera de salvarte en tres días, morirás… pero eso no es todo, sino que la bestia volverá a despertar y el mundo pagará el precio- dijo Lepra con frialdad. 
Kay gritó desesperadamente y se arrodilló en el suelo a lanzar puñetazos a la tierra mientras los nudillos se le enrojecían. 
- ¡Lo odio! ¡Lo odio! ¡Maldito sea! ¡Odio ser un JEN!
Sony se le acercó con delicadeza.
- Sé que haz sufrido mucho, pero quiero que sepas, que pase lo que pase, yo siempre estaré para ti- le dijo. Se había arrodillado para poder hablar con su amigo.
Kay lo empujó para alejarlo. Sony perdió el equilibrio y se cayó al suelo, se levantó rápidamente y se alejó.
- No te necesito.
- Kay, por favor- habló Natal- Muchos murieron pero si es verdad lo que Lepra dice, muchos más morirán si no hacemos esto. Esa bestia no eres tú y tampoco es tu culpa que la hayas despertado. Fuiste utilizado por Meddes. Eres un ser humano y como todos, hay ciertos impulsos que no podemos controlar. Le quitó la vida a tu novia y eso te hizo perder la cordura. ¿Y cómo sabías que eso provocaría el despertar de un monstruo? ¿Acaso cuando perdiste la razón de tus actos solo sentiste deseos de desquitarte con todos los demás?
- No…- dijo Kay en voz baja- Fue como si me hubiera desmayado.
- Exacto… como ya dije, esa bestia no eres tú. Ni nunca lo serás. Es horrible lo que pasó en Morena, pero tenemos la posibilidad de impedir que algo así vuelva a ocurrir en cualquier parte del mundo. Si no quieres hacerlo por tu vida, está bien. Hazlo por los demás… como cuando deseaste ayudar a los Kiceanos aquella vez que fueron secuestrados o como cuando tomaste la espada divina para salvarlos a todos. Eres un héroe, Kay. No un asesino.
Kay había parado de llorar y se secó las lágrimas con la ropa; se puso de pie y dijo.
- Está bien, más tarde pagaré por mis pecados- luego se dirigió a Sony- Lo siento.   
Sony asintió y le dijo.
- Si sirve de algo, solo vi al monstruo, no a la muerte de Agustina. Tardé en relacionarlo todo. Perdón, hermano.
- ¿Ahora podemos seguir caminando?- preguntó Lepra con indiferencia.
Natal, Kay y Sony asintieron al mismo tiempo.

‘’ - El último de los morganos contra el último miembro de la Luz Oscura, probablemente eso te depare el destino, Lepra- le dijo el mago, de espaldas en una inmensa habitación ancestral- Por eso y solo eso te entrené durante tanto tiempo. Yo creo que eres el único que puede derrotarlo. 
Lepra apretó los dientes y realizó una risa pedante.
- Lo mataré. Sé que lo haré, aunque me cueste la vida. ‘’

- Sé que lo haré, aunque me cueste la vida- repitió Lepra en su mente- Aunque haya otros queriendo ocupar mi lugar…

Se adentraron en un extraño bosque, donde los troncos de los árboles tenían la forma de conos y las hojas eran azules y amarillas; la vegetación se extendía metros y metros hacia el cielo; la luz de un sol iluminaba con fervor. Siguieron el sendero y se alejaron rápidamente de la costa, caminaron durante algunos minutos hasta divisar a casi un kilómetro de distancia, una construcción circular gigantesca, similar a un planetario.
- Allí es- indicó Lepra.  
El viento sacudía los enormes conos, no hacía ni calor ni frío, y a medida que se fueron acercando al lugar de destino, aparecieron flores de cristal que brillaban entre las sombras e iban atenuando sus destellos por momentos. Los elementales dedujeron que permanecían encendidas durante la noche.
Entre los conos había un espacio abierto donde pudieron contemplar tres lunas en el cielo azul, conformando un triangulo invisible. Por otra parte, distintas e insólitas criaturas se asomaban entre las flores exóticas y examinaban a los nuevos huéspedes.
- No se asusten- dijo Lepra en tono de burla- Son inofensivas, si no les hacen nada malo…
Aquel orbe guardaba otras cuantas sorpresas, una voz femenina se escuchaba en el horizonte, lírica y dulce. Kay respiró hondo y recordó todo lo bueno que había vivido con Agustina; Natal pensó en Verónica y en su hijo, y Sony… en la mujer que le hablaba en sueños y que nunca había conocido. La que le brindaba fuerzas con la misma canción de siempre, la que particularmente estaba siendo cantada. ‘’Vive y vivirás, aleja la pena y ayúdate que un paso más debes dar’’.
- Esa canción… ¿Qué significa?- preguntó Sony a Lepra.
Lepra rió sarcásticamente.
- Es una melodía muy conocida entre los diferentes mundos, me la cantaban cuando era un niño. Creo que la compusieron en el alto mundo, no estoy seguro…
- ¿El alto mundo?
- No hay tiempo para esto, cállate y camina.
Sony tragó saliva para aliviar el disgusto que se había quedado atrapado en su garganta. Natal lo tomó del hombro, comprendiendo su enojo.
- Es un muchacho complicado- le susurró al oído. Sony asintió.
La canción dejó de sonar y los pequeños seres huyeron inmediatamente.
- ¿Qué pasó?- preguntó Natal.
- Todos los seres de este mundo responden a la señora de la naturaleza, la que canta la canción. Ayuda y guía a las criaturas que se encuentran desamparadas y con miedo. Canta en el día una canción y en la noche otra. Cuando deja de cantar significa que el peligro se acerca… - les contó Lepra, más calmado.
- ¿El peligro?
- Ustedes. Dameron, Montarnen. Son una amenaza para los habitantes de este planeta- Sony frunció el ceño levemente- La verdadera identidad de los JEN es muy conocida por las especies más longevas de la historia. Esas bestias que guardan en su interior masacraron a muchos de los suyos.
De repente, la corteza de algunos conos comenzó a desprenderse de los troncos a los que pertenecían; miles de fragmentos volaron por los aires y se fusionaron los unos con los otros.
- ¿Qué es eso?- preguntó Sony, anonadado.
- Es él- sonrió Lepra con la boca cerrada y los dientes apretados.
Las cáscaras de los árboles amoldaron la figura de un nuevo individuo. Lepra no necesitó explicar más, los elementales sabían perfectamente a quien estaban apunto de conocer. El hombre que había creado Sarmander, el que había unido a los elementales, el que había resguardado la espada divina nuevamente en el templo (asegurando su cuidado con magia aplicada a la mitología azteca), el que había encerrado el alma de Hariet en un templo secreto, el que le había permitido a Juan Jimonte viajar hacia el futuro y salvarlos en cierta ocasión, el que había escrito el libro de hechizos, el que le había dado la misión a Pedro de ser inmortal y buscar a los JEN en la Tierra.

Morgán había usado su nombre de pretexto para que Dimitrion asesinara a los Montarnen hace casi veinte años atrás. El mago más proclamado, mencionado y respetado que habían escuchado nombrar miles de veces, finalmente en carne y hueso. El gran…

martes, 17 de octubre de 2017

La Cueva: CAPÍTULO 5.



La Cueva: CAPÍTULO 5.

- Lo siento mucho…- dijo Sony, un poco apenado por haber preguntado.
- Yo era muy pequeño, apenas lo recuerdo, pero mi mentor se encargó de formarme en todas las artes de los morganos y así, mantener la memoria de mi pueblo.  
Natal, esta vez, se animó a preguntar.
- Perdona por cambiar de tema de repente- hizo una pausa, observó el gesto de desaprobación de Lepra, y continuó- Mencionaste al preludio de la profecía. Eso mismo me dijo Fismut antes de partir. ¿De qué se trata?
- No puedo decírtelo aún, son órdenes de mi maestro.
En ese momento, Natal hizo una mueca de disgusto y preguntó con un tono más severo.  
- ¿Por qué?
Kay abrió los ojos y la conversación se vio interrumpida.
- ¿Qué… qué pasó?- preguntó el elemental, desorientado y exhausto. Ninguno de los presentes le respondió. Kay recobró fuerzas para ponerse de pie, notó que Sony lo sujetaba y lo miró.
- Hermano…
Sony no se animó a hablarle y lo soltó para que recuperara la postura.
- ¿Qué ocurre…?- inmediatamente miró a su alrededor y contempló, con horror, su pueblo hecho cenizas- Santo…
Lepra apretó los dientes.
La depresión y la angustia cubrieron al corazón de Kay.  
- ¿Qué fue lo que pasó aquí? ¿Dónde está mi novia? ¿Dónde está Agustina?
Sony y Natal notaron que la marca en su cuello comenzaba a brillar en un tono azulado. Lepra se puso en guardia y a gran velocidad, movió sus manos y pies para rodear a Kay con la tierra a su alrededor.
- ¡¿Qué estas haciendo?!- exclamaron Sony y Kay al mismo tiempo.
- ¡Cálmate o volverá a salir y todos mis esfuerzos habrán sido en vano!- dijo Lepra.
- Eres… un elemental- habló Kay.
- Ya es la segunda vez que escucho eso en menos de una hora- contestó el elemental de la tierra- Me llamo Lepra y es la última vez que me presento.
- Kay, por favor, respira hondo… ya te contaremos lo que sabemos- le dijo Sony. Kay frunció el ceño pero siguió el consejo y se calmó, la marca dejó de brillar y Lepra lo liberó.
Kay Montarnen relajó los hombros y con mayor tranquilidad, le habló al nuevo personaje.
- ¿Qué es lo que volverá a salir?
- La bestia demoníaca que solo los JEN poseen.
- ¿Bestia demoníaca?
Lepra asintió y se puso en marcha.
- No hay tiempo que perder, si quieren que esto no vuelva a suceder, síganme.
Ni Natal ni Sony se animaron a contarle a su amigo que su nueva familia acababa de perecer. Pues Kay, no recordaba nada… aún.

Continuaron por la avenida principal de Morena y salieron por la única ruta que conducía al pueblo, los alrededores eran campos de cultivo (de soja y cereales) y algunos lejanos bosques. Lepra los condujo a pie hacia el extenso campo, caminaron media hora hasta que arribaron los bosques. Kay, por seguridad, se pasó todo el viaje mirando el suelo.  
- ¿A dónde quieres llevarnos?- preguntó Sony, haciéndose paso entre algunos espesos arbustos. Kay lo tomaba del hombro mientras miraba el suelo sin chistar.
- Lo más seguro es que los lleve con mi maestro. Él sabrá que hacer- respondió Lepra sin apartar la vista del sendero.
La luz del sol se aproximaba entre las copas de los árboles, pendiente de las horas. Por el momento, un escaso destello rojizo se precipitaba en algunas zonas, las sombras del bosque perduraban y evitaban la totalidad de su brillantez.
- ¿Y donde está el mago?- preguntó Natal, impaciente.
- No por aquí, en otro planeta…
Los elementales se miraron entre sí: habían pisado una isla voladora, sobrevivido a una manada de jaguares que devoraron toda una sala, enfrentado a un ejército de monstruos sin ayuda, viajado a otra dimensión, caído en una prisión fantasmal, entre muchas otras cosas más y aún así… aquello les provocó escepticismo.  
- ¿Y donde guardas tu nave espacial?- preguntó Sony con ironía.
Lepra se llenó de rencor, no era un fanático de las bromas y se tomaba todo muy a pecho.
- Estamos yendo a una cueva, allí está nuestro medio de transporte- respondió, antes de eso intentó calmarse respirando profundamente. Luego, caminó más rápido para llevarles ventaja y mantenerse alejado.
- Ese tipo es un fastidio- dijo Kay, sin apartar la cabeza del suelo.
Sony hizo una mueca.
Entonces… una imagen vino a Kay de repente, apretó los parpados y lo recordó:
‘’- Te elegí, ¿Sabes? Creo que eres el indicado. ‘’  
Sony sintió algo extraño al mismo tiempo y le preguntó.
- ¿Todo bien?
- Todo bien- mintió Kay. Eso fue todo lo que pudo retener de aquella noche, ni siquiera recordaba quien le había dicho eso.  
- Kay… hay algo que debes saber. Aún estas medio desorientado para saber que es lo que está pasando. Es mejor que lo sepas ahora que después. Agustina…
- Está muerta- afirmó Kay, interrumpiéndolo.
- ¿Lo sabías? ¿Y no dijiste nada?
- Desde que desperté lo supe, es que… no quiero hablar de eso- lo pensó bien y habló nuevamente- Bueno… tengo recuerdos vagos, como si fueran piezas de un rompecabezas. ¿Por qué sino los acompañaría sin buscarla? Sé que perdió la vida y sus padres también, pero… no recuerdo por qué.
- Enterramos a los tres… como lo merecían.
- Gracias- dijo Kay y se largó a llorar.
Detuvieron el paso y justo cuando Sony se le acercó para contenerlo, Natal se le adelantó y lo abrazó.
- Llora, no eres un cobarde por hacerlo, adelante…- le dijo. Kay rompió en llanto en los hombros del anciano elemental.
- ¿Por qué se detuvieron?- preguntó Lepra, disgustado; observó lo que estaba sucediendo y se mantuvo en silencio mientras miraba hacia otro lado, ignorándolos.
- Si recuerda que murieron pero no cómo, es porque una parte de él está reteniendo la memoria, se niega a ser revelada- pensó Sony mientras observaba a sus dos compañeros en aquel momento emotivo, luego giró la mirada y contempló al otro elemental dándoles la espalda- Ese chico no me engaña, oculta algo
- ¿Habrá otros miembros que los estén buscando?- pensó Lepra- Lo dudo, los mató a todos… ¡Si tan solo hubiera llegado a tiempo!- el puño le temblaba de la furia, un peñasco de pocos centímetros se desprendió de la tierra del suelo- Otra vez fallé. Maldito seas. ¡Te juro que no voy a descansar hasta…!
- Lepra- lo llamó Sony. Lepra relajó el puño y la roca cayó- Ya estamos listos para continuar.
- Bien.
Kay se secó las lágrimas y reprimió la horrible angustia que cubría su corazón y se posaba sobre su pecho. Natal lo soltó.
- ¿Seguimos?- le preguntó.
Kay asintió.
Lepra observó aquel trato afectivo, le llamó la atención, no veía algo así desde hace mucho tiempo. Creía estar viajando junto a un padre y sus dos hijos.  Carraspeó y ordenó:
- Vamos.

‘’ Un niño de 14 años entrenaba duro en el bosque bajo la intensa luz de la estrella más brillosa, practicaba una pose de pies y manos para efectuar un ataque frontal con la tierra, su objeto de prueba era el tronco de un árbol, recientemente cortado (no tenía copa ni ramas). Tras horas de arduo trabajo en solitario, con el peso del cansancio y el agoto de sus energías, se tropezó y se desplomó en el césped. La caída le causó un importante raspón en la rodilla, tendido en cuatro patas, suspiró insaciablemente. Su maestro lo observaba.
- Levántate- le dijo.
Lepra observó los pies de su mentor, no tenía fuerzas para alzar la vista ni mucho menos para volverse a poner de pie.
- Hazlo- insistió el mago.
Lepra hizo un gran esfuerzo, levantó las rodillas y lo logró. Pero al instante, volvió a derrumbarse y se desmayó.
Cuando abrió los ojos, seguía allí… era de noche. La herida ya no estaba y su maestro tampoco. Lepra, decepcionado de sí mismo, se sentó en el suelo, contuvo las lágrimas y se apenó de su debilidad. ’’  

Ocultos entre los numerosos árboles, avanzaron cautelosamente sin ser descubiertos, esperando el momento oportuno para atacar.
Lepra frunció el ceño y sintió como la tierra se sacudía (algo que solo él podía notar) sutilmente; hasta podía reconocer todo lo que le pasara a los árboles conectados a la tierra, aves haciendo sus nidos, pájaros descansando… y enemigos aguardando un descuido.
- ¡Elementales!- gritó- ¡No estamos solos!
En ese preciso momento, una serie de bestias descendió en manada; todos ellos armados con pistolas y cuchillos. La mayoría llevaba cuernos en sus espaldas y cabezas, otros yacían encorvados, con las camisas al descubierto, enseñando su extraña piel grisácea y tatuajes en forma de cruz, algo que los elementales ya habían visto.
- Finalmente… pagarán por haber matado a nuestro señor Morgán y a nuestros hermanos- dijo uno de los seres, con la voz tomada.
- La Cruz…- dijo Natal- Ya me preguntaba que había sido de vosotros. 
- ¿Los conocen?- preguntó Lepra.
- Es una larga historia…
Kay, Sony y Natal se cubrieron las espaldas.
- ¡Ven, Lepra! ¡Son muchos!
- No…- respondió el joven moreno.
Las bestias dieron unos zancazos, Lepra reaccionó de inmediato y movió ambos brazos de izquierda a derecha, como si corriera el viento; el muro de tierra ascendió desde la superficie y golpeó a una primera ola. 
Otro espécimen se le había acercado por detrás sin que se diera cuenta y justo cuando estuvo apunto de atravesarlo con su cuchillo por la espalda, Kay lo convirtió en fuego vivo.
- Ya lo había visto- dijo Lepra, molesto- No necesito ayuda.
- Gracias, de nada- respondió Kay.
Natal empujó el viento y este venció a la segunda ola de atacantes, sacudiéndolos por los aires.
Sony no se quedó atrás y atrapó a los pocos sobrevivientes con la lava de sus manos, el material se solidificó y las bestias se vieron atrapadas por caparazones rocosos.    
Lepra se sorprendió al verlos a todos en acción, pero no lo demostró.
- ¡Vienen otros más! ¡Hay que correr! ¡No hay tiempo para esto!- el elemental de la tierra se dispuso a correr. Kay, Sony y Natal fueron detrás suyo.
La horda de seres comenzó a distenderse por todos los alrededores del bosque, como si fueran cucarachas…
- ¡Fueron muchos los que escaparon durante la batalla de hace dos años!- exclamó Natal, mientras corría junto a sus dos pupilos detrás de Lepra.
Lepra estaba verdaderamente preocupado, de todos modos, mantuvo su mente fría para idear algo que pueda distraerlos. Pero Sony interrumpió sus pensamientos.
- Además de un elemental, eres un mago, ¿no?
Lepra asintió con disgusto e intentó no volver a prestarle atención…
- Bien, tengo una idea- continuó- ¿Puedes crear ilusiones?
- No servirá- se apresuró Lepra en contestar- Aquellos seres notaran de inmediato que no somos nosotros porque solo puedo crear imágenes, no cuerpos sólidos. 
Sony se llevó la mano al mentón mientras corrían.
- Bien, sirve de todas maneras- dijo- Crea cuatro imágenes, una de cada uno. Esta es mi idea: Les haremos creer que nos separamos, cuando en realidad nos ocultaremos bajo tierra. Lepra, quiero que crees un agujero en el suelo para escondernos y lo tapes, Natal nos proporcionará oxigeno con una esfera de aire. Luego, avanzaremos bajo tierra durante algunos minutos hasta asegurarnos que los perdimos de vista. Yo pienso que no será ningún problema para ti, formarnos un camino.
- ¿Y las imágenes?- preguntó Lepra, con la mirada fruncida pero interesado en el plan.
- Que continúen escapando hasta desaparecer. Eso nos proporcionará el tiempo suficiente para encontrar la cueva. 
- Sony, siempre piensas en todo- sonrió Natal.
- Bien, me gusta hacer las cosas a mi manera, pero haré una excepción- dijo el elemental de la tierra- Tardaré algunos minutos en crear las imágenes.
Sony asintió. Natal tomaba a Kay de la mano, ya que este no podía correr por su cuenta debido al temor que tenía de mirar la luna por accidente.
Los antiguos miembros de La Cruz fueron acortando la distancia poco a poco, pronto los atraparían; algunos de ellos estaban sedientos, no comían hace días, seguramente habían sido expulsados de sus respectivas ciudades o marchado por su propia cuenta. El Redentor había caído hace tiempo ya y ellos sabían con exactitud quienes eran los responsables.
Lepra cerró los ojos mientras corría, sus habilidades corporales no dejaban de sorprender a los otros elementales. Sin pronunciar ni una palabra, movió los dedos meñiques de sus manos hasta cruzarlos, volvió a separarlos y estos crearon un hilo eléctrico; el joven de tez morena fue dibujando las figuras en el aire hasta que se conformaron cuatro cuerpos exactamente iguales a los de los cuatro personajes.
- ¡Natal, Kay!- indicó Sony.
Kay, sin apartar los ojos del suelo, formó una extensa capa de fuego como distracción. Natal, por su parte, envolvió a todos (a excepción de las imágenes) con una esfera de aire. Las bestias se vieron distraídas por un momento, pero apenas atravesaron el fuego sin muchas dificultades, sus enemigos continuaban allí, huyendo y uno de ellos estaba formando clones con magia.
- ¡No funcionó!- gritó Sony- Nos atrasamos.
Los clones visuales de Lepra desaparecieron.
- ¡Demonios!- exclamó Natal.
- INTENTABAN ESCAPAR- gritó una de las bestias entre colmillos.
- ¡ATRÁPENLOS!- dijo otra.   
- ¡Sepárense! No queda alternativa- indicó Lepra. Pero no fue posible, las bestias rodeaban casi toda el área.
Finalmente, el bosque llegaba a su fin y desembocaba en un gran risco; los elementales se vieron atrapados. En silencio, se pusieron en guardia para luchar, las bestias se abalanzaron sobre ellos….
Y los atravesaron como si fueran hologramas. Ocurrió un efecto dominó y muchas de ellas se resbalaron por el acantilado. Estaban desorientadas y no tardaron en luchar entre ellas. 
Entretanto, los cuatro elementales avanzaban bajo la tierra, con una esfera de aire rodeándolos para proporcionarles oxigeno; Kay había encendido una llama para aportar un mayor campo visible y Lepra deformaba la tierra para darles paso. 
- Funcionó- rió Natal.
- Lamentablemente solo puedo atribuirles dos o tres frases a las imágenes para que hablen, por eso son fácilmente descubiertas, pero esta vez vinieron como anillo al dedo- dijo Lepra, sin dar ningún comentario sobre lo espléndido que había sido el plan de Sony- Además de algunas cuantas acciones, son hechizos complicados, incluso para mí.
Sony hizo oído sordos a los comentarios soberbios de su nuevo compañero y dijo.
- Kay está muy exhausto, ¿no puedes crear luz con tus poderes?
- ¡¿Acaso crees que con la magia puedo hacerlo todo?!- exclamó Lepra, muy molesto.
- Si, lo creo. Por favor.
Lepra suspiró abatido y quitó un artefacto de su bolsillo; era un prisma del tamaño de un vaso de plástico, hecho de cristal. Posó su mano sobre el extraño objeto y este comenzó a iluminar el triple que la llama de Kay; brillaba en diversos colores. Kay apagó la llama.
- Gracias- dijo.
Lepra se quedó en silencio.
Hubo largos minutos de caminata hasta que Natal rompió aquello.  
- Lepra…
- ¿Qué quieres?
Natal se molestó por la respuesta, pero sabía que si le contestaba de mala manera, no respondería a su duda.
- Bueno…- se relajó y habló- Te diferencias por mucho a varios de los elementales que he conocido. No solo porque eres un mago sino por tu forma de utilizar la tierra. La usas como si fuera una extensión de tu cuerpo… nunca vi nada igual.
- ¿Y?
Natal se contuvo otra vez.
- Bueno, ni Kay ni Sony ni yo tenemos un completo conocimiento sobre nuestros poderes, nos vamos moldeando a ellos a medida que va pasando el tiempo y créeme que tuve muchos años para auto-descubrir los míos. Aún así, me gustaría… aprender de ti.
- Imposible.
Esta vez, Natal perdió la cordura.
- ¿¡Por qué!?
- Yo nací en un planeta donde toda mi gente practicaba el Böju, el arte marcial que te permite regular la energía del cuerpo a voluntad. Ni siquiera pude completar mis enseñanzas por su inminente destrucción. No puedo enseñarte nada, porque no naciste en Morgana.
- ¡Eres demasiado soberb…!
- ¡Oigan!- interrumpió Sony- ¿Cuánto falta?
- Poco- respondió Lepra como si no hubiera pasado nada- Desde aquí no creo poder encontrar la entrada a la cueva, habrá que salir a la superficie y volver a bajar.
A continuación, Lepra abrió un agujero sobre sus cabezas, comprobó que no hubiera nadie y salió por allí en primer lugar, los otros tres le siguieron. El prisma brillante iluminaba gran parte del sector.
- ¿No sería mejor apagarlo? Así nos descubrirán- dijo Kay con la voz apagada, quien volvió a mirar el suelo.
- No, lo necesito- Lepra apretó el prisma y posó su palma sobre la tierra; después, cerró los ojos y buscó la entrada- Es aquí- pero todo era vegetación, árboles y arbustos.
- Aquí no hay nada- dijo Sony- Ninguna entrada ni ninguna cueva…
- ¿Te parecería secreta si tuviera una entrada visible?
- Buen punto- respondió con un gesto despectivo.
Lepra se sentó en el suelo como un indio y acarició la tierra; exóticos signos aparecieron a su alrededor hasta conformar un círculo que Sony y Natal ya habían visto con anterioridad.
- En su lengua burda, podría llamarse ‘’el círculo de los magos’’ si así lo desean, es la fuente de energía de todos los hechiceros del mundo, mediante ella, concentramos todas las habilidades que aprendemos con el tiempo. Gracias a esto, podré encontrar la manera de abrir la compuerta secreta.
- Ya entendí, es algo así como una carpeta de archivos- dijo Sony- Lo único que tienes que hacer es seleccionar lo que necesitas.  
Natal miraba aquello impresionado, hasta incluso Kay había levantado la vista para no perdérselo.  
- Ahí está- dijo Lepra, le encantaba ser el centro de atención. Del mismo círculo mágico (que resplandecía en un tono verdoso), las insignias se movieron a voluntad, deslizándose por el suelo hasta desaparecer en una porción que se encontraba a cuatro metros. Lepra se puso de pie y el círculo desapareció, inmediatamente comenzó a danzar sus brazos y un peñasco de tierra fue desprendido (justamente en el lugar seleccionado). Los elementales restantes examinaron unas viejas escaleras putrefactas que descendían hacia el abismo- Síganme.
Avanzaron por la tierra húmeda tras la tormenta y se sumergieron en la entrada secreta; la escalera estaba chapoteada, llena de bichos y sustancias desagradables. Lepra iluminó el camino con el prisma (entró en último lugar) y cerró la compuerta.
- Así seguirá siendo secreta la ubicación de la cueva y las bestias no nos encontraran- dijo antes de recibir quejas.
Los elementales ya tenían una idea de los miedos de un claustrofóbico y no estaban muy lejos de compartirlos. La repugnante escalera causaba mucho temor, escalón tras escalón, no había seguridad de no encontrarse con algo horripilante. El camino era sinuoso y atrapado entre las paredes de tierra, repleta de hormigas, gusanos, cucarachas, arañas y otras especies que los elementales no tenían ni idea de su existencia.
- No me digan que le temen a todos estos pequeños parásitos- dijo Lepra, realizando una risa muy irritante.  
Ninguno le respondió y avanzaron en silencio, Lepra se estaba ganando todos los premios al mayor odioso de la historia.
Tras largos minutos bajando por la escalera, arribaron un gran salón repleto de rocas húmedas y podridas, una gran puerta blanca al fondo, llena de telarañas, se ubicaba al final del recorrido.
- Al fin llegamos- suspiró Natal.
- Tras esta puerta está nuestro transporte, lo que nos llevará al planeta Agda, donde yace Fismut- informó Lepra.
- ¿Quién construyó todo esto?- preguntó Sony, asombrado.
- Los miembros de una antigua y secreta organización… la Luz Oscura- respondió Lepra.
Y aquella palabra retumbó en el subconsciente de Kay…
.
 ‘’- Me llamo Meddes, el sacerdote Meddes. Miembro de la poderosa Luz Oscura, los seres que pasaron generaciones buscándote, muchacho. ¡Y mira! ¡Te encontré! ‘’ 

Kay dio un respingo del susto y susurró.
- Lo recuerdo, lo recuerdo todo…
Kay se salió de control y atacó a Lepra.
- ¡¿Lo sabías?! ¡¿Verdad?!- y lo tomó del cuello. Lepra, en su defensa, hizo un chasquido y la cicatriz de Kay comenzó a brillar, al mismo tiempo, Kay sufrió un importante dolor.   
- ¡Basta!- le ordenó Sony. Lepra se detuvo y Kay quedó dolorido con las manos sobre el suelo. Natal fue a ayudarlo, pero Kay se rehusó con desdeño.
Lepra suspiró.
- Llegué tarde. Mi misión era detenerlo pero… como es costumbre, siempre lleva un paso delante.
- ¿Tu misión? ¿De qué estas hablando?- dijo Natal, confundido.
- De Meddes- dijo Kay, con los ojos llenos de rabia.
- ¿Meddes?- preguntaron Sony y Natal al unísono.
Lepra realizó un segundo suspiro y habló.
- Meddes fue un mago de Morgana, posiblemente el más fuerte de todos ellos. Hoy en día se hacer llamar a sí mismo, un ‘’sacerdote’’.
- ¿Y eso qué?- preguntó Sony- ¿Quién es ese sujeto?
- Es el asesino de Agustina, el verdadero responsable de la masacre- habló Kay, inhaló y exhaló.
Sony y Natal estaban petrificados, anonadados.
- Meddes es un antiguo miembro no iniciado de los Inmortales- continuó Lepra.
- ¿Inmor…tales?- el nivel de confusión de los únicos dos porteños fue aumentando en exceso.
- Mi hogar, a diferencia del suyo, era conformado por cuatro facciones o niveles. Mujeres y hombres, no había excepción. Practicábamos el uso de la energía…
- El Böju- interrumpió Natal.
- Exacto- asintió Lepra con cierto desdén- El Böju era nuestra fuente de conocimiento más poderosa y gracias a ella podíamos a acceder a casi todos los secretos del universo. La pirámide empezaba (de abajo hacia arriba) por los iniciados (generalmente, la mayoría del pueblo que se dedicaba a otras tareas ajenas a la magia), le seguían los sacerdotes, seguidores de la siguiente facción, los magos o hechiceros. Y por encima de todos, existían los Inmortales, el rango supremo, los líderes de nuestro mundo.  
- Fascinante…- murmuró el profesor.
- Arcas Sanon fue su primer nombre, antes de darse a conocer como el sacerdote Meddes, fue hijo de un inmortal y el responsable del EXTERMINIO de toda mi raza.  
El odio que iba creciendo en el corazón de Kay estaba sobrepasando los límites, de inmediato, cayó al suelo adolorido.
- ¿Kay? ¿Estas bien?- Sony fue a ayudarlo. Natal, en cambio, estaba petrificado ante todo lo que acababa de escuchar.
- Mi cuerpo… siento como si alguien estuviera tirando de mis huesos- respondió Kay, respirando forzosamente- ¡Ah!
- Es un síntoma, no le pasará nada. Mi sello no es tan débil- informó Lepra.
Kay se largó a llorar, sus cambios de humor eran inesperados.
- Ella solo quiso defenderme porque me amaba y ese desgraciado le quitó la vida frente a mis ojos.
Sony sintió un calor en el pecho y un apretón en el estómago.
- Me desesperé- continuó el elemental del fuego, con la mirada inexpresiva en la repugnante tierra subterránea- Me volví loco, solo quería verlo muerto, estaba dispuesto a entregarlo todo para verlo así- luego colocó la mano derecha en su pecho, como si le estuviera volviendo a ocurrir- Fue horrible. Perdí el temor, la cordura, lo perdí todo y me dejé llevar por algo que no sé explicar.  
- Meddes te provocó a propósito, eso quería- le dijo el elemental de la tierra- Lo suficiente para que tu bestia interior despertara de su largo trance.
- ¿Mi... bestia interior?
- La que posees por ser un JEN, ya te lo había dicho- Kay estaba desorientado- El poder de los elementales es antiguo… el de los JEN lo es aún más.
- Entonces fui yo quien…- Kay apretó los ojos y se dirigió a Sony y Natal- ¿Y ustedes? ¿Cómo supieron lo que había pasado?
- Yo… tuve un sueño- habló Sony, afligido.
La angustia se apoderó de Kay y en un intento por controlarla, tragó saliva y dijo en voz baja.
- ¿Me estas diciendo que soñaste que mi novia moría y no lo impediste?- al instante, tomó a Sony del cuello de la remera con ambas manos- ¡EH! ¡SONY!
Lepra apretó el puño y Kay cayó al suelo, exánime.  
- ESCUCHENMÉ- dijo Lepra con voz de autoridad- No tengo tiempo para sus payasadas. Lo lamento, pero tiene que ser así. Ya tendrán todo el tiempo del mundo para lloriquear. Ahora, nos quedan tres días antes de que la bestia interior de Kay vuelva a despertar.
- ¿Y que pasa si despierta?- preguntó Sony, con culpa.
- El muchacho morirá- señaló a Kay con el dedo- Vayamos con Fismut lo más rápido posible- Lepra amagó para continuar, pero se vio interrumpido por las palabras de Sony.
- Si Kay tiene aquella bestia en su interior por ser un JEN, entonces yo…
- Así es, Dameron. Y ruega porque no se despierte como la de tu amigo- Lepra le dirigió una mirada sombría y alzó ambos brazos para que la gigantesca puerta se abriera mágicamente. 
Kay se puso de pie y siguió a Lepra.
- No es tu culpa, Sony- le dijo Natal- Hiciste lo que pudiste.
- Natal, ¿No lo entiendes?- insistió Sony- Estoy seguro que ese tal Meddes fue quien hirió gravemente al príncipe en el Zen, el año pasado. Es la amenaza que Dayas nos advirtió, es…- el joven se quedó petrificado, acababa de recordar una visión que ya había olvidado. Y pensó: Oh por dios… mi sueño.
- Eres inteligente, Sony. Pero tal vez todo esto sea solo una casualidad…
Sony, paralizado, se dirigió a la puerta que Lepra estaba abriendo.

Natal lo observó marcharse, estaba realmente preocupado, las cosas iban de mal en peor y estaba por entrar en un terreno que nunca había explorado. Otra cosa lo inquietaba, pues Fismut lo había acogido cuando él era un niño, cuando toda su familia había sido cruelmente asesinada por Hariet. El mago le había dado la misión de encontrar a los JEN, mencionándole la existencia de una profecía y un preludio, tras esto, desapareció y no volvió a verlo. Habían pasado casi cuatrocientos años desde aquel entonces… ¿Fismut lo reconocería? Dejó de pensar y siguió a los demás.