viernes, 19 de octubre de 2018

Los Primeros Hombres- CAPÍTULO 26.



Los Primeros Hombres- CAPÍTULO 26.
  
Nota de autor: Este capítulo transcurrió entre los episodios 22 (La Última Misión) y 23 (Diego Kimhote).

Sony arrastró la espalda por la puerta en medio de la oscuridad, los gritos de sus dos amigos siendo devorados por un dragón habían cesado y él, no podía parar de llorar. Se acurrucó, sentó y colocó en posición fetal tomándose de las piernas, increíblemente traumado. Kay, ya sentado en una pared de al lado y herido del estómago, encendió una chispa con sus dedos para iluminar la habitación dentro de la Fortaleza de Büul.

- Tenemos que seguir- dijo el elemental del fuego, y a Sony no le gustó nada el comentario, se levantó al borde de la locura y tomó a Kay del cuello.

- ¡Acaban de morir los dos hombres que viajaron con nosotros! – le gritó en la cara, escupiéndole. Kay lo miró con indiferencia.

- El medallón de plata los revivirá.

- ¿Y si no lo hace? Allí está Hariet y él es más fuerte que nosotros…

Kay lo empujó para que se alejara de él y sintió una punzada de dolor en la herida.

Sony se echó para atrás y se apretó la mandíbula, estaba paranoico, esquizofrénico y deprimido.

Los dos oyeron como el dragón Kahar se retiraba después de haber comido y ambos tragaron saliva.

Sony caminó de un lado a otro, inquieto; luego se sentó mediante un movimiento brusco.

- No somos los “salvadores” de este mundo si ni siquiera pudimos salvar a nuestros amigos. No somos nada, no SOY nada…

Kay suspiró abatido y hubo un silencio muy triste. En momentos así, Kay recordaba la muerte de Agustina y eso le causaba mucho rencor hacia Sony.

- Si no hubiéramos ido al Mundo Helado por tus “visiones” habríamos llegado antes que Hariet y tendríamos el medallón sin contratiempos- dijo Sony de repente, sin pensar.

Kay se levantó herido, furioso.

- ¡Gracias a mí volviste a ver a Natal y a Jessica!
- ¿A ti? ¡Fue Rak quién nos llevó! – también se levantó, tan descontrolado mentalmente que se atrevía a pelear con Kay para desquitarse.

- ¿Cuándo van a dejar de pelearse como dos niños mimados? – preguntó una voz ajena a estos dos, producto de la oscuridad. Kay y Sony sintieron electricidad en las venas, reconocían aquella voz, era imposible…

Un hombre que aparentaba cincuenta años se reveló ante ellos. Era alto y con el cabello negro, lacio y abundante, su rostro era muy similar al de uno de ellos, pero más ancho y más viejo, sus ojos eran verdes y vestía un traje muy elegante, saco y corbata.

- ¿Papá…? – vociferó Sony, tantas cosas extrañas había vivido que por un segundo creyó que el trauma lo estaba haciendo alucinar.

- Nicholas…- dijo Kay, y Sony comprobó que no estaba loco.

Fue instantáneo y ambos corrieron a abrazarlo.

- Planeo seguir utilizando mis pulmones, muchachos- sonrió Nicholas con una voz muy pacífica y madura- No aprieten tan fuerte.

Kay y Sony se alejaron de él con vergüenza y Nicholas los miró con ternura.

- Mis hijos… ahora dos verdaderos hombres. Él me dijo que un día me regalaría algo y al fin, puedo verlo con mis propios ojos.

Kay y Sony miraron a Nicholas con confusión.

- Ya lo entenderán. Por ahora… sólo les diré que no vine solo- señaló un sector oscuro y de allí surgió otro hombre de la misma edad: con el cabello más corto que Nicholas, más arrugas y unos siete centímetros más alto que los JEN. De ojos marrones, piel blanca y vestido con un pulóver navideño, jeans y zapatillas.

Kay avanzó hacia él en silencio, como si estuviera poseído, era igual a como lo había visto en la realidad alternativa.

- ¿Cómo es posible? – preguntó entre jadeos.

- Kay, te presento a tu padre biológico: Frank Montarnen- lo anunció Nicholas Dameron.

- Un gusto, Kay- le estrechó la mano Frank y Kay frunció el ceño entre lágrimas, no se resistió y aunque francamente no lo conocía, lo abrazó con emoción. Frank sonrió y reaccionó más lento.   

Después de Jessica, de Natal, de Dayas y Lepra, de todas las tragedias, de la frustración y el fracaso, por un instante muy pequeño, los JEN se alejaron del dolor. Y lo que ambos notaron es que necesitaban un abrazo después de lo ocurrido con el dragón.

- Tan entusiasta como tu madre- le dijo Frank durante el abrazo, Kay lloraba y lloraba- Me gusta tu pelo, ¿es algo que está a la moda en esta época?

Kay se apartó de Frank, incrédulo.

- ¿En esta época? – le preguntó.

- Nosotros sabemos que a estas alturas ya estamos muertos- les dijo Nicholas y los JEN lo miraron- Fue la decisión que tomamos para que ustedes estuvieran fuera de peligro- los JEN no entendían nada y hubo una pausa- Ni yo ni Frank somos de este año, venimos del pasado a través del medallón de oro… para visitarlos.

- ¿Quién los trajo? – preguntó Kay, se secó las lágrimas y soltó a Frank.

- Fui yo- exclamó una quinta voz, tan nítida y clara que a los JEN les generó desconfianza. Era nada más y nada menos que el mago Fismut.

Con su traje blanco y mítico cetro del mismo color, Fismut golpeó el suelo y la habitación entera se vio iluminada por un poderoso resplandor que emanaba de los aires.

Los JEN pudieron contemplar el lugar donde se encontraban, era un palacio: sin ventanas, con el piso de cristal, columnas extravagantes, estatuas de Büul, insignias y alfombras de terciopelo.

- ¡Acaba de morir tu pupilo allá afuera y estabas aquí encerrado! – le gritó Sony, furioso, Nicholas lo tomó del hombro.

- Escúchalo, Sony. Él tiene mucho que decirles…

Kay y Sony miraron al mago con recelo, no estaban lejos de querer atacarlo. Después de todo lo que le había hecho a Natal…

- Están enojados conmigo- dijo Fismut y se les acercó- Lo entiendo. Yo también lo estaría.

- No sé cómo lograste poner a nuestros padres a tu favor- dijo Kay rápidamente- Pero te juro que…

- No podía intervenir, joven Montarnen. No hasta que todo se ordenara perfectamente- de un bolsillo reveló el medallón de oro.
- Las visiones del Mundo Helado, Foucen, la espada divina y los Proetas… fuiste tú- susurró Kay, sorprendido y con la boca abierta. Fismut asintió con pasividad, cerrando los ojos- Tú sabías que Dimitrion y José Morgán serían los “traidores” en el futuro y nos hiciste creer que Jhor te lo había dicho. ¡Llevaste a Juan Jimonte a conocernos! Por dios, todo tiene sentido ahora.

- Eso es adelantarse un poco a la historia que quiero contarles- aclaró Fismut.

- ¿Qué sentido tiene escuchar una historia en este lugar, después de que Dayas y Lepra murieran y justo cuando Hariet nos está esperando? – preguntó Sony con desdén.

- Diego es paciente y no sabe que ustedes ya están aquí dentro- le respondió- Lo que quiero contarles es TODA la verdad.

- ¿Toda la verdad? – preguntaron los JEN al mismo tiempo, Frank y Nicholas se juntaron y los observaron.

- Hoy en día ustedes son los JEN, pero no siempre fue así. Hubo otros, y entre ellos, estuve yo- Kay y Sony abrieron los ojos como platos y decidieron callarse la boca para escuchar lo que tenía que decir- Imagino que durante años se habrán preguntado por qué Tritán los eligió a ustedes, bueno… no fue así exactamente. Podríamos decir que aquellos dos hombres confiaron en ustedes- señaló a Frank y Nicholas y ambos asintieron seriamente- Para empezar, tengo que contarles la historia del sujeto que es idolatrado en estas paredes, tengo que contarles la historia de Büul, el Caído; tengo que contarles como MI PADRE se transformó en el segundo señor oscuro- el medallón de oro brilló y los cinco personajes fueron transportados hacia otro espacio y otra época.  

EL JEN SUPREMO

<< Para que lo recuerden, Tritán desechó a los humanos y los ignoró, dejándolos a la intemperie en un planeta llamado Tempus, hogar del titán Finegan tiempo después. Allí nacieron las primeras familias de hombres, no tardaron en organizarse en casas, en constituir un lenguaje propio y en adjudicarse tareas para subsistir. De los primeros hombres surgió la casa Jen: mi padre Fargos, mi madre Gaia y mi hermano Gyan, la casa Jen estaba compuesta por los gobernadores de los primeros humanos.

Antes, los hombres éramos inmortales, vivíamos eternamente, pero nuestra capacidad reproductiva era escasa. Con el paso de los años, esto cambió y las generaciones venideras fueron perdiendo el estándar de vida poco a poco hasta volverse mortales, no obstante, los humanos se cuadruplicaron.     

Esa es la razón por la cual yo aun no estoy muerto o Rak (que también fue parte de una familia primeriza en la humanidad), entre otros.

Años antes de mi nacimiento y del de mi hermano mellizo (sólo mayor por unas pocas horas), Fargos Jen, nuestro padre, era un niño que servía a la casa Jen y a mi abuelo. En una época en donde los tres planetas: Tempus, Oriane y Ghyraú compartían rutas de acceso como ciudades vecinas, era muy común las visitas interplanetarias. A su vez, los titanes líderes de cada mundo eran protectores de un medallón mágico. Nosotros cuidábamos el medallón de bronce, Oriane (el planeta oscuro) lo hacía con el de plata y Ghyraú (la roca de fuego) con el de oro.

Hubo una paz duradera tras la muerte de Tritán que duró décadas, pero todo cambió debido a mi padre.

Como les decía, Fargos era sólo un niño y entre los ciudadanos de Tempus, las historias de Tritán y Vrogh, de Guriva y Groba, de los humanos como la especie elegida para derrotar al PRODIGIUM eran muy escuchadas. Obviamente que mi pueblo no conocía a ninguna de las entidades mencionadas por aquellos nombres, ya que esos fueron impuestos por los morganos siglos después. Los llamaré así de todas formas. No está de más comentarles que esos nombres los inventó mi madre Gaia, y que yo se los divulgué a los morganos…- sonrió- Pero bueno, volviendo…

La casa JEN era muy respetada, pero estaba por debajo del titán Finegan, el líder general de aquel mundo. A su vez, los medallones y los fragmentos de la llave yacían en plazas públicas (cada uno en su respectivo planeta), sin ninguna protección, como símbolos imbricados en estatuas.

Los hombres y mujeres de Tempus fantaseaban con ser las reencarnaciones del titán bastardo, y visitaban las estatuas con frecuencia, les rezaban y las idolatraban. Fargos creció en ese ambiente “religioso” y de entusiasmo por los mitos, a él no le interesaba tanto, más bien, le gustaba llamar la atención de las chicas de su edad, especialmente de la nieta de Finegan: Gaia, mi madre.

A decir verdad, Vrogh les había ordenado a sus tres subordinados que no divulgaran tanto sobre el pasado y ninguno cumplió con los pactado; Finegan reunía a la gente para contarles más historias y a veces mentía, diciéndoles que el Rey de los Titanes afirmaba que pronto los elegidos aparecerían. Eso causaba mucho pavor entre todos.

Y si se preguntan cómo sé todo esto, porque les veo las caras de no creerme ni una palabra, fue por el medallón de oro. Yo viajé al pasado cuando mi hermano murió y conocí todo al detalle sin intervenir- Kay y Sony hicieron muecas, pero no acotaron- Continuando…

 A Fargos no le interesaba la historia, le parecían cuentos inventados por los adultos, pero a mi madre sí. Y él quería conquistarla cueste lo que cueste, así que se arriesgó y una noche, visitó los tres planetas a través de las brechas interespaciales que existían antes, robó los tres fragmentos que formaban la llave y apenas lo hizo, se vio transportado al Templo de la Muerte.

El tonto se arrepintió al instante, estaba solo en un escalofriante lugar. Se asustó mucho, y desesperado, empezó a correr por los oscuros pasillos sin saber qué hacer. Pasó horas allí, perdido y muerto de hambre. La llave no lo devolvía a su hogar y se creyó un estúpido por haber llegado tan lejos para conquistar a Gaia.

En aquel horripilante y desolado Templo, entró a una habitación mística y se topó con un extraño fruto flotante, sólo había uno y estaba suspendido en los aires. Pudo haber sido venenoso o alguna otra cosa, pero Fargos ya no aguantó y se lo comió de un bocado.

Horas después, aparecieron sus padres y Finegan con el medallón de bronce, Gaia les había contado de su desaparición. Lo regañaron y se lo llevaron de vuelta a Tempus, él estaba muy arrepentido.

Finegan notó algo extraño en el niño, y por temor a la furia del rey titán, guardó silencio.

Todo esto fue guardado en secreto y para que nadie volviera a hacer algo parecido, Finegan cortó los lazos con sus hermanos titanes y disolvió las brechas espaciales (que eran fuentes de agua), las destruyó y los tres planetas quedaron aislados los unos de los otros.

Finegan mantuvo el ojo en Fargos, y más aún cuando creció y empezó un amorío con Gaia, la única nieta que tenía, a la cual también cuidaba por la muerte de los padres de ella.
      
No obstante, Fargos empezó a padecer los síntomas cuando se volvió un adulto. Él no sabía que se había comido el CORAZÓN DE TRITÁN.

En Tempus, no sólo había hombres, sino también unos seres esqueléticos que pertenecían al Reino de Isiris, donde nació Gargas y el verdadero Meddes. Estos seres esclavizaban a los humanos y aquella fue una causa de guerra entre la familia Jen y la familia Rodmorz (la realeza de Isiris).

Fargos lideró varios batallones contra Glas, el heredero a la corona. Y empezó a descubrir cosas que excedían sus límites en el Böju, había comenzado a desarrollar y experimentar los poderes del titán.

Debido a sus hazañas, su imagen y popularidad creció, a tal punto que lo bautizaron: Fargos, el JEN SUPREMO.

Finegan estaba cada vez más paranoico, el único que sabía lo que estaba pasando, y empezó a ser detestado por los ciudadanos por sus brutales métodos de enseñanza del Böju. La fama de Fargos terminó por superarlo y Finegan huyó de Tempus de la noche a la mañana.

Finalmente, los Rodmorz y los Jen hicieron un pacto de paz, no fue del todo justo, pero ya se habían perdido muchas vidas (entre ellas las de mis abuelos paternos); ambas familias habían quedado en no intervenir en los quehaceres de la otra. Y tras esta “victoria”, mis padres se casaron. Fargos se volvió el auténtico líder de la familia.

Sin embargo, los Rodmorz no cumplieron y enviaron un ejército a mi pueblo. Fargos se hizo cargo y fue solo, derrotó a diez mil guerreros… por su cuenta.

Fue criticado por no tomar represalias, especialmente con la capacidad de derrocar a todo un Reino por su cuenta. Pero Fargos estaba harto de la violencia y realmente no se iba a sentir cómodo exterminando a toda una raza. Prefirió vivir para su familia y meses después, nacieron sus hijos: Gyan y yo.

Estaba realmente muy contento, pero la gente no, al no querer “limpiar” a los Rodmorz, empezaron a desconfiar, algunos se fueron de Tempus. Si un único hombre tenía el poder de un dios, ¿Quién se iba a asegurar de que no fuera un tirano sin escrúpulos?

Las críticas pesaban y Fargos intentaba calmar la inquietud, pero no había caso. Volvía muy angustiado a la casa cuando mi hermano y yo éramos unos bebes.

Cuando cumplimos seis años, Gyan y yo éramos capaces de hacer cosas que sólo mi padre podía: atraer y rechazar objetos, manipular la luz y las sombras, controlar a la gente, súper fuerza y demás.

A Fargos le llamó la atención y empezó a investigar entre los viejos manuscritos de Finegan, allí descubrió la verdad. Él se había comido el corazón de Tritán cuando era un niño y eso explicaba su increíble poder. Pero no todo cuadraba y tardó meses en descubrirlo todo: el fruto guardaba la esencia del titán creador y cuando Fargos tuvo hijos, el alma de Tritán se dividió en DOS, en una DUALIDAD.

Mi padre se había quedado con el Yöbu (la mente de Tritán), sin embargo, la otra mitad (el Böju o energía del cuerpo) se había vuelto a dividir entre mi hermano y yo.

Y las cosas pintaron para peor, pues Vrogh había despertado de su largo sueño y había notado la desaparición del fruto. El titán se vio atraído hacia el poder y apareció en Tempus. Ese fue el comienzo del fin.

Vrogh culpó a mi pueblo del robo y los masacró, al borde de la cólera.

Los ataques fueron escuchados y Fargos había descubierto la verdad demasiado tarde. Salió para hablar con él y disculparse, pero Vrogh no le entendía ni una palabra, ambos lucharon.

Gaia vio como Vrogh desfiguró la cara de mi padre y como lo asesinó despiadadamente, razón por la cual, fue por nosotros, tomó el medallón de bronce y nos dijo que viajemos al mundo Hyá, que los Taigüen nos ayudarían, ese era el hogar de Hélen y Rak.

Ella iría por el cuerpo de su amado y luego vendría con nosotros, lo que no ocurrió. Apenas con seis años, Gyan y yo escapamos de la aniquilación de nuestro pueblo, y nuestra madre nunca regresó, Vrogh había acabado con todos.

El titán genocida regresó al Templo de la Muerte, inconforme, pero tranquilo por haber masacrado a los responsables. Esta vez, las puertas se sellaron y sólo los elegidos podrían abrirlas.

Gyan y yo no encontramos a los Taigüen, no entendíamos nada, apenas sabíamos hablar nuestra propia lengua y estábamos frente a una cultura completamente distinta. Nos discriminaron y nos rechazaron por todos lados.

Vivíamos en la pobreza y robábamos para subsistir, sólo nos teníamos el uno al otro.

Para cuando cumplimos trece años, ambos sabíamos hablar la lengua de Hyá y conocíamos todas las rutas habidas y por haber, éramos profesionales robando comida y cosas que luego vendíamos.

A nuestro modo, fuimos felices, éramos un equipo imparable- Kay y Sony notaron que la voz de Fismut se quebraba mientras hablaba- Yo trazaba los planes y Gyan los perfeccionaba, los lideraba y los cumplía- Fismut hizo una pausa para tragarse el llanto y por primera vez, los JEN sintieron empatía por el viejo mago- A nuestros quince años, un anciano encapuchado nos encontró y nos advirtió que un gran mal se acercaba a Hyá, que éramos los únicos que podíamos vencerlo y que ese mal tenía nombre: Büul, el caído.

En ese momento, creímos que el titán genocida había venido a terminar de eliminar a los últimos Jen y nos asustamos mucho.

Ese hombre (que años más tarde supimos que se trataba de Finegan) nos dijo que Büul buscaba la destrucción total del universo, que quería tener el poder para entrar al Templo de la Muerte y tomar el TORQUEM, el aparato que lo haría controlar el PRODIGIUM para lograr su objetivo. Le creímos y Finegan nos confesó que Gyan y yo éramos las reencarnaciones de Tritán, que como lo últimos de la raza, tendríamos que darnos a conocer como los JEN.

Pero Gyan siempre se caracterizó por ser discreto y prefirió que guardemos todo eso en secreto, inclusive de gente de confianza.

Finegan nos llevó con la familia Taigüen, no eran personas de poder ni líderes en su mundo, pero sí personas muy amables. Allí conocí a Hélen y fue la primera vez que me enamoré. Rak, por el contrario, no se fiaba de nosotros y nos tenía celos, siempre fue torpe y testarudo.

Allí estuvimos durante años hasta que Büul apareció, con aquella siniestra armadura, atacó Hyá. Era fuerte, sádico y destructivo. Los padres de los hermanos nos ayudaron a escapar, así, los cuatro huimos hacia el planeta Casám y Büul destruyó Hyá.

Gyan, testigo de la masacre que Büul había causado, decidió formar a los Proetas, usando el símbolo de Tritán como bandera.

En Casám conocimos a los Ryanos, la primera especie mortal y establecimos un lazo. En ese momento, apareció Gargas y se unió al grupo (todos desconocíamos la historia de las guerras entre los Jen y los Rodmorz) fue por eso por lo que no dudamos de él, Rak fue el primero en darle una oportunidad y en volverse su amigo.

Nos enfrentamos muchas veces al Caído, y los cinco crecimos mucho como guerreros; salvamos especies y perdimos otras. Enfrentamos a algunos Agentes del Caos y los derrotamos. No tardamos en ser reconocidos por la galaxia.

Al final, Büul descubrió nuestro planeta base: Casám. Y creó un ejército de Narsogs para invadirnos.

Gyan estaba preocupado y a escondidas de los demás Proetas, pero no de mí, había descubierto la ubicación exacta del Mundo Prodigio: La Tierra. Y con ella, al Zen y al Mundo Helado.

Forjó una espada: la espada divina, y no supo cómo, pero a través de ella forjó una dimensión de bolsillo que sólo se abría cuando la espada rasgaba la realidad en el Mundo Helado. Todo en secreto, Gyan siguió experimentando e inventando cosas. Hizo el cubo mágico que luego fue utilizado por Juan Jimonte para encerrar a su contraparte de Amdor, obviamente yo se lo dí. Y también creó dos anillos mágicos después de una visita a la tierra desolada de Tempus, donde encontró rastros de la armadura de Vrogh.

Gyan fue el hechicero más excepcional; ni yo ni Amdor ni Hariet pudimos compararnos con su genialidad. En aquella dimensión de bolsillo, Gyan había forjado una FUENTE DE PIEDRA CON AGUAS MÁGICAS (no era un invento propio, sino algo que se usaba en Tempus), y con esta hizo todas las reliquias que ya mencioné.

Por otro lado, Hélen, Rak y Gargas ya no podían aguantar la defensa de Casám; tuvimos que regresar con ellos y poner a prueba los anillos de oro, sin saber si funcionarían.

Como ya sabrán, Gargas nos traicionó y asesinó a Hélen. El esqueleto y Rak se retiraron a otros mundos con un puñado de Ryanos. No obstante, Büul, Gyan y yo nos quedamos luchando.

El invento de Gyan era un éxito, pero tenía una falla, consumía la energía de su portador. Büul se aprovechó y estuvo a punto de matarlo, me desesperé y a través del medallón de bronce y la espada divina, nos transporté a la dimensión de bolsillo. El salto de espacio hizo que Büul se viera aturdido y soltara a Gyan.

Estaba sorprendido y dejó de atacarnos para hablar. Ya se había sacado el casco y era realmente feo, pero no nos resultó familiar hasta que nos contó lo peor: él era nuestro padre.

Nos contó que Vrogh creyó matarlo, pero que él resucitó y que descubrió que eso se debía a nuestra existencia: “ningún elegido puede morir mientras el otro viva”, nos dijo. Nos aseguró que vio a nuestra madre muerta, a toda su gente y entró en un estado de cólera impresionante, que se autonombró Büul, el Caído; y que el trauma le había causado extremos ataques de ira, muy violentos, que sólo desquitaba… asesinando.

Él quería matar al responsable, quería eliminar a Vrogh, pero él estaba encerrado en el Templo de la Muerte y aún seguía siendo más fuerte. Razón por la cual quería nuestros poderes, por más que le doliera, quería tener TODA el alma de Tritán una vez más, para que se abran las puertas y para masacrar al titán genocida.

Fue impactante para nosotros descubrir semejante verdad y por un momento no supimos que hacer. Por lo menos, en mi caso…

Gyan se acercó a Büul de manera amistosa, parecía haber simpatizado con su pasado, NUESTRO pasado. Pero no fue así, Gyan condujo a Büul hacia la fuente de piedra y ambos quedaron atrapados allí.

Büul tenía todas las razones para vengarse, pero Gyan sabía que eso no justificaba todo lo que había hecho, y por eso no aceptó ser su aliado.

Büul reconoció el engaño demasiado tarde y todo su cuerpo se desintegró, una ínfima parte de él y la esencia de Tritán se condensó en un corazón oscuro, parecido al mismo fruto que había comido en su niñez.

Por alguna razón que desconozco, con Gyan no pasó lo mismo; él sufrió más. Su cuerpo se desintegró y la parte del alma quedó imbricada en su sangre.

Las aguas de la fuente se tiñeron de rojo, y en un instante, perdí a mi hermano y a mi padre al mismo tiempo- hubo un largo silencio y todo lo narrado por el mago se plasmó frente a los ojos de Kay y de Sony, como una película muda. Fismut suspiró con tristeza, nunca lo habían visto tan devastado- Y allí estaba, solo, lleno de dudas, de odio, de arrepentimiento, de tristeza y de impotencia.

Tardé en darme cuenta de que el anillo de oro había quedado en Casám, y más tardé en reconocer que Gargas lo había robado.

Nada podía hacer. Habíamos recolectado todos los medallones de los otros planetas en secreto y reemplazamos el de plata para que Büul creyera que lo tenía. Durante nuestra estadía con Gyan en la dimensión de bolsillo, Gyan me prohibió usarlos, especialmente el de oro. Me hizo prometerle que, si alguno de los Proetas moría, no usaría ninguno de los medallones para regresarlos a la vida. “El tiempo y la muerte son cosas delicadas” me dijo, “no es prudente revelarse contra ellos o pueden quitártelo todo.”

Lloré, maldecí y me aislé de todo y de todos. Recuperé el anillo de oro que le había dado a Rak para que huyera junto a los Ryanos hacia el Mundo Helado y lo destruí para que no cayera en las manos equivocadas.

La mujer que amaba estaba muerta porque no fui valiente, me habían traicionado, mi padre era un asesino y mi hermano, mejor amigo y maestro, se había sacrificado. Fue una de las etapas más duras que viví, y créanme… a pesar de estar atado al precepto de los JEN, intenté suicidarme muchas veces.

Con el corazón de Büul en mis manos, usé el medallón de bronce y lo lancé hacia el espacio exterior para que se perdiera, para que estuviera lejos de mí. Le hice una lápida a mi hermano y cuidé sus restos en la fuente durante milenios.

Me uní a los Inmortales del planeta Morgana y me adapté a esa vida, donde hice nuevos amigos y rehíce mi vida.

Pero el pasado volvió a acecharme y a través de Yará, el Inmortal Supremo, me enteré de que el corazón oscuro había ido a parar a la Tierra, a una isla de lo que más tarde se conocería como América. Casualmente, acompañado por los poderes del famoso mago Amdor.

Yo era el único que sabía la verdad y Yará lo sospechaba, así que antes de morir, profetizó que un hombre de apellido Kimhote cambiaría la historia para siempre.

Viajé a la Tierra por obligación y conocí a Diego. Fue algo inesperado y aterrador, su forma de actuar y su determinación me hicieron acordar mucho a Gyan, estaba convencido de que él destruiría el corazón de mi padre, al cual no quería ni acercarme.

Pero me equivoqué.

Diego se convirtió en Hariet y el mundo conoció a su tercer señor oscuro. Las cosas iban de mal en peor cuando se alió con el oportunista de Gargas y cuando me dejó al borde de la muerte.

El destino es algo fascinante, eso lo sé. Pues cuando todo se derrumbaba, ocho muchachos pobres me salvaron y me alimentaron, me vi reflejado en ellos. Gargas me descubrió y decidí hacer algo arriesgado, tal vez más estúpido que llevar a un muchacho perturbado por la sociedad a hacer mi trabajo; y reconozco sin miedo que fue la mejor decisión que tomé en mi vida. Nacieron los Elementales y probé su valía.

Hariet estaba lejos de ser aquel demonio que fue Büul, pero aun así seguía siendo un enemigo muy poderoso. Investigué y escuché rumores de una espada mágica, lo que me llamó la atención. Elegí a Morgán para que fuera a buscar la espada al Templo Azteca.

No entendí como hizo para volver a la Isla de Sarmander tan rápido, pero no me importó y ahí presencié como ocho “don nadies” vencieron al “elegido”.

Estaba realmente muy contento, hasta inclusive Gargas había escapado a dios sabe dónde. Sin embargo, los ciudadanos no se tomaron muy bien la existencia de la magia y empezaron los problemas, también los internos por la tenencia de la espada.

Utilicé el medallón de oro para ver el futuro y todo era un caos, así que tomé otra decisión arriesgada y con gran parte de mis poderes, establecí un hechizo para que todos los humanos (a excepción de los Elementales) olvidaran lo ocurrido.

El mundo no estaba preparado para algo así, y probablemente, nunca lo esté…

Algo insólito ocurrió cuando le quité la espada a los Elementales, era la misma que había creado mi hermano. ¡Pero no tenía ningún sentido, la verdadera estaba en la dimensión de bolsillo junto a sus restos!

Estaba harto y simplemente volví a dejarla en el Templo Azteca, donde creí que estaría más segura.

Encerré el cuerpo de Hariet en un ataúd, creyendo estúpidamente que el precepto ya no funcionaba y lo enterré en una tierra desolada. Me marché a Morgana otros siglos más, hasta que empecé a tener problemas graves de salud. Algo se movía dentro de mí… era mi bestia demoníaca.

Hice lo que nunca creí que haría, viajé al Templo de la Muerte y las puertas se abrieron ante mí. Conocí al desdichado de Vrogh y él, sabiendo quién era, me ayudó a extirpar el demonio.

A diferencia de ustedes dos, yo no tenía una bestia de Amdor para que luchara por mí, me enfrenté cuerpo a cuerpo; el monstruo me dejó una horrible cicatriz en el metatarso y al final, Vrogh lo eliminó.

No hicimos las paces, él mató a mi gente, a mi madre; y causó la pobreza en la que viví de niño. Pero muy a mi pesar, estaba en deuda con él.>>

- Ya estoy mareado- dijo Kay- ¿Cómo llegó el poder a nosotros? Explícalo de una vez- Sony lo miró. Nicholas y Frank reían a sus espaldas por la impaciencia del muchacho.

- A eso iba, joven Kay- le dijo Fismut- Durante años viví en la ignorancia, sin buscarle sentido a las cosas que no entendía. Creyendo que todo se había terminado. Dejé el medallón de bronce a cuidado de los morganos y los otros dos medallones los guardé en secreto, sin utilizarlos nunca.

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Volví a la Tierra para buscar respuestas y en Buenos Aires los conocí a ellos. A Frank y a Nicholas- los dos hombres asintieron- Formé otro grupo, la segunda generación de Proetas y les di la misión de vencer a Foucen, lo que lograron.

Pero aquello trajo cosas impensadas. A Frank le había regalado la vieja espada de mi hermano y esta funcionó, pero en un momento, desgarró un tejido de la realidad y los dos descubrieron la entrada a mi dimensión de bolsillo.

La primera vez que lo hicieron no me enteré, pues no entraron. Pero un mes después lo hicieron y me di cuenta de los intrusos.

Ese mes también lo sentí: mi otra parte, estaba viva. No sabía cómo y se me paró el corazón del miedo. Hariet estaba vivo en alguna parte.

Fui hasta la dimensión de bolsillo, apesadumbrado y con una siniestra intención, nadie podía saber lo que guardaba esa fuente. Con más razón si era que Hariet andaba por allí.

No voy a cansarme de decirles, Kay, Sony, que el destino es algo revelador. Frank y Nicholas habían hecho una exhaustiva investigación desde jóvenes, que los condujo al Templo Azteca, a la espada divina, que los condujo a mí, al Mundo Helado, que los condujo a la tumba de Gyan, y luego a las coordenadas exactas de Sarmander.


 Y ellos me convencieron de que debían ser los nuevos JEN. Lo dudé, pero estaba tan sorprendido que lo acepté. Sin embargo, algo ocurrió- Kay y Sony abrieron los ojos como platos- El poder los rechazó y les causó una enfermedad terminal. No eran seres puros, mi padre Fargos era un niño cuando comió el fruto y aún era inocente.

Todo parecía desmoronarse hasta que ellos… los eligieron para ser sus sucesores- Kay y Sony sintieron un golpe en el pecho, muy brusco. No fue de cariño, sino de inconformidad y cierto reproche hacia Frank y Nicholas. Ellos los miraban con comprensión- Yo intenté extraerles la sangre de Gyan, pero ya era demasiado tarde, ya los había intoxicado y probablemente tardaría años en matarlos.

Frank Montarnen y Nicholas Dameron sabían de que el mundo no contaba con héroes, así que ellos estaban dispuestos a crearlos, mezclaron la sangre de Gyan con la leche de sus mamaderas, cuando sólo eran bebes, y al ser seres puros, los poderes los aceptaron. Esa es la razón por la cual ustedes son JEN- Sony apretó los dientes y bajó la cabeza- Usamos el medallón de oro para que la espada divina viajara al pasado y sea encontrada por los aztecas, lo que llevaría a la creación de su templo.

Los envié a ellos junto a Morgán hacia el Zen para que investigaran el misterioso Templo de Juan Jimonte. Cuando ellos regresaron y me dieron su informe de la prisión fantasma, lo entendí todo: Yo era la causa del pasado y el medallón de oro me ayudó a corregir todo lo que estaba en el aire. Lo usé y fui a la época de los primeros Elementales, separé el alma del cuerpo de Hariet, y junto a Juan Jimonte creamos el Templo de Jimonte en la dimensión Zen.

En mi presente, había notado que los Viman vivían en Morgana, razón por la cual, cuando estuve en el pasado, convencí a Marcos Viman de venir conmigo a ese planeta. Sin saber que estaba causando indirectamente que Lepra se transformara en mi pupilo tiempo después. Causa y efecto, como ya dije. Lo mismo con la misión que le di a Pedro, él era el verdadero Kimhote de la profecía.

He usado el medallón para ver todos los posibles futuros del ataque de Hariet y sólo así podemos ganar. Para ganar, el PRODIGIUM tiene que entrar a este mundo y para eso, necesito que ustedes dos sean asesinados al mismo tiempo por el Único.>>

Hubo otro silencio desgarrador. Kay y Sony miraron a sus padres como para asegurarse de que era una broma, pero no lo fue.

- En el momento que los elegimos como los nuevos JEN, le hice jurar a Fismut que divulgaría entre los miembros de la Luz Oscura que yo era el único JEN, para que me persiguieran a mí y ustedes estuvieran fuera de peligro- contó Frank- Él nos prometió un regalo antes de nuestras muertes, volver a verlos- Kay se estremeció, acababa de darse cuenta de que estaba frente al Frank Montarnen que moriría por el incendio causado por Dimitrion y Morgán. Sony vio a Nicholas y finalmente entendió aquella mirada que le dio antes de ser asesinado, el Nicholas que estaba allí era el que moriría dentro de poco por tres bestias con pistolas.

- Cómo sabrán, jóvenes. No pueden decirles a ellos los motivos de sus muertes - les advirtió Fismut- O causarían un problema temporal muy grande. Así como tampoco Nicholas le puede decir a Frank como murió.

- Lo sé. Tú dijiste que yo sería el primero en morir- le dijo Frank a Fismut- Dime Kay… ¿en qué año recibiste el cofre que te dejé?

- En el 2228…- contestó Kay. Frank asintió conforme. Todo era demasiado complejo para ellos.

- Lo sentimos, chicos- habló Nicholas- Pero era la única manera. Sean valientes y derroten a ese bartardo.

- Nosotros siempre estaremos con ustedes- agregó Frank y miró a Nicholas- Y gracias a ti, compañero, lo criaste muy bien, imagino que debe tener el carácter de los Montarnen- Kay los miró y sintió una importante angustia.

Nicholas sonrió con torpeza, algo que Sony nunca había visto, también se emocionó y dijo.

- No fue nada fácil tener dos hijos varones…  

Ambos fueron envueltos por luces y desaparecieron poco a poco. Kay y Sony se desesperaron, pero no hicieron nada, sabían que era lo que tenía que pasar, aunque las ganas estuvieran atascadas en sus gargantas.

- Como le dije a Hariet, los efectos del medallón de oro no duran mucho- dijo Fismut - Gracias por todo- les exclamó a los últimos fragmentos de Frank y Nicholas, ellos sonrieron y se despidieron efusivamente.

Kay y Sony lloraban de la impotencia.

- Tranquilos, todo está bajo control. A diferencia de ustedes, el PRODIGIUM me ignora porque aprendí a ocultar mis poderes y porque la porción del alma que poseo es ínfima a comparación de la de ustedes. La entidad reconocerá la fluctuación con sus muertes. Pero descuiden, cuando toque sus cadáveres, volverán a la vida. El tacto entre los elegidos es la chispa que menciona el precepto.

- ¿Y el medallón de plata? – preguntó Sony.

- El que está aquí no es el verdadero, lo reemplacé hace años- contestó el mago y notó los sucios y heridos que estaban, así que chasqueó los dedos y ambos fueron vestidos mágicamente por togas blancas- El real está en aquel paquete que le diste a tu amigo, joven Sony- el joven abogado se estremeció.

- Nadaya también lo sabía, ella me dijo que se lo guardara.

- Ella ha sido una excelente aliada, sin duda. Cuando termine todo esto, podrán estar juntos…- le dijo Fismut con una sincera sonrisa. Sony tragó saliva, nervioso.

- Este peligroso viaje nunca se trató de conseguir el medallón de plata- vociferó Kay, Fismut le dio la razón- El plan era que conozcamos a nuestro enemigo al detalle y que este creyera que todo le estaba saliendo bien; así estaríamos listos para vencerlo en el momento adecuado.

- El mundo es una caja llena de sorpresas.

Kay abrió los ojos como platos.

- Eras tú, el payaso, ¡eras tú! – exclamó Kay efusivamente.

Fismut asintió y miró a Sony.

- Yo creí que tenía mi vida minuciosamente planeada y hoy, puedo decir que hubo dos hechos que me cambiaron para siempre, conocer a los primeros elementales y que sus padres descubrieran mi secreto por cuenta propia- Kay y Sony miraron sus nuevas ropas en una clase de reacción tardía- Hariet también es un JEN, la dualidad somos nosotros contra él. No podemos matarnos los unos a los otros, la única forma es que todos nos olvidemos de nuestras vidas en una intensa batalla- Kay y Sony prestaron atención, seriamente- Sin embargo, si confían en mí, las cosas pueden ser distintas- pausó y dijo- Ahora… ¿Quieren saber el plan?

LA RECONCILIACIÓN:   

- A través de los tiempos se manifestó, aguardando ser liberado de las cadenas. Y a pesar de la larga espera, su odio creció. Sueña con las bestias viviendo bajo su merced, solo con la muerte se paga la vida de este ser. Dos hermanos se enfrentaron y uno de ellos fue expulsado, entre los mundos se encuentra la llave, en la espada divina y la otra dimensión está la clave- repasó Kay- Ahora todo tiene sentido. Frank y Nicholas nos dijeron desde un principio como fuimos elegidos y el lugar que teníamos que encontrar: la dimensión de bolsillo.

- Trazaron un largo viaje, dejaron pistas para que las sigamos y eso nos llevaría a Sarmander donde encontraríamos el pergamino. Pero Hariet se adelantó y lo dividió en dos partes- dijo Sony, pensativo.

- Y los poderes que tenía Gyan, los despertamos en la batalla con el ejército de Gargas, alcanzamos su nivel y fuimos capaces de imitar sus habilidades- agregó el otro.

Kay repasaba sus heridas, estaba mucho mejor y la toga blanca le ocultaba todos los cortes, se examinó a sí mismo durante un largo rato. Ambos estaban solos, Fismut se había ido y sus padres también, había sido increíble volverlos a ver, pero les tenían cierto rencor por haberles dejado semejante legado.

- Ellos confiaron en nosotros- dijo Kay en voz baja. Sony le daba la espada, pensativo y hablando para sí mismo.

- Sony- lo llamó, pero él no le prestó atención y seguía diciendo cosas como “¿Me dolerá?”- Sony- el joven abogado continuaba paranoico y nervioso, ensimismado- Sony- dijo Kay por tercera vez y lo tomó del hombro. Sony esperaba que lo regañara y se dio la vuelta en silencio con pesadez. Apenas estuvieron frente a frente, Kay lo abrazó de un movimiento. Sony abrió los ojos como platos, anonadado- Lo siento, lo siento por todo.

Sony tardó en reaccionar y se quedó inmóvil durante largos segundos; la habitación se había vuelto a oscurecer tras la partida de Fismut, pero Kay había creado unas llamas flotantes para iluminar un poco. Tragó saliva y le respondió.

- Yo también lo siento- Kay lo miró y con ambas manos lo tomó de los hombros.

- Fui un estúpido y un egoísta- reconoció el muchacho- Conocer la historia de Fismut me hizo notarlo. Él se quebró tras la muerte de Gyan y estuvo muy perdido. Me hizo pensar que yo no podría vivir sin ti. Me enfoqué tanto en el rencor, en la culpa, que me olvidé por completo de lo que se sentía. Todo ese odio hacia ti tapaba la verdad: si no te tuviera, mi vida sería un infierno.

Sony se apartó bruscamente de Kay, el elemental de fuego creyó que había dicho algo malo. Pero Sony habló al instante.

- Ya lloré demasiado por hoy, estoy harto- se secó las lágrimas y le enseñó su puño. Kay asintió con una sonrisa y completó el choque- Es hora de terminar con esto.

Finalmente, los dos JEN, conocedores de toda la verdad y reconciliados, cruzaron la habitación, se toparon con un pasillo que los condujo a una puerta inmensa y la abrieron con la fuerza magnética. La luz iluminó la oscuridad y ambos entrecerraron los ojos.

El salón estaba bañado en plata y cromo, de cincuenta metros de largo y veinticinco de ancho, las paredes tenían la forma de un santuario religioso, había barandas de vidrio a los lados y un recto camino con el piso reluciente, por donde los JEN podían ver sus propios reflejos uniformes; en él yacían cuadrados y rombos dibujados con símbolos negros y blancos. Al final había una inmensa y oscura escalera que luego se dividía en dos, formando una “O” y desembocaba en un trono dorado, el cual estaba acompañado por un monumento picudo del mismo material como si fuera una pirámide, y dos ventanas inmensas en cada lado. En aquella plataforma y sentado en el trono dorado yacía Hariet. 

Kay y Sony, vestidos con togas blancas y curados de toda herida, entraron por la única puerta del salón. Finalmente, los JEN y el Único se reencontraban.

- Se tardaron- vociferó Hariet con aquella voz siniestra que portaba cuando usaba la armadura medieval y oscura.

jueves, 11 de octubre de 2018

El Secreto de Fismut: CAPÍTULO 25.



El Secreto de Fismut: CAPÍTULO 25.

- Han pasado cosas espantosas en Plaza de Mayo durante varios siglos, pero esto, no tiene comparación- narraba la periodista en todos los canales de la televisión- Dios nos proteja, recemos todos juntos. Lucifer llegó y se acabó. Es como si alguien lo hubiera escrito, primero apareció la especie que luego nos traicionó, la crisis por el agua, los golpes de estado, una masacre inexplicable en un pueblito pequeño y ahora… la llegada del mal. Tal vez Van Robin Hed no era tan malo después de todo…

Hombres, mujeres y niños contemplaban las pantallas en el centro, multitudes de personas (las que se animaban a salir a las calles).

- El ejército demoníaco se marchó y puedo asegurarles que no tardarán en regresar para terminar con estas guerras de bestias. ¡Escóndanse los que se quedaron! ¡Es lo único que les queda, nosotros los ayudamos y los apoyamos, al final, nos dieron la espalda! ¡A ustedes les hablo, “RYANOS”! – el sonido de la voz de la mujer resonó en todas las enormes pantallas de cada gran ciudad de Buenos Aires. Ni siquiera los militares se habían molestado en “callar” a dicha periodista.

Entre los escombros de la batalla entre el Único y los JEN en Plaza de Mayo, había familias de seres de piel gris, los que no se habían unido a Hariet. Tan muertos de miedo que apenas se atrevían a salir a la luz del sol. No estaban de acuerdo con el Oscuro, y, aun así, todos los humanos los querían muertos.  

Fix Úrdigan era un Ryano nacido en Córdoba, de veinte años y piel gris, ojos miel y cabello corto (oscuro), a diferencia de los otros, su piel era bastante lisa, sin ningún poro. Y él, junto a muchos otros, había sido testigo del día en que apareció el abominable sujeto con la armadura. Él había visto con sus propios ojos como dos jóvenes le hicieron frente y se animaron a desafiarlo hasta que desaparecieron. Fix confiaba en aquellos dos, él estaba convencido que ellos eran la clave para salvar al mundo. Y por más que intentara convencer a su familia o a sus amigos, no había caso, las pruebas no importaban, la actitud de los humanos sí.

Fix se encontraba espiando la superficie, patrullando y ayudando a otros Ryanos a robar alimentos. Asaltaron un supermercado con pistolas y cuchillos, el vendedor estaba lleno de odio hacia ellos (y no por robarle), Fix lo notó y se molestó, pero no le dijo nada.

El grupo avanzó por donde la basura se acumulaba, donde curiosamente había una entrada que te conducía a un mundo subterráneo. Allí, tras dos años de la llegada de Hariet, los Ryanos habían construido una horrible sociedad secreta para alejarse del homo sapiens. Le dejaron las sopas, los condimentos, los panes y los alimentos no perecederos a un distribuidor. Era lo único que conocían para matar el hambre de la población.

- ¿Vienes con nosotros, F? – le preguntó uno de sus compañeros.

- Luego los alcanzo- respondió el joven Ryano y tomó una ruta distinta.

Trotó por los largos pasillos oscuros y cilíndricos, rodeados de cañerías, agua estancada, ratas y un pésimo aroma en el ambiente. Conocía las ramificaciones a la perfección y se guío fácilmente hacia una cueva improvisada con algunas cortinas colgando para mantener la privacidad. Ella yacía acostada en un colchón pelado, con fiebre y muy débil. Su piel también era gris y sin poros, con unas cuantas arrugas y canas blancas. Fix la atendió y le dio un pan que había robado en el supermercado. A decir verdad, reveló un montón de cosas entre sus bolsillos que no le había dado al distribuidor.

- Esto es para que te mejores, mamá- le dijo con esperanza. Ella sólo se limitó a mirarlo, apenas podía hablar. Comió un poco y volvió a dormir. Fix suspiró con opulencia y se golpeó a sí mismo para no largar el llanto, no podía. Se sentó a su lado y le acarició la mano durante horas mientras la observaba dormir, luego siguió buscando entre lo que había tomado y recordó que le había robado el celular al vendedor a punta de pistola. Ya había usado uno antes y lo ojeó, dicho sujeto ya tenía una ventana abierta, una página del gobierno con el titular: LOS ELEMENTALES, LOS HÉREOES ENTRE LAS SOMBRAS. La luz le afectó y fue por sus anteojos, se los colocó y leyó en voz alta- La página fue hackeada, mi nombre es Francisco y estos son los archivos ultrasecretos del gobierno que evidencian la existencia de los Elementales- Fix siguió leyendo y deslizó su dedo para continuar, más abajo había documentos firmados por el antiguo Rey Patricio, las condiciones del Proyecto Light y fotos de incidentes inexplicables donde yacían tres sujetos involucrados: dos jóvenes y un adulto- Son… ellos- jadeó y miró a su mamá ya que esta acababa de toser, sin embargo, eso fue todo lo que hizo y se mantuvo dormida.

- Lamentablemente están muertos- le dijo un hombre que acababa de mover la cortina para pasar. Fix frunció el ceño con rencor y de un movimiento tomó la pistola, no obstante, cuando intentó apuntar… un vórtice pequeño apareció y absorbió la mitad del arma, partiéndola en dos. Fix, anonadado y muerto de miedo, tiró al suelo su pistola y se aferró a su madre- Nosotros no tuvimos nada que ver, haga lo que quiera conmigo, pero no lastime a mi madre, está enferma.

El sujeto entró y la cortina cerró la “habitación”.

- Eres un exagerado- vociferó el hombre. Fix ya había notado que era un humano, con el cabello y la barba violeta, vestido con un saco negro de botones. Un arito en la oreja izquierda y la piel blanca- Mi nombre es Rak- el sujeto se acercó a la madre de Fix y este se asustó aún más, luego se sentó en la cama y le acarició el cabello a la mujer dormida. Fix se quedó tieso, apretando los dientes- Todo esto es mi culpa. Ustedes no tendrían que vivir así, en la miseria y sufrir las peores enfermedades- Fix aflojó y lo miró con atención.

- ¿Qué quieres?

- Salvarlos, cueste lo que cueste- le respondió Rak y Fix notó que un bulto se movía dentro de su saco. Fix se sobresaltó. A continuación, un pequeño espécimen redondo salió por el cuello del hombre, era Morris. Rak movió la cabeza para observar a su peludo compañero- Ya no me habla, está realmente enojado conmigo.

Morris saltó del hombro de Rak hacia la cama, Fix lo miraba, incrédulo. Morris avanzó con sus patitas lápiz y frotó su cabeza con la de la mujer enferma. Rak retiró su mano y observó. Algo ocurrió y de repente, ella sonrió dormida.

- No podrá curarla, pero si modificar sus emociones- le dijo Rak a Fix cuando este puso gesto de incomprensión- Me dijeron que los Úrdigan viven aquí.

El joven Ryano lo observó con recelo.

- No voy a hacerte daño. ¿Ya no es obvio? – insistió Rak- Deja de mirarme así.

- Eres… un humano.

- ¿Y eso qué? – Fix estuvo a punto de responder, pero Rak se adelantó- No me tomes por estúpido, sé lo que pasa aquí y por eso vine. ¿Eres un Úrdigan o no?

Fix asintió con seriedad.

- Fox Úrdigan fue mi mejor amigo, le decían el “Ryano de cara linda”, veo un cierto parecido.

- ¿Fox… Úrdigan? Él murió hace siglos, era mi antepasado, es imposible que lo hayas conocido. Mi mamá me contó que fue el líder del clan que ayudó con la supervivencia de la especie.

- Eso es darle demasiado crédito al desgraciado, que en paz descanse. No lo hizo solo…

Fix cambió de actitud y se echó a reír.

- ¿Quieres que crea que tú (un humano) eres el legendario Profeta?

Rak asintió con una disimulada sonrisa.

- ¿Dónde están los demás?

Fix abandonó la risa y miró el suelo.

- Somos los únicos que quedamos, la batalla en Plaza de Mayo se llevó a casi todos mis familiares, sólo quedamos mi mamá y yo. Somos los únicos Úrdigan que quedan.

- Una pena- respondió Rak y rezó- La diosa los cuidará.

- ¿Tienes pruebas?

- No voy a molestarme en ello. ¿Quieres mi ayuda o no? Sé claro y veloz que me aburro fácilmente.

- Bueno… sí. Pero… ¿Qué puedes hacer por nosotros?

- Los sacaré de aquí, a todos ustedes, como en el pasado. Volverán al Mundo Helado, es lo más seguro.

- No- gruñó Fix- ¡Tenemos que pelear!

- ¿Pelear?

- ¡Si! ¡Cuando vuelva el desgraciado, tenemos que enfrentarlo y probarle a los humanos que no estamos aliados con él!

- Eres un cliché, atractivo y estúpido, increíblemente estúpido- respondió Rak y se puso de pie- Los que nos iban a salvar MURIERON. Sé que los conoces, investigué bastante antes de venir aquí. Ya pasó un año y es probable que las corrientes temporales hayan atrasado su llegada, pero vendrá y nos asesinará a todos sin compasión. Es la viva imagen del dios Ázu, créeme. No querrás estar aquí cuando eso ocurra. Piensa en tu madre.

- ¡Yo me quedaré! ¡Detesto a los humanos por lo que hicieron! Pero… esos dos, ellos me enseñaron que no todos son iguales. Murieron para salvarnos, imagino que lo dieron todo hasta el final. Son mi ejemplo, y si dos humanos se sacrificaron por el mundo, es hora de que un Ryano lo haga.

Rak suspiró pesadamente.

- Eres un terco, orgulloso, vanidoso, soberbio y mal criado muchachito de piel gris, pero está bien. Lo haremos a tu modo.

Fix se puso de pie de un golpe.

- A los enfermos, débiles, ancianos y niños podemos llevarlos a ese lugar que dijiste, pero… reagruparemos a los sanos, a los débiles los haremos fuertes y a los fuertes los haremos más fuertes. Esa es mi idea.

- ¿Y cómo planeas hacer todo eso, genio? – no hacía falta aclarar que Rak fue muy irónico al respecto.

- Tú nos enseñarás.

- Lo que yo hago no lo puede hacer cualquiera…- pausó y suspiró antes de hablar- Pero conozco el Böju, el arte místico o magia, si te es más fácil de entender. Eso sí puedo enseñárselos. Igual…- Rak lo miró directo a los anteojos- Tengo una condición.

- ¿Cuál?

- Te convertirás en mi pupilo, mi subordinado y compañero. Si quieres hacer algo por la humanidad, yo te voy a guiar.

Algo dentro de Fix se encendió y después de tanto dolor, se sintió espléndido.

No fue fácil convencer a la mayoría de los Ryanos de que el Profeta aún vivía y que había regresado para salvarlos de la destrucción, más difícil fue aclararles el plan y el entrenamiento mágico. Hubo escepticismo por todos lados.

- ¿Cómo creen que llegaron hasta aquí? – preguntó Fix retóricamente a la muchedumbre en lo subterráneo, dónde todos los pasillos se conectaban.

- Nuestras memorias empezaron a mejorar desde la llegada del Único, ahora recuerdo muchos detalles de nuestra historia- dijo un anciano Ryano, quién caminaba a través de un bastón- Los libros de historia retrataban al Profeta en el pasado y ese hombre es muy parecido.

- El Único les borró la memoria a propósito- les contó Rak entre gritos- Él quería que olvidaran su hogar y su legado. Querían que me olvidaran a mí o a mi grupo, los Proetas, los que los defendimos en tiempos oscuros. Él quería que desarrollaran odio hacia los humanos, así se pondrían de su lado, pero al final, sólo planea matarnos a todos. Muy pocas familias fueron las que se resistieron a ese lavado de cerebro. No me explico cómo es posible que ahora los recuerdos resurjan, probablemente el hechizo se debilitó, pero eso ya no importa. Los humanos están desorganizados y sus líderes apestan, pero ustedes, la primera especie mortal del cosmos, que superan las capacidades de mi raza, pueden vencer al invasor y ocupar el lugar que les corresponde. ¡Basta de diferencias, somos todos seres vivos y todos vivimos aquí, hagamos los posible por defender nuestro hogar!

Hubo vitoreos a favor del Profeta, Fix sonrió y también festejó.    

Así transcurrieron dos meses donde los Ryanos del submundo comenzaron a organizarse y a entrenarse, Rak los fragmentó en divisiones y a los más veloces en aprender, los convirtió en ayudantes. Inclusive Fix se había vuelto un talentoso practicante del Böju en tan corto tiempo. Rak volvía a entender por qué las capacidades de los Ryanos eran superiores a las de los humanos. En su tiempo libre, hablaba con Fix y con su madre, quién aún seguía mal, pero ahora conversaba. Ella le explicó al Profeta que los mestizos nunca se dieron por las diferencias biológicas entre los humanos y los Ryanos, pero que sí había presenciado muchos amoríos entre sujetos de diferente raza. Rak se sentía muy cómodo allí, pero no todo era color de rosas, Morris estaba cada vez más distante, y se apartaba para hacer recorridos nocturnos en solitario.

- ¿Qué le pasa? – le preguntó Fix en una ocasión cuando se marchó.

- No me perdona.

- ¿Qué hiciste mal?

El rostro de Rak se tornó triste.

- Porque los abandoné cuando más me necesitaban, los abandoné porque no me dijeron que mi hermana estaba viva. Y por esa decisión, ellos están muertos.

- ¿Con ellos te refieres a…?

Rak asintió.  Fix apretó los dientes.

- Nadie tolera las traiciones, hiciste lo que creíste justo en ese momento, no te tortures.

- Ellos eran los elegidos, la profecía decía que terminarían con la dualidad, vivieron tragedias y siguieron adelante… y el desgraciado les enterró dos tubos en los corazones, los mató despiadadamente al mismo tiempo- suspiró y continuó- Morris me obligó a volver y cuando lo hicimos, ya era demasiado tarde. Todos se habían ido y encontramos las tumbas, las abrimos y allí estaban sus cuerpos, sin vida, deformes e irreconocibles. Fue horrible.

Fix lo tomó del hombro.

- Sin ellos y sin ti, ninguno de nosotros estaría en esta posición ahora.

Rak suspiró. De repente… un Ryano apareció desesperado.

- ¡Dos individuos de la superficie se dirigen hasta aquí! – gritó.

Rak y Fix fueron de inmediato.

Un esqueleto parlante y una mujer de cabello violeta con alas en la espalda caminaban por el basurero con total seguridad. Rak los vio desde una de las entradas secretas cubiertas por chatarra, tomó a Fix del hombro, alterado y le dijo.

- Quédate aquí. Si algo me pasa, te quedas aquí sin hacer nada, es una orden. Si no regreso, serás el nuevo líder de la resistencia, tienes que seguir con el plan de ataque. Déjame esto a mí.

- Pero…

Rak lo fulminó con la mirada y Fix apretó los dientes, no estaba acostumbrado a verlo alterado. La noche se visualizaba con claridad, repleta de estrellas e iluminada por unas horrendas lámparas. Rak salió de su escondite y se presentó ante los intrusos.

Gargas y Hélen se sobresaltaron, ya el aroma los tenía alterados y las montañas de basura a su alrededor.

- Hermanito, te estábamos buscando- vociferó Hélen.

- Bonito lugar para esconderse- comentó Gargas.

Rak miró a ambos con decisión y se acercó lentamente.

- ¿Hermanito? – repitió Fix en voz baja para sí mismo, mirando a través de una abertura de la entrada.

- Ninguno de los dos tiene el poder para vencerme- dijo Rak con soberbia.

- ¿Eso crees? – se burló Gargas- Antes no pudimos comprobarlo porque huiste como todo un cobarde.

Rak apretó los dientes y detuvo su atención en Hélen, quien vestía una nueva armadura negra pegada al cuerpo, brazaletes y una bincha de cristal sobre la cabeza; continuaba descalza, con los labios pintados y el rostro delicado.

- Desearía tanto que fueras tú.

- Soy yo. Soy Hélen, lo recuerdo todo, Rak.

- Podrás parecerte y recordar todo lo que quieras, pero en esencia, no eres ella. Mi hermana hubiera combatido contra ese desgraciado con la armadura…

- ¡Más respeto! – gritó Hélen, alterada e intentó calmarse a la fuerza- Él es nuestro salvador.

- Es divertido ver a los hermanos Taigüen peleando- vociferó Gargas.

- Ese apellido ya no significa nada en esta época- le aclaró Rak- Siendo franco, ya nada importa en esta era- y se puso en guardia, listo para la batalla.  

- Voy a reemplazar mis prótesis con tus piernas, Profeta- gruñó el esqueleto parlante y Rak bajó la mirada, lanzó una risita pícara recordando aquel día y formó dos portales con las manos.

- Atácalo por la der…- le dijo Gargas a Hélen, pero ella se adelantó y atacó a Rak por su cuenta.

El ángel de la muerte acechó a su hermano con puños y patadas precisas, Rak las esquivó y al mismo tiempo, usó los portales que portaba para sumergir las extremidades de su hermana en ellos. En ese instante, los golpes de Hélen aparecieron tras Gargas y lo embistieron. Gargas sufrió los golpes e insultó al Profeta con horribles palabras.

- Muy talentoso, hermano mío, serías un gran aliado- le decía Hélen a medida que lo atacaba. Rak se mantuvo serio y TODOS los golpes de la mujer aparecieron en diferentes espacios del esqueleto parlante (tras su espalda, delante, sobre su cabeza, por debajo de donde deberían estar sus genitales). Gargas sufría cada golpe y toda su armadura ya estaba abollada, el cráneo agrietado y sin posibilidades de escapar. Fix se reía, no conocía a mejor guerrero que su maestro, tenía la boca abierta y los ojos abiertos como platos.

Hélen se detuvo un momento para descansar y tardó en reaccionar que su compañero había sufrido todos sus golpes. Rak reía con soberbia.

- Les doy una oportunidad. Ríndanse o me encargaré de ser el único Proeta original con vida.

- ¿Matarás a tu propia hermana? – preguntó Hélen con tristeza fingida.

- ¡Qué no eres ella! – le gritó Rak, sacado de quicio.

Gargas se estaba recuperando y se hartó de la situación, entonces, sacó un anillo de oro escondido entre sus prendas y lo colocó en su dedo pulgar. Rak no lo notó.

Hélen sonrió divertida y probó con otra golpiza, Rak volvió a realizar el mismo truco, pero esta vez… los puños y patadas de la mujer atravesaron el cuerpo de Gargas. El desgraciado ahora era intangible por completo.

Rak lo vio y apretó los dientes, Fix frunció el ceño desde su escondite. Gargas caminó hacia los hermanos con tranquilidad, a su vez, Hélen seguía combatiendo cuerpo a cuerpo.

Rak dio un gran salto hacia atrás para alejarse de ambos. Y finalmente, Hélen lo alcanzó rápidamente y le dio un puñetazo certero en la mandíbula, luego otro en el abdomen y dos en el pecho. Las alas terminaron por envolverlo como una manta y exprimirlo como a una naranja. Fix estuvo a punto de actuar, pero vio el gesto de su mentor, él le negó con la cabeza disimuladamente. Rak gimió del dolor, indefenso. Gargas observaba.

Las alas de Hélen actuaron como dos manos colosales y emplumadas, y tiraron al Profeta contra el suelo. El saco que llevaba tenía los botones descocidos y yacía desgarrado a los lados, con algunas gotas de sangre. Se levantó con cautela y abatido, pero no todo terminó allí, Gargas lo había alcanzado y acababa de atravesarlo cuerpo a cuerpo, luego lo ahorcó.

Ambos cuerpos estaban fusionados en una masa irreconocible, lo tangible y lo intangible. Rak y Gargas imbricados, a su vez, el brazo del esqueleto se materializaba para ahorcarlo. Estaba por ocurrir algo peor, Gargas iba a extirparle los órganos por dentro, sin embargo, sintió una punzada de dolor proveniente del pulgar y se alejó de Rak. El anillo brillaba y Gargas sentía que toda su energía se iba, cayó al suelo de rodillas y sus prótesis se quebraron. No tuvo mayor remedio que quitarse el anillo del pulgar y su dolor cesó.

Hélen voló y planeó hacia Gargas, tomó el anillo y se lo colocó.

- Ahora es mi turno- vociferó con locura.

Rak tosía y miraba a Hélen con preocupación. Ella apareció ante él en segundos con una vara de metal y lo golpeo tan rápido que Rak no tuvo tiempo de reaccionar. Le atravesó el pecho y Rak vomitó sangre, cayó desmayado con rapidez. Fix se sintió increíblemente impotente.

A continuación, Hélen alzó el pulgar y un rugido se oyó, del montón de basura surgió un inmenso dragón esquelético, el poderoso Kahar. Fix sintió una roca atascada en su garganta y se escondió, muerto de miedo.

- Ven, amor- le dijo la muchacha al dragón y este obedeció. Cargó al esqueleto y al hombre de cabello violeta, después, ella se subió al lomo de la bestia. El dragón agitó las alas, mientras toda la basura volaba por los aires y se marchó. Fix no lo pensó dos veces y fue tras ellos.


EL CONGRESO DE LOS MILITARES:

- No podemos perder- dijo uno de los seis Jefes Militares presentes en la mesa redonda de madera.

- Omar, el hackeo a nuestra página oficial nos desprestigió como líderes mundiales, nos quitó credibilidad, ahora le gente prefiere creer en la existencia de magos y brujas- le contestó otro, llamado Elías. Los seis estaban vestidos con uniformes, insignias y medallas. Estaban solos, los guardias esperaban afuera. La sala era inmensa, estaba repleta de gradas y escalones, como para que entraran trescientas personas.

- Los canales que firmaron la sentencia de Hed muestran varios episodios particulares. Es un hecho que no podemos negar, no nos comportemos como viejos estúpidos y conservadores- dijo un tercero, llamado Ricardo- Tenemos que actuar admitiendo la situación y nuestro estado como gobernantes…

- Yo estuve el día que el ex presidente de Argentina contrató a Sony Dameron en el congreso- dijo un cuarto, de nombre Lucas- Nunca hubiera imaginado todo lo que ocultaba. Creímos que la sentencia de Van Robin Hed nos beneficiaría y ganaríamos la confianza de la gente, pero no fue así. Cometimos un error. Hay que jugar de otra manera…

- Ese hombre o sujeto… ¿volverá? – preguntó Omar.

- Lo que la ciencia ficción tanto nos advirtió a través de las películas de Hollywood podría ser cierto- dijo el sexto, conocido como Leandro- Los alienígenas quieren invadirnos.

- No digas estupideces- gruñó Lucas. Hubo una discusión fuerte entre los seis, pero el militar de cincuenta años elevó su voz para ser escuchado- Es un enemigo de la organización y, por lo tanto, debe ser ejecutado. Propongo una alianza con el ejército africano…

- De ninguna manera- continuó Leandro, quién parecía ser el hombre con mayor autoridad en la sala- Si pisan territorio americano, nos investigarán a fondo y pedirán cosas a cambio. ¡Terminarán por descubrir los experimentos secretos y purgarán nuestros laboratorios!

- Van Robin Hed eliminó nuestra fábrica más importante hace dos años atrás, nos dejó sin muestras ni sustancias de aquel extraño fenómeno- recordó Ricardo- Sin embargo, aún hay otros laboratorios clandestinos…

- Entonces… es hora de activar el proyecto “Defensa” y encender a los androides de batalla- opinó Elías.

- Tampoco- lo corrigió Leandro- Esos androides sólo fueron diseñados para mantener a raya a las personas del Gran Buenos Aires. No sirven para combatir…

- En síntesis, sólo tenemos el rejunte de nuestras fuerzas- meditó Ricardo- Lo único bueno que saco de todo esto es el trato de repartición de poder, para acabar las guerras entre nuestros sectores. Sin embargo… ¿Los Jefes Militares de los otros países de la G.C.J.M no vendrán?

- No- aclaró Leandro- Habrá un nuevo orden. No más democracia y no más un militar de alto rango por país; nosotros seis seremos los líderes de la organización y destituiremos a todo el resto. 

- Pretenden dominar a otros países que ni siquiera conocen, la gente los aborrecerá- dijo Ricardo.

- No tienen por qué estar de acuerdo- dijo el militar Leandro, de cabello oscuro y cuarenta años- Nosotros les traeremos el orden adecuado.

- … Si el “demonio” de Plaza de Mayo no vuelve a aparecer después de dos años- habló Lucas en voz baja y luego añadió- ¿Estados Unidos se nos unirá?

- En secreto, como siempre. Nos proveerá de armamento y equipamiento- contestó Leandro. 

- Bien. ¿Cómo procedemos? – preguntó Lucas nuevamente y en ese instante, un lento aplauso se escuchó y los seis hombres notaron que un sujeto no identificado yacía sentado en las gradas, en un sector que estaba pobremente iluminado, razón por la cual, sólo visualizaron su silueta. Los seis se levantaron de un movimiento y enfundaron sus pistolas con cautela. Luego, escucharon lluvia y truenos afuera (cuando el día en la playa había sido muy soleado y caluroso), seguido por gritos de multitud, metales y vitoreos desagradables.

- No se levanten- dijo el sujeto que la oscuridad cubría del pecho hacia el rostro. Los militares notaron que había un casco a su lado, que cruzaba las piernas y apoyaba sus brazos en el escalón que venía después de donde se sentaba- Es curioso que crean que todo lo que lograron hasta ahora fue por mérito propio. Yo los ayudé a derrocar a la G.N.U.M, yo creé la escuela que les enseñó a desestabilizar lo que estaba impuesto. Me parece correcto que conozcan a su director. Después de todo, soy más viejo que todos sus próceres.

- Llama a seguridad, ahora- le ordenó Leandro a Lucas en voz baja. Lucas amagó, pero se detuvo cuando las puertas que procuraba pasar se congelaron rápidamente.

- ¿Saben por qué desaparecí con todo mi ejército y regresé hoy mismo? – preguntó el misterioso sujeto. Los militares se miraron entre sí, sudorosos y frunciendo el entrecejo- El tiempo. El tiempo es algo más sobrenatural que la magia, señores. Está en constante movimiento y lo que te puede tardar segundos, lo transforma en horas, a veces, en años…

- ¿Qué quieres? ¿Cómo llegaste hasta aquí? – le gritó Leandro entre dientes.

- Van a darle una lección a la humanidad, señores- les confesó- Van a representar todo lo que estuvo mal este último siglo y yo, personalmente, los asesinaré para ganarme el cariño de sus ciudadanos.

- Estás loco…

- ¿Loco? ¿Yo? – Hariet se levantó y tomó el casco con sus manos- Ustedes reprimieron, abusaron de su autoridad, masacraron y asesinaron por diversión. Más bien, por desesperación… por temor a perder su poder. No hay dictador en la historia que haya actuado en voluntad de un mundo mejor, ustedes no son la excepción a la regla.

- ¿Y tú? ¿Sí lo eres?

- Yo… soy infinitamente más que eso- Hariet se colocó el casco y a continuación, las paredes explotaron en mil pedazos. Los Jefes Militares corrieron desesperados. Se vieron rodeados por olas de lava que se arrastraron por los suelos y los rodearon; el fuego incendió el inmenso salón dónde se encontraban, la materia de las columnas se degradó o se convirtió en líquido y gas; distintivos rayos pulverizaron los suelos, cayeron fragmentos de hielo como granizo, el aire se agitó y cuando el sector quedó pelado, con los seis personajes en el centro; ellos pudieron ver la costa a unas cuadras y al mar trayendo un enorme y aterrador maremoto que arremetía contra la arena y derribaba edificios. Pequeñas rocas atacaron a los hombres, causándoles raspaduras o golpes tontos, Hariet jugaba con ellos.

Lo peor de todo era que afuera, con el horrendo clima, sus guardias y las tropas estaban desplomadas sin vida, también había un ejército de monstruos: Ryanos sin ropa, mutantes de piel azulada y viscosa, seres esqueléticos, las sombras vivientes conocidas como Snoros y algunos hombres en pésimo estado.

Las nubes cubrieron el cielo y no eran nubes ordinarias, combinaban el negro con el naranja y emanaban una disimulada luz, era el PRODIGIUM.

Hariet se colocó el TORQUEM como un collar común y corriente.

- Iremos al centro, bastardos, dónde serán juzgados- Hariet puso la mano en su pecho y el medallón de bronce brilló dentro de él, transportándolos a todos hacia la capital.


LA SENTENCIA:

Elías, Leandro, Ricardo, Lucas y Omar aparecieron en capital federal en un parpadeo, estaban anonadados y muy confundidos. Los seis jefes militares se encontraron con la inmensidad de la ciudad entre las calles 9 de Julio y Corrientes.

Los autos colapsaron, hubo choques y accidentes fatales que también involucraron camiones, colectivos, motos y bicicletas. Los monstruos del Único se encargaron de la matanza, y en los cielos se escuchaban rugidos horrorosos, todo era un caos. Los ciudadanos huyeron horrorizados mientras otros eran masacrados violentamente por espadas afiladas, garras, bocas hambrientas, sombras que se metían a sus cuerpos y puñetazos.

Frente al obelisco, los seis militares formaron un círculo y examinaron todo a su alrededor.

- Está aquí, como imaginé- dijo Ricardo.

- Tal vez podríamos negociar con él… - dijo Leandro.

Hariet había traído a veinte mil guerreros, no alcanzaba la calle para juntarlos, la confusión fue total y muchos se dispersaron hasta los edificios con carteles eléctricos y los subtes para aniquilar. Hariet yacía tieso, a unos veinte metros de los Militares.

Se encontró con un turista mexicano que le suplicó piedad y que asesinó con una cuchilla de hielo, cortándole la garganta. Se detuvo ante él y quitó el medallón de plata entre sus prendas.

- Funciona, medallón. Trae a mi hermano Pedro a la vida, te lo ordeno- dijo, pero no hubo caso. El medallón no hizo nada, ni siquiera brilló. Hariet, decepcionado y furioso (ya era la veinteava vez que lo probaba) lo volvió a guardar y se acercó a los líderes- ¿Le temen a la muerte?

Dos de los seis asintieron con terror, los otros miraban los suelos con impotencia. Ante el desastre, dos mutantes los obligaron a arrodillarse ante el Único. Los mutantes eran como murciélagos gigantes, del tamaño de personas, con la piel azulada y viscosa, ojos verdes con pupilas negras, los cuales les ocupaban la mitad de la cara; garras afiladas cómo cuchillos y alas de demonio.

A continuación, las alcantarillas se abrieron desde abajo y unos cuantos Ryanos salieron a la superficie, sorprendidos por todo el escándalo. Por un momento, la atención se fijó en ellos y los Ryanos (antes Narsogs) que habían venido con Hariet, se les acercaron, sorprendidos de que haya más de los suyos.

Intercambiaron miradas de desaprobación y sorpresa, a decir verdad, Hariet les había dado un propósito cuando no tenían nada, ni siquiera una identidad o una familia o recuerdos de sus vidas pasadas. Los Ryanos y los ex Narsogs se juntaron en silencio y ni siquiera llegaron a hablar, no hubo murmullos ni debates.

Los seis militares los miraban atentos, arrodillados y con las manos detrás de la espalda, los mutantes les habían quitado sus armas y también les habían atado sus manos con cadenas.

Hariet aprovechó el momento y vociferó con aquella voz aterradora mientras alzaba las manos.

- Los humanos son débiles- señaló a los militares- Se aferran a la idea del poder para engrandecer su espíritu. No entienden el verdadero significado de la vida y necesitan del ego para subsistir- los Ryanos acumulados miraron a los seis hombres con confusión- En el Mundo Helado, donde vivieron en el pasado, les dije que soy Ázu, su dios. Igualmente, no me llamen así, prefiero Hariet, el Único. Ya que una generación anterior a la de ustedes me impuso ese nombre cuando no sabían que yo era su deidad- ocurrió algo realmente confuso, algunos Ryanos realizaron una reverencia, pero otros no, y los ex narsogs se quedaron plasmados de pie, sin saber que hacer- Toda su existencia se la han pasado huyendo, primero de Tritán, luego de Büul y ahora de los humanos. el primer mundo, Casám, el Mundo Helado, La Tierra y ahora lo subterráneo, de lugar en lugar sin pertenecer a un hogar. Yo los voy a ayudar porque a mí sí me importan- pausó para analizar las respuestas y continuó- Yo, su deidad, nunca quise devorarlos, sólo salvarlos de la opresión, de purificar la raza y establecer el lugar que les corresponde como los primeros seres mortales del universo.  

- Sabes dar unos discursos impecables- le dijo Leandro con ironía. Hubo un silencio mentiroso, con las batallas de fondo. Luego, un sin fin de helicópteros y aviones de guerra aparecieron volando por los cielos, habían llegado los refuerzos de la G.C.J.M. Los Jefes Militares se llenaron de alegría y confianza.

Hariet ignoró al militar y añadió.

- Les borré la memoria para que juzgaran a los humanos sin conocerlos y ellos mismos probaron ser opresores y asesinos- los Ryanos parecían estar más convencidos. Hariet se inclinó ante los seis prisioneros- Prometo ser rápido…

- Conocí a peores que tú- le dijo Omar y le escupió en el casco. La saliva se deslizó por la parte frontal de la máscara hasta caer al suelo. Hariet se mantuvo tieso.

- Lo dudo- le respondió Hariet e hizo un giro de tuerca con la mano derecha, al instante, cinco aviones explotaron en los cielos entre una mezcla de fuego rojo y azul. Luego, tres helicópteros colapsaron contra un edificio después de que se hayan derretido sus aletas. Empezaron a caer peñascos de hielo, del tamaño de automóviles que embistieron la ciudad como meteoritos y estrellándose en mil pedazos. Algunos soldados habían logrado salvarse saltando justo a tiempo y usando paracaídas, cayeron a unos metros de la escena y le dispararon a quemarropa a los mutantes que se encontraban con los jefes, fueron desplomados por escopetas futuristas que lanzaban bolas de cañón. Armaron una barricada y dispararon contra todos los presentes, a excepción de sus líderes.

- ¡Escuadrón A, lleven a los jefes a un lugar seguro! – gritó quién los lideraba. Una tropa de diez hombres se abrió paso entre escudos de metal y espadas electromagnéticas. Algunos mutantes volaron hacia ellos, pero lograron derribarlos con sus armas y con unos brazaletes magnéticos que impedían el movimiento. Aquellos brazaletes los lanzaban como granadas y se veían atraídos hacia el enemigo hasta atraparle una pierna o un brazo.

Aquel pelotón perfectamente organizado se abrió paso entre el fuego cruzado y se acercaron a Hariet. No temieron y fueron a enfrentarlo, grave error…

Hariet ni siquiera se movió y una luz los cegó a todos, luego, las baldosas del suelo se desprendieron y se vieron atraídos hacia el fondo de la tierra, sólo la mitad de sus cuerpos. El Único transformó las espadas en cristal y con el elemento aire, las revoleó para que se autodestruyeran.

Los Ryanos y los ex Narsogs estaban anonadados e intentaron huir, lo que no fue necesario ya que Hariet manipuló los rayos en el cielos y descargas eléctricas eliminaron a los atacantes, perforando los suelos y destruyendo las calles y los cordones de la avenida Corrientes.

A continuación, miles de mutantes volaron hacia los helicópteros y aviones; comenzó una batalla área escalofriante.

Por su parte, Hariet sólo había dejado con vida al pelotón de diez soldados que intentaban salvar a los jefes militares de la G.C.J.M.

El Oscuro, como si nada hubiera pasado, miró a quién le había escupido, a Omar y le dijo con soberbia.

- ¿Ves? – Omar lloraba de la rabia y el miedo. Y ambos sentimientos aumentaron cuando Hariet se quitó el casco para infundirles temor, enseñándoles su rostro humano y quemado por la mitad. Los Ryanos prestaron atención a aquel hombre sin su máscara…- Gracias a mí lograron su patético golpe de estado, pero todo era parte de mi plan- estas palabras se las dijo a Omar a centímetros de su rostro, como si fuera a besarlo.  

- ¿Profesor Natal? – le preguntó uno de los soldados atrapados en la tierra, era joven y de cabello rubio teñido. Hariet giró la vista y lo miró con incredulidad, se levantó y se acercó en silencio hacia el cadete. Jadeaba mientras hablaba, intentando liberarse- ¿Qué le pasó? Yo fui su estudiante hace varios años, me llamo Joaquín, dejé la materia cuando me uní al ejército. Lo último que escuché de usted es que había muerto por suicidio- Hariet se agachó y lo tomó de la pera. El soldado Joaquín sintió una punzada de terror, no estaba seguro si era él o si estaba delirando.

- Temo que eso es cierto, Joaquín- le dijo Diego Kimhote- Mi hermano murió hace algún tiempo frente a mí. Yo creo que se sentiría muy decepcionado al ver a uno de sus alumnos formar parte de estos cobardes- desenvainó su bastón negro y le atravesó el pecho, Joaquín murió rápidamente. Otra vez, el arqueólogo intentó usar el medallón de plata entre sus prendas y no volvió a funcionar, se hartó de él y lo lanzó lejos… cuando cayó al suelo se hizo añicos- Esa baratija dejó de funcionar hace tiempo- se dijo a sí mismo y estaba tan enojado que se desquitó con los supervivientes, realizando maniobras acrobáticas increíbles con el largo bastón, perforó los cuellos, las cabezas, las espaldas y los pechos de los atrapados, ninguno quedó con vida. Se detuvo a descansar y los Ryanos empezaron a verlo con desconfianza. Al mismo tiempo, los jefes estaban horrorizados con el sangriento espectáculo.

- No tienen nada que temer. Yo estuve mil años encerrado, y créanme… la muerte hubiera sido algo de mi mayor agrado. Sois privilegiados.

- ¿Español? – le preguntó Ricardo, mirándolo de reojo- No tienes nada que ver con América. Libéranos o te arrepentirás.  

- Nací allí, en Ondárroa, siglos atrás. Y te equivocas, en esta tierra obtuve mis poderes y reconocí mi destino.

-  Chiflado… - gruñó Leandro- ¿Tu destino?

- Si…

- Es un humano- interrumpió uno de los Ryanos- Es sólo un humano. ¡No eres nuestro dios! – se animó a decir y para sorpresa de Hariet, TODOS los Ryanos y ex Narsogs se pusieron de su lado y vitorearon contra el Único.

Hariet estaba a punto de corregirlos hasta que un rugido se hizo oír y entre los cielos de la guerra, el dragón Kahar apareció desde el horizonte y aterrizó frente al obelisco, derribándolo con sus enormes alas. Sobre el lomo de la bestia estaban Hélen, Gargas y un desmayado Rak.

Los Ryanos no lo soportaron y regresaron al mundo subterráneo, los ex Narsogs también los siguieron. Por otro lado, los militares estaban hartos, querían que todo se terminara pronto.

Hariet notó que sus subordinados habían cumplido y se puso muy contento, fue por su casco y se lo volvió a colocar.

- Tardaron.  

Helén cargó a Rak entre sus brazos, revelando una fuerza increíble.

- Estábamos hablando del famoso Profeta de Casám, obviamente no iba a ser fácil, cariño- le dijo Hélen y desplomó a Rak sobre el suelo, frente al Único. El impacto hizo que Rak despertara aturdido y lleno de dolor por la punzada que su hermana le había dado.

- Al fin nos conocemos, Profeta- le dijo Hariet- Es todo un honor.

Helén volvió con el dragón y cargó a Gargas (quién se había vuelto a quedar sin piernas), lo tiró a un lado de Rak y se quitó el anillo de oro. El dragón Kahar se posó allí y se acurrucó para dormir como un perro. Helén tuvo que sentarse inmediatamente después debido a la energía que el anillo le había absorbido, lo guardó a escondidas de su jefe para que no le quitara su juguete favorito.

Se sentó al lado de los militares y estos no podían dejar de apreciar su sensual figura, ella lo notó y los provocaba disimuladamente. Estaba muy satisfecha consigo misma por haber vencido a Rak y por haber aguantado tanto con el anillo (más que Gargas inclusive).

En estos momentos de tensión y en donde nadie sabía que era lo que iba a pasar, Rak se sentó de rodillas y con el rostro sucio, pálido y algo sangriento, miró el casco del Único.

- Te prometo… te prometo… t-t-te pr-prometo que lo-los vengaré- dijo entre jadeos exhaustivos y con los ojos entrecerrados mientras se tomaba de la herida para contener la hemorragia.

El círculo del Yöbu apareció bajo los pies de Hariet y el villano curó la herida a Rak, lo que dejó a todos anonadados.

- Me serías de mucha utilidad en mi nueva era- luego movió los dedos y a Gargas le surgieron piernas metálicas nuevamente. El esqueleto, agradecido, se levantó e hizo una reverencia honesta.

Los militares miraban todo lo sucedido con cierta indiferencia y confusión, habían quedado en un segundo plano.

- Yo jamás me uniré a ti- le dijo Rak, levantándose y sano.

- Lo sé- le respondió Hariet- Tenemos visiones distintas, pero no por eso tenemos que ser enemigos. Yo puedo resucitar a los que perdiste, lo comprobaste con tu hermana- disimuladamente chasqueó los dedos y los restos del medallón de plata se convirtieron en gas hasta esfumarse- Tengo al medallón de plata, Profeta. Puedo revivir a quién se me plazca- mintió.  

Rak se le quedó mirando con incredulidad, toda la atención estaba en él.

- Nunca- dijo con frialdad.

Rak oyó un suspiro dentro de la máscara de Hariet y este le comentó.

 – La tecnología es algo impresionante, ¿no lo crees, Rak? – Hariet manipuló los aires y los brazaletes metálicos que los militares habían usado, se engancharon en los brazos y las piernas del Profeta, él no se resistió- Unos simples brazaletes metálicos pueden anular la movilidad de tus músculos. Con tu fin ya no quedará nadie que se me oponga y daré comienzo al fin del mundo, ya fui demasiado paciente- el TORQUEM brilló y algo siniestro provino de los cielos, la tierra tembló en su totalidad y la destrucción de la ciudad fue total. Los edificios, las casas, los negocios, los carteles, los postes, los árboles y los suelos colapsaron. Hélen se apartó de los militares para contemplar el espectáculo.  

Y entonces… alguien apareció entre las sombras cuando todo el mundo estaba distraído. Desenvainó dos cuchillos afilados de caza y apuntó a Omar con ellos.

- ¿A cuántos hombres y mujeres… secuestraste y asesinaste? – le preguntó un encapuchado.

- ¿Qué… qué demonios? - exclamó Omar, pero nadie le hizo caso.

- Te hice una pregunta- insistió el sujeto y posó su mano sobre el cráneo del militar, una luz verde surgió de la palma y Omar le dio un número muy grande.

A continuación, el encapuchado le cortó la garganta con ambos cuchillos en forma de “X”. Pasó a Ricardo y susurró con desdén.

- ¿A cuántos niños y niñas dejaste sin sus padres?

A Elías y Lucas les preguntó lo siguiente:

- ¿A cuántas mujeres encerradas abusaste?

Y a Leandro:

- ¿A cuántos “sospechosos” los prohibiste de la libertad de vivir?

Tras las respuestas de cada militar, uno por uno, fueron cayendo. A algunos les enterró los cuchillos en la parte superior del cráneo, a otros simplemente les cortó la garganta. El encapuchado tiró los cuchillos con las hojas rojas llenas de sangre y algunas otras cosas desagradables del cuerpo humano, y los dejó en el centro del círculo de cadáveres.

Rak lo miró, sorprendido. Y Hariet, que estaba gustoso con el Armagedón que había creado después de tanto esfuerzo, dio la vuelta para mirar al intruso. Hélen y Gargas se pusieron en guardia ante ese nuevo enemigo.

El sujeto caminó hacia ellos y se quitó la capucha negra: Era Fismut.

- Al fin- vociferó Hariet y dio un paso al frente- He esperado tanto este día.

- Diego…- le dijo Fismut, su barba y cabello seguían igual de blancos, su expresión era solemne y se lo notaba un poco agitado. Portaba un traje negro, como el sacerdote Meddes y no llevaba su mítico bastón blanco.

- Así que esta es la razón por la cual tanto espectáculo- dijo Rak- ¡Lo estabas esperando al mago!

Hariet no le hizo caso y se le quedó mirando al mago.

- Imaginé que vendrías por mí si tenía a tu viejo compañero o en los últimos momentos del mundo. No puedes soportar morir como un cobarde, oculto hasta el final, ¿verdad? Por eso estás aquí, para probarte a ti mismo que sirves de algo. Nunca te hubiera imaginado un asesino sin escrúpulos…

- Créeme Diego, hay muchas cosas que no sabes de mí- le respondió el mago.

- Entrégamelo, no soy tonto, sé que tú lo tienes- Hélen y Gargas miraron a su amo con incomprensión. Fismut entendió y quitó de un bolsillo… el MEDALLÓN DE ORO.

Rak abrió los ojos como platos. Fismut miró con tristeza a Hélen, a la mujer que había amado y notó como a ella no le importaba en absoluto, luego siguió con Gargas y notó sus nuevas piernas. Gargas miraba a Fismut con un intenso odio.

- Después de tanto tiempo, cuatro proetas originales en un mismo lugar, mi hermano se habría puesto contento- dijo el mago con sarcasmo.

- Dámelo- le dijo Hariet a Fismut. El mago caminó hacia él estirando la mano con el medallón de oro encima.

- Así que fuiste tú él que le inculcó sueños temporales al joven Kay- pensó Rak.

- ¿Sabes? “Hariet”. No lo utilizo hace mucho tiempo, ni siquiera procuré evitar los desastres que causaste- decía el mago mientras caminaba. El caos y el PRODIGIUM parecían desarrollarse a años luz de distancia.

- ¿Tengo que suponer que finalmente simpatizaste con mis ideales? – le preguntó Hariet y ambos quedaron frente a frente, tenían la misma altura.

- Tal vez- respondió Fismut- O sino… puede ser que el tiempo no sea algo tan manipulable como uno piensa. No te deja desordenar lo que ya pasó, sólo te deja actuar si eres causa de un efecto en algún punto del tiempo. Piensa en ti y en Meddes- le recordó- Meddes te llevó en el tiempo hacia el Mundo Helado para que reclutes al demonio Foucen, fracasaste y decidiste convencer a los Ryanos de pasarse a la dimensión humana. Meddes terminó por provocar el conflicto que su padre Arcas y otros cuatro guerreros lidiaron años antes de su inicio en las facciones del Böju.

Hariet se quedó plasmado ante el mago, interesado.

- El tiempo, Diego, es algo fascinante. Créeme, lo he visto. No deja que nada ocurra por casualidad.

- ¿Estaba escrito que los JEN iban a morir? – le preguntó Hariet.

- Si- respondió Fismut- Y eso, el tiempo no me deja evitarlo. Por más que lo desee con todas mis fuerzas. El medallón de oro te otorga tres oportunidades por año para visitar una época cualquiera o conducir a alguien a hacerlo, por pocos minutos, a veces segundos, eso lo decide la entidad que regula el curso del pasado, el presente y el futuro. En otras palabras, no te sirve, ya que no podrás adelantarte en el tiempo tras el fin y el resurgimiento de la Tierra, tendrás que esperar a que todo se dé lentamente- Fismut apretó el medallón de oro y este se hizo añicos en sus manos. Hariet frunció el ceño dentro de la máscara- Te hice un favor.

- ¿Es tu plan para arruinar mi objetivo? ¿Atrasarme?

- Yo te quise como a un hijo, Diego. Te vi como a un hijo y confié en ti, pero me traicionaste, peor aún, te traicionaste a ti mismo.

- Ahórrate los discursos, mago. Por tu culpa estuve encerrado en una prisión mística durante siglos, ya nada me ata a ti, sólo el odio.

Fismut dejó caer los restos del medallón de oro al suelo, eran cenizas.

- ¿Qué hiciste con el medallón de plata? – le preguntó. Hariet señaló los restos y Fismut asintió con seriedad. Sólo quedaba el medallón de bronce dentro del Único- Esa armadura es nueva.

Hariet lo tomó del cuello.

- ¡No! – gritó Rak, atrapado por los brazaletes, Hélen y Gargas fueron a sostenerlo para que no se escape.

Hariet miró a Rak mientras ahorcaba a Fismut como había hecho con su padre Ernesto.

- Quiero darte un regalo, Profeta. Podrás ver en primera plana como asesino a tu compañero.

Fismut flotaba en los aires mientras era asfixiado por quién alguna vez había sido su pupilo.

- Ya no hay nada que me ata a ti, anciano- Rak forcejeaba para liberarse y los brazaletes le dormían los músculos- Creí que no se tenían estima… muy bien, quédate ahí y seguirás tú.

- ¡Helén! – le gritó Rak, desesperado- ¡Es tu amado! ¡La persona a la que más amaste! ¡¿Vas a dejar que muera frente a tus ojos?! ¡Reacciona!

Fismut miró a Rak con ternura, después de todo, esa era la verdad, no lo odiaba.

A Hariet le pareció sospechoso la actitud del Profeta y dijo.

- Así que se reencontraron antes de hoy, tú lo mandaste a reclutar a los Ryanos del submundo. Eres un viejo senil- Fismut estaba rojo y Hariet lo soltó, el mago tosió secamente- ¿Eso fue todo lo que hiciste todo este tiempo desaparecido? Patético.

Hariet amagó para retirarse y darse media vuelta, pero lo engañó, desenvainó su tubo negro y le atravesó el corazón al mago.

- ¡No! ¡No! ¡No! – gritó Rak entre lágrimas, sacudiéndose. Había perdido la esperanza al fin. Sintió lástima por Fix y por los Ryanos, por todo el mundo. Lloró, insultó y se enrojeció de la impotencia, el rencor, la furia desmesurada hasta que finalmente bajó la cabeza y le dijo a su hermana- Mátame de una vez y termina con esto, quiero que lo hagas tú.

Hariet rezó y quitó su arma del cuerpo sin vida del mago, esta se había quedado atascado en su pecho, lo empujó con el pie para quitarlo y Fismut cayó al suelo, con una gran mancha roja en su traje negro y los ojos abiertos inexpresivos, parecía haber estado desnudo bajo la túnica porque pudieron ver sus brazos y piernas cuando el traje se arrugó. Hariet notó un vendaje en la mano y el brazo izquierdo del mago, se la quitó por curiosidad y vio una cicatriz horrenda en el metatarso, circular y tan fea como si fuera indicio de una quemadura de primer grado. Hariet se quedó en silencio y pensativo, aquella marca la había visto antes en algún lugar.

- ¿Es hora? – le preguntó Hélen a Hariet y él la miró y asintió. Hélen alzó su vara metálica para decapitar a Rak. Rak cerró los ojos, esperando el final. Hariet había apoyado su mano en el brazo del fallecido y en ese momento, una mano lo tomó de la muñeca. Hariet se impactó al ser tomado por sorpresa, el mismo Fismut acababa de hacerlo.

- No es posible…- susurró Hariet y Hélen se detuvo. Gargas se puso en guardia y Rak levantó la cabeza.

- Como dije, no sabes nada de mí- le dijo el mago, aún acostado, con la herida encima. Hariet quedó encima de Fismut, con la rodilla derecha en el suelo, inclinado ante él. Fismut chasqueó los dedos a velocidad y un PAQUETE apareció entre los cuchillos que él había usado para matar a los seis militares, los que justamente estaban en el centro del círculo que formaban los cadáveres- Verás, Diego, hace dos años le encargué a Nadaya, la guardiana de la Tierra que me cuidara un paquete. Ella se lo dio a Sony y Sony a un chico de confianza llamado Damián Acosta, lo visité antes de venir. Ese paquete posee el VERDADERO medallón de plata.

- No lo entiendo…- dijo Hariet, desconcertado.

- Es sencillo, lo reemplacé siglos antes de que tú nacieras, durante la época del segundo señor oscuro. Y Büul creyó llevarse el verdadero a su Fortaleza ultrasecreta.

A Rak casi le agarró un infarto al ver a Fismut acostado, vivo y hablando con el enemigo.

Hariet repasó los sacrificios.

- ¿Seis personas? Son ocho los Elementales…- dijo entre dientes.

Fismut rió.

- Lo sé- le aclaró- Yo no fui del todo honesto contigo Diego- Fismut posó su palma dentro de Hariet y el antagonista sintió que no podía moverse, el medallón de bronce dentro de él estaba actuando por sí solo a pedido del mago. Fismut se lo extirpó mágicamente y Hariet se echó para atrás del dolor, tenía un hoyo en el pecho de la armadura. Fismut se levantó y alzó el medallón de bronce, a continuación, un vórtice de muchos colores se extendió en los cielos y una luz cayó directo a los cadáveres militares, allí se formó un dibujo (el mismo que llevaba el círculo de Böju) y los cadáveres se vieron envueltos por luces muy fuertes, mientras el paquete se alzaba por los aires y se desintegraba hasta dejar ver el resplandeciente medallón de plata a la perfección- Hemos estado unidos por algo muy fuerte tú y yo, Diego. Permíteme presentarme…- continuó Fismut e hizo una reverencia formal de burla- Mi nombre completo es Fismut Jen, mi hermano era Gyan Jen y mi padre Fargos Jen, más conocido como Büul, el Caído- Hariet aún no se recuperaba del robo del medallón- Fuimos la primera familia de hombres, la primera gran casa en el cosmos, de nuestro apellido surgió el término para designar a los elegidos- Fismut sonrió como nunca lo había hecho antes- En otras palabras, después de los jóvenes que asesinaste, yo soy el TERCERO y tú eres… el CUARTO. Y si nosotros estamos con vida…

Del vórtice cayeron dos balas que impactaron contra el suelo, en el espacio entre Fismut y Hariet, vestidos con armaduras de color e inclinados. Rak estaba emocionado. Hélen y Gargas no lo podían creer. Hariet sintió pánico por primera vez. Hasta el dragón Kahar despertó de su larga siesta. Las balas eran personas, y las personas… eran dos jóvenes.