lunes, 26 de junio de 2017

Fracaso: CAPÍTULO 17.



Fracaso: CAPÍTULO 17.

El túnel estaba totalmente oscuro, Kay se encargó de encender una llama en su mano para iluminar el camino. Era angosto y precario, rodeado de piedras, Natal utilizó sus habilidades para crear una barrera de aire a su alrededor que les proporcionara oxígeno, no solo a ellos, sino también a la llama que les indicaba el camino.
- Hay algo que últimamente me está comiendo la mente- dijo Sony durante el viaje- La primera vez que fui a tu casa, Natal. ¿Te acuerdas?
- Hace dos años- asintió Natal, sin apartar la vista del camino.
- Bueno, tú querías hacerme entender que los elementales existían y usaste a Kay para que lo demostrara con su talento, pero cuando toqué la llama… no sentí nada- Natal estuvo apunto de responder, pero Sony se apresuró a añadir- Todo esto con Dayas y su verdadera identidad me hizo recordarlo. 
- Bueno…- empezó Natal e hizo una pausa para no volver a ser interrumpido- No lo sé con exactitud. Puede que estabas tan convencido de que aquello no era real que tu cerebro se encargó de que tu cuerpo no sintiera la llama, es una teoría. O… también es posible que Kay no quería hacerte daño y tenga la habilidad para formar ilusiones, siendo un JEN, todo es posible.
- Lo único que acabo de notar es que será un misterio que nunca resolveremos- dijo Kay a sus compañeros.
Clavito dio unos saltitos en el hombro de Sony.
- Casi lo olvido…- habló Natal- Fuiste muy valiente, bola de pelos. Gracias por ayudarnos.
Clavito saltó al hombro de Natal, algo que no esperaba, y acercó su enorme y peluda cabeza a la nuca del adulto.
- Te está haciendo un cariño- rió Sony, con ternura.
Natal lo acarició por primera vez. Finalmente habían armado un lazo. Luego, Natal quiso guardar el mapa en la bolsa-mochila, cuando los JEN notaron al cubo que su compañero había tomado de los restos de la estatua que se encontraba en el Templo de Jimonte.  
- ¿Qué es eso?- preguntó Kay, curioso.
- Cuando dañaron a la estatua, cayó hacia mí. Aún no se que es, pero parece importante- dijo Natal, acariciando el objeto como si fuera una mascota.  
- Otro misterio por resolver- dijo Kay, moviendo los ojos.

Después de cuarenta minutos de caminata en ese oscuro acceso, pudieron divisar el final del recorrido a unos cuantos metros. Se mantuvieron alertas, conscientes de que los hombres de Minos le habían avisado a su Rey sobre los recientes ataques de una extraña criatura. Aunque no habían sido vistos, no se fiaban del todo. Y lo bien que hacían. 
Había unas cuatro o cinco escaleras que conducían a una compuerta en el techo (igual a la entrada); Natal la abrió, subieron cautelosamente, fueron conducidos a una extensa habitación, que daba la sensación de estar bajo tierra.
- Esto no es el castillo- aclaró Sony.
- Parece ser que aún estamos bajo tierra…- dijo Natal hasta que se quedó petrificado y anonadado ante un artefacto. La tumba que habían visto ser profanada por Minos y sus secuaces, estaba ante sus narices. Cerrada, con cadenas alrededor.
- La tumba de Jimonte…- suspiró Kay, temblando de los nervios.
- O eso parece, lo que Minos busca en su interior debe de ser algo mucho más importante- agregó Sony, tragando saliva.  
Natal se quedó mudo y se acercó a la tumba, esa caja negra que procuraba ocultar algo único. Llevaba unas extrañas insignias a su alrededor y sobre ella había una ranura cuadrada. Natal tuvo una corazonada y colocó el cubo sobre la ranura. Los JEN observaron con atención, alertas. Al principio nada ocurrió, hasta que de repente el cubo empezó a moverse de un lado a otro, como si fuera una llave en una cerradura; la tumba se abrió por arte de magia. Una gran cantidad de vapor salía de su interior; justo cuando los elementales quisieron saber que ocultaba, ocurrió un retumbante sonido y el techo se sacudió, se abrió una nueva compuerta. Alguien estaba bajando por las escaleras. Los elementales no tenían lugar a donde ir y se mantuvieron firmes. Quien bajaba era Minos.
- Que gusto volver a veros- dijo. Estaba vestido con una gran túnica blanca, parecía ser la piel de un animal, zapatos y la corona real.  
- ¿Estas solo?- preguntó Kay, con las manos hacia los costados.
- Así es- asintió el tirano sin preocupación, los JEN sonrieron entre sí. Un ser humano ordinario no podría hacer nada contra ellos- Esperaba a que vinierais, pero… ¿y el príncipe?
Los elementales se quedaron mudos, hasta que Sony preguntó.
- ¿Aún le tienes afecto? ¿Es eso?- y dio unos pasos al frente con precaución. Minos no contestó y su rostro no expresó sentimiento alguno- ¿Entonces? ¿Por qué tanto interés en él?  
- Porque sé que Dayas es el segundo de su familia que puede convocar a la otra criatura. La cual yace dormida hace siglos y solo puede ser despierta mediante el uso de los dos elementos. El anterior fue Juan Jimonte… él mismo la creó con sus habilidades, nadie ha podido superar su talento. ¿Vosotros sabéis cuales son los poderes de la criatura?
Hubo silencio.  
- Lo imaginaba- Minos caminó hacia el ataúd y lo cerró, tomó el cubo y lo observó. Estaba totalmente despreocupado y confiado- Esta reliquia perteneció a Juan Jimonte si no me equivoco, aquí fue donde encerró a su otra mitad, la que dejó de lado por la nueva entidad- Minos hablaba del cubo. Natal se estremeció- También la convirtieron en llave para este ataúd. Esperaba que ustedes me lo trajeran para abrirlo definitivamente- Minos guardó el cubo en un bolsillo.  
- ¿Lo esperabas?- preguntó Natal sin comprender pero fue con otra cosa que lo inquietaba más aún- ¿Qué hay ahí dentro?
- Un cuerpo- rió Minos- Obviamente.
- Tú sabes que tenemos habilidades fueras de la lógica, tú estas solo en este momento y aún así… ¿No nos temes?- preguntó el más anciano de los elementales- Me parece que nos estas subestimando…
- ¿Temerles?- alzó la voz el monarca- ¿Cómo voy a temerles? No son más que pequeños eslabones de mi plan…
- ¿A qué te refieres?- preguntó Natal, insistente- Estas muy confiado, crees que tienes la batalla ganada. Si supieras quienes somos…
- SÉ PERFECTAMENTE QUIENES SOIS- dijo el Rey en tono amenazante. 
Natal suspiró, nervioso, no estaba entendiendo nada de lo que estaba pasando.
- Robaste el libro del templo, el que tenía hechizos. Lo sabemos. ¿¡Te crees invencible porque te aprendiste algunos trucos mágicos!?- gritó Natal, alterado.
Minos asintió y con notable soberbia, pronunció.
- Se ve que no juntaron todas las piezas del rompecabezas- pausó, observó a cada uno de los elementales y continuó- ¿Cómo creen que llegaron hasta aquí? ¿Quién creen que les informó a los oficiales que tres civiles estaban en las afueras de la ciudad durante el horario restringido? ¿Quién fue el que colocó el medallón mágico que los trajo hasta el Zen? ¿Y el mapa? ¿¡Ustedes creen que dejaría que robaran con tanta facilidad un mapa que los conduce a todos los artefactos para cancelar el hechizo!? Las cabezas… ELEMENTALES. Úsenlas.   
Kay, Sony y Natal tragaron saliva al mismo tiempo, totalmente sorprendidos de lo que acababan de escuchar.
- Los retrasé- continuó Minos- Yo sabía que todo esto pasaría y que me darían el tiempo suficiente para acabar con los Kiceanos. Todo gracias a ustedes.
- Mulón tenía razón, es increíblemente inteligente…- murmuró Kay.
- Espera, espera. Nos llamaste… ELEMENTALES- Natal agravó el tono- ¿Cómo lo sabes? ¿Quién eres realmente? Te delataste solo, Minos… si es que ese es tu nombre. ¡TÚ NO ERES EL TÍO DE DAYAS!
La sonrisa de Minos creció de manera exorbitante, como la de un desquiciado o pervertido.
- Muy bien, Kimhote. Muy bien- respondió el Rey y al instante chasqueó los dedos, una extraña ráfaga oscura apareció y golpeó a Kay, quien cayó al suelo dolorido - Minos murió hace muchos años, bueno… lo que estaba dentro de su cuerpo.   
- ¡Kay!- gritó Sony, su amigo le hizo una seña de que se encontraba bien- ¿Qué eres?- preguntó el elemental entre dientes.
- Esa es una pregunta muy interesante.

[[- A través de los tiempos se manifestó, aguardando ser liberado de sus cadenas, y a pesar de la larga espera, su odio creció, sueña con las bestias viviendo bajo su merced, solo con la muerte se paga la vida de este ser.]] (…) (LA OTRA DIMENSIÓN)
[[- Ese es El templo de Jimonte. Un lugar sagrado de Zimpat- dijo Dayas- En la época que gobernó… mi padre, se decía que su hermano, mi tío Minos, había logrado sumergirse en las oscuras paredes del templo. Pero eso nunca pudo comprobarse, Minos nunca dijo nada al respecto, ni siquiera a sus más fieles servidores.]] (…) (TERROR EN LAS PROFUNDIDADES)
[[- Los secretos del trono no es un libro ordinario. Son fórmulas de hechizos…
Y le falta una hoja… arrancada por lo visto, en la sección más peligrosa del libro. Solo una persona que conozco pudo haber escrito como realizar semejantes hazañas.]] (…) (LAS DOS TORRES DE CRISTAL)
[[- El pergamino era una ADVERTENCIA- dijo Kay- Alguien nos quiso prevenir… qué Hariet está con vida…]] (…)
[[- Despertó hace veinte años, ¡veinte malditos años! ¡No puedo ser tan ciego!- gritó Natal, lleno de furia y golpeó la pared con sus nudillos.]] (…)
[[- El desgraciado no murió cuando la espada lo atravesó de lado a lado. Debí imaginarlo. Entonces… Jimonte lo trajo hasta este mundo y lo encerró en este templo, en esta prisión mágica…]] (…)
[[- La última hoja del libro dice como abrir y cerrar dicho portal, son las indicaciones para encerrar a un alma en la prisión fantasma.]] (…)
[[- Fismut dijo que era nuestra tarea detener a Hariet. Y sí, allí estuvo encerrada su alma- continuó el elemental del fuego.
- ¿Estuvo?- preguntó Natal, agitado. 
- El mago dijo que hasta que su vigésimo vigésimo vigésimo tatara nieto cumpliera ocho años… - respondió Kay.
- ¿Se referirá a Dayas?- dijo Sony mientras se limpiaba el sudor de la frente.
- No lo sé, puede ser cualquiera, habría que hacer las cuentas- Kay respiraba rápidamente por el cansancio- Hay más… en otra memoria de la estatua aparece Minos. Él se robó el libro.]] (…) (DONDE SE OCULTARON LAS SOMBRAS- PARTE 2)    

La cabeza de Natal analizó todo lo sucedido este último tiempo y lo comprendió, armó el rompecabezas y lo entendió todo perfectamente. Miró el suelo y respiró profundamente, estaba cargando la energía de su corazón… el día había llegado. ‘’Minos’’ lo observaba con atención.
- ¿Lo entiendes ahora, Pedro?- preguntó y borró la sonrisa macabra.
- Si, lo entiendo… HARIET- respondió Natal y lo miró a los ojos con un gran odio.
Sony fue a ayudar a Kay a levantarse, ninguno de los dos había considerado semejante revelación. Estaban con las bocas abiertas, inmóviles.
- El titiritero- dijo el elemental del fuego- Jugaste con Morgán y con Dimitrion, asesinaste a nuestros… ¿Por qué?
- Eso sí puedo decírselos, porque creí que ellos eran ustedes. Pero me equivoqué.
Kay y Sony dieron un paso al frente para enfrentarlo, pero Minos alzó la palma y mediante una habilidad mágica, se quedaron inertes.
- Así se van a callar y a quedarse quietos por un tiempo. Déjenme hablar, jóvenes JEN- Minos se dirigió a Natal- Mil años pasé en ese agujero… acompañado de un tormento eterno que se iba acrecentando con el tiempo. Y lo peor de todo es que a pesar de la hambruna y la soledad, no moría. Estuve atrapado entre las sombras y la amargura, fui capaz de ver el mundo exterior a pesar de estar encerrado. Tuve muchas lunas y muchos soles para idearlo todo. Siempre fue una idea remota, sin relevancia, hasta que pasó… Minos quería conocer el mundo y visitó el Templo de Jimonte, allí me liberó hace veinte años. No era su intención, y yo tampoco lo esperaba. Así, nos volvimos uno. Bueno… digamos que quité su esencia y me hice con su cuerpo. Arranqué la hoja que me había convocado y la dejé allí para vengarme de Juan Jimonte, hacerle lo que él me hizo. Pero para cuando salí del templo… todo había cambiado y pude comprender el tiempo que había estado dormido. Fui a Zimpat y conocí a Vayas, en aquel entonces Rey. Poco a poco me fui adaptando a esa vida, hasta que llegó el momento exacto y persuadí al Rey para que fuera a devolver el gran libro de hechizos al Templo, que dicho acto le devolvería los poderes que había perdido al nacer su hijo, al cual odiaba por dicha razón. Codicioso, fue hacía el templo, la estatua notó al intruso (alerta por el robo del libro sagrado), lo asesinó y lo arrojó al mar- los elementales confirmaron que el cadáver que habían encontrado era el de Vayas- Sin notar, que el libro estaba dentro del cofre. Por decreto, me volví soberano de Zimpat. Ahora… solo hacía falta deshacerme del único heredero; pero este escapó y se unió a la resistencia. Inmediatamente, algo se reveló ante mí, el mayor secreto de mi vida, su existencia… y vaya que me dieron un nuevo propósito. Todo este juego de la resistencia, Dayas y los artefactos solo es una mentira, deduje que tarde o temprano irían al Templo y lograrían traerme el cubo. La llave al ataúd… - a Natal ya no le importaba el contenido del cajón, solo quería venganza- Solo necesito que Dayas venga a mí, es el último eslabón de mi plan, sé que vendrá a rescataros. Necesito al águila dorada, pero no puedo decirles por qué.
Los efectos de la inmovilidad se desvanecieron y los JEN se liberaron.
- No vas a tocarle ni un pelo al príncipe- dijo Sony, sin quitarle los ojos de encima e hizo una pausa- Finalmente nos conocemos, Oscuro. No sabes las veces que soñé con este encuentro…- inmediatamente efectuó una inmensa ola de lava que destruyó tanto el suelo como el techo de la habitación secreta, rodeó con ella a su contrincante e intentó exprimirlo.
Minos sacudió el aire y el ataque se vio repelido. Luego de eso, apareció delante de Sony en un parpadeo y cacheteó al elemental en la mejilla izquierda. Sony se deslizó por el suelo, desmayado.
- ¡Sony!- gritó Kay con todas sus fuerzas. Clavito saltó en defensa de su amigo, rodeado de pinchos, quiso atacar al soberano. Pero Minos lo tomó con una sola mano y lo exprimió, Kay quiso salvarlo, pero el villano lo tomó del cuello con su otra mano.
- Así que tú eres una de esas criaturas que casi arruinan mis planes con los VORRJOS, menos mal que los doté de nuevos poderes para matar a los de tu raza…- le dijo ‘’Minos’’ a la criaturita.
Lamentablemente, Clavito murió asfixiado. El enemigo lo arrojó al suelo y lo hizo cenizas. Kay, impotente y con lágrimas en los ojos, probó quemarle el rostro al agresor.
- No deformaras a este rostro también- respondió Minos, ninguno comprendió-A ti te necesito con vida aún- Minos lo dejó inconsciente de tanto estrangularlo y lo arrojó, el cuerpo de Kay cayó sobre el de Sony como una bolsa de patatas.
Natal se había quedado tieso, acumulando todas las fuerzas que tenía. Si alguien tenía que detenerlo, era él. De sus manos aparecieron ráfagas blanquecinas que giraban en diferentes direcciones bajo los límites de una esfera invisible. Natal le hizo frente a su jurado enemigo. 
- Todo lo que quiero, lo destruyes- le dijo y al instante, las ráfagas evolucionaron a una inmensa esfera de viento; Minos se echó a un costado y el mágico ataque causó un descomunal agujero en la pared, los restos se expandieron por todos los alrededores. La habitación sufrió un temblor, se desmoronaba. Natal tomó a sus compañeros con sus habilidades y los sacó de allí hacia la superficie. Él también salió de la habitación secreta, al igual que Minos. Estaban dentro del castillo del reino, en el salón que conectaba con todo lo demás. La habitación secreta se hizo añicos, los restos de Clavito posaron allí entre los escombros.
- En vez de luchar, ¿por qué no te unes a mí?- preguntó Minos- Eres de mi época, tú más que nadie, puedes entender mi propósito. Este mundo está enfermo y nosotros somos la cura.
Natal ni se molestó en responderle, deslizó un pie por la tierra y un impulso hizo que Minos se tropezara. Natal corrió y fue a pegarle un puñetazo en el estómago (su mano estaba rodeada de la fuerza del viento) pero Minos se anticipó y lo dejó inmóvil, sin mucho esfuerzo, lo empujó y Natal chocó con una de las paredes del castillo, rompiendo un cuadro con el retrato de un rey pasado. Natal sacudió sus manos y todos los objetos (monumentos, cuadros, vasijas, alfombras, estatuas) volaron por los aires y acecharon al soberano. Minos continuaba utilizando aquella habilidad para inmovilizar, y ningún objeto pudo tocarlo. Ante el desconcierto, Natal fue a golpearlo por segunda vez, falló nuevamente pero una bola de aire (la misma que destruyó la habitación subterránea y la cual el viejo elemental usaba como boomerang) apareció tras Minos y le dañó la espalda. Minos gimió del dolor, sintió un impacto en la columna vertebral y se quedó en el suelo, de rodillas.  
- Este cuerpo no es inmortal- dijo Minos, tomándose la espalda con la mano, escupiendo sangre y transpirando con la cabeza gacha. 
- Así que eso es lo que quieres- Natal tomó una espada que yacía de adorno en una pared y la posó sobre el hombro del Rey- El cuerpo de Dayas, ¿No es así? Él sí es inmortal…- Natal alzó la espada para cortarle el cuello, pero Minos lo sorprendió. La espada se deshizo literalmente por sí sola y el Rey se puso de pie y tomó a Natal del cuello.
Minos miró a Natal directamente a los ojos.       

- Eres un gran guerrero, Kimhote. Siempre lo pensé- le dijo- También me sorprende que después de todos estos años sigas con vida y no hayas hecho como tus compañeros que formaron familias, tuvieron hijos… eres solitario, como yo- Minos sonrió de una manera muy extraña y lo golpeó en la cabeza, desmayándolo en el acto. Luego fue con los guardias y les ordenó que los llevaran a las celdas. Los soldados del Rey se sobresaltaron al ver todo lo que había ocurrido, y con miedo… pues el monarca había derrotado a los tres famosos magos de la resistencia. Minos salió del castillo, mientras sus hombres limpiaban el desastre.  

martes, 20 de junio de 2017

¡Adelanto de Planes/Asalto a la Fortaleza!: CAPÍTULO 16.



¡Adelanto de Planes/Asalto a la Fortaleza!: CAPÍTULO 16.
 
El grupo se dirigió hacia el norte en dirección a Zimpat, perdidos tanto en espíritu como en el mapa. Natal los dirigía con la hoja que las águilas habían traído.
- Espero que Dayas se encuentre bien, ya pasó un día y no sabemos nada de él- le dijo Sony a sus compañeros.
- Él sabe cuidarse solo- respondió Natal sin apartar la vista del sendero- Confío en que está buscando la forma de entrenarse lo suficiente para conocer los secretos de su fuerza.
- ¿Es eso a lo qué te aferras?- preguntó Kay, molesto- Digo… ¿Esa es tú manera de mantener la fe en él? Se fue, ya no volverá. Aceptémoslo, todo esto fue demasiado para él.
- Yo confío en que regresará- se apresuró Sony a decir- Después de todo, es un elemental. Está en su sangre, hará hasta lo imposible para rescatar a los suyos.
- A veces se comporta como un niño- exclamó Kay- No soportó saber que tenía tanta responsabilidad sobre sus hombros y se asustó, por eso huyó. Es diferente a ti o a mí. No tiene el coraje que se necesita. Si tanto lo criticaban los miembros del consejo fue por algo que notaban…
- No tiene resuelta su vida, eso es lo que pasa- insistió Sony- Su padre y su tío fueron unos bastardos, el único que le enseñó a ser fuerte fue Faír y murió. Vivió toda su vida bajo el ala de los Kiceanos y de Mongot, no sabe como manejarse por su cuenta pero SI tiene coraje, es un hombre muy valiente. Nos salvó del demonio del pantano, de las aguas de la fuente, de Minos aquella primera vez y probablemente nos defendió de ese misterioso encapuchado…- Sony apretó los dientes, frustrado. Respiró hondo y concluyó- Yo tengo fe en él.
Kay se quedó mudo, no quería discutir con Sony.  
- Y pensar que Minos solo es uno de nuestros problemas- dijo Natal, que estaba de acuerdo con Sony pero de una manera más imparcial- Ese encapuchado volverá a aparecer tarde o temprano y cuando lo haga, tenemos que estar listos- Kay y Sony asintieron decididos- Ahora, sigamos buscando el artefacto dorado y a Dayas. 
Al instante, Kay tropezó.
- ¿Te encuentras bien, tonto?- le preguntó Sony.
Kay se había manchado con el barro, la tierra estaba húmeda y sucia por la lluvia, el cielo nublado, y el sol oculto en alguna parte. El elemental de fuego no tardó en reconocer que había tropezado con algo de dos metros de largo: un cadáver.
Kay se sobresaltó y se alejó. Los elementales contemplaron cuatro cadáveres arrojados al barro, la mayoría estaban con sus cabezas sumergidas en el agua estancada. Natal los analizó por un momento y afirmó.
- Murieron ahogados. Hace poco.
- ¿La lluvia?- exclamó Sony, dando vueltas los ojos- Solo hubo llovizna, nada de tormenta. Y por lo que comprendo, el océano esta lejos y no hay ríos en los alrededores.
Clavito observó el escenario con temor y aferró su cabecita al hombro de Sony.
- Dayas… ¿Qué es lo que has hecho?- dijo el elemental de la lava, abatido.
- No podemos culparlo sin pruebas- le respondió Natal, rápidamente.
Los elementales se pusieron en guardia cuando algunas ramas se sacudieron y produjeron un notable sonido.
- ¿Dayas? ¿Eres tú?- preguntó Sony y fue acercándose poco a poco al causante del sonido, detrás del tronco mojado de un árbol. La situación se llenó de suspenso, hasta que Sony hizo a un lado los arbustos, se acercó cautelosamente y descubrió a otro hombre atado al árbol.
El joven lanzó un gritó ahogado.
- Hassian… ¡está vivo!- gritó Kay y bajó el volumen de la voz, avergonzado.
El traidor estaba atrapado con una soga atada al árbol, cubierto de barro y con múltiples heridas en todo el cuerpo. Respiraba forzosamente con mucha furia. Los miró sin siquiera levantar las cejas y dando a ver unos afilados dientes.
- Pagarán… pagarán- dijo entre duros suspiros, tosió un par de veces y se incorporó un poco más- Él cree que es mas fuerte, pero no lo es. ¡Es débil! Lo sé, es de familia. ¡Su padre era igual!    
- Sin duda, la furia del príncipe ha causado esta masacre- dijo Natal, quien se había arrodillado ante el ex comandante- Me equivoqué, no está buscando volverse más fuerte, solo quiere venganza. No tenemos mayor remedio que seguirlo para que no cometa más locuras.
- ¿Y que haremos con él?- preguntó Kay, señalando a Hassian.
Natal pensó y ordenó.
- Nos lo llevamos. Fue el último en verlo, él sabrá a donde se fue.
A Kay y a Sony no les gustó la idea.

Para su suerte, Hassian estaba muy herido, sin ningún arma a disposición (tal parecía ser que Dayas se las había arrebatado todas). Se la pasó quejándose durante el viaje. Los JEN se las arreglaron para cargarlo mientras soportaban su horrible olor y su pésimo estado (el que ni siquiera le permitía caminar por su cuenta).
- Esta vez sí que te hicieron papilla, amigo- le dijo Kay.
- ¿Por qué lo odias tanto? ¿Por qué traicionaste a tu propio pueblo?- le preguntó Sony, lleno de curiosidad.
- No tiene sentido preguntar, continúen sin hablar- indicó Natal con seriedad, quien se adelantó y se perdió más adelante, como siempre.
Hassian con sus pocas fuerzas, respondió.
- Vayas… odio. Hermano… no de sangre. Amigo… mejor.  
- ¡¿El rey Vayas fue tu amigo?!- exclamó Kay, indignado. 
- Amigo… traicionó- continuó Hassian, balbuceando las palabras.
- ¿Te traicionó?- preguntó Sony, más relajado que su amigo.
- Yo… amaba a la esposa de Vayas, él me la quitó y luego la mató al darle un hijo bastardo…- Hassian tuvo una arcada, pero fue falsa alarma, los JEN pudieron continuar avanzando- Vayas me recomendó para los Kices. Pero yo… siempre le tuve rencor y celos, por eso… cuando Minos me propuso… yo acepté sin dudarlo.
- La golpiza sinceró a nuestro nuevo compañero- le dijo Kay a Sony, irónicamente.  
- Ahora que lo sabe… volverá y me matará- dijo Hassian, triste.
- ¿Qué es lo que sabe Dayas? ¿Qué le contaste? ¡Habla!- le insistió Sony, perturbado.
Hassian rió (aunque no parecía ser auténtica felicidad), sus dientes afilados y amarillos tenían algunos rastros de sangre.
- Sus queridos… MORIRÁN en dos días- y volvió a bajar la cabeza, débil.
Kay y Sony lo tiraron al suelo bruscamente. El cuerpo de Hassian impactó contra el barro y el ex comandante gimió del dolor.
- ¿¡De qué hablas!?- exclamaron los JEN al unísono en tono amenazante, cada uno de ellos hacía visible su respectiva habilidad en la mano derecha. Hassian temblaba del miedo.  
- Mátenme, de una vez- lloriqueó.
- Cobarde…- dijo Kay, con asco.  
Kay y Sony lo dejaron allí tirado y amagaron para retirarse.
- Minos decretó que en dos días sacrificará a todos los miembros de la resistencia en honor a su victoria, planea usar un método nunca antes visto…
- Gracias por decírnoslo- respondió Kay con frialdad.
- ¡Esperen! ¡No me dejen aquí! ¡¡¡POR FAVOR!!!- gritó Hassian con la boca chueca por el dolor.
Los JEN se retiraron y lo dejaron en el barro húmedo y sucio, rodeado de árboles, solo. 
- ¿Dónde está vuestro amigo?- preguntó Natal, una hora después.
- Se perdió- respondió Kay. Natal hizo una mueca y estuvo apunto de hablar hasta que…
- No hay tiempo que perder, hay un gran problema- exclamó Sony, inmediatamente- ¡Minos planea matar a todos en dos días!

Regresaron a las colinas bajas al oeste del reino, allí se escondieron, y debatieron sus posibilidades.
- El único capaz de resolver este problema se esfumó, cometiendo locuras dios sabe donde. Tal vez intente algo para ayudar, pero será inútil, va a dejarse llevar por la venganza y perderá la poca cordura que le queda- dijo Kay, seriamente.
- Dayas es inteligente- afirmó Sony, defendiéndolo.
- Hasta el hombre más cuerdo del mundo abandona la razón cuando dañan a sus seres queridos- retomó Kay con cautela, luego suspiró y continuó- Me duele decirlo, de verdad. Pero lo mejor para nosotros va a ser intentar regresar a casa, a nuestro mundo, a nuestra ciudad, a ¡nuestros problemas!
- Decidimos ayudar a la resistencia, son nuestros problemas también. Es nuestra responsabilidad. Seamos de donde seamos. Los Kiceanos merecen vivir- dijo Natal a sus camaradas.
- Pero… ¿Y si Kay tiene razón?- dijo Sony, resignado- Tal vez si nos metemos es para peor.
Natal se quedó pensativo. Su cabeza era una constante lucha entre lo que era evidente y sus propios ideales. Cedió finalmente.
- Muy bien, regresemos entonces. No hay nada que podamos hacer.
Ninguno estaba muy contento con la noticia, pero parecía ser lo único razonable. Justo cuando empezaron a prepararse para partir, Clavito se sumergió en la bolsa-mochila y empezó a revolverla.
- ¿Qué es lo que está haciendo esta bola de pelos?- preguntó Natal, curioso.
De su interior, Clavito quitó al libro de hechizos y lo colocó sobre el suelo. Salió de la bolsa y se posó sobre él, miró a Natal directamente a los ojos.
- ¿Qué nos quiere decir?- preguntó Kay, frunciendo el ceño.
Sony posó su mano sobre Clavito y lo comprendió.
- Él quiere decirnos… ‘’usen esto’’.
Clavito se movió a un costado y Natal lo tomó.
- Lo ojearé un poco y les avisaré si encuentro algo.
- ¿Mientras tanto?- preguntó Kay, fastidiado. No estaba del todo de acuerdo.
- Descansen.
Los JEN suspiraron, volvieron a dejar las cosas en su lugar y durmieron por unos minutos.
Pasaron gran cantidad de horas, la lluvia había cesado, pero el cielo seguía completamente nublado, la media luna se alzaba sin asomarse; fue entonces cuando Natal le ordenó a Clavito que despertase a los otros dos. Los JEN entre bostezos y quejas pudieron volver a tomar conciencia.
- Tengo un plan- dijo.
- Habla más fuerte que no se te entiende- le dijo Kay, refregándose los ojos.
- Tengo un plan- repitió Natal, con sumo orgullo. Kay y Sony esperaron a escucharlo- En dos días no vamos a encontrar las últimas dos piezas que nos faltan, no hay tiempo. Este libro es muy difícil de entender, solo pude averiguar como hacer para revelar secretos en un objeto; después de miles de intentos funcionó sobre… ¡el mapa! Me reveló un pasadizo secreto que se encuentra antes de llegar a la muralla y que conduce al ¡castillo!- los elementales restantes no realizaron ningún gesto de sorpresa- ¡Vamos, caras largas! Apuesto a que esa entrada secreta es la que vimos en el castillo, podemos escabullirnos, liberar a los prisioneros y escapar por allí.
- ¿No crees que si Minos lo conoce, lo tendrá vigilado? Debe de haber otras maneras de que se entere- le dijo Kay, seriamente.
- Exacto, la idea es causar una distracción, algo que llame la atención de los más importantes soldados de Zimpat, y tengo al indicado…
- Nos pides que asaltemos a la fortaleza así como si nada, ¡es un plan suicida! Natal, reacciona, tú eres mejor que esto- volvió a hablar el elemental del fuego.
- El artefacto no podemos utilizarlo, nuestros poderes son nulos fuera del castillo y dentro del reino. Es la única alternativa que se me ocurre.
- Está bien Natal, tú ganas, lo haremos a tu manera- asintió Kay, rendido.
  
Se dirigieron cuidadosamente hacia el este, las colinas resultaron ser perfectas para mantenerlos ocultos y lejos del alcance de sus enemigos. La noche húmeda había llegado, las nubes cubrían el cielo por completo. Patrullas de aquí a allá, soldados armados, cañones de fuego a entera disposición; Minos esperaba visitas. Los elementales se mantuvieron ocultos en una de las colinas más cercanas a la muralla, repleta de árboles y arbustos que les permitieron esconderse. 
- No estoy para nada de acuerdo con este plan- murmuró Sony.  
- Es nuestra única alternativa, además… él aceptó con gusto- le respondió Natal de la misma forma.
Kay apareció y los acompañó.
- ¿Ya hizo contacto?- preguntó.
- No, aún no- respondió Sony.
Natal observó el mapa, afectado por una red mágica que hacía que los dibujos del papel se movieran por casillas como si se tratara de un videojuego. Intentó descifrar donde podría encontrarse la entrada al pasadizo secreto, una luz en el papel parecía indicar que estaba muy cerca. Mientras tanto, una extraña criatura se acercaba al numeroso grupo de soldados…
En primer lugar, los miró fijamente; a los guardias les llamó profundamente la atención, muchos abandonaron sus lugares y se le acercaron. Algunos tenían la necesidad de acariciarlo, otros solo querían echarlo para continuar trabajando. Pero Clavito no se movió de allí ante las palabras de algunos de los hombres. Todas las miradas estaban yendo hacia aquel ser, las defensas estaban distraídas, era el momento justo. Pero surgió un problema… Natal no encontraba la entrada.
- ¡Apresúrate, Natal! ¡No sabemos por cuanto tiempo podrá mantenerlos así!- exclamó Sony.
Natal sudaba, no lograba entender lo que las mágicas escrituras le indicaban en el mapa. Kay intentaba ayudarlo, pero comprendía menos.
- No es lenguaje azteca, ni árabe, ni griego, ni chino…- se decía Natal a sí mismo mientras analizaba arduamente el papel.
La situación se vio comprometida cuando uno de los capitanes vio a un pelotón fuera de su lugar, les gritó a todos ellos y desenvainó su espada para ahuyentar a la criatura. Pero Clavito se mantuvo allí, sin mover ni un músculo. El capitán alzó el arma para cortarlo en dos, y justo en ese momento, Clavito hizo aparecer los inmensos pinchos de su cuerpo y se abalanzó sobre el capitán, cortándole la cara, pero manteniéndolo con vida.     
- ¡Natal! ¡Atacan a Clavito! ¡Vamos!- exclamó Kay.
Natal continuaba intentando descifrar el mapa. Clavito empezó a atacar a todos los soldados, su agilidad en cuanto a velocidad y saltos era sin igual, fue una intensa batalla entre más de cincuenta soldados y una especie redonda de 20 kilogramos. Nadie podía hacerle frente, Clavito saltaba entre hombro y hombro, lo que desconcertaba a sus adversarios y causaba choques entre ellos.
- Iré a ayudarlo- dijo Sony, intentando levantarse.
Natal lo tomó del brazo.
- ¡Aguarda! ¡Un minuto más!
Los soldados se estaban inquietando, los de arriba no podían disparar los cañones por temor a dañar a sus compañeros. Los más despiadados servidores de Minos dieron la orden y comenzaron a activarlos. Apenas comenzó el ataque, Clavito se sumergió bajo tierra como un topo, dando a ver un pequeño montículo de tierra que se movía por todos lados. Algunos soldados de Zimpat se vieron afectados por el fuego cruzado y murieron por culpa de sus propios camaradas. 
Kay y Sony no podían aguantar más, si no hacían algo al respecto, Clavito moriría.
- ¡Eureka!- exclamó Natal- Es por allí, señaló a la derecha de unos árboles. Yo intentaré abrirla, ustedes asegúrense de traerlo a Clavito. 
Clavito procuraba huir bajo tierra de los constantes ataques. Kay esperó a que el montículo se acercara un poco a ellos, inmediatamente efectuó una gran ráfaga de fuego que le impidió a una gran mayoría de soldados pasar. Sony, entre las sombras, esperó lo suficiente, se escabulló sin ser visto y pisó con el pie al montículo de tierra.
- Soy yo. Sony.

Clavito salió disparando a sus brazos y juntos fueron con Natal. Kay quiso destruir los cañones, pero una barrera mágica se lo prohibió. Aún así, mantuvo desconcertados a sus enemigos y pudo huir. Natal había logrado abrir una compuerta en el suelo, los cuatro se metieron allí justo a tiempo sin que nadie lo notara. El elemental del viento se aseguró de cerrar la compuerta antes de seguir. La primera fase del plan se había completado. Los soldados apagaron el fuego y patrullaron la zona sin encontrarlos, el capitán mandó inmediatamente un mensajero al Rey… 

martes, 13 de junio de 2017

El Elemental del Doble Elemento: CAPÍTULO 15.



El Elemental del Doble Elemento: CAPÍTULO 15.

- ¿Sabes que, Natal?- dijo Kay mientras levantaban el campamento al amanecer. Dayas no estaba- Ahora que lo noto, nunca nos dijiste como te enteraste que Sony y yo éramos esos supuestos elegidos. 
- El mago Fismut me había dicho que un día uno de los elementales nos traicionaría, no dijo quien, ese día llegaría y no podría ser evitado… la muerte de tu familia, joven Kay- Kay frunció el ceño e intentó no soltar una lágrima- A partir de entonces, los JEN aparecerían. No me dijo más, y de hecho… no estaba muy seguro si se trataba de ustedes cuando los conocí. Me resultaban muy jóvenes.- Natal rió- ¿Recuerdan cuando vencieron a Dimitrion?- los JEN asintieron- Ahí lo supe. ¿Y recuerdan la primera vez que conocieron a Morgán?- Sony y Kay no necesitaron asentir- Él los llamó así, ahí fue cuando lo comprobé. 
- Entonces no tienes ninguna prueba de que nosotros seamos esos seres- afirmó Sony y tiró los escombros de la fogata para no dejar rastros.
- Las tengo- exclamó Natal- ¿Acaso no descubrieron poseer habilidades extras? Ver el pasado y el futuro….
- Esa vez con Víctor Díaz en San Robo…- se apresuró Kay- Lo tocamos y cambió totalmente su actitud. Como un control mental… 
- ¡Ven! ¡Son ustedes, lo sé!- exclamó el elemental del viento, entusiasmado.
- Pero no lo entiendo, ¿De qué se trata todo esto?- preguntó Sony, dubitativo- ¿Cuándo lo sabremos?  
- Fismut me habló de una profecía- el rostro de Natal expresaba tanta confusión como la de sus pupilos- Tampoco me la contó…
- Ese Fismut es extraño- comentó Kay- ¿Entonces te aferraste a una idea sin fundamento, viviste tantos años buscándonos cuando no sabías si en verdad existíamos?
- Tuve fe. Fismut me brindó apoyo cuando mi familia murió, confié en él desde el principio. Me dio un propósito cuando me quedé solo. Ni siquiera sé si sigue con vida- Natal hizo una pausa y continuó- Me dijo que habría señales, que para que la profecía empezara a cumplirse, debería haber un preludio
- Solo encontré unos pocos frutos en los árboles- dijo Dayas, que acababa de aparecer, con los brazos repletos de frutos azules. El día estaba completamente nublado, parecía avecinarse una tormenta en el futuro; había humedad y una ligera brisa soplaba desde el oeste- ¿Qué es lo que hablabais?  
- Nada importante- le respondió Natal- Con esos alimentos estaremos bien por el momento. Gracias Dayas.
- No hay de que- respondió el príncipe- Propongo irnos de aquí, puede que los soldados de Zimpat patrullen la zona.
- Pero las águilas no nos encontrarán- dijo Sony, haciendo una mueca.
- Descuida, presienten donde estoy todo el tiempo- dijo Dayas- Si avanzamos, les acortaremos el camino de regreso.
- ¿Acaso quieres acercarte a Zimpat?- exclamó Kay.
- Exacto, es donde menos piensan que vamos a estar. Minos me toma por cobarde, me debe creer lejos.
- No lo subestimemos, mira todo lo que ha hecho- advirtió Sony. Dayas no supo que responder.
- Hagamos lo que Dayas dice, confío en que es más seguro- habló Natal. Dayas le agradeció con un gesto.  
Los cinco (contando a Clavito) se dirigieron hacia el norte.

- Natal… ¿Cómo se llamaba tu hermano?- preguntó Kay durante el viaje- Te pregunto porque yo también perdí uno, Ulises…
Natal estaba justo detrás de Dayas, quien dirigía la caminata entre los árboles.
- Diego. Diego Kimhote- respondió mientras pasaban por una rampa de tierra que subía durante algunos metros y no dejaba contemplar el horizonte- Durante años fue mi mentor, mi consejero, mi mejor amigo, mi segundo padre… lo quise mucho y me cuidó hasta el final de sus días. Antes de ser asesinado, había vuelto de un largo viaje hacia América, ni siquiera tuve tiempo de estar con él…
- ¿Y tu mamá?- dijo el elemental del fuego.
- Clara. Una amable y dulce mujer, han pasado tantos años que hasta incluso su rostro me es difícil de recordar- Natal hizo una mueca y miró al suelo para no tropezarse- Me duele, pero es la vida que elegí.   
- ¿Y… tu padre?- preguntó Sony.
El rostro de Natal cambió por completo.
- Un hombre muy complicado. No fue el mejor padre del mundo, ni siquiera tuvimos relación alguna. Yo era el niño de mi mamá, y bueno… su nombre era Ernesto Kimhote.
- Me sorprende que te conozca hace varios años y nunca te lo haya preguntado- le dijo Kay, fascinado.
- No es algo que se lo cuente a todos los que conozco- le respondió Natal.
- Me alegra que hayas sido capaz de abrirte con nosotros, lo mismo para ti, Dayas- exclamó Sony, había tomado un palo para facilitar el paso.
Dayas le dirigió una sonrisa y habló.
- Lo mismo digo- respondió el príncipe- Han sido las personas más honestas que he conocido…
Sony se sintió culpable y sin meditarlo, dijo rápidamente.
- Escucha Dayas, hay algo que…
- ¡Las águilas!- exclamó Natal, interrumpiendo a propósito- ¡Están aquí!
- ¡Parecen tener el plano devuelta!- exclamó Dayas, orgulloso.   
Las dos bellas criaturas descendieron de los cielos y se posaron en las ramas de unos árboles altos. Una de ellas llevaba un plano enrollado entre sus garras, apenas aterrizó, lo dejó caer en las manos del príncipe. Las águilas se quedaron inmóviles, agitando sus picos lentamente, sin emitir sonido alguno.   
- Bien hecho- les dijo Dayas y abrió el papel. Se trataba de un documento escrito a mano en una hoja color café, se asemejaba al mapa de Zimpat. Yacía el castillo al noreste, el bosque azul en medio, las montañas en el sur, las islas y el océano en el oeste. Había una cruz roja en cada una, por ejemplo: en las afueras de las montañas del sur (capítulo: rompecabezas), otra en el pantano (Terror en la profundidades), dos en las Islas Gemelas (Las dos torres de Cristal), dos en Zimpat (De vuelta con el tirano) y las últimas en medio del bosque azul (¿?).    
- Ya hemos hecho casi todo, ¡el último está aquí!- exclamó Sony, con fervor y señaló el bosque azul con el dedo.
- El bosque es inmenso, será difícil encontrarlo- dijo Dayas en tono severo- Podríamos estar días buscándolo, para ese entonces mis amigos y camaradas podrían ya…
- Viendo este mapa y las Islas… me han hecho recordar algo. ¿Por qué los Kiceanos le dieron la espalda al séptimo reino cuando Minos los atacó?- preguntó Natal.
- Yo era muy chico en aquel entonces- respondió Dayas- En aquella época, Mangat era el líder, no estoy seguro porqué. Por otro lado, tratemos de pensar algo urgentemente para aligerar la búsqueda y…
Kay se tomó el asunto de un modo más liberal, y en un completo tono de haragán, agregó.
- No se preocupen, muchachos. ¿Somos elementales, recuerdan?
Dayas se le quedó mirando fijamente. Sony y Natal se sobresaltaron al oírlo.
- ¿Ele… mentales?- preguntó Dayas. Kay no sabía que responder, claramente había metido la pata. Hubo un silencio aterrador- ¿Qué ocurre? ¿Por qué todos se quedaron callados?
Natal suspiró y dijo.
- No era mi idea que se enterara así, señor. 
- ¿De qué habla?- Dayas apretó los dientes, desconfiado. Sus ojos azules observaban a los tres extranjeros con precaución.
- No somos magos, joven príncipe. le dijo Sony, preocupado.
Dayas dejó caer el mapa al suelo, anonadado.
- Pero… sus habilidades- Dayas dio un paso hacia atrás- ¿Acaso son impostores? ¿Espías? ¡¿Traidores?!
- Todo lo contrario, señor- Sony intentó calmarlo, pero Dayas no dejó que lo tocara.
Dayas relajó sus impulsos por unos momentos y preguntó.
- ¿Quiénes sois entonces?
Natal suspiró una vez más, esperó una ligera pero decidida pausa y habló al fin.
- Sonará absurdo, pero es la verdad. Provenimos de otra dimensión, un lugar al que llamamos Tierra, en un país que conocemos por Argentina. Vinimos aquí por accidente, mediante un extraño medallón. En nuestro mundo, somos guerreros de antaño (por lo menos, en mi caso), los cuales poseemos habilidades adquiridas de una antigua leyenda tribal. Este poder ayudó hace muchos años a derrotar a un enemigo que había prometido con acabar, sin sentido alguno, la vida que tanto anhelamos. De estos solo había ocho, y cada uno podía controlar un elemento de la naturaleza. Y de aquí, nacen los elementales- Dayas asintió comprensivo. A lo que Natal añadió- Puede que esto sea lo más sencillo de incorporar. Dayas, tu ancestro fue un elemental de la Tierra. Luchó y dirigió al grupo contra este letal adversario conocido como Hariet o el Oscuro. Cuando todo acabó, vino a parar aquí mediante la ayuda de nuestro mentor y encerraron su alma en el templo que tiene su nombre. Juan Jimonte fue un gran líder y un gran compañero, sin siquiera despedirse vino hasta aquí, formó una familia e hizo que su linaje durara hasta llegarte a ti. Porque cuando un elemental tiene un hijo, su poder se transfiere de progenitor a heredero. Dayas… tú eres un elemental.
- Dèjá vu- pensó Sony.
Dayas se quedó petrificado, casi parecía que se había quedado sin aire que respirar, dio unos pasos atrás y los miró… asustado.
- Juan fue nuestro líder porque podía controlar dos elementos. Yo creo que tú también puedes hacerlo, necesitas aprender cómo, para acabar con Minos y rescatar a tu gente- continuó Natal, intentando avanzar hacia el perturbado heredero- Eres el elemental del doble elemento. El más fuerte de todos nosotros. 
Todo fue muy repentino, Natal dio un paso más y Dayas salió huyendo a toda velocidad.
- ¡Dayas!- gritaron los JEN al unísono.
Lo persiguieron durante un buen rato (más de una hora), hasta que lo perdieron definitivamente de vista. Dayas se había ido. Las águilas habían partido vuelo hacia el sur. 
- ¿Y ahora qué hacemos?- preguntó Sony a sus compañeros, una vez se sentaron a descansar por las corridas. Natal le respondió…

- Rezar… porque el príncipe no cometa una locura. 

martes, 6 de junio de 2017

Historias: CAPÍTULO 14.




Historias: CAPÍTULO 14.

La noche fue una gran aliada, gracias a ella, los soldados del Rey no pudieron detectarlos. Finalmente se retiraron, hacía un frío desgarrador, los elementales se encargaron de armar y encender una fogata; en las bolsa-mochilas habían guardado alimentos, mantas y el artefacto dorado. Dayas se cubrió del todo (hasta la nariz), temblando constantemente, petrificado; sudando, sangrando y llorando. Kay y Sony intentaron comunicarse con él, pero no fue posible, estaba increíblemente traumado. Natal les indicó que no lo molestaran, en silencio se alimentaron. Dayas dejó el fruto a su lado y ni siquiera lo tocó, no tenía apetito, el odio que crecía en su interior se hacía cada vez más difícil de controlar. Kay y Sony sentían una gran conmoción por el príncipe, también les molestaba la idea de no poder hacer nada para impedirlo. Minos había ganado. Sin comer, ni hablar, ni dejar de llorar, Dayas se durmió.
- Mulón tenía razón. Minos fue subestimado. Su inteligencia hizo estragos en un solo día- habló Kay entre murmuros, rendido.
Sony observó al cuerpo de Dayas durmiendo y dijo.
- Me alegro que esté vivo y que mi visión haya sido un error. Pero temo que el príncipe no vuelva a recuperarse. Todo ha sido tan repentino. Minos lo destruyó en su interior- y apretó los puños con rencor- Pobre Faír… que en paz descanse.
Natal se acarició el mentón y entró en la conversación.
- Vamos a hacer justicia por Faír, por Kaia, incluso por Koba… Minos cree que nos engañó, tenemos esa ventaja. Pero aún no sabe a lo que se enfrenta. Podemos usar eso a nuestro favor, idear algo para…
- Muchos Kiceanos murieron, sus esposas e hijos ahora están encerrados en Zimpat y solo dios sabe lo que harán con ellos- habló Kay con rapidez- Hablas de un ejército contra cuatro personas, es una locura. Incluso para nosotros, no somos invencibles. Y no me vengas con el ejemplo del año pasado…Además, si Minos pudo engañarnos todo este tiempo, puede volver a hacerlo. ¡Ni siquiera sabemos si este estúpido artefacto sirve para cancelar el hechizo! Probablemente sea otro de sus trucos.
- Eso si es desalentador…- suspiró Sony, abatido.  
- Es la cruda verdad- retomó el elemental del fuego- Por más que quiera a los Kices y al príncipe, no podemos hacer nada. Lo mejor que podemos hacer es encontrar una forma de volver a casa.   
Natal se levantó de un pisotón, muy molesto. Caminó de un lado a otro mientras se acariciaba la barbilla; Clavito salió de la bolsa-mochila y se sentó sobre el príncipe dormido. Natal se le quedó observando detenidamente, mientras intentaba idear algo.
- Tal vez haya una posibilidad…- pensó.
Al instante, Dayas se despertó y observó a la criatura sobre su cadera. Estaba herido, sucio, desganado y sin fuerzas para vivir.
- ¿Y tú que eres?- le preguntó en un tono apagado, sin levantarse. Clavito se le acercó aún más y posó su peluda cabeza sobre la pera del príncipe. Los elementales estaban a la expectativa. El triste y decaído rostro del príncipe cambió de aspecto, a uno más cálido y vivo. Dayas se levantó, Clavito dio un saltito antes de que lo hiciera- ¿Qué fue lo que hiciste? – le preguntó y Clavito sonrió. - Siento como si me hubieran trasmitido alegría y fuerza- Dayas se secó las lágrimas- Gracias.
- Después de todo, resultaste ser una criatura peluda muy útil- le dijo Natal, mientras realizaba una pequeña sonrisa. Clavito saltó hacia su hombro, en señal de gratitud.
- Mi pueblo está sufriendo, debo hacer algo al respecto- dijo Dayas con firmeza, analizando sus heridas- No dejaré que Minos les haga daño por mi culpa.  
Kay apretó los dientes. Sony había vuelto a recuperar la fe. Aunque no lo reconociera, Dayas era un hombre excepcional y su actual presencia generaba la sensación de querer luchar a su lado. 
- Nos alegra que esté mejor, príncipe.- le dijo Natal y por un momento pensó en preguntarle quien había sido el responsable de haberlo dejado tan herido, pero creyó que aquello ya no era importante- Tengo una idea que puede resultar. Pero primero necesito saber donde se encuentran los últimos dos artefactos.
- ¿Los últimos dos artefactos?- preguntó Dayas, su mente empezaba a actuar con naturalidad.
- Así es, hasta ahora, el consejo conocía a la perfección todas las ubicaciones en donde los artefactos se encontraban.- siguió el elemental del viento.  
- Mis espías (los mismos que me avisaron sobre su llegada al castillo) lograron robarle un mapa a Minos hace tiempo.- Dayas señaló el cielo con el dedo índice- Allí figuraban todos ellos, el problema es que con el ataque, Minos lo habrá recuperado. 
- ¿Sus espías?- preguntó Kay, dubitativo.
Dayas silbó y tras una breve pausa, dos hermosas águilas aparecieron volando desde el oeste y descendieron, luego se posaron sobre sus hombros.
- Exactamente, mis espías. Juan y Julia- dijo- En honor a mis ancestros. Mi familia siempre se ha caracterizado por poder comunicarse con las águilas, son animales de caza, pero muy tranquilos si se los trata como se debe. Fueron las que me dijeron sobre su llegada, como ya dije.
- ¡Águilas! ¡Son las que nos guiaron hacia usted! ¡Qué bellas son!- exclamó Sony, como un niño.
- Lo son- asintió Dayas mientras pasaba el anular por el pico de una de ellas.- Gracias por salvarme aquella vez.- y lo recordó… al sujeto buscando a Kay y Sony. El sujeto encapuchado, el tal… Meddes.
- ¿Ocurre algo?- preguntó Sony, frunciendo el ceño.
Dayas disimuló y volvió a sonreír.    
- Nada, Sony. - Dayas sabía que alguien los buscaba pero no se animaba a contárselos, por miedo, terror a que fueran a buscarlo por lo que le hizo. Los elementales, por su parte, sabían que un sujeto no identificado había sido el responsable de dejar al príncipe al borde de la muerte; pero si le preguntaban, Dayas podría llegar a pensar cualquier cosa de ellos, cosas malas…
Ninguno de los cuatro volvió a tocar el tema.
- Les dije que fueran hacia el oeste a vigilar el bosque azul y allí estuvieron hasta ahora- dijo Dayas, intentando evitar el momento incómodo.  
- Pueden ser de gran ayuda- dijo Natal, moviendo la cabeza-  ¿Puedes decirles que vayan hacia el castillo e intenten volver a recuperar el mapa?
Dayas les acarició las alas, ambas gimieron y volaron hacia el horizonte.
- Puede que tarden algunos días.- advirtió- ¿Y mientras tanto?
- Mientras tanto, nos prepararemos.- contestó Dick Natal- La noche es larga, creo que sería buena idea que nos contemos algunas historias para entretenernos. Bueno, después de todo, no tengo sueño. No se que piensan ustedes.
- Adelante, ni Kay ni yo tenemos ganas de dormir- dijo Sony, animado. Kay asintió con frialdad.
- Lo mismo digo, necesitaría despejar la mente.- dijo Dayas, se sentó en el suelo y posó las manos sobre el fuego para calentarse. Kay se encargaba de alimentar las llamas con una suave danza de manos.
- ¿Por qué no empiezas explicando todo lo que vi en tus recuerdos?- preguntó Kay, la vida de Natal era todo un misterio indescifrable para el muchacho.
- ¿Cómo es eso?- preguntó el príncipe, interesado.
- A veces, puedo revivir el pasado de las personas…
- Sorprendente- dijo Dayas y dejó los labios abiertos, como si fuera a decir algo más.
Natal había meditado, realizó un suspiro muy opulento y dijo al fin.
- No guardo historias muy bonitas en mi vida. Pero ya que estás tan interesado… ¿Qué fue lo que viste?
- Una mujer vestida de blanco, muy hermosa.- la voz de Kay fue como un rayo- Un accidente de auto y una casa en llamas.
- ¿Auto?- le preguntó Dayas a Sony en voz baja, para no interrumpir.
- Es un transporte que se utiliza en donde vivimos- le explicó Sony entre cuchicheos.
Dayas asintió; se moría de curiosidad por saber cuantas diferencias más habría entre sus respectivos hogares.
- Son dos historias distintas. La primera… bueno- Natal frunció el ceño y suspiró- No fue hace mucho. En mi eterna búsqueda de los JEN- a Dayas le resultó familiar aquella palabra, pero no pudo recordar por qué y más tarde se olvidó- fui a parar a una calurosa ciudad de Brasil llamada Bombinhas. Allí conocí a una muchacha, era la hija del dueño del departamento donde estaba viviendo; al principio nos llevábamos como perro y gato- los JEN pudieron notar una sonrisa en Natal que nunca antes habían visto con anterioridad- Pero no fue mucho tiempo hasta que reconocimos que nos habíamos enamorado el uno del otro.
- ¿Cómo se llamaba?- preguntó Sony. Kay se había quedado mudo. Dayas intentaba agarrar lo poco que entendía.
- Verónica...- dijo Natal con los ojos llorosos- Verónica Natal.      
Los JEN se sobresaltaron.
- Nos casamos, y nos las ideamos para compartir apellido.- continuó el profesor- Pues mi identidad había sido modificada ilegalmente una infinita cantidad de veces.
- Por eso prefieres que te llamen Natal…- habló Kay, con cierta empatía.
Natal asintió, sus ojos grisáceos eran dos diamantes a plena luz del fuego. Tragó saliva, carraspeó y continuó.
- La amaba, con locura y por muchos años fuimos muy felices- hizo una pausa y carraspeó- Pero… un día quise volver a la Argentina para continuar con mi misión, ella lo sabía todo y decidió acompañarme. Ya no estaba solo en mi búsqueda, no solo la tenía a Verónica, sino que también, ella esperaba un hijo mío.- Dayas, Kay y Sony abrieron los ojos como platos. Natal volvió a tragar saliva, pudieron oír el sonido de la nuez deslizándose por la garganta como un golpeteo.- Manejé de noche por la carretera y nos agarró una terrible tormenta. Estábamos buscando un hotel para hospedarnos. Siendo padre, mis habilidades habían desaparecido y entonces… ante la oscuridad, un auto nos sorprendió del lado de enfrente y nos chocó. Solo yo salí con vida.
- Murió embarazada, que horror- pensó Kay.
Kay, Sony y Dayas se quedaron inmóviles ante tal historia. Natal, intentó contenerse pero no pudo y por segunda vez, lo vieron llorar. Kay y Sony quisieron ir a abrazarlo, pero Clavito se les adelantó y lo besó en la mejilla. Inmediatamente Natal sintió un gran alivio y esa increíble sonrisa que habían presenciado, apenas nombró a Verónica, volvió a aparecer.
Los demás no dijeron nada. Dayas dedujo que las habilidades de los magos eran parecidas a las suyas, pero no fue suficiente para que establezca una relación entre ellos. Esperaron a que Natal se recompusiera del todo, porque aún tenía mucho que decir…
- Pasé una vida entera conociendo mujeres, pero ninguna me hizo sentir tan feliz como ella. Le agradezco a la vida por haberla creado, jamás la olvidaré- hizo una pausa, carraspeó otra vez y continuó- La CASA EN LLAMAS que tú viste, Kay, es otra trágica historia de mi vida. Se remonta a la época en la que yo era un infante, en España.- Sony le explicaba a Dayas lo que no entendía- No recuerdo bien por qué me había ido; he vivido más de lo que cualquier humano desearía y sin embargo, ese momento es uno de los pocos que recuerdo con tanta claridad.
- ¿Qué fue lo que pasó?- preguntó Kay con los dedos en la boca.
Natal arrugó la frente y se apretó los ojos con sus dedos; superó la angustiosa sensación que se había apoderado de él por un instante y dijo.
- No entiendo porque les estoy contando todo esto, en un momento tan crítico.
- Por favor…- replicó el elemental del fuego.
Natal finalmente habló y con la fogata, la historia parecía cobrar vida propia.
- Aquel lugar en llamas era mi hogar. Mi casa, donde viví cuando era un niño. Nunca supe bien como fue, pero si conocí al responsable y juré VENGANZA contra él- Natal apretó los puños- El desdichado se llevó a mi familia al otro mundo.
- Hariet- fue la palabra que Sony formó con sus labios hacia Kay sin que Dayas se diera cuenta. Ahora todo tenía sentido.   
Natal posó su palma sobre Clavito a propósito para no quebrarse. 
- Tres cuerpos incinerados, irreconocibles por las llamas y la sangre- pausó y con un tono aterrador, dijo- Mis padres y mi hermano.
Dayas se sintió un poco tocado con esa historia.
- Lo sentimos mucho, Natal.- la voz de Kay estaba algo melancólica- Ahora que lo veo, no debí haber insistido…
- Tanto dolor, eres una roca, amigo mío- le dijo Sony a Natal- Quiero que sepas, que ya no estas solo.
Natal soltó a Clavito y sonrió.
- Me aferré a mi propósito y lo logré. Aquí estoy, con ustedes. Y con el príncipe.
- Entonces… ¿Tú los estuviste buscando?- preguntó Dayas.
Natal asintió. Dayas no supo que decir, Kay y Sony parecían ser más que simples y talentosos magos. Pero algo lo desanimó y no fue el tono de la historia. Si bien, no había entendido todo, una idea perturbaba su mente.
- Creo que ahora es mi turno- dijo, casi en un murmuro.
- Somos todo oídos- le dijo Sony y todas las miradas fueron hacia Dayas.
- No he sido totalmente sincero con vosotros.- admitió- Y ahora, contando detalles tan íntimos de sus vidas, me siento responsable por haberles ocultado una parte importante de la mía.
- Todos tenemos secretos- le indicó Sony- Usted mismo me lo dijo aquella noche con la guitarra.
- Es cierto. Pero de todas formas, tuve que habérselos dicho.- replicó el príncipe.     
- No es tarde. Cuéntanos ahora- musitó Natal, interesado.- La noche es larga.
Dayas inhaló y exhaló al mismo tiempo que empezó a hablar.
- No pude quitarle la vida a Minos, y eso… tiene un por qué.
- Eres una buena persona, no un asesino.- se apresuró Sony- No tienes porque disculparte por tu…
- No, joven mago.- respondió Dayas, seriamente- No soy ningún santo, he quitado vidas en el pasado sin ningún pudor, pero esto… es diferente.- Dayas alejó las manos del fuego (sin apartar la vista de sus llamas) y las juntó como si estuviera rezando- Hay una razón por la cual soy tan inseguro, hay una razón por la cual no hablo mucho de mi padre, es el motivo por el cual sufro todos los días. Muchos lo saben, pero nunca fue importante en esta guerra inminente. Solo Faír lo entendía…- Dayas bajó la cabeza y cerró los ojos por un momento, apenado.   
- Me imagino que la traición de su tío a su noble padre fue una terrible tragedia en su vida- le dijo Sony, dudando palabra por palabra mientras observaba los gestos del príncipe.
- No, estimado Sony.- lo corrigió-  La historia oficial no es tal cual yo la recuerdo. Mi padre, Vayas, implementó y motivó el cultivo del fruto redondo azul, el gorreón; el que ustedes ya conocen. Gracias a él, su alimento se repartió equitativamente en Zimpat y jamás nadie volvió a sufrir hambre. Fundó a los poderosos Kiceanos como los protectores de la paz entre todos los reinos, los cuales se volvieron una entidad propia y consolidada. Ayudó mucho a seguir adelante el reino tras la crisis y siempre dio una mano a los más necesitados- Dayas hizo una pausa y suspiró muy profundamente, como quien anticipa una noticia negativa- En fin, fue un excelente Rey… pero un pésimo padre.
Los elementales abrieron los ojos como platos.
- Mi madre había muerto al darme luz, Vayas nunca me perdonó por ello. Me hacía responsable de su muerte y de la pérdida de sus habilidades. Con solo cuatro años, me reprochaba que yo nunca tuviera que haber existido, que le había arruinado su vida como Rey.- el rostro de Dayas estaba un poco colorado- No tenía amigos, los niños del reino me rechazaban por celos. Pero no estaba solo… quien verdaderamente me crió como si fuera su hijo, fue mi tío, Minos.
Ahora los ojos de los elementales eran barriles.   
- Con él aprendí todo lo que hoy sé, el confiaba en que yo un día sería un gran rey. A él nunca le había interesado el linaje familiar, a Minos le interesaba viajar, le interesaba conocer el mundo, ese era su sueño. Me demostró el cariño que mi padre nunca me dio. Pero… cuando cumplí ocho años, todo cambió. Se fue a una misión secreta y cuando volvió ya no era el mismo. Yo lo esperaba porque me había prometido que juntos buscaríamos un lugar para la nueva estatua en forma de águila. Unos días después de su llegada, nos enteramos que mi padre había partido por un asunto parecido, fue entonces cuando desapareció y lo dieron por muerto. Minos, entonces, intentó matarme mientras dormía; me escapé con un golpe que él mismo me había dado y sin saber hacia donde ir, huí al bosque azul, vagué durante días hasta que conocí a Mongot; él me llevó con los Kiceanos y su padre Mangat, quienes me dieron lugar en sus vidas hasta la creación de la resistencia. ESA ES LA RAZÓN POR LA QUE NO PUDE MATARLO.
- Aún lo quieres…- susurró Sony, perplejo.  
Dayas asintió apenado.
Sony lo tomó del hombro.
- Todos aquí tenemos algo de nuestras vidas que no comprendemos, creo que es nuestra tarea superarlo, encontrarnos a nosotros mismos y seguir adelante.
- Creo que tienes razón- respondió el príncipe- Cuando fui a rescatarlos de Minos en el castillo y supe sobre sus habilidades, me emocioné mucho. En ese momento creí que finalmente había tomado la mejor decisión de mi vida como comandante. Podría probarle a Hassian o a los demás miembros del consejo que era útil e indispensable. Sigo sosteniendo aquel pensamiento… pero no como yo lo imaginaba. Ustedes me cambiaron, magos.   
Kay y Sony se miraron entre sí con devoción hacia el príncipe.
- En el acento probablemente- sonrió Sony- Mi padre también fue un hombre complicado, falleció hace tiempo. En sus últimos años se había vuelto muy frío y reservado. Pero me quería… a su manera.
- Mejor nos vamos a dormir- les dijo Natal al ver que la situación no daba para más historias- Mañana será un día largo.
- ¡No!- exclamó Sony de repente- Aún no he contado mi historia.
- Otro día, Sony. No es el momento- le indicó Natal.
- Insisto. No es una historia de la que apenarse. Aparte no me incumbe solo a mí, sino también a Kay. ¡Vamos Natal! No quiero que nos vayamos a dormir con una mala sensación.
- Lo escucho- dijo Dayas, más animado.
- ¿Qué vas a contarles?- le preguntó Kay a Sony.
Natal hizo un gesto de rendición.
- Esta es la historia de cómo Kay y yo nos volvimos los mejores amigos.- enfatizó el joven estudiante de derecho.
- ¿Eso es todo?- exclamó Natal, levantando las cejas- Vivieron juntos toda su vida, no hay mucha ciencia.
- Así es, querido Natal- le dijo Sony- Pero durante años nos llevamos muy mal.- Kay dibujó una sonrisa inmensa… todos se detuvieron a escuchar a Sony.

- ‘’Cuando Kay y yo nos conocimos, nació un grave conflicto. Pues con los años, Kay se había vuelto un niño muy reservado, tímido y de pocas palabras.

- Esa historia ya no tiene credibilidad- rió Natal, pero nadie le siguió el chiste. Molesto, se acostó, pero se mantuvo atento. Sony esperó que no hubiera más interrupciones y con gran energía, empezó a relatar:

- …Yo en cambio, era un niño muy revoltoso y lanzado, me molestaba que Kay viviera con nosotros, le tenía celos. Me negaba a compartir a mis padres con él. Íbamos al mismo colegio, yo siempre rodeado de amigos igual de bufones, pero Kay estaba solo… no hablaba con nadie. Algunas chicas gustaban de él, pero a él parecía no interesarles. Cuando llegábamos a casa hablábamos lo usual, prácticamente nada que no estuviera relacionado con las cosas de la casa. Mi papá, Nicolas, era el más cercano a Kay. Siempre lo animaba y le preguntaba como le había ido en el colegio, a lo que Kay respondía en pocas frases y sin muchos ánimos. Esto hacía que mi rencor hacia él fuera cada vez mayor. Mi familia se había hecho cargo de Kay desde muy pequeño a causa de la muerte de la suya a manos de un siniestro malhechor.
Mis amigos no se lo bancaban mucho y le jugaban bromas de mal gusto todo el tiempo, a lo que Kay respondía con indiferencia- Kay se rió recordando-  Se acercaba fin de curso y querían hacerle una broma final. Me invitaron a formar parte y acepté, yo sería la carnada (pues no le tenía mucha estima), mi tarea era acercarme y llevarlo a determinado lugar. Lo hice, preguntándole por la comida y esas cosas; al principio respondía con timidez, pero cuando vio mi supuesto interés, empezó a hablar… ¡Y vaya! ¡No podía parar de hablar! Fue entonces cuando lo comprendí, aquel niño sabía lo que yo pensaba de él y decidió no interferir en mi vida para no molestarme; ahora creía que yo estaba interesado en ser su amigo. Lo llevé al parque del colegio, donde había una cabaña sobre una diminuta colina, al lado de un árbol que llevaba una hamaca colgando, aquel era el punto de reunión. Le dije que ahí nos íbamos a juntar con mis amigos, la idea era que le cayera un balde de pintura… un clásico. A último momento, lo vi tan entusiasmado con la idea, que me arrepentí; lo obligué a esconderse y me coloqué en el lugar donde él debería estar. El balde cayó sobre mi, pero los chicos le habían agregado un extra a la broma… me envolvieron con una sabana y me molieron a golpes. Entre risas, cuando quitaron la manta me reconocieron y salieron huyendo. Kay llamó a mi papá, quien llamó a una ambulancia, varios golpes me habían dejado moretones en la cara y los brazos. Aquella decisión lo cambió todo, no solo a nosotros sino también a nuestra familia. ’’        

- Desde entonces, no nos separamos jamás- completó Kay.

Dayas y Natal observaron a los dos amigos, tan unidos que se hacía difícil imaginar el comienzo de aquella historia. Los valores de la amistad estaban más que presentes en esos instantes, esa noche… todos pudieron dormir con una sonrisa en su rostro.