martes, 19 de abril de 2016

Traición: CAPÍTULO 4.



Traición: CAPÍTULO 4.

El desconcierto fue inminente, transcurrieron varios minutos de inquietud, desdén, parálisis. No hubo manera de comprobar que todo aquello era producto de una pesadilla o de una broma de muy mal gusto. La verdad era clara e inconfundible.
''Kay y Van Robin Hed son la misma persona'' pensó.
Al borde del colapso, sin saber qué hacer, que pensar o que decir, suspiró constantemente, evitando las lágrimas o la furia y tomó una de las espadas pertenecientes al equipo del cazador. 

Apretó el mango con fuerza y acarició la hoja. ¿Por qué razón? ¿Matar al joven que compartió toda su vida? ¿A su hermano y mejor amigo? Sony no estaba seguro, pero precisaba tomarla, necesitaba sentirse seguro. Pues ahora, sin importar la identidad del cazador, temía por su vida. Quiso salir de aquella habitación, pero ya era tarde, Kay lo esperaba de brazos cruzados en la puerta.
- ¿Qué estás haciendo?- preguntó.
Sony no respondió de inmediato, lo miró con gesto de sorpresa. Volvió a acariciar la hoja del arma y la dejó sobre el escritorio.
- ¿Cuándo pensabas decírmelo?
- ¿De qué hablas, Sony?- respondió Kay, fingiendo inocencia- ¿Lo dices por el traje? Es por una fiesta de disfraces que transcurrió hace bastante...
- Kay... ¿Me ves cara de estúpido?
- No... bueno si. A veces- rió Kay, pero Sony no estaba para juegos.
Sony se le acercó lentamente, lo señaló con el dedo índice y le empujó el pecho.
- Tú eres Van Robin Hed, el cazador. ¡El maldito cazador de demonios!
- Tú mismo lo dijiste, mi amigo- la voz de Kay se tornó fría y tajante- ¡DEMONIOS! Eso es lo que son- Sony le dio la espalda y se acercó al escritorio- Compartimos las mismas ideas.
Sony giró velozmente y lo apuntó con la espada en el cuello, la cual acababa de tomar.
- Me equivoqué, ''amigo''. Me equivoqué. Son personas y punto.
- ¿Qué piensas hacer con eso?- preguntó Kay, paralizado.
- Soy incapaz de quitar una vida. Te quiero demasiado para hacerlo- Sony bajó el arma- Es solo para sentirme seguro, eres un asesino. ¡El muchacho que convivió conmigo y mi familia durante quince años!
- ¿Y qué piensas hacer ahora?- preguntó Kay nuevamente pero esta vez con ironía- Tengo una gran idea. ¡¿Por qué no vas y les dices a los idiotas de tus amigos políticos quien soy en realidad?! ¡Ah! también diles de mi parte que son una manga de hijos de...
- ¡Kay! ¡Ya basta! No voy hacer eso.- le gritó su amigo, y con más calma, le dijo- Pero debo entregarte a las autoridades.
- Y... es una probabilidad- Kay reveló un arma blanca en su cinturón y desenvainó la espada.
- ¿Vas a pelear conmigo? Por favor, Kay, cuando éramos chicos, siempre eras tú quien perdía en los duelos con armas de juguete- le dijo Sony en tono burlón, como si nada hubiera pasado.
Kay rió con soberbia.
- Esas eran armas de juguete, Sony, tú lo has dicho. Estas son de verdad.
- Adelante entonces- Sony se puso en guardia.
Afuera una tormenta se avecinaba, y una gran llovizna; lo más probable es que no hubiera estado pronosticada para aquel día. Lamentablemente las cosas eran así en esa época, la verdad era un lujo de pocos.
Los dos amigos se batieron a duelo, los primeros golpes se acercaron más a un juego, pero cuando comenzaron a lastimarse las manos y los brazos, entendieron que aquello era real y que debían enfrentarlo como tal. Sin la importancia de dañar paredes o muebles, descargaron todo sentimiento en aquella pelea, incluyeron las patadas, los empujazos y los puñetazos. 

Pasaron diez o veinte minutos, y los dos individuos ya estaban exhaustos, físicamente no estaban lo suficientemente preparados, y tampoco eran espadachines profesionales. La disputa llegó a su fin, una vez Kay accionó una nueva palanca escondida, la cual hizo que la pared de las ventanas se desprendiera por completo. 

Afuera había mucho viento y mucha lluvia, la cual irrumpió en la habitación, las nubes cubrían la luna. Sony lo miraba estupefacto. Ambos empapados y a los gritos por las fuertes ráfagas de viento.
- ¡No lo entiendo, Kay! ¡Mi familia te brindó todo! ¡Todo! ¿Y así lo pagas?- le gritó Sony.
- ¡Tu padre, Sony...! ¡Tu padre antes de partir a Estados Unidos me reveló lo que en verdad ocurrió aquella noche, el día que toda mi familia fue cruelmente asesinada! ¡Fueron bestias, Sony! ¡Fueron bestias!
- ¡Eso no justifica que les tengas tanto rencor a todas las de su especie!
- No lo entiendes, Sony- Kay sacudió la cabeza, tomó las alas de plata y saltó por la ventana.
- ¡KAY!- gritó Sony, aunque ya fuese demasiado tarde.
El cazador activó el artefacto, las dos alas se extendieron y se volvieron una clase de planeador. La oscuridad de la noche y la lluvia hicieron que se perdiera rápidamente en el horizonte. 

Sony se sentó en el suelo, fue tanta la confusión, la furia, la decepción y el desconcierto que rompió en llanto.    

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