martes, 19 de abril de 2016

Uno de los Nueve Corazones: CAPÍTULO 6.



Uno de los Nueve Corazones: CAPÍTULO 6.

Desde aquel extraño suceso y el gran conflicto que se ocasionó por su mentira, Sony no se animaba a salir de su departamento. Ocurrió un inmenso festival en honor a la creación de la G.N.U.M, donde hubo fuegos artificiales, ferias, bailes y entretenimiento de todo tipo; pero el joven se la pasó encerrado, oyendo a los demás divertirse. 

También hubo manifestaciones en contra del cazador, charlas y demás cosas. Sony recibía veinte llamadas por día de sus camaradas políticos, pero nunca las respondía, se sentía apenado... triste, incómodo y extraño. Se la pasó atendiendo algunas de las heridas que le habían surgido durante la batalla con Kay en su casa, pero se le curaron enseguida.

Soñaba incontables veces con lo ocurrido en la torre de reloj, además de que vivía con fiebre, su mente era un caos.  
Tenía algunas propuestas de trabajo, a las cuales había rechazado y bueno... no se las habían vuelto a proponer después de la última reunión. Para su suerte, los medios se mantuvieron al margen del asunto, su nombre no sonó en ningún noticiero, lo que fue un alivio... Sony le tenía terror a la humillación pública (creyó que probablemente el presidente había tenido que ver con eso). 

Posiblemente estaría una semana más y se volvería a Estados Unidos (dependiendo de lo que le durara el dinero), fingiendo que nada pasó, iría a casa de su madre... y buscaría rehacer su vida; lejos de la política argentina, lejos de la G.N.U.M, lejos de Van Robin Hed, lejos de Kay...
Finalmente, un 6 de Abril, Sony se animó a salir. Visitó temprano un museo de la zona, a pocas cuadras de su departamento. Aquel fue el lugar perfecto para descansar de todos los problemas en los que estaba metido. 

Este museo, en particular, se interesaba muchísimo en el origen de las bestias y cosas así; diversos autores habían retratado versiones personales sobre su nacimiento, pero nada era seguro, aquel era uno de los mayores misterios de la sociedad. 

Artistas de todo tipo, sostenían que los miembros de la nueva especie eran parte del próximo paso a la evolución y que en el pasado también habían sido hombres. Pero muchos científicos y médicos aseguraban que aquella era una idea errada y que las bestias no compartían las mismas características genéticas que los seres humanos, además de los cinco sentidos, la inteligencia, la capacidad de razonar y el cuerpo. 

Entre los cuadros que Sony pudo entrever, yacía un retrato de la evolución de los primates al ser humano pero con un agregado: una bestia caminando delante del humano.   
A lo largo, un nuevo cuadro había sido estrenado al fondo del pasillo: Una clase de gorila blanco, cubierto de pelo grisáceo, gigantesco y feroz; el fondo relucía en un color oscuro, de bordes colorados, daba la sensación de viajar hacia una dimensión desconocida.
El joven observó la obra con completo asombro, tal fue su concentración en dicha pintura que no pudo darse cuenta a tiempo que un hombre desconocido lo miraba de reojo y se le acercaba poco a poco. El sujeto vestía un sombrero negro y un saco oscuro que le cubría el rostro, Sony tan solo divisó dos ojos grises, como la luna, los cuales penetraron en él. 

Luego, el extraño miró al cuadro, aunque no se le veía ni una pizca de asombro, era como si ya lo hubiera visto durante muchos años. El extraño volvió a mirar a Sony, quien incómodo ante la situación, le preguntó de muy mala gana:
- ¿Tengo algo en la cara?- temió que fuera un periodista, de los cuales ya no quería saber u oír por todo lo ocurrido.
El extraño se quitó el sombrero en señal de saludo. Dejó al descubierto una cabellera abundante y canosa, poseía la piel de un hombre (claramente humano) de sesenta años. 

Desprendió los botones del cuello del saco y Sony pudo observar su rostro: nariz chata, barba gris no muy bien afeitada, pálido, una gran frente y algunas arrugas; ahora Sony sintió el aullido de un grupo de lobos en su interior, estaba alerta, temía ahora que fuese un asesino o un demente.
- Tranquilo, no voy a hacerte daño- le dijo el hombre al verlo tan perturbado- ¿Te gusta el cuadro... Sony?- y se detuvo a mirarlo por un rato.
- ¿Cómo sabes mi nombre?- preguntó el joven, anonadado.
El viejo sonrió sin responder a su pregunta.
- Este cuadro es una invención mía, lleva muchos años, aunque recién ahora se me ocurre sacarlo a la luz- su voz denotaba una gran pericia.
- ¿Quién eres?- insistió Sony, impaciente.
- Sé todo sobre ti, muchacho- le respondió- Conozco a tu padre y a tu abuelo, viejos amigos míos.
Sony se tranquilizó al escuchar esas palabras, pensó que de seguro era algún amigo de su padre que lo había conocido desde chico, relajó los hombros y se acarició el mentón, aunque no duró mucho su tranquilidad.
- Me llamo Dick Natal- continuó el hombre- Y he venido hasta aquí para ayudarte.
Sony dudó por un segundo si debía irse o no, hubo una leve pausa, Natal claramente esperaba una respuesta.
- Y entonces... Dick Natal o como te llames- dijo finalmente con cierta desconfianza- Conociste a mi padre, ya muerto- afirmó- Y a mi querido abuelo. ¿Acaso te envió para que me comporte bien? No sería la primera vez...
- No - rió Dick Natal sin perder la postura- Ya no eres un niño, muchacho. He venido por mi propia cuenta, y no es para espiarte, hace años que no veo a tu abuelo.
- ¿Y... entonces?
Natal agrandó la sonrisa.
- Vengo a ayudarte, como ya dije- replicó- Y a responderte las preguntas que te has hecho todo este tiempo. Sería algo así como un mentor para ti.
- ¡Aguarda, aguarda, aguarda!- interrumpió el otro en tono burlón- Ni siquiera te conozco. ¿Cómo me aseguro que no vas a secuestrarme?
- Esto no es un juego, muchacho. Estas en peligro y sinceramente... aún no sabes nada- le dijo Natal fríamente y frunció el ceño.
- ¿Tiene algo que ver con la reunión de hace cinco días?- preguntó Sony, agravando el tono.
- Para nada, muchacho. Es algo mucho más grave y urgente- respondió Natal con una increíble pasividad- En la torre de reloj, te ocurrió algo único. ¿No es así?
- Eso... fue un sueño. ¿Cómo lo sabes?- los ojos de Sony se desorbitaron por el miedo.
- ¿Tú quieres respuestas?- evadió la pregunta el hombre.
Sony asintió dudoso.
- Acompáñame a un café de por aquí cerca elemental, yo invito. Hay una historia que te interesará escuchar...

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