martes, 3 de mayo de 2016

Dimitrion Curtansen: CAPÍTULO 9.



Dimitrion Curtansen: CAPÍTULO 9.

Llegó el tercer día, el día punto, donde se decidiría, finalmente, el rumbo que cada uno tomaría: Sony, Kay, Natal y la misteriosa mujer que llegaría pronto, Jessica.
Todo empezó a la mañana, hacía mucho frío y la brisa soplaba muy suavemente. Sony tomó la carta, salió de su casa y fue hacia esas máquinas sistemáticas del siglo que envían cartas de aquí para allá en un instante (pues en este siglo, muchas costumbres pasadas se seguían utilizando). Abrió la tapa de dicha máquina y extendió el brazo para dejarla caer. De repente aparecieron Natal y Kay, ambos vestidos de igual manera (con un saco negro de botones, y un sombrero gris) y con las manos en los bolsillos.
- ¡¿Qué ridiculez es esta?!- les preguntó Sony con desmedro apenas los vio.
- Estamos de incógnito, Sony- le dijo Kay, en voz baja.
- Dime Dameron, ¿Lo pensaste?- preguntó Natal, seriamente.
- Claro que lo pensé, estaba a punto de enviarles la carta. Pero llegaron antes- respondió el joven.
- El tiempo nos juega en contra, no pudimos esperar- informó Kay, apresurado- ¿Qué nos dices? ¿Aceptas?
Sony retiró la mano de la máquina/correo (por llamarla de alguna forma), avanzó hacia ellos, hizo una sonrisa dramática y muy bruscamente le dio la carta a Kay (posándola sobre el pecho del joven), a continuación, los empujó para pasar por la línea de distancia entre los dos, con total soberbia.
- No- dijo y continuó caminando, dándoles la espalda.
- Sony, por favor- exclamó Kay, girando a velocidad- ¡Te necesitamos!
- Lo siento mucho.
Sony cruzó la calle con decisión, sin mirar atrás y se dirigió a la plaza a la cual Dimitrion había especificado el encuentro. Kay y Natal se marcharon sin insistencia alguna. La copia de dicha carta la llevaba en el otro bolsillo de su campera. Se sentó en el banco detrás de la estatua del fundador de aquel barrio y sacó el diario para leerlo mientras esperaba.
Aquel banco le daba la espalda a otro, ambos estaban unidos. Un individuo se sentó del otro lado y le habló al joven.
- ¿Sony Dameron?- una voz quebrada, como la de un fumador. 
- Así es. Dimitrion. Soy yo. Traje lo que me pediste.- le respondió Sony, apretando los dientes.
- Dimitrion no pudo venir, soy su servidor.- comentó el sujeto.
- ¿Su qué…?- Sony no pudo reaccionar a tiempo, el otro individuo (una bestia) lo desmayó al instante con un pañuelo mojado de cloroformo. Otras bestias aparecieron y se lo llevaron.
Sony despertó en un extraño galpón oscuro y abandonado, atado de manos y pies a una silla. Creyó que había estado dormido por horas, pues parecía ser que la noche se avecinaba.
- ¡¿Qué es lo que quieren de mi?!- gritó desesperado, tan solo escuchó como respuesta a su propio eco.
Así estuvo durante unos largos y horribles minutos, los cuales resultaron ser inquietantes horas para el joven.
En instantes, una sombra irrumpió a sus espaldas desde los rincones más oscuros de la habitación.
- Sony- dijo el hombre en la oscuridad- Te he estado esperando.
- Dimitrion, ¿Por qué hiciste esto?- exclamó Sony entre suspiros- Confié en ti- luego bajó la voz como si se hablara a sí mismo- Cometí un gran error al venir aquí y confiar en un desconocido. Me encegueció el orgullo y la cólera.
El nuevo personaje rió a carcajadas, una risa desquiciada y maléfica.
- Hiciste bien en venir- le dijo Dimitrion, tomándolo de los hombros por detrás, Sony se estremeció- Muy bien… a decir verdad. Pues finalmente terminaré con esto. Repararé mi gran error y acabaré definitivamente contigo.
Podría ser que aquel joven no era el hombre mas valiente del mundo ni el más listo, siempre le asustaron las peleas y odiaba las injusticias. Tantos secuestros, robos y asesinatos que se efectuaban con gran frecuencia en la ciudad eran noticias totalmente naturales y desalentadoras para él. 

Por otra parte, siempre había mantenido su orgullo y su educación en un mismo plato, pero esta vez, todo cambió. Mentiría si dijera que no temía por su vida o por su futuro o por su familia; pero en ese preciso momento, a Sony no se le cayó ni una lágrima y comprendió su error. No estaba asustado, ni triste, ni confundido, ni decepcionado, sino… enfadado.
El individuo caminó hacia su frente y se colocó a unos cuantos metros, la escasa iluminación de la habitación continuaba evitando el poder contemplar su figura con total claridad. Sony solo reconoció a un hombre en frente suyo, común y corriente, algo totalmente incierto.
- ¿Quién eres en realidad?- se animó a preguntar.
- Los elementales dejaron de existir…- alzó la voz el antagonista y volvió a los rincones más oscuros de la habitación- Dejaron de existir hace mucho tiempo, desde hace más de cuatrocientos años. Ningún heredero ha sabido utilizar sus poderes. El linaje se cortó- hizo una pausa- Pasé miles de años buscando la respuesta a mi soledad, y la encontré - rió entre dientes-… verdaderamente la encontré. Pues entendí que resurgiendo a todas las criaturas que habían sido derrocadas por aquellos que SI hacían valer su título, el mundo volvería a conocer el miedo, y tal vez así, los herederos deberían encargarse de defender la Tierra… una vez más.
- ¡Kay es un elemental! ¡Él puede utilizar su elemento!- Sony se desconoció al decir esto.
- Ese mequetrefe utiliza aparatos, lo he visto…
- Te equivocas, Dimitrion- dijo una voz ajena a estos dos personajes- Siempre fueron la mejor forma de distraerte, para que no me buscaras.
- Vinieron- sonrió el malévolo ser.
- Así es- dijo la voz de un cuarto individuo, la cual Sony pudo reconocer y por primera vez, se sintió muy feliz de oírla.
Kay encendió una llama con su mano, la elevó por los aires y la extendió por toda la habitación. De esta forma, hubo una mayor visibilidad. Sony pudo contemplar al individuo conocido como Dimitrion. 

Un hombre con apariencia de un adulto de cincuenta años (cabello corto, ojos rojos, arrugas, nariz puntiaguda, algunas pecas, cicatrices y contextura delgada), vestido totalmente de negro, llevaba una clase de traje (de un material flexible y duro) más una capa (similar a la del Zorro). 

Lo que más llamaba la atención de este personaje era su máscara blanca y plateada, la cual poseía en la mitad de su perfil izquierdo. La máscara parecía la de un dibujo grotesco.
- ¡Veamos si son dignos!- gritó Dimitrion entre dientes.
Dimitrion movió sus manos de un lado a otro, y una gran cantidad de energía surgió de improvisto. Sony contempló estupefacto la habilidad del enemigo, pues era capaz de crear una fuerza totalmente sobrenatural: el denominado ‘’fuego oscuro’’ (llamas como las de Kay, pero de color azul). 

Se lo lanzó a sus adversarios, pero estos lograron esquivar sus ataques. Dimitrion continuó e incendió cada una de las paredes, sometiéndolas a una llama sumida a la oscuridad; contraatacó por todos lados, incansablemente.
La impotencia de Sony no tenía nombre. Finalmente creía en todo lo que estaba pasando y deseaba hacer algo al respecto. El evadir los ataques sin cesar por parte de Natal y Kay no evitó que tarde o temprano una de las ráfagas los dañaran. Así fue, ambos cayeron al suelo contra la pared.
- Sony huye- le susurró Kay, en el suelo, intentando levantarse.
- Vamos Sony, huye- se burló Dimitrion, tomó a Kay del cuello de la remera y lo levantó- Entonces, me engañaron todo este tiempo. Perfecto. Haré lo que tuve que haber hecho desde un principio.
Unas garras filosas surgieron de la mano del malhechor y luego le apuntó a Kay con el objetivo de terminar con él. Natal trató de evitarlo, pero su enemigo lo pateó antes de que pudiera ayudar.
Sony empezó a suspirar con fuerza, derramando sudor, su impotencia había sobrepasado los límites.
- No sé qué es lo que esperas de mí. No sé qué es lo que esperan de mí- repitió el joven- No lo sé. ¡NO LO SÉ! Pero si se una cosa, aquí encerrado no me tendrás, maldito psicópata.
Dimitrion lo miró fijamente.
- ¿Y qué es lo que vas a intentar hacer? No te entrometas, no es asunto tuyo. La carta lo especifica mi amigo. ¡Tú los rechazaste! ¿Y ahora quieres ayudarlos? Eres un hipócrita…
- Tú no eres mi amigo… pero él ¡sí!- señaló a Kay con la cabeza y este sonrió, aún dolorido- Y no dejaré que le hagas daño.
- Inténtalo.- la persuasión del malhechor era evidente. 
La habitación tembló, las paredes se desmoronaron, Sony apretó sus puños y sacudió sus brazos. Las ataduras en sus manos y pies se desintegraron; una vez liberado, se puso de pie, acababa de entender lo que había hecho. Y finalmente alzó su mano (como aquella vez frente a la torre del reloj) se relajó y esperó.
- Por el amor de dios… ¿Qué vas hacer? ¿Abofetearme?- exclamó Dimitrion, divertido. Kay aprovechó la distracción de su enemigo y lo pateó en el estomago, así logró caer al suelo (liberándose), ayudó a levantar a su amigo Natal y fue con Sony.
- Vámonos, Sony. No es el momento.- le aconsejó Kay, tomando a Natal del brazo- Vámonos.
- No, yo sé que puedo hacerlo- le respondió Sony con seguridad y cerró los ojos. Dimitrion observaba y esperaba con atención.
Tras unos segundos de silencio y un momento de total suspenso, Sony abrió sus ojos y relajó cada músculo de su cara. Una pandilla de bestias acababa de entrar en la habitación por detrás de Dimitrion, miraron el suceso y de inmediato fueron al ataque. Se acercaron velozmente, pero no llegaron a su destino, pues el hecho sobrenatural ocurrió justo a tiempo.
Una gran masa de lava fue hacia ellos y redujo a cenizas las paredes, que dañaron a las bestias; Dimitrion escapó por una ventana antes de que el elemento lo alcanzara. Aquella lava se solidificó en segundos, sin causar ningún problema. Lo mejor de todo, aquel material no había surgido porque sí, Sony acababa de crearlo. Y en hora buena, Sony lo supo en lo más profundo de su corazón… verdaderamente él era un elemental.
Una alarma sonó en aquel lugar, grupos y grupos de criaturas no humanas surgieron de las paredes y de todos los rincones. Kay, Sony y Natal huyeron a gran velocidad. Corrieron por una peculiar fábrica abandonada, al aire libre; un área llena de contenedores desparramados equitativamente, construcciones de habitaciones de doble piso por la mitad en cada rincón de dicho sector. 

Aceite en el suelo, máquinas de gas y de energía, defectuosos. Aquel lugar había pertenecido antiguamente a una empresa, la cual Dimitrion y sus secuaces se habían encargado de hacer desaparecer hace mucho tiempo, hoy en día la usaban para valerse de sus recursos.
Las murallas al lado de la puerta de chapa semi-abierta (la puerta principal) decían su nombre: R.E.C.O (Redistribuidor Especial de Combustibles Orgánicos) ni Sony ni Kay entendían la función de dicha empresa, pero no les importó en lo absoluto. La situación no daba el lujo de pensar o reflexionar, AUNQUE EN UN FUTURO DICHO NOMBRE REPRESENTARÍA UN PAPEL MUY IMPORTANTE EN TODA ESTA HISTORIA. 

La persecución se efectuó, manadas de monstruos emergieron desde los abismos más oscuros. Dimitrion ya no estaba con ellos. Treparon por las ramificaciones de las construcciones, obstaculizando a sus enemigos mediante los materiales pesados que encontraban en el camino. 

Kay tuvo una excelente idea, activó las alas de plata, le indicó a sus compañeros que se agarraran de él y lanzó una pequeña llamarada a un sector repleto de aceite. Justo en ese momento, todo se incendió y una gran mayoría de bestias quedaron atrapadas entre la falta de oxigeno y el fuego predominante.
Los tres, a partir de entonces, tomaron una decisión muy importante que repercutiría en el resto de sus vidas (sin siquiera debatirlo en grupo): no se separarían jamás y a partir de ese momento, se conocerían a si mismos como los Elementales.
Kay los llevó a su casa en la cima de la colina; para su suerte, el viento no soplaba, y ninguna tormenta se avecinaba. Sony estaba fascinado con el viaje por los aires y gritó de la emoción. Aterrizaron en el pasto húmedo, el sol se ocultó por completo y la noche apareció- Vayamos adentro- los invitó Kay, avanzó junto a Natal hacia la puerta de la casa, pero Sony se quedó inmóvil con la cabeza gacha.
- No merezco esto…- dijo, los demás se detuvieron- Ahora, tengo el leve presentimiento que todo lo que me han dicho es cierto. Y yo no les creí…
Natal se le acercó y lo tomó del hombro, una sonrisa invadía su barbudo rostro.
- Sony, no tienes porque apenarte ni mucho menos culparte. Estas cosas son difíciles de creer, para todos. Tú has sido un hombre que ha vivido pegado a la realidad, a las leyes, al sistema. Nosotros te ofrecemos otra mirada de lo que ya conoces, la verdad oculta, el mundo de lo imposible. Aún así, eres bienvenido- Sony levantó la cabeza y sonrió, luego los acompañó al hogar de su amigo.
- Van Robin Hed ha sido una distracción todo este tiempo- contaba Natal, una vez se encontraron en el acogedor y caluroso living de la casa mientras cenaban unos bifes de carne con papas fritas, más tres latas de cerveza; los tres yacían sentados de rodillas en el suelo junto a la pequeña mesita de madera, como los asiáticos- Dimitrion ahora lo sabe.
- ¿Distracción?- preguntó Sony y tomó un trago de cerveza.
- Exacto- afirmó Dick- Dimitrion ha cometido muchos errores imperdonables. Cuenta la leyenda de que un día los elementales volverán a surgir para establecer el orden y la paz en el mundo. Al malhechor los años le han afectado arduamente.
- ¿Y por qué?- se sobresaltó el joven Sony.
- No lo sé- respondió Natal entre pausas- Dimitrion necesita de la sangre de ustedes dos para cumplir dicho sello que llevará a la resurrección de las bestias demoníacas que pretende liberar. Lo hicimos confundir, Kay buscó información por todo el país, interrogando a cada servidor o partidario de su persona, arriesgó su vida de tal forma que las autoridades le dieron un nombre: El cazador de bestias. Mediante los artefactos que le brindé a nuestro amigo logramos engañar al enemigo, pero ya no servirán más, le dijimos la verdad.
- ¿Por qué necesita justamente nuestra sangre?- preguntó Sony, anonadado.
- Eso no importa ahora. Lo importante es que deben aprender a utilizar correctamente sus elementos para enfrentarlo- respondió Natal con firmeza- Lleva muchísimos años de experiencia, ha causado la muerte de toda la familia de Kay y probablemente de… la de tu padre.
- Entonces es cierto…- Sony frunció el ceño y apretó los puños.
- Creemos que Nicolas y el padre de Kay le hicieron frente cuando descubrieron su plan. Entonces, Dimitrion decidió acabar con ellos, uno por uno.- continuó Natal.
Fue ese el motivo por el cual huimos a Estados Unidos- recordó Sony- Ahora comprendo porque estaba tan paranoico en sus últimos años…
- Si… dejó a Kay aquí, pues él ya había descubierto sus habilidades, años más tarde nos conocimos.
Sony cerró los ojos para contener las lágrimas, el recuerdo de aquel hombre lo perturbaba, pues lo añoraba más que a nada y su muerte había sido una de las cosas más duras que había tenido que enfrentar, para su desgracia no sería la última. Retomó el aliento y vació la lata de un sorbo para calmarse.
- Estos días les enseñaré a controlar sus habilidades, Kay te lleva ventaja.- volvió a hablar Dick Natal- Tú apenas acabas de descubrir lo que sabes hacer.
- Ni siquiera sé como lo hice.- dijo Sony, preocupado. 
- Yo te enseñaré, no te preocupes. Conocí a muchos elementales cuando era… más joven.
- ¿Y por qué no llamar a la policía?- preguntó Sony.
- ¿Acaso piensas que nos van a creer? Contigo teníamos ventaja, pues era cuestión de tiempo para que descubras tus poderes. ¡Y mira! Sí que costó…
Sony asintió comprensivo.
Levantaron la mesa y lavaron los platos. Kay preparó dos colchones, los juntaron y se durmieron al instante. Estaban exhaustos, pues acababan de sobrevivir a un maníaco asesino con poderes sobrenaturales, el cual había desaparecido y de seguramente, estaría planeando su venganza…   

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