domingo, 7 de enero de 2018

Sony: CAPÍTULO 15.



Sony: CAPÍTULO 15.

Nota de autor: Este capítulo será una retrospectiva de lo que vivió Sony durante los capítulos 9, 10, 11, 12, 13 y 14.

EN RERORIAM (CAPÍTULO 9):

(…) Mientras tanto, los elementales fueron afuera a tomar algo de aire, Kay encendió una llama en su mano; hacía mucho frío. Sony estaba de brazos cruzados, realmente enojado.
Natal suspiró y le habló.
- Sabes muy bien que nuestro instinto es ayudar a quienes más lo necesitan. Pero piénsalo Sony, si los tres días pasan, poco importaran estos tipos de problemas.  
- No voy a permitir que ese monstruo vuelva a surgir, no me importa lo que cueste- le dijo Kay, con el ceño fruncido.
- ¿Dónde quedaron los hombres que ayudaron a la resistencia contra el Rey Minos? ¿Los que enfrentaron a un ejército de monstruos y al abominable Redentor? ¿Dónde están? Porque yo no los veo ni los reconozco…- dijo Sony, tajante.
- Sony, todo este asunto nos excede. Es mucho más grande que cualquier cosa que hemos enfrentado antes. Si fallamos, es el fin. No morirán unos cuantos, ¡morirán todos!- insistió su mentor.
- Natal, tú me enseñaste a darlo todo, inclusive cuando ya no hay nada a favor. ¡Este es uno de esos casos! No pienso quedarme de brazos cruzados…
- Sony, no te olvides que tú también tienes a un monstruo en tu interior- le dijo Kay, usando su voz más autoritaria- Puede que aún esté dormido, pero eso no quita que pueda llegar a despertar y solo dependas de tres días para sobrevivir e impedir que tome el control. Usa la cabeza, por amor de dios. 
Sony apretó los dientes y volvió a entrar a la cabaña.
- No es que no puedan, no quieren. Me voy a descansar, temo que Lepra tardará bastante en descifrar el mapa- dijo de espaldas y desapareció al cerrar la puerta. (…)[1]

Sony interrumpió la conversación entre Lepra, Félix y Rojas, se sobresaltó al ver sus expresiones, cómo si le tuvieran miedo. Se quedaron en silencio, mirándose entre sí, pero Sony subió rápidamente las escaleras sin prestarles atención y se marchó a dormir.
- ¿Por qué me recuerda tanto a ella?- se preguntó Sony a sí mismo- Rosa… es cómo Jessica. Y yo no hice nada para evitar que se sacrificara, no voy a cometer el mismo error dos veces, ayudaré a Reroriam y los libraré de esta maldición; lo haré sólo si es necesario- en la habitación había dos camas rectas con colchones finos y precarios; y un montón de paja. Se acostó en una de las camas, por más que lo intentara, no podía dormir. Unas horas después, escuchó a Kay y Natal subiendo las escaleras, fingió estar dormido y sus compañeros conversaron entre ellos mientras se desvestían para descansar.
- Odio hacer cómo que no nos damos cuenta, Natal- le dijo Kay- Quiero saber toda la verdad que nos están ocultando.
- Descuida, la sabremos tarde o temprano, toda verdad es revelada…- le respondió Natal y aquella frase quedó impregnada en la mente de Sony. Cerró los ojos con fuerza cuando notó que su mentor lo observaba- Ojalá pudiéramos ayudar a este pueblo, en otras circunstancias, lo hubiéramos hecho. Sólo espero que Sony lo entienda.   
Kay asintió, se quitó el calzado y rodeó su cuerpo con las sábanas mientras se acostaba. La noche se aproximaba. Natal suspiró y se acostó sobre el montón de paja.
Con la voluntad de vencer al mundo de los sueños, Sony esperó a que sus compañeros estuvieran dormidos; se levantó delicadamente y se vistió; toda la cabaña era puro silencio. Sin embargo, justo antes de que saliera, escuchó que Kay se movía de un lado a otro; y volvió a su cama rápidamente, tapado por las sábanas, pero totalmente vestido. Kay se levantó y vio una luz que provenía de las escaleras, se vistió y fue a tomar algo de aire; allí fue donde se cruzó a Rosa en plena noche.
Sony lo siguió sigilosamente y se mantuvo tras la escalera, observando el episodio entre su amigo y la hija del capitán Rojas.
- …estoy intentando demostrarme a mí mismo que soy mejor que él. Esa es mi meta- le dijo Kay a Rosa, Sony sonrió al escuchar eso y observó cómo la muchacha se acercó a Kay de un movimiento.
- Me gusta… tu manera de pensar- le dijo Rosa, coqueteándole y posó su mano derecha sobre la mejilla izquierda del joven Kay. El elemental de fuego estaba petrificado, mirando a Rosa con los ojos abiertos y perdidos.
Entonces Sony lo supo y lo recordó.

‘’- Qué placer luchar contigo- le dijo Kay, sonriente.
Jessica se sonrojó y miró detenidamente el ojo dañado del pobre joven.
- Cuando volvamos te curaré ese ojo, te lo prometo.
A Kay le brillaron los ojos. ’’ (…)[2]
  
Sony tragó saliva, era una sensación extraña, de disgusto, que ni siquiera entendía. Prefirió irse y esperar a que Kay se volviera a arrimar para intentarlo por segunda vez.
Kay no tardó en regresar y acostarse; Sony fue paciente, esperó otra hora más y también escuchó cómo Rosa se dirigía a su habitación. Aprovechó ese momento y finalmente salió de la cabaña sin ser descubierto. Afuera, el ambiente estaba oscuro, frío y húmedo; avanzó hacia el bosque con total seguridad.
Sin embargo, un niño intentó detenerlo, se trataba de Iki, el hijo menor del capitán Rojas. Iki había perdido a su hermano mayor y a su cuñado (el prometido de su hermana) cuando estos intentaron adentrarse en el bosque valientemente para detener la maldición. Días después encontraron sus cadáveres en un estado deplorable. Aquello había marcado al pobre muchachito, quien con tan solo 12 años ya se sentía responsable de la seguridad de toda su gente. Cuando notó que el joven elemental no daría marcha atrás, decidió en acompañarlo, pero Sony se negó y para evitar problemas, le aplicó la llave del sueño y lo dejó inconsciente en el césped.
- Sé que no me oyes, pero no puedo llevarte así a la cabaña o sabrán que me fui. Esto es algo que tengo que hacer sólo, Iki. Sólo estoy siendo egoísta, pero te juro que hará valer la memoria de tus seres queridos. Esa maldición acaba hoy…

Iki tenía los brazos desordenados alrededor del suelo, la cabeza inclinada hacia arriba y expulsaba algunas gotas de saliva. Sony sonrió cuando lo vio, se preguntó cómo hubiera sido su vida al tener un hermanito menor, tenía a Kay, pero ambos compartían la misma edad. Finalmente, se adentró en aquel extraño bosque para realizar su tarea.

Los árboles eran altos y los arbustos tenían múltiples colores; no había ningún animal o insecto a la vista; por alguna razón, evitaban aquel sector. El pasto y la hierba le llegaban hasta las rodillas, pero Sony no dudó y frunció el ceño, esperando encontrar la causa de dicha enfermedad. Estuvo unos minutos caminando sin toparse con nada ni nadie; hasta que se encontró una descomunal torre blanca, cuarenta metros al este, fue hacia allí. Un recuerdo se le pasó por la cabeza, relacionado con las dos torres de cristal en las Islas Gemelas del mundo Zen (la otra dimensión de la Tierra) cuando una maldición transformaba a unos hombres en monstruos sanguinarios. El problema se había resuelto con la destrucción de las dos torres, a Sony se le vino una idea.

La contempló más de cerca, a decir verdad, era bastante similar… las formas y los materiales, especialmente la parte superior, se asemejaba a edificios feudales de antaño en el planeta Tierra. La única diferencia con las torres del Zen era que aquellas eran de cristal y esta parecía estar hecha de alguna otra roca; además de que era totalmente blanca. Sony se sobresaltó al notar que tras ella, había una luna de color azul, iluminando todo el camino posterior. Pasó la torre y dejó que la luz azul lo ilumine, sintió una extraña sensación y por un momento, creyó ver unas sombras tras los árboles. Padeció una alteración por todo su cuerpo, como si estuviera ansioso y frente a él, apareció un encapuchado, quien al hablar pronunciaba todas las eses.
- Tengo que admitir que no creí que serías tú el que vendría- dijo.
Sony se le quedó mirando, alerta.
- ¿Quién eres? - tenía las manos a los costados.
- Yo te conozco, pero tú no a mi- respondió- Yo soy el sacerdote Meddes, miembros de la Luz Oscura, los seres que pasaron generaciones buscándote. Bajo las órdenes del titán Vrogh.
Sony se quedó paralizado.
- Eres… eres… quien mató…- dijo el muchacho, sin siquiera poder terminar las frases.
- ¿Sabías que yo fui quien condujo a la joven Rosa hacia el planeta del vidente? Le dije que allí existía alguien que podría ayudarla, pero que nunca le revelara quien se lo había dicho- el encapuchado desvió el tema- Ni al vidente ni a nadie. Ella accedió, por su gente- esta última frase la dijo burlándose- La llevé a Caláz, sabiendo que el vidente es un… alma bondadosa y no se resistiría a ayudar a una indefensa mujer. Oh… yo sabía que el mago los llevaría con el vidente para empezar el viaje; así no les quedaría otra que visitar Sulcius, al pueblo de Reroriam y conocer su desagradable destino. Uno de ustedes vendría aquí, saturado del dolor de la gente, con la intensión de ser un héroe- Meddes rio a carcajadas- SON TAN PREDECIBLES.
Sony apretó los puños y los dientes al mismo tiempo.
- Aunque… me lo esperaba del joven Kay, no de ti- continuó.
- Asesino, genocida y manipulador- le dijo Sony- En la Tierra, sirvo a mi país, en nombre de la justicia. Y aquí… haré lo mismo- el elemental creó una ola de lava, del tamaño de una alfombra y atacó a Meddes. Este estuvo a punto de esquivarla, cuando la lava se desvió como un misil y se dirigió a la torre blanca. El edificio sufrió el impacto, nada sucedió de todas formas. Desapareció sin dejar rastro y la torre no tenía ni un rasguño.
- Sorprendente- vociferó el encapuchado- Lo sabes. ¿Eh? Déjame corroborártelo- señaló la torre blanca- Es la que mantiene la maldición, estás en lo cierto. Pero no funciona, al menos que yo lo quiera. Me pregunto… cuales serán tus miedos- por arte de magia, apareció un oscuro bastón en la mano izquierda de Meddes. Este lo movió hacia un lado y el aire se vio afectado alrededor del joven elemental.
- ¿Qué… haces?- preguntó Sony, por un segundo sintió que se ahogaba y que su cuerpo se tensaba. Las sombras que antes había creído ver, se revelaron entre los árboles más ocultos. Varios sujetos rodearon a Sony.
- Tengo una propuesta para ti, joven Sony. Mi intención no es pelear contigo- le dijo el sacerdote Meddes- Yo sólo quiero una cosa, si te la digo no tendría mucho sentido, pero no puedo hacerla sin ti- hizo una pausa y siguió- Pelea junto a mí, te enseñaré a controlar tu propia fuerza y de ahora en más serás imparable- Sony lo miró con el rostro colorado y los ojos llenos de rabia- No sólo eso, los miembros de la Luz Oscura sabemos usar la energía de la mente, el Yöbu. Ni siquiera los Inmortales tenían acceso a ella; se limitaban a usar el Böju que es la energía del cuerpo. Con este estilo de magia que Vrogh le enseñó a sus súbditos, podemos levitar cosas, viajar en el tiempo temporalmente, levitar personas, comunicarnos con espíritus. ¿Acaso no te gustaría volver a ver a tu querido padre o… tal vez, a tu prima? – a Sony le dio un respingo del susto- Si… sé que te culpas por sus muertes.
Las sombras que rodeaban a Sony se hicieron visibles, eran espectros de individuos que había conocido en el pasado, rodeados por un aura gris y los aspectos tristes y perdidos. Eran Nicolas, Jessica, Clavito y Agustina. Todos ellos lo miraban con rencor, sus voces sonaron una tras otra, en contra del muchacho.
- ¿Por qué huiste? ¿Por qué dejaste a tu madre y a tu abuelo indefensos frente a tres asesinos? - le dijo Nicolas- Eres un COBARDE. 
- ¿Por qué no me detuviste? – le dijo Jessica con el rostro bañado en lágrimas- Si…
- ¿Por qué no te lo llevaste contigo? Eso hubiera impedido que me matara- le dijo Agustina.
- ¡CALLENSÉ! - gritó Sony y se tomó la cabeza con las manos, entre lágrimas.
- ¿Por qué será que nos ahogan las gotas del río que recorren nuestro pasado? - dijo Meddes, burlándose.
Sony, se levantó y se acercó a Meddes.
- Ven… ¿Quieres venganza? Adelante, ven. Libera tu enojo, tu furia…
- ¡Eres un monstruo!- le gritó el joven mientras avanzaba a pasos forzados, cómo si la gravedad le impidiera caminar.
- Todo lo contrario, joven Sony. El monstruo aquí… eres tú.
Sony se quedó paralizado, aquel diálogo fue el que soñó el año pasado en el ZEN. Ahora todo tenía sentido. Así que respiró profundo, ignoró las voces que lo acusaban y dijo.
- Ese es tu juego, ya entiendo. Controlarme a través del odio, cómo dijo Lepra. Incitas a tus enemigos al odio a través de sus miedos, de sus fallas… de las cosas con las que tendrán que vivir por el resto de sus vidas- Sony sonrió soberbiamente- Eso… no funcionará conmigo.
Meddes pareció molestarse.
- Eres mejor de lo que me esperaba, mucho mejor- le respondió. A continuación, guardó su bastón, bajo sus oscuras prendas, apareció su desagradable mano (repleta de heridas) con largas y sucias uñas; señaló a Sony y movió sus dedos de un lado a otro- Ya veo… en el fondo, dentro de ti, yace el sentimiento más fuerte de todos.
- ¿Y ahora qué? – dijo Sony, en tono sarcástico.
Meddes señaló al espectro de Jessica.
- Ella… es tu PEOR CARGA- le dijo, volvió a mover las manos lentamente y prosiguió- En una batalla, en una isla flotante, contra otro elemental de antaño, ella se sacrificó para impedir que monstruos de otro mundo acecharan al suyo.
- Eso fue hace cuatro años, ya tuve mis pases con el asunto- dijo Sony, a la defensiva.
- No, no- lo corrigió Meddes- Esa solo es una parte de la culpa…- sonrió- Entrégate a aquella verdad que te niegas a reconocer.
- ¿De qué hablas?
- Rosa te hacía acordar a ella cuando no son en nada parecidas. Eso es porque ambas tenían algo en común… su interés por tu amigo Kay. Te trajo recuerdos de lo que siempre ignoraste por tu propio bienestar- Meddes volvió a sonreír- El amor…
Esta vez, fue peor. Sony sintió que le exprimían el corazón y que un nudo en la garganta lo atragantaba hasta ahogarlo. Meddes quiso completar la frase.
- Tenías sentimientos por tu…
- ¡Cállate! – le gritó Sony.
Otra sombra apareció, era él mismo cuando tenía quince años, otra proyección de su pasado. Estaba triste y desesperado.
- Si no hubiera sido tan escéptico, habría descubierto mis poderes y salvado a mi padre- dijo la versión joven de Sony, rodeado por el aura gris- Si hubiera impedido que Jessica nos salvara, ella seguiría con vida. Si nunca hubiera tomado a Clavito para que nos acompañara, él seguiría con vida. Si le hubiera dicho a Kay que Agustina lo engañaba, tal vez, él se hubiera ido de Morena y ella seguiría con vida. Todo…es…mi…culpa.
Sony no se contuvo y realizó un grito desgarrador, lleno de remordimiento, dolor y tristeza. Todas las malas decisiones que tomó en su vida lo envolvieron cruelmente. Un gas rojo rodeó el ambiente silencioso. Sony sufrió una mutación y la bestia demoníaca en su interior… despertó.

A partir de entonces, todo fue muy confuso y las memorias de Sony se limitaron a una intensa batalla (donde la bestia sanguinaria fue sometida por un gran poder), a la aparición de un nuevo individuo y a un cambio de lugar. Meddes lo había sacado de Sulcius y lo llevó a un nuevo planeta, repleto de rocas grandes; también era de noche, iluminada por infinidad de estrellas; algunos pinos se plasmaban sobre la llanura verde y las colinas.
Sony estaba acostado boca abajo en el suelo, abrió los ojos con sus pocas energías y entrevió a Meddes, junto a otro extraño individuo, sentado en una roca.
- ¿Qué pasó? ¿Quién eres? - preguntó Sony, tendido en el suelo, totalmente desnudo. El nuevo sujeto llevaba una pesada armadura, oscura y terrorífica.
- Tú ya me conoces, muchacho- dijo el ser con la armadura.
- Estábamos esperando a que despertaras- dijo Meddes, después- Ustedes, los terrestres, son seres muy interesantes.

Sony sintió una punzada en el pecho, se dio media vuelta y notó dos cosas: no tenía prenda alguna y una marca circular estaba impregnada en su piel, como una cicatriz. Sony, saturado, se golpeó la cabeza contra el suelo.
- Mi bestia despertó y fue sellada, como la de Kay. Soy un estúpido- dijo.
- Me esperaba a un hombre, no a un niño- dijo el sujeto con la armadura, se acercó a Sony y este se asustó, no tenía fuerzas para moverse, estaba mareado y todo daba vueltas a su alrededor, también las voces no se escuchaban con claridad, cómo si una radio tuviera mala señal. Sony se sentía expuesto y la vergüenza sumada a la humillación de estar sin prenda alguna frente a dos hombres, lo perturbaron- No tienes nada que temer… aún. Por ahora, estarás de nuestro lado.
- Es raro verte así, estaba acostumbrado a tu forma anterior- le dijo Meddes al nuevo sujeto.
- El cuerpo de Minos ya no me servía...- respondió fríamente.
- Eres Hariet…- susurró Sony con sus pocas fuerzas. El ser con la armadura posó su mano sobre el aire y una imagen empezó a divisarse sobre la cicatriz circular. Sony sintió que lo quemaban intensamente en ese sector.
- Tardará una hora en hacer efecto- dijo Hariet.
Sony sintió miedo e impotencia cuando supo que el malvado sacerdote estaba acompañado de su eterno enemigo, del asesino de su padre. Con gran valor, se levantó del suelo, mientras temblaba y dijo.
- Voy… a detenerte ahora mismo, Ha…- y se desplomó en el suelo, casi desmayado, pues aún seguía consciente.  
- Volveré a Reroriam y agudizaré su maldición- dijo Meddes, entre risas- Este joven será mi trofeo.
- No- le respondió Hariet con una voz aterradora- Quédate aquí y entrena al muchacho.
- Soy tu socio, no tu secuaz- le dijo el sacerdote a Hariet, su bastón negro apareció mágicamente.
- No tienes el poder para ser lo primero ni la inteligencia para ser lo segundo- respondió el individuo con la armadura.
- Sí no fuera por mí, tu plan nunca hubiera funcionado. El medallón de bronce te lo di yo, las torres en el Zen y la torre blanca las creé yo, para tu beneficio. Enfrenté al príncipe Jimonte para saber si tenía el poder para liberarte de tu cuerpo. He estado engañando al titán más poderoso de todos los tiempos, fingiendo fidelidad y entrega a su asquerosa organización. No te olvides, que estamos en igualdad de condiciones…
Hariet tomó a Meddes del cuello con una única mano.
- Respeta tu lugar- le dijo y con la otra se quitó el casco, Sony no fue capaz de verlo; pero su tono cambió notablemente a la de un ser humano; y a pesar de estar en pésimas condiciones, a Sony le pareció muy familiar aquella voz…
Meddes intentó golpear a Hariet con el bastón, pero el golpe rebotó en su armadura.
- Para que te quede claro quién manda aquí- dijo Hariet, hizo aparecer un pequeño cuchillo de hierro y con este, le atravesó la capucha al sacerdote. Meddes gimió del dolor, Hariet quitó el cuchillo del interior de la capucha. El cuchillo llevaba el ojo de Meddes atascado en la punta, rodeado de sangre. Para suerte de Sony, que veía todo borroso, no pudo ver aquel desagradable episodio al detalle.

Hariet guardó el cuchillo entre sus ropas y miró al elemental; Sony no era capaz de distinguir la forma de su cara, lo único que pudo notar es que su rostro parecía dividirse en dos.

- Fue buena idea dividir el medallón de bronce en dos partes, su alcance es menor, pero me servirá- dijo Hariet, volviendo a colocarse el casco- Tres titanes esperan la muerte con ansias…
Un destello repentino tuvo lugar y el sujeto con aquella siniestra armadura, desapareció sin dejar rastro. Meddes se sentó en el suelo, apoyando su espalda en la gran roca, se tomaba la cabeza, muerto de dolor. Hariet se había llevado su ojo. Y Sony, a pesar de no estar lo suficientemente bien, pudo notar que Meddes parecía estar llorando, como si estuviera aterrado. Sony intentó sentarse en el suelo, sintió el frío del piso cuando apoyó su cola desnuda en él. Se tapó los genitales con la mano y a pesar de estar mareado, con la vista desenfocada, sin fuerzas y débil, le habló a Meddes.
- ¿Por qué eres así? ¿Por qué guardas tanto odio dentro de ti?
Meddes pareció mirarlo por unos segundos y se quedó en silencio. A lo que Sony agregó…
- El mago nos contó tu historia. Sé que amabas a tu padre y que lo hayan encerrado por darte la vida a ti fue muy cruel, sufriste mucho su pérdida y aquel dolor se convirtió en rencor hacia tu gente.
- ¿Mi… gente?- Meddes paró de sollozar y lanzó una risa sarcástica- Ellos nunca fueron ‘’mi gente’’. ¿Te dijo Fismut que yo fui su aprendiz?
- Si…por poco tiempo- le respondió Sony, dubitativo.
- ¿Y también te dijo que los líderes de Morgana, los Inmortales, le ordenaron asesinarme?
Sony se quedó callado.
- Eso pensé…
- Cuéntame.
Meddes suspiró.
- Aún falta una hora para que la marca negra haga efecto, será inútil pero entretenido.
Sony abrió los labios, y aferró sus brazos al suelo para no desplomarse.
- Te contaré cómo me convertí en el poderoso sacerdote Meddes. Para eso, tienes que saber que no siempre me llamé así, mi nombre era…
- Arcas- señaló Sony.
Meddes asintió.
- Arcas Sannon, hijo de un inmortal con el mismo nombre.



LA HISTORIA DE MEDDES:

El pequeño Arcas no era un muchachito común y corriente, a muy temprana edad, ya demostraba gran talento para con el Böju, el arte místico del cuerpo que los habitantes del planeta Morgana utilizaban para realizar grandes hazañas; cosas que los terrestres consideraríamos magia…
Morgana era un planeta muy pequeño y reservado, repleto de misticismo. Muchos seres de la galaxia creían que ellos conocían todos los secretos del universo y que, por esa razón, parecían temerles a los planetas vecinos. Las fuentes que funcionaban como portales estaban prohibidas y la reproducción sexual antes del matrimonio… también. El muchachito, quien tenía el rostro uniforme y desordenado cómo si lo hubieran molido a golpes unas cuantas veces, era realmente alegre y divertido. Había nacido de esa manera porque fue una invención mágica de su padre, el Inmortal hechicero de gran estirpe: Arcas Sannon. El pequeño Arcas, a quien su padre llamaba ‘‘Arc’’, era desconocido para todos los demás habitantes del planeta. En una ocasión, durante la cena, Arc le preguntó algo a su padre.
- ¿Por qué no puedo salir de aquí? Yo creo tener la suficiente edad para enfrentar al mundo tal y como es- su voz no pronunciaba las eses con énfasis cómo en la actualidad.
- Porque no, hijo mío. No hay discusión, aquí- le respondió el hechicero, un hombre calvo con barba larga blanca, arrugas en los pómulos, un tatuaje con forma de látigo en la frente y una gran túnica amarilla.
El niño no lo soportó y se fue a su habitación, molesto.

Al día siguiente, el hechicero cerró todas las puertas y ventanas mediante técnicas mágicas avanzadas, y se marchó a trabajar. Arc se cercioró que desapareciera y corrió hacia la habitación de su padre, donde hace poco, había encontrado un enorme libro viejo llamado ‘‘Las técnicas secretas de Amdor’’.

En él, figuraban un sinfín de impresionantes hechizos; algunos letales y otros incomprensibles. Arc sabía que su padre lo había mantenido oculto y a escondidas de él. Con su gran talento, aprendió dos o tres trucos, pues eran habilidades muy complejas para un recién iniciado en el Böju.

En un momento, mientras revisaba las hojas, encontró una sección del libro llamada ‘‘La Luz Oscura, los sirvientes del titán Vrogh’’, algo que lo dejó impresionado, y allí, figuraba la historia de los titanes, aquella que muy pocos conocían; hasta finalizar en los misteriosos JEN. Arc se quedó paralizado, no podía creer lo que acababa de leer; estaba impresionado. Más adelante, otra sección del libro le llamó la atención: ‘‘Los tres medallones, las invenciones de Tritán’’, allí figuraban tres letales artefactos con habilidades únicas: El medallón de bronce, el de plata y el de oro. Leyó un poco más y el libro especificaba que dos de ellos estaban perdidos, mientras que el de bronce yacía custodiado en el Museo de Morgana.
- ¿Morgana tiene un museo?- se preguntó- Me gustaría… conocerlo.

Su consciencia se dividió en dos: desobedecer a su padre o quedarse sin hacer nada. Arc estaba harto del encierro, no conocía lo que yacía tras las paredes de su casa y eso lo volvía loco. Se colocó una capucha y una túnica oscura para ocultar su rostro; y utilizó una técnica aprendida del libro: la que le permitía anular otros hechizos. Así logró salir por la puerta hacia el interior de la ciudad…
Nadie lo miraba, todas las personas iban de aquí hacia allá, eran muy numerosas.
- No puedo creer que haya tanta gente aquí- pensó el pequeño.
Avanzó con cuidado, aprovechando su escasa altura para pasar desapercibido entre los adultos que caminaban, conversaban y compraban. Arc notó que algunos jóvenes llevaban uniformes de diferentes colores, se preguntó por qué, todos ellos parecían ser guerreros y también practicar el Böju.

Durante su viaje hacia el Museo, el cual no encontraba por ningún lado y estaba empezando a impacientarse. Además de que se había perdido en el camino y ya no sabía cómo volver. Arc se desesperó y comenzó a correr, se estaba arrepintiendo de la decisión que había tomado.
Toda la civilización estaba rodeada de edificios blancos, columnas, insignias y símbolos arcaicos, estatuas de magos de antaño; escaleras que llevaban a otros niveles, edificios circulares, pocos árboles muy altos y un césped primaveral bellísimo, sólo presente en esquinas y perfectamente alineado alrededor de la calle y las casas. Una estrella radiante iluminaba el día azul, no hacía ni frío ni calor, ni siquiera había viento.
Arc chocó a uno de los jóvenes con el uniforme y ambos se desplomaron en el suelo. El joven quedó aturdido y se levantó para regañarlo cuando notó que al pequeño se le había salido la capucha. Observó con horror aquel insólito rostro y lanzó un grito desgarrador; todas las personas se detuvieron a mirar a Arc, como si fuera un bicho raro. No eran miradas de asombro, sino de desconfianza y rechazo. Arc sintió que los ojos de todos los habitantes le penetraban el cuerpo por completo como los disparos de una pistola.
- Eres… horrible- musitó el joven con el uniforme.
Los murmullos corrieron de aquí a allá, comentarios negativos y crueles. Arc intentó ignorarlos, había comenzado a llorar desconsoladamente. De repente, un sujeto con la túnica blanca, apareció. Tenía un cetro del mismo color, era más robusto que su padre y su barba era más larga.
- ¿Quién eres, niño?- preguntó el hombre con el bastón.
- Soy Arc… Arcas, señor- respondió el muchachito con terror.
- ¿Arcas?- preguntó el anciano, confundido- No es posible. ¿Quiénes son tus padres?
- Padre únicamente- se apresuró en contestar- Arcas Sannon, señor.
Los ojos del sujeto con la túnica blanca, se abrieron como platos. Le dio una mano para que se levantara y le dijo.
- Mi nombre es Fismut, pequeño Arcas. Vamos, te llevaré a tu casa- no le soltó de la mano y lo llevó por el camino correcto hacia su hogar.

Cuando llegaron, el hechicero Arcas yacía en la puerta de la casa, desesperado, buscando a su hijo. Fismut lo miró, frunciendo el ceño.
- Aquí está- le dijo el mago Fismut, con frialdad.
Arcas Sannon abrazó a su hijo, aliviado y le murmuró al oído que era un idiota por haberlo desobedecido. Arc se apenó y entró a la casa, a su habitación, subiendo las escaleras de madera.
- Gracias- le dijo Arcas a Fismut, intentando hacer cómo si nada hubiera pasado. Amagó para entrar a la casa con Arc, cuando Fismut lo tomó del antebrazo y le dijo muy seriamente.
- ¿Quién es este chico, Arcas? Tú esposa murió hace años y nunca fue registrado el nacimiento de un hijo suyo. ¿Te acostaste con otra mujer? ¿¡Sabes lo que pasaría si los Inmortales se enteraran!? ¡Te matarían!
- Viejo amigo- susurró el hechicero Arcas y forcejeó para que lo soltara- No es lo que parece, yo…
- No te tomes el trabajo de mentirme, Sannon- replicó Fismut- Yo te cubriré, porque eres mi amigo y compartimos muchas cosas juntos. Pero que el chico no vuelva a salir de aquí o estaremos condenados. Además, no es normal su aspecto…
- Es una creación mística- confesó Arcas, apenado- Lo creé con el libro de Amdor.
- ¿¡El del museo!? ¿¡Perdiste la cabeza!? Con razón actuabas tan frío y distante.
- ¡Tú no sabes lo que hace la soledad y la pérdida!
- ¡Sí que lo sé! - exclamó Fismut e intentó tranquilizarse- Tú sabes todo lo que tuve que vivir. Ahora vete y mañana pensaremos algo mejor. Es cuestión de tiempo para que los Inmortales se enteren, ya lo vio mucha gente y los rumores corren rápido.
- Gracias, amigo- Arcas cerró la puerta rápidamente y Fismut se marchó. Lo que ellos no sabían es que Arc había escuchado todo mediante una técnica de super oído…

- ¿Soy una creación mística?- fue lo primero que Arc le preguntó a Arcas, yacía de pie sobre uno de los escalones. Arcas se quedó sorprendido.
- ¿Estabas escuchando?- le preguntó, el niño asintió.
El hechicero suspiró y dijo.
- Lo eres, pero yo fui quien te creó, eso te hace ser mi hijo, mi niño- le indicó que bajara para darle un abrazo.
- La gente me miraba feo, muy feo, papá- dijo el niño, rodeado por los brazos de su padre.
Para Arcas Sannon estaba siendo un momento muy difícil y no sabía cómo manejar lo que su hijo estaba sintiendo. Él percibía que los aldeanos no lo aceptarían como uno de los suyos; los animales parlantes como Jhor eran bien aceptados en la comunidad, pero Arc era diferente…
- No tienes nada que temer- le mintió- A propósito, ¿Cómo fue que burlaste los hechizos de protección?
Arc tardó en contestar, sabía que sería regañado.
- El libro de Amdor…- susurró.
Su padre lanzó un suspiro opulento e intentó tomarlo con calma.
- ¿Dónde lo dejaste? - preguntó.
- Sobre la mesa de mi cuarto- respondió Arc, apenado, con los ojos tan brillantes como los de un perro.
El hechicero fue a buscarlo y regresó con el libro en sus manos, era tan grande como una enciclopedia, de color verde y la solapa forrada en plata. Tenía escrito en el lomo ‘‘Amdor’’ con letras doradas. Arcas le indicó a su hijo que se le acercara, este obedeció intranquilo y juntos abrieron el libro.
- Perteneció a un prócer de nuestra historia, hijo mío- le enseñó- Fue oculto y prohibido por la complejidad y la letalidad de sus escritos. ¿Sabes quién es Amdor?- Arc negó con la cabeza, mudo- Él fue el fundador de la institución líder de nuestro mundo: Los Inmortales. También fue un mago muy famoso y temido al mismo tiempo, sus hazañas eran reconocidas por toda la galaxia.
Arc abrió los labios, formando una ‘‘O’’.
- Sin embargo, fue tanto el poder que adquirió, que este mismo tomó mente propia y lo traicionó. Aquel que había sido proclamado cómo un mago invencible y omnipotente, fue vencido por sus propios dones- Arc tragó saliva y Arcas sonrió- Es sólo una historia, muy conocida y con una gran lección. El conocimiento es valioso, el poder también lo es, tienes que tener cuidado con no confundirlos.
Arc asintió.
- ¿Y por qué son tan letales estos hechizos? - se animó a preguntar.
- Bueno…- el hechicero pasó las páginas hasta llegar a la 72 y le mostró una habilidad desagradable- Amdor no tenía límites, inventó los más poderosos y controvertidos hechizos. Cómo este… es una habilidad para quitarle todos los poderes a un individuo, y con ello, a su fuerza vital… es decir, su vida. El único riesgo es que la víctima se resista. Cosas así son las que llevaron a Amdor a la ruina- Arcas cerró el libro y le ordenó a su progenitor que fuera a descansar.

Esa noche, Arc no se quitaba de la cabeza aquel hechizo y la historia del fundador de los Inmortales. ¿Si les quitaba los poderes a los magos más poderosos, se haría invencible? Así tendría tanto poder que ninguno de los aldeanos se animaría a juzgarlo por su apariencia, lo respetarían… Pero su padre había insistido en no dejarse llevar por la ambición, lo entendía, pero aquellas miradas y comentarios… se repetían una y otra vez.    

Al día siguiente, las cosas se vieron difíciles. Alguien tocó a la puerta, era el padre del joven que Arc había empujado por accidente, aquel hombre también era un Inmortal, conocía a Arcas y quería saber qué era lo que estaba pasando. El hechicero le ordenó a su hijo que se ocultara y fue a atenderlo.
- Dallion, ¿el consejo me necesita? ¿Pasó algo?- le preguntó, a decir verdad, no sospechaba nada.
- Sannon, mi hijo se tropezó con un jovencito el día anterior, me dijo que dicho niño entró a esta casa. ¿Sabes algo al respecto?- el joven apareció tras la espalda de su padre. Arc, que estaba escuchando todo, bajó las escaleras y se presentó ante los visitantes.
- Perdón por lo de ayer- le dijo Arc, a su padre casi le da un infarto cuando lo vio, pero lo disimuló.
- Es él, esa cara nunca la olvidaría- dijo el hijo de Dallion, señalando a Arc con el dedo.
Dallion lo miró detenidamente y luego observó a Arcas.
- ¿Quién es este niño, Arcas?
- Es… mi hijo, Dallion. Es todo lo que me queda de Melissa, mi esposa fallecida. Nació con una enfermedad y por temor a que lo rechazaran, no se lo revelé al mundo.
- Le mentiste al consejo, Sannon- gruñó Dallion, aunque no parecía estar realmente enojado- Serás castigado por eso, el niño tiene que ser inmediatamente registrado en nuestra base de datos y cómo lo indica el protocolo, tendrá que iniciar su entrenamiento. 
- Lo entiendo…- suspiró Arcas y se quedó en silencio, hubo una pausa y añadió- ¿Ahora?
- ¡Si, ahora! - exclamó Dallion, cómo si le estuviera tomando el pelo.
- Arc, vamos a dar un paseo- le dijo el hechicero, su humor estaba bajo los suelos.
A decir verdad, Arc estaba muy emocionado, pues acababa de enterarse que empezaría su entrenamiento como mago. A pesar de la inquietud y la furia de su padre, él se mantuvo alegre. Los cuatro se dirigieron a la plaza principal, donde yacía el monumento a los Inmortales (una estatua del impotente Amdor, controlando ocho elementos con sus manos…); dicha reliquia se situaba sobre una plataforma, a la cual se accedía por las escaleras que la rodeaban. Luego le seguía un espléndido palacio, ubicado justo antes de que empiece el mar. Era totalmente blanco, con columnas extravagantes y formas rectangulares.

Los cuatro se sumergieron en el palacio, donde había salas que superaban los cincuenta metros de largo y ancho, estatuas con los líderes de cada generación y cuadros que contaban historias de los días de antaño. Arc estaba anonadado; el joven, que se llamaba Dan, lo miraba con recelo y desagrado. Arcas estaba perturbado y asustado; Dallion, por su parte, tenía el ceño fruncido y se comportaba como todo un soldado. Arribaron la sala más grande de todas, cubierta por alfombras rojas de terciopelo y muebles que caían del techo cómo si fueran columnas. Había una mesa al fondo, sólo la tabla, pues flotaba en el aire; nueve hombres yacían alrededor de dicha mesa. Todos ellos vestidos con túnicas amarillas (iguales a las de Arcas y Dallion). No había quien no pareciera ser un anciano, exceptuando a Dallion, que era un hombre corpulento que procuraba andar por los cincuenta años. Tras los nueve hombres yacía un oso parlante, cómo un guardaespaldas, quien portaba el mismo color en sus prendas.

- Mis hermanos, vengo aquí de manera urgente, un nuevo miembro ha surgido- dijo Dallion- Se trata de…
- Es mi hijo- musitó Arcas, con determinación. Los nueve hombres se tambalearon, aturdidos.
- ¿Tu hijo?- preguntó uno de ellos, no tenía barba y el tatuaje con forma de látigo yacía en su mejilla izquierda- Melissa murió hace tiempo y tú no te volviste a casar…
- Ella me dejó un niño- mintió Arcas, aunque lo hacía de la manera más creíble posible. Les contó la misma historia que a Dallion y los nueve hombres se miraron los unos a los otros sin saber que decir. El oso parlante, que claramente era Jhor, el vidente, participó en los cuchicheos.
- Es un error muy grave, Sannon- volvió a hablar el hombre con la marca en la mejilla, parecía ser el líder- Pero por tu impecable historial y servicio a la comunidad, serás perdonado, sin castigo alguno- a Arcas aún no se le iba la preocupación y se apresuró en preguntar.
- ¿Podré vivir con mi hijo?
Hubo un silencio y el veredicto fue…
- Claro, por supuesto. Serás vigilado durante un mes, sólo para estar seguros, estamos convencidos de que lo entenderás.
Arcas asintió complacido, las cosas no habían ido tan mal.
- Acércate, muchacho- le dijo el líder de los Inmortales a Arc. El niño obedeció- Tienes un rostro muy particular, procura que nadie te moleste por ello. A partir de hoy, te asignaremos el título de aprendiz. Por si no conoces las facciones del Böju: se empieza siendo un estudiante o aprendiz, luego se sube al rango de sacerdote, le sigue el de mago, y por último y sólo si lo vales, te conviertes en uno de nosotros, en un Inmortal- Arc asintió, seriamente- Los aprendices llevan túnicas azules, no podrás usar otra prenda, esa es la regla. Sólo te la cambiarás cuando seas sacerdote, donde será negra. Siendo un mago, será blanca y si llegas al rango supremo, te daremos una túnica amarilla, cómo la de tu padre. Siendo el hijo de uno de los más talentosos magos de nuestra generación, esperaremos mucho de ti. No nos defraudes.

Arc hizo una reverencia y un saludo místico (donde juntó las palmas de sus manos). Él junto a su padre, se marcharon. Fismut apareció inmediatamente después.
- Imagino que estabas escuchando- dijo el líder.
- Así es, supremo mago Wet, estaba intrigado- respondió Fismut, haciendo una reverencia.
- ¿Sabías algo al respecto? - preguntó Wet.
- No, señor…
- Es curioso que el sujeto que nunca quiso ejercer como un Inmortal y prefirió quedarse en el rango menor de mago, esté tan interesado en este asunto.
Fismut estuvo a punto de responder hasta que notó que el oso no los acompañaba.
- ¿Dónde está Jhor?- preguntó.
Los nueve miraron a sus alrededores, no se habían dado cuenta, otro de ellos dijo.
- Se habrá ido al ver el rostro del hijo de Arcas, no lo culpo. El muchacho es feo. Ni siquiera siendo un amigo cercano del hechicero podrá soportarlo.
- Jhor, Arcas y yo somos muy unidos, dudo que sea por eso. Iré a buscarlo- dijo Fismut y desapareció.
Arc empleaba la técnica del super oído mientras tanto…

Y así fue como transcurrieron cuatro meses, Arc había dejado de ser un niño y se había convertido en un joven promedio. Por su sorprendente facilidad con el Böju fue ascendido a sacerdote y estaba a punto de convertirse en mago. La ceremonia que le otorgaría aquel nuevo e importante título, sería dentro de 10 días. Sin embargo, no todo andaba bien, la gente hablaba. Arc era cada vez más rechazado y señalado; se lo tildaba de abominación (y ese era uno de los comentarios más leves). Además, el crecimiento tan repentino de niño a joven en solo cuatro meses trajo grandes sospechas a los Inmortales, y Arcas, el padre del nuevo sacerdote, estaba siendo más vigilado que nunca. A pesar de todo, Arc era muy feliz teniendo a su padre cómo mentor y avanzando entre las ramas de los Morganos. No tenía amigos y Dan, el joven que había empujado por accidente cuando quiso conocer el Museo, había armado un grupito de estudiantes que lo acosaban y lo maltrataban. Arc intentaba ignorarlos, pero las bromas o comentarios eran cada vez más graves y los Inmortales hacían la vista gorda.

La ceremonia que ocurriría dentro de 10 días no solo beneficiaba al muchacho con el rostro uniforme, sino también al mago Fismut, que se convertiría en Inmortal y cómo muchos habían esperado durante siglos, lo haría líder de todo Morgana. Wet, el supremo mago, había decidido jubilarse y retirarse a los campos más alejados de Morgana para vivir en armonía. No aceptaba a otro como sustituto, sólo quería a Fismut para tal puesto, aquellos habían sido los deseos del supremo anterior a Wet, Yará…

Fismut, que era un mago muy respetado en la comunidad, no estaba tan a gusto con dicha decisión; pero ya había atrasado la toma del poder demasiado tiempo. Por otro lado, Jhor no aparecía desde aquella reunión y nadie sabía dónde estaba, ni siquiera su familia… Fismut y Arcas lo buscaron e intentaron comunicarse con él telepáticamente (una habilidad innata de Sannon) pero tampoco hubo caso. Sospechaban que se había mudado de planeta, pero… ¿por qué razón?
Una tarde de mayo, Fismut y Arcas estaban sentados sobre unas paredes al lado de la casa de Arcas, examinando el cielo (que para dicha época del año se tornaba violeta).
- A estas alturas, creo que está muerto…- dijo Arcas.
- No digas eso- contestó Fismut- Jhor es un inmortal, no sólo los llaman así por tener una vida alargada, sino por sus sorprendentes conocimientos. Yo confío en que anda por ahí, él regresará, aquí está su mundo, su familia…
- A veces pienso que te olvidas que yo también soy un inmortal- replicó Arcas- Y pronto, tú lo serás también, no sólo eso, te convertirás en el supremo.    
- Y tu hijo será un mago, nadie en la historia ha logrado ser tan habilidoso para ascender en poco tiempo. De todas formas, es una obviedad, no hay sacerdote que pueda tocarle un pelo. Tienes un muchachito muy talentoso, querido amigo.
Arcas frunció el ceño y susurró.
- No creí que crecería tan rápido… creo que al ser una invención míst…
- No lo digas- exclamó Fismut- Hay oídos por todas partes.
Arcas asintió y se corrigió.
- Tal vez no viva mucho tiempo y envejezca rápido…
- Encontraremos la solución, tienes que prepararlo para la ascensión, tendrá un gran poder; será libre, no necesitará mentor. Si te soy sincero, el rechazo de los aldeanos me preocupa, parece estar influenciando en su futuro.
- He intentado hablar con ellos, pero se niegan a escuchar, son tan cerrados.
- Nadie nace siendo totalmente malo, es un dicho del mundo prodigio. Ten cuidado.
- Lo tendré- afirmó Sannon.  
Cómo ya era costumbre para Arc, se la pasaba espiando y escuchando conversaciones ajenas, especialmente las que tuvieran que ver con él.

Arcas y Arc se la pasaron entrenando juntos, Arc no podía estar más feliz por ello. Su padre le enseñó la telepatía y la forma de comunicarse mentalmente con otros; esa era la habilidad por la que Arcas había sido uno de los Inmortales más talentosos y de no ser por su mentira, Wet también lo hubiera considerado para reemplazarlo. En un momento inoportuno, Arc le preguntó algo a su padre.
- Padre… ¿Sabes algo de… la Luz Oscura?
Arcas se quedó mudo e inmóvil, lo miró directamente a los ojos y dijo.
- ¿Qué sabes tú de ellos?
- El libro lo explicaba, fueron servidores del titán…
Arcas lo calló.
- Es un asunto delicado, hijo. Sólo los Inmortales conocen aquella información.
- Oh…- suspiró Arc.
- De todas formas, ¿Qué querías preguntarme realmente?
- Bueno, leí que incitaban a sus enemigos a odiar, hurgaban en sus memorias para controlarlos mentalmente. ¿Tú puedes hacer eso?
Arcas se echó a reír.
- Nunca lo he hecho ni tampoco creo que podría. Son magos selectos con habilidades únicas, usan otra fuente de energía ajena al Böju- le explicó Arcas- Además, incitan a sus enemigos al odio porque buscan a unos seres en particular, que guardan una entidad que responde al rencor del corazón.
- ¿Los han encontrado? ¿A… los JEN?
Arcas miró hacia los costados para asegurarse que no hubiera nadie, estaban solos en la cima de una colina, alejada de la ciudad.
- No, hijo. Pero…- le indicó con la mano que se acercara, Arc obedeció- Dicen que yacen en el mundo prodigio…
Arc abrió los ojos como platos.
- También leí su historia, moriría por conocerlos.
Arcas posó su mano derecha en la parte superior de la cabeza de su hijo.
- Quien sabe, hijo mío. Tal vez un día…

Los diez días pasaron rápidamente y la ceremonia ocurrió. Casi todo el pueblo concurrió a la reunión, pues muchos ascendían. De aprendiz a sacerdote, de sacerdote a mago o de mago a inmortal (en el caso de Fismut, inmortal supremo). Transcurrió en la plaza principal donde yacía el monolito de Amdor, había guirnaldas, globos, mesas con comida, la decoración se explayaba entre los colores de cada facción (azul, negro, blanco y amarillo). Era de noche, una infinidad de velas flotantes iluminaban la oscuridad. Jhor continuaba desaparecido, pero nadie se había mucho problema, debido a que los Inmortales tenían toda libertad de deambular por donde quisieran, mientras se ataran a las normas. Sin embargo, su familia estaba muy preocupada y sólo Fismut y Arcas parecían dispuestos a ayudarlos. Los candidatos estaban subdivididos en grupitos numerosos que formaban filas rectas, cómo si se trataran de las tropas de un ejército. Wet se encontraba sobre una plataforma voladora, con las túnicas acumuladas a un costado (las que le entregarían a cada candidato) y su bastón rojo. Mediante un hechizo, fue capaz de amplificar su voz a toda la multitud y dio comienzo a la ceremonia.

Arc estaba en las filas de los sacerdotes, todos ellos vestidos con túnicas negras. Arcas lo observaba desde la multitud, orgulloso. Fismut, por su parte, se encontraba en las filas de los magos, con las túnicas blancas; a decir verdad, eran muy pocos a comparación de los otros niveles. Arc y Fismut se miraron desde sus lugares y con la mirada se desearon suerte mutuamente.

Wet comenzó con aquellos aprendices que ascendían al rango de sacerdote; nombró a cada uno de los candidatos y hubo ovaciones y aplausos. Dan también era un sacerdote y con sus amigos, molestaba psicológicamente a Arc.
- ¿No es peligroso que un monstruo tenga tal rango? - les dijo a sus compañeros en tono de burla, en voz alta para que lo escuchara.

Arc, que había soportado sus bromas pesadas durante meses, ya no tenía tanta paciencia cómo al principio; quería desquitarse y no verbalmente…
Así que usó la telepatía que su padre le había enseñado y le dijo algo tan profundo y amenazador que el joven Dan se quedó mudo, lleno de terror.
Arc sabía que no estaba bien lo que había hecho, pero los resultados fueron realmente satisfactorios.

Finalmente terminó la primera parte y pasaron a la ascensión de sacerdotes a magos. El bloque de sujetos con vestimenta oscura, avanzó ordenadamente hacia la plataforma voladora. Llamaron a todos los presentes, Arc se sintió complacido cuando vio a Dan recibir su traje con la mirada perdida y distraída. Estaba seguro que ya no se animaría a molestarlo.

Todos sus compañeros habían recibido los trajes, Wet aparecía frente a cada uno, les otorgaba la ropa, desaparecía y aparecía sobre la plataforma voladora (que yacía a unos veinte metros del suelo); esa era la habilidad del supremo líder. Pasó una hora y el último que faltaba era Arc, lo llamaron por su nombre completo y fue hacia la sombra que proyectaba la plataforma suspendida, con sumo orgullo. Durante su caminata, mediante el super oído, comenzó a oír los comentarios de la gente, seguían siendo los mismos, aquel odio injustificado ya lo tenía harto. Se mantuvo derecho, apretó los dientes, contuvo las lágrimas y se planchó frente a Wet, quien acababa de aparecer con la túnica blanca en su brazo.

- Lo lograste, Arc. Eres un...
- ¡Deténganlo! - gritó una voz entre la multitud. Era Dallion y señalaba a Arcas Sannon padre. El hechicero se quedó paralizado, sin entenderlo. Inmediatamente después, Dallion desenvainó una lanza y ató a Arcas con una soga gruesa, luego lo llevó ante Wet y Arc.
- ¿Qué ocurre? ¿Qué es todo este alboroto, Dallion? - preguntó Wet, con el ceño fruncido.
- Arcas nos traicionó, supremo- dijo, jadeando- Su hijo es una invención del libro del mago Amdor.
- ¿Y cómo lo sabes? ¿Tienes pruebas?
- Esta mañana fui a cerciorarme que el Museo estuviera en orden y noté que faltaba el libro. No hay otra explicación de por qué creció tan rápido.
- El conjuro creador…- susurró Wet y miró a Arcas, enfadado- ¿Te das cuenta de lo que hiciste?
Arcas asintió, a estas alturas, ya no valía la pena mentir.
- Por favor, déjenlo vivir, es un gran muchacho. Le traerá gloria a Morgana- dijo.
- No estás en posición de pedir nada- exclamó Wet- Llévenlo al calabozo. Doy por finalizada esta ceremonia.

El corazón de Arc se tambaleaba mientras observaba como su padre le indicaba que todo iba a estar bien mientras era llevado por Dallion al calabozo.
Fismut quiso intervenir, pero se lo prohibieron, la gente hizo un gran escándalo. Arc había sido el único de su generación no ascendido, su padre acababa de ser arrestado y las personas… gritaban cosas realmente horribles, dándole la razón a Dallion y acusando a Arcas de traidor.
Así cómo Arc no se había convertido en mago, Fismut tampoco se volvió un Inmortal, mucho menos, el supremo líder.

Wet le indicó a Fismut que se acercara.
- A partir de ahora, tú cuidarás del muchacho, estará bajo tu tutela- le dijo y se marchó, con seriedad. Fismut tragó saliva, temía lo peor.
El mago con la túnica blanca se acercó a Arc, que estaba shokeado mientras recibía insultos de los aldeanos. Fismut lo tomó entre sus brazos y lo llevó a su casa.

- ¿Qué es lo que harán con él? ¡Su único error fue desear un heredero! - le gritó Arc a Fismut, lleno de remordimiento.
- Calma, no lo matarán si eso es lo que piensas- le aclaró Fismut- El mismo error que Vrogh, sé que conoces su historia y sabes hacia donde llevó todo eso.
- Yo sería Tritán…- pensó Arc y luego dijo en voz alta- Estoy harto de este mundo, de su gente… todos merecen…

Fismut se le quedó mirando atentamente, no fue capaz de entender que los deseos de Arc no eran ilusiones falsas por su enojo, sino que eran reales…
- Mañana a la mañana iremos a verlo, tenemos el derecho de visitarlo y de representarlo ante la corte. No hagas nada estúpido, ahora estás bajo mi cuidado, confía en mí.
Arc asintió, su particular rostro estaba colorado e hinchado más de lo usual.
- ¿Qué sentido tienen estos títulos si moriré pronto? Los escuché, sé que no estoy creciendo como un ser humano ordinario.
- Es una teoría, no estamos seguros de cuanto vivirás. Sólo asegúrate de luchar por algo que realmente desees.
Arc asintió y subió las escaleras, no pudo pegar un ojo en toda la noche.
Fismut estaba realmente inquieto, y algo se le cruzó por la cabeza…
- ¿Y si Jhor huyó al ver algo que lo aterró durante aquella reunión? - pensó- Es imposible, él nunca dejaría a su familia, así como así…- se sentó en la silla y aunque creyó que no podría, se durmió allí.

A la mañana siguiente, Fismut y Arc se dirigieron al palacio de los Inmortales, fueron acompañados por los nueve inmortales hasta la celda de Arcas. No se movieron de allí hasta que terminaron de conversar. Las celdas estaban bajo tierra, al cual se accedía mediante un pasadizo mágico secreto (un gran cubo que funcionaba como ascensor hacia el submundo) ubicado en la sala principal de los Inmortales. Los barrotes emitían chispitas y rayos celestinos, un escudo de gran poder protegía la jaula.
- Con lo habilidoso que es, tuvimos que tomar nuestras precauciones- dijo Wet a Fismut y Arc, el muchacho yacía mudo y serio.
- Te ruego que nos perdones, joven Arc. Ni siquiera fuiste nombrado mago, ya habrá otra oportunidad…- le dijo Wet, aunque Arc hiciera oídos sordos, las facciones del Böju ya no le importaban en lo absoluto- Lo mismo para ti, Fismut. Aunque sé que no te importa. Tendré que seguir aquí por un tiempo más. Las vacaciones pueden esperar.
- Hijo- Arcas, con el rostro triste, se acercó a los barrotes sin tocarlos- ¿Puedo hablar con él a solas?
- Temo que eso será imposible- le dijo Wet, con las manos en la espalda- Lo que tengas que decirle, tendrá que ser frente a nosotros. Ya no confiamos en ti.
Arcas no le dirigió la palabra al supremo y le indicó a Arc que se acercara sin tocar los barrotes.
- Veo que te pusieron bajo la tutela de Fismut rápidamente, es un gran mago, algo testarudo, pero sé que cuidará de ti, le confiaría mi vida- sonrió.
- ¿Qué pasará contigo, papá?- le preguntó Arc, triste y amagó para acercarse más pero su padre le prohibió o sería afectado por la barrera mágica.
- No lo sé- respondió, dándole una corta mirada a Wet y los demás Inmortales- Tú concéntrate en tu entrenamiento, convierte en un espléndido guerrero y hazles saber a todos que estuvieron mal en pre-juzgarte. Te quiero, mi niño. Eres la razón por la que volví a vivir, la muerte de mi esposa me había devastado y tú curaste ese corazón roto, le trajiste alegría a nuestro hogar.
- ¿Por qué siento que te estás despidiendo? - preguntó Arc, un nudo se acrecentaba en su estómago- ¿No van a matarte, verdad?

Arcas Sannon posó su mano en el corazón cómo si le doliera y respondió.
- No lo harán, por mi alto cargo me perdonaron la vida, pero estoy condenado al encierro hasta mi muerte.
- ¿Dónde está el libro, hechicero? - preguntó otro de los Inmortales.
- En mi hogar, mi habitación, en el cajón de un escritorio viejo- señaló.
- No lo está, lo buscamos por todas partes y no lo encontramos, dinos la verdad.
- Es la verdad…
La realidad es que Arc había aplicado un hechizo de ocultamiento tan potente (el que aprendió de ese mismo libro) que ni los mejores magos de Morgana podían detectarlo.
- ¿Niño, tú tienes algo que ver? - preguntó Wet.
Pero el rostro de Arc sumamente enojado, perturbó a todos los presentes que ni siquiera se animaron a insistir.
Arc se marchó junto a Fismut, quien se había quedado en silencio. Ni siquiera se despidió de su padre y algo oscuro y siniestro comenzaba a manifestarse dentro del joven.

Durante tres meses, Arcas Sannon estuvo encerrado, con sólo algunas visitas permitidas; fue durante septiembre del 2207, Arcas sufrió de un ataque al corazón y murió en su celda. Fue velado en secreto y sólo unos pocos concurrieron. El único que no yacía allí era Arc. Fismut lo notó y se dirigió al bosque del norte, donde ya lo había encontrado varias veces, apartado de la sociedad, sin ganas de soportar a los aldeanos.
- ¿Faltas al funeral de tu propio padre? - le preguntó Fismut, a plena luz del día.
- Muchas personas que detesto están ahí, personas que lo juzgaron mal cuando fue encerrado… no merecen mi presencia- Arc ya no era joven, tenía la pinta de un adulto de cuarenta años, era corpulento y no vestía la túnica negra de sacerdote. Sólo un pantalón largo apretado, unas alpargatas y el torso al desnudo, su piel estaba dañada y arrugada, era realmente horrenda.
Fismut suspiró amargamente y habló.
- Te han tenido mucha consideración, Arcas. No te presionaron con la ubicación del libro porque saben que aún sufres la pérdida de tu padre, primero encerrado y ahora muerto. Tu padre murió soñando con que un día los aldeanos te respetarían y tú a ellos. Entrena conmigo, di lo que sabes y terminemos con esta fea situación o habrá represalias.
- Qué hagan lo que quieran, yo no tengo ese libro- mintió.
Fismut volvió a suspirar y se marchó, ya nada podía hacer.

Arc ya no confiaba en nadie, ni siquiera en su propio tutor, espió todos sus movimientos mediante el super oído desde el bosque. En la tarde, Fismut concurrió a una reunión del consejo, donde yacían Dallion, Wet y los demás Inmortales.
- Se está volviendo un serio problema, aquel libro en manos equivocadas puede llegar a causar grandes tragedias- dijo uno de los Inmortales, con el cabello largo peinado hacia el costado y sin barba, su tatuaje con forma de látigo yacía en la nariz- Imaginen si alguien aprende el hechizo genocida, el gran rayo destructor…
- Sólo un mago con el control sobre el Böju y el Yöbu podría ser capaz de semejante maleficio- aclaró Wet.
Fismut escuchaba.
- Él joven tiene facilidad para el Böju y no olvidemos que su madre (por llamarla de alguna forma), la hermosa Melissa, esposa de Arcas Sannon, fue parte de la Luz Oscura hasta que desertó- habló Dallion. (Desde algún lugar en el bosque, Arcas se sobresaltó al oírlo).
- A pesar de que esta sea una reunión privada, les prohíbo hablar de dicho tema- exclamó Wet- La identidad de Melissa fue extremamente cuidada durante años, no la arruinemos en un día.
- ¿Y bien, que haremos con el muchacho? Si Jhor estuviera aquí, podríamos saber que le depara el futuro, estamos a ciegas- habló otro Inmortal, obeso, sin cabello y una larga barba gris; el tatuaje estaba sobre el pelo de su barba.
- Casi lo olvido, omitan una orden de búsqueda y captura al vidente, lleva un año desaparecido- ordenó Wet y se dirigió a Fismut, que estaba extrañamente callado- No te gustará lo que te voy a decir…
Fismut levantó la vista y esperó.
- No quiere contribuir con el paradero del libro sagrado, ya le hemos dado su espacio y aún nada. Sé que acaba de morir su padre, pero la situación nos supera- hubo un silencio mortal en la reunión. A Fismut le latía el corazón con fuerza- El Böju en su interior es inestable, la gente lo aborrece, no nos queda otra Fismut… hay que sacrificarlo- otra letal pausa ocurrió, aquellas palabras retumbaron en los oídos de Arcas, quien seguía escuchando todo mediante el súper oído- Sin quejas, es una orden directa. Quítale la información y asesínalo sin titubear.
Arcas estaba esperando que Fismut se rehusara o que lo defendiera, sin embargo, fue todo lo contrario, asintió seriamente y se marchó. Inmediatamente después, Dallion percibió que el Museo estaba siendo saqueado…

Arcas siguió el rastro y notó (mediante el oído) que un individuo se acercaba al bosque, sus pisadas parecían forzadas, creyó que Fismut se había tele transportado, decidido a terminar con él. Pero no fue así, un sujeto que desconocía pasó a su lado sin notarlo (Arc estaba sobre la gruesa rama de un árbol); se lo veía gravemente herido y no tardó en desplomarse boca arriba en el suelo, llevaba una capucha negra y un traje muy diferente a los de los morganos, respiraba con dificultad. Arc se le acercó con cuidado, se planteó frente a él y lo examinó. El individuo poseía un agujero de sangre en el estómago, herida recientemente hecha, inhalaba y exhalaba exiguamente. Se quitó la capucha, era un ser humano… especial, con el rostro bastante natural, pero la mandíbula y el cachete izquierdo sólo estaba conformado por hueso, como si fuera mitad hombre, mitad esqueleto. No habló, sólo lo miró, asustado. Llevaba una bolsa gris entre sus manos, no tardó en desmayarse. Arc se apiadó y quiso ayudarlo, le quitó la ropa para revisar la herida y notó que su cara no era la única rara, sino que su cuerpo tenía piel en algunas esquinas (en la herida, por ejemplo) mientras que sus costillas eran totalmente visibles. Arc se preguntó cómo hacía un hombre para poder seguir viviendo de esa forma. Tomó la bolsa que el sujeto parecía proteger, era muy pesada y en ella había un medallón redondo, bañado en bronce. Volvió a guardarlo, con la mente en frío, cargó al herido entre sus brazos y lo llevó a su casa.

El hombre mitad humano, mitad esqueleto, despertó cuando Arc curó sus heridas mediante algunos trucos que su padre le había enseñado. Se había puesto una camisa azulada y observaba a su invitado con asombro.
- ¿Quién eres?- preguntó- ¿Por qué estás herido?
Aquel sujeto se desesperó e intentó levantarse para huir, pero Arc utilizó sus poderes para someterlo con unas sogas celestinas y lo volvió a acostar. Las cuerdas desaparecieron al instante. 
- No te haré daño, sólo estoy intrigado- le dijo Arc, con pasividad.
- Meddes, mi nombre es… Meddes- respondió el hombre, mientras revisaba sus heridas tratadas.
- Estarás bien, no fue grave, pero necesitas descansar. ¿Qué te pasó?
- Tengo que irme ahora mismo, SÉ DONDE ESTÁ- exclamó- Yo…- gimió de dolor, Arc no había hecho nada, la herida estaba haciendo efecto y se desplomó.
- Así no podrás irte fácilmente, vivo solo, bueno, no en realidad, pero pronto lo haré…
- ¿Cómo te llamas? ¿Por qué me ayudas?
- Mi nombre es Arcas Sannon, soy un sacerdote de este mundo. Te vi herido en el bosque y quise ayudarte, no es algo común en mí, pero me llamaste la atención. ¿De dónde provienes?
- Eres un morgano, me delatarás.
- Ahora mismo no soy nada, Meddes- le dijo Arc- Sólo soy un don nadie, que no tiene objetivos ni ambiciones en la vida. Y no te delataré… no mientras me expliques que es eso- señaló la bolsa gris que guardaba el artefacto.
- El medallón de bronce- le explicó Meddes- Un artefacto que te permite viajar entre los mundos. Lo robé del Museo de este planeta, estoy seguro que ya lo habrán notado y deben estar buscándome. Las defensas mágicas de aquel lugar me hicieron esto cuando robé el medallón, apenas pude huir- Arc sabía que desde que se supo que su padre había robado el libro de Amdor, la seguridad había crecido notablemente en el museo.
- Lo conozco, leí sobre él. Una invención de Tritán- dijo Arc, con alegría, aunque había falsedad en su actitud- ¿Hacia dónde quieres ir?  
- Al planeta Tierra, el mundo prodigio. Está ahí… el JEN está ahí. Lo sé- dijo el extraño sujeto, apretando los ojos- No sé porque te estoy contando todo esto…
- Eso significa que eres…- musitó Arc, sin poder creerlo.
- Si, sirvo al titán Vrogh. Soy parte de la Luz Oscura. Sé que no me conoces y te agradezco la ayuda, pero necesitaré otro favor, ayúdame a salir de aquí.

Arc se había quedado tieso, estaba impresionado; algo volvía a encenderse dentro de él.
- Te ayudaré, pero con una condición, llévame contigo.
Meddes pareció dudarlo.
- ¿Por qué?
- Porque mi mayor deseo siempre ha sido conocer al elegido, ya no hay nada que me ate a este asqueroso mundo- eso no parecía convencer a Meddes, así que Arc añadió- Mi madre fue Melissa, otra de ustedes.
Meddes abrió los ojos como platos, aquella sonrisa mitad carne, mitad esqueleto, enseñó todos sus dientes, y dijo.
- Bien, pero no será fácil, de todas formas, estoy seguro que me servirás. ¿Dijiste que eras un sacerdote, verdad?
- Lo soy, ahora descansa. Este es el último lugar donde te buscarán.
Meddes agradeció, con una sonrisa y se tiró a dormir, apenas tenía fuerzas para mantenerse despierto.

Arc sabía que Fismut se dirigía hacia él, dispuesto a cumplir con la orden del supremo líder. Para su suerte, escaparía antes de que lo encuentre. Sin embargo, no tenía ninguna intención en ayudar al miembro de la Luz Oscura.

Fue a buscar el libro de Amdor, el que no tocaba hace tiempo y se dirigió a la página 72… practicó algunos minutos y dominó la técnica con facilidad. Sólo necesitaba un objeto que sirviera de puente entre ambos usuarios. Tomó una vieja espada de su padre, ató a Meddes de pies a cabeza con la soga celestina mágica y le atravesó el corazón de una estocada. Meddes despertó, gimió del dolor y comenzó a vomitar sangre mientras sus labios se movían, emitiendo un claro: ‘‘¿Por qué?’’
- No tengo nada en contra de ti, pero tú… eres mi futuro- Arc presionó la espada y un aura oscura salió del cuerpo ensangrentado de Meddes y pasó al joven con el rostro uniforme. Las costillas de Meddes rodearon al cuerpo de Arc cómo una armadura, atraídas por un magnetismo. La camisa de Arc se hizo añicos. El cuerpo del miembro de la Luz Oscura se derritió y quedó irreconocible. Arc gimió de la excitación, sentía al nuevo poder situarse sobre sus venas, sobre cada músculo de su cuerpo. Abrió y cerró los puños, todos los conocimientos de la víctima habían pasado a él. Conocía cómo usar el Yöbu, cómo comunicarse con el titán, como usar los medallones…

Fismut estaba a sólo una cuadra, pronto llegaría. Arc también oía el sonido de su bastón blanco, el arma que procuraba acabar con su vida. Se apresuró en quitar el medallón de bronce de la bolsa gris y se acercó al cadáver putrefacto.
- ¿Cómo uso esto? - le preguntó, gustoso de todo lo sucedido. Se dejó llevar por el instinto y pronunció las primeras palabras que le vinieron a la mente: APEN ZEN.
Antes de que Fismut abriera la puerta, Arc y el cadáver habían desaparecido.
Fismut encontró la bolsa gris tirada a un costado, sin saber que pensar. Fue al bosque y tampoco hubo caso.
Arc desapareció durante tres meses.

Esa misma noche, apareció en un bosque nuevo, diferente al de su mundo, donde el pasto era realmente suave y fresco. También era de noche y jamás había visto tantas estrellas en el cielo. El cuerpo de Meddes apareció a su lado, se encargó de enterrarlo bajo tierra y jugó con sus nuevos poderes. Antes de deshacerse del muerto, le quitó su capucha, se deshizo de las ropas de Morgana, y se vistió con lo robado. Finalmente, Arc se sentía pleno, libre de las ataduras, lejos de los problemas. Podía ser quien quisiera ser y los Inmortales no tendrían que preocuparse por él. Sin embargo, otra sensación lo acechaba: el odio, la venganza. Ahora tenía control sobre el Böju y el Yöbu, los dos artes místicos; era imparable. Aún llevaba el libro de Amdor en su mano, había sido la fuente de todo, y sus escritos eran peligrosos. Ya conocía varios, así que lo destruyó en mil pedazos mediante un rayo oscuro, los fragmentos se hicieron polvo y la tierra los cubrió con el tiempo.

Ahora, tenía que buscar a los JEN, pero no sabía por dónde empezar. Usó el súper oído y escuchó una única voz en todo el bosque que se extendía kilómetros y kilómetros. Fue a la fuente de dicho sonido, a veinte minutos de su ubicación, su velocidad había crecido notablemente y acortó el tiempo de llegada. Un hombre corpulento caminaba de un lado a otro, con los brazos en la espalda; muy pensativo. Tenía la vestimenta de un noble, de un monarca… una larga capa dorada y la armadura tallada en plata, con la insignia del águila. Parecía ser un hombre de treinta años, con la barba y el cabello anaranjado, como los de un escoses. Notó rápidamente su presencia y desenvainó una larga espada.
- Me gustar estar solo- dijo el noble.
- Somos dos- respondió Arc- ¿Quién eres, insignificante humano? ¿Qué mundo es este?
- ¿Mundo? - repitió el noble- ¿A qué te refieres?
- ¿Es este el mundo prodigio? ¿El planeta Tierra? - gruñó Arc en tono amenazante.
El noble bajó la guardia, petrificado. Luego, lo analizó detenidamente.
- ¿De dónde provienes? – le preguntó.
- Yo hago las preguntas- exclamó Arc y de repente, el noble alzó las manos. Arc sintió que se le desprendían los poros de la piel- ¿Puedes… controlar… el Böju? - forcejeó y una onda expansiva tuvo lugar, lo cual deshizo el hechizo.
- Sorprendente…- musitó el noble- Soy el Rey Minos, soberano de Zimpat, el reino del águila. Bueno, es más complicado que eso…
- Yo también estoy sorprendido- dijo Arc y pensó muy bien lo que iba a contestar, ya no podía seguir usando el nombre de su padre, no si quería ocupar el lugar que le correspondía- Yo soy el sacerdote Meddes, miembro de la antigua organización conocida como La Luz Oscura.
- Dices cosas muy interesantes, de las que nunca oí hablar. ¿Sabes algo de los Elementales? ¿Los nueve corazones?
- Los poderes de Amdor que se distribuyeron en el planeta Tierra, los conozco…
Minos sonrió.

Arc, que se había auto-nombrado el sacerdote Meddes, y Minos, quien en realidad era Hariet atrapado dentro de su cuerpo, conversaron durante casi todo un día. Al final, la relación entre ambos cambió notablemente y la actitud del Rey dio un giro, a diferencia de cuando Arc lo había encontrado. Ya no estaba pensativo y serio, sino alegre, imponente y con los ojos brillosos, repletos de ambición.
- Hasta hace poco volví a este mundo sin saber que hacer con mi vida, y tú, acabas de cambiarlo todo para siempre…- musitó Minos y se acercó a Meddes con actitud amistosa, pero Meddes se echó para atrás, desconfiado- No te haré daño, sacerdote. Por lo contrario, nunca te hubiera contado mi historia. Llámame Hariet, es el nombre que prefiero. Tengo una propuesta para ti.
- ¿Cuál? – preguntó Meddes, no le caía bien aquel nuevo sujeto, pero tenía la impresión de que sería de gran ayuda para encontrar su camino. 
- Seamos socios. Busquemos juntos a los JEN, entre las sombras. Y tomemos sus poderes para abrir el templo de la muerte y tomar el torquem, así controlaremos el PRODIGIUM y seremos imparables, ambas dimensiones serán nuestras.
- Es una idea muy pretenciosa para mi gusto. Cuando le arrebaté los poderes a mi huésped, también adquirí sus memorias y conocimientos; él creía que sólo existía un JEN, ubicado en la Tierra, en un lugar llamado Buenos Aires…
- Eso servirá. Aunque no conozco dicho reino; yo nací en la Corona de Castilla…
- Toda mi niñez soñé con conocer al elegido, me pregunto cómo llego aquel poder a esa persona- musitó Meddes.
- Tendrás que comunicarte con el titán y fingir fidelidad, será una fuente importante de información- habló el monarca- Si obedeces todas sus órdenes, no sospechará nada. Yo mismo lo mataré cuando abramos las puertas del templo y recupere mi cuerpo. Sin embargo… necesitamos súbditos, aquí dispongo de una gran cantidad de tropas, pero esto va más allá. Si queremos tener el poder para vencer al JEN sin mi verdadero cuerpo, tendremos que recurrir a otros seres de gran habilidad, tomar su fuerza.
- Existía un ser de gran poder en la tangente entre las dimensiones… pero desapareció hace años. Se cree que murió.
- ¿Y de qué nos sirve un individuo muerto?
- Mis habilidades son realmente únicas, puedo llevarte al pasado, cuando vivía, hace algunos meses. Pero sólo por un corto período de tiempo.
- Tu utilidad es abrumadora- exclamó Minos.

Meddes forjó un círculo verde a su alrededor, realizó la danza mística y un destello radiante rodeó toda la circunferencia; bajo los pies de Minos, surgió un pequeño círculo del mismo color, en segundos, había desaparecido.
No hubo espera, Minos reapareció por arte de magia y todas las luces se apagaron.
- ¿Y? – preguntó Meddes.
- No fue lo esperado, pero una idea se me vino a la cabeza, y convencí a los Ryanos para que cruzaran el portal que los lleva a la Tierra. Estoy seguro que para estos momentos, ya son parte de la sociedad de los humanos.
Meddes cerró los ojos y se comunicó con el hábitat de la Tierra; los abrió y pronunció.
- Así es. ¿Y ahora?
- Es solo un plan de contingencia, para el momento adecuado. Tendremos que buscar otras maneras para adquirir poder.
- Yo enfrentaré al JEN, tengo la fuerza para vencerlo- gruño Meddes.
- No, puedes llegar a levantar las sospechas de los demás miembros de la Luz Oscura. Déjamelo a mí- insistió Minos- Cuando fui liberado, estudié un libro escrito por el mago Fismut, él era de tu planeta, por eso me resultaba tan familiar lo que decías- Meddes apretó los dientes- ¿Lo conoces?
- Si, era mi mentor.
- Ya veo… con que aún sigue vivo, fascinante- pausó y continuó- En fin, desarrollé una habilidad para manipular el odio de las personas, una marca negra… ese libro me ayudó.
- Igual a la famosa técnica de la Luz Oscura, muy astuto…- pensó Meddes.  
- Lo usaré a mi antojo e incitaré a uno de los viejos elementales a cometer el asesinato. Estoy seguro que alguno de ellos debe seguir con vida. La inmortalidad es un don lujurioso…
- ¿Y ahora?

- Mueren- dijo una voz ajena a estos dos villanos. Veinte sujetos encapuchados (con los mismos trajes oscuros que el sacerdote) los rodearon; conformando un círculo; algunos sobre la tierra, otros posados sobre los árboles.
- ¿Quiénes sois? - preguntó Minos, apunto de desenvainar la espada.
- Según mis nuevas memorias, son los miembros restantes de la Luz Oscura; magos formidables de galaxias lejanas.
- Devuélvelo, danos lo que robaste, lacra- dijo otra voz, correspondía a una mujer con el cabello violeta y unos ojos tan grandes como los de un gato, además portaba un oscuro bastón tras su espalda, como si fuera una barra de gimnasio- Danos el poder que le arrebataste a nuestro compañero Meddes.
- Ahora Meddes, soy yo…- exclamó Arc con una sonrisa macabra.
- Qué oportuno, esta situación terminará por fortalecer nuestra alianza, sacerdote- le dijo Minos y se puso en guardia.
- Me pregunto si pelearás tan bien como hablas- le respondió. Minos y Meddes no fueron pacientes ni misericordiosos, atacaron al mismo tiempo y una sangrienta batalla tuvo inicio.

No fue fácil, los miembros de la Luz Oscura poseían habilidades únicas (invisibilidad, vuelo sobre los aires, bolas mágicas y súper fuerza), así también como eran capaces de alterar el tiempo por cortos períodos de tiempo. Cuando lo hacían, Meddes se encargaba de corregir las anomalías y la batalla continuaba. Sería realmente confuso explicar todos los cambios que ocurrieron minuto tras minuto, ya que se trataban de situaciones minúsculas. Por ejemplo: La mujer de la Luz Oscura, que se llamaba Maia, viajó cinco minutos al pasado, donde ya estaba ella, y se ayudaba a sí misma a atacar a Minos o a Meddes, causándoles nuevas heridas. Sin embargo, Meddes intervenía y con su bastón lograba reestablecer el tiempo y que todo siguiera su curso normalmente, es decir, las heridas causadas por el clon de Maia, desaparecían.  
Meddes y Hariet (en el cuerpo de Minos) formaban un equipo formidable, juntos acabaron con quince de los veinte miembros, sin piedad. Quitándoles las cabezas, atravesando sus órganos o asfixiándolos hasta la muerte.

A pesar de todo, Maia persistía y ahorcó a Meddes mediante una soga; Minos lo salvó, pero Meddes quedó gravemente herido de la garganta y la boca, razón por la cual, tiempo más tarde, pronunciaba todas las ‘‘eses’’ con énfasis. 

Al final, sólo quedaba Maia con vida, quien yacía herida, desplomada en el suelo; después de haberlo dado todo en batalla. Minos y Meddes hicieron una pausa, estaban exhaustos.
- Sé que no morirán bien- dijo ella, con rencor.
- Oh…- suspiró Meddes- Quiero preguntarte algo antes de acabar contigo.
Maia se le quedó observando, frunciendo el ceño.
- ¿Conocías a Melissa?
- Si… era mi hermana- dijo Maia, anonadada.
Meddes lanzó una carcajada descontrolada y le atravesó el estómago con un rayo celestino.
- Bueno, tía. Ella era mi ‘‘madre’’. 
Maia falleció con el rostro expectante, confundida y perturbada.
- A pesar de ser tu familia, le quitaste la vida…- dijo Minos, observando el rostro pálido de la reciente muerta.
- Yo no tuve madre, sólo quería jugar con ella, me es satisfactorio ver como algunos ceden ante los sentimientos con tal facilidad. Mírale la cara, parece que acaba de ver un monstruo- río el sacerdote, con dificultad debido a las graves heridas que había recibido en la garganta- Sólo con la muerte se paga la vida…- le llamó la atención el bastón de Maia que tantos problemas les había causado, estaba tirado a un lado del cadáver. Meddes lo tomó, ahora sería su nueva herramienta.

Y entonces, un sonido agudo ensordecedor perturbó a Meddes y Minos, tras él, un susurró comenzó a oírse, su intensidad fue en creyendo hasta conformar la aterradora voz de un ser invisible ante los ojos. Una voz grave y resonante, dijo.
- Bien dicho.
Arc procuró guardar silencio y le indicó a Minos que hiciera lo mismo.
- Finalmente conozco a la copia de mi hijo- continuó la voz, aquellas palabras parecían estar dedicadas a Minos- Sólo eres un humano con poder, no te diferencias de ningún otro.
- El titán Vrogh, ¿Me equivoco? - habló el Rey, soberbiamente.
La voz río.
- Tal y como me llaman en otro planeta, es increíble que lo sepas.
Meddes se arrodilló inmediatamente, fingiendo fidelidad.
- No es necesario. Mata a este intruso y venga a tus compañeros. Termina con la dualidad, así… los JEN podrán venir a mí sin contratiempos.
- De no estar encerrado, acabaría contigo- gruñó Minos.
- Nunca serás de su semejanza. Jamás podrás compararte con lo que alguna vez fue ‘’ÉL’’- dijo Vrogh con su gruesa y retumbante voz.  
- Un día… pagarás por todo lo que me has hecho- respondió el otro ser en tono amenazante- Tit… 
- ¿Qué fue lo que te hice? - preguntó el titán.
- No darme el poder que me corresponde, sea quien sea el JEN, morirá sin saber de tu existencia.
Este último comentario pareció molestar a Vrogh.
- ¡Acábalo!- le ordenó a Meddes. El sacerdote se levantó y miró a Minos, ambos sabían que tenían que simular una batalla y una muerte para que el titán se marchara satisfecho. Así lo hicieron, lucharon el uno contra el otro; espada contra bastón, rey contra sacerdote. Al final, Minos fingió su muerte y se desplomó en el suelo, aparentemente asesinado por una estocada del oscuro bastón de Arc. Vrogh se retiró conforme y Minos se levantó inmediatamente. Meddes había usado el Yöbu para crear una imagen ilusoria, tan real para los que la ven como para quien la crea. Así habían logrado engañarlo.

Una vez terminada la falsa batalla, Minos le indicó a Meddes que no hablara y que tomara los poderes de Maia. El sacerdote lo hizo y apretó los cachetes de su supuesta tía; absorbió fuerza y conocimiento; algo que no esperaba se reveló ante él.

Juntos fueron hacia el castillo de Zimpat en secreto; Meddes le pidió a Hariet unos licores y los mezcló, conformando una extraña sustancia rosada, la tomó sin titubeos y se limpió la boca. El Rey Minos se había asegurado que nadie los molestara, ni siquiera los guardias, razón por la cual, estaban solos en los aposentos del Rey.
- Sufro de una enfermedad, mejor dicho… nací mal. Cómo si fuera una maquina mal fabricada que se deteriora más rápido de lo normal. Así soy yo, apenas tengo un año de vida y parezco un adulto- explicó Meddes- Los saberes de la maga me ayudaron a conformar una cura temporal, así viviré muchos más años y nuestro plan podrá seguir vigente.
- Ya veo…- respondió Minos- El titán no sospecha nada y cree que estoy muerto. Sólo se puede comunicar a través de sus lacayos, es decir, los miembros de la Luz Oscura, y sólo quedas tú. Es una enorme ventaja.
- Movamos las piezas, luego volveré a mi planeta para cumplir con mi cometido…
- Primero tenemos que conocer el paradero del JEN, encontrarlo es nuestra prioridad. Sin él, yo no puedo recuperar mi verdadero cuerpo. Es la base de todo, pero también necesitaré la fuerza de los viejos y los nuevos elementales…- Minos observó la estatua con forma de águila a un costado de su habitación, Meddes le siguió la mirada.


EL GENOCIDIO:

Tres meses después, el nuevo sacerdote Meddes regresó a su planeta natal, para cumplir con uno de sus deseos más grandes. El odio injustificado de la gente, la crueldad, el despecho, la traición de su maestro y del supremo Wet que había sido tan amable con él desde que lo conoció. Aquel siniestro mundo que había encerrado a su padre y causado su prematura muerte; donde todo estaba prohibido, donde los secretos y la desconfianza eran algo común. Un lugar así no merecía existir para quien alguna vez había sido conocido como Arc, hijo del Inmortal Arcas Sannon.

Ese joven adulto perdido que no sabía que hacer con su vida ya no se encontraba, en su lugar, un guerrero formidable con una soberbia arrasadora y un ego inquebrantable, avanzaba entre las calles del pueblo principal. Eran las cuatro de la madrugada, todos yacían dormidos, los Inmortales eran los únicos que hacían patrullas nocturnas. El encapuchado, sin revelar su bastón, movió sus asquerosos dedos y les quitó la vida a los guardias en segundos, no hubo quien no sufriera un ataque cardíaco y se desplomara en el suelo sin vida.
Meddes aún no olvidaba los responsables de su dolor, aunque ya no sintiera empatía y sólo se preocupara por sí mismo. En primer lugar, visitó la cabaña de Dallion y su hijo Dan; asesinó al Inmortal de un cuchillazo mientras dormía y al joven Dan, prefirió despertarlo para que supiera que era lo que estaba pasando.
- ¿Quién eres? – le preguntó, aterrorizado.
- ¿No me recuerdas, Dan? Soy yo, tu viejo amigo- se quitó la capucha y realizó una sonrisa macabra, a cualquier otro que no lo hubiera visto nunca, le agarraría un infarto de sólo verlo.
- Dijeron que te habías ido… para siempre- susurró el muchacho, conformando una bola de energía a sus espaldas- Qué habías traicionado a Morgana y a su gente.
- Se dicen muchas cosas, Dan- Meddes lo tomó de la garganta antes de que Dan lo atacara- Nunca me importaste, tal vez cuando era un niño… pero ahora, creo saber que hacer contigo para no soportarte más- a continuación, le exprimió los huesos dentro de su garganta.
- Yo… no iba a molestarte más. Tú…- dijo Dan, mientras se quedaba sin aire que respirar y fallecía segundos después.
- Lo sé, pero no siento que hayas pagado por tus pecados- sonrió Meddes y se volvió a colocar la capucha. Chasqueó los dedos y las velas se encendieron mientras caían sobre las alfombras e incendiaban aquella vivienda. Algunos vecinos salieron a ver que pasaba; el natural fuego no parecía ser suficiente para Meddes; conformó el círculo del Yöbu (el de color verde) bajo sus pies y aquellas llamas se tornaron violetas y se acrecentaron; hasta pasarse de vivienda en vivienda. 

La gente gritaba, aterrorizada, gritos de alarma. Las fuerzas militares de Morgana fueron avisadas del atacante; muchos aprendices, sacerdotes y magos se dirigieron a los cuarteles. Durante las guerras, la tradición era que todos vistieran el mismo color de ropa (túnicas marrones), y los Inmortales, túnicas negras. Todos los practicantes del Böju atacaron al intruso, mediante estrategias de combate, habilidades a distancia y técnicas asombrosas. 

Sin embargo, Meddes se burló de todos ellos sin utilizar su bastón. A decir verdad, a estas alturas, Arcas Sannon tenía los poderes y conocimientos de dos miembros de la Luz Oscura (Maia y el anterior Meddes), lo que le daba acceso a la fuerza mística conocida como Yöbu, y a su vez, portaba estudios en el Böju, en hechizos del libro prohibido de Amdor y en aptitudes de su padre (cómo la comunicación mental). En la historia de los Morganos, sólo pocos habían alcanzado tal nivel de destreza y saber; razón por la cual, Meddes acabó con todos los enemigos que se le opusieron, mató familias, masacró madres, padres, ancianos y niños. Sin titubear, sin consideración, sin detenerse a pensarlo siquiera, sin empatía. Los hombres y mujeres que vivían en su mundo, sólo eran números para él.

El supremo Wet apareció cuando Meddes se dirigió a la plaza principal, la antecesora al palacio y el mar. Estaba acompañado de los ocho hombres que habían elegido quitarle el derecho a vivir. No había señales de Fismut por ninguna parte, a quien más ganas tenía de enfrentar…
- ¿Qué buscas con la destrucción de este mundo? Nosotros respetamos a los sirvientes del titán y somos conscientes de sus acciones, nunca nos opusimos, es más, hasta le dimos cobijo a varios desertores- dijo el supremo, obviamente no sabía con quién estaba hablando.  
- Ssssupremo- exclamó Meddes- No vengo en nombre de la Luz, ssssino por decissssión propia. Un capricho perssssonal.
- ¿Quién eres? - preguntó el supremo mientras hacía aparecer su bastón rojo en la mano izquierda.
- La creación mística que ustedes rechazaron, el último recuerdo de mi padre y el fin… de su civilización.

Hubo una pausa tirante, el fuego violeta alcanzó la plaza y perforó la estatua de Amdor, luego siguió hacia el Palacio; sin tocar a los Inmortales.
- ¿Arc? ¿Eres tú?

Meddes no necesitó quitarse la capucha esta vez y en su mano derecha apareció el bastón oscuro de Maia, que ahora era de su propiedad.

Los otros inmortales también revelaron sus armas (hachas, garras de metal, espadas de doble filo y bastones alargados con bolas rodeadas de pinchos en la punta), ocho círculos celestes que proyectaban el Böju se situaron bajo sus pies; con los cinco segmentos incluidos. El círculo de los magos de Wet era de color rojo y sólo portaba dos segmentos (círculos internos que incluían una habilidad en específico).

 Las capuchas negras acecharon al sacerdote de un único ataque que terminó por destruir la plaza y con ella, a su famoso monolito. Meddes lo esquivó de un salto hacia atrás y Wet apareció tras él en un parpadeo (podía aparecer y desaparecer a voluntad), le dio un golpe seco en la nuca; aunque sufrió gran dolor por la armadura que Meddes llevaba bajo su túnica. 

El sacerdote le pegó una patada y alzó el bastón al cielo mientras ambos flotaban en el aire, múltiples rayos penetraron los cielos y en cierto modo, lo rompieron, como si estuviera hecho de cristal. En ese instante, rocas de fuego cayeron y terminaron por arrasar la ciudad y al mismo mar.
- ¡¿Procuras destruir el planeta en donde naciste?! ¡¿Es que acaso no tienes corazón?!- le gritó el supremo Wet, abrazándolo desde atrás para tirarlo.
- Murió en una celda, junto a mi padre- dijo el sacerdote y se atravesó a sí mismo con el bastón negro, penetrando, a su vez, el cuerpo del mago supremo.

Wet escupió sangre de la boca y se desplomó en el suelo, boca arriba. Meddes cayó de pie y se curó con sus nuevas habilidades en el Yöbu- No pretendo reconstruir este mundo a mi semejanza, sólo quiero verlo caer y estaré satisfecho.
Wet murió rápidamente, sus ojos yacían fijos en el cielo podrido de Morgana.

Entre gritos de guerra y la cólera, los ocho usaron todas sus fuerzas, pero fue inútil. Meddes los acabó mediante movimientos sencillos y coordinados, como si estuviera bailando entre sus cuerpos. Más soldados con los trajes marrones insistieron, para Meddes, no hacía falta esforzarse. Estaba en el auge de su habilidad, estiró la mano hacia el cielo y dijo en voz alta.
- No encuentro al mago, pero acabaré con todos ahora mismo. Ya me harté de jugar- pausó, miró a su alrededor y continuó- Te ruego que me perdones, padre. Por hacer cenizas tus restos, pero no puedo salvarlos. Ya nada me ata a este mundo, ni siquiera tú- golpeó el suelo con el bastón y la tierra se abrió en dos, las grietas se fueron dibujando a los alrededores, las viviendas y las personas cayeron en el abismo, desesperados- Adiós padre, esta es la última vez que pensaré en ti- Meddes alzó el bastón hacia los cielos y un descomunal rayo de color negro se propagó. En su otra mano, portaba el medallón de bronce, listo para escapar antes de la destrucción. 

Fue el final para una misteriosa y estricta sociedad; para la hora que el rayo dio la vuelta entre las nubes y perforó la tierra, casi todos los aldeanos habían muerto.

El sacerdote activó el medallón y se tele transportó, el hechizo genocida aniquiló la última vida que había en el planeta, hubo una explosión tan abrumadora e intensa que se vio a millones y millones de años luz; hasta incluso, desde la dimensión del mundo prodigio, sólo que se avistó cómo una simple estrella fugaz.


CAPÍTULOS 12 Y 13:  

- Esa es mi historia, joven JEN- le dijo Meddes, ya había pasado una hora que ambos estaban sentados, conversando.

Sony estaba desanimado, era la historia más triste que había escuchado y sintió gran pena por su enemigo; hasta tal punto de comprender (en cierto modo) porque hizo lo que hizo. 

Sony siempre le tuvo terror a la humillación pública, pues odiaba estar expuesto a las malas opiniones; en momentos así, se comportaba como todo un idiota. Creyó que tal vez, en el lugar de Meddes, podría haber terminado igual. Cerró los ojos y contuvo el nudo que se abalanzaba entre su estómago y su pecho.

- Ojalá todo hubiera sido diferente en tu vida, lo digo de todo corazón- terminó diciendo.
Meddes se quedó mudo, impresionado. Luego sonrió soberbiamente.
- Los JEN… los elegidos. Aquellos que siempre quise conocer, ahora entiendo porque te escogieron- Meddes se levantó.

Sony notó que Meddes era más humano de lo que creía, y no por su aspecto, sino por su manera de actuar. ‘‘Nadie nace siendo totalmente malo’’ había dicho en algún momento de la historia. Recordó algo inmediatamente y exclamó.

- Ustedes creían que sólo había un JEN, pero somos dos, me pregunto por qué…- luego sintió una punzada en el pecho, un dibujo comenzaba a formarse. El elemental sentía que le tiraban agua caliente en ese sector. Soportó el dolor, sabía que pronto ya no razonaría con naturalidad, y dijo- Hay tantas preguntas que me gustaría hacerte. Amdor fue el creador de los nueve corazones… con razón llaman así a las bestias en las que se convierten los Elementales. Tritán fue un señor oscuro e hijo del titán Vrogh; por lo que noté en su conversación en el Zen. Y Fismut… no es tan amable cómo lo imaginé. Hiciste una alianza con Hariet, significa que…
- Yo creé las dos torres de cristal que mantenía al reino de las Islas Gemelas, separado. Dañé al príncipe de Zimpat para asegurarme de que tuviera la fuerza para llamar al águila y expulsar el alma de mi… compañero- dijo con rencor- Así podía recuperar su verdadero cuerpo. ¡JÁ! Yo fui quien escondió el medallón de bronce en la Tierra para que ustedes lo encontraran y lo utilizaran para viajar al ZEN, el año pasado. Todo este tiempo, han sido manipulados.

Sony se echó a reír, mientras se tomaba del pecho con una mano y se tapaba sus partes íntimas con la otra. La marca negra no tardaría en tomar el control.
- ¿Recuerdas el ataque que te lancé cuando nos encontramos en el bosque de Reroriam? - Meddes asintió- Desarrollé una habilidad nueva este último tiempo, esa maza de lava ordinaria que creíste ver, ocultaba un pequeño GOLEM, conformado por rocas ígneas. Este pequeño hombrecito de roca, se sumergió entre los ladrillos de la torre blanca y comenzó a devorarse lo que la conforma, tiene la particularidad de multiplicarse cada vez que se alimenta- lanzó un gemido del dolor por el tatuaje que daba los toques finales- No me mal interpretes, de verdad siento lastima y empatía por ti; pero necesitaba distraerte mientras mi plan se efectuaba. Ahora, la torre caerá y la maldición de Reroriam… se irá.

Meddes se quitó la capucha y Sony pudo contemplar aquel rostro por primera vez, a diferencia de como lo había descripto con anterioridad, no parecía ser el aspecto de un adulto, sino el de un anciano de setenta años, con la piel caída, porosa, hinchada y deformada; en donde debería estar su ojo derecho, había un hueco oscuro y sangriento. 

Meddes lo tapó con una venda blanca alrededor de la cabeza y usó su bastón para observar el planeta Sulcius. Una imagen voladora (cómo un video espectral) se proyectó en los aires: la torre blanca estaba desmoronada y los GOLEM se desvanecían, confundiéndose con los restos de la torre.

Sony sonrió amablemente cuando vio aquel rostro y aquella imagen, su misión había sido un éxito. La marca negra terminó por formarse y la actitud del joven cambió por completo. Meddes lo vistió y el joven se levantó.
- Empezaremos con tu entrenamiento en el Yöbu, joven Sony. Ya has probado ser un alumno ejemplar.


GUERRA ENTRE HERMANOS (CAPÍTULO 14):

 - ¡¡¡KAY!!!- gritó Lepra. Fismut apareció rápidamente y mediante su bastón, los ayudó a atravesar el precipicio con magia avanzada. Natal no sabía que pensar, ya había vivido una situación similar que no resultó tan desafortunada; otra vez tenía que lidiar con la muerte de uno de sus pupilos; pero ahora, todo había cambiado, porque el asesino de su pupilo había sido su otro alumno y este acababa de optar por un camino de oscuridad. 
 - Bien- le dijo Meddes a Sony- Espera aquí, por nada en el mundo entres al Templo, es una orden. Encárgate de los otros, los quiero a todos muertos para cuando regrese- Sony examinaba el cadáver de Kay, dándole la espalda a Meddes- ¡¿Me escuchaste?!

Durante ese momento, cuando el cuerpo de Kay se desplomó sin vida, una mujer apareció ante él: Jessica. Los ruidos se apagaron, los movimientos se detuvieron, los olores se esfumaron; Sony sólo reconoció el dulce aroma de su prima y su hermosa sonrisa. Otra vez, estaban en la Isla flotante de Sarmander; Dimitrion estaba sentado, esperando que los Narsogs regresaran. La fogata expulsaba chispas y las almas atrapadas presionaban para salir de su encierro. Pronto, el ritual de los malditos estaría completo.
Distintas sombras empezaban a formarse, surgiendo del abismo del mismo fuego.

- Jessica, ¿A dónde vas? - preguntó Sony, impaciente.
Su prima continuó caminando, la segunda vez que le hablaron, ella giró y dijo:
- Mi mamá me dijo que ustedes dos eran especiales… y que debía cuidarlos- pausó y terminó con la siguiente frase-  VIVAN BIEN.

Sin embargo, antes de que se lanzara a la perdición, Sony la tomó de la muñeca, ella lo miró con comprensión y dijo.
- NUNCA NECESITÉ QUE ME SALVARAS. YO ELEGÍ MORIR, PARA PROTEGERTE.
- Jessica, yo…
- Olvida eso, no es importante- replicó ella con una sonrisa- Protege al mundo y protege a tu hermano, te necesita. Y lo más importante de todo, protégete a ti mismo. Siempre fuiste la solución, no el problema…

Segundos después, Jessica se soltó y corrió hacia la fogata a toda velocidad.
Hubo una explosión de colores y todo se volvió blanco.
Finalmente, Sony volvía a despertar.




[1] La guerra de las bestias: el templo de la muerte. CAPÍTULO 9. ‘‘La maldición de Reroriam’’. Pág 79.
[2] La guerra de las bestias: los nueve corazones. CAPÍTULO 12. ‘‘Un duelo de magia y desesperación’’. Pág 49. 

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