El Origen
de los JEN. Parte 2: CAPÍTULO 19.
Fismut
se acercó a los JEN, ambos estaban exhaustos, y se sentaron en los suelos.
Ignoraron al mago e intentaron recuperar el aliento. Sin embargo, el mago fue a
cerciorarse que los gemelos estuvieran muertos, examinó los cadáveres y dijo en
voz alta, en un tono bastante frío.
-
Están muertos.
Vrogh
asintió y observó a los jóvenes con devoción. A continuación, su altura se
redujo a unos diez metros y su cuerpo empezó a desaparecer, en fragmentos
pequeños, cómo si fueran las chispas de una hoguera.
- Todo lo que hice estuvo
mal, pero hoy logré cambiar eso. Gracias… Kay y Sony. Por devolverme la
esperanza y la felicidad. El futuro está en buenas manos.
Los
elementales contemplaron como la colosal figura del titán empezaba a
desvanecerse; arrancando por las piernas, la cintura, el torso y terminando por
el rostro.
- Huyan de aquí, rápido. Mi
poder era lo que mantenía este mundo, sin mi existencia, dejará de vivir.
Los
JEN asintieron, se levantaron, visualizaron a Grok y Bag exterminados, ninguno
de los dos podía creer lo que habían hecho y la fuerza existente que
probablemente aún no había alcanzado su límite.
En
cierto modo, estaban bastante aturdidos. El origen de los JEN y la batalla
contra sus propios demonios, los habían cambiado por completo. Miraron a Vrogh,
sin ninguna expresión y se marcharon.
- Fismut, toma el collar.
Es vuestra responsabilidad.
El
mago subió las escaleras hasta el pedestal, quitó el cuadrado transparente que
lo protegía y tomó el insólito collar, el denominado TORQUEM. Fismut se quedó
analizando dicho artefacto, petrificado.
- Entiendo tu reacción- dijo la cabeza flotante
de Vrogh, que se ausentaba poco a poco- Fue
lo que tu padre FARGOS, deseó poseer
para vengarse de mí. No quieres que lo sepan, aún… ¿verdad?
- Fue mi error que el arqueólogo encontrara el
corazón oscuro y se convirtiera en Hariet. Si no fuera por mí, no habría
dualidad. Lo reconozco, titán.
- La guerra de las bestias
se aproxima, ten cuidado.
-
Lo tendré- afirmó Fismut.
- Yo siempre te observé, Fismut. Y sé que
tuviste que tomar decisiones difíciles, pero recuerda que hay una solución para
todo. Adiós, mago. Cuida a los más jóvenes.
El
rostro de Vrogh desapareció por completo y su esencia se evaporó.
-
Adiós, Vrogh- dijo Fismut con una sonrisa.
De
repente, el líquido que cubría el techo se esfumó, hubo un temblor y las
paredes se desprendieron; las columnas cayeron. El templo de la muerte se
desmoronaba. Fismut salió de la habitación a toda velocidad.
FUERA DEL TEMPLO:
Natal
cerró los ojos cuando Lepra terminó de contar la historia completa.
-
¿Y bien? ¿Qué opinas? - le preguntó el joven morgano.
-
Qué hicieron mal en hacernos creer cualquier cosa, ahora entiendo por qué los
compañeros de Fä se burlaban de Kay o por qué Xón le dijo a Kay: ‘‘Mi señor’’-
respondió Natal entre suspiros, luego elevó la voz- ¡Maldita sea! ¡Todo tiene
perfecto sentido ahora! Sin embargo… ¿Por qué ellos de todos los humanos que
existen en el universo? ¿Por qué ahora en esta época y no fue en el pasado o
después en el futuro?
-
Te enfocas en trivialidades. No lo sé y tampoco importa. Ellos fueron elegidos
por Tritán y punto.
Natal
se echó a reír, pero fue una carcajada sin gracia.
-
Me voy a volver loco…
Natal
y Lepra continuaban conversando sobre la historia de los titanes y los JEN.
Mientras tanto, un individuo yacía tendido en el suelo, atravesado por varios
cuchillos de cristal en toda la espalda; escuchaba todo mediante el súper oído
y aprovechó la distracción para curar sus heridas a través del círculo de los
magos (Böju). En ese instante, pensaba.
-
Ya entiendo lo que hiciste, Oscuro. Le diste un solo día de resistencia al
sello del joven Sony para que se quebrara al mismo tiempo que el del otro JEN.
Así los monstruos tomarían el control definitivo al mismo tiempo y yo podría
entrar al Templo para robar el collar sin problemas. Sin embargo, esa era la
primera opción… ME MENTISTE. Nunca me dijiste sobre el gran precepto, lo
hiciste a propósito. Creíste que, si la primera opción no funcionaba, se
librarían de los monstruos, Sony rompería la marca negra y me eliminarían.
Ellos entrarían al templo, en lugar de mí (cómo pasó) y saldrían con el collar.
Luego te encargarías de robárselos de alguna manera. Lo único que siempre te
importó es deshacerte de mí…
Los
cuchillos que lo mantenían inmóvil se quebraron y Meddes pudo levantarse.
-
Al final de todo, me aferré a un sueño y lo cumplí. Marqué la vida de los JEN,
era lo mínimo que podía hacer, ellos marcaron la mía cuando me enteré de su
existencia y decidí visitar el museo de Morgana siendo tan sólo un niño. Causé
un problema irreparable, una separación, la batalla entre ellos sólo fue el
principio… - pensó y dijo en voz alta, examinando a los elementales conversando
entre ellos- Si Hariet cree que puede quitarme del camino está muy equivocado.
Yo terminaré con lo que más ama…
Una
serie de llamas violetas rodearon a Lepra y Natal en un santiamén. Meddes se
les acercó, rengueando.
-
El último morgano morirá hoy- dijo Meddes.
-
Realmente nunca te mueres- dijo Lepra, apretando los dientes. Natal yacía serio
en silencio.
Meddes
se quitó la capucha y todo el traje oscuro. Ambos elementales pudieron contemplar
aquel rostro por primera vez. Su reacción fue exactamente la misma a la que
tuvo Sony cuando la vio, de impresión. Parecía un anciano de setenta años, con
la piel caída, porosa, hinchada y deformada; en donde debería estar su ojo
derecho, yacía una venda blanca que le cubría la mitad del cráneo, una mancha
de sangre sobresalía (Hariet se lo había quitado). Era calvo y tenía la piel
blanca, además, su contextura física resultaba ser muy delgada, como si fuera
anoréxico. Su único ojo a la vista era de un color verde claro, sin pupila.
En
anteriores batallas, la piel de Meddes parecía estar echa de acero cuando lo
atacaban cuerpo a cuerpo, finalmente se revelaba el por qué. Vestía una
armadura hecha con huesos en el torso, la espalda, los genitales, las piernas y
los brazos. Estaría completamente desnudo si no fuera por aquel blindaje.
La
túnica negra cayó a un costado y se encendió en ese particular fuego violeta
hasta extinguirse.
Natal
finalmente entendía por qué le salía sangre desde la capucha: Meddes había
perdido un ojo. El profesor dedujo que no había pasado mucho tiempo y que la
herida no estaba tratada…
La
horrible figura del antagonista asqueó a los presentes. Sin embargo, Lepra
cerró los ojos, utilizó el bastoncito de Fä y mediante el círculo de Böju,
dicha herramienta se transformó en una espada afilada.
Natal
no se quedó atrás y buscó la espada de Xón (que había quedado olvidada tras la
batalla entre los hermanos), la empuñó y un ligero viento la rodeó; invisible
ante los ojos, pero notable para el viejo elemental.
Meddes
flexionó los dedos, cruzó los brazos y apoyó las palmas sobre su pecho,
rápidamente estiró sus extremidades e innumerables cuerdas emergieron, rodeadas
de un aura celeste.
Lepra
pisó la tierra y un peñasco de diez metros brotó desde los suelos para
protegerlos. Las cuerdas envolvieron la roca y la revolearon por los cielos,
dichas cuerdas mágicas estaban atadas a los dedos de Meddes.
El
sacerdote se acercó a ellos, no le quitaba el ojo de encima a Natal.
-
Prometo reunirte con tu hijo no nacido- le dijo.
-
¿Cómo… cómo lo supiste? - titubeó Natal, asombrado.
- Lee mentes- le dijo Lepra- Él busca y encuentra tus cargas y tus miedos,
quiere hacerte perder la cabeza.
-
No es divertido si se lo cuentas- vociferó el delgado villano.
Natal
apretó los dientes y fue al ataque, alzó la espada para cortarlo en dos, pero
Meddes usó sus hilos y estos quebraron al arma blanca en varios pedacitos. El
elemental del viento se echó para atrás y utilizó algunas bolas de aire, lo que
le permitió atacarlo y alejarlo del enemigo al mismo tiempo. Estas bolas
sobrenaturales (a diferencia de las de Kay) no sólo embestían, sino que
causaban una onda expansiva intencional que le permitía a su usuario, alejarse
del peligro.
Lepra
se sintió rechazado por Meddes, quien parecía sólo estar interesado en Natal. A
continuación, Meddes usó sus hilos para atrapar al elemental del viento, sin
embargo, Lepra cortó dichos hilos con su espada, luego agitó la mano y el
sacerdote se vio rodeado por dos enormes rocas que lo aplastaron.
O
eso creyeron. Meddes había estirado los brazos para cada lado, apuntando a las
rocas con las palmas. Luego, rayos celestinos las perforaron por dentro,
provocando un túnel en ambas, perfectamente simétrico. Meddes creó otro agujero
para salir por él.
Sus
hilos se habían desvanecido y no tardó en hacer aparecer su oscuro bastón por
arte de magia.
-
Acércate un poco más, viejo elemental- le dijo Meddes a Natal- Quiero conocer
más de ti, necesito estar a una determinada distancia para leer tu mente y
revelar tus secretos.
-
No te conviene intentarlo, estoy lleno de memorias. Viví una larga vida…- río
Natal con soberbia.
Aunque
Natal no supiera que el sacerdote llevaba una enfermedad que lo hacía envejecer
más rápido, Meddes se tomó muy mal el comentario y con furia, levantó su bastón
y las dos rocas que Lepra había creado se elevaron por los aires y cómo
misiles, los acecharon.
Lepra
fue rápido y formó una gigantesca pared que funcionó de escudo. Las rocas colisionaron
contra dicho muro y todo se desmoronó, el polvo rodeó el ambiente.
El
elemental de la tierra estaba lejos de quedarse de brazos cruzados, mutó al
minotauro, vestido con la armadura y empuñando su amenazadora hacha; y atacó al
sacerdote.
Lepra
portaba el hacha en su mano derecha y la espada (bastón de Fä) en su mano
izquierda. Agredió a Meddes con ferocidad, quien utilizaba su bastón para
luchar y defenderse.
Ambos
combatían enceguecidos por el odio que el otro les provocaba. Natal notó esto y
creyó que, aunque Lepra ganara, podría perder el rumbo…
-
El poder de nuessstro antecesssor es asssombroso, ¿No lo creesss? - le dijo
Meddes con cierta risa irritante.
-
Hoy voy a vengar a toda mi gente, lunático. He soñado con este día desde que
nací- gruñó el minotauro, expulsando humo de su gran hocico. La batalla entre
armas continuaba.
-
¿Qué sabes tú de ‘‘tu gente’’? Eras sólo un bebé cuando Morgana pereció por mis
propias manos. Te hubieran menospreciado tanto como a mí, jovencito. Eran seres
enfermizos y manipuladores. Especialmente tu maestro…
-
¡No te atrevas a hablar mal de Fismut delante de mí! - le gritó el minotauro y
usó la espada para estocarlo, pero falló.
-
Es la verdad. Si él es tu mentor y fue el mío, eso nos haría compañeros. Fismut
es peor que yo, su mente está más retorcida que la de cualquier lunático. Tú
que lo conoces de cerca, de seguro lo entiendes… sólo te está usando- Meddes se
limitaba a defenderse de los ataques de la bestia para poder conversarle- Eres
uno de los portadores, los morganos le tenían terror al poder desconocido. Como
dije, te hubieran odiado. Amdor fue respetado y temido al mismo tiempo; sus
habilidades se llegaron a tomar como maldiciones…
-
Habla todo lo que quieras, Arcas. Hoy morirás.
-
¿Quieres provocarme llamándome por aquel nombre? Ya no significa nada para mí-
aquel ojo verde examinó al formidable minotauro que lo enfrentaba- Eres una
belleza. Realmente Amdor ha sido mi ejemplo a seguir desde pequeño. ¿Cómo hizo
para forjar ocho elementos y ocho criaturas? Es un misterio. Te miro y me traes
tantos recuerdos de cuando investigué su libro y leí sobre las habilidades que
fueron a parar a la Tierra. Yo desconocía la historia de los Elementales y del
Oscuro hasta que conocí a mi compañero, él me la contó.
-
¿Trabajas con el Oscuro? Debí imaginarlo…- vociferó la bestia- ¿Él fue quien te
quitó el ojo derecho?
-
Eso no es lo importante- respondió el sacerdote- A mí me intriga saber por qué
mi compañero creía que existían NUEVE corazones y no OCHO. El libro de Amdor
que mi padre había robado, especificaba sólo ocho… es un misterio. Y creo saber
quién tiene la respuesta…
-
Sólo quieres hacerme dudar de mi maestro- dijo Lepra rápidamente.
-
¿Tú crees que eres su hombre de mayor confianza? ¡JÁ! Fismut sólo se preocupa
por una persona… él mismo.
-
¡BASTA! - el minotauro realizó la transformación a la inversa, es decir, volvió
casi todo su cuerpo (a excepción de los brazos y las manos) al de un ser
humano.
Lepra
miraba a Meddes, furioso. La espada y el hacha presionaban contra el bastón
oscuro del sacerdote. A continuación, el círculo de los magos apareció bajo los
pies de Lepra, con los cinco segmentos…
-
¡No, Lepra! ¡Debe haber otra forma! - le gritó Natal, observando la batalla.
-
¿Qué esss essso? - preguntó Meddes, sorprendido.
-
Lo que perfeccioné durante años para derrotarte. El círculo COMPLETO de los
magos- los enormes brazos del minotauro se achicaron a los del joven humano y
la luz que emitía el círculo, poseyó a Lepra por completo. Sus venas se hicieron
visibles en todo el cuerpo y la cara, mediante una luz celestina, su cabello se
erizó y un aura azul (cómo fuego) lo envolvió. Hasta su voz se había tornado
resonante, emitiendo un eco pronunciado- Es tu fin- Apretó el hacha y la espada
con tanta fuerza que se hicieron añicos, los soltó y tomó al bastón oscuro con
sus manos.
El
arma que había quitado la vida de tantos seres, se hizo añicos y Meddes gimió
del dolor cuando Lepra le pegó un puñetazo en la cara, inmediatamente después.
El
elemental de la tierra era mucho más fuerte, rápido y habilidoso que antes. No
necesitaba de su elemento ni de su contraparte para enfrentar al imponente
sacerdote.
Torturó
a Meddes mediante puñetazos, codazos, rodillazos y patadas. Fueron tan intensos
los ataques que la armadura esquelética del sacerdote comenzó a agrietarse…
Natal
estaba muy preocupado. Debido a que, durante la guerra entre hermanos, Lepra le
había explicado que, al usar todo el poder del círculo, moriría. Pero ya nada
podía hacer, los últimos dos morganos se batían en un duelo final.
Ni
siquiera podía pensar en la duda que el sacerdote había planteado… ¿El corazón de Hariet no pertenecía a Amdor?
Meddes
río como un desquiciado, su horrible rostro estaba cubierto de nuevas heridas y
moretones.
-
Yo supe que Fismut tildó al titán Vrogh como una amenaza debido a que lo
culpaba del genocidio que YO hice. Por eso les hizo creer a los JEN que era un
enemigo y un espíritu malvado, temiendo que, si sabían la verdad, se podrían de
su lado…- dijo Meddes, jadeando. Natal se sobresaltó.
-
¿Y eso qué? – preguntó Lepra, quien descansaba por unos segundos a unos metros
de su contrincante.
- Bueno…
odio que me saquen el crédito. Lo más lógico para terminar contigo es
eliminándote de la misma forma que a ‘‘ellos’’. ¿No crees? – Meddes alzó su
huesuda mano hacia el cielo- El hechizo genocida… el gran rayo destructor
terminará con todo. Sólo un mago capaz de usar el Böju y el Yöbu puede
invocarlo…- hubo un estruendo y el oscuro rayo salió de la palma del
desdichado; creció y se alzó hacia el cielo, para dar la vuelta y caer en la
tierra. Tardó varios segundos en conformarse hasta que nada más salió de la
palma de Meddes y el rayo pudo girar para penetrar los suelos- Probablemente
agote casi todas mis fuerzas y acorte mi vida, como aquella vez… pero le daré
fin a los ‘‘héroes’’.
Natal
creó una esfera de aire a su alrededor, pero intuía que de nada serviría. Lepra
yacía con la mirada en los cielos, serio. La energía proseguía en su sistema e
intentó lo impensable.
-
¡Natal! ¡Elévame por los cielos! ¡AHORA! - le gritó Lepra.
-
¿Estás loco? Vas a ser atraído por el…
-
¡HAZLO! - vociferó la resonante voz de Lepra con la energía completa del Böju
fluyendo por su sangre.
Natal
frunció el ceño e hizo un gesto rápido, como si estuviera lanzando una pelota.
Al instante, Lepra se elevó por los cielos debido al viento que el viejo
profesor había creado para impulsarlo.
El
elemental de la tierra sacó el súper temporizador espacial (el cual estaba
hecho de metal) de su bolsillo y estiró el brazo que lo portaba por encima de
la cabeza, todo esto ocurrió en los aires.
El
plan funcionó y el rayo negro se dirigió hacia Lepra en un santiamén (el súper
temporizador espacial acababa de funcionar como pararrayos).
-
¡NO! – gritó Natal.
Meddes
jadeaba, sin embargo, estaba muy atento a lo que ocurría.
Lepra
usó la energía del Böju y el corazón de los elementales para tomar el colosal
rayo y succionarlo. Gritó desesperado y una luz blanca cubrió la escena.
Cuando
finalmente Natal y Meddes pudieron abrir los ojos; Lepra había logrado su
cometido, salvándolos a todos y desplomándose por los aires, completamente
normal.
Natal
usó el viento para que cayera en sus brazos y lo acostó en el suelo. Le tomó la
presión y notó que aún estaba con vida, pero parecía que pronto fallecería. En
la mano portaba el súper temporizador espacial hecho cenizas.
Aún
con fuerzas para luchar, Meddes usó sus cuerdas mágicas para tirar a Natal
desde atrás y arrastrarlo por los suelos.
-
Sólo quedas tú- dijo. Natal notó que su aspecto había cambiado, ahora parecía
un jorobado de 80 años- Puedo ver en tu mente que le temes a las alturas…
-
Envejeciste- vociferó Natal, deslizándose por los suelos y el camino con los
cristales del Templo de la Muerte.
-
Nací mal. Ahora muere- Meddes lo llevó hasta el final del camino y lo tiró al
abismo para que Natal cayera 10.000 metros. Tuvo que hacer más fuerza de la
normal para revolear al elemental a través de sus hilos.
El
profesor intentó usar el viento para impulsarse, pero Meddes agregó un extra y
le incendió las extremidades con el fuego violeta. En el proceso, los anteojos
del profesor se desprendieron de él y sucumbieron los 10.000 metros. Natal,
lleno de terror, cayó al abismo y lo último que pensó fue:
‘‘- Relájate y concentra la
energía en tu interior, guíala hacia tu corazón y haz que fluya a través de
ti…’’ (…)[1]
El
templo de la Muerte tembló, sus paredes comenzaron a caer, todas sus partes se
desmoronaron y destruyeron la escalera, la entrada y las columnas exteriores.
Kay y Sony salieron antes de su destrucción, acompañados por Fismut. Se
quedaron tiesos al ver como Meddes había envejecido repentinamente.
Meddes
creía haber acabado con el viejo profesor y avanzó hacia los JEN. De todas maneras,
fue sorprendido.
-
Oye… ¿No te olvidas de mí? ¿Verdad? - dijo una voz a sus espaldas. Meddes
volteó y sintió un profundo temor.
Natal
estaba VOLANDO por los aires, flotando cómo si fuera un globo aerostático.
No
hubo pausa, Natal movió los dedos y Meddes se tropezó, cayó de espaldas al
suelo. Natal no fue compasivo y le quitó el aire para respirar. Meddes gemía,
ahogándose. Sus arrugas se tensaban y todas sus venas se vislumbran con
claridad mientras era sofocado.
Dick
Natal aterrizó a centímetros de él y lo miró con pena. Razón por la cual le
devolvió el aire y Meddes no murió. El elemental quiso tomarlo de la mano para
que se levantara y este se rehusó, atemorizado. Cómo si Natal fuera un
monstruo.
-
No comprendo por qué tanto terror. No voy a matarte, no soy como tú- Meddes y
Natal cruzaron miradas, a lo que el profesor agregó- Aunque no parece ser
aquella la razón…
-
Entonces… ¿No lo sabes? - preguntó Meddes, anonadado y derrotado.
-
¿Saber qué? – dijo Natal, confundido.
Meddes
sólo se limitó a examinarlo con su único ojo y se quedó en silencio. Natal no
insistió, ya que creía que estaba delirando.
-
¡Lo venciste! - exclamó Sony, quien se acercaba junto a Kay y Fismut.
-
Lindos trajes- les dijo el profesor, feliz por ver a Sony de vuelta en sus
cabales y al joven Kay vivito y coleando. No podía decir lo mismo de Fismut…
-
¿Dónde está Jhor? - preguntó Kay, inmediatamente después.
-
Falleció antes de que yo entrara al templo- informó Fismut y miró a su
alrededor- ¿Dónde está… Lepra? - y lo encontró a metros de distancia,
inconsciente.
Kay
y Sony apretaron los dientes al escuchar eso, pero no hubo tiempo de lamentos.
Todos juntos fueron hacia donde estaba Lepra. Dejando a Meddes… sólo.
-
¿Por qué… por qué nunca le importé a nadie? - susurró Meddes.
Natal
le hizo RCP a Lepra, pero no hubo caso. Fismut intentó curarlo con la magia y
tampoco funcionó. Lepra estaba al borde de la muerte…
- Vamos,
Lepra. ¡No te dejes vencer! – le exclamó Sony, con lágrimas en los ojos.
Kay
apretaba los dientes, triste.
El
elemental de la tierra, morgano y mago tenía el rostro manchado, con algunas
heridas y suciedad; los ojos cerrados y los labios secos. Natal le había
quitado la parte superior de su túnica, dejando su abdomen al descubierto, para
poder practicarle el RCP.
Después
de largos minutos, Natal se rindió.
-
Ya no hay nada que podamos hacer- dijo y rezó. Kay y Sony repitieron el gesto.
-
Sí que la hay…- dijo Fismut y se quitó la túnica blanca; debajo vestía una
camisa medieval del mismo color, se levantó las mangas y los elementales
notaron que el mago tenía una gran venda
rodeándole toda la mano y el brazo izquierdo. Quisieron preguntarle que le
había pasado, pero no podían interrumpir.
El
mago habló sin pronunciar sonido alguno, movió los dedos de un lado a otro y
posó la palma con la venda, en la frente de su pupilo. Hubo un tirante silencio
y Lepra despertó.
-
¿Cómo…? - exclamó Natal.
-
Le cedí una parte de mis poderes, mi energía reestableció su vitalidad y curó
sus heridas internas- dijo Fismut y se levantó.
-
Al contrario que la habilidad de la página 72 del libro de Amdor…- pensó Sony.
Lepra
estaba aturdido, no entendía por qué todos lo miraban con caras largas.
Incómodo, se levantó y evadió las inspecciones de sus compañeros.
-
¿Qué pasó? - se animó a preguntar.
Ninguno
de los presentes le respondió al principio, estaban realmente felices de verlo
bien.
-
Eres un héroe, eso fue lo que pasó- le dijo Natal- Nos salvaste a todos del
hechizo genocida.
Lepra
miró al profesor y a su maestro, quien sonreía pasivamente. Estuvo a punto de
preguntar por el enemigo hasta que…
-
¿Por qué, mago? ¿POR QUÉ? – dijo el anciano Meddes, en cuatro patas- ¿Por qué
le diste parte de tu vida a él y a mí sólo me rechazaste? ¡DÍMELO!
Fismut
frunció el ceño y se mantuvo en silencio. A pesar del gesto desinteresado del
mago, Sony y Kay lo miraban con desconfianza.
-
¿Aquella vez que el supremo Wet te dio la orden, realmente ibas a asesinarme? -
preguntó Meddes.
Lepra,
Natal y los JEN posaron su atención en el mago.
-
Si, lo siento Arc- respondió Fismut, apenado.
Meddes
notó de inmediato que Fismut colgaba en su cuello el TORQUEM y se le ocurrió
una idea…
-
Tú le juraste protegerme, delante de mí. Le dijiste que me cuidarías,
traicionaste los deseos de mi padre- le decía mientras gateaba hacia ellos-
Nunca me atreví a matarte por temor a que todo fuera un error y aquel día sólo
procurabas salvarme de los Inmortales. Te odio, Fismut. Te odio como jamás odie
a nadie. Y estaré complacido de saber que me iré de este mundo, con tu muerte
asegurada- Fismut les indicó a sus compañeros que retrocedieran. Meddes fue
rápido y usó las cuerdas mágicas celestinas para quitarle el TORQUEM a Fismut.
Lo logró y el collar desapareció al instante.
-
¿QUÉ HICISTE? – exclamó Fismut, furioso. E hizo aparecer su bastón blanco.
-
Lo transporté a otro lugar- comentó Meddes, sin darle importancia- No les diré
dónde está. Oh Fismut… deseo que el PRODIGIUM te aniquile y te haga sentir todo
lo que yo sentí cuando me traicionaste.
Fismut
se acercó a Meddes, procuraba eliminarlo con su bastón blanco, aprovechando lo
débil que se encontraba. Los demás yacían tiesos, en silencio y escuchando.
-
Yo hice lo que pude, pero tomaste un camino oscuro…- le dijo el mago al
sacerdote.
-
Cuando mi padre fue encerrado, desapareciste por semanas… nadie sabía dónde
estabas. Buscabas al JEN, ¿verdad? Porque sabías que Hariet se había liberado
de la prisión que le creaste hace siglos.
-
¿El JEN? - preguntó Sony- Me lo contaste… ¿Quién era?
Meddes
observó a Sony mientras se acercaba a Fismut y dijo.
-
… Frank Montarnen.
Kay
se sobresaltó y recordó lo que dijo Minos el año pasado.
‘‘- El titiritero- dijo el elemental del
fuego- Jugaste con Morgán y con Dimitrion, asesinaste a nuestros… ¿Por qué?
- Eso sí puedo decírselos, porque creí que ellos
eran ustedes. Pero me equivoqué- respondió el Rey.’’ (…)[2]
- Pero tú y el Oscuro se equivocaron. Tritán
nos eligió a Kay y a mí- dijo Sony. Meddes sonrió.
-
¿Eso crees? La sangre es la sangre…
Kay
y Sony recordaron inmediatamente después que tanto Dimitrion como Miljen habían
necesitado de SU sangre para realizar el Ritual de los Malditos. De alguna
manera, la sangre de los JEN parecía estar ligada con sus espíritus heredados
por Tritán. Ahora comprendían que sus antiguos enemigos buscaban la sangre del
titán creador y no la de dos elementales, como creían que había sido.
Meddes
dio un paso más y cayó al suelo, solo. Fismut detuvo el paso y bajó la guardia.
-
Es tu fin, Arc.
Hubo
rayos, truenos y relámpagos en los cielos; el muro tembló y el cielo se vio
afectado gravemente, aquel mundo se desvanecía como había dicho Vrogh.
Fismut,
en lugar de asesinar a Meddes, usó el bastón para hacer aparecer un jarrón
repleto de las aguas de Agda.
-
Nos iremos de aquí. Lepra, vamos- ordenó.
Su
aprendiz tomó la jarra y la abrió, las aguas se balancearon por los aires y
rodearon a todos los elementales.
-
Tienes más sangre en las manos de la que crees…- le dijo Kay a Fismut,
seriamente. El mago suspiró. Luego se dirigió a Meddes- Púdrete aquí, en un
mundo muerto, esto es por Agustina y mis suegros.
- Él lo tiene todo planeado, los Ryanos en
su sociedad sólo están esperando el momento adecuado. Está formando su
ejército- dijo Meddes, desesperado. No quería ser abandonado- LA GUERRA DE LAS
BESTIAS SE APROXIMA…
-
Lo sabemos- dijo Fismut y golpeó al suelo con el bastón. Las aguas rodearon a
Kay, Sony, Lepra y Natal; luego desaparecieron y dejaron a Meddes allí, sólo.
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