martes, 31 de octubre de 2017

Fismut, el mago: CAPÍTULO 7.



Fismut, el mago: CAPÍTULO 7.

Eran las cinco de la madrugada, oyó una increíble cantidad de gritos, de ruidos molestos, de portazos… después del largo día que había padecido, no tenía intenciones de solucionar problemas caseros. Pero todo fue creciendo rápidamente y previó el caos que se avecinaba. Se levantó, incluso los magos usaban pijamas, tomó su cetro y salió de la casa. Contempló todas las rutas devastadas, cuerpos incinerados, familias masacradas, hogares destruidos y a un fuego de color violeta extenderse por todos lados. El cielo parecía pudrirse y la gente de Morgana gritaba exasperada y corría hacia algún lugar seguro. El mago continuó avanzando y con la habilidad de ver todo el presente a su alrededor, supo que aquella catástrofe estaba sucediendo en todo el planeta. La civilización más avanzada con respecto a misticismo y cultura se estaba desvaneciendo ante sus ojos, las edificaciones se desplomaban sobre los ciudadanos y quitaban incontables vidas. El sabía que tenía que tomar una importante decisión, ya no era un joven de mil años, aquella época había quedado muy atrás; su fuerza era infinitamente inferior. Y por más cruel que fuera, solo podía hacer una cosa y esto no incluía salvar a los niños, las mujeres y los hombres de su mundo. Se teletransportó hacia la plaza principal de la facción, donde yacía el monumento a los Inmortales, el más importante del planeta. Era una estatua dedicada al fundador de los Inmortales: el mago Amdor. Como lo imaginaba, el monolito había caído y un encapuchado yacía perturbando los cielos con sus rayos sobrenaturales. Meddes se estaba vengando de todo y de todos; al mismo tiempo, rocas de fuego acentuaron el armagedón y descargas eléctricas acecharon los mares, eliminando a todas las especies acuáticas. La tierra se abrió y cada ciudadano, cada hogar y cada objeto cayó al abismo del mundo. Alrededor del que alguna vez había sido conocido como Arcas Sannon, yacían cientos de muertos… los inmortales con capuchas negras que habían intentado detenerlo. El hechicero apretó los dientes y se mantuvo solemne, sin que Meddes lo notara, se escabulló entre los escombros para dirigirse hacia el hogar de una familia: los Viman. Los padres sabían lo que tenían que hacer y eligieron morir con su gente, le entregaron a su único hijo, al que habían llamado Lepra en honor a su abuelo. El bebé sollozaba y el mago hizo lo posible para mantenerlo a salvo, lo llevó a una cueva abandonada, donde yacía una de las fuentes que te permitían viajar entre los mundos, aún no había sido exterminada. Antes de sumergirse en ella junto al bebé, contempló el episodio final de Morgana: cerró los ojos y con sus habilidades fue capaz de ver lo que sucedía en el centro de la sociedad. Meddes lanzaba un último conjuro y desaparecía repentinamente, a continuación, un gigantesco rayo negro penetraba la tierra y le daba fin a la existencia misma de Morgana. El genocidio se había completado y Fismut se sumergió justo a tiempo, llorando desconsoladamente con el bebé en sus brazos.      

Se despertó con una gran amargura, hacía veinte años que tenía el mismo sueño, todas las noches. Pero ahora había dos cosas que lo mantenían totalmente concentrado y alejaban esas imágenes del pasado. Pronto llegarían y no había hecho nada de comer, se sintió un pésimo anfitrión. Meditó algunas horas y se vistió como de costumbre: la túnica de color miel con los bordes dorados. Se lavó la larga barba y continuó meditando en paz. Quería aprovechar todo lo que pudiera, pues si los rumores eran ciertos, con esos dos no tendría mucha tranquilidad. Esperó un poco más y la ansiedad lo invadió, así que salió de la casa con forma de planetario y se encaminó rumbo a la frondosidad; la canción estaba siendo cantada aún, eso significaba que todavía estaban en la costa y no habían entrado al bosque.   
Intuía que no vendrían solos (aparte de Lepra) sino que Pedro también los acompañaría, después de todo, esa era la tarea que le había encomendado hace siglos. Inmediatamente recordó una de las tantas profecías que había escuchado a lo largo de su vida:
‘’Un hombre de apellido Kimhote cambiará la historia para siempre’’.
Sonrió y se preguntó como estaría el pequeño Pedro, del que seguramente no había quedado ningún rasgo de su niñez. Estaba aburrido y los elementales parecían haberse perdido o retrasado; lleno de impaciencia, pronunció un conjuro y dividió su cuerpo en fragmentos para conectarse con la naturaleza y los seres vivos de Agda, era algo que hacía a menudo para interactuar con otras formas de vida (aquellas que no se podían comunicar mediante los métodos humanos). Tras una hora, los cuatro hombres aparecieron y Fismut volvió a la normalidad, cosa que dejó anonadados a los visitantes.
- Bienvenidos a Agda- los saludó amablemente.
Ni Kay, ni Sony ni Natal tuvieron las fuerzas para responderle, fue como si una piedra se les hubiera quedado atascada en el estómago.
- Yo he oído tanto de ustedes, como vosotros de mí- continuó el mago con pasividad, se lo notaba espléndido y muy contento.
Kay y Sony realizaron una reverencia, Natal miró hacia atrás muy tarde y no participó; Lepra apretaba los dientes, luego suspiró y le dijo al mago.
- Llegué tarde, maestro. Meddes se salió con la suya por décima vez, ya me las pagará…
Pero Fismut pareció no prestarle atención y permaneció atento a los nuevos huéspedes. 
- Pedro Kimhote, mírate. Estás enorme y viejo.
- La última vez que nos vimos yo era solo un niño- respondió Natal, con algo de timidez. Fismut sonrió y le dirigió la mirada a los JEN, por alguna razón, su rostro parecía iluminarse cuando los veía.
- Kay Montarnen y Sony Dameron, casualmente descendientes de los ocho guerreros y al mismo tiempo, los misteriosos JEN- los dos muchachos contemplaron al nuevo personaje con recelo- Yo creo que su presencia le será importante para muchos seres de este universo…
- Te vi en las memorias de la estatua de Jimonte, el año pasado- le dijo Kay- Eres igual a como lo eras en aquel entonces.
- Fui un inmortal, muchacho- la voz de Fismut resonaba y denotaba sabiduría- A lo largo de toda mi vida, me nombraron con una gran cantidad de nombres, hasta escribieron cuentos…
- Hay tantas preguntas que me gustaría hacerte…- habló Natal.
- Estoy involucrado en casi todas sus aventuras, indirectamente- respondió Fismut- Pero primero entren a mi hogar y coman algo, deben estar hambrientos.
Los cinco personajes continuaron caminando por el bosque en dirección al edificio con forma de planetario.
- ¿De qué se trata todo esto? ¿Cuál es el propósito de los JEN? ¿Quién es el amo de Meddes? ¿Cómo haremos para que las bestias demoníacas no vuelvan a despertar en tan solo tres días?- Natal no aguantó- Pido disculpas por mi comportamiento, pero estoy verdaderamente desesperado. Por primera vez, no sé que hacer. Todo este… asunto me vuelve loco.   
Fismut asintió comprensivo.
- Tengo un plan. No te preocupes. Hay una solución, pero antes que nada, quiero que nos los tomemos con calma. En caso contrario, las cosas no saldrán bien- Natal suspiró abatido, a lo que Fismut agregó- Cumpliste con tu parte del trato, sacrificaste tu propia felicidad para encontrar a los JEN.
- Bueno… te fallé, en realidad. Me casé y estuve apunto de tener un hijo, renunciando a mi inmortalidad y a mi búsqueda.
- Lo siento mucho, Pedro. Tenías todo el derecho de hacerlo. Ya imagino como habrán terminado las cosas… puedo notar tu tristeza- luego le dirigió una rápida mirada a Kay y Sony que yacían detrás en silencio- Aunque… aquellos dos parecen estar bien educados- Natal se sonrojó y carraspeó- Lo lograste, eso es lo importante. Yo confiaba en que lo harías. Siempre fuiste el elemental al que más estimé por tu coraje y tu voluntad, probablemente no sea correcto que lo diga, pero no puedo evitarlo. Elegirte fue un acierto entre tantos errores que cometí.    
A Lepra no le gustó para nada el comentario, casi nunca lo veía de buen humor, al principio pensó que estaba siendo demasiado desleal, pero… aquella sonrisa en el rostro del mago parecía ser auténtica. ¿Tan contento podría estar por conocer a los JEN o reencontrarse con uno de los primeros elementales? Lepra no lo entendía.
- No sé que decir, gran mago.
- Llámenme Fismut, todos ustedes. Soy su amigo, se los aseguro- el mago volvió a sonreír, Sony y Natal se sentían cautivados con su presencia. Kay, en cambio, tenía la mente en otro lugar- Ya estamos por llegar.
Arribaron la construcción con forma de planetario, más sorprendente de lo que hubieran imaginado… en primer lugar, yacía un muro que lo rodeaba en donde no había puerta, bueno, una puerta física… en su lugar, había una capa mágica que brillaba en un juego de luces que caían como la lluvia sin apartarse de la forma rectangular que moldeaban.    
- Si sus intensiones no son buenas, la barrera no les permitirá entrar- les comentó Fismut. Sony y Natal pasaron sin problemas, el asunto se vio complicado cuando le tocó a Kay; quiso avanzar pero una barrera invisible lo rechazó y lo empujó hacia afuera. Furioso, se levantó del suelo y encendió una llama en su mano…
- Tranquilo- le dijo Fismut- Lepra tampoco puede entrar, así que la desactivo temporalmente para que entre y salga.
La barrera mágica desapareció, Lepra entró primero. Kay apagó la llama, respiró profundo y le siguió con la cabeza mirando el suelo.
Sony y Natal miraban a Kay con devoción; Fismut parecía no prestarle total atención.
Continuaron caminando por un espléndido jardín, repleto de los árboles con forma de conos (pero muchos más pequeños) y un césped amarillo; se organizaban perfectamente en los alrededores, como los de un parque. Poco después, estuvieron a metros de la entrada del planetario. Sony y Natal se quedaron anonadados con la inmensidad del edificio; el cual se asemejaba a un barril grisáceo o al caparazón de una tortuga.  
- Agda es un planeta muy pequeño, vinimos a parar aquí cuando Morgana pereció. El rey nos ofreció un techo en este lugar, era un inmenso sapo parlante, los hubiera vuelto locos- les contó Fismut- Falleció tiempo después y nos hicimos cargo de su palacio. No hay humanos en este planeta ni seres muy inteligentes, algunas especies nos temen y otras nos apoyan.
- No imagino lo que debe ser mantener este lugar…- vociferó Sony.
A continuación, Fismut torció las muñecas y las puertas del edificio se abrieron en forma de espiral. Adentro había una enorme chimenea hacia un costado, sin el fuego encendido; la rodeaba una mesa triangular de madera (con la comida servida en platos y demás utensilios), sillas, alfombras extravagantes, cuadros raros y antorchas en las paredes. El espacio era tan enorme como el de un gimnasio, pero los elementales notaron que los dos anfitriones solo utilizaban pequeños sectores, todo lo demás estaba oscuro, vacío, sucio o mal iluminado. Del otro lado había estanterías que llegaban hasta el techo (el cual yacía a cincuenta metros del suelo) repletas de libros. Fismut los invitó a pasar y a sentarse en la mesa triangular, los visitantes obedecieron y se ubicaron en los segmentos del triángulo. La puerta principal se cerró y la descomunal habitación se tornó un poco más oscura. Cenaron todos juntos, ni Kay ni Lepra tenían mucho apetito. Sony, Natal y Fismut se la pasaron comiendo hasta que quedaron satisfechos. Los elementales del viento y la lava agradecieron la hospitalidad y la comida.
- Fismut, queremos saberlo todo- musitó Sony- Quiero saber porque Kay y yo fuimos elegidos como los JEN y que es lo que tenemos que hacer.  
El mago tomó un trago de vino y respondió.
- Probablemente mi respuesta no sea la que busquen y les genere aún más dudas. Pero para empezar, tienen que saber lo indispensable…
Sony y Natal posaron los codos sobre la mesa, muertos de curiosidad. Kay también escuchaba pero con indiferencia.
- Hay muchos secretos que guardan relación con el cosmos, la identidad de los JEN es uno de ellos y ciertamente, el más misterioso de todos. Yo nací en el primer mundo que practicó el Böju, aquello que fue, vulgarmente, conocido como la magia. Vivíamos bajo una sociedad fuerte y próspera…- el aspecto nítido y alegre de Fismut desapareció- Pero todo cambió cuando fuimos castigados, por un asesino, un ser que se creyó digno de jugar con las vidas ajenas- Fismut apretó los puños, las paredes comenzaron a sacudirse- El amo de Meddes- suspiró y todo volvió a la normalidad- El titán Vrogh.   
Los ojos de los elementales se abrieron como platos, incluyendo los de Kay.
- ¿Dijiste un ‘’titan‘’? ¿Esas cosas existen?- preguntó Sony.
- El mundo lo ignora, pero sí, alguna vez en el tiempo existieron.
Sony tragó saliva, petrificado. Natal sentía un calor en el pecho y Kay yacía serio y pensativo.
- Yo escapé gracias a mi madre, ella se sacrificó para que yo pudiera vivir- retomó Fismut, un poco más calmado- Vagué por el cosmos durante mucho tiempo y el rumor de los JEN se empezó a esparcir por todos los lugares que visitaba… finalmente acudí a los Inmortales, los líderes del planeta Morgana y me quedé con ellos. Conocían mucho sobre los supuestos elegidos, aquellos que tendrían una fuerza aún mayor que Vrogh, pero su proveniencia resultaba ser un misterio. Nadie sabía si existían en verdad o si solo eran una leyenda. No fue hasta después que descubrí que la palabra JEN provenía de la antigua lengua de los titanes y significaba: ELEGIDOS POR ÉL.
- Entonces… la habilidad de controlar la realidad, la súper fuerza, la posibilidad de doblegar momentáneamente la voluntad de los individuos, los monstruos en nuestro interior, la extraña conexión que tenemos. Alguien nos eligió…- dijo Sony, Kay lo miró directamente a los ojos.
- Vaya, descubrieron muchas. Más de las que esperaba- exclamó Fismut- Todos esos poderes se los otorgaron. Nadie sabe quién
- Pero… tú me dijiste que aparecerían cuando uno de los elementales traicionara al resto- musitó Natal- Me lo dijiste antes de partir. ¿Cómo lo supiste?
Fismut rió nervioso.
- Un amigo mío que es vidente me lo dijo. Van a conocerlo, de seguro. 
- Ya veo…
- Esas bestias que llevan en su interior son el miedo más grande de Vrogh, esa fue la razón por la que creó la organización conocida como la Luz Oscura y les ordenó, a todos sus miembros, buscarlos. Meddes los encontró.
- No lo entiendo… ¿Cuál es el propósito del titán?- preguntó Natal.
- Lepra estuvo mucho tiempo vigilando a Meddes y escuchó lo que le ordenaba. Por alguna razón, quiere conocerlos.
- ¿Conocernos?- exclamó Sony.
- La voz le ordenó a Meddes que los llevara ante su presencia- habló Lepra, quien había estado en silencio todo este tiempo.
- ¿Para qué?- Sony frunció el entrecejo y apretó los dientes.
- Vrogh está encerrado, vivo pero encerrado- continuó Fismut- Es por eso que tiene que tener lacayos. Sino los hubiera buscado él mismo. Pero ahora hay una diferencia… está libre.
- ¿Cómo?- preguntó el elemental de la lava.
- Recuerdo que hace mucho tiempo te dije que habrían señales cuando los JEN aparecieran, un preludio…- Fismut se dirigía a Natal, este último asintió desconcertado- Bueno…
- Mi pueblo solo conocía el preludio de una profecía con relación a los JEN- interrumpió Lepra- La cual decía que los JEN deberían cruzar el cosmos para encontrar al templo de la muerte y revelar todos sus secretos.
- ¿El templo… de la muerte?- dijeron Sony y Natal al unísono, boquiabiertos. Todo parecía pintar cada vez peor.
- Allí estuvo encerrado Vrogh desde hace épocas olvidadas- dijo Fismut- Pero sus puertas volvieron a abrirse… solo hacía falta una sola, que una única bestia despertara para que estas se abrieran.
- ¡Eso quiere decir que hay una relación entre los titanes y los JEN!- exclamó Sony.
- También lo creo- combinó el mago- Es un lugar muy místico y lleno de poderes antiguos. Por eso creemos que el templo de la muerte es el único lugar donde podrán salvarse; así, los demonios que contienen no se descontrolarán…  
- Muy simple- habló Kay con la voz apagada y distante- Si no llegamos antes de que los tres días se cumplan, los monstruos tomarán el control. Por lo contrario, si logramos entrar al templo y nos salvamos de eso, un despiadado titán genocida nos asesinará- lanzó una risa sarcástica y continuó- Menuda ironía.
- Lo derrotaremos- afirmó Sony, sin siquiera creer en sus propias palabras- Pero… ¿Cómo vamos a ir hasta allá?
- Solo hay un individuo en toda la dimensión Nox que sabe como, y descuiden, es un viejo colega mío- sonrió el mago- Los llevaré a su planeta y él sabrá que hacer.
- De planeta en planeta…- murmuró Natal.
- ¿Habremos sido elegidos por Vrogh?- preguntó Sony, posando su mano derecha por el mentón.
- No sabría decirte, Dameron- le dijo Lepra.
- ¿Y Meddes? ¿Cómo entra en toda esta historia?
- No siempre se llamó así- Fismut se puso de pie y les hizo una señal para que lo siguieran hasta la biblioteca- Ni tampoco es un ser humano ordinario.
Los elementales siguieron a Fismut y este hizo volver a aparecer su cetro para que uno de los libros de las estanterías, cayera a sus brazos. Lo abrió y les enseñó el retrato dibujado del que parecía ser un importante mago de antaño: sin cabello, barba larga blanca como la de Fismut, ojos oscuros, nariz larga respingada, arrugas en los pómulos, un tatuaje en la frente con forma de látigo y un traje amarillo, como el de un sacerdote u obispo de nuestro mundo.   
- Fue mi amigo, su nombre era Arcas Sannon, famoso hechicero entre los Inmortales y miembro de su facción más poderosa.
- ¿Y que parentesco tiene este sujeto con Meddes?- preguntó Sony.
- Arcas fue su padre- respondió Fismut- Hace veinticinco años, Arcas perdió al amor de su vida y por ende, tampoco tuvo hijos. Morgana era una sociedad muy estricta con respecto a la reproducción sexual y las relaciones de este tipo estaban prohibidas antes del casamiento. Esto se debía a que era un mundo muy pequeño y la superpoblación era un tema vigente. Mi querido amigo sufrió una importante depresión y la compañía no le hacía efecto; a medida que pasó el tiempo, se volvió solitario y raro. Tardamos mucho en descubrirlo… Arcas había robado un libro sagrado del museo secreto de los Inmortales y con magia prohibida, formó un individuo, al que le adjudicó su propio nombre. El muchacho creció rápidamente y cuando ya parecía haber alcanzado la mayoría de edad, Arcas intentó introducirlo en las facciones del Böju, cosa que resultó, pero las sospechas con respecto a su procedencia aumentaban. Por lo que se realizó una investigación y tras los años, se descubrió el delito. Arcas fue condenado a prisión y falleció allí de un ataque al corazón. Su hijo amaba a su padre con locura y experimentó un inmenso dolor que se convirtió en odio hacia su gente. Los morganos lo ignoraban y discriminaban por su aspecto, además de que su historia se vio difundida entre los pobladores. El muchacho fue cargando con la discriminación y la pérdida de su único familiar, sin embargo, llegó hasta el rango de sacerdote y lo mantuvieron bajo mi tutela por poco tiempo; los inmortales desconfiaban y querían conocer todos sus movimientos. El hijo de Arcas supo esto y… aún no se como, de la noche a la mañana apareció con nuevos e inimaginables poderes y se vengó de todos nosotros. 
- Los… exterminó a todos- dijo Sony. Lepra bajó la cabeza lleno de odio.
- He visto a dos civilizaciones enteras perecer entre las llamas y la muerte. Y créanme… eso es algo que nunca se supera- Fismut cerró el libro y lo elevó por los aires para volverlo a su lugar. Kay recordó las imágenes que había revivido en los recuerdos de su enemigo durante la batalla.
- ¿Cómo obtuvo sus poderes?- preguntó Natal.
- Nadie lo sabe- contestó el mago- Creemos que el titán se los dio, pero considerando que en esa época continuaba encerrado, lo vemos imposible.
- A pesar de todo, lograron sobrevivir…
- Fui al hogar de los Viman, uno de sus ancestros elementales había aceptado venir conmigo al planeta Morgana. Allí, me dieron a Lepra siendo tan solo un bebé y escapamos juntos…
- Espera… ¿Siendo un bebé?- Natal alzó las cejas- Él nos dijo que no pudo completar su entrenamiento porque su planeta fue destruido…
Lepra ni se mosqueó.
- Para nada, yo le enseñé el Böju y todo lo que sabe- dijo Fismut.
Natal se dirigió a Lepra muy molesto.
- ¡Me mentiste porque no querías enseñarme!
- No naciste en Morgana, ya lo dije, no eres digno…- respondió Lepra con la mirada soberbia.
- Lepra, por favor- le habló el mago con su potente voz- Sería de gran ayuda que supieran como controlarlo.
- No hay tiempo para eso- insistió Lepra y se cruzó de brazos.  
- Meddes los traicionó, seducido por un poder maligno y la venganza- dijo Sony y observó a Kay, quien miraba el suelo. De repente, otra idea le invadió el cerebro- Me sorprende que Hariet no tenga nada que ver con esto.
- El arqueólogo que encontró los nueve corazones… fue oportuno que Yará, el líder de los Inmortales de la doceava generación, me dijera sobre dicha catástrofe- siguió hablando el mago- Acudí al mundo prodigio y me topé con quienes más tarde serían conocidos como los Elementales. Sabía, de todas maneras, que el poder de Hariet no podía ser igualado, así que le ordené a José que fuera a buscar la espada divina para derrotarlo. Curioso que a pesar de esto, no fue él a quien la espada eligió como su portador…- Fismut le lanzó una mirada a Kay. El muchacho se la devolvió pero movió la cabeza rápidamente, avergonzado- Los Elementales vencieron al Oscuro y vaya… tuve que pensar rápido, pues comenzaron a pelearse entre ellos por la tenencia de la espada y tuve que quitárselas, resguardándola nuevamente en el Templo Azteca, sumando nuevas y letales trampas- Kay sonrió para sus adentros, recordando los cinco soles que protegían la reliquia- Me quedé con Pedro por un tiempo y sabía que solo podía confiar en él para la misión más importante de todas- Natal sonrió disimuladamente- Pasaron los años y descubrí que el alma de Hariet aún vivía y seguía rondando por el mundo, lo cual era un peligro. Su cuerpo había sido encerrado en una caja especial que los Inmortales habían creado. Conociendo los riesgos, envié a Jimonte al Zen y este logró simpatizar con las razas de allí, al mismo tiempo, yo fui por el ataúd en Morgana y nos encontramos a kilómetros de la que ahora conocen como Zimpat. Creamos el Templo de Jimonte y con magia muy avanzada, atrapamos al alma del Oscuro y lo encerramos en una prisión fantasma. La caja negra fue oculta en el reino donde Jimonte se había convertido en Rey; gracias al tiempo que pasó conmigo, desarrolló la habilidad de la teletransportación mediante las estatuas con forma de águila. Cuando envejeció por haber cedido sus poderes elementales, antes de morir, me pidió un favor… quería verlos, aunque faltara mucho tiempo. Hice lo que pude y Jimonte viajó a un instante de sus vidas solo para conoceros- Kay, Sony y Natal recordaron la extraña luz del año pasado.  
- Pero el alma de Hariet despertó por Minos, uno de los descendientes de Jimonte…- dijo Natal.
- Lo supe. Yo creo que D… el Oscuro se vio atrapado en ese cuerpo y necesitó utilizarlos para librarse de él.
- ¿Estas diciendo que nos engañó otra vez? ¿Mintió cuando dijo que solo quería el cuerpo del último elemental del agua?- dijo Kay y Fismut asintió. A Sony y Natal no les sorprendió, el elemental del fuego notó esto- ¿Ustedes lo sabían?
- Tú querías una vida normal…- le dijo Sony- No queríamos preocuparte.
- Bueno, eso ya no es un problema. Fue derrotado y si no volvió a aparecer es por temor. Vrogh es el asunto… al que parece que estuvimos ligados desde el principio- afirmó Kay.
- No se confíen. Pero bueno, ahora lo importante es que lleguen al Templo de la Muerte, ya saben toda la verdad. 
- Meddes provocó a Kay para que la bestia despertara…- dijo Natal. Kay respiró profundamente- Vrogh le ordenó que lo hiciera para que el templo se abriera y estuvieran obligados a acudirlo. Todo eso solo por ¿conocerlos? Sus intensiones deben ser otras, de seguro querrá matarlos…
- Que lo intente- dijo Kay- Si ese es el que ejecutó la orden, pagará las consecuencias.
Lepra miró a Fismut de una forma muy extraña.
- El titán los está llamando…- habló el mago.
- Yo creo lo mismo que Kay- combinó Sony.
- Sus hazañas son famosas por varios seres de la galaxia, sé que vencieron a Dimitrion y a José, ambos influenciados por la marca negra del Oscuro- Fismut se acercó a los JEN y tomó a ambos de los hombros- Conocieron a todo el resto de elementales y presenciaron la muerte de varios de ellos, incluyendo a esa pobre chica que no pudo dar toda su valía en vida- Sony sintió una punzada en el corazón- Yo no me preocuparía por Vrogh en estos momentos, más bien, lo haría por Meddes. ¿Podrán enfrentarse a un ser con la locura de Dimitrion, los ideales de José y la inteligencia de Minos? No solo querrá destruirlos, sino muchos más y cuando lo descubran ya será demasiado tarde. Miren lo que pasó la última vez…- Kay se sintió fastidiado y se alejó de Fismut- Se están por enfrentar a un individuo que se distingue por mucho de sus antiguos enemigos. Meddes va a querer jugar con sus mentes, intentará encontrar su mayor debilidad y sus peores miedos, los usará a su provecho, no tendrá compasión. Es un mago oscuro. No lo subestimen ni se dejen corromper…
El elemental de la lava tragó saliva y se sintió un poco desanimado. Fismut soltó el hombro de Sony, caminó hacia otro lado y continuó hablando.
- Tiempo después del genocidio, el joven se dio a conocer como Meddes y se proclamó el último superviviente de la Luz Oscura. Lepra y yo creemos que Vrogh le ordenó acabar con todos. Los miembros de dicha organización eran hechiceros extravagantes y poderosos, si nuestra teoría es cierta, Meddes es más peligroso de lo que podemos imaginar. Solo quiero que sean precavidos y que no se dejen llevar por el odio personal ni la venganza.
Kay se apartó. Fismut lo observó y agregó.
- Ni siquiera yo soy capaz de hacerle frente, pero bueno, ya estoy viejo…
- Yo los controlaré- dijo Natal y le estrechó la mano.

- Confío en ti, Pedro- Fismut cumplió con el apretón- Los transportaré a Cálaz, el planeta de mi viejo compañero, Jhor.  

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