Jhor, el vidente: CAPÍTULO 8.
Sony,
Kay, Natal y Lepra caminaban por un sector montañoso, un sendero atrapado entre
los cerros y el valle; completamente oscuro. El elemental de la tierra
utilizaba el prisma brillante para guiar el camino, aquella noche ni siquiera
tenía estrellas ni nubes, se asemejaba a una descomunal capa negra. Natal tenía
muchas dudas y la verdad, que haber vuelto a ver a su mentor le había causado una
extraña sensación; lo admiraba mucho pero algo no andaba bien, algo no le
cerraba. Sony, en cambio, estaba aturdido por todo lo que había escuchado y
repasaba sus viejas aventuras para encontrar una explicación; algo le vino a la
mente y le preguntó al más soberbio de ellos.
-
Lepra, ¿Hay maneras de evitar el futuro?
-
¿A qué te refieres?- preguntó Lepra, demostrando mucho interés en su
pregunta.
-
Como dije antes, los JEN somos capaces de alterar la realidad y de
contemplarla. El año pasado, Kay y yo descubrimos que cada uno tenía una
habilidad diferente. Yo puedo ver el futuro y Él puede ver el pasado o incluso
revivir las memorias de un individuo- Lepra asentía con la cara larga, pero
estaba realmente atento- Bueno, antes de que lo descubramos, yo tuve un sueño…
yo soñé que me convertía en un monstruo sanguinario- Sony sintió una rugosidad
dentro de su cuerpo, apretó los dientes con tanta fuerza que percibió como si
se los hubieran soldado. No fue capaz de abrir la boca hasta que se
tranquilizó- Ahora lo entiendo. No es necesario que lo explique. Es increíble
haber previsto algo tan lejano. Nunca fallo en mis premoniciones aunque no son
muy específicas. Sí soñé que mi bestia demoníaca despertaba, significa que es
cuestión de tiempo para que todo se vuelva un desastre. Quiero evitarlo, a toda
costa.
Lepra
suspiró abatido.
-
¿Estas seguro que fuiste tú? Podrías haber visto lo que pasó con tu compañero.
-
Seguro. Porque antes que la bestia interior de Kay despertara, tuve otra visión
sobre el monstruo.
El
elemental de la tierra se llevó la mano al mentón.
-
Puede que estemos haciendo todo esto en vano, pero no me rendiré, no dejaré que
Meddes vuelva a salirse con la suya, si tu bestia despierta, yo la detendré.
Tanto
Sony, como sus otros dos compañeros se sorprendieron al escuchar aquellas
palabras, sabían que Lepra lo hacía más por sí mismo y por la misión que por
mantenerlos a salvo; pero finalmente habían conocido una gran virtud del
muchacho: su determinación.
El
elemental de la lava no necesitó hablar más, Lepra le había transmitido las
ganas de luchar y de ser firme. Kay estaba en una situación similar a la de
Sony, tanteaba lo lejano para encontrar lo que había pasado por alto… era una
forma de alejar todo el dolor; pero cada vez que se acercaba, su mente se
alejaba rápidamente.
Fismut
los había transportado hacia el planeta Caláz, una tierra montañosa, triste y
desolada donde habitaba su viejo amigo. Gracias a las aguas del mar de Agda,
las cuales eran las únicas con
propiedades mágicas especiales que permitían el viaje entre los mundos. El
mago también les había explicado que realizó una importante investigación para
llevar a Lepra al otro lado del universo mediante las aguas de aquel mundo;
debido a que él no creía ser el adecuado para enfrentar a Meddes.
Ahora,
durante el camino, el que más aturdida tenía la cabeza era el joven mago…
debido a la última conversación que había tenido con su maestro en secreto:
‘’ - ¿Por qué no les dijo
toda la verdad?- preguntó el muchacho, entre los árboles antes de llegar al
mar. Los demás elementales se habían adelantado.
- Lepra, no voy a permitir
que Vrogh se salga con la suya- respondió Fismut con tal seriedad que parecía
tratarse de otra persona- No sé que pretende con el lacayo de Meddes, pero debe
tener un propósito que de seguro me disgustará. No confío en su juicio y puede
que eche todo a perder. No estoy seguro. Tú sabes lo que pasaría si los JEN
supieran toda la verdad…
- Pero señor, quien
despertó al monstruo está verdaderamente perturbado, puede llegar a…
- No pasará. Estoy seguro.
Ahora lo importante es deshacernos de los dos
gemelos, recuérdalo. No les digas nada más, te lo ordeno. ‘’
La
angustia crecía en el frío pero frágil corazón del elemental.
-
¿Falta mucho?- le preguntó Sony, interrumpiendo sus pensamientos otra vez.
Lepra
miró hacia un costado, sin responder.
-
¿Ese tal Jhor, quien es?- dijo Natal.
El
elemental de la tierra suspiró y con gran dificultad, respondió:
-
Hace muchos años, antes de que Morgana se extinguiera, Jhor formaba parte de
las fuerzas especiales de los Inmortales, por razones que desconozco, se exilió
del planeta poco antes de los actos de Meddes. Fismut se reencontró con él y
desde entonces hemos acudido a su conocimiento.
-
¿Qué es exactamente?
-
Un vidente, Kimhote. Jhor es un vidente. Puede ver el pasado no tan lejano y el
futuro próximo, a diferencia de ustedes, que pueden explorar mucho más.
Sony
intentó mirar a Kay para reírse del extraño cumplido que Lepra había hecho,
pero Kay estaba serio, observando el camino. Sony suspiró y apretó los dientes,
ya no sabía que hacer.
-
¿Es de fiar?- preguntó el elemental del viento.
-
Lo es, sino no estaríamos acudiendo a él- Lepra se detuvo frente a una pared.
-
¿Qué sucede?- preguntó Sony, los demás prestaron atención.
-
Aquí es- afirmó el joven mago e iluminó con su prisma la parte superior,
pudieron examinar una gigantesca montaña, su cima desaparecía en el oscuro
cielo, además, una entrada rectangular yacía a ochenta metros sobre ella, con
antorchas iluminándola.
Natal
estuvo apunto de preguntar como harían para llegar hasta allí, pero Lepra se le
adelantó, sus dedos se tornaron celestes, realizó un gesto elástico muy breve e
hizo contacto con la pared. Inmediatamente, la montaña empezó a caer, como si
su contextura se deslizara por un agujero hasta que la entrada rectangular
quedara a la altura de los visitantes.
El
profesor realizó una sonrisa pedante.
Lepra
entró a la cueva con el prisma brillante en su mano, el cual iluminaba una gran
área, los elementales le siguieron.
El
oscuro e inquietante pasillo era bastante ancho, cubierto de rocas negras y
pasadizos que no desembocaban en ningún lado. Tras unos pocos minutos de
caminata, divisaron una cálida luz entre las sombras y una acogedora vivienda ante
sus narices. Fue notorio que se encontraban dentro de una montaña por las
paredes rocosas sobre sus cabezas. La sala era redonda, repleta de alfombras
extravagantes, una única estantería de libros justo al lado de la chimenea, la
cual estaba encendida; frente a ella (y dándole la espalda a los elementales)
había un sillón rojo, alguien estaba sentado y leyendo en él. Los terrestres
pudieron reconocer una improvisada cocina con algunos utensilios, una mesa de
roca y una cama del mismo material, sin ninguna frazada o almohada.
-
Debe ser duro vivir aquí- pensó Sony.
Lepra
se inclinó, saludando al vidente.
-
La puntualidad es algo que el mago no te ha enseñado, joven morgano- dijo aquel
sujeto, estando de espaldas, sentado en el sillón, parecía molesto. Los
huéspedes pudieron notar que estaba fumando alguna clase de pipa, el humo iba
hacia todos lados en formas extrañas- ¡JÁ! Solo estoy bromeando, tardaron tanto
que me puse a leer.
Sony
y Natal fijaron sus ojos en la situación, Kay miraba hacia un costado sin darle
importancia.
El
vidente se levantó de su asiento y se presentó frente a ellos, y vaya… fue
inesperado. No se trataba de un humano ni de una bestia, sino… de un oso
parlante, de contextura robusta, repleto de un cabello marrón y gris al mismo
tiempo; el hocico y la boca alargada, ojos chicuelos (azulados) que
evidenciaban su pasividad. Caminaba en dos patas, sus garras parecían estar
partidas (de no ser así, los elementales dedujeron que alcanzarían el tamaño de
cuchillos de cocina), fumaba una extensa pipa y llevaba un libro en la mano que
parecía ser de gastronomía. Jhor dejó el libro en la mesa rocosa y fue a buscar
su antigua túnica de mago, muy similar a la de Fismut, pero de un color
amarillento y más desgastada.
-
No es cortés recibir a tus invitados sin ninguna prenda cubriendo tu cuerpo-
habló la inmensa boca del oso y realizó una sonrisa que evidenció colmillos y
dientes.
-
Como siempre, es todo un honor, señor Jhor- dijo Lepra, recuperando la postura.
-
Siempre te digo que no es necesario que desperdicies tu tiempo en cortesía
absurda y obsoleta- volvió a sonreír el oso parlante, luego le dirigió una
mirada a los demás- Ya veo… con que son ellos.
Sony
estaba petrificado, observando al exorbitante cuerpo del individuo, no sabía que
decir. Natal estaba en una situación parecida y a Kay no le importaba, solo
yacía inmóvil, examinando el suelo. Todos se quedaron en silencio, Sony quiso
hablar pero fue interrumpido.
-
No hables, muchacho. Por favor- indicó el oso parlante, se le acercó y cerró
los ojos. Sony estaba un poco asustado- Sony Dameron, ¿No? El elemental que
puede controlar la naturaleza de los volcanes y… el JEN que puede prevenir el
futuro.
Sony
suspiró, liberando las tensiones y dijo.
-
Es un placer, señor Jhor.
El
vidente sonrió y continuó con Natal.
-
Pedro Kimhote, el elemental que puede manipular las ventiscas y los huracanes,
tendré que tener cuidado contigo- Natal fingió reírse- También eres uno de los
ocho que batallaron contra ese sujeto… fascinante.
Natal
hizo una reverencia. Jhor fue por Kay, pero el joven se sintió amenazado cuando
lo vio acercarse y se alejó.
-
No voy a hacerte daño, Kay Montarnen. Las llamas son tu especialidad, y el
pasado puedes presenciar.
-
Solo… no te me acerques- dijo Kay, intentando ser lo más delicado posible.
Jhor
realizó un gesto triste que no tardó en ser relacionado con la carita de un
perro mojado. A continuación, se alejó de ellos y fue a buscar unos platos para
colocarlos sobre la mesa.
-
Deben estar hambrientos…- dijo.
-
En realidad, acabamos de comer, no es necesario…- comenzó Lepra.
-
¡Oh vamos, morgano! No todos los días los mismísimos JEN golpean la puerta de
tu casa, déjenme atenderlos.
Sony
y Natal se miraron entre sí, aceptando la oferta.
Jhor
quitó el libro de la mesa y lo guardó en la estantería, les dio unas rocas para
que se sentaran y les trajo unas frutas rectangulares que estaban calientes.
-
Las hice hace algunas horas y aún siguen calientes, creo que se me pasó la mano
con la llama de dragón, que era uno de los ingredientes…
Sony
y Natal las probaron con recelo y se sorprendieron al probar semejante manjar,
Jhor era un buen cocinero. Habían saboreado alimentos en el Zen, en Agda y en
otros tantos lados, pero aquellas frutas nunca las pudieron olvidar.
-
Están deliciosas- vociferó Sony, sin tiempo de hablar.
Jhor
los observó con devoción, Kay no había probado ni un bocado.
-
¿No quieres?
Kay
negó con la cabeza.
Lepra
le lanzó una mirada amenazante y luego se dirigió a Jhor.
- Jhor,
no podemos darnos el lujo de quedarnos a conversar, la bestia…
-
Lo sé, Fismut me contó todo. Vrogh está libre, ahora es posible entrar al
templo de la muerte- el rostro de Jhor se tornó serio.
-
Lo sabes, mucho mejor. No tuve tiempo de perfeccionar mi técnica y solo nos
quedan tres días antes de que despierten y tomen el control- Lepra suspiró,
inquieto y continuó- Meddes logró lo que se propuso.
-
¿Meddes? ¿Hablas del hijo de Arcas?
-
Ese desgraciado es un sirviente del titán, causó una gran tragedia en la Tierra
y desapareció, no sabemos donde está.
Jhor
realizó un suspiro cargado de ira, que estremeció a casi todos los visitantes. El
vidente miró a su alrededor y se avergonzó por eso.
-
¿Necesitan el mapa, no es así?- preguntó.
Sony
y Natal miraron a Lepra con las bocas llenas. Lepra asintió.
-
De haber sabido que esto sucedería, nunca lo…- Jhor estaba molesto consigo
mismo- Lo siento, Lepra. No lo tengo, se lo dí a una jovencita hace algunos
meses, andaba en aprietos y quise ayudarla.
Lepra
pareció molestarse.
-
¡¿Prestaste el único mapa que conduce al otro mundo?!- exclamó- ¡¿Y ahora qué
se supone que haremos?!
Jhor
posó su inmensa y esponjosa mano en el hombro del muchacho.
-
Tranquilízate, es de confianza. El mapa también tiene escritos algunos hechizos
por las veces que no tenía papel para escribir, por eso se lo dí. Vive en un
planeta llamado Sulcius, ya mismo
voy a empezar los preparativos para el viaje. Mientras tanto, les recomiendo
descansar…
Lepra
fue a ayudar a Jhor y Kay se apartó. Sony aprovechó para hablarle a Natal.
-
Está cada vez peor, tengo miedo de que cometa una locura…
-
Hay que intentar hablar con él, hacerlo entrar en razón, está pasando por un
momento muy difícil.
-
No es que no lo hayamos intentando.
-
Aún no es el momento...- suspiró Natal y añadió- Meddes le quitó su felicidad
idealizada, la idea de formar una familia. Kay cree que no merece tenerla por
lo que hizo como esa bestia sanguinaria. Lo conozco hace años y puedo notar
enseguida cuando una persona hace lo posible para no quedarse solo, se apresuró
con Agustina porque creyó poder construir aquello que siempre anheló- Sony se
disgustó pero Natal no se dio cuenta- Por lo que ustedes contaron, nunca se
sintió parte de los Dameron, aunque a ti te considera su hermano, yo intuyo que
se obsesionó con encontrar su lugar en el mundo, como todos nosotros. Kay se
siente el problema, el único obstáculo que le impide ser feliz es él mismo.
-
Tengo miedo, Natal. Miedo de que toda esta odisea termine muy mal…
-
¿Y por qué habría de terminar mal?- preguntó Natal, dubitativo.
-
No importa, vayamos a dormir- Lepra y Jhor acababan de llegar con mantas
precarias. Sony se acostó e intentó cerrar los ojos, solo un pensamiento
invadió su mente. Natal también lo hizo sin decir más nada, y sabía a la perfección
que Sony ocultaba algo…
Jhor
les avisó que una vez estuviera completa la puerta que los llevaría a Sulcius,
los despertaría. Kay también intentó dormir, aunque su mente no dejó de jugarle
malos momentos. Soñó con Meddes y su letal enfrentamiento, todas aquellas cosas
que había dicho le vinieron a la mente y no solo eso…
‘’ - Prométeme que no
buscarás venganza, no permitas que te corrompa, eso es lo que quiere. Prométeme
que no creerás en lo que aquel hombre te dijo, tú estas destinado a ser feliz.
No decaigas en el dolor por mí, no lo merezco. No estas solo, amor. Siempre
estaré contigo, siempre…- dijo Agustina antes de fallecer. (CAPÍTULO 2) ’’
Inmediatamente después, los
gritos de dolor, de locura… la bestia nacía y liberaba todo el odio. Los
vecinos huían a sus casas, horrorizados; sus voces suplicaban piedad mientras eran
descuartizadas, devoradas, asesinadas de la manera más salvaje. Y Kay no lo veía
como si fuera un visitante de aquel recuerdo… eran sus manos las que partían
los cuellos de los niños, eran sus dientes los que perforaban la carne de las
mujeres, eran sus garras las que atravesaban a los hombres que alguna vez había
conocido. La matanza concluyó y el monstruo quedó satisfecho, pero sabía que no
duraría mucho…
Kay
despertó horrorizado, suspirando constantemente, con lágrimas en los ojos y las
voces de sus vecinos gritando en su subconsciente: ¡A los niños no! ¡A los
niños no! ¡Mátame a mí! ¡Aléjate bestia!
Se
tomó la cabeza y lloró sin parar, nadie lo escuchó. Sin ánimos, salió por la
entrada y fue a tomar un poco de aire, no tardó en ver que había un gran risco
a unos pocos metros, fue hacia allí y se colocó en la punta del acantilado. Las
voces continuaban gritando, el dolor se había convertido en una única aguja
sobre el pecho, no podía dejar de llorar, de recordar, de sufrir… y quería
terminar con eso. Dio un paso al frente, con una llama encendida en su mano, la
cual lanzó al abismo, para reconocer la altura. El cielo había dejado de ser
totalmente oscuro y evolucionó a una capa azulada, sin estrellas, solemne. Dio
otro paso en dirección a la perdición y recordó todo lo bueno que había vivido,
pasó como un flash frente a sus ojos, pero ya no era suficiente, quería callar
las voces, quería dejar de ser un problema para los demás, para sí mismo.
Volvió a avanzar, sintió un ligero cosquilleo en el estómago, el miedo a la
altura, a la muerte… pero no había razón para retroceder, finalmente, levantó
el pie para pisar la nada, el vacío, donde la tierra terminaba y comenzaba el fin.
-
Algunos lo han hecho por mucho menos…- dijo una voz, se trataba del vidente,
fumando una pipa al aire libre.
Kay
se limpió la nariz, roja de tanto llorar y se quedó en silencio.
-
Si no te tiraste aún es porque crees que te daré una razón para que no lo
hagas, ¿me equivoco?- dijo Jhor, vestía la misma túnica que antes. El pie
suspendido de Kay volvió a pisar tierra firme. Jhor lanzó una sonrisita burlona
con la pipa en la boca, lanzó el humo y continuó- ¿Sabes? A diferencia de ti,
yo no puedo ver más allá de unos pocos meses o días, mi rango de vidente nunca
fue tan amplio como el vuestro. Si puedo reconocer a un individuo en instantes,
leo sus rostros, lo expresan todo. En ti percibo a un guerrero, a un gladiador
que se enfrentó a los peores males y los venció. No me mal interpretes, también
sentí todo tu odio y tu dolor, pero cuando te vi hace solo unas horas, lo
primero que reconocí fue tu nombre y tu propósito. Y eso dice mucho- Jhor
volvió a fumar la pipa y luego la tiró al acantilado- Es una altura muy
elevada, si te tiras no sobrevivirás.
Kay
estaba en silencio, inerte. Jhor se acercó a él y miró el cielo azulado.
-
¿Lindo color, no crees? Es lo mejor que tiene este planeta.
Kay
se sentó en el suelo y lo contempló, su mente se puso en blanco y las voces
desaparecieron.
-
Cuando yo tenía tu edad, bueno… nuestros estándares de vida son bastante
diferentes- rió- Cuando vivía en Morgana, yo era un importante miembro de la
organización líder de aquel planeta: los Inmortales. Era parte de las fuerzas
especiales, tenía hijos y una hermosa esposa, era muy feliz- Jhor bajó la
cabeza- Todos los años, los Inmortales me pedían que haga un ritual para saber
del futuro de la civilización, para asegurar que las cosas estuvieran yendo
bien. Desde entonces, me conocieron como Jhor, el vidente. Pero un día, predije
que todo acabaría y que un bastardo nos traicionaría, provocando el fin del
planeta mismo. En ese momento, tuve la oportunidad de hablar, pero no lo hice.
¿Sabes por qué? Porque tuve miedo, porque el bastardo estaba entre los
Inmortales aquel día y no me animé a enfrentarlo por ser hijo de un viejo
amigo. Huí y busqué un planeta lejano para esconder a mis seres queridos, pero
cuando regresé, lo que pronostiqué ya se había hecho realidad… y Morgana había
perecido junto a mi familia y mis amigos.
Kay
abrió los labios, petrificado, de verdad estaba escuchando todo lo que Jhor le
decía.
-
Lo… siento mucho- dijo entre murmuros.
Jhor
volvió a sonreír.
-
No te conté esto para que me tengas lástima. Solo quiero que sepas que yo
también sobreviví a una catástrofe, fui responsable y pagué el precio. Pero…
nunca dejé de ser quien era y nunca dejé de luchar. Kay, si de verdad quieres
hacer valer la memoria de tus seres queridos, no desperdicies tu vida, no tomes
decisiones erróneas por las cuales puedas arrepentirte de por vida, como uno de
los JEN tienes una responsabilidad, una responsabilidad que por alguna razón
que desconoces te fue encomendada- pausó y concluyó con la siguiente frase- No dejes caer la fe de los demás,
extinguiendo la fe que hay en ti.
Kay
quiso llorar, pero esta vez, no fue solo tristeza, sino emoción…
-
Gracias- y se secó las lágrimas con el brazo, luego notó que llevaba algo en el
bolsillo que no había notado… era el collar de su padre (el que había
encontrado en la caja que heredó), lo observó por un momento y se lo colocó-
Meddes pagará por lo que hizo, pero eso no significa que tenga que traspasar la
línea para que lo haga. Después de todo, no es lo que Agustina o mi padre
hubieran querido- Kay se puso de pie y se alejó del borde.
Jhor
le ofreció una pipa, Kay accedió.
-
No soy de fumar…- la encendió con su dedo y cuando la fumó, tosió unas cuantas
veces.
-
Ya te acostumbrarás- le dijo Jhor y ambos se quedaron examinando el color del
cielo.
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