martes, 7 de noviembre de 2017

Jhor, el vidente: CAPÍTULO 8.



Jhor, el vidente: CAPÍTULO 8.

Sony, Kay, Natal y Lepra caminaban por un sector montañoso, un sendero atrapado entre los cerros y el valle; completamente oscuro. El elemental de la tierra utilizaba el prisma brillante para guiar el camino, aquella noche ni siquiera tenía estrellas ni nubes, se asemejaba a una descomunal capa negra. Natal tenía muchas dudas y la verdad, que haber vuelto a ver a su mentor le había causado una extraña sensación; lo admiraba mucho pero algo no andaba bien, algo no le cerraba. Sony, en cambio, estaba aturdido por todo lo que había escuchado y repasaba sus viejas aventuras para encontrar una explicación; algo le vino a la mente y le preguntó al más soberbio de ellos.
- Lepra, ¿Hay maneras de evitar el futuro?
- ¿A qué te refieres?- preguntó Lepra, demostrando mucho interés en su pregunta.  
- Como dije antes, los JEN somos capaces de alterar la realidad y de contemplarla. El año pasado, Kay y yo descubrimos que cada uno tenía una habilidad diferente. Yo puedo ver el futuro y Él puede ver el pasado o incluso revivir las memorias de un individuo- Lepra asentía con la cara larga, pero estaba realmente atento- Bueno, antes de que lo descubramos, yo tuve un sueño… yo soñé que me convertía en un monstruo sanguinario- Sony sintió una rugosidad dentro de su cuerpo, apretó los dientes con tanta fuerza que percibió como si se los hubieran soldado. No fue capaz de abrir la boca hasta que se tranquilizó- Ahora lo entiendo. No es necesario que lo explique. Es increíble haber previsto algo tan lejano. Nunca fallo en mis premoniciones aunque no son muy específicas. Sí soñé que mi bestia demoníaca despertaba, significa que es cuestión de tiempo para que todo se vuelva un desastre. Quiero evitarlo, a toda costa.
Lepra suspiró abatido. 
- ¿Estas seguro que fuiste tú? Podrías haber visto lo que pasó con tu compañero.
- Seguro. Porque antes que la bestia interior de Kay despertara, tuve otra visión sobre el monstruo.
El elemental de la tierra se llevó la mano al mentón.
- Puede que estemos haciendo todo esto en vano, pero no me rendiré, no dejaré que Meddes vuelva a salirse con la suya, si tu bestia despierta, yo la detendré.
Tanto Sony, como sus otros dos compañeros se sorprendieron al escuchar aquellas palabras, sabían que Lepra lo hacía más por sí mismo y por la misión que por mantenerlos a salvo; pero finalmente habían conocido una gran virtud del muchacho: su determinación.
El elemental de la lava no necesitó hablar más, Lepra le había transmitido las ganas de luchar y de ser firme. Kay estaba en una situación similar a la de Sony, tanteaba lo lejano para encontrar lo que había pasado por alto… era una forma de alejar todo el dolor; pero cada vez que se acercaba, su mente se alejaba rápidamente.
Fismut los había transportado hacia el planeta Caláz, una tierra montañosa, triste y desolada donde habitaba su viejo amigo. Gracias a las aguas del mar de Agda, las cuales eran las únicas con propiedades mágicas especiales que permitían el viaje entre los mundos. El mago también les había explicado que realizó una importante investigación para llevar a Lepra al otro lado del universo mediante las aguas de aquel mundo; debido a que él no creía ser el adecuado para enfrentar a Meddes.
Ahora, durante el camino, el que más aturdida tenía la cabeza era el joven mago… debido a la última conversación que había tenido con su maestro en secreto:

‘’ - ¿Por qué no les dijo toda la verdad?- preguntó el muchacho, entre los árboles antes de llegar al mar. Los demás elementales se habían adelantado.
- Lepra, no voy a permitir que Vrogh se salga con la suya- respondió Fismut con tal seriedad que parecía tratarse de otra persona- No sé que pretende con el lacayo de Meddes, pero debe tener un propósito que de seguro me disgustará. No confío en su juicio y puede que eche todo a perder. No estoy seguro. Tú sabes lo que pasaría si los JEN supieran toda la verdad…
- Pero señor, quien despertó al monstruo está verdaderamente perturbado, puede llegar a…
- No pasará. Estoy seguro. Ahora lo importante es deshacernos de los dos gemelos, recuérdalo. No les digas nada más, te lo ordeno. ‘’ 

La angustia crecía en el frío pero frágil corazón del elemental.
- ¿Falta mucho?- le preguntó Sony, interrumpiendo sus pensamientos otra vez.
Lepra miró hacia un costado, sin responder.
- ¿Ese tal Jhor, quien es?- dijo Natal.
El elemental de la tierra suspiró y con gran dificultad, respondió:
- Hace muchos años, antes de que Morgana se extinguiera, Jhor formaba parte de las fuerzas especiales de los Inmortales, por razones que desconozco, se exilió del planeta poco antes de los actos de Meddes. Fismut se reencontró con él y desde entonces hemos acudido a su conocimiento.
- ¿Qué es exactamente?
- Un vidente, Kimhote. Jhor es un vidente. Puede ver el pasado no tan lejano y el futuro próximo, a diferencia de ustedes, que pueden explorar mucho más.
Sony intentó mirar a Kay para reírse del extraño cumplido que Lepra había hecho, pero Kay estaba serio, observando el camino. Sony suspiró y apretó los dientes, ya no sabía que hacer.    
- ¿Es de fiar?- preguntó el elemental del viento.
- Lo es, sino no estaríamos acudiendo a él- Lepra se detuvo frente a una pared.
- ¿Qué sucede?- preguntó Sony, los demás prestaron atención.
- Aquí es- afirmó el joven mago e iluminó con su prisma la parte superior, pudieron examinar una gigantesca montaña, su cima desaparecía en el oscuro cielo, además, una entrada rectangular yacía a ochenta metros sobre ella, con antorchas iluminándola.    
Natal estuvo apunto de preguntar como harían para llegar hasta allí, pero Lepra se le adelantó, sus dedos se tornaron celestes, realizó un gesto elástico muy breve e hizo contacto con la pared. Inmediatamente, la montaña empezó a caer, como si su contextura se deslizara por un agujero hasta que la entrada rectangular quedara a la altura de los visitantes.
El profesor realizó una sonrisa pedante.
Lepra entró a la cueva con el prisma brillante en su mano, el cual iluminaba una gran área, los elementales le siguieron.  
El oscuro e inquietante pasillo era bastante ancho, cubierto de rocas negras y pasadizos que no desembocaban en ningún lado. Tras unos pocos minutos de caminata, divisaron una cálida luz entre las sombras y una acogedora vivienda ante sus narices. Fue notorio que se encontraban dentro de una montaña por las paredes rocosas sobre sus cabezas. La sala era redonda, repleta de alfombras extravagantes, una única estantería de libros justo al lado de la chimenea, la cual estaba encendida; frente a ella (y dándole la espalda a los elementales) había un sillón rojo, alguien estaba sentado y leyendo en él. Los terrestres pudieron reconocer una improvisada cocina con algunos utensilios, una mesa de roca y una cama del mismo material, sin ninguna frazada o almohada.
- Debe ser duro vivir aquí- pensó Sony. 
Lepra se inclinó, saludando al vidente.
- La puntualidad es algo que el mago no te ha enseñado, joven morgano- dijo aquel sujeto, estando de espaldas, sentado en el sillón, parecía molesto. Los huéspedes pudieron notar que estaba fumando alguna clase de pipa, el humo iba hacia todos lados en formas extrañas- ¡JÁ! Solo estoy bromeando, tardaron tanto que me puse a leer.
Sony y Natal fijaron sus ojos en la situación, Kay miraba hacia un costado sin darle importancia.
El vidente se levantó de su asiento y se presentó frente a ellos, y vaya… fue inesperado. No se trataba de un humano ni de una bestia, sino… de un oso parlante, de contextura robusta, repleto de un cabello marrón y gris al mismo tiempo; el hocico y la boca alargada, ojos chicuelos (azulados) que evidenciaban su pasividad. Caminaba en dos patas, sus garras parecían estar partidas (de no ser así, los elementales dedujeron que alcanzarían el tamaño de cuchillos de cocina), fumaba una extensa pipa y llevaba un libro en la mano que parecía ser de gastronomía. Jhor dejó el libro en la mesa rocosa y fue a buscar su antigua túnica de mago, muy similar a la de Fismut, pero de un color amarillento y más desgastada.    
- No es cortés recibir a tus invitados sin ninguna prenda cubriendo tu cuerpo- habló la inmensa boca del oso y realizó una sonrisa que evidenció colmillos y dientes. 
- Como siempre, es todo un honor, señor Jhor- dijo Lepra, recuperando la postura.
- Siempre te digo que no es necesario que desperdicies tu tiempo en cortesía absurda y obsoleta- volvió a sonreír el oso parlante, luego le dirigió una mirada a los demás- Ya veo… con que son ellos.
Sony estaba petrificado, observando al exorbitante cuerpo del individuo, no sabía que decir. Natal estaba en una situación parecida y a Kay no le importaba, solo yacía inmóvil, examinando el suelo. Todos se quedaron en silencio, Sony quiso hablar pero fue interrumpido.
- No hables, muchacho. Por favor- indicó el oso parlante, se le acercó y cerró los ojos. Sony estaba un poco asustado- Sony Dameron, ¿No? El elemental que puede controlar la naturaleza de los volcanes y… el JEN que puede prevenir el futuro.
Sony suspiró, liberando las tensiones y dijo.
- Es un placer, señor Jhor.  
El vidente sonrió y continuó con Natal.
- Pedro Kimhote, el elemental que puede manipular las ventiscas y los huracanes, tendré que tener cuidado contigo- Natal fingió reírse- También eres uno de los ocho que batallaron contra ese sujeto… fascinante.
Natal hizo una reverencia. Jhor fue por Kay, pero el joven se sintió amenazado cuando lo vio acercarse y se alejó.
- No voy a hacerte daño, Kay Montarnen. Las llamas son tu especialidad, y el pasado puedes presenciar.
- Solo… no te me acerques- dijo Kay, intentando ser lo más delicado posible.
Jhor realizó un gesto triste que no tardó en ser relacionado con la carita de un perro mojado. A continuación, se alejó de ellos y fue a buscar unos platos para colocarlos sobre la mesa.
- Deben estar hambrientos…- dijo.
- En realidad, acabamos de comer, no es necesario…- comenzó Lepra.
- ¡Oh vamos, morgano! No todos los días los mismísimos JEN golpean la puerta de tu casa, déjenme atenderlos.
Sony y Natal se miraron entre sí, aceptando la oferta.
Jhor quitó el libro de la mesa y lo guardó en la estantería, les dio unas rocas para que se sentaran y les trajo unas frutas rectangulares que estaban calientes.
- Las hice hace algunas horas y aún siguen calientes, creo que se me pasó la mano con la llama de dragón, que era uno de los ingredientes…
Sony y Natal las probaron con recelo y se sorprendieron al probar semejante manjar, Jhor era un buen cocinero. Habían saboreado alimentos en el Zen, en Agda y en otros tantos lados, pero aquellas frutas nunca las pudieron olvidar.  
- Están deliciosas- vociferó Sony, sin tiempo de hablar.
Jhor los observó con devoción, Kay no había probado ni un bocado.
- ¿No quieres?
Kay negó con la cabeza.
Lepra le lanzó una mirada amenazante y luego se dirigió a Jhor.
- Jhor, no podemos darnos el lujo de quedarnos a conversar, la bestia…
- Lo sé, Fismut me contó todo. Vrogh está libre, ahora es posible entrar al templo de la muerte- el rostro de Jhor se tornó serio.
- Lo sabes, mucho mejor. No tuve tiempo de perfeccionar mi técnica y solo nos quedan tres días antes de que despierten y tomen el control- Lepra suspiró, inquieto y continuó- Meddes logró lo que se propuso.
- ¿Meddes? ¿Hablas del hijo de Arcas?
- Ese desgraciado es un sirviente del titán, causó una gran tragedia en la Tierra y desapareció, no sabemos donde está. 
Jhor realizó un suspiro cargado de ira, que estremeció a casi todos los visitantes. El vidente miró a su alrededor y se avergonzó por eso.
- ¿Necesitan el mapa, no es así?- preguntó.
Sony y Natal miraron a Lepra con las bocas llenas. Lepra asintió.
- De haber sabido que esto sucedería, nunca lo…- Jhor estaba molesto consigo mismo- Lo siento, Lepra. No lo tengo, se lo dí a una jovencita hace algunos meses, andaba en aprietos y quise ayudarla.
Lepra pareció molestarse.
- ¡¿Prestaste el único mapa que conduce al otro mundo?!- exclamó- ¡¿Y ahora qué se supone que haremos?!
Jhor posó su inmensa y esponjosa mano en el hombro del muchacho.
- Tranquilízate, es de confianza. El mapa también tiene escritos algunos hechizos por las veces que no tenía papel para escribir, por eso se lo dí. Vive en un planeta llamado Sulcius, ya mismo voy a empezar los preparativos para el viaje. Mientras tanto, les recomiendo descansar…
Lepra fue a ayudar a Jhor y Kay se apartó. Sony aprovechó para hablarle a Natal.
- Está cada vez peor, tengo miedo de que cometa una locura…
- Hay que intentar hablar con él, hacerlo entrar en razón, está pasando por un momento muy difícil.
- No es que no lo hayamos intentando.
- Aún no es el momento...- suspiró Natal y añadió- Meddes le quitó su felicidad idealizada, la idea de formar una familia. Kay cree que no merece tenerla por lo que hizo como esa bestia sanguinaria. Lo conozco hace años y puedo notar enseguida cuando una persona hace lo posible para no quedarse solo, se apresuró con Agustina porque creyó poder construir aquello que siempre anheló- Sony se disgustó pero Natal no se dio cuenta- Por lo que ustedes contaron, nunca se sintió parte de los Dameron, aunque a ti te considera su hermano, yo intuyo que se obsesionó con encontrar su lugar en el mundo, como todos nosotros. Kay se siente el problema, el único obstáculo que le impide ser feliz es él mismo.
- Tengo miedo, Natal. Miedo de que toda esta odisea termine muy mal…
- ¿Y por qué habría de terminar mal?- preguntó Natal, dubitativo.
- No importa, vayamos a dormir- Lepra y Jhor acababan de llegar con mantas precarias. Sony se acostó e intentó cerrar los ojos, solo un pensamiento invadió su mente. Natal también lo hizo sin decir más nada, y sabía a la perfección que Sony ocultaba algo…
Jhor les avisó que una vez estuviera completa la puerta que los llevaría a Sulcius, los despertaría. Kay también intentó dormir, aunque su mente no dejó de jugarle malos momentos. Soñó con Meddes y su letal enfrentamiento, todas aquellas cosas que había dicho le vinieron a la mente y no solo eso…

‘’ - Prométeme que no buscarás venganza, no permitas que te corrompa, eso es lo que quiere. Prométeme que no creerás en lo que aquel hombre te dijo, tú estas destinado a ser feliz. No decaigas en el dolor por mí, no lo merezco. No estas solo, amor. Siempre estaré contigo, siempre…- dijo Agustina antes de fallecer. (CAPÍTULO 2) ’’

Inmediatamente después, los gritos de dolor, de locura… la bestia nacía y liberaba todo el odio. Los vecinos huían a sus casas, horrorizados; sus voces suplicaban piedad mientras eran descuartizadas, devoradas, asesinadas de la manera más salvaje. Y Kay no lo veía como si fuera un visitante de aquel recuerdo… eran sus manos las que partían los cuellos de los niños, eran sus dientes los que perforaban la carne de las mujeres, eran sus garras las que atravesaban a los hombres que alguna vez había conocido. La matanza concluyó y el monstruo quedó satisfecho, pero sabía que no duraría mucho… 

Kay despertó horrorizado, suspirando constantemente, con lágrimas en los ojos y las voces de sus vecinos gritando en su subconsciente: ¡A los niños no! ¡A los niños no! ¡Mátame a mí! ¡Aléjate bestia!

Se tomó la cabeza y lloró sin parar, nadie lo escuchó. Sin ánimos, salió por la entrada y fue a tomar un poco de aire, no tardó en ver que había un gran risco a unos pocos metros, fue hacia allí y se colocó en la punta del acantilado. Las voces continuaban gritando, el dolor se había convertido en una única aguja sobre el pecho, no podía dejar de llorar, de recordar, de sufrir… y quería terminar con eso. Dio un paso al frente, con una llama encendida en su mano, la cual lanzó al abismo, para reconocer la altura. El cielo había dejado de ser totalmente oscuro y evolucionó a una capa azulada, sin estrellas, solemne. Dio otro paso en dirección a la perdición y recordó todo lo bueno que había vivido, pasó como un flash frente a sus ojos, pero ya no era suficiente, quería callar las voces, quería dejar de ser un problema para los demás, para sí mismo. Volvió a avanzar, sintió un ligero cosquilleo en el estómago, el miedo a la altura, a la muerte… pero no había razón para retroceder, finalmente, levantó el pie para pisar la nada, el vacío, donde la tierra terminaba y comenzaba el fin.
- Algunos lo han hecho por mucho menos…- dijo una voz, se trataba del vidente, fumando una pipa al aire libre.
Kay se limpió la nariz, roja de tanto llorar y se quedó en silencio.
- Si no te tiraste aún es porque crees que te daré una razón para que no lo hagas, ¿me equivoco?- dijo Jhor, vestía la misma túnica que antes. El pie suspendido de Kay volvió a pisar tierra firme. Jhor lanzó una sonrisita burlona con la pipa en la boca, lanzó el humo y continuó- ¿Sabes? A diferencia de ti, yo no puedo ver más allá de unos pocos meses o días, mi rango de vidente nunca fue tan amplio como el vuestro. Si puedo reconocer a un individuo en instantes, leo sus rostros, lo expresan todo. En ti percibo a un guerrero, a un gladiador que se enfrentó a los peores males y los venció. No me mal interpretes, también sentí todo tu odio y tu dolor, pero cuando te vi hace solo unas horas, lo primero que reconocí fue tu nombre y tu propósito. Y eso dice mucho- Jhor volvió a fumar la pipa y luego la tiró al acantilado- Es una altura muy elevada, si te tiras no sobrevivirás.     
Kay estaba en silencio, inerte. Jhor se acercó a él y miró el cielo azulado.
- ¿Lindo color, no crees? Es lo mejor que tiene este planeta.
Kay se sentó en el suelo y lo contempló, su mente se puso en blanco y las voces desaparecieron.
- Cuando yo tenía tu edad, bueno… nuestros estándares de vida son bastante diferentes- rió- Cuando vivía en Morgana, yo era un importante miembro de la organización líder de aquel planeta: los Inmortales. Era parte de las fuerzas especiales, tenía hijos y una hermosa esposa, era muy feliz- Jhor bajó la cabeza- Todos los años, los Inmortales me pedían que haga un ritual para saber del futuro de la civilización, para asegurar que las cosas estuvieran yendo bien. Desde entonces, me conocieron como Jhor, el vidente. Pero un día, predije que todo acabaría y que un bastardo nos traicionaría, provocando el fin del planeta mismo. En ese momento, tuve la oportunidad de hablar, pero no lo hice. ¿Sabes por qué? Porque tuve miedo, porque el bastardo estaba entre los Inmortales aquel día y no me animé a enfrentarlo por ser hijo de un viejo amigo. Huí y busqué un planeta lejano para esconder a mis seres queridos, pero cuando regresé, lo que pronostiqué ya se había hecho realidad… y Morgana había perecido junto a mi familia y mis amigos.
Kay abrió los labios, petrificado, de verdad estaba escuchando todo lo que Jhor le decía.
- Lo… siento mucho- dijo entre murmuros.
Jhor volvió a sonreír.
- No te conté esto para que me tengas lástima. Solo quiero que sepas que yo también sobreviví a una catástrofe, fui responsable y pagué el precio. Pero… nunca dejé de ser quien era y nunca dejé de luchar. Kay, si de verdad quieres hacer valer la memoria de tus seres queridos, no desperdicies tu vida, no tomes decisiones erróneas por las cuales puedas arrepentirte de por vida, como uno de los JEN tienes una responsabilidad, una responsabilidad que por alguna razón que desconoces te fue encomendada- pausó y concluyó con la siguiente frase- No dejes caer la fe de los demás, extinguiendo la fe que hay en ti. 
Kay quiso llorar, pero esta vez, no fue solo tristeza, sino emoción…
- Gracias- y se secó las lágrimas con el brazo, luego notó que llevaba algo en el bolsillo que no había notado… era el collar de su padre (el que había encontrado en la caja que heredó), lo observó por un momento y se lo colocó- Meddes pagará por lo que hizo, pero eso no significa que tenga que traspasar la línea para que lo haga. Después de todo, no es lo que Agustina o mi padre hubieran querido- Kay se puso de pie y se alejó del borde.   
Jhor le ofreció una pipa, Kay accedió.
- No soy de fumar…- la encendió con su dedo y cuando la fumó, tosió unas cuantas veces.

- Ya te acostumbrarás- le dijo Jhor y ambos se quedaron examinando el color del cielo. 

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