martes, 17 de octubre de 2017

La Cueva: CAPÍTULO 5.



La Cueva: CAPÍTULO 5.

- Lo siento mucho…- dijo Sony, un poco apenado por haber preguntado.
- Yo era muy pequeño, apenas lo recuerdo, pero mi mentor se encargó de formarme en todas las artes de los morganos y así, mantener la memoria de mi pueblo.  
Natal, esta vez, se animó a preguntar.
- Perdona por cambiar de tema de repente- hizo una pausa, observó el gesto de desaprobación de Lepra, y continuó- Mencionaste al preludio de la profecía. Eso mismo me dijo Fismut antes de partir. ¿De qué se trata?
- No puedo decírtelo aún, son órdenes de mi maestro.
En ese momento, Natal hizo una mueca de disgusto y preguntó con un tono más severo.  
- ¿Por qué?
Kay abrió los ojos y la conversación se vio interrumpida.
- ¿Qué… qué pasó?- preguntó el elemental, desorientado y exhausto. Ninguno de los presentes le respondió. Kay recobró fuerzas para ponerse de pie, notó que Sony lo sujetaba y lo miró.
- Hermano…
Sony no se animó a hablarle y lo soltó para que recuperara la postura.
- ¿Qué ocurre…?- inmediatamente miró a su alrededor y contempló, con horror, su pueblo hecho cenizas- Santo…
Lepra apretó los dientes.
La depresión y la angustia cubrieron al corazón de Kay.  
- ¿Qué fue lo que pasó aquí? ¿Dónde está mi novia? ¿Dónde está Agustina?
Sony y Natal notaron que la marca en su cuello comenzaba a brillar en un tono azulado. Lepra se puso en guardia y a gran velocidad, movió sus manos y pies para rodear a Kay con la tierra a su alrededor.
- ¡¿Qué estas haciendo?!- exclamaron Sony y Kay al mismo tiempo.
- ¡Cálmate o volverá a salir y todos mis esfuerzos habrán sido en vano!- dijo Lepra.
- Eres… un elemental- habló Kay.
- Ya es la segunda vez que escucho eso en menos de una hora- contestó el elemental de la tierra- Me llamo Lepra y es la última vez que me presento.
- Kay, por favor, respira hondo… ya te contaremos lo que sabemos- le dijo Sony. Kay frunció el ceño pero siguió el consejo y se calmó, la marca dejó de brillar y Lepra lo liberó.
Kay Montarnen relajó los hombros y con mayor tranquilidad, le habló al nuevo personaje.
- ¿Qué es lo que volverá a salir?
- La bestia demoníaca que solo los JEN poseen.
- ¿Bestia demoníaca?
Lepra asintió y se puso en marcha.
- No hay tiempo que perder, si quieren que esto no vuelva a suceder, síganme.
Ni Natal ni Sony se animaron a contarle a su amigo que su nueva familia acababa de perecer. Pues Kay, no recordaba nada… aún.

Continuaron por la avenida principal de Morena y salieron por la única ruta que conducía al pueblo, los alrededores eran campos de cultivo (de soja y cereales) y algunos lejanos bosques. Lepra los condujo a pie hacia el extenso campo, caminaron media hora hasta que arribaron los bosques. Kay, por seguridad, se pasó todo el viaje mirando el suelo.  
- ¿A dónde quieres llevarnos?- preguntó Sony, haciéndose paso entre algunos espesos arbustos. Kay lo tomaba del hombro mientras miraba el suelo sin chistar.
- Lo más seguro es que los lleve con mi maestro. Él sabrá que hacer- respondió Lepra sin apartar la vista del sendero.
La luz del sol se aproximaba entre las copas de los árboles, pendiente de las horas. Por el momento, un escaso destello rojizo se precipitaba en algunas zonas, las sombras del bosque perduraban y evitaban la totalidad de su brillantez.
- ¿Y donde está el mago?- preguntó Natal, impaciente.
- No por aquí, en otro planeta…
Los elementales se miraron entre sí: habían pisado una isla voladora, sobrevivido a una manada de jaguares que devoraron toda una sala, enfrentado a un ejército de monstruos sin ayuda, viajado a otra dimensión, caído en una prisión fantasmal, entre muchas otras cosas más y aún así… aquello les provocó escepticismo.  
- ¿Y donde guardas tu nave espacial?- preguntó Sony con ironía.
Lepra se llenó de rencor, no era un fanático de las bromas y se tomaba todo muy a pecho.
- Estamos yendo a una cueva, allí está nuestro medio de transporte- respondió, antes de eso intentó calmarse respirando profundamente. Luego, caminó más rápido para llevarles ventaja y mantenerse alejado.
- Ese tipo es un fastidio- dijo Kay, sin apartar la cabeza del suelo.
Sony hizo una mueca.
Entonces… una imagen vino a Kay de repente, apretó los parpados y lo recordó:
‘’- Te elegí, ¿Sabes? Creo que eres el indicado. ‘’  
Sony sintió algo extraño al mismo tiempo y le preguntó.
- ¿Todo bien?
- Todo bien- mintió Kay. Eso fue todo lo que pudo retener de aquella noche, ni siquiera recordaba quien le había dicho eso.  
- Kay… hay algo que debes saber. Aún estas medio desorientado para saber que es lo que está pasando. Es mejor que lo sepas ahora que después. Agustina…
- Está muerta- afirmó Kay, interrumpiéndolo.
- ¿Lo sabías? ¿Y no dijiste nada?
- Desde que desperté lo supe, es que… no quiero hablar de eso- lo pensó bien y habló nuevamente- Bueno… tengo recuerdos vagos, como si fueran piezas de un rompecabezas. ¿Por qué sino los acompañaría sin buscarla? Sé que perdió la vida y sus padres también, pero… no recuerdo por qué.
- Enterramos a los tres… como lo merecían.
- Gracias- dijo Kay y se largó a llorar.
Detuvieron el paso y justo cuando Sony se le acercó para contenerlo, Natal se le adelantó y lo abrazó.
- Llora, no eres un cobarde por hacerlo, adelante…- le dijo. Kay rompió en llanto en los hombros del anciano elemental.
- ¿Por qué se detuvieron?- preguntó Lepra, disgustado; observó lo que estaba sucediendo y se mantuvo en silencio mientras miraba hacia otro lado, ignorándolos.
- Si recuerda que murieron pero no cómo, es porque una parte de él está reteniendo la memoria, se niega a ser revelada- pensó Sony mientras observaba a sus dos compañeros en aquel momento emotivo, luego giró la mirada y contempló al otro elemental dándoles la espalda- Ese chico no me engaña, oculta algo
- ¿Habrá otros miembros que los estén buscando?- pensó Lepra- Lo dudo, los mató a todos… ¡Si tan solo hubiera llegado a tiempo!- el puño le temblaba de la furia, un peñasco de pocos centímetros se desprendió de la tierra del suelo- Otra vez fallé. Maldito seas. ¡Te juro que no voy a descansar hasta…!
- Lepra- lo llamó Sony. Lepra relajó el puño y la roca cayó- Ya estamos listos para continuar.
- Bien.
Kay se secó las lágrimas y reprimió la horrible angustia que cubría su corazón y se posaba sobre su pecho. Natal lo soltó.
- ¿Seguimos?- le preguntó.
Kay asintió.
Lepra observó aquel trato afectivo, le llamó la atención, no veía algo así desde hace mucho tiempo. Creía estar viajando junto a un padre y sus dos hijos.  Carraspeó y ordenó:
- Vamos.

‘’ Un niño de 14 años entrenaba duro en el bosque bajo la intensa luz de la estrella más brillosa, practicaba una pose de pies y manos para efectuar un ataque frontal con la tierra, su objeto de prueba era el tronco de un árbol, recientemente cortado (no tenía copa ni ramas). Tras horas de arduo trabajo en solitario, con el peso del cansancio y el agoto de sus energías, se tropezó y se desplomó en el césped. La caída le causó un importante raspón en la rodilla, tendido en cuatro patas, suspiró insaciablemente. Su maestro lo observaba.
- Levántate- le dijo.
Lepra observó los pies de su mentor, no tenía fuerzas para alzar la vista ni mucho menos para volverse a poner de pie.
- Hazlo- insistió el mago.
Lepra hizo un gran esfuerzo, levantó las rodillas y lo logró. Pero al instante, volvió a derrumbarse y se desmayó.
Cuando abrió los ojos, seguía allí… era de noche. La herida ya no estaba y su maestro tampoco. Lepra, decepcionado de sí mismo, se sentó en el suelo, contuvo las lágrimas y se apenó de su debilidad. ’’  

Ocultos entre los numerosos árboles, avanzaron cautelosamente sin ser descubiertos, esperando el momento oportuno para atacar.
Lepra frunció el ceño y sintió como la tierra se sacudía (algo que solo él podía notar) sutilmente; hasta podía reconocer todo lo que le pasara a los árboles conectados a la tierra, aves haciendo sus nidos, pájaros descansando… y enemigos aguardando un descuido.
- ¡Elementales!- gritó- ¡No estamos solos!
En ese preciso momento, una serie de bestias descendió en manada; todos ellos armados con pistolas y cuchillos. La mayoría llevaba cuernos en sus espaldas y cabezas, otros yacían encorvados, con las camisas al descubierto, enseñando su extraña piel grisácea y tatuajes en forma de cruz, algo que los elementales ya habían visto.
- Finalmente… pagarán por haber matado a nuestro señor Morgán y a nuestros hermanos- dijo uno de los seres, con la voz tomada.
- La Cruz…- dijo Natal- Ya me preguntaba que había sido de vosotros. 
- ¿Los conocen?- preguntó Lepra.
- Es una larga historia…
Kay, Sony y Natal se cubrieron las espaldas.
- ¡Ven, Lepra! ¡Son muchos!
- No…- respondió el joven moreno.
Las bestias dieron unos zancazos, Lepra reaccionó de inmediato y movió ambos brazos de izquierda a derecha, como si corriera el viento; el muro de tierra ascendió desde la superficie y golpeó a una primera ola. 
Otro espécimen se le había acercado por detrás sin que se diera cuenta y justo cuando estuvo apunto de atravesarlo con su cuchillo por la espalda, Kay lo convirtió en fuego vivo.
- Ya lo había visto- dijo Lepra, molesto- No necesito ayuda.
- Gracias, de nada- respondió Kay.
Natal empujó el viento y este venció a la segunda ola de atacantes, sacudiéndolos por los aires.
Sony no se quedó atrás y atrapó a los pocos sobrevivientes con la lava de sus manos, el material se solidificó y las bestias se vieron atrapadas por caparazones rocosos.    
Lepra se sorprendió al verlos a todos en acción, pero no lo demostró.
- ¡Vienen otros más! ¡Hay que correr! ¡No hay tiempo para esto!- el elemental de la tierra se dispuso a correr. Kay, Sony y Natal fueron detrás suyo.
La horda de seres comenzó a distenderse por todos los alrededores del bosque, como si fueran cucarachas…
- ¡Fueron muchos los que escaparon durante la batalla de hace dos años!- exclamó Natal, mientras corría junto a sus dos pupilos detrás de Lepra.
Lepra estaba verdaderamente preocupado, de todos modos, mantuvo su mente fría para idear algo que pueda distraerlos. Pero Sony interrumpió sus pensamientos.
- Además de un elemental, eres un mago, ¿no?
Lepra asintió con disgusto e intentó no volver a prestarle atención…
- Bien, tengo una idea- continuó- ¿Puedes crear ilusiones?
- No servirá- se apresuró Lepra en contestar- Aquellos seres notaran de inmediato que no somos nosotros porque solo puedo crear imágenes, no cuerpos sólidos. 
Sony se llevó la mano al mentón mientras corrían.
- Bien, sirve de todas maneras- dijo- Crea cuatro imágenes, una de cada uno. Esta es mi idea: Les haremos creer que nos separamos, cuando en realidad nos ocultaremos bajo tierra. Lepra, quiero que crees un agujero en el suelo para escondernos y lo tapes, Natal nos proporcionará oxigeno con una esfera de aire. Luego, avanzaremos bajo tierra durante algunos minutos hasta asegurarnos que los perdimos de vista. Yo pienso que no será ningún problema para ti, formarnos un camino.
- ¿Y las imágenes?- preguntó Lepra, con la mirada fruncida pero interesado en el plan.
- Que continúen escapando hasta desaparecer. Eso nos proporcionará el tiempo suficiente para encontrar la cueva. 
- Sony, siempre piensas en todo- sonrió Natal.
- Bien, me gusta hacer las cosas a mi manera, pero haré una excepción- dijo el elemental de la tierra- Tardaré algunos minutos en crear las imágenes.
Sony asintió. Natal tomaba a Kay de la mano, ya que este no podía correr por su cuenta debido al temor que tenía de mirar la luna por accidente.
Los antiguos miembros de La Cruz fueron acortando la distancia poco a poco, pronto los atraparían; algunos de ellos estaban sedientos, no comían hace días, seguramente habían sido expulsados de sus respectivas ciudades o marchado por su propia cuenta. El Redentor había caído hace tiempo ya y ellos sabían con exactitud quienes eran los responsables.
Lepra cerró los ojos mientras corría, sus habilidades corporales no dejaban de sorprender a los otros elementales. Sin pronunciar ni una palabra, movió los dedos meñiques de sus manos hasta cruzarlos, volvió a separarlos y estos crearon un hilo eléctrico; el joven de tez morena fue dibujando las figuras en el aire hasta que se conformaron cuatro cuerpos exactamente iguales a los de los cuatro personajes.
- ¡Natal, Kay!- indicó Sony.
Kay, sin apartar los ojos del suelo, formó una extensa capa de fuego como distracción. Natal, por su parte, envolvió a todos (a excepción de las imágenes) con una esfera de aire. Las bestias se vieron distraídas por un momento, pero apenas atravesaron el fuego sin muchas dificultades, sus enemigos continuaban allí, huyendo y uno de ellos estaba formando clones con magia.
- ¡No funcionó!- gritó Sony- Nos atrasamos.
Los clones visuales de Lepra desaparecieron.
- ¡Demonios!- exclamó Natal.
- INTENTABAN ESCAPAR- gritó una de las bestias entre colmillos.
- ¡ATRÁPENLOS!- dijo otra.   
- ¡Sepárense! No queda alternativa- indicó Lepra. Pero no fue posible, las bestias rodeaban casi toda el área.
Finalmente, el bosque llegaba a su fin y desembocaba en un gran risco; los elementales se vieron atrapados. En silencio, se pusieron en guardia para luchar, las bestias se abalanzaron sobre ellos….
Y los atravesaron como si fueran hologramas. Ocurrió un efecto dominó y muchas de ellas se resbalaron por el acantilado. Estaban desorientadas y no tardaron en luchar entre ellas. 
Entretanto, los cuatro elementales avanzaban bajo la tierra, con una esfera de aire rodeándolos para proporcionarles oxigeno; Kay había encendido una llama para aportar un mayor campo visible y Lepra deformaba la tierra para darles paso. 
- Funcionó- rió Natal.
- Lamentablemente solo puedo atribuirles dos o tres frases a las imágenes para que hablen, por eso son fácilmente descubiertas, pero esta vez vinieron como anillo al dedo- dijo Lepra, sin dar ningún comentario sobre lo espléndido que había sido el plan de Sony- Además de algunas cuantas acciones, son hechizos complicados, incluso para mí.
Sony hizo oído sordos a los comentarios soberbios de su nuevo compañero y dijo.
- Kay está muy exhausto, ¿no puedes crear luz con tus poderes?
- ¡¿Acaso crees que con la magia puedo hacerlo todo?!- exclamó Lepra, muy molesto.
- Si, lo creo. Por favor.
Lepra suspiró abatido y quitó un artefacto de su bolsillo; era un prisma del tamaño de un vaso de plástico, hecho de cristal. Posó su mano sobre el extraño objeto y este comenzó a iluminar el triple que la llama de Kay; brillaba en diversos colores. Kay apagó la llama.
- Gracias- dijo.
Lepra se quedó en silencio.
Hubo largos minutos de caminata hasta que Natal rompió aquello.  
- Lepra…
- ¿Qué quieres?
Natal se molestó por la respuesta, pero sabía que si le contestaba de mala manera, no respondería a su duda.
- Bueno…- se relajó y habló- Te diferencias por mucho a varios de los elementales que he conocido. No solo porque eres un mago sino por tu forma de utilizar la tierra. La usas como si fuera una extensión de tu cuerpo… nunca vi nada igual.
- ¿Y?
Natal se contuvo otra vez.
- Bueno, ni Kay ni Sony ni yo tenemos un completo conocimiento sobre nuestros poderes, nos vamos moldeando a ellos a medida que va pasando el tiempo y créeme que tuve muchos años para auto-descubrir los míos. Aún así, me gustaría… aprender de ti.
- Imposible.
Esta vez, Natal perdió la cordura.
- ¿¡Por qué!?
- Yo nací en un planeta donde toda mi gente practicaba el Böju, el arte marcial que te permite regular la energía del cuerpo a voluntad. Ni siquiera pude completar mis enseñanzas por su inminente destrucción. No puedo enseñarte nada, porque no naciste en Morgana.
- ¡Eres demasiado soberb…!
- ¡Oigan!- interrumpió Sony- ¿Cuánto falta?
- Poco- respondió Lepra como si no hubiera pasado nada- Desde aquí no creo poder encontrar la entrada a la cueva, habrá que salir a la superficie y volver a bajar.
A continuación, Lepra abrió un agujero sobre sus cabezas, comprobó que no hubiera nadie y salió por allí en primer lugar, los otros tres le siguieron. El prisma brillante iluminaba gran parte del sector.
- ¿No sería mejor apagarlo? Así nos descubrirán- dijo Kay con la voz apagada, quien volvió a mirar el suelo.
- No, lo necesito- Lepra apretó el prisma y posó su palma sobre la tierra; después, cerró los ojos y buscó la entrada- Es aquí- pero todo era vegetación, árboles y arbustos.
- Aquí no hay nada- dijo Sony- Ninguna entrada ni ninguna cueva…
- ¿Te parecería secreta si tuviera una entrada visible?
- Buen punto- respondió con un gesto despectivo.
Lepra se sentó en el suelo como un indio y acarició la tierra; exóticos signos aparecieron a su alrededor hasta conformar un círculo que Sony y Natal ya habían visto con anterioridad.
- En su lengua burda, podría llamarse ‘’el círculo de los magos’’ si así lo desean, es la fuente de energía de todos los hechiceros del mundo, mediante ella, concentramos todas las habilidades que aprendemos con el tiempo. Gracias a esto, podré encontrar la manera de abrir la compuerta secreta.
- Ya entendí, es algo así como una carpeta de archivos- dijo Sony- Lo único que tienes que hacer es seleccionar lo que necesitas.  
Natal miraba aquello impresionado, hasta incluso Kay había levantado la vista para no perdérselo.  
- Ahí está- dijo Lepra, le encantaba ser el centro de atención. Del mismo círculo mágico (que resplandecía en un tono verdoso), las insignias se movieron a voluntad, deslizándose por el suelo hasta desaparecer en una porción que se encontraba a cuatro metros. Lepra se puso de pie y el círculo desapareció, inmediatamente comenzó a danzar sus brazos y un peñasco de tierra fue desprendido (justamente en el lugar seleccionado). Los elementales restantes examinaron unas viejas escaleras putrefactas que descendían hacia el abismo- Síganme.
Avanzaron por la tierra húmeda tras la tormenta y se sumergieron en la entrada secreta; la escalera estaba chapoteada, llena de bichos y sustancias desagradables. Lepra iluminó el camino con el prisma (entró en último lugar) y cerró la compuerta.
- Así seguirá siendo secreta la ubicación de la cueva y las bestias no nos encontraran- dijo antes de recibir quejas.
Los elementales ya tenían una idea de los miedos de un claustrofóbico y no estaban muy lejos de compartirlos. La repugnante escalera causaba mucho temor, escalón tras escalón, no había seguridad de no encontrarse con algo horripilante. El camino era sinuoso y atrapado entre las paredes de tierra, repleta de hormigas, gusanos, cucarachas, arañas y otras especies que los elementales no tenían ni idea de su existencia.
- No me digan que le temen a todos estos pequeños parásitos- dijo Lepra, realizando una risa muy irritante.  
Ninguno le respondió y avanzaron en silencio, Lepra se estaba ganando todos los premios al mayor odioso de la historia.
Tras largos minutos bajando por la escalera, arribaron un gran salón repleto de rocas húmedas y podridas, una gran puerta blanca al fondo, llena de telarañas, se ubicaba al final del recorrido.
- Al fin llegamos- suspiró Natal.
- Tras esta puerta está nuestro transporte, lo que nos llevará al planeta Agda, donde yace Fismut- informó Lepra.
- ¿Quién construyó todo esto?- preguntó Sony, asombrado.
- Los miembros de una antigua y secreta organización… la Luz Oscura- respondió Lepra.
Y aquella palabra retumbó en el subconsciente de Kay…
.
 ‘’- Me llamo Meddes, el sacerdote Meddes. Miembro de la poderosa Luz Oscura, los seres que pasaron generaciones buscándote, muchacho. ¡Y mira! ¡Te encontré! ‘’ 

Kay dio un respingo del susto y susurró.
- Lo recuerdo, lo recuerdo todo…
Kay se salió de control y atacó a Lepra.
- ¡¿Lo sabías?! ¡¿Verdad?!- y lo tomó del cuello. Lepra, en su defensa, hizo un chasquido y la cicatriz de Kay comenzó a brillar, al mismo tiempo, Kay sufrió un importante dolor.   
- ¡Basta!- le ordenó Sony. Lepra se detuvo y Kay quedó dolorido con las manos sobre el suelo. Natal fue a ayudarlo, pero Kay se rehusó con desdeño.
Lepra suspiró.
- Llegué tarde. Mi misión era detenerlo pero… como es costumbre, siempre lleva un paso delante.
- ¿Tu misión? ¿De qué estas hablando?- dijo Natal, confundido.
- De Meddes- dijo Kay, con los ojos llenos de rabia.
- ¿Meddes?- preguntaron Sony y Natal al unísono.
Lepra realizó un segundo suspiro y habló.
- Meddes fue un mago de Morgana, posiblemente el más fuerte de todos ellos. Hoy en día se hacer llamar a sí mismo, un ‘’sacerdote’’.
- ¿Y eso qué?- preguntó Sony- ¿Quién es ese sujeto?
- Es el asesino de Agustina, el verdadero responsable de la masacre- habló Kay, inhaló y exhaló.
Sony y Natal estaban petrificados, anonadados.
- Meddes es un antiguo miembro no iniciado de los Inmortales- continuó Lepra.
- ¿Inmor…tales?- el nivel de confusión de los únicos dos porteños fue aumentando en exceso.
- Mi hogar, a diferencia del suyo, era conformado por cuatro facciones o niveles. Mujeres y hombres, no había excepción. Practicábamos el uso de la energía…
- El Böju- interrumpió Natal.
- Exacto- asintió Lepra con cierto desdén- El Böju era nuestra fuente de conocimiento más poderosa y gracias a ella podíamos a acceder a casi todos los secretos del universo. La pirámide empezaba (de abajo hacia arriba) por los iniciados (generalmente, la mayoría del pueblo que se dedicaba a otras tareas ajenas a la magia), le seguían los sacerdotes, seguidores de la siguiente facción, los magos o hechiceros. Y por encima de todos, existían los Inmortales, el rango supremo, los líderes de nuestro mundo.  
- Fascinante…- murmuró el profesor.
- Arcas Sanon fue su primer nombre, antes de darse a conocer como el sacerdote Meddes, fue hijo de un inmortal y el responsable del EXTERMINIO de toda mi raza.  
El odio que iba creciendo en el corazón de Kay estaba sobrepasando los límites, de inmediato, cayó al suelo adolorido.
- ¿Kay? ¿Estas bien?- Sony fue a ayudarlo. Natal, en cambio, estaba petrificado ante todo lo que acababa de escuchar.
- Mi cuerpo… siento como si alguien estuviera tirando de mis huesos- respondió Kay, respirando forzosamente- ¡Ah!
- Es un síntoma, no le pasará nada. Mi sello no es tan débil- informó Lepra.
Kay se largó a llorar, sus cambios de humor eran inesperados.
- Ella solo quiso defenderme porque me amaba y ese desgraciado le quitó la vida frente a mis ojos.
Sony sintió un calor en el pecho y un apretón en el estómago.
- Me desesperé- continuó el elemental del fuego, con la mirada inexpresiva en la repugnante tierra subterránea- Me volví loco, solo quería verlo muerto, estaba dispuesto a entregarlo todo para verlo así- luego colocó la mano derecha en su pecho, como si le estuviera volviendo a ocurrir- Fue horrible. Perdí el temor, la cordura, lo perdí todo y me dejé llevar por algo que no sé explicar.  
- Meddes te provocó a propósito, eso quería- le dijo el elemental de la tierra- Lo suficiente para que tu bestia interior despertara de su largo trance.
- ¿Mi... bestia interior?
- La que posees por ser un JEN, ya te lo había dicho- Kay estaba desorientado- El poder de los elementales es antiguo… el de los JEN lo es aún más.
- Entonces fui yo quien…- Kay apretó los ojos y se dirigió a Sony y Natal- ¿Y ustedes? ¿Cómo supieron lo que había pasado?
- Yo… tuve un sueño- habló Sony, afligido.
La angustia se apoderó de Kay y en un intento por controlarla, tragó saliva y dijo en voz baja.
- ¿Me estas diciendo que soñaste que mi novia moría y no lo impediste?- al instante, tomó a Sony del cuello de la remera con ambas manos- ¡EH! ¡SONY!
Lepra apretó el puño y Kay cayó al suelo, exánime.  
- ESCUCHENMÉ- dijo Lepra con voz de autoridad- No tengo tiempo para sus payasadas. Lo lamento, pero tiene que ser así. Ya tendrán todo el tiempo del mundo para lloriquear. Ahora, nos quedan tres días antes de que la bestia interior de Kay vuelva a despertar.
- ¿Y que pasa si despierta?- preguntó Sony, con culpa.
- El muchacho morirá- señaló a Kay con el dedo- Vayamos con Fismut lo más rápido posible- Lepra amagó para continuar, pero se vio interrumpido por las palabras de Sony.
- Si Kay tiene aquella bestia en su interior por ser un JEN, entonces yo…
- Así es, Dameron. Y ruega porque no se despierte como la de tu amigo- Lepra le dirigió una mirada sombría y alzó ambos brazos para que la gigantesca puerta se abriera mágicamente. 
Kay se puso de pie y siguió a Lepra.
- No es tu culpa, Sony- le dijo Natal- Hiciste lo que pudiste.
- Natal, ¿No lo entiendes?- insistió Sony- Estoy seguro que ese tal Meddes fue quien hirió gravemente al príncipe en el Zen, el año pasado. Es la amenaza que Dayas nos advirtió, es…- el joven se quedó petrificado, acababa de recordar una visión que ya había olvidado. Y pensó: Oh por dios… mi sueño.
- Eres inteligente, Sony. Pero tal vez todo esto sea solo una casualidad…
Sony, paralizado, se dirigió a la puerta que Lepra estaba abriendo.

Natal lo observó marcharse, estaba realmente preocupado, las cosas iban de mal en peor y estaba por entrar en un terreno que nunca había explorado. Otra cosa lo inquietaba, pues Fismut lo había acogido cuando él era un niño, cuando toda su familia había sido cruelmente asesinada por Hariet. El mago le había dado la misión de encontrar a los JEN, mencionándole la existencia de una profecía y un preludio, tras esto, desapareció y no volvió a verlo. Habían pasado casi cuatrocientos años desde aquel entonces… ¿Fismut lo reconocería? Dejó de pensar y siguió a los demás. 

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