martes, 17 de mayo de 2016

El Ritual de los Malditos: CAPÍTULO 11.




El Ritual de los Malditos: CAPÍTULO 11.

La distancia entre el enemigo y los elementales crecía cada vez más, las nubes yacían bajo sus pies, el viento soplaba con mayor fuerza y el cielo se oscurecía minuto a minuto. El vértigo a la fenomenal altura fue, en primera instancia, un problema grave; pues a Natal le costaba mantenerse cuerdo, odiaba las alturas.  Lo siguieron durante una media hora, los secuaces de Dimitrion aprovecharon las condiciones climáticas para favorecerse: una inmensa niebla se extendía a sus alrededores. Con temor a perder el rumbo y extraviarse en el desaparecido horizonte, los elementales detuvieron el paso en el medio del aire.
- ¿Qué haces Kay? Debemos continuar, se nos escapa- exclamó Sony, con problemas para respirar y evitando mirar hacia abajo al inconfundible abismo que yacía bajo sus patinetas- Aunque sea regresemos, me tiembla todo…
- Yo a Dimitrion ya no lo veo, el desdichado logró huir- le habló Kay a Natal, sin responderle a su otro amigo.
- No está muy lejos. La niebla le habrá afectado tanto como a nosotros- los vehículos se sacudieron, recuperaron el equilibrio, Natal se estremeció y continuó- Te entiendo Sony, seguir a este malhechor nos condujo a una altura demasiado elevada. Hace mucho frío y no estamos muy abrigados. Además debemos estar en los límites de la troposfera. Mejor será que reduzcamos la altura y bajemos en un sitio seguro. ¡Con cuidado Kay!- indicó entre nervios.
Kay, sin chistar, les hizo caso. Accionó las palancas para reducir el vuelo, mantuvo la seguridad de los instrumentos y empezó a descender a una velocidad de cuatro o cinco kilómetros por hora. Unos segundos después, Kay perdió el control y en menos de noventa segundos volvieron a pisar tierra firme; sanos y salvos. Aquel suceso resultó ser muy sospechoso para los elementales, pues aquella superficie no la habían visto venir, y según los cálculos, tendrían alrededor de unos cuantos minutos más para aterrizar en tierra firme. Natal estuvo apunto de besar el suelo cuando arribaron aquel lugar; Sony temblaba del frío y Kay se encargó de que los instrumentos de vuelo estuvieran en perfectas condiciones. La niebla continuaba cubriendo todo a su paso, inexplicablemente… desapareció en un instante. Inmediatamente divisaron un bosque más adelante, cuatro colinas de pequeña magnitud detrás y un sendero sellado por rocas cristalinas de izquierda a derecha. Natal volvía a colocar los brazos en su lugar y se colocaba unos guantes para el frío (que había encontrado en sus bolsillos).
- ¿Dónde caímos?- preguntó Kay, se desabrochó el cinturón y reformó el ala de plata para llevarla a mano. Le ardían los hombros, sus amigos habían estado apoyados en ellos durante toda la persecución.
- ¡Miren!- interrumpió Sony, yendo hacia la derecha de dicho sendero había huellas, pisadas. Y más adelante, acostado en el suelo, el cuerpo sin vida de la bestia voladora que Dimitrion había utilizado como transporte, acababa de ser asesinada; la lengua caía hacia afuera, un charco de sangre se vislumbraba bajo el cadáver, los insectos caminantes y las moscas ya irrumpían a su alrededor.     
- Tuvo que haber sido Dimitrion…- murmuró Kay con desagrado.
- Sigamos por esa dirección, tal vez así respondamos nuestras dudas- ordenó Dick, un recuerdo vino hacia él y pensó: ‘’Este lugar… los árboles, la tierra. Me resulta tan familiar’’
Unos cinco minutos después, dentro del camino, las colinas desaparecieron y sus alrededores se habían vuelto infinitos árboles, de troncos robustos y de gran altura, sus raíces se perdían en el medio de la escasa niebla.

Les fue casi imposible transitar por allí sin chocarse, de vez en cuando, entre sí o con los troncos. Tuvieron paciencia, durante veinte minutos de caminata, la niebla empezó a disiparse lentamente, el camino se divisó con mayor facilidad y de uno de los lados (el izquierdo) los árboles se ausentaron, en su lugar, una pequeña llanura (repleta de arbustos) descendía en lo que parecía ser un lago. Se acercaron, curiosos, hacia allí, querían refrescar sus rostros por la helada caminata. La noche les impedía ver con total claridad, pero lo que a continuación presenciaron pudieron contemplarlo a la perfección. Pues aquello que parecía ser agua, no era nada más que aire… como un gran hueco. Y fue entonces cuando Natal lo supo. Ese hueco se extendía bajo la misma línea donde terminaba la llanura (todos los árboles llegaban hasta allí) pero la sorpresa fue aún más grande cuando descubrieron que mirando a través de ese abismo se divisaban nubes y pequeñas estructuras, junto a muchísimas luces (la mismísima ciudad). Natal habló antes de que sus compañeros se alarmaran.
- Estamos en Sarmander, muchachos- dijo, con una gran sonrisa- La isla flotante que yace escondida entre los cielos. La guarida de los elementales.
- Es impresionante- suspiraron los otros dos al unísono.
- Durante las épocas oscuras fue oculta de la faz de la Tierra. La hemos encontrado o ella nos ha encontrado a nosotros- continuó su mentor- Dimitrion supo de ella todo este tiempo y ahora la está utilizando como base, su verdadera base.  
- Tu conocimiento es asombroso, Natal- lo miró Kay de reojo y se rascó la frente.
- Sigamos- le respondió este y volvió al sendero- Sarmander fue creada por un mago, el mayor aliado de los elementales. Su hechizo fue tan poderoso que se estableció que tan solo ellos y sus descendientes serían capaces de verla y pisarla….
- ¿Y tú como puedes estar aquí, entonces?- le interrumpió Sony de un salto.
- No me dejaste terminar- dijo Natal con exhaustiva pasividad- Estaba por decir que también pueden verla y pisarla aquellos que saben de su existencia.
Kay y Sony emitieron un gran ‘’Ahhhh’’ mientras sacudían sus cabezas.
Dos minutos más tarde, una tenue luz fosforescente resplandeció en dirección al norte, un conjunto de gritos y alaridos se escucharon con total claridad, una gran ceremonia ocurría en algún sector de la isla. No pudieron evitarlo, los elementales corrieron a toda velocidad hacia el final del camino.
A su derecha observaron otra pequeña colina, repleta de rocas, se ocultaron allí. Justo delante (a unos 10 metros aproximadamente), una gran fogata, hecha con pilas de cadáveres de bestias y humanos, ascendía en dirección al cielo. Criaturas horribles realizaban una serie de actos simultáneos sobre todo el área. Un círculo escrito con sangre giraba entorno a su alrededor. Extrañas insignias escritas con barro y carne en estado de putrefacción dentro de esta misma figura (las mismas que las bestias llevaban en su piel, en forma de cicatrices); Kay se estremeció.
- ¿Qué es toda esta locura, por el amor de…?
- Un sello de invocación, Kay- le respondió Sony.
- ¿Y tú como sabes?
- ¿No es obvio?- musitó el joven elemental de lava- Vi muchas películas. El dibujo escrito, los cantos, el sacrificio.
- Quieren resucitar a los Narsogs- murmuró Natal- Los sirvientes más poderosos del Oscuro. Hablen más bajo, pueden oírlos.
Los dientes de Kay y Sony colisionaron entre sí de manera brusca.
Natal tuvo que tomar a ambos de los brazos, revelando una gran fuerza, porque estuvieron a punto de ir a enfrentarlos justo cuando apareció Dimitrion frente a todos los espectadores. Cuatro criaturas más se acercaron, bestias con harapos (parecidas a las que habían atacado a Sony en su departamento) y con dos cuernos en sus espaldas. Se inclinaron frente a su amo, y las demás le siguieron.

- HOY, MIS HERMANOS. HOY EMPEZAREMOS CON LA REVOLUCIÓN QUE ESTE CRUEL MUNDO NOS HA OBLIGADO A CREAR- comenzó Dimitrion entre gritos- ¿SE DAN CUENTA QUE UNA SOLA LETRA DIFERENCIA A LA ‘’SOCIEDAD’’ DE LA ‘’SUCIEDAD’’? EL DESTINO DE TODOS LOS MORTALES SE DESPERDICIÓ EN UNA ABSURDA VIDA EN COMUNIDAD, BASADA EN PRINCIPIOS ENFERMOS, RÍGIDOS Y MANIPULADORES…. USTEDES, MIS HERMANOS, FUERON RECHAZADOS, FUERON TORTURADOS, FUERON MARGINADOS POR LOS HOMBRES QUE DOMINAN ESTE MUNDO. ES MOMENTO DE VUESTRA VENGANZA, DE VUESTRA SALVACIÓN- pausó y continuó con mayor ímpetu- ¿Y POR QUÉ MEJOR NO COMENZAR CON EL RESURGIMIENTO DE NUESTROS ALIADOS CAÍDOS?- la multitud gritó con fervor, levantándose y rompiendo filas- ADELANTE, DÉMOSLE UN GRAN ESPECTÁCULO A NUESTROS SERVIDORES.

- A este acto lo llaman ‘’El Ritual de los Malditos’’- les contó Natal, soltando a sus compañeros de los cuellos de las remeras- Ya lo han intentado algunos aficionados, sin éxito. No hay que entrar todavía, esperemos al momento que se efectúe el acto, y durante la obra… atacaremos- Kay y Sony asintieron, resguardando su enojo.
La niebla casi desaparecía, Dimitrion alzó las manos, hubo una llovizna en el interior del círculo; no cualquier llovizna, sino una en donde las gotas eran de color negro. Las bestias se alborotaron aún más, entre cantos y alaridos; todas ellas habían pertenecido a la nueva sociedad, pero habían sido rechazadas por diferentes motivos. Dimitrion se estaba aprovechando de esa falla en el sistema, ya que… su verdadero plan (el que había revelado en capítulos anteriores) era volver a hacer valer los derechos de un elemental, poner a prueba a todos los portadores de un corazón mágico. Por ese motivo, resucitaba a los Narsogs, sus antiguos enemigos, para representar un nuevo mal en la Tierra que deba ser enfrentado. Pero para ello necesitaría sacrificios voluntarios… 


Aparecieron espíritus horripilantes en la fogata, almas perdidas que giraban en su entorno. Los dibujos en el suelo y en la piel de sus anfitriones comenzaron a brillar, todas ellas mediante una luz verde de gran intensidad. Dimitrion, empapado por la lluvia negra, alzó las manos hacia el cielo, como todo un creyente; cerró los ojos y sonrió. Una ráfaga creció y creció hasta que se expandió, causando una implosión, la cual brilló de tal manera que dejo a todo el mundo sin visión por unos momentos. Dimitrion esperó a que la luz que divisaba en la oscuridad de sus parpados desapareciera, para luego abrirlos. Y fue entonces cuando supo que los gritos de sus camaradas habían cesado por alguna razón. Abrió los ojos y lo comprobó. Todos sus camaradas vencidos y tendidos en el suelo (no eran un gran número de servidores), la mayoría de ellos sufriendo por alguna extremidad dañada por el fuego. Tres individuos yacían frente a él, mirándolo con suma atención y frunciendo el ceño. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Comenta si te gustó!