miércoles, 29 de noviembre de 2017

La Sombra: CAPÍTULO 11.



La Sombra: CAPÍTULO 11.

Kay miraba a Wodo de tal manera que ya parecía estar acosándolo. En su mente se hacía cualquier cantidad de preguntas. ¿Podría confiar en él? ¿Tendría que matarlo antes de que resulte ser otro psicópata? ¿Cómo podía estar tan tranquilo delante de otras tres personas a las que acababa de conocer? Apretó los dientes, la espada estaba justo a su lado, no había notado que inconscientemente la acababa de tomar del mango con fuerza y nerviosismo. Pero Natal posó su mano sobre la de él y Kay entendió que tenía que tranquilizarse, la misión lo requería. Wodo continuaba leyendo, sin prestarles atención a ninguno de ellos y Lepra era quien remaba el bote; pues sí, yacían sobre un bote, navegando en oscuras y pasivas aguas; una gran neblina se extendía por el horizonte. Lepra había colocado el prisma brillante en el centro de la embarcación para iluminar el camino y a todos ellos, el rango de dicho artefacto era fascinante. Natal agilizó el viaje con sus habilidades en el viento, pero por más que lo intentara, no podía deshacer la niebla de aquel mundo. Todos estaban en silencio, un tirante y perturbador silencio. Eso se debía a que acababan de conocer a un titán con vida y estaban seguros de que no era el único deambulando por ahí…
Kay, con la voz sombría, le preguntó a Wodo.
- ¿Qué lees?
- Creí que nunca dejarías de mirarme tan pesadamente- le respondió Wodo con ese acento claramente forzado, como si se tratara de un inglés queriendo hablar español- Leo una historia de mi pueblo, se llama La Sombra.
- Tengo mis motivos. Sirves a un titán y eso me da para desconfiar- respondió el elemental del fuego, tajante.
- Haces mal en generalizar, así como que no todos los humanos son buenos, no todos los titanes son malos. De todos modos, como lo dice este libro, el bien y el mal no existen, son solo percepciones de las acciones que hacemos. Y no siempre están del lado correcto.
- Qué filosófico…- sonrió Natal, dirigiéndole una mirada con amabilidad- Seré directo. ¿Eres un miembro de la Luz Oscura?
Wodo lanzó un abrupto ¡JÁ! y la palabra ‘’ZAZ’’, luego añadió.
- La Luz Oscura sirve a Vrogh, yo sólo sirvo a mi Rey.
- Xón cumple las órdenes de Vrogh, como tú las de él. Es lo mismo- comentó Kay.
Wodo bajó la cabeza, entre risas.
- Realmente aún no saben nada. Pero están cerca de conocer la verdad. Yo no soy el indicado para decírselos, creo que ni yo ni el joven morgano somos los indicados. Ustedes son los JEN y…
- De hecho, solo él- le aclaró Natal. Wodo se quedó petrificado.
- Había oído que venían dos…
- Desapareció, no sabemos dónde está, se esfumó. Xón me dijo que él está bien…- habló Kay, algo triste.
- Mi Rey nunca se equivoca, de seguro lo estará- Wodo le lanzó una sonrisa a Kay, enseñándole sus grandes colmillos de mamut- Él puede ver a través de la conexión que tienen.  
Kay no supo cómo reaccionar, sabía que tenía que estar alerta a las intenciones del ser con la piel roja, pero, por más que lo negara, le estaba empezando a caer bien… sólo asintió con la cara larga y Wodo no tardó en hablar nuevamente.
- Allí tienes una de todas las respuestas- señaló al horizonte.
Natal y Kay giraron las cabezas, la niebla era extensa, pero a la lejanía, pudieron entrever dos estatuas descomunales, de cien metros de altura; eran los dibujos de dos personajes de antaño, vestidos con armaduras, luchando entre sí. Uno de ellos era corpulento, sin cabello, barba larga y un casco de gladiador; el otro era un sujeto con una armadura provocadora, siniestra, parecía tratarse de un demonio. Ambas figuras yacían sobre el lago con las piernas dentro del agua. No había señales de tierra firme, solo esos monumentos insólitos.
- ¿Quiénes son?- le preguntó Natal a Wodo.
- El de barba larga es Vrogh y el otro… bueno, tiene muchos nombres, nadie conoce el verdadero- dijo- En Ghryaú lo llamábamos Demiann, también sé que en otros lugares lo conocen como Vicius o Síanon; pero es más conocido como…
- … Tritán- habló Lepra, quien había estado en silencio durante todo el viaje en bote. El corazón de Kay se tambaleó de una forma inusual, como si quisiera decirle algo.
- Los morganos difundieron ese nombre por toda la galaxia: Tritán, el creador- continuó el ser rojizo y observó a Kay.
- ¿Quién es?- preguntó el JEN.
- Es conocido… por haber masacrado a todos los titanes- Natal y Kay se quedaron boquiabiertos- Vrogh fue quien lo venció y lo asesinó, en venganza de todos sus hermanos.
- Y hasta ahí sabrán, ya es suficiente- le ordenó Lepra a Wodo- Estas bajo mi cargo, así que obedece lo que te diga.
Wodo se quedó en silencio y continuó leyendo el libro.
Natal respetaba lo que Lepra guardaba, así que no hizo comentarios al respecto, de seguro no era el momento… pero se moría de ganas de conocer más sobre aquella historia. Kay estaba igual.   
El profesor empezó a analizar toda la información que conocían hasta ese momento.
- Por un lado, Vrogh es un titán que eliminó a todos los habitantes del planeta donde nació Fismut, eso lo tilda como un ser despiadado y genocida. Los JEN, en palabras de los titanes y los Ryanos, son elegidos. Vrogh se encerró en el templo de la muerte durante incontables años y formó a la Luz Oscura para buscar a los JEN; entre ellos, estaba Meddes, quien encontró a Kay y lo provocó para que su bestia interior (uno de los gemelos) despertara; así, el templo de la muerte se abriría y los JEN no tendrían mayor remedio que acudir a ese lugar para salvarse del dominio de esos monstruos. El objetivo de Vrogh era conocerlos, esa era la razón por la cual había hecho tanto daño. Pero… ¿Por qué? Ya que el templo se había abierto, ¿Por qué no salió él mismo a buscarlos? ¿Y cómo entra ese tal Tritán en toda esta historia?- pensó Dick Natal, cerró los ojos, se dejó llevar por la tranquilidad del lago y continuó- Lo peor de todo, hay ciertos cabos sueltos que no logro atar, no les encuentro una lógica. Por ejemplo: Tritán fue quien masacró a todos los titanes, posteriormente fue vencido por Vrogh. ¿Quién era ese sujeto? Además, en Reroriam, Rojas dijo que los JEN eran el último rastro de los titanes… En Caláz, Jhor mencionó que tenían que derrotar un tal prod… no logré escuchar con claridad- los ojos de Natal se abrieron como platos cuando recordó algo que Fismut había dicho.

‘’ (…) Yo nací en el primer mundo que practicó el Böju, aquello que fue, vulgarmente, conocido como la magia. Vivíamos bajo una sociedad fuerte y próspera…- el aspecto nítido y alegre de Fismut desapareció- Pero todo cambió cuando fuimos castigados, por un asesino, un ser que se creyó digno de jugar con las vidas ajenas- Fismut apretó los puños, las paredes comenzaron a sacudirse- El amo de Meddes- suspiró y todo volvió a la normalidad- El titán Vrogh. (…)’’[1]  
  
Natal lanzó un suspiro y se tapó la boca, nadie le prestó atención.
- Vrogh CASTIGÓ a la especie de Fismut, eso significa que aquellos seres hicieron algo que no debían y por ende, fueron eliminados. Interesante… desde un principio supuse que el mago no nos diría toda la verdad, pasaron siglos, pero aún recuerdo como es- Natal miró a Lepra detenidamente mientras este remaba- Sin duda, son iguales. Si sigo analizando la situación, Lepra nos contó sobre el preludio de la profecía.

‘’- Mi pueblo solo conocía el preludio de una profecía con relación a los JEN- interrumpió Lepra- La cual decía que los JEN deberían cruzar el cosmos para encontrar al templo de la muerte y revelar todos sus secretos. (…)’’[2]

- Y si hay un preludio, intuyo que la profecía real aún no la conocemos. Ojalá estuviera Sony aquí, él sabe cómo recopilar una buena cantidad de información mucho mejor que yo. Por lo pronto y formulando una teoría, creo que, tal vez, y solo tal vez, Vrogh no sea el ser maligno que nos vendieron…

- Estamos por llegar- informó Lepra- Nos aproximamos a tierra.
Kay se había quedado dormido y Wodo continuaba leyendo; ninguno reaccionó. Natal se puso de pie. Lepra le dirigió una mirada.
- Ayúdame a llegar más rápido a la costa y te enseñaré unos cuantos trucos más para controlar tu Böju- le dijo.
Natal asintió y sacudió los dedos, la velocidad se triplicó. A Wodo se le cayó el libro y tuvo que abandonar la lectura, Kay sufrió un sacudón por la potencia; parecían estar dentro de una lancha. Arribaron tierra en cuestión de minutos.
Kay salió del bote rápidamente y le dijo a Natal.
- El año pasado te dije que no volvieras a hacer eso…
Natal arqueó las cejas y esperó las instrucciones de Lepra. Wodo guardó el libro en una bolsa verde y también bajó, cuando lo hizo, el bote se sacudió, liberándose del peso del ser rojizo. Lepra giró la muñeca y la tierra de la costa rodeó una soga atada al bote, como si fuera un ancla. Se quitó la suciedad, se lavó la cara y con el prisma brillante en su mano izquierda, se acercó al resto del grupo.
- El mapa indica que el segundo fragmento de la llave yace en la isla de este mundo- indicó el joven morgano- Para ahorrar la búsqueda, Wodo nos guiará- se dirigió al habitante de Ghryaú- ¿Conoces el camino, verdad? Por eso tu Rey nos pidió que nos acompañes.
Wodo tardó en asentir, estaba callado y serio. Kay apretó los dientes, volvía a desconfiar.
- El Rey de este mundo es Úiaj, el destructor- dijo.
- Destructor… otro loco sirviente de Vrogh- vociferó Kay. Wodo le dirigió una mirada al elemental del fuego- ¿Te molesta que hable mal de él?
Sabiendo que solo lo hacía para provocarlo, Wodo miró hacia otro lado, se acercó a Lepra, le quitó el prisma brillante y se dirigió al este; la luz del artefacto guiaba el camino. La niebla continuaba siendo muy espesa, difícilmente pudieron reconocer dos hileras de árboles, una de cada lado; sin embargo, sus copas eran invisibles y el silencio era mucho más aterrador que el sonido del agua mientras viajaban por el lago. Kay notó que Natal miraba en dirección por donde habían venido, donde yacían las estatuas de Vrogh y Tritán (ahora de espaldas, porque ya las habían pasado).
- ¿Ocurre algo?- le preguntó.
- No, nada- le respondió Natal y siguió a Lepra, quien estaba detrás de Wodo.
Kay entrecerró los ojos, sabía que algo se guardaba.

- Relájate y concentra la energía en tu interior, guíala hacia tu corazón y haz que fluya a través de ti para eliminar la niebla de este mundo- le indicó Lepra a Natal, este cerraba los ojos y movía ambos brazos como el joven mago le había enseñado; inhaló y exhaló varias veces, pero solo logró quitar parcialmente la bruma de un pequeño sector, el cual fue vuelto a rodearse de niebla cuando Natal se quedó agotado y detuvo su acción.  
- Es inútil, ya estoy viejo para estas cosas- dijo Natal.
- Vamos, nunca se es viejo para aprender- le respondió Lepra y volvió a ilustrarle la pose de manos- Inténtalo una vez más.
Natal lanzó un suspiro opulento y volvió a hacerlo; esta vez, la zona liberada fue un poco más grande y duró más tiempo; al rato se detuvo y tuvo que parar con la caminata. Lepra se le quedó mirando y Natal levantó el pulgar, indicándole que estaba bien y que continuaría intentando.
Kay yacía con la espada de Xón en su mano, la miraba atentamente mientras seguía a sus compañeros, sintió una extraña sensación cuando tocó la hoja de aquella arma blanca; un rugido dentro de su cabeza le hizo dar un respingo del susto, todos lo notaron y lo observaron. A continuación, Kay miró a su propio reflejo en la hoja de la espada y sus ojos se volvieron amarillentos; se llenó de furia y comenzó a realizar sonidos bruscos con la boca, gruñidos repletos de saliva; a simple vista, parecía haberse vuelto loco.
Wodo se apresuró y le quitó la espada al joven JEN, Kay volvió a la normalidad al instante. Miró al hombre con la piel roja y frunció el ceño.
- Lo mejor será que yo la lleve- le dijo.
Kay asintió, sin entender nada de lo que había pasado.
- ¿Estas bien?- le preguntó Natal- Creí que te transformarías en el lobo.
- Lo estoy, cerré los ojos y de repente, Wodo tenía la espada.
Lepra observaba la situación con frialdad.
- La personalidad del lobo tomó el control del joven por unos segundos…- pensó Lepra- Esa espada solo parece un problema. Lo mejor será que la destruya cuando tenga oportunidad.
- No estamos solos- advirtió Wodo, rápidamente. Todos se pusieron en guardia, algo se agitaba entre la espesa niebla.
El ser rojizo entrecerró los ojos y desenvainó sus dos largos cuchillos, olfateó el aire y bajó la guardia.
- No hay de que preocuparse.
En ese momento, un nuevo sujeto apareció entre la neblina, de estatura baja; con una gran túnica cubriéndole todo el cuerpo y capucha en la cabeza.
Los elementales esperaban lo peor cuando examinaron al individuo que se les acercaba.
- Imagino que te enviaron para guiarnos a través de la espesa niebla- le dijo Wodo, con un tono simpático.
El enano se detuvo a unos metros de los cuatro personajes y con una voz muy aguda, dijo.
- Aquí no hay ni un volcán para que te bañes en lava, viejo pelón. ¿Qué haces aquí, Wodo? ¿Y por qué me hablas en esta lengua?
- Porque no vine solo, querido .
El enano encapuchado conocido como Fä, examinó a los viajeros; su rostro no se lograba ver por el ambiente y la capucha, solo dos ojos amarillos y enormes.
- Tres de los ocho y uno de los dos- le explicó Wodo.
- Tres elementales y un JEN…- exclamó Fä- ¿Saben por qué están aquí?
Antes de responder, un gran número de enanos, similares a Fá, bajaron de los árboles escondidos y se ubicaron detrás del primer personaje en aparecer. Kay tragó saliva y fue el primero en hablar.
- Buscamos el segundo fragmento de la llave, para llegar al templo de la muerte y derrotar al titán Vrogh- obviamente decía eso porque quería saber si le servían.
Fä se dio la vuelta para mirar a sus compañeros, hubo una pausa, y al unísono, se rieron a carcajadas, muchos se tiraron al suelo y se agarraron de las panzas mientras lanzaban sonidos agudos ensordecedores. Natal se cubrió ambas orejas con las manos, Lepra hizo lo mismo. Kay pudo escuchar la frase que se repetían los unos a los otros: ‘’No tiene idea, no tiene idea’’. Se molestó por su actitud e hizo un pisotón, la tierra que pisaban se sacudió levemente y todas las risas acabaron al mismo tiempo.
- No sé que es tan gracioso, pero deben llevarnos con su líder, AHORA- dijo, imponente.
Fä chasqueó los dedos y un bastón de su mismo tamaño, apareció en su mano derecha; llevaba un cristal violeta en la punta.
- ¿Te crees invencible, muchacho feo?- le dijo a regañadientes.
- Fä, solo…- quiso intervenir Wodo pero fue interrumpido por un primer gran temblor, le siguió un segundo, y un tercero, y un cuarto…
- Está aquí- dijo Fä y se arrodilló, los otros enanos hicieron lo mismo.
- Úiaj…- susurró Natal.
Tanto Kay como Natal imaginaban que el Rey de ese mundo también sería un titán, en sus cabezas esperaban a un hombre igual de gigante que Xón pero con alguna otra rara capacidad o vestimenta.
Hasta la niebla se veía afectada por los pisotones del Rey, hubo temblor tras temblor hasta que los golpes se hicieron cada vez más cercanos.
Kay y Natal miraron hacia arriba, donde la niebla cubría el cielo, esperando ver la silueta del titán desde allí; sin embargo, Wodo y Lepra no los imitaron.
Un último gran pisotón sacudió la tierra que pisaban, Wodo se arrodilló y saludó.
- Es un honor verlo otra vez, rey Úiaj.
Ni Kay ni Natal sabían hacia donde iban dirigidas esas palabras, no había ningún gigante cerca, no fue hasta entonces que bajaron la cabeza y contemplaron al Rey finalmente; igual de enano que Fä, salvo por unos pocos centímetros. Kay y Natal realizaron un gesto de confusión.
- No todos los titanes son igual de gigantes- dijo el Rey Úiaj al verlos tan sorprendidos, llevaba una gran armadura, la cual, por su peso causaba temblores de gran escala- Yo soy quien domina este mundo en las sombras, soy Úiaj, pero eso ya lo sabían.
Lepra se anticipó.
- No estamos con tiempo para presentaciones, queremos el segundo fragmento que ustedes esconden, sabemos que está aquí.
- Directo, eh- le dijo el Rey- No se los…
- Mire, no estamos para los juegos de otro titán. Vrogh quiere conocer a los JEN, si no nos da lo que buscamos, estaría traicionando sus deseos.
- Tal parece que Xón ya jugó esa carta con ustedes. Bien, se los daré- Kay y Natal se miraron entre risas- Acompáñenme.
Úiaj se dirigió hacia el norte, los demás le siguieron, incluido Fä, quien le habló a su grupito.
- Hermanos, cuiden la frontera, ya volveré- todos ellos desaparecieron sin dejar rastro.
Fä y Wodo yacían justo atrás del Rey Úiaj, un ser que no ocultaba su piel verde, una larga barba oscura y facciones duras; no portaba ningún arma, solo su pesada y gruesa armadura color gris.
Caminaron durante un buen rato, bajo la invisibilidad que ofrecía la niebla, se adentraron en una nueva zona, mucho más intensa, hasta incluso al prisma brillante le costaba iluminar el sendero. Un aroma desagradable rodeó el ambiente, los árboles desaparecieron y algunas rocas dificultaron el camino. A pesar de la ceguera, pudieron reconocer el contorno de una montaña, y un valle inmenso partiéndola en dos. Entraron al valle, donde la niebla parecía disminuir un poco; la oscuridad predominaba de todas formas. Un arco rocoso y circular yacía a mitad del camino. Úiaj había desaparecido. Fä y Wodo se quedaron quietos y los demás hicieron lo mismo.
- Tengo la impresión de que nos engañaron…- dijo Natal.
Al instante, esqueletos vivientes empezaron a emerger de la montaña, saliendo de sus partes rocosas. Todos ellos armados con lanzas, espadas, cuchillos y fusiles de asalto (de la edad moderna de la Tierra).
Kay fue rápido y realizó un gran torbellino de fuego alrededor de sus cuatro compañeros, de alguna forma, las zonas oscuras se revelaron y notaron que había muchos más lacayos de los que pensaban.
- ¿Son… muertos vivientes?- le preguntó Kay a Fä.
- Seres de otro mundo, INVASORES. Obedecen las ordenes de una sombra que nos acecha hace algunos meses- le contestó- Mi Rey estaba desesperado y su llegada le vino como anillo al dedo para solucionar el problema.
- ¡Otra vez con sus mentiras!- exclamó el elemental del fuego- ¡Más les vale que no sean mascotas como pasó con el demonio en llamas!
- No lo son, joven JEN- el tono de Fä se había tornado serio y alzó su pequeño bastón con el cristal violeta- Me matarán si tienen la oportunidad.
Los esqueletos vivientes atacaron, el grupo se encargó de armar la defensiva. Wodo usó sus dos largos cuchillos, capaces de cambiar de tamaño si lo precisaba para alcanzar enemigos a mayor distancia; Fä disparó rayos mágicos desde el cristal de su bastón; Lepra deformó las rocas de las montañas para embestir a los esqueletos y partir sus cráneos, Natal sacudió los vientos y los empujó lejos; y Kay continuó con el torbellino de fuego hasta que se volvió un tornado que masacró a una tanda de fenómenos. Sin embargo, los esqueletos seguían apareciendo y cada vez eran más numerosos.
- Esta es la entrada a La Secta, es el punto donde se concentran todos los invasores. Aquel arco es la brecha que les permite venir, hay que destruirlo; pero está custodiado por algo mucho peor que estos esqueletos- informó Fä mientras señalaba el arco a lo lejos.
- Si destruimos la brecha, no podrán seguir viniendo. ¡Vamos!- gritó Wodo y corrió hacia el arco, agitando sus cuchillos hacia cualquier muerto viviente que se le acercara. Kay y Natal se volvieron a mirar y fueron tras él; Lepra tardó un poco más.
- Vamos, morgano- le dijo Fä. Pero Lepra, que estaba molesto por otro engaño que los retrasaba, no le dirigió ni una mirada. De todas maneras, fue tras los demás apenas se deshizo de otra tanda de seres esqueléticos. Fä tomó su bastón con ambas manos, lo elevó hacia arriba y golpeó el suelo con gran fuerza; una gran barrera de agua cortó el sendero del valle; los esqueletos se abalanzaron sobre ella y le dispararon con sus fusiles, pero una vez lo hacían, se quedaban pegados y las aguas los envolvían hasta deshacerlos por completo; se acumularon filas y filas, que un sinfín de esqueletos quedaron pegados los unos con los otros hasta conformar una gran bola de cadáveres.
- Control del Böju sin danza mística, a través de ese bastón con aquel cristal…- pensó Lepra- Interesante.
- Solo los atrasará, sigan corriendo- exclamó Fä y fue tras ellos.
Natal sabía que era una situación crítica, pero no estaba dispuesto a declinar, cerró los ojos, respiró hondo e hizo algunos movimientos de la danza mística; Kay se le quedó mirando. Por primera vez, el círculo de los magos apareció bajo los pies de Natal y este realizó un aplauso con ambas manos; a continuación, TODA la niebla del valle desapareció.
- Bien hecho- lo felicitó Kay.
Natal sonrió y observó sus palmas, al mismo tiempo, el círculo desapareció.
- ¿Y ahora qué…?- preguntó pero fue interrumpido por algo inusual.
Una niña acababa de aparecer desde el interior del arco, no debía llegar ni a los ocho años de edad; llevaba un vestido blanco primaveral y una florcita del mismo color en su cabello rubio, que le llegaba hasta la nuca. Sus ojos eran verdes y expresaban su inocencia. A Natal se le vino un recuerdo, cuando Verónica quedó embarazada, él había deseado que fuera una niña; los análisis anticiparon a un niño y se olvidó de aquel sueño, pero ahora volvía a manifestarse en su cabeza.
- ¿Qué es lo que buscan?- preguntó la tímida e inocente voz de la niña.
- No se dejen engañar- les dijo Wodo.
Pero Natal se le acercó de todas formas.
- Este es un lugar peligroso. ¿Qué haces aquí? ¿Dónde están tus padres?- le preguntó. Ella lo miró fijamente.
- Kimhote, vuelve aquí ahora mismo- le dijo Lepra, pero Natal hizo oídos sordos.
- Ven con nosotros o te harán daño- le dijo el viejo profesor y se arrodilló ante ella, a muy pocos metros de distancia.
- No estoy perdida, estoy donde quiero estar- dijo la niña, su voz resonaba con un eco.
- Acércate, no te haré daño- le extendió una mano a la mujercita, sus ojos estaban llorosos. Todos los demás estaban a la expectativa.
Ella dudó por unos segundos, pero finalmente lo tomó de la mano a Natal y lo abrazó, algo que el elemental no se esperaba.
Kay encendió una llama con su mano, en ese momento, las sombras de Natal y la niña se proyectaban en la pared de la montaña. Ella alejó su cabeza e indicó que quería decirle algo, Natal le prestó el oído antes de decirle que estaba a salvo. A continuación, la sombra de la niña exhibida en la pared, creció y se hizo irreconocible. La niña le dijo a Natal: MUERE.
Natal salió disparando con el rostro cubierto de sangre hasta caer unos cuantos metros a distancia de la niña.
- ¡NATAAAAL! - gritó Kay, fuera de control.
Wodo, Lepra y Fä fueron a atacarla, pero una luz verde los cegó a todos por unos momentos y cuando Kay logró abrir los ojos, todos sus compañeros yacían en el suelo, con los rostros ensangrentados. Kay se desesperó, empezó a respirar con dificultad y su cuerpo insistía en mutar, en dejarle el control a la bestia demoníaca. La niña se acercaba a Kay, a pasos lentos, mientras cantaba una canción con la voz fina y angelical.
- No todo es lo que parece, no todo es lo que parece- se repetía Kay en la cabeza, sin poder dominarse a sí mismo.
- Me pregunto cómo haces para no sucumbir cuando tienes dos monstruos en tu interior- le dijo la niña. Kay sufrió mareos y a aquella voz ir de un lado hacia el otro. ¿Se estaba volviendo loco o era un control mental?
Todo lo que había perdido parecía ser razón suficiente para no continuar luchando y ceder, cayó al suelo, la niña continuaba acercándose.
- Aún no llegó y cuando sepa que te acabé, me recompensará con algo de su poder, puedo asegurarlo- continuó la niña, ahora estaba sentada sobre la espalda de Kay- Porque él vendrá tarde o temprano, fue mi tarea mantener la brecha abierta hasta su llegada. ¿Sabes a quien me refiero, verdad?
Kay sentía que se quedaba sin aire, temblaba del miedo, sudaba y lloraba, todo al mismo tiempo; la luz de sus ojos se apagaba con lentitud; la niña posó sus dedos en el cuero cabelludo del joven y murmuró.
- SE ACABÓ, JEN.
Kay divisó la espada de Xón en la bolsa verde de Wodo, que estaba tirada justo a su lado. Pero fue demasiado tarde, la niña disparó y la cabeza de Kay se sacudió como si una bala le hubiera dado. Ella se levantó y deshizo el muro de agua que les impedía a sus lacayos pasar. Pero algo ocurrió, una espada le atravesó el estómago y la figura de la niña cambió a un desagradable ser espumoso. Kay acababa de atravesarla.
- Eres un SNORO…- le dijo y presionó la espada para causarle más daño. El enemigo gimió del dolor, un sonido seco desgarrador que heló las entrañas de sus oyentes- Creo que finalmente entendí la función de esta espada- Kay la quitó del estómago del monstruo, repleta de un líquido negro, a lo que reconoció como la sangre del Snoro y la alzó hacia el cielo, unas grandes nubes le dieron lugar a una hermosa luna llena. Kay mutó a un feroz animal de cuatro patas, con el cabello erizado y azulado, hocico, colmillos, ojos amarillentos, garras y una larga cola. Rugió y con una voz gruesa, dijo.
- Ahora yo tengo el control- el lobo se abalanzó sobre los esqueletos a través de un potente salto, los embistió; les cortó las extremidades a algunos y a otros los atravesó con sus filosas garras.
Wodo, Fä y Lepra despertaron al mismo tiempo. Fä se apresuró y utilizó los poderes del bastón para acabar con el arco; lo envolvió con aguas mágicas y mediante un gran esfuerzo, lo destruyó al fin. La brecha desapareció.
El lobo eliminó a todo el resto, sin dejar esqueleto deambulando. Corrió en cuatro patas hacia sus compañeros, quienes se alertaron ante su presencia.
- No hay de que alarmarse, yo tengo el control- dijo la voz del lobo.
- ¿Kay? ¿Cómo es posible?- preguntó Natal, confundido.
- Digamos que la espada de Xón me permitió hacer las pases con esta forma y ahora me deja controlarlo. Nunca más seré una amenaza- respondió el hombre lobo- La niña era un Snoro con la habilidad de cambiar de forma, los atrapó en un sueño hasta que lo derroté.
- ¿Un… Snoro?- repitió Natal- ¿Cómo llegó aquí?
- No lo sé, pero me dijo que la brecha la mantenía abierta para la llegada de alguien.
- No es algo de lo que preocuparse en estos momentos- dijo el Rey Úiaj, que acababa de aparecer mágicamente- Favor por favor, yo no lo debo nada a Vrogh- llevaba una caja de madera en sus brazos, la abrió y sobre una alfombra roja yacía otra parte del oscuro triangulo, es decir, el fragmento de la llave- Es suya.
Lepra tomó el fragmento, molesto y lo guardó en una bolsa junto al otro.
- Ahora solo nos falta uno- dijo seriamente.
- Tengan cuidado con mi hermano en el planeta del tiempo, es el más soberbio de nosotros tres y le gusta desafiar las órdenes directas- advirtió el titán de pequeño tamaño.
Los compañeros de Fä aparecieron y se acercaron a él, todos ellos parecían estar llorando.
Fä se quitó la capucha por primera vez, era un extraño ser con la boca alargada, inmensos ojos, sin orejas y una gran cabeza, su piel era parecida a la de un reptil, tampoco tenía cabello. Los otros seres repitieron la acción, todos ellos eran iguales.
- Fafe, Fifu, Fe, Fo, Fi, Fiu, Faj, Fe, Fu. Los extrañaré a todos ustedes y los recordaré por siempre, tienen mi palabra- les dijo Fá, los otros enanos se emocionaron e hicieron una reverencia.
- ¿Por qué te despides? - le preguntó Natal.
- Porque nos acompañará- le dijo Lepra. Natal se quedó anonadado y miró a Wodo, quien asintió, dándole la razón a Lepra.
- Qué la diosa esté con ustedes, terrestres- les dijo Úiaj y se marchó junto a los demás enanos.
Sin titubear, Lepra rodeó a los cinco con las aguas de Agda hacia el último mundo. El planeta de la sombra quedó atrás y una vez arribaron el nuevo planeta, a Lepra casi le da un ataque del susto cuando tenía el súper temporizador espacial en la mano.
- ¿Qué sucede? - le preguntó Natal, tomándolo del hombro.
Lepra giró la cabeza para mirarlo y con gran pesadumbre, pronunció.
- Nos quedan 6 horas.



[1] La guerra de las bestias: el templo de la muerte. CAPÍTULO 7. ‘’Fismut, el mago’’
[2] La guerra de las bestias: el templo de la muerte. CAPÍTULO 7. ‘’Fismut, el mago’’

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Comenta si te gustó!