martes, 5 de diciembre de 2017

El Día sin Final, la Noche sin Estrellas, el Mundo del Vacío: CAPÍTULO 12.



El Día sin Final, la Noche sin Estrellas, el Mundo del Vacío: CAPÍTULO 12.

- ¿Es esto real?- preguntó Kay y miró a su alrededor, aterrado.
Las ruinas se extendían precipitadamente por los alrededores, una ciudad vacía, sin vida alguna; con solo ruinas y discordia. Aún así, el joven no estaba solo, otro individuo lo acompañaba y este, se encontraba de espaldas. Kay fue a afrontarlo y con voz prominente, pronunció.
- ¿Vas a dejar que tome el control? ¿Qué cause otra masacre como la que ocurrió en este lugar?- pausó y luego añadió- Hace tiempo dañaste a mis amigos y eso es algo que no puedo perdonarte. Pero ahora es diferente, solos no podremos, pero juntos sí.  
Aquel individuo que no se atrevía a devolverle la mirada al elemental del fuego, yacía observando una gran jaula con barrotes inmensos y su interior en la oscuridad. Dos ojos monstruosos observaban a aquellos personajes con gran rencor, lanzó un sonido abrupto y todas las edificaciones de la ciudad se desplomaron en un santiamén. Kay y el otro sujeto dieron un respingo del susto.
- Ni tu ni yo queremos que él gane esta pelea, entonces… ayúdame y yo te ayudaré a ti- continuó Kay.
Finalmente, el lobo dio media vuelta y con sus ojos amarillos le dirigió una mirada a Kay. La oscuridad de la noche sin estrellas no dejaba vislumbrar el color azulado de su cabello. Antorchas encendidas por doquier, eso era lo único que iluminaba el pueblo que alguna vez había sido conocido como Morena. A pesar de la masacre, no había ni un cuerpo en el suelo; solo estaban ellos, como si fuera una ciudad fantasma. Entre medio de ambos, una espada se encontraba atascada en el suelo, con el mango apuntando hacia arriba. Kay fue el primero en avanzar hacia ella, estaba a algunos metros de distancia; el lobo tardó en reaccionar, por sus expresiones parecía estar triste y confundido, no era capaz de rugir con intensidad. Kay supo a la perfección que también estaba aterrado… sin embargo, no se acercó a su compañero y se quedó allí, inmóvil, mirando sus patas. A continuación, la bestia atrapada en la jaula empezó a descontrolarse y ocurrió un temblor de gran magnitud, al mismo tiempo, un vórtice se abrió en el espacio y envolvió la celda con una luz amarillenta.
- No queda mucho tiempo, solo algunas horas antes de que recupere todas sus fuerzas y nos derrote- habló Kay, observando la jaula con el ceño fruncido.
A pesar de la catástrofe, todo parecía reducirse a esos dos individuos parados uno frente al otro. El lobo se acercó a Kay y extendió su peluda mano; el JEN, anonadado, repitió el gesto y completó el apretón de manos. Cara a cara después de tanto tiempo, se examinaron profundamente durante un prolongado silencio (con la bestia encerrada de fondo). La voz susurrada y afónica del lobo, le dijo:
- A partir de ahora, seremos uno solo.

Wodo miró a Kay, anonadado.  
- ¿Todo eso ocurrió en tu mente mientras el Snoro te golpeaba?- preguntó.
Kay asintió, no estaba en su forma humana, aún continuaba siendo una bestia inmensa de pelaje erizado y azulado. Natal yacía acariciando su brazo como si fuera una mascota.
- No soy un perro, Natal- le dijo Kay y sonrió con esos gigantescos dientes. Se encontraban en un nuevo bosque, con el césped naranja, un basto cielo que pasaba de azul a amarillo segundo tras segundo, como si fuera una lámpara encendiéndose y apagándose. Había hojas de todos los colores por todas partes, como si fuera otoño. Los árboles no las tenían, se encontraban a los alrededores, totalmente pelados y con las ramas al descubierto. No había humedad, ni frío ni calor; ni un sol, ni una luna, ni una nube.
- Perdón- se ruborizó el elemental del viento- Es un cabello muy suave y aún no caigo en lo que está pasando…
- Entonces, la espada de Xón te permitió entrar a tu propia mente, es una habilidad fascinante- dijo Fä.
- Estos chicos están llenos de sorpresas, compañero- le dijo Wodo.
Lepra yacía delante de todos, rojo como un tomate. Los demás caminaban tras él mientras conversaban.
- Está muy callado- habló el más enano del grupo y señaló al elemental de la tierra.
- Fue un salto muy repentino, de veinticinco horas pasamos a seis, debe estar muy angustiado- le dijo Natal y se acercó al muchacho de tez morena- Oye…
- No…- respondió Lepra con brusquedad y con una seriedad atemorizante- Por favor, no me hables.
Natal abrió la boca pero se quedó mudo y volvió con los otros, sentía un gran nudo en el estómago.
- Me recuerda al mago Fismut cuando era joven, el mismo carácter- volvió a hablar Fä.
Kay, en su forma de bestia, quedó impresionado.
- ¿Cuándo era joven? Entonces tú…
- Así es, tengo más años de los que parezco.
- ¿Y cómo lo conociste?- preguntó Natal.
- Oh, ¿Nunca les dijo?- exclamó el enano- Los tres planetas siempre se mantuvieron muy unidos, es por eso que conozco a Wodo también.
- Eso quiere decir que…
- Así es, Fismut nació aquí, en este planeta. Creo que lo llaman Tempus.    
- ¡¿Este es el planeta donde ocurrió la masacre que realizó Vrogh?!- preguntó Natal, petrificado.
- Si…- respondió Fä con cautela- Algunos escaparon y cuando fue seguro, regresaron y volvieron a vivir aquí. Con la condición de que protegerían el fragmento de la llave.
- Xón, Úiaj… ¿un titán domina este mundo, verdad?- volvió a preguntar el profesor.
Wodo asintió.
Natal miró el suelo con una prueba de preocupación y pensó.
- Ahora todo tiene mayor sentido- le temblaban las manos- Fismut dijo que Vrogh los castigó y los masacró; a sus propios allegados. A un mundo que guardaba una de las llaves, a un mundo gobernado por un titán, ¡un miembro de su propia especie! Santo dios… eso significa que este titán que estamos apunto de conocer, TRAICIONÓ a Vrogh hace mucho tiempo. Pero… ¿Cómo? Y… ¿Por qué?
- Estás muy pensativo últimamente- le dijo el lobo.
- No es nada, es solo que me sorprende conocer el mundo donde nació el mago- sonrió Natal, falsamente.
El lobo se le quedó observando, sabía que algo se guardaba.
- ¿Se te ocurre a quien podría estar esperando aquel Snoro?- cambió de tema el profesor, rápidamente.
- A Hariet, él fue quien los creó, lo dijiste el año pasado- respondió Kay- Aunque parece imposible…
Wodo apretó los puños con rencor, el rostro de Fä también se tornó serio.
- ¿Ocurre algo?- preguntó el JEN.
Wodo y Fä se miraron al mismo tiempo y contestaron que no pasaba nada.
- Intuyo que nos está buscando por el universo, nunca creí que sería capaz de viajar entre mundos- dijo Kay- Siento que estoy atrapado entre dos frentes y que estos se acercan lentamente con la intensión de aplastarme- pausó, asintió a una respuesta que nadie había hecho y continuó- Tienes razón, ahora estamos juntos en esto.
Wodo, Fä y Natal se le quedaron mirando sin entender.
- Es él, aún sigue aquí, es mi nuevo compañero- el lobo volvió a sonreír. 
- Ojalá yo hubiera hecho las pases con mi contraparte de Amdor, como ustedes- habló Natal.
- ¿No tienes una bestia como los demás elementales?- preguntó Fä.
- No, nos separamos hace mucho tiempo- asintió el profesor y algo se le vino a la mente inmediatamente- Lepra, ¿Qué hay de tu besti…?
Todo fue repentino, las raíces de un árbol rodearon al lobo de las rodillas hasta la cabeza. Un viento sopló por única vez y quitó la mayoría de las hojas, dejando al descubierto un sendero oblicuo entre los árboles pelados y el césped naranja. El lobo hacía forcejeos para librarse de las gruesas ramas que lo envolvían, sin éxito. Lepra, Natal, Wodo y Fä formaron un círculo a su alrededor para protegerlo de algún ataque externo. Sin embargo, alguien surgió del interior del círculo, justo detrás de Kay, y posó un cuchillo con un cristal negro en la garganta de la bestia. El lobo estaba inmóvil, apretaba los colmillos con fuerza, estaba tan amarrado que ni siquiera podía abrir la boca; movió sus ojos para ver al atacante, pero solo vislumbró la silueta de la mano.
- ¿Ustedes que me dicen…?- dijo aquel sujeto y en ese instante, el grupo se percató de su presencia y giraron rápidamente; a continuación, otras ramas más pequeñas surgieron de la tierra que pisaban y los tomaron de los pies- ¿Le corto el cuello y dejo que se desangre hasta que muera? ¿O le corto las extremidades del cuerpo? Para que siga con vida y sufra al mismo tiempo. Después de todo, es tú culpa, tú culpa y nada más que tú culpa. Muchos murieron por tu poder, gente que yo añoraba y ahora vienes aquí, servido en bandeja- el individuo acercó su cuchillo aún más- Entonces díganme…  ¿Qué prefieren? ¿Qué lo mate ahora? ¿O que deje que el gran Vrogh cumpla con su cometido? De cualquiera de las dos formas, vas a sufrir. Es tu destino, es así. Naciste como concepto viviente del dolor.   
El hombre era pálido, pelo largo, recogido por un gran sombrero de copa, color negro. Era alto y bien vestido con un extraño traje y lo que parecía ser un oscuro poncho. La cara no se llegaba a vislumbrar con precisión a causa del ala del sombrero. Su cuerpo estaba inclinado hacia delante, mientras su brazo izquierdo yacía en el hombro del JEN y su otro brazo portaba el cuchillo en la mano, rozándole la garganta.
Natal fue rápido e hizo un gesto con ambas manos, como si estuviera empujando un mueble; el sujeto soltó el cuchillo y cayó al suelo; Kay se quedó inmóvil por las raíces que lo tenían capturado. Con gran rencor, Natal se acercó al atacante, lo obligó a levantarse y lo tomó de la ropa. El sujeto comenzó a reírse y le dijo.
- Era una broma, una broma- insistió. Natal fingió reírse y le pegó un cabezazo que dejó al personaje muy aturdido y nuevamente en el suelo.
- ¿Quién eres?- le preguntó el profesor.
El hombre pálido no habló, estaba encogido de hombros y se frotaba la cabeza por encima del sombrero; se lo quitó y el grupo pudo contemplar el rostro del agresor, su cara era igual de blanca y bastante humana; tenía la nariz puntiaguda, ojos verdes manzana, sin cejas, cabello largo castaño claro y ondulado, el cual estaba muy desalineado. Tenía la nariz llena de sangre por el golpe que acababan de darle.
- ¿Así es como haces amistades, amigo?- preguntó mientras se limpiaba la sangre con un pañuelo- ¿Primero les pegas en al cara y luego les preguntas su nombre?
- No te hagas el santo- respondió Natal entre dientes.
- Siempre comportándote como un idiota, Radgas- exclamó Fä.
- Pequeño, no te había visto- replicó el nuevo personaje.
- Estabas algo ocupado intentando matar a uno de los JEN. Menos mal que no lo hiciste, sino… seres más poderosos que nosotros te aniquilarían.
Radgas se puso de pie y observó a todos los miembros del grupo.
- Sirviente de Xón, ¿verdad?- le preguntó Radgas a Wodo, este asintió- Lo noté… por el color de tu piel.
El lobo rugió intensamente, intentando liberarse.
- No vas a salir, esas ramas suprimen tus poderes- le dijo Radgas.
- Libéralo- le ordenó Lepra. 
- ¿Y tú quien te crees para darme órdenes?- vociferó el hombre pálido.
Pero Lepra estaba con un mal humor incluso peor que todas las veces que había estado enfadado. Chasqueó los dedos y Radgas comenzó a quedarse sin aire, se puso de rodillas ante el joven morgano y movió los dedos, apuntando al lobo. En ese preciso instante, Kay fue liberado de las ramas. Pero Lepra continuó con lo suyo, parecía tener las intenciones de matarlo.
- ¡Lepra!- lo retó Natal.
- Idiotas como este solo nos atrasarán más- dijo Lepra con frialdad mientras observaba como Radgas se quedaba sin aire que respirar.
El lobo tomó del brazo a Lepra y lo obligó a detener lo que estaba haciendo. Radgas lanzó un grito silencioso y tosió unas cuantas veces; como quien acaba de salvarse de morir ahogado.
- Vete y no vuelvas- dijo Lepra, resignándose y continuó caminando.
- Yo… yo sé a donde van- dijo Radgas, con dificultades para hablar- Con Finegan, ¿verdad? 
- ¿Finegan?- repitió Natal.
- El titán de este mundo- comentó Fä.
Lepra detuvo el paso y le dirigió una mirada sombría.
- ¿Qué sabes?- preguntó.
- Es el líder de este mundo, los llevaré con él.
- ¿Y qué ganas tú con eso?
- Yo nunca tuve la intensión de dañar al muchacho, solo quería ver si tenía la fuerza para enfrentarme. Tal parece que no… pero tú si- dijo Radgas- Vine hasta aquí porque Finegan me ordenó guiarlos.
- Es muy probable que sea verdad, joven morgano- le habló Fä- Radgas sirve a Finegan, Rey del planeta Tempus. Es un guardián del bosque.
Lepra meditó durante algunos segundos hasta que respondió.
- Bien.
Radgas se puso de pie y miró a Natal.
- Me intriga saber tu nombre, guerrero- le dijo.
- Natal- le respondió, seriamente y con desconfianza.
- No te lo tomes personal, perrito- le dijo Radgas al lobo y le dio una palmada en la espalda, el lobo gruñó y Radgas avanzó rápidamente, todo los demás le siguieron.
- Vivimos bajo la noche iluminada por la energía radiante del universo, es por eso que se prende y se apaga como si fuera una vela- les contó Radgas, con la intensión de aflojar la tensión entre ellos- Los mitos dicen que tras la masacre de los titanes, sus esencias se concentraron aquí y dejaron al cielo tal y como está… belleza pura.
Ninguno le respondió.

Los árboles, sin vegetación alguna, se sacudían por el viento. Tras algunos minutos de caminata, el cielo dejó de parpadear y algunos espectros distorsionados se desplazaron por los aires, en dirección al norte. A estas alturas, el grupo no podía darse el lujo de observar las rarezas de cada mundo, el tiempo corría contra reloj. 
Radgas los llevó ante una gran casa, en la cima de una colina.
- ¿Aquí vive el rey de este mundo?- preguntó Wodo, desconcertado.
- El rey Finegan, mi maestro- afirmó Radgas- Cuidado con lo que dicen, hacen o dejan de hacer.
Abrió la puerta de la entrada, no se distinguía el interior del lugar, estaba todo muy oscuro, lo que les pareció bastante extraño. Entre dudas y revoloteos entraron de una vez. Y todo fue de inmediato, la puerta y las ventanas se cerraron de un golpe, Radgas desapareció repentinamente. Las luces se encendieron, allí dentro no había nada, ni nadie. Todos ellos apretaron los dientes.
- Nos engañaron...- dijo Natal.
Una imagen de la cabeza Radgas apareció en el interior de la única habitación, una clase de holograma.
- No sé aún si son de fiar- les dijo- Así que hasta que no lo sepa con exactitud, no los dejaré ir. Adiós- el holograma desapareció.
- ¡¡¡RADGAS!!!- gritó Natal, lleno de ira- ¡No tenemos tiempo para tus malditos juegos! ¡Si él mundo se acaba, será por culpa de tu indiscutida e infinita estupidez!
Lepra se sentó como un indio y estudió la construcción.
- Es una jaula que cubre parte del subsuelo y lo que es visible ante nuestros ojos- informó- Quiero que todos se concentren y busquen un punto débil, allí es donde tienen que enfocar su ataque.
Cada uno de ellos rodeó la construcción y examinó cada una de sus partes, hasta los más mínimos detalles. Kay, en su forma bestia, estaba bastante relajado, aprovechó para hablarle a Natal entre susurros, quien yacía bastante cerca de él.
- Natal… hay algo que quiero preguntarte- su mentor le lanzó una corta mirada para que empiece a hablar- ¿A Sony le gustaba Rosa, no es así?
Natal abrió los ojos como platos, no se lo esperaba, luego asintió.
- Lo supuse.
- Pero Ella parecía estar interesada en ti- le dijo Natal mientras continuaba investigando la pared.
- Mi corazón le pertenece a Agustina, viva o muerta. Lo sabes- respondió el lobo- Esa noche, me la crucé e intentó besarme…- Natal lo miró, anonadado- Pero la rechacé- Natal volvió a examinar- Hubo un momento donde escuché un ruido y tuve el leve presentimiento que alguien nos estaba espiando. Ahora creo que fue Sony y que fue al bosque para demostrar su valía e impresionarla.
- Puede que esa haya sido la verdadera razón, quien sabe.
- Luego de eso, recordé la masacre y… soñé con Jessica.
- ¿Jessica? ¿La prima de Sony?
- Así es, no se que significa, pero me inquieta… mucho.  
- Hasta no tener hechos claros, mejor no te enfoques en trivialidades- le aconsejó su mentor- Ahora intentemos salir de aquí.
El lobo asintió.
- El material más resistente de la galaxia protege este lugar, nunca recuerdo el nombre. Es imposible de penetrar- habló Wodo a todo el grupo.
- Fismut me dijo que todo material tiene su debilidad, debe haber alguna forma- dijo Lepra, sus sienes estaban inundadas en sudor.
- ¿Y si la atacamos todos juntos?- propuso Natal.
- Estaríamos desperdiciando energía- le dijo Fä- Sería inútil.
- Tal vez si la golpeo con todas mis fuerzas- dijo el lobo.
- Te terminarías haciendo daño a ti mismo- le respondió Wodo.
A continuación, la puerta volvió a abrirse, el grupo no lo pensó dos veces y salió afuera.
- ¿Tan pronto?- dijo Natal y fue testigo de lo perturbador.
Un ejército de seres con armaduras especiales y futuristas yacía a merced de Radgas, con cascos de plata y armas de fuego entre sus brazos. Les apuntaron y al mismo tiempo, un nuevo gigante apareció ante ellos; era calvo, de piel verde, barba canosa, tenía rasgos de un adulto y era bastante gordo, también llevaba una túnica celeste precaria, con un cinturón dorado que apenas le sujetaba la gran barriga.    
- Finegan, el azotador- aclamó Wodo- También pintor según he oído. Ahórrenos los discursos y dennos el fragmento que protegen desde tiempos inmemorables.
- Hasta los seguidores de mis hermanos están aquí, ya veo…- habló la prominente voz de Finegan- Mmm… si los rumores son ciertos, los elementales se enfrentarán a mí, de lo contrario, hasta aquí habrán llegado. No me importan los titanes, ni Vrogh ni el prodigium… 
Natal se le quedó mirando atentamente. Quiso preguntar pero Lepra fue rápido y aceptó el duelo cuando notó que no tenían alternativa.
- Radgas, sepáranos- le ordenó Finegan. Radgas hizo la famosa danza mística y muchos de los árboles se deformaron a su voluntad, conformando un capullo de metros y metros de distancia mediante ramas y troncos.
- Será fácil- le susurró el lobo a Lepra y Natal. Wodo y Fä habían quedado a un costado, fuera de combate, junto a Radgas y el ejército. Posteriormente, el lobo se abalanzó sobre el titán gordo y lo atacó con sus garras; Finegan abrió la palma y de allí brotó hierro líquido, el cual se solidificó y formó un cubo que golpeó al lobo en la cabeza. El hombre lobo se desparramó por el suelo como una rueda, mientras volvía a ser un simple jovencito.    
Natal fue el siguiente y lanzó múltiples ráfagas de aire que tomaron diferentes direcciones y rodearon al titán. Natal las dirigía con su mano, bajo sus pies yacía el círculo de los magos, el entrenamiento con Lepra le había dado nuevas ideas. Las ráfagas se comportaban como helicópteros a control remoto, actuaban según las indicaciones de su creador. Natal atacó el suelo que Finegan pisaba y este dio un salto; el hierro desapareció repentinamente. Otras dos ráfagas dieron toda la vuelta e intentaron por la espalda del contrincante, mientras las demás cubrían todos los frentes posibles. Finegan pisó la tierra, movió las manos rápidamente y una burbuja de acero lo rodeó, ningún ataque lo dañó.
Lepra era el único que no hacía nada, estaba inmóvil, observando la situación.
- ¡Lepra, vamos! ¡Ayúdanos!- le gritó Natal a lo lejos.  
Pero el joven morgano ni se mosqueó, se sentó en el suelo, en forma de indio y cerró los ojos.
- No se que está haciendo ese muchacho- pensó Natal y viró hacia el otro lado donde se encontraba Kay, en su forma humana, intentando levantarse- ¡Kay!- lo llamó. Este reaccionó, tomó la espada de Xón, que yacía en el suelo (acababa de aparecer luego de su mutación) y corrió hacia Finegan.
La burbuja de acero se deformó hasta llenarse de pinchos a su alrededor y fue tras Kay. El elemental exhaló y dio un gran salto, pasó por encima de la bola de pinchos y le lanzó algunas bolas de fuego que no le hicieron nada. La bola se detuvo, cambió de dirección y lo acechó apenas piso tierra. Natal empujó a Kay con sus habilidades en el viento y logró salvarlo de ser arrollado.    
- ¡Finegan está dentro!- le dijo Natal. Kay asintió.
- ¿Qué es lo que está haciendo Lepra? ¡Ven a ayudarnos!- pero Lepra proseguía meditando, sin escuchar ni una palabra.
El círculo de los magos aún perduraba bajo los pies de Natal.
- Tienes que concentrarte, vamos- se dijo a sí mismo e hizo las mismas poses que el joven morgano le había enseñado. Inmediatamente, un gran tornado asaltó la bola de pinchos y la revoleó por los aires, el hierro se deshizo y Finegan cayó como una bomba. La tierra se sacudió por unos instantes.
Kay sacó ventaja de la distracción del titán y corrió hacia él a una velocidad sobre-humana, con la mano izquierda portaba una esfera de fuego del tamaño de una pelota de básquet y su mano derecha se había vuelto tres veces más grande y peluda que lo normal (era el brazo del lobo), también portaba la espada de Xón en posición ofensiva. Kay atacó pero el titán se anticipó y creó una pared de cobre (de diez metros de alto y ancho) que lo defendió. El elemental del fuego intentó penetrarla con sus dos ataques pero fue inútil. Ni una grieta tuvo. La tierra se transformó en polvo, particularmente en hierro, bajo los pies de Kay y este se vio atrapado y succionado, como si fueran arenas movedizas. 
- Terminemos esto- dijo Finegan y con sus dedos formó balas de plomo, las cuales estaban apunto de ser dirigidas hacia Kay.
- ¡Kay!- gritó Natal y se tiró al suelo, exhausto; el círculo desapareció, aún era muy inexperto para controlarlo y no agotarse.
Kay hacía lo posible para zafarse, pero estaba atrapado y pronto moriría.
Y entonces… Lepra abrió los ojos, hizo aparecer el círculo de los magos bajo sus pies y el dibujo celestial incrementó su tamaño hasta ocupar todo el campo de batalla. El polvo de hierro se deshizo y las balas de plomo también. Lepra caminó hacia Finegan y con voz orgullosa, dijo.
- Un titán capaz de controlar todos los metales. No esperaba menos del maestro de mi maestro. Aunque tú no se lo enseñaste, Fismut te considera su mentor, quien le mostró el Böju. Él lo perfeccionó y me ayudó a mí a hacerlo también. Yo puedo saber todo lo que pasa con la tierra y noté que cuando tus habilidades aparecían estabas con los pies sobre ella, pero cuando no, se esfumaban. Las poses de manos eran una distracción, manejas el Böju con tus pies- pausó, se acercó más y prosiguió- Sólo creé un campo que repeliera toda habilidad mágica sobre la tierra, es por eso que el metal se desvaneció. Ahora…- Lepra estaba a metros de Finegan- Dame el tercer fragmento y basta de juegos.
Finegan apretó los dientes, no estaba dispuesto a rendirse, elevó las manos y su ejército futurista avanzó hacia ellos.
- Eso es trampa…- murmuró Kay, en su forma normal, liberándose del polvo.
Lepra hizo una risa pedante.
- Sabía que no cederías tan fácilmente. Por suerte, tengo un truco bajo la manga…- Wodo, Fä, Natal y Kay observaron una de las mejores cosas del viaje; Lepra mutó, se quitó la remera, su cuerpo creció y se hizo musculoso, una abundante cresta le abordaba toda la espalda y parte de la cabeza; su piel se tornó marrón y algo oscura; tenía dos cuernos ovalados que formaban dos ‘S’, un arito en el hocico, ojos oscuros y amenazadores, una larga cola y pequeñas orejas sobresalientes. El rostro de un toro a simple vista. Sin embargo, no solo eso ocurrió, el gran círculo de los magos que había creado con anterioridad se achicó hasta envolverlo y mágicamente, le aparecieron brazaletes dorados en los brazos y las pantorrillas, hombreras y una gran hacha medieval con el mango grueso. La contraparte de Amdor del joven mago, había despertado…
 - Por las lunas de Ghryaú…- exclamó Wodo en voz baja- ¡Este hombre se ha convertido en un minotauro!
- Tenías razón, estos individuos son una caja llena de sorpresas- le respondió Fä.
El ejército de Finegan abrió fuego contra el minotauro, esta bestia tiró las patas hacia atrás, sacudió la cabeza, exhaló un hilo de humo y se abalanzó sobre sus enemigos, todas las balas rebotaban en su armadura o en el hacha, pues se defendía mediante ella. Algunas balas le dieron en las patas, pero con una resistencia insostenible, el minotauro embistió a sus contrincantes, todos ellos revolearon por los aires, sin gritos.
Kay no lo podía creer, fue con Natal y lo ayudó en lo que pudo.
Finegan arrastró sus pies y unas cuantas balas de plomo lo acecharon, mientras cubos gigantescos de acero caían de los cielos como meteoritos. El minotauro esquivó cada uno de los ataques y derrotó a otra tanda de enemigos.
Radgas fue a afrontarlo, alzando las manos y envolviéndolo con enredaderas y ramas de árboles, pero el minotauro las deshizo con el filo de su hacha. El hombre pálido se echó para atrás, atemorizado. Por último, el minotauro dio un salto descomunal hacia los cielos, a casi cien metros de distancia (atravesó la copula de ramas que establecía el campo de batalla) y cayó después, una onda expansiva desplomó a todo el ejército de Finegan. Natal, junto a Kay, fue con Wodo y Fä; y protegió al grupo mediante una bola de aire. Finegan yacía con el rostro verde ensangrentado, derribado y acostado en el suelo con la panza hacia arriba, aún respiraba.
- Un simple mortal venció a un titán, esto es inaudito- dijo con sus pocas fuerzas y se levantó a duras penas.
El minotauro se acercó al titán gordo y alzó su hacha para cortarlo en dos.
- Espera, te daré el fragmento- sacó de su bolsillo otra parte del triangulo- Tú ganas, pero vuelve a la normalidad.
El minotauro exhaló profundamente, la tierra del suelo se elevó y lo rodeó, cuando volvió a bajar, Lepra había vuelvo a la normalidad.
- Hiciste muy mal en subestimarme- le dijo soberbiamente- Dámelo- Finegan le entregó el fragmento de la llave.  
Rápidamente, Lepra (con algunas heridas en el cuerpo por las balas que había recibido) sacó los otros dos fragmentos, unió los tres pedazos y conformó un triangulo de color negro, parecía estar hecho de cristal. También desenrolló el mapa del universo y se sentó sobre el suelo, ignorando a Finegan.
- ¿Sabes? En toda mi vida, sólo un mortal fue capaz vencerme, ahora eres el segundo, joven morgano- le dijo Finegan e hizo una seña, a continuación, TODOS sus soldados se levantaron y volvieron a armar filas. Kay y Natal estaban anonadados. Junto a Fä y Wodo se acercaron. 
- Son almas perdidas, ¿verdad?- le dijo Lepra, mientras observaba el mapa.
Finegan realizó otra seña y los miembros de su ejército se quitaron las máscaras, eran… muertos vivientes, como zombies. Con las miradas perdidas, poca carne en sus rostros y algunos indicios de mordeduras o huesos- Es por eso que no pueden morir.  
- Te estudiaste todo este mundo antes de venir aquí, eres magnífico- exclamó Finegan.
- No necesito de tus alabanzas- respondió Lepra, cerró los ojos y armó el círculo de los magos, pronunció algunas palabras extrañas y exclamó: ¡ABRÉTE!
Un gran agujero se abrió en la tierra, de casi 200 metros de diámetro y sobre él, un vórtice del mismo tamaño surgió, expulsando algunas chispas centelleantes. El agujero lanzaba un fuego verde, humo y oscuridad.
- ¿Y ahora qué?- suspiró Lepra.
- Tres deberán caer y tres se alzarán- le dijo Finegan. Lepra lo miró sin comprender- Así fue planeado desde el principio, Vrogh lo planeó. Para cuando este día llegara, eligió a tres personas para que se encarguen de bajar por el agujero, así… los JEN irían directo a él. 
- ¿Y qué pasará con los que bajen por el agujero?- preguntó Kay.
- …Morirán.
Wodo dio un paso al frente y contempló el paisaje fantástico e irreal, luego giró y habló. 
- Hace tiempo, un servidor fiel a su Rey fue escogido en cada planeta para acompañar a los elegidos hacia la ruta de su destino; reconociendo que al final del viaje, sacrificarían sus vidas para tal fin- hizo una pausa y señaló a Fä- Úiaj, titán del planeta oscuro, eligió a Fä, un guerrero de alma libre y vivaz. Finegan- señaló a Radgas- El titán del planeta del tiempo, eligió a Radgas, su guardián del bosque- Y Xón, titán del planeta del fuego… me eligió a mí- posó su mano derecha en el pecho. Nosotros tres seremos su apoyo para que ustedes suban y crucen la línea. 
Kay tenía un nudo en la garganta e intentó tragar para aliviarlo. Natal apretaba los dientes y Lepra estaba algo desorientado.
Wodo tomó el hombro de Kay y le dijo.
- Gran guerrero, gran corazón y gran bocota.
Kay sonrió.
- Gracias, por todo- y evitó llorar- Me hubiera encantado que conocieran a Sony, se llevarían muy bien.
Wodo sonrió.
Radgas se acercó a Natal.
- Espero que no te sientas mal por golpear a quien se está sacrificando para que pases el portal- dijo en tono de burla.
- Nunca- le dijo Natal con una sonrisa y ambos se dieron un apretón de manos.
Fä fue con Lepra, quien no necesitó ponerse de pie para hablar, ahora estaban a la misma altura.
- Quiero darte un obsequio- Fä le dio su bastón con el cristal en la punta- Así ya no dependerás de esa danza anticuada y podrás hacer magia sin moverte. Eres la viva imagen de Fismut, me atreveré a decir que un día serás mejor mago que él.
- Gracias- le respondió Lepra fríamente y cuando Fä se dio la vuelta, sonrió- Las aguas de Agda se nos agotaron. 
- Ya no las necesitarán- afirmó Finegan- Todos los titanes los pusieron a prueba, incluyéndome, era la mejor forma de asegurarnos que están listos para lo que se viene…
Wodo, Fá y Radgas saludaron a Finegan con una reverencia y bajo la luz de un reciente sol que acababa de asomarse repentinamente, corrieron hacia el gran vacío y saltaron a su interior, entre risas. Lepra se emocionó y cerró los ojos para evitar la angustia. Sin duda, esos eran los guerreros más valientes que había conocido. Kay y Natal rezaron al mismo tiempo, sin lágrima alguna. Una llamarada verde de considerable intensidad rodeó todo el agujero y ascendió hacia el vórtice.
- Es su turno, solo entren y se elevarán hacia los cielos- les dijo Finegan- Hasta pronto, elementales.
Lepra fue el primero, primero posó una mano sobre la gran llamarada y notó que no quemaba, una fuerza lo impulsaba hacia arriba, quitó la mano, tomó carrera, corrió hacia el agujero y se tiró, lentamente empezó a ascender hacia el vórtice. Kay y Natal tomaron seguridad cuando lo vieron y repitieron la acción. Ni se preocuparon por saludar a Finegan, ya habían tenido suficiente de él. Esto no le importó al titán gordo, quien yacía observando a esos tres individuos ascender hacia el agujero dimensional en el cielo. Cuando entraron, el vórtice desapareció y solo quedó el agujero en la tierra, las llamas se apagaron y ni siquiera había rastro de los cuerpos de los tres sirvientes.
Finegan siguió allí después de horas, meditando, lamentándose por haber perdido a su gran compañero Radgas, pero algo más lo inquietaba. Finalmente dijo en voz alta:
- Que destino tan perturbador les ha sido escogido, ni el tiempo será capaz de curar las heridas que dentro de poco ocurrirán. Me pregunto si serán capaces de afrontar el terrible legado que les dejaron...

Escuchó las risas de unos niños detrás de él y fue a jugar con ellos; era lo menos que podía hacer después de que el padre de las criaturas... sacrificara su vida.  

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