El Día sin
Final, la Noche
sin Estrellas, el Mundo del Vacío: CAPÍTULO 12.
- ¿Es esto real?- preguntó
Kay y miró a su alrededor, aterrado.
Las ruinas se extendían
precipitadamente por los alrededores, una ciudad vacía, sin vida alguna; con
solo ruinas y discordia. Aún así, el joven no estaba solo, otro individuo lo
acompañaba y este, se encontraba de espaldas. Kay fue a afrontarlo y con voz
prominente, pronunció.
- ¿Vas a dejar que tome el
control? ¿Qué cause otra masacre como la que ocurrió en este lugar?- pausó y
luego añadió- Hace tiempo dañaste a mis amigos y eso es algo que no puedo
perdonarte. Pero ahora es diferente, solos no podremos, pero juntos sí.
Aquel individuo que no se
atrevía a devolverle la mirada al elemental del fuego, yacía observando una
gran jaula con barrotes inmensos y su interior en la oscuridad. Dos ojos
monstruosos observaban a aquellos personajes con gran rencor, lanzó un sonido
abrupto y todas las edificaciones de la ciudad se desplomaron en un santiamén.
Kay y el otro sujeto dieron un respingo del susto.
- Ni tu ni yo queremos que
él gane esta pelea, entonces… ayúdame y yo te ayudaré a ti- continuó Kay.
Finalmente, el lobo dio
media vuelta y con sus ojos amarillos le dirigió una mirada a Kay. La oscuridad
de la noche sin estrellas no dejaba vislumbrar el color azulado de su cabello.
Antorchas encendidas por doquier, eso era lo único que iluminaba el pueblo que
alguna vez había sido conocido como Morena. A pesar de la masacre, no había ni
un cuerpo en el suelo; solo estaban ellos, como si fuera una ciudad fantasma. Entre
medio de ambos, una espada se encontraba atascada en el suelo, con el mango
apuntando hacia arriba. Kay fue el primero en avanzar hacia ella, estaba a
algunos metros de distancia; el lobo tardó en reaccionar, por sus expresiones
parecía estar triste y confundido, no era capaz de rugir con intensidad. Kay
supo a la perfección que también estaba aterrado… sin embargo, no se acercó a
su compañero y se quedó allí, inmóvil, mirando sus patas. A continuación, la
bestia atrapada en la jaula empezó a descontrolarse y ocurrió un temblor de
gran magnitud, al mismo tiempo, un vórtice se abrió en el espacio y envolvió la
celda con una luz amarillenta.
- No queda mucho tiempo, solo
algunas horas antes de que recupere todas sus fuerzas y nos derrote- habló Kay,
observando la jaula con el ceño fruncido.
A pesar de la catástrofe,
todo parecía reducirse a esos dos individuos parados uno frente al otro. El
lobo se acercó a Kay y extendió su peluda mano; el JEN, anonadado, repitió el
gesto y completó el apretón de manos. Cara a cara después de tanto tiempo, se
examinaron profundamente durante un prolongado silencio (con la bestia
encerrada de fondo). La voz susurrada y afónica del lobo, le dijo:
- A partir de ahora,
seremos uno solo.
Wodo
miró a Kay, anonadado.
-
¿Todo eso ocurrió en tu mente mientras el Snoro te golpeaba?- preguntó.
Kay
asintió, no estaba en su forma humana, aún continuaba siendo una bestia inmensa
de pelaje erizado y azulado. Natal yacía acariciando su brazo como si fuera una
mascota.
-
No soy un perro, Natal- le dijo Kay y sonrió con esos gigantescos dientes. Se
encontraban en un nuevo bosque, con el césped naranja, un basto cielo que
pasaba de azul a amarillo segundo tras segundo, como si fuera una lámpara
encendiéndose y apagándose. Había hojas de todos los colores por todas partes,
como si fuera otoño. Los árboles no las tenían, se encontraban a los
alrededores, totalmente pelados y con las ramas al descubierto. No había humedad,
ni frío ni calor; ni un sol, ni una luna, ni una nube.
-
Perdón- se ruborizó el elemental del viento- Es un cabello muy suave y aún no
caigo en lo que está pasando…
-
Entonces, la espada de Xón te permitió entrar a tu propia mente, es una
habilidad fascinante- dijo Fä.
-
Estos chicos están llenos de sorpresas, compañero- le dijo Wodo.
Lepra
yacía delante de todos, rojo como un tomate. Los demás caminaban tras él
mientras conversaban.
-
Está muy callado- habló el más enano del grupo y señaló al elemental de la
tierra.
- Fue
un salto muy repentino, de veinticinco horas pasamos a seis, debe estar muy
angustiado- le dijo Natal y se acercó al muchacho de tez morena- Oye…
-
No…- respondió Lepra con brusquedad y con una seriedad atemorizante- Por favor,
no me hables.
Natal
abrió la boca pero se quedó mudo y volvió con los otros, sentía un gran nudo en
el estómago.
-
Me recuerda al mago Fismut cuando era joven, el mismo carácter- volvió a hablar
Fä.
Kay,
en su forma de bestia, quedó impresionado.
-
¿Cuándo era joven? Entonces tú…
-
Así es, tengo más años de los que parezco.
-
¿Y cómo lo conociste?- preguntó Natal.
-
Oh, ¿Nunca les dijo?- exclamó el enano- Los tres planetas siempre se
mantuvieron muy unidos, es por eso que conozco a Wodo también.
-
Eso quiere decir que…
-
Así es, Fismut nació aquí, en este
planeta. Creo que lo llaman Tempus.
- ¡¿Este
es el planeta donde ocurrió la masacre que realizó Vrogh?!- preguntó Natal,
petrificado.
-
Si…- respondió Fä con cautela- Algunos escaparon y cuando fue seguro,
regresaron y volvieron a vivir aquí. Con la condición de que protegerían el
fragmento de la llave.
-
Xón, Úiaj… ¿un titán domina este mundo, verdad?- volvió a preguntar el
profesor.
Wodo
asintió.
Natal
miró el suelo con una prueba de preocupación y pensó.
-
Ahora todo tiene mayor sentido- le temblaban las manos- Fismut dijo que Vrogh
los castigó y los masacró; a sus propios allegados. A un mundo que guardaba una
de las llaves, a un mundo gobernado por un titán, ¡un miembro de su propia
especie! Santo dios… eso significa que este titán que estamos apunto de
conocer, TRAICIONÓ a Vrogh hace mucho tiempo. Pero… ¿Cómo? Y… ¿Por qué?
-
Estás muy pensativo últimamente- le dijo el lobo.
-
No es nada, es solo que me sorprende conocer el mundo donde nació el mago-
sonrió Natal, falsamente.
El
lobo se le quedó observando, sabía que algo se guardaba.
-
¿Se te ocurre a quien podría estar esperando aquel Snoro?- cambió de tema el
profesor, rápidamente.
-
A Hariet, él fue quien los creó, lo dijiste el año pasado- respondió Kay-
Aunque parece imposible…
Wodo
apretó los puños con rencor, el rostro de Fä también se tornó serio.
-
¿Ocurre algo?- preguntó el JEN.
Wodo
y Fä se miraron al mismo tiempo y contestaron que no pasaba nada.
-
Intuyo que nos está buscando por el universo, nunca creí que sería capaz de
viajar entre mundos- dijo Kay- Siento que estoy atrapado entre dos frentes y
que estos se acercan lentamente con la intensión de aplastarme- pausó, asintió
a una respuesta que nadie había hecho y continuó- Tienes razón, ahora estamos
juntos en esto.
Wodo,
Fä y Natal se le quedaron mirando sin entender.
-
Es él, aún sigue aquí, es mi nuevo compañero- el lobo volvió a sonreír.
-
Ojalá yo hubiera hecho las pases con mi contraparte de Amdor, como ustedes-
habló Natal.
-
¿No tienes una bestia como los demás elementales?- preguntó Fä.
-
No, nos separamos hace mucho tiempo- asintió el profesor y algo se le vino a la
mente inmediatamente- Lepra, ¿Qué hay de tu besti…?
Todo
fue repentino, las raíces de un árbol rodearon al lobo de las rodillas hasta la
cabeza. Un viento sopló por única vez y quitó la mayoría de las hojas, dejando
al descubierto un sendero oblicuo entre los árboles pelados y el césped
naranja. El lobo hacía forcejeos para librarse de las gruesas ramas que lo
envolvían, sin éxito. Lepra, Natal, Wodo y Fä formaron un círculo a su
alrededor para protegerlo de algún ataque externo. Sin embargo, alguien surgió
del interior del círculo, justo detrás de Kay, y posó un cuchillo con un
cristal negro en la garganta de la bestia. El lobo estaba inmóvil, apretaba los
colmillos con fuerza, estaba tan amarrado que ni siquiera podía abrir la boca;
movió sus ojos para ver al atacante, pero solo vislumbró la silueta de la mano.
-
¿Ustedes que me dicen…?- dijo aquel sujeto y en ese instante, el grupo se
percató de su presencia y giraron rápidamente; a continuación, otras ramas más
pequeñas surgieron de la tierra que pisaban y los tomaron de los pies- ¿Le
corto el cuello y dejo que se desangre hasta que muera? ¿O le corto las
extremidades del cuerpo? Para que siga con vida y sufra al mismo tiempo.
Después de todo, es tú culpa, tú culpa y nada más que tú culpa. Muchos murieron
por tu poder, gente que yo añoraba y ahora vienes aquí, servido en bandeja- el
individuo acercó su cuchillo aún más- Entonces díganme… ¿Qué prefieren? ¿Qué lo mate ahora? ¿O que
deje que el gran Vrogh cumpla con su cometido? De cualquiera de las dos formas,
vas a sufrir. Es tu destino, es así. Naciste como concepto viviente del dolor.
El
hombre era pálido, pelo largo, recogido por un gran sombrero de copa, color
negro. Era alto y bien vestido con un extraño traje y lo que parecía ser un oscuro
poncho. La cara no se llegaba a vislumbrar con precisión a causa del ala del
sombrero. Su cuerpo estaba inclinado hacia delante, mientras su brazo izquierdo
yacía en el hombro del JEN y su otro brazo portaba el cuchillo en la mano,
rozándole la garganta.
Natal
fue rápido e hizo un gesto con ambas manos, como si estuviera empujando un
mueble; el sujeto soltó el cuchillo y cayó al suelo; Kay se quedó inmóvil por
las raíces que lo tenían capturado. Con gran rencor, Natal se acercó al
atacante, lo obligó a levantarse y lo tomó de la ropa. El sujeto comenzó a
reírse y le dijo.
-
Era una broma, una broma- insistió. Natal fingió reírse y le pegó un cabezazo
que dejó al personaje muy aturdido y nuevamente en el suelo.
-
¿Quién eres?- le preguntó el profesor.
El
hombre pálido no habló, estaba encogido de hombros y se frotaba la cabeza por
encima del sombrero; se lo quitó y el grupo pudo contemplar el rostro del
agresor, su cara era igual de blanca y bastante humana; tenía la nariz
puntiaguda, ojos verdes manzana, sin cejas, cabello largo castaño claro y
ondulado, el cual estaba muy desalineado. Tenía la nariz llena de sangre por el
golpe que acababan de darle.
-
¿Así es como haces amistades, amigo?- preguntó mientras se limpiaba la sangre
con un pañuelo- ¿Primero les pegas en al cara y luego les preguntas su nombre?
-
No te hagas el santo- respondió Natal entre dientes.
-
Siempre comportándote como un idiota, Radgas-
exclamó Fä.
-
Pequeño, no te había visto- replicó el nuevo personaje.
-
Estabas algo ocupado intentando matar a uno de los JEN. Menos mal que no lo
hiciste, sino… seres más poderosos que nosotros te aniquilarían.
Radgas
se puso de pie y observó a todos los miembros del grupo.
-
Sirviente de Xón, ¿verdad?- le preguntó Radgas a Wodo, este asintió- Lo noté…
por el color de tu piel.
El
lobo rugió intensamente, intentando liberarse.
-
No vas a salir, esas ramas suprimen tus poderes- le dijo Radgas.
-
Libéralo- le ordenó Lepra.
-
¿Y tú quien te crees para darme órdenes?- vociferó el hombre pálido.
Pero
Lepra estaba con un mal humor incluso peor que todas las veces que había estado
enfadado. Chasqueó los dedos y Radgas comenzó a quedarse sin aire, se puso de
rodillas ante el joven morgano y movió los dedos, apuntando al lobo. En ese
preciso instante, Kay fue liberado de las ramas. Pero Lepra continuó con lo
suyo, parecía tener las intenciones de matarlo.
-
¡Lepra!- lo retó Natal.
-
Idiotas como este solo nos atrasarán más- dijo Lepra con frialdad mientras
observaba como Radgas se quedaba sin aire que respirar.
El
lobo tomó del brazo a Lepra y lo obligó a detener lo que estaba haciendo.
Radgas lanzó un grito silencioso y tosió unas cuantas veces; como quien acaba
de salvarse de morir ahogado.
-
Vete y no vuelvas- dijo Lepra, resignándose y continuó caminando.
-
Yo… yo sé a donde van- dijo Radgas, con dificultades para hablar- Con Finegan, ¿verdad?
-
¿Finegan?- repitió Natal.
-
El titán de este mundo- comentó Fä.
Lepra
detuvo el paso y le dirigió una mirada sombría.
-
¿Qué sabes?- preguntó.
-
Es el líder de este mundo, los llevaré con él.
-
¿Y qué ganas tú con eso?
-
Yo nunca tuve la intensión de dañar al muchacho, solo quería ver si tenía la
fuerza para enfrentarme. Tal parece que no… pero tú si- dijo Radgas- Vine hasta
aquí porque Finegan me ordenó guiarlos.
-
Es muy probable que sea verdad, joven morgano- le habló Fä- Radgas sirve a
Finegan, Rey del planeta Tempus. Es un guardián del bosque.
Lepra
meditó durante algunos segundos hasta que respondió.
-
Bien.
Radgas
se puso de pie y miró a Natal.
-
Me intriga saber tu nombre, guerrero- le dijo.
- Natal-
le respondió, seriamente y con desconfianza.
-
No te lo tomes personal, perrito- le dijo Radgas al lobo y le dio una palmada
en la espalda, el lobo gruñó y Radgas avanzó rápidamente, todo los demás le
siguieron.
-
Vivimos bajo la noche iluminada por la energía radiante del universo, es por
eso que se prende y se apaga como si fuera una vela- les contó Radgas, con la
intensión de aflojar la tensión entre ellos- Los mitos dicen que tras la
masacre de los titanes, sus esencias se concentraron aquí y dejaron al cielo
tal y como está… belleza pura.
Ninguno
le respondió.
Los
árboles, sin vegetación alguna, se sacudían por el viento. Tras algunos minutos
de caminata, el cielo dejó de parpadear y algunos espectros distorsionados se
desplazaron por los aires, en dirección al norte. A estas alturas, el grupo no
podía darse el lujo de observar las rarezas de cada mundo, el tiempo corría
contra reloj.
Radgas
los llevó ante una gran casa, en la cima de una colina.
-
¿Aquí vive el rey de este mundo?- preguntó Wodo, desconcertado.
-
El rey Finegan, mi maestro- afirmó Radgas- Cuidado con lo que dicen, hacen o
dejan de hacer.
Abrió
la puerta de la entrada, no se distinguía el interior del lugar, estaba todo
muy oscuro, lo que les pareció bastante extraño. Entre dudas y revoloteos
entraron de una vez. Y todo fue de inmediato, la puerta y las ventanas se
cerraron de un golpe, Radgas desapareció repentinamente. Las luces se
encendieron, allí dentro no había nada, ni nadie. Todos ellos apretaron los
dientes.
-
Nos engañaron...- dijo Natal.
Una
imagen de la cabeza Radgas apareció en el interior de la única habitación, una
clase de holograma.
-
No sé aún si son de fiar- les dijo- Así que hasta que no lo sepa con exactitud,
no los dejaré ir. Adiós- el holograma desapareció.
- ¡¡¡RADGAS!!!-
gritó Natal, lleno de ira- ¡No tenemos tiempo para tus malditos juegos! ¡Si él
mundo se acaba, será por culpa de tu indiscutida e infinita estupidez!
Lepra
se sentó como un indio y estudió la construcción.
-
Es una jaula que cubre parte del subsuelo y lo que es visible ante nuestros
ojos- informó- Quiero que todos se concentren y busquen un punto débil, allí es
donde tienen que enfocar su ataque.
Cada
uno de ellos rodeó la construcción y examinó cada una de sus partes, hasta los
más mínimos detalles. Kay, en su forma bestia, estaba bastante relajado,
aprovechó para hablarle a Natal entre susurros, quien yacía bastante cerca de
él.
- Natal…
hay algo que quiero preguntarte- su mentor le lanzó una corta mirada para que
empiece a hablar- ¿A Sony le gustaba Rosa, no es así?
Natal
abrió los ojos como platos, no se lo esperaba, luego asintió.
-
Lo supuse.
-
Pero Ella parecía estar interesada en ti- le dijo Natal mientras continuaba
investigando la pared.
-
Mi corazón le pertenece a Agustina, viva o muerta. Lo sabes- respondió el lobo-
Esa noche, me la crucé e intentó besarme…- Natal lo miró, anonadado- Pero la
rechacé- Natal volvió a examinar- Hubo un momento donde escuché un ruido y tuve
el leve presentimiento que alguien nos estaba espiando. Ahora creo que fue Sony
y que fue al bosque para demostrar su valía e impresionarla.
-
Puede que esa haya sido la verdadera razón, quien sabe.
-
Luego de eso, recordé la masacre y… soñé con Jessica.
-
¿Jessica? ¿La prima de Sony?
-
Así es, no se que significa, pero me inquieta… mucho.
-
Hasta no tener hechos claros, mejor no te enfoques en trivialidades- le
aconsejó su mentor- Ahora intentemos salir de aquí.
El
lobo asintió.
-
El material más resistente de la galaxia protege este lugar, nunca recuerdo el
nombre. Es imposible de penetrar- habló Wodo a todo el grupo.
-
Fismut me dijo que todo material tiene su debilidad, debe haber alguna forma-
dijo Lepra, sus sienes estaban inundadas en sudor.
-
¿Y si la atacamos todos juntos?- propuso Natal.
-
Estaríamos desperdiciando energía- le dijo Fä- Sería inútil.
-
Tal vez si la golpeo con todas mis fuerzas- dijo el lobo.
-
Te terminarías haciendo daño a ti mismo- le respondió Wodo.
A
continuación, la puerta volvió a abrirse, el grupo no lo pensó dos veces y
salió afuera.
-
¿Tan pronto?- dijo Natal y fue testigo de lo perturbador.
Un
ejército de seres con armaduras especiales y futuristas yacía a merced de
Radgas, con cascos de plata y armas de fuego entre sus brazos. Les apuntaron y
al mismo tiempo, un nuevo gigante apareció ante ellos; era calvo, de piel
verde, barba canosa, tenía rasgos de un adulto y era bastante gordo, también
llevaba una túnica celeste precaria, con un cinturón dorado que apenas le
sujetaba la gran barriga.
-
Finegan, el azotador- aclamó Wodo-
También pintor según he oído. Ahórrenos los discursos y dennos el fragmento que
protegen desde tiempos inmemorables.
-
Hasta los seguidores de mis hermanos están aquí, ya veo…- habló la prominente
voz de Finegan- Mmm… si los rumores son ciertos, los elementales se enfrentarán
a mí, de lo contrario, hasta aquí habrán llegado. No me importan los titanes,
ni Vrogh ni el prodigium…
Natal
se le quedó mirando atentamente. Quiso preguntar pero Lepra fue rápido y aceptó
el duelo cuando notó que no tenían alternativa.
-
Radgas, sepáranos- le ordenó Finegan. Radgas hizo la famosa danza mística y
muchos de los árboles se deformaron a su voluntad, conformando un capullo de
metros y metros de distancia mediante ramas y troncos.
-
Será fácil- le susurró el lobo a Lepra y Natal. Wodo y Fä habían quedado a un
costado, fuera de combate, junto a Radgas y el ejército. Posteriormente, el
lobo se abalanzó sobre el titán gordo y lo atacó con sus garras; Finegan abrió
la palma y de allí brotó hierro líquido, el cual se solidificó y formó un cubo
que golpeó al lobo en la cabeza. El hombre lobo se desparramó por el suelo como
una rueda, mientras volvía a ser un simple jovencito.
Natal
fue el siguiente y lanzó múltiples ráfagas de aire que tomaron diferentes
direcciones y rodearon al titán. Natal las dirigía con su mano, bajo sus pies
yacía el círculo de los magos, el entrenamiento con Lepra le había dado nuevas
ideas. Las ráfagas se comportaban como helicópteros a control remoto, actuaban
según las indicaciones de su creador. Natal atacó el suelo que Finegan pisaba y
este dio un salto; el hierro desapareció repentinamente. Otras dos ráfagas
dieron toda la vuelta e intentaron por la espalda del contrincante, mientras
las demás cubrían todos los frentes posibles. Finegan pisó la tierra, movió las
manos rápidamente y una burbuja de acero lo rodeó, ningún ataque lo dañó.
Lepra
era el único que no hacía nada, estaba inmóvil, observando la situación.
-
¡Lepra, vamos! ¡Ayúdanos!- le gritó Natal a lo lejos.
Pero
el joven morgano ni se mosqueó, se sentó en el suelo, en forma de indio y cerró
los ojos.
-
No se que está haciendo ese muchacho- pensó Natal y viró hacia el otro lado
donde se encontraba Kay, en su forma humana, intentando levantarse- ¡Kay!- lo
llamó. Este reaccionó, tomó la espada de Xón, que yacía en el suelo (acababa de
aparecer luego de su mutación) y corrió hacia Finegan.
La
burbuja de acero se deformó hasta llenarse de pinchos a su alrededor y fue tras
Kay. El elemental exhaló y dio un gran salto, pasó por encima de la bola de
pinchos y le lanzó algunas bolas de fuego que no le hicieron nada. La bola se
detuvo, cambió de dirección y lo acechó apenas piso tierra. Natal empujó a Kay
con sus habilidades en el viento y logró salvarlo de ser arrollado.
-
¡Finegan está dentro!- le dijo Natal. Kay asintió.
-
¿Qué es lo que está haciendo Lepra? ¡Ven a ayudarnos!- pero Lepra proseguía
meditando, sin escuchar ni una palabra.
El
círculo de los magos aún perduraba bajo los pies de Natal.
-
Tienes que concentrarte, vamos- se dijo a sí mismo e hizo las mismas poses que
el joven morgano le había enseñado. Inmediatamente, un gran tornado asaltó la
bola de pinchos y la revoleó por los aires, el hierro se deshizo y Finegan cayó
como una bomba. La tierra se sacudió por unos instantes.
Kay
sacó ventaja de la distracción del titán y corrió hacia él a una velocidad
sobre-humana, con la mano izquierda portaba una esfera de fuego del tamaño de
una pelota de básquet y su mano derecha se había vuelto tres veces más grande y
peluda que lo normal (era el brazo del lobo), también portaba la espada de Xón
en posición ofensiva. Kay atacó pero el titán se anticipó y creó una pared de
cobre (de diez metros de alto y ancho) que lo defendió. El elemental del fuego
intentó penetrarla con sus dos ataques pero fue inútil. Ni una grieta tuvo. La
tierra se transformó en polvo, particularmente en hierro, bajo los pies de Kay
y este se vio atrapado y succionado, como si fueran arenas movedizas.
-
Terminemos esto- dijo Finegan y con sus dedos formó balas de plomo, las cuales
estaban apunto de ser dirigidas hacia Kay.
-
¡Kay!- gritó Natal y se tiró al suelo, exhausto; el círculo desapareció, aún
era muy inexperto para controlarlo y no agotarse.
Kay
hacía lo posible para zafarse, pero estaba atrapado y pronto moriría.
Y
entonces… Lepra abrió los ojos, hizo aparecer el círculo de los magos bajo sus
pies y el dibujo celestial incrementó su tamaño hasta ocupar todo el campo de
batalla. El polvo de hierro se deshizo y las balas de plomo también. Lepra
caminó hacia Finegan y con voz orgullosa, dijo.
-
Un titán capaz de controlar todos los metales. No esperaba menos del maestro de
mi maestro. Aunque tú no se lo enseñaste, Fismut te considera su mentor, quien
le mostró el Böju. Él lo perfeccionó y me ayudó a mí a hacerlo también. Yo
puedo saber todo lo que pasa con la tierra y noté que cuando tus habilidades
aparecían estabas con los pies sobre ella, pero cuando no, se esfumaban. Las
poses de manos eran una distracción, manejas el Böju con tus pies- pausó, se
acercó más y prosiguió- Sólo creé un campo que repeliera toda habilidad mágica
sobre la tierra, es por eso que el metal se desvaneció. Ahora…- Lepra estaba a
metros de Finegan- Dame el tercer fragmento y basta de juegos.
Finegan
apretó los dientes, no estaba dispuesto a rendirse, elevó las manos y su
ejército futurista avanzó hacia ellos.
-
Eso es trampa…- murmuró Kay, en su forma normal, liberándose del polvo.
Lepra
hizo una risa pedante.
-
Sabía que no cederías tan fácilmente. Por suerte, tengo un truco bajo la
manga…- Wodo, Fä, Natal y Kay observaron una de las mejores cosas del viaje;
Lepra mutó, se quitó la remera, su cuerpo creció y se hizo musculoso, una
abundante cresta le abordaba toda la espalda y parte de la cabeza; su piel se
tornó marrón y algo oscura; tenía dos cuernos ovalados que formaban dos ‘S’, un
arito en el hocico, ojos oscuros y amenazadores, una larga cola y pequeñas
orejas sobresalientes. El rostro de un toro a simple vista. Sin embargo, no
solo eso ocurrió, el gran círculo de los magos que había creado con
anterioridad se achicó hasta envolverlo y mágicamente, le aparecieron
brazaletes dorados en los brazos y las pantorrillas, hombreras y una gran hacha
medieval con el mango grueso. La contraparte de Amdor del joven mago, había
despertado…
- Por las lunas de Ghryaú…- exclamó Wodo en
voz baja- ¡Este hombre se ha convertido en un minotauro!
-
Tenías razón, estos individuos son una caja llena de sorpresas- le respondió Fä.
El
ejército de Finegan abrió fuego contra el minotauro, esta bestia tiró las patas
hacia atrás, sacudió la cabeza, exhaló un hilo de humo y se abalanzó sobre sus
enemigos, todas las balas rebotaban en su armadura o en el hacha, pues se
defendía mediante ella. Algunas balas le dieron en las patas, pero con una
resistencia insostenible, el minotauro embistió a sus contrincantes, todos
ellos revolearon por los aires, sin gritos.
Kay
no lo podía creer, fue con Natal y lo ayudó en lo que pudo.
Finegan
arrastró sus pies y unas cuantas balas de plomo lo acecharon, mientras cubos
gigantescos de acero caían de los cielos como meteoritos. El minotauro esquivó
cada uno de los ataques y derrotó a otra tanda de enemigos.
Radgas
fue a afrontarlo, alzando las manos y envolviéndolo con enredaderas y ramas de
árboles, pero el minotauro las deshizo con el filo de su hacha. El hombre
pálido se echó para atrás, atemorizado. Por último, el minotauro dio un salto
descomunal hacia los cielos, a casi cien metros de distancia (atravesó la
copula de ramas que establecía el campo de batalla) y cayó después, una onda
expansiva desplomó a todo el ejército de Finegan. Natal, junto a Kay, fue con
Wodo y Fä; y protegió al grupo mediante una bola de aire. Finegan yacía con el
rostro verde ensangrentado, derribado y acostado en el suelo con la panza hacia
arriba, aún respiraba.
-
Un simple mortal venció a un titán, esto es inaudito- dijo con sus pocas
fuerzas y se levantó a duras penas.
El
minotauro se acercó al titán gordo y alzó su hacha para cortarlo en dos.
-
Espera, te daré el fragmento- sacó de su bolsillo otra parte del triangulo- Tú
ganas, pero vuelve a la normalidad.
El
minotauro exhaló profundamente, la tierra del suelo se elevó y lo rodeó, cuando
volvió a bajar, Lepra había vuelvo a la normalidad.
-
Hiciste muy mal en subestimarme- le dijo soberbiamente- Dámelo- Finegan le
entregó el fragmento de la llave.
Rápidamente,
Lepra (con algunas heridas en el cuerpo por las balas que había recibido) sacó
los otros dos fragmentos, unió los tres pedazos y conformó un triangulo de
color negro, parecía estar hecho de cristal. También desenrolló el mapa del
universo y se sentó sobre el suelo, ignorando a Finegan.
-
¿Sabes? En toda mi vida, sólo un mortal fue capaz vencerme, ahora eres el
segundo, joven morgano- le dijo Finegan e hizo una seña, a continuación, TODOS
sus soldados se levantaron y volvieron a armar filas. Kay y Natal estaban
anonadados. Junto a Fä y Wodo se acercaron.
-
Son almas perdidas, ¿verdad?- le dijo Lepra, mientras observaba el mapa.
Finegan
realizó otra seña y los miembros de su ejército se quitaron las máscaras, eran…
muertos vivientes, como zombies. Con las miradas perdidas, poca carne en sus
rostros y algunos indicios de mordeduras o huesos- Es por eso que no pueden
morir.
-
Te estudiaste todo este mundo antes de venir aquí, eres magnífico- exclamó
Finegan.
-
No necesito de tus alabanzas- respondió Lepra, cerró los ojos y armó el círculo
de los magos, pronunció algunas palabras extrañas y exclamó: ¡ABRÉTE!
Un
gran agujero se abrió en la tierra, de casi 200 metros de diámetro y
sobre él, un vórtice del mismo tamaño surgió, expulsando algunas chispas
centelleantes. El agujero lanzaba un fuego verde, humo y oscuridad.
-
¿Y ahora qué?- suspiró Lepra.
-
Tres deberán caer y tres se alzarán- le dijo Finegan. Lepra lo miró sin
comprender- Así fue planeado desde el principio, Vrogh lo planeó. Para cuando
este día llegara, eligió a tres personas para que se encarguen de bajar por el
agujero, así… los JEN irían directo a él.
-
¿Y qué pasará con los que bajen por el agujero?- preguntó Kay.
-
…Morirán.
Wodo
dio un paso al frente y contempló el paisaje fantástico e irreal, luego giró y
habló.
-
Hace tiempo, un servidor fiel a su Rey fue escogido en cada planeta para
acompañar a los elegidos hacia la ruta de su destino; reconociendo que al final
del viaje, sacrificarían sus vidas para tal fin- hizo una pausa y señaló a Fä-
Úiaj, titán del planeta oscuro, eligió a Fä, un guerrero de alma libre y vivaz.
Finegan- señaló a Radgas- El titán del planeta del tiempo, eligió a Radgas, su
guardián del bosque- Y Xón, titán del planeta del fuego… me eligió a mí- posó
su mano derecha en el pecho. Nosotros tres seremos su apoyo para que ustedes
suban y crucen la línea.
Kay
tenía un nudo en la garganta e intentó tragar para aliviarlo. Natal apretaba
los dientes y Lepra estaba algo desorientado.
Wodo
tomó el hombro de Kay y le dijo.
-
Gran guerrero, gran corazón y gran bocota.
Kay
sonrió.
-
Gracias, por todo- y evitó llorar- Me hubiera encantado que conocieran a Sony,
se llevarían muy bien.
Wodo
sonrió.
Radgas
se acercó a Natal.
-
Espero que no te sientas mal por golpear a quien se está sacrificando para que
pases el portal- dijo en tono de burla.
-
Nunca- le dijo Natal con una sonrisa y ambos se dieron un apretón de manos.
Fä
fue con Lepra, quien no necesitó ponerse de pie para hablar, ahora estaban a la
misma altura.
-
Quiero darte un obsequio- Fä le dio su bastón con el cristal en la punta- Así
ya no dependerás de esa danza anticuada y podrás hacer magia sin moverte. Eres
la viva imagen de Fismut, me atreveré a decir que un día serás mejor mago que
él.
-
Gracias- le respondió Lepra fríamente y cuando Fä se dio la vuelta, sonrió- Las
aguas de Agda se nos agotaron.
-
Ya no las necesitarán- afirmó Finegan- Todos los titanes los pusieron a prueba,
incluyéndome, era la mejor forma de asegurarnos que están listos para lo que se
viene…
Wodo,
Fá y Radgas saludaron a Finegan con una reverencia y bajo la luz de un reciente
sol que acababa de asomarse repentinamente, corrieron hacia el gran vacío y
saltaron a su interior, entre risas. Lepra se emocionó y cerró los ojos para
evitar la angustia. Sin duda, esos eran los guerreros más valientes que había
conocido. Kay y Natal rezaron al mismo tiempo, sin lágrima alguna. Una
llamarada verde de considerable intensidad rodeó todo el agujero y ascendió
hacia el vórtice.
-
Es su turno, solo entren y se elevarán hacia los cielos- les dijo Finegan-
Hasta pronto, elementales.
Lepra
fue el primero, primero posó una mano sobre la gran llamarada y notó que no
quemaba, una fuerza lo impulsaba hacia arriba, quitó la mano, tomó carrera,
corrió hacia el agujero y se tiró, lentamente empezó a ascender hacia el
vórtice. Kay y Natal tomaron seguridad cuando lo vieron y repitieron la acción.
Ni se preocuparon por saludar a Finegan, ya habían tenido suficiente de él.
Esto no le importó al titán gordo, quien yacía observando a esos tres
individuos ascender hacia el agujero dimensional en el cielo. Cuando entraron,
el vórtice desapareció y solo quedó el agujero en la tierra, las llamas se
apagaron y ni siquiera había rastro de los cuerpos de los tres sirvientes.
Finegan
siguió allí después de horas, meditando, lamentándose por haber perdido a su
gran compañero Radgas, pero algo más lo inquietaba. Finalmente dijo en voz alta:
-
Que destino tan perturbador les ha sido escogido, ni el tiempo será capaz de
curar las heridas que dentro de poco ocurrirán. Me pregunto si serán capaces de
afrontar el terrible legado que les
dejaron...
Escuchó
las risas de unos niños detrás de él y fue a jugar con ellos; era lo menos que
podía hacer después de que el padre de las criaturas... sacrificara su
vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Comenta si te gustó!