La Maldición
de Reroriam: CAPÍTULO 9.
-
¿Sabes como llegar hasta allí, vidente?- preguntó Lepra unas horas más tarde.
Jhor
estaba buscando entre algunos objetos acumulados en el sector más precario de
la cueva, hacía mucho ruido. No respondió la pregunta de Lepra y este tan solo
se le quedó observando mientras esperaba una respuesta.
Kay
yacía con el gran collar de su padre sobre su pecho, las llamas de la chimenea
le brindaban un aspecto muy luminoso e irreal que manifestaba su oro, estaba
con la cabeza gacha, no se animaba a hablar con ninguno de sus compañeros, sin
embargo, la culpa, el odio y la tristeza habían quedado atrás.
-
Bonito collar- sonrió Natal, Kay le devolvió la sonrisa con timidez. Sony se le
quedó observando atentamente, estaba sorprendido de su cambio de actitud.
-
¡Lo encontré!- gritó el oso parlante y tomó con sus enormes manos a dos
gigantescas vasijas (de 1
metro y medio cada una), con forma de pera y color
amarillento.
-
¿Y eso como nos servirá?- preguntó Natal, dubitativo.
Jhor
no le hizo caso y las dejó en el suelo, los elementales se acercaron a
observarlas, estaban llenas de agua.
-
Fismut y yo siempre fuimos muy buenos amigos- explicó el oso- Me obsequió estas
dos vasijas con las aguas del planeta Agda por si quería ir a visitarlo, como
ya deben saber, esta aguas le permiten a cualquier individuo viajar entre los
mundos. Solo tengo que buscar mi bastón y los llevaré a Sulcius, el planeta de
esta jovencita. Ella se llama Rosa si
mal no recuerdo. Les ruego que me perdonen si los atraso en su viaje. Si todo
sale bien, aparecerán en su ciudad natal: Reroriam.
Lepra
tensó los hombros y suspiró con ímpetu.
-
Bien- dijo.
-
Les daré comida y una vasija más pequeña para que la lleven con ustedes,
cuídenla, porque ella es la que los llevará a los planetas que le siguen.
-
¿Los planetas que le siguen?- preguntó Sony, frunciendo las cejas.
Jhor
tomó su bastón, el cual yacía contra la pared de la chimenea en posición
vertical, luego, dibujó tres círculos en el aire, las figuras se quedaron
suspendidas, como fuegos artificiales de diferentes colores. Estos tres
círculos eran las puntas de un triángulo imaginario y en su interior, Jhor
formó un cuadrado pequeño.
-
El templo de la muerte fue sellado hace mucho tiempo por los mismos titanes,
dejando una única ruta de acceso. Estos tres círculos son los planetas que
resguardan las llaves de una bóveda, donde yace el único transporte hacia la
ubicación de Vrogh. Solo así se puede llegar.
-
Si estos planetas pertenecieron a los titanes, significa que serán mundos
hostiles- vociferó Natal.
-
Será un riesgo que deberán tomar- respondió Jhor.
-
¿Y como viajaremos a cinco mundos en menos de tres días?- preguntó Sony,
nervioso.
-
El tiempo es algo… fascinante- contestó el vidente- Créanme. Lo lograrán.
-
Vrogh debe tener muchos aliados peligrosos, nos cuidaremos los unos a los
otros- le dijo Natal a Kay y Sony. Sin que ninguno de ellos lo notara, Jhor
hizo una expresión de burla que Lepra compartió.
-
¿Por qué Vrogh se esforzó por ocultarse, por encerrarse? Cada vez que me
explican, entiendo menos- dijo Kay, casi con el mismo tono simpático con el que
hablaba antes de que ocurriera la tragedia de Agustina.
Sony
observó a Kay con devoción, habría dado lo que fuera para volver a escuchar a
su amigo hablar de ese modo.
-
No… lo sé- respondió Jhor, observando disimuladamente los gestos de negación
que le estaba haciendo Lepra. Ninguno de los elementales de la Tierra sospechó.
Los dibujos mágicos desaparecieron rápidamente, solo se vislumbró un poco de
humo que se disipó con facilidad- Sean inteligentes, tengan paciencia. Paso a
paso entenderán bien su propósito y la relación entre los titanes y los JEN.
Tengo fe en que así será. Un gran poder fluye por su sangre y su espíritu.
-
¿Vendrá con nosotros?- preguntó Sony.
-
No… solo sería un estorbo- le dijo Jhor, con una mano en el corazón- Además,
confío en que este muchacho- señaló a Lepra- será un espléndido guía-
carraspeó, cerró sus ojos por unos momentos, suspiró profundamente y dijo-
Probablemente, después de este viaje, no vuelvan a ser los mismos. Eso no
significa que tengan algo que temer, pero… aprendan a perdonar, a perdonarse a
ustedes mismos, después de todo, el opuesto al odio es la comprensión.
Kay
asintió con una pequeña sonrisa, tenía la certeza que aquellas palabras iban
dirigidas hacia él. Jhor golpeó el suelo con el bastón, y las aguas de la
fuente flotaron por los aires y los envolvieron, luego le dio la pequeña vasija
a Lepra, muy similar a los termos de nuestro mundo; la cual era roja y estaba
atada con una delgada correa negra para llevarla sobre el hombro.
-
No sé cuanto más viviré, pero ya no me importa porque tuve la oportunidad de
conocer a los elegidos- se despidió el oso.
-
Gracias por su hospitalidad- dijo Natal, cautivado por las aguas a su
alrededor. Los demás elementales repitieron la misma oración.
-
Vuelvan cuando quieran- el vidente apretó los dientes y golpeó el suelo con el
bastón; las aguas comenzaron a moverse en círculos- Cumplan con su misión y
destruyan el prodig…- sintieron una
sensación de vértigo instantánea y desaparecieron.
Caláz
quedó atrás y aparecieron en algún sector del mundo Sulcius, en una especie de
selva amazónica. Las aguas que los rodeaban cayeron a los suelos apenas
arribaron aquel nuevo lugar y se secaron. Era de noche, pero estaba todo
bastante iluminado, los elementales reconocieron unos extraños postes de luz
sobre las copas de los árboles, iluminando un sendero cubierto de césped (verde
como la Tierra). A decir verdad, ese nuevo planeta era mucho más bello que el
anterior.
-
Sony, vuela hacia arriba y dime que ves- le ordenó Lepra de inmediato.
El
elemental se guardó sus comentarios e hizo aparecer de su espalda las dos alas
grisáceas de la gárgola, realizó un gran salto de varios metros y giró sobre su
propio eje para examinar el espacio.
-
¿Destruir qué?- le preguntó Natal a Lepra, mientras este observaba lo que hacía
Sony. Lepra bajó la cabeza para observar al viejo elemental, tenía la mirada
cansada y su mal humor fue evidente.
-
No lo sé- mintió.
Kay
posaba su mirada sobre Lepra, frunciendo el ceño.
Sony
cayó al suelo como una bala, causando un agujero de pocos centímetros; cuando
el polvo se disipó y las alas desaparecieron, el elemental de lava, explicó:
-
Es una gran selva, al norte hay un gran lago, sinuoso, parece la cola de una
serpiente.
-
¿Y hacia el sur?- preguntó Lepra.
Sony
suspiró, estaba un poco fatigado, y continuó.
-
Eso estaba por decir- gruñó- Hay un pueblo, creo. Parecía habitable.
Lepra
asintió y les dio la espalda, buscando algo entre sus pertenencias. Sony abrió
la boca como si acabara de recordar algo y dijo.
-
¿Qué quiso decir Jhor con destruir…?- Natal posó el canto de su mano sobre el
pecho de Sony y le hizo una seña para que no terminara la pregunta y se
callara. Kay estaba mudo y observó a Sony. Lepra no lo había escuchado. Los
tres finalmente comprendieron que Lepra les ocultaba algo.
El
joven de piel morena volvió con ellos, Natal quitó la mano del pecho de su
pupilo con rapidez.
-
Los tres mundos que Jhor mencionó son conocidos como los corazones del
universo. El tiempo funciona de otra manera, de una forma que ni siquiera sé
como explicar- llevaba un artefacto en su mano, del tamaño de una brújula;
rectangular, color madera, con manecillas y números desordenados en una
pantalla idéntica a la de un reloj- Tienen suerte de que los acompañe- sonrió,
sin apartar la vista del aparato.
Los
elementales de la Tierra fijaron su atención en aquel insólito objeto.
-
¿Nos explicas?- preguntó Natal, impaciente.
Lepra,
sin dirigirles la mirada, respondió con gran orgullo.
-
Lo inventé de niño. Lo llamo: el súper Temporizador
espacial.
Sony
tragó con mucha fuerza para no burlarse, Kay miró hacia un costado y tapó su
risita con la mano. Natal arqueó las cejas y también sonrió, luego le habló al
joven morgano.
-
¿Y para qué sirve?
-
Mide el tiempo de cada mundo- contestó Lepra, pedante- Lo configuré para que
figuren las 72 horas de los tres días que tenemos, esta manecilla indica la
hora actual de este mundo y esta otra dice cuanto tiempo nos queda. Pues, a
medida que vayamos avanzando entre los planetas, el tiempo se irá reduciendo
hasta llegar a cero.
Sony
se acercó e intentó demostrar seriedad, con poco éxito.
-
¿Y por qué es necesario el tiempo de cada planeta?
-
Bueno, imaginen una línea recta, ese es el tiempo del cosmos. En esta dimensión
hay muchos planetas habitables, todos ellos se encuentran en diferentes puntos
del espacio. Ahora imaginen que todos esos puntos se encuentran pintados sobre
la gran línea, la cual se termina (y ese es el final de los tres días)- los
elementales asintieron- pero hay diferentes distancias entre los puntos (o
mundos) que no podemos determinar; este artefacto medirá todo eso a medida que
vayamos avanzando en el viaje.
Natal
hizo un gesto muy gracioso, frunció las cejas y arrugó la frente mientras
contenía la respiración; no entendía nada. Para su suerte, Sony lo explicó en
voz alta.
- A
ver si entendí, quieres decir que si vamos a otro planeta, no sabes cuánto
tiempo podría correr durante el viaje. Por más que a nosotros nos tome unos
pocos segundos teletransportarnos hasta allí, podríamos estar a minutos del final.
Y tu aparato sirve para saber cuando tiempo nos queda hasta que se cumplan los
tres días y para saber cuantas horas de diferencia hubo entre mundo y mundo.
Debo admitirlo, es un invento muy inteligente. Pero por favor, cámbiale el
nombre- Sony concluyó con una sonrisa, Natal pareció desahogarse cuando escuchó
y comprendió la función del súper temporizador espacial. Lepra se molestó, como
de costumbre, y alejó al exótico reloj de la vista de sus compañeros.
-
Solo pasó una hora entre Caláz y Sulcius, pero pasamos por Agda y la bestia
despertó en la Tierra, así que… nos quedan 50 horas.
-
Después de esta aventura voy a hacer un posgrado de física, cronología y
astronomía…- murmuró Natal para sí mismo, abatido.
-
Una cosa…- habló Kay, todos prestaron atención, sorprendidos, incluso Lepra-
¿Cómo nos aseguramos que no se acabará el tiempo cuando viajemos al siguiente
planeta?
Por
raro que parezca, Lepra pareció alegrarse cuando lo escuchó hablar de ese modo,
aunque lo hizo del modo menos obvio posible.
-
Las distancias entre los mundos que pertenecen al corazón del universo son
escasas, estoy seguro que tendremos tiempo de sobra.
Kay
asintió.
-
Si el tiempo que estemos atorados aquí también influye, propongo que nos
pongamos en marcha, busquemos al mapa y a esa mujer- dijo Natal, todos
estuvieron de acuerdo.
Se
dirigieron al pueblo que Sony había visto, el sendero no tenía ramificaciones,
solo había una dirección. Al mismo tiempo, unas extrañas nubes azuladas
comenzaron a provenir del este y rodearon los cielos, provocando un ambiente
muy siniestro. Los elementales reconocieron las formas a las que se encaminaban,
eran torres grisáceas y cuadradas, superpuestas unas con otras, las cuales
rodeaban a un inmenso castillo desolado, sucio, oscuro y con ruinas a su
alrededor. Resultó increíblemente contrastante la diferencia entre la selva y
el pueblo, parecía tratarse de dos mundos diferentes. Todas las torres
cuadradas tenían sus ventanas y balcones, sin embargo, no había posibilidad de
ver que había detrás de ellas. Una sensación de alerta invadió los corazones de
los viajeros, adentro de aquel castillo no había nada bueno. De todas formas,
continuaron avanzando sin quejarse y aguardaron lo peor. A Sony le pareció ver
a un individuo sobre una de las terrazas de la torre, pero las nubes no le
dejaban sacarse la duda. Finalmente, a metros de la entrada, Kay encendió una
llama en su mano, Lepra levantó algunos peñascos de tierra y Natal apretó los
puños; avanzaron lentamente mediante una abertura sin puerta, atravesaron un
oscuro túnel y se adentraron en el pueblo. Todos casi recibieron un ataque de
susto cuando vieron en el interior, miles y miles de bestias. La mayoría de
ellos ni se percataron por su presencia, no fue hasta entonces que Lepra alzó
la tierra que pisaban y la elevó por los cielos, desconcertándolos.
-
¡Si mueven un solo dedo, los mataré!- gritó Lepra, con las sienes inundadas en
sudor.
-
Lepra, aguarda…- le dijo Sony cuando notó que ninguno de los presentes hacía
algo para defenderse, simplemente yacían allí, aterrorizados.
-
No me importa como hicieron para seguirnos hasta aquí, esto se termina ahora-
volvió a hablarle Lepra a la multitud, creía que las bestias de ese mundo eran
parte de La Cruz, quienes los habían atacado cuando intentaban salir del
planeta Tierra.
Y
entonces, una flecha le dio a Lepra en la pantorrilla, el joven morgano gimió
del dolor y cayó, las tierras suspendidas también se desplomaron; los
habitantes gritaron horrorizados; Natal se encargó de salvarlos mediante
ráfagas de aire que contuvieran los golpes. Kay y Sony fueron a socorrer al
muchacho de tez morena.
-
Esto dolerá- le dijo Kay y derritió una parte de la flecha con sus manos, la
cual llevaba unas hojas carmesí muy bonitas. Con mucho cuidado, quitó lo que
quedaba del interior de la pierna de Lepra; este yacía petrificado, temblando,
sudando y con los ojos fijos en el cielo. Kay tapó la herida y Sony lo ayudó a
limpiar la sangre que se había esparcido.
Otra
flecha con las mismas características fue a parar a Natal, pero este la desvío
con sus habilidades en el viento; tres más aparecieron del humo que había
generado la caída de la tierra suspendida, dirigidas a los JEN. Sony formó una
barrera de lava y con esta chocaron.
Entre
las sombras, un sujeto desconocido atacó a Natal con una espada de gran tamaño;
el elemental utilizó el viento a su favor para entorpecer los movimientos de su
contrincante; lo empujó con una gran bola de aire y el sujeto (que tenía la
cara tapada con una máscara, igual a la de un Ninja) clavó su espada en la
tierra, se aferró a ella y soportó la embestida. Natal se quedó boquiabierto,
con la espalda torcida; el sujeto se levantó, corrió hacia él y lo pateó en el
estómago con una fabulosa maniobra. El profesor se desplomó en el suelo, el
‘’ninja’’ alzó su espada e intentó cortarlo en dos; pero Natal logró esquivar
sus movimientos, dicha espada parecía ser muy pesada y requería mucha fuerza
utilizarla, lo notó al ver que su contrincante no era lo suficientemente rápido
cuando la empleaba. Se le había ocurrido una idea… pero, dos flechas lo volvieron
a acechar y tuvo que dar un paso atrás; del humo apareció otro ninja, con una
contextura física más delgada que el anterior; y un bulto bajo la máscara en la
parte de la nuca. Este nuevo individuo llevaba un arco en la mano y todas las
flechas tras su espalda; desenvainó un largo cuchillo con la forma ovalada y
junto a su compañero, atacaron a Natal al mismo tiempo. El profesor estaba
exhausto, ya no sabía que hacer para deshacerse de sus contrincantes y gritó.
-
¡Kay, Sony, Lepra! ¡Ayuda!- y con sus últimos alientos, movió los brazos hacia
cada lado para despejar el humo. Kay y Sony vieron a su maestro en peligro y
fueron a ayudarlo. Lepra gruñó cuando intentó levantarse y se quedó sentado,
observando.
Kay
corrió hacia el ninja más delgado y lo atacó con una serie de bolas de fuego;
el sujeto las esquivó con un gran salto, similar al de un atleta olímpico; en
el proceso, guardó el cuchillo en un bolsillo especial, tomó una flecha, le
apuntó al elemental de fuego y le disparó. Kay sintió una punzada de vértigo
cuando vio la flecha apunto de atravesarlo, pero Sony logró salvarlo,
empujándolo.
-
Tienes suerte de que predijera que eso pasaría- le dijo y tuvo otra visión
inmediata del futuro donde el ninja más grandote le lanzaba su enorme espada a
Natal- ¡Natal, sal de ahí!
El
presagio de Sony se cumplió y aquel sujeto arrojó su arma contra Natal; el
joven estudiante de Derecho se interpuso y de una manera impensable, tomó la
espada de la empuñadura; el peso hizo que se inclinara hacia delante y cayera
al suelo.
Lepra
se hartó de todo eso, cerró los ojos, el círculo de los magos apareció a su
alrededor y brilló en un tono verdoso; su herida se curó con lentitud. El
círculo desapareció y Lepra sintió un mareo, pero se levantó de todas formas.
-
¡Ustedes!- les gritó a los ninjas, estos le prestaron atención. Absorbido por
la exasperación, Lepra realizó algunos gestos elásticos y la tierra sufrió un
importante temblor; el polvo se unificó y conformó peñascos de tierra del
tamaño de automóviles. Las bestias que observaban la batalla fueron a
esconderse, tropezándose durante el acto y chocándose unos con otros. Los
ninjas se quedaron hipnotizados, el más corpulento le gritó al más delgado.
-
¡Hay que salir de aquí y volver con nuestras fuerzas!- pero el más delgado no
le prestó atención- ¡Rosa! ¡AHORA!
Sony
escuchó esto y lo relacionó con lo que Jhor les había dicho.
-
¡Lepra, tranquilízate!- le gritó, sin éxito.
Natal
estaba confundido, pero no podía prestar total atención, le faltaba el aire,
tenía el rostro sucio y le dolía el estómago por la patada. Kay comprendió
enseguida lo que ocurría, bajó la guardia y realizó un salto impresionante
hacia la ubicación de Lepra; nunca antes había hecho algo así en su forma
humana. El joven morgano estaba en un estado de cólera incontrolable; el
terremoto se agudizó y Kay fue rápido, le dio un puñetazo en la cara que
aturdió al pobre Lepra y deshizo todo lo que había hecho; la tierra volvió a su
lugar y los temblores se esfumaron.
Los
ninjas se quitaron sus máscaras; el más corpulento era un hombre de edad, nariz
gruesa, cabello castaño claro y bigote del mismo color; el delgado era una
mujer, se desató la coleta y dejó en evidencia un cabello largo y rojizo, tenía
varias pecas, ojos oscuros y una nariz respingada.
-
Supongo que tú eres a quien buscamos- le dijo Sony con una sonrisa fingida para
ablandar todo lo que había ocurrido.
El
hombre y la jovencita se dispusieron a observarlos con desconfianza sin
responder ni una palabra.
Kay
ayudó a Lepra a levantase, quien lo empujó cuando se puso de pie, estaba
furioso con él.
-
No vuelvas a ponerme una mano encima o te arrepentirás- lo amenazó.
Kay
exhaló profundamente y lo ignoró. Juntos se acercaron a los dos nuevos
personajes. En medio de un inquietante silencio, la muchacha tomó otra flecha y
le apuntó a Lepra con ella.
-
¡Espera, espera!- exclamó Sony- Fue toda una confusión, no venimos a atacarlos-
la jovencita de cabello rojizo no abandonaba la seriedad, movió los ojos hacia
Sony y cuando Lepra dio un paso al frente, se asustó y se le quedó observando
fijamente.
-
¿Quiénes son ustedes?- preguntó el hombre, más relajado- ¿Cómo es posible que
puedan hacer esas cosas?
Natal
carraspeó, estaba igual de desconfiado que la joven de cabello rojizo.
-
¿Y cómo sabemos que podemos confiar en ustedes?- preguntó.
El
hombre se acercó a la jovencita y le indicó que bajara el arco, ella seguía con
la mirada fruncida.
Hubo
un tirante silencio, Kay lo rompió cuando notó que nadie se animaba a hablar.
-
Me llamo Kay Montarnen y soy… bueno, no lo entenderían- se pausó a sí mismo y
continuó- Venimos de parte de Jhor- la jovencita se sobresaltó- Buscamos su
mapa, es importante.
El
hombre miró a la jovencita con la mirada extrañada, se acercó a Kay y estiró el
brazo para darle un apretón de manos; el elemental del fuego lo cumplió, sin
embargo, el hombre le dijo.
-
Podría matarte antes de que tus amigos muevan un dedo, dame una única razón
para no hacerlo.
-
Lo que le digo es la verdad- le dijo Kay con tal seriedad que parecía tratarse
de un hombre mucho mayor.
-
Otros han venido por lo mismo y todos han fallecido…
Kay
tragó saliva, pero no tenía miedo.
-
Usted mismo acaba de sorprenderse de nuestros poderes, de haberlo querido… los
hubiéramos acabado aquí y ahora- el elemental no cambió su actitud. Finalmente,
el hombre le soltó la mano, dio un paso atrás y levantó la cabeza, convencido.
-
Te tienes mucha fe para ser solo un niño- dijo- Pero tienes razón, golpeaste a
tu propio compañero para detenerlo- Lepra suspiró- Mi nombre es Rojas, el capitán Rojas. Y ella es mi
hija, Rosa.
Tras
estas palabras, la jovencita y el resto de elementales bajaron la guardia y se
tranquilizaron.
-
El ataque a las bestias fue un error, discúlpennos- dijo Sony, arrepentido y
apretando los dientes.
- ¿Bestias?-
preguntó Rojas.
En
ese instante, todos los pobladores volvieron a aparecer, cautelosos y
temblorosos.
-
Si, ellos- los señaló Sony con el dedo, a muchos de los pobladores les dio un
respingo del susto.
-
Te refieres a los Ryanos, no son bestias- corrigió el capitán.
Sony
se quedó mudo sin saber que contestar. Aquellos seres eran exactamente iguales
a los que yacían en la Tierra; muchos de ellos con la piel gris, cuernos, manos
de tres dedos, bocas alargadas, narices puntiagudas, poros en las mejillas,
etcétera.
- ¿Y
ustedes? ¿Cómo se llaman?- habló la jovencita por primera vez, con la voz
apagada.
-
Yo soy Sony Dameron- y le sonrió a la jovencita, pero ella lo ignoró.
-
Y yo Dick Natal.
-
¿Para qué quieren el mapa?- preguntó Rosa con brusquedad.
-
Es algo difícil de explicar, pero lo necesitamos porque es el que nos llevará
hacia donde tenemos que ir- le dijo Sony- Somos viajeros de mundos…
-
¿Viajeros de mundos?- repitió el capitán con una risita- Eso sí que les será
algo difícil de probar- el capitán Rojas se dirigió a los habitantes- ¡Ryanos,
pueden continuar! ¡Está todo bajo control!
Aquellos
seres comenzaron a salir de sus escondites y continuaron trabajando, muchos de
ellos se les quedaron mirando a los elementales, alertas.
-
En nuestro mundo, hay seres como estos. Pero les decimos bestias…- dijo Kay,
dirigiéndoles la mirada.
-
Eso es cruel- respondió el capitán- Son seres inofensivos y muy trabajadores,
tienen una capacidad superior a la nuestra. Vivimos para protegerlos. Había oído
que muchos de ellos se fueron a vivir al mundo prodigio.
-
La Tierra- afirmó Kay- Nosotros somos de allí.
Rojas
se le quedó mirando, no le creía.
-
Son especiales, de eso no hay duda- dijo con una risita- Pero eso no significa
que les vaya a creer una mentira como esa…
-
Lo que Kay dice es cierto, señor- habló Natal- Vivimos en el único mundo
dividido en dos.
Rojas
miró a Natal y luego a Rosa, ella asintió.
-
Mi hija parece creerles y ella difícilmente se equivoca- dijo el capitán- ¿Cómo
llegaron aquí?
-
Gracias a los magos: Fismut y Jhor- dijo Sony- Ellos nos trajeron. Tenemos que
ir al templo de la muerte…
Lepra
lanzó un sonido abrupto con su boca para que Sony se callara.
-
Parece que su amigo no quiere que sepamos porque están aquí. ¿Por qué irían a
un lugar que ni siquiera existe, si…?- Rojas se quedó perplejo, abrió los ojos
y dijo- Al menos que ustedes sean…- Kay se posó justo al lado de Sony, Rojas
los miró a ambos- No puede ser cierto- el rostro de Rojas expresaba sorpresa,
nervios y emoción al mismo tiempo- Los JEN… el último rastro de los titanes.
Lepra
apretó los dientes y frunció el ceño, molesto; habló con rapidez.
-
¿Pueden darnos el mapa? No es un juego, no tenemos tiempo.
-
No está aquí- dijo la mujer- Se encuentra en nuestro hogar, a un kilómetro.
-
Vengan con nosotros y los ayudaremos en lo que necesiten- dijo Rojas,
entusiasmado.
Los
elementales aceptaron y los siguieron.
Kay
y Sony se quedaron pensando en que quiso decir el capitán con ‘’el último
rastro de los titanes’’.
-
Lo dice por los monstruos en su interior, nada más- les dijo Lepra durante el
camino, la verdad era que buscaba despistarlos. Kay y Sony se lo creyeron.
Pero
Natal no fue tan ingenuo y ahora estaba completamente seguro de que Lepra sabía
mucho más de lo que les decía.
Los
Ryanos se sintieron realmente mejor cuando los vieron alejarse. Rojas guiaba al
grupo, atrás yacía Kay y tras él, Rosa; Sony, Natal y Lepra eran los últimos de
la fila. La muchacha de cabello rojizo observaba a Kay con exhaustiva atención;
lo que ella no sabía, es que Sony la miraba de la misma forma.
-
Es bonita- le susurró Natal a Sony; este se sobresaltó sin emitir palabra y
Natal sonrió- Sé un poco más disimulado.
-
No es lo que piensas- se defendió el joven.
Natal
sacudió la cabeza, divertido y le dirigió una mirada a Lepra; quien estaba muy
serio, como si algo le preocupara…
Delante,
Rojas hablaba con Kay.
-
Me haces recordar a quien fue mi yerno, él fue el único que se plantó contra
mí- le dijo, con una gran sonrisa.
-
¿El novio de su hija?- preguntó Kay con seriedad.
-
Si, él y mi hijo mayor murieron el mismo día en una horrible batalla. Hace
pocos meses…
-
Lo siento mucho, señor. Yo también perdí a algunos seres queridos hace muy poco
tiempo; entre ellos, a mi prometida…
Rosa
lanzó un suspiro opulento y se tapó la boca.
-
Eso explica tu endereza, tienes mucha determinación, hijo.
-
Y estuve apunto de perderla, pero alguien me hizo recordar lo que significa
vivir…- dijo Kay, con una sonrisa y volteó atrás para hablarle a la única mujer
del grupo- Que gran puntería.
Ella
se quedó muda, apretó los dientes y solo asintió. Kay volvió con Rojas y no
notó cuando el rostro de Rosa se transformó en un tomate.
Sony
se apenó y Natal sintió empatía por el joven no correspondido. El viejo
elemental intentó desviar la atención de su compañero, preguntándole algo a
Lepra.
-
¿Te sientes bien?
-
Si- respondió Lepra con indiferencia.
-
Esa Luz Oscura que tú y Fismut mencionaron, ¿Qué pasó con ellos?
En
primer lugar, Lepra respondió con una mirada penetrante, estaba de muy mal
humor. Sin embargo, habló.
-
Nadie sabe.
-
¿Será que ese tal Meddes los eliminó a todos por orden de Vrogh? Tal vez ya no
los necesitaban, le fallaron a su amo al no encontrar a los JEN.
-
No lo sé.
Natal
se hartó del morgano y volvió con Sony. Pero algo ocurrió, Lepra volvió a
hablar y explicó.
-
Todos ellos fueron de los magos más temidos de la galaxia, nadie sabe como
hacían para comunicarse con el titán o como eran seleccionados. Sin embargo,
sus métodos eran de los más conocidos.
-
¿Sus… métodos?
-
El odio. Eran maestros de la manipulación mental, incitaban a sus
enemigos a odiar. Cuando uno se deja llevar por el odio, pierde la razón, nubla
su juicio y es ahí cuando logran controlar tu mente y hacer con ella lo que
quieran. Meddes fue el candidato perfecto para despertar los monstruos de los
JEN, como pasó con su amigo…
Natal
abrió los ojos como platos y apretó los dientes. Recordó a José Morgán y como
este le había contado que al dejarse llevar por el odio tras la muerte de su
esposa, fue dominado por Hariet. ¿Podría ser Hariet un miembro de la Luz
Oscura? Parecía descabellado solo pensarlo…
-
Supongamos que logramos llegar a tiempo al templo, ¿Qué pasaría? ¿Cuál sería el
siguiente paso?- volvió a preguntar Natal.
-
Meddes, tiene que morir…- dijo el muchacho de tez morena- Es un peligro y su
existencia tiene que ser borrada.
Natal
suspiró.
-
La venganza no te llevará a nada…
-
No es solo por mí, son órdenes de mi maestro. Me crió para vencerlo.
-
No me interpondré en las decisiones de Fismut, él sabe lo que hace. Sin
embargo, nosotros no tenemos el poder para defendernos de Meddes si nos ataca…
Ahora
fue Lepra quien suspiró.
-
Les enseñaré cómo. Voy a enseñarles a practicar el Böju…
Natal
fingió no alegrarse.
Tras
casi media hora de caminata, en donde se alejaron de las torres grisáceas y las
nubes azuladas; se encaminaron rumbo al este. Arribaron un nuevo sector, allí
una gran llanura se extendía algunos pocos kilómetros y en la lejanía yacía un
bosque frondoso, como una barrera que cortaba la plenitud. Las casas parecían
chozas (con forma circular), no había señal de tecnología avanzada o edificios
de ciudad. El capitán Rojas los guió hacia una de las precarias viviendas, no
eran mejores que las que había en la guarida de los Kices. De todas formas, el
amplio pasto y el cielo claro le daban un aspecto muy llamativo. También había
corrales con algunos animales inexistentes en la Tierra; como una clase de vaca
con cuernos por todo el cuerpo, ciervos con cara de pez y otras raras
combinaciones. Todas las chozas liberaban un hilo de humo por sus respectivas
chimeneas; hacía frío y el día estaba despejado.
-
Los cambios de clima en este mundo se dan comúnmente entre distancias cortas,
siempre tenemos que estar preparados para el duro frío o el insoportable calor
si viajamos a visitar a los Ryanos- comentó Rojas.
Los
elementales pudieron notar a otros hombres, vestidos de negro (como Rosa y
Rojas), con espadas y cuchillos envainados o cestos llenos de flechas; que se
les quedaban observando mientras fumaban o contemplaban la solemnidad del
paisaje. Otros dirigían el rebaño en los corrales. Rojas levantó los dedos
índice y medio para indicar que todo estaba bien. Entraron a una de las chozas
y allí había más personas. Un niño de solo 12 años, de tez blanca, les abrió la
puerta, perplejo.
-
¿Quiénes son ustedes?- preguntó, llevaba una boina verdosa sobre la cabeza,
remera de rallas, pantalón oscuro y unas sandalias con forma de triangulo. El
cabello corto del muchacho era del mismo color que Rosa: rojizo. También tenía
algunas pecas y unos ojos oscuros enormes. Su voz era bastante aguda. Los
elementales no se lo esperaron y se quedaron tiesos, sin saber que hacer.
- Iki, déjalos pasar- ordenó Rojas, el
niño obedeció y se hizo a un lado para dejarlos entrar. Los elementales pasaron
a la redonda vivienda; repleta de artefactos hechos con madera e insólitos
objetos de decoración- Disculpen a mi hijo, es muy osado.
Kay
y Sony le sonrieron al capitán, acababan de notar el parecido entre el niño y
Rosa. Natal sintió un pisotón y cuando bajó la mirada vio al joven, estirando
su mano para saludarlo.
-
Yo soy Iki, un gusto señor- Natal lo miró con un gesto divertido; levantó las
cejas, hizo una mueca que tiraba a una sonrisa sin dientes y le dio la mano
para saludarlo- Un gusto Iki, mi nombre es Natal.
-
Iki, no empieces- lo retó Rosa y se dirigió a otra habitación.
El
niño no le hizo caso y pasó a Kay, solo se saludaron en silencio; luego fue con
Lepra, quien casi ni le prestó atención. Por último, fue con Sony e Iki se
quedó petrificado.
-
Eres igual a…- dijo.
Sony
frunció el ceño, entretenido; como cuando los adultos observan a los niños que
expresan sus primeras opiniones.
-
Él es Kay, el otro se llama Lepra y yo soy Sony.
-
Eres la viva imagen de mi hermano mayor- volvió a hablar el joven, examinándolo
de manera exagerada.
-
¿Tu hermano mayor?- preguntó el elemental de lava.
-
Murió- le dijo Kay al oído. Sony emitió un ‘’Oh’’ y le quitó la boina al
muchacho para probársela.
-
Estoy seguro de que nos vamos a volver muy buenos amigos- le dijo Sony al niño
y le devolvió la boina. Este sonrió.
Ninguno
se había percatado de que Rojas había desaparecido; regresó vestido de otra
manera (un saco precario y un pantalón oscuro); lo acompañaba otro nuevo
personaje, vestido con un delantal blanco como un sirviente; era viejo, canoso
y no humano… se trataba de una bestia, o mejor dicho, de un Ryano.
-
Él es Félix, nuestro ayudante- dijo
Rojas. Félix sonrió e hizo una reverencia muy formal; los elementales también
saludaron, a excepción de Lepra- Tenemos el desayuno listo, por si quieren
acompañarnos. Imagino que esos poderes suyos les deben gastar mucha energía-
Lepra estaba en desacuerdo pero lo que decía Rojas era verdad, él estaba muy
débil por todo lo que había hecho.
-
Siéntense en la mesa y yo les sirvo- dijo Félix con gran amabilidad. Sony y Kay
estaban sorprendidos, el único contacto que habían tenido con otras bestias
había sido en batalla, nunca antes habían entablado conversación sin terminar
peleando.
Se
dispusieron a probar unas tazas con un líquido rojo y caliente, exquisito.
También había panes y quesos de distintos tipos. Al rato, Rosa volvió a
aparecer… con el pelo suelto, el rostro brillante, llevaba un vestido blanco de
corta manga, algo precario y anticuado, pero que lograba contrastar su hermosa
figura; el escote enseñaba la parte superior de sus senos y portaba un cinturón
negro sobre la cintura que guardaba algunos cuchillos.
Sony
tragó saliva, no solo él, sino también todo el resto de elementales.
-
Quítate las armas para sentarte con nosotros- le ordenó su padre.
Ella
obedeció y se sentó junto a Kay, se acomodó el cabello y se mantuvo seria como
toda una guerrera.
Rojas
invitó a Félix a sentarse con ellos y este accedió.
-
¿Les molesta?- le preguntó Rojas a los JEN al verlos tan serios. Ellos lo
negaron, pero no podían dejar de sentirse incómodos. Sin embargo, Félix resultó
ser muy amable y cortés.
-
¿El mundo prodigio? ¿Es eso cierto? Imagino que mis hermanos estarán allí, el
resto de Ryanos que escapó de Cásam-
dijo Félix, enseñando las arrugas de su piel grisácea y porosa.
-
Cásam… ¿Qué es ese lugar?- le preguntó Sony- Lo hemos oído antes.
-
Fue la tierra donde vivimos durante milenios; con el terror de que Ázu nos
devorara, pero yo creo que la diosa nos protegió.
-
La diosa Bíe- afirmó Kay, recordando las palabras del lacayo de Morgán hace dos
años.
-
¡La conocen! ¡No puedo creerlo!- exclamó el Ryano de la alegría y se calmó para
agregar- De todas formas, ella no estuvo cuando ocurrió…
-
¿Qué fue lo que ocurrió?- le preguntó Sony. Todos los demás yacían en silencio,
merendando y escuchando.
- Dos sujetos,
aparecieron de la nada. Eran enemigos entre ellos, vivían combatiendo el uno
contra el otro, terminaron por arrasar con nuestro planeta- respondió Félix.
Lepra frunció el ceño, aquello no lo sabía y le resultaba sospechoso.
-
¿Quiénes eran? ¿Hace cuanto fue eso?
-
Nunca lo supimos. Es una historia muy famosa entre nosotros, remontada a los
principios del mismo tiempo. Fue pasada de boca en boca. En fin, si no fuera
por el profeta, no hubiéramos
sobrevivido. Gracias a él, escapamos. Y luego, nos dividimos, algunos se fueron
al mundo prodigio y otros se quedaron aquí.
Rojas
lanzó una risita.
-Le
encanta contar esa historia a todos los visitantes que se presentan a nuestra
casa- dijo.
-
Es un mito muy popular entre mi gente, merece ser divulgado por toda la
eternidad- le dijo Félix a su jefe.
-
No te enojes, Félix. Solo es que ya me he cansado de oírla tanto…
Félix
asintió, dándole la razón, ya la había contado muchas veces.
-
A mí me parece fascinante, lo digo de verdad- le dijo Sony, no había probado
nada aún y se dispuso a comer.
-
¿Los de esta generación siguen creyendo en aquellos dioses?- preguntó Kay.
-
Algunos no. Otros sí. Igualmente, ya no están aquí para juzgar nuestras vidas…
Kay
se le quedó mirando, desconcertado. Con la mirada indicó un claro ‘’ ¿Por qué?’’
- Porque
murieron, jovencito.
-
Pero son dioses, las deidades viven por siempre, eso se dice- afirmó el
elemental del fuego.
-
Para nada, son inmortales, pero eso no quita que no puedan ser eliminados. Se
cree con mucha firmeza que ambos fallecieron y por eso no estuvieron durante el
final de nuestro mundo.
Kay
se llevó la mano al mentón, pensó durante unos segundos y dijo.
-
No soy muy creyente, menos con una religión completamente ajena a la mía. Pero…
¿Estás seguro? Porque hace algún tiempo, escuché a otra best… Ryano, decir que
el dios Ázu se había presentado ante ellos y los había conducido hacia nuestro…
mundo.
-
Ázu murió, no tenemos duda de ello. Pero creo tener una respuesta a ese
misterio- Félix levantó el dedo durante la explicación- Yo pienso que los
engañaron. No a ustedes, sino a ellos. Alguien se hizo pasar por un dios para
que lo siguieran.
-
Hariet…- pensó Sony, rápidamente. Kay lo miró y asintió. Hasta Natal se había
dado cuenta y frunció el ceño, pero siguió sin participar en la conversación-
¿Qué es lo que planea? Me trae muy mala espina.
-
No son los únicos que creen en esos dioses- habló Lepra con seriedad- Mi gente
también, pero los llamaban de otra forma. Los famosos dos hermanos que lo
crearon todo. Guriva y Groba.
-
Un morgano con vida, interesante- le dijo Félix.
-
Ha sido suficiente, necesitamos ese mapa- exclamó Lepra con arrogancia.
-
No es muy cortés- habló Natal- Pero de verdad lo precisamos, estamos contra
reloj.
-
¿El mapa? ¿A eso vinieron?- dijo Félix, indignado y dirigiéndole la palabra al
capitán Rojas- Creí que los habían traído para terminar con la maldición.
Rojas
le lanzó una mirada amenazadora, pero Félix no retrocedió a su palabra.
-
¿A qué se refiere?- preguntó Sony.
- No
es asunto suyo, nada de qué preocuparse.
-
Hace muy poco, una magia malvada nos envolvió. Por cada luna azulada, nuestros
peores miedos se vuelven realidad, fueron esos, fueron los miedos los que
mataron a mi hermano mayor- dijo Iki como un rayo, entre lágrimas. Rojas posó
su mano sobre el hombro de su hijo.
-
No tuviste que haberlo dicho, hijo mío- le dijo, con lentitud- Ellos tienen
unos cuantos problemas de los que ocuparse.
Sony
sabía que decir, pero Kay y Natal bajaron la mirada, sin saber cómo responder.
-
El mapa- insistió Lepra como si nada hubiera pasado. Rojas asintió con la
mirada triste y desapareció por uno de los pasillos.
Kay
y Natal se quedaron en silencio, sin acotar nada. Iki se aferró a su hermana,
Rosa también estaba algo decepcionada. Félix suspiró, hizo una mueca y levantó
los platos para luego lavarlos. Y Sony… estaba realmente furioso con sus
compañeros, pero no era el momento indicado para hablar del asunto.
-
Jhor nos dijo que te lo dio a ti, Rosa. ¿Cómo fue eso?- le preguntó Sony, algo
ruborizado.
-
La maldición nos torturaba y el vidente no podía venir a ayudarnos, así que me
prestó el mapa y me dijo que eso solucionaría todos los problemas, pero no fue
así… no nos ha servido de nada- respondió ella sin dirigirle la mirada y con su
hermanito entre sus brazos.
-
Pero… ¿Cómo llegaste al planeta donde vive? ¿O fue él quien vino para acá?
Rosa
se quedó petrificada y guardó silencio, Sony no quiso volver a insistir.
Inmediatamente
después, Rojas apareció con un gran papel enrollado.
-
Éste es- indicó y se lo dio a los elementales, Lepra lo tomó con presunción, le
quitó la solapa que lo mantenía enrollado y lo desplegó sobre la mesa.
No
era un mapa al que estuvieran acostumbrados, toda la hoja era de color negro,
repleta de lunares blancos (las estrellas) y una línea invisible que dividía al
plano en dos (y sobre ella un único mundo partido a la mitad: el planeta
Tierra); en ambas zonas había centenares de nombres de planetas, estrellas,
asteroides y agujeros negros; en signos extravagantes que no pertenecían a
ninguna de las lenguas habladas por los terrestres.
-
Está en mi lengua, la de Morgana- comentó Lepra mientras examinaba el diseño
del papel con considerable entusiasmo. Señaló el mundo que yacía en el medio,
el que estaba partido en dos- El mundo prodigio, la dimensión de la Tierra del
lado derecho y la dimensión Nox del lado izquierdo- luego posó su dedo índice
sobre una figura más pequeña que yacía en el lado izquierdo del plano- Mi
mundo- continuó investigando y señaló otro punto más alejado- Aquí estamos, el
planeta Sulcius. Vaya…
-
¿Y los tres planetas? ¿Donde están?- preguntó Natal. Todos los demás estaban
muy atentos a lo que Lepra interpretaba.
-
No lo sé…- respondió Lepra, con cierto grado de pesadumbre- No figuran ninguno
de los tres- Kay y Natal suspiraron al mismo tiempo.
-
Me tomará algo de tiempo descifrarlo, pero necesito espacio- dijo Lepra,
lanzándole una mirada a los elementales de la Tierra.
-
Pueden quedarse todo el tiempo que quieran- dijo Rojas- Es lo mínimo que puedo
hacer por ustedes…
Lepra
frunció el ceño, los elementales salieron afuera; Rosa llevó a Iki a su
habitación (quien se había dormido); Félix aún continuaba lavando los platos y
justo cuando Rojas estuvo apunto de irse…
-
Usted no, por favor- le dijo Lepra con gran seriedad- Tengo que hablarle de
algo importante.
Mientras
tanto, los elementales fueron afuera a tomar algo de aire, Kay encendió una
llama en su mano; hacía mucho frío. Sony estaba de brazos cruzados, realmente
enojado.
Natal
suspiró y le habló.
-
Sabes muy bien que nuestro instinto es ayudar a quienes más lo necesitan. Pero
piénsalo Sony, si los tres días pasan, poco importaran estos tipos de
problemas.
-
No voy a permitir que ese monstruo vuelva a surgir, no me importa lo que
cueste- le dijo Kay, con el ceño fruncido.
-
¿Dónde quedaron los hombres que ayudaron a la resistencia contra el Rey Minos?
¿Los que enfrentaron a un ejército de monstruos y al abominable Redentor?
¿Dónde están? Porque yo no los veo ni los reconozco…- dijo Sony, tajante.
-
Sony, todo este asunto nos excede. Es mucho más grande que cualquier cosa que
hemos enfrentado antes. Si fallamos, es el fin. No morirán unos cuantos,
¡morirán todos!- insistió su mentor.
-
Natal, tú me enseñaste a darlo todo, inclusive cuando ya no hay nada a favor.
¡Este es uno de esos casos! No pienso quedarme de brazos cruzados…
-
Sony, no te olvides que tú también tienes a un monstruo en tu interior- le dijo
Kay, usando su voz más autoritaria- Puede que aún esté dormido, pero eso no
quita que pueda llegar a despertar y solo dependas de tres días para sobrevivir
e impedir que tome el control. Usa la cabeza, por amor de dios.
Sony
apretó los dientes y volvió a entrar a la cabaña.
- No
es que no puedan, no quieren. Me voy a descansar, temo que Lepra tardará
bastante en descifrar el mapa- dijo de espaldas y desapareció al cerrar la
puerta.
Natal
acariciaba el collar que yacía sobre su cuello mientras observaba a la puerta
por la que Sony había entrado, tenía la mirada solemne. Kay lo notó.
-
Cuando los nervios toman el control, acaricio este collar y me tranquilizo. Me
lo dio mi madre cuando era un niño, mi hermano mayor tenía uno igual. Me ayuda
a pensar: ¿Qué haría él en mi lugar?
Kay
asintió con la cara larga, estaba igual de inquieto que su compañero.
Cuando
Natal y Kay regresaron a la cabaña, notaron que el ambiente había cambiado
notablemente, estaba realmente tenso. Félix limpiaba unas cortinas con la cara
larga, parecía molesto; Rojas estaba igual, revisando unos papeles. Rosa e Iki
yacían en sus habitaciones y Lepra continuaba estudiando el mapa de Jhor.
-
¿Alguna novedad?- preguntó Natal, extrañado por el comportamiento de todos
ellos.
-
Ninguna, vete a dormir si quieres- le dijo Lepra, sin dirigirle la mirada.
Natal miró a Kay con aire de sospecha, el elemental del fuego asintió y ambos
subieron las escaleras para descansar. Justo antes de eso, Kay regresó y se
acercó a Félix.
-
Quisiera hacerle una pregunta, señor.
Félix
asintió, algo nervioso.
-
El mismo Ryano que mencionó a su pueblo y a sus dioses, nos dijo que la palabra
JEN provenía de su lengua. Después de eso, en este mismo año, otra persona nos
dijo que el término provenía de los titanes… ¿Qué significa?
A
Félix se le cayó un plato; el objeto se partió en pedazos apenas impactó contra
el suelo; Kay se echó para atrás.
-
¿Te encuentras bien?- le preguntó Kay, algo preocupado.
Rojas
y Lepra se le quedaron mirando con seriedad; Félix les dirigió una corta mirada
y le respondió al joven.
-
Es una palabra muy famosa, señor- dijo y disimuladamente miró a Lepra para
cerciorarse que estuviera hablando sin sobrepasarse- No se sabe realmente de
donde proviene, simplemente surgió, como un rumor. Significa elegido…
-
Bueno, eso ya lo sabía- contestó Kay, algo decepcionado- Nos veremos después- y
subió las escaleras.
-
Bien- le dijo Lepra a Félix cuando Kay desapareció. Ojeó el mapa una vez más y
le habló a Rojas- No consigo nada, necesitaré ir a un lugar descampado para
convocar el círculo de los magos y descifrarlo de una vez; es la única opción
que me queda.
-
Hay uno por aquí cerca donde nadie nos verá, sígame- le dijo Rojas.
-
Yo también iré, necesito algo de aire para asimilar todo esto; tampoco quiero
estar cerca de ellos- comentó Félix, velozmente.
Lepra
asintió y los tres salieron afuera.
La
noche no tardó en llegar; Lepra, Rojas y Félix habían desaparecido por horas.
Iki dormía en su habitación; Natal y Sony también, en la de huéspedes. Por el
contrario, Kay no podía dormir y bajó las escaleras para estar solo por unos
momentos, pero se encontró con Rosa; en pijama de rallas, sentada sobre la mesa
con los brazos rodeando sus piernas mientras observaba las estrellas a través
de una de las ventanas cuadradas (la cual estaba abierta).
-
Perdón, no sabía que estabas aquí- se disculpó el joven.
Ella
se quedó muda al principio, le dirigió una mirada y luego continuó con lo suyo,
en silencio. Kay entendió y volvió a subir las escaleras.
-
¿Las has visitado? ¿A las estrellas?- le preguntó, sin apartar la vista del
oscuro horizonte. Kay se detuvo y volvió con ella, lentamente.
-
Dudo que puedan ser visitadas, están muy lejos y son inhabitables- dijo el
muchacho y se sentó a su lado.
-
Pero tú estas aquí cuando perteneces a un mundo de otra dimensión.
-
Créeme, nunca quise nada de esto- Kay lanzó un suspiro y por primera vez, la
vio sonreír.
-
Quieras o no, estás aquí.
-
Lo sé, tengo una meta y no descansaré hasta cumplirla.
-
¿Y esa cual es?
Kay
no quiso responderle pero cambió de opinión y habló.
-
Al principio… la venganza. Hay un individuo que me hizo sufrir mucho; quitó lo
más importante de mi vida, quería causarle exactamente el mismo dolor- Rosa
penetró su mirada en el joven- Pero me dí cuenta que… aquellos seres queridos
que ya no están conmigo, murieron intentando defenderme. Porque me querían y
estoy seguro, que ese sujeto no debe tener nada parecido a eso. Una vez me
dijeron que no tenía que odiar a quienes no comprendieran el amor, la amistad o
la familia. En aquel entonces, era muy chico para entenderlo pero ahora lo
hago. Es para marcar una diferencia, para demostrar que tengo el poder para
cambiarlos, para enseñarles aquello que nunca les enseñaron. Fui elegido y aún
no entiendo porque, pero no dejaré que ese malnacido se salga con la suya;
estoy intentando demostrarme a mí mismo que soy mejor que él. Esa es mi meta.
La
sonrisa de Rosa creció; luego se le acercó un poco más.
-
Me gusta… tu manera de pensar- le dijo y posó su mano sobre la mejilla del
joven; a Kay se le cruzó el recuerdo de su padre adoptivo como un flash; él era
el único que hacía eso cuando hablaban.
-
¿Te incomoda?- preguntó ella.
Kay
tomó la mano de Rosa con delicadeza y la apartó de su rostro.
-
No, pe…- en un instante, Rosa se abalanzó sobre él para besarlo; sus labios
hicieron contacto por unos segundos y Kay corrió la cara; penoso- Pero creo que
tu sientes algo que yo no.
Rosa
apretó los dientes y se alejó.
-
Perdón, creí que tu…
-
Tranquila- le dijo Kay con una sincera sonrisa para que no se sintiera
avergonzada- Sé que perdiste a tu prometido, eso debe haber sido duro. Imagino
que la maldición que padecen tuvo algo que ver…- Ella asintió con desconcierto-
Yo pasé por lo mismo, comparto tu dolor. Te prometo que regresaré y acabaré con
aquel mal que los perturba.
Rosa
soltó algunas lágrimas, Kay se puso de pie, la tomó del hombro y le dijo.
-
Sé fuerte, como nunca. Buenas noches- Kay se marchó a dormir y Rosa lo vio irse
y continuó observando el cielo estrellado, conmocionada.
Antes
del amanecer, Kay tuvo dos sueños que le dejaron una muy mala sensación. En el
primero, yacía en la extinta isla flotante de Sarmander, donde una mujer se despedía
para sacrificarse: Jessica…
Y
antes de que las imágenes del segundo sueño vinieran a él, una voz aterradora
habló en un extraño idioma y no hacía falta ser un experto para reconocerla,
era la voz de Meddes… a continuación, en un bosque, un monstruo despertaba,
deseoso de sangre, de caos. Todo se
volvió oscuro y Kay despertó, asustado.
-
¿Más recuerdos?- pensó.
Vio
a Natal durmiendo a su lado sobre un montón de paja; la luz del sol se asomaba
muy levemente; apenas era el amanecer. Realizó una vista panorámica por toda la
habitación y notó que Sony no estaba allí.
-
¿Sony?- preguntó en voz baja pero nadie le respondió.
Se
levantó y comenzó a caminar por los pasillos del piso de arriba; había otra
habitación con la puerta cerrada (donde imaginó que Rosa estaba durmiendo con
su hermano) y una tercera sala con la puerta abierta, sin nadie adentro (la
habitación del capitán). Bajó las escaleras, esperando encontrar a su amigo en
el comedor pero no fue así.
-
¿Sony, donde estás?- preguntó en voz alta.
Y
como el sonido abrupto de una bala, tres hombres entraron a la cabaña,
ferozmente; uno de ellos cargaba a un niño dormido en sus brazos. Kay dio un
respingo del susto.
-
Son ustedes… ¿Dónde estuvieron?
Los
tres estaban muy serios y nerviosos. Rojas llevaba a su hijo Iki entre sus
brazos.
-
Creí que estaba durmiendo arriba…
Rojas
miró a Kay con desconfianza.
-
¿Qué ocurre?- preguntó el elemental, inquieto porque no le respondían y solo se
disponían a examinarlo con recelo.
-
¿Dónde estuviste anoche?- preguntó el capitán, con una mirada que aterraba.
-
Aquí, durmiendo. ¿Por qué?- respondió Kay sin comprender nada de lo que estaba
sucediendo.
-
Le creo- dijo Félix y Lepra también asintió. Rojas relajó los hombros.
-
¿Me van a decir lo que está pasando?- el muchacho ya se estaba impacientando.
-
MI hijo fue atacado anoche.
Kay
abrió los ojos como platos y notó que el niño no estaba respirando con
naturalidad.
-
¿Atacado…? ¿Por quién?- una idea se le cruzó por la mente pero se desvaneció
rápidamente.
-
¿Dónde está Sony?- preguntó Lepra- Tengo el mapa descifrado, ya sé como seguir
con el viaje. Tenemos que irnos ahora.
Kay
se quedó paralizado.
-
Yo pensé que estaba con ustedes, aquí no está…
Los
tres hombres se miraron entre sí.
-
¿Y Natal?- insistió Lepra.
- Arriba,
descansando. No se movió de allí. ¿Qué es lo que pasa? ¿A dónde se fue Sony?
Iki
sollozó por unos segundos y despertó.
-
¡Hijo!- exclamó Rojas y lo sentó sobre una silla- ¿Estas bien? ¿Quién te hizo
esto?
Iki
estaba con el rostro exánime, triste y la mirada cansada. Tardó varios minutos
hasta que habló.
-
No pude evitarlo, él se fue…
-
¿Quién se fue?- preguntó Rojas. Félix fue a prepararle una infusión para que
recuperara fuerzas.
Kay
sintió una punzada en el estómago, tan intensa como si le estuvieran
exprimiendo los órganos internos; al mismo tiempo, una helada sensación le
recorrió el espíritu y con la mirada sombría, se acercó al niño; estirando sus
dos dedos.
-
¿Qué haces?- gruñó Rojas, interponiéndose. Pero Lepra le impidió que
interviniera.
Kay
colocó sus dedos índice y medio en la frente del pequeño hombrecito; este se
asustó mientras sus memorias eran reveladas.
MEMORIAS DE IKI:
Escuchó un extraño ruido y
supo que alguien bajaba las escaleras en plena noche. Vio que su hermana yacía
dormida a su lado, se apartó de ella con cuidado y siguió el sonido; al mismo
tiempo, una sombra se proyectaba. Escuchó a la puerta abrirse y cerrarse. Iki
se vistió a velocidad, se colocó unas feas alpargatas y bajó al comedor. Todo
era silencio, no había nadie allí. Examinó todo a su alrededor, la ventana
estaba cerrada y la mesa algo húmeda, como si hubieran derramado algunos
líquidos en ella. Salió de la cabaña, apresurado y vio a un sujeto dirigirse
hacia el bosque. Iki lo siguió, sin temor a ser descubierto. El sujeto ya se
había alejado bastante de las cabañas, yacía a cincuenta metros del frondoso
bosque; caminando. El niño lo alcanzó y entre suspiros, le gritó.
- ¡Oye! ¿A dónde vas?
El sujeto se detuvo y se
dio media vuelta, con total seriedad.
- ¿Qué haces aquí?- le
preguntó, su voz grave era la de un recién despierto.
Iki se detuvo, se agachó,
tomó sus rodillas con las dos manos mientras procuraba recuperar el aliento. No
solo eso, no respiraba normalmente.
- Eres asmático- dijo Sony-
Niño, vete a dormir. No te concierne lo que yo haga.
- ¿Irás a combatir la
maldición, verdad?- los ojos de Iki se iluminaron- Es lo que mi hermano mayor
hubiera hecho… lo que hizo, pero eso fue lo que le arrebató su vida. No vayas o
no volverás.
- Esta no es la hora ni el
lugar para que un niño ande solo. Regresa a la cama.
- ¡No! Si tú vas, iré
contigo. Es mi pueblo, tengo todo el derecho de defenderlo.
- No lo repetiré dos veces.
Es muy peligroso- le aclaró el joven elemental.
- Yo no le tengo miedo a
nada- exclamó Iki, decidido.
Sony suspiró y se le
acercó.
- Lamento lo de tu hermano,
Iki. Fue un hombre muy valiente. Yo no soy él. Sé que es duro lo que te estoy
diciendo, pero es la verdad- ahora se encontraban a centímetros el uno del otro,
Iki le llegaba a la cintura- Yo soy adulto y me hago responsable de las
decisiones que tomo, por eso iré. Pero tú eres un niño y tienes que quedarte.
- Es curioso- dijo el
jovencito de Reroriam- Mi hermano me dijo exactamente lo mismo antes de irse.
Yo dejé que se fuera y por mi culpa, él y el novio de mi hermana murieron. Es
mi culpa y la de nadie más. Por eso tengo que ir, vivo aquí y es mi deber
proteger a los míos.
- Suenas como todo un
hombre, Iki. Serás alguien extraordinario cuando crezcas. Valoro tus palabras,
de verdad. Te pido perdón…
- ¿Por qué…?- preguntó el
niño y no pudo reaccionar a tiempo cuando el joven elemental le aplicó la llave
del sueño. Lo último que vio Iki fue a los brazos de Sony y a su rostro, este
se encargaba de acostarlo delicadamente en el suelo.
Kay
se le quedó mirando cuando volvió en sí.
-
Cuánto valor, niño- le dijo a Iki, este lo miraba aterrado. Luego le dijo a
Lepra- Despierta a Natal y vamos al bosque, ese tonto se fue a detener la
maldición sin nosotros.
Lepra
suspiró abatido y subió las escaleras rápidamente; Kay se apartó y salió de la
cabaña, en dirección al bosque. Rojas se aseguró que Iki estuviera sano y
salvo; y luego siguió al elemental del fuego. Otros hombres de Reroriam
aparecieron en caballos y les dieron transporte para llegar más rápido al
bosque. Kay estaba desesperado, temía lo peor.
Aquellos
hombres volvieron a las cabañas para buscar a los faltantes (Lepra y Natal).
Kay y Rojas se sumergieron en el exuberante bosque; repleto de árboles muy altos
y arbustos de diferentes colores; muchos de los extraños animales que había en
los corrales, yacían allí; pero ni les prestaron atención. El pasto y la hierba
les llegaban hasta las rodillas, avanzaron con cuidado.
Rojas
seguía a Kay, quien intentaba establecer una comunicación mental con su amigo
para encontrarlo, pero como nunca había entendido como funcionaba, mucho no
podía hacer. Tras largos minutos de búsqueda, al horizonte divisaron un
edificio que sobrepasaba la altura de los árboles, una fortificada torre
blanca, realmente descomunal.
-
Hasta aquí podemos avanzar- le advirtió Rojas- Una vez se pasa la torre blanca,
la luna azulada ilumina el paso que le sigue. Cada semana recorre estos lados y
vuelve; cuando eso ocurre… nuestros males se hacen realidad.
Kay
hizo oídos sordos y siguió avanzando. Rojas continuó insistiendo, sin éxito. El
ambiente se tornó más pesado, húmedo e imprevisible; un gas rojo rodeó el suelo
y la presencia del peligro parecía hacerse cada vez más notoria.
-
¡Sony! ¿Dónde estas?- lo llamó Kay.
-
Cuidado, no sabemos a que criaturas podemos alertar de nuestra presencia- dijo
Rojas, pero Kay volvió a ignorarlo.
-
¡Sony! ¡No tenemos tiempo, hay que irnos!
Un
frío viento sopló durante el silencio y de repente, la gigantesca torre blanca
cayó… en primer lugar, la parte superior se desligó de la parte inferior y se
inclinó hacia un costado; luego, todos los materiales que la conformaban se
desprendieron de ella hasta que se desplomó en el suelo, causando un sonido
abrupto de gran intensidad; algunos árboles se vieron aplastados durante la
embestida. Kay y Rojas se pusieron en guardia, pero eso fue todo lo que
sucedió. Luego del gran sonido y el humo disipándose en el aire, el silencio y
la quietud volvieron a reinar.
-
No puede ser…- susurró Rojas, mirando el cielo con un gran temor. Kay lo miró y
cambió la vista hacia el objeto de atención del capitán.
Una
luna azulada yacía sobre sus cabezas, del mismo tamaño que la de nuestro mundo
pero de un color totalmente distinto. Era realmente bella. En ese momento, a
Kay le vino una sensación de pánico que lo dejó pusilánime; si lo que Rojas
decía era cierto estaba apunto de ver todos los miedos que rodeaban su vida: a
Meddes, al hombre lobo, a la bestia en la que se convirtió, a la muerte de
Agustina. Cerró los ojos, con un nudo en la garganta, una lágrima le cayó y se
apresuró en limpiarla con su mano derecha. Rojas estaba paralizado, aguardando
el final de su existencia, esperando que sus miedos terminen por superarlo y
acabe quitándose la vida como pasó con su yerno y su primer hijo.
Pero
por más que la tensión se agudizara en sus mentes, nada pasó.
-
No lo entiendo, a estas alturas deberíamos estar muertos- habló Rojas, con la
boca abierta.
Kay
abrió los ojos, tenía el rostro colorado y húmedo.
-
Sony… lo lograste- susurró y sonrió.
Rosa,
Natal, Lepra y los hombres de Reroriam aparecieron de inmediato.
-
¿Lo encontraron?- preguntó Natal, desesperado.
-
La luna azul…- dijo Rosa, atónita.
Todos
ellos se sobresaltaron.
-
No les hará nada, la maldición se ha ido. Sony lo hizo, lo sé. Puedo sentirlo-
dijo Kay.
-
Lo logró, es un héroe- sonrió Natal- Pero… ¿Dónde está?
Rosa
se emocionó y fue a abrazar a su padre, quien también estaba conmocionado.
-
Le debemos la vida- dijo Rojas, frotándose los labios mientras lloraba- No
esperaba menos de un JEN.
Los
hombres de Reroriam alzaron sus armas en modo de festejo y se retiraron para
darles la noticia a todos los demás.
-
¡SONY!- llamó Natal con las manos en su boca para amplificar el sonido de su
voz. Kay y Natal se dispusieron a buscarlo pero no hubo suerte- ¿A dónde pudo
haber ido?
Kay
intentó encontrar alguna especie con vida para husmear en sus memorias; pero la
caída de la torre blanca había espantado a la gran mayoría; y los pocos que
quedaban no yacían a la vista. Lepra se agachó y posó su palma izquierda sobre
el fondo del largo pasto, suspiró y dijo.
-
Ya revisé en un radio de más de 60km y no hay perturbación en la tierra que me
indique que ande deambulando por aquí. De alguna forma, se fue.
-
No…- Kay se desesperó- Esto es mi culpa, tuve que haberlo apoyado con este
asunto de la maldición. No tuve la oportunidad de disculparme por portarme como
me porté y ahora… desapareció.
-
Escucha Kay…- le habló Lepra con lentitud- Tenemos que irnos.
Kay
observó a Lepra con un gran rencor.
-
¡¿QUÉ?! ¡¿Lo estas diciendo en serio?!
-
Tu vida y la de todos nosotros sigue estando en riesgo, tenemos que llegar al
templo de la muerte cuanto antes. Sony sigue con su monstruo interior dormido,
estará fuera de peligro por el momento. Tenemos que seguir, AHORA.
Natal
bajó los ojos. Kay estaba rojo, parecía estar apunto de explotar.
-
¡NO!- le gritó, mostrándole todos sus dientes- Primero Agustina, ahora Sony… NO
VOY A DEJAR QUE ME ARREBATEN A NADIE MÁS, ¿ME ESCUCHASTE? ¡NOS QUEDAREMOS A
BUSCARLO!
-
Kay…- lo llamó Natal y en ese preciso instante, Kay tomó a Lepra del cuello de
la remera. El elemental de la tierra hizo lo mismo.
-
Escúchame idiota, si tu bestia interior despierta, poco importará si tu amigo
está vivo o muerto. ¡Tenemos que irnos, es una orden!- exclamó Lepra.
Rosa
y Rojas yacían petrificados, sin saber que hacer.
-
¡YO ME QUEDO!- le gritó Kay, furioso, sus dientes se habían convertido en
colmillos y su piel se erizaba como la de un puercoespín- ¡NO VAMOS A DEJAR A
NADIE ATRÁS!
-
Kay, es suficiente. Suéltalo- le dijo Natal con voz de autoridad. Todos los
presentes observaron como el círculo tatuado en la nuca de Kay, empezaba a
brillar en un tono azulado, como si se estuviera quemando.
Kay
tomó a Lepra del antebrazo y empezó a apretarlo con fuerza. Lepra chasqueó los
dedos de su brazo atrapado y Kay sintió una punzada en la marca. Luego, Lepra
le pegó un puñetazo al joven en la cara, el cual dejó al elemental del fuego
totalmente inconsciente. Kay volvió a la normalidad, desplomado en el extenso
césped; Natal realizó un largo suspiro y lo tomó entre sus brazos.
-
Nosotros nos encargaremos, gracias por su hospitalidad- les dijo Natal a Rojas
y Rosa- Saluden a Iki y a Félix de nuestra parte.
Lepra
sacó el termo que Jhor le había obsequiado y el mapa del universo; tiró algunas
aguas sobre la hoja, cerró los ojos y pronunció algunas palabras extrañas.
-
Su compañero nos salvó, le debemos todo. Lo buscaremos por todo Sulcius si es
necesario. Tienen mi palabra- les dijo Rojas mientras abrazaba a su hija, quien
yacía con el ceño fruncido, preocupada por Kay.
-
Gracias, de verdad. Volveremos para ayudarlos cuando terminemos con todo esto-
le dijo Natal, un poco más motivado, y los saludó.
Lepra
saludó amargamente y gritó:
-
FUEGO- al instante, las aguas se tornaron rojas (como si fueran vino) y los
envolvieron por completo. A continuación, desaparecieron y aquellas aguas
cayeron sobre el césped.
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