Ghryaú, La
Roca de Fuego: CAPÍTULO 10.
-
Estoy contigo en esta decisión, sé que Sony puede cuidarse solo y nosotros
tenemos un gran problema por resolver. Pero se te fue un poco la mano, no
tenías porque darle un golpe como ese…- le dijo Natal a Lepra.
-
¿Viste su expresión? Estaba por perder el control otra vez y echar todo a
perder, hice lo que tenía que hacer- respondió el elemental de la tierra con
seriedad- Eres el más razonable de todos, así que voy a suponer que puedes
entenderlo.
Natal
suspiró.
-
Cuando despierte va a querer devolverte el favor…
-
Estamos a mano. Él me golpeó cuando estuve apunto de perder el control contra
esos Ryanos; me lo debía y yo se lo debía a él…
-
¿Te estamos empezando a caer mejor o me equivoco?- sonrió el elemental del
viento.
-
Borra esa sonrisa de tu rostro, no es el momento adecuado. Si bien fui firme en
continuar con el viaje, que uno de los JEN se haya esfumado de la nada es algo
realmente alarmante.
-
Descuida, estará bien. Puedo asegurarlo.
-
Tú pareces estar bastante tranquilo con respecto a eso…
-
Si hubieras vivido junto a ellos las mismas cosas que yo, lo entenderías.
Aunque te diré una cosa, Sony siempre fui muy independiente, me atreveré a
decir que incluso más que Kay. Si se marchó, de seguro fue por algo importante;
Sony no lo piensa dos veces cuando alguien necesita su ayuda, es un gran don el
que tiene. No sé cómo, pero sé que nos alcanzará.
Lepra
bajó los ojos, algo triste.
Se
encontraban dentro de una pequeña cueva, iluminada por el fuego de una fogata
recién encendida; Kay yacía dormido a un costado, mientras Natal y Lepra
conversaban y tomaban algo de agua.
-
¿Ya habrá parado?- habló Natal en voz alta, sabiendo que Lepra no sería capaz
de compartir sus sentimientos con él.
-
No, la tierra aún está sufriendo graves daños, habrá que esperar un poco más a
que pare o a que este tonto despierte.
-
Es un buen momento para conocernos mejor, ¿No te parece?- sugirió Dick Natal y
se acarició la barbilla, la cual le había crecido notablemente cuando arribaron
el nuevo planeta.
Lepra
se quedó mudo sin intensiones de hablar.
-
Nosotros también padecemos el transcurso del viaje entre un planeta y el otro,
¿no?- el elemental del viento intentaba romper el hielo- Eso explica porque mi
barba creció apenas llegamos aquí- el joven morgano asintió- Sé que no te gusta
que te llene de preguntas, pero ahora hay más confianza, ¿Cuál es tu historia?
¿Por qué eres tan… serio?- Natal se sentó como un indio y lo observó
detenidamente.
Lepra
frunció el ceño y se quedó mirando el fuego mientras movía los dedos, unas
piedritas danzaban y levitaban alrededor de la llama.
-
A diferencia de los JEN, yo no crecí con el amor de un padre o una madre- dijo-
Ellos murieron antes de que pudiera pronunciar palabra alguna.
-
Lo sé y lo siento mucho, pero fuiste criado por el aclamado Fismut, te enseñó a
ser como eres…
-
Fismut nunca fue un padre para mí, ni viceversa. Siempre me trató como su
alumno y subordinado, no me demostró cariño ni afecto. Por eso esas actitudes
me llaman mucho la atención, como cuando te vi abrazarlo a él- señaló a Kay- A
la larga entendí que yo tenía que construirme a mí mismo y ahora solo dependo
de mis propias opiniones, no me importan las de los demás.
Natal
asintió con cierta empatía.
-
A pesar de que no te importe lo que diga, yo creo que eres un espléndido mago y
elemental, Lepra.
El
joven mago miró a Natal, sorprendido y sonrió.
-
Gracias.
Natal
carraspeó para cortar con el ambiente, ahora estaba prefiriendo volverlo a ver
de mal humor. No tardó en cambiar de tema.
- Fismut
dijo que los titanes existieron en algún punto del tiempo, ¿Eso qué significa?
-
Qué ya no están, fallecieron hace mucho tiempo y solo Vrogh quedó. Recuerda lo
que dijo el capitán Rojas cuando vio a los JEN, dijo que eran el último rastro
de los titanes.
-
Esos monstruos dentro de Kay y de Sony, ¿De donde provienen? ¿Qué relación
tienen con los titanes?
Lepra
lanzó un suspiro, pero no como los de costumbre, sino uno más relajado y
arrepentido por no poder hablarle del tema.
-
Te juro que un día lo sabrás, pero no hoy.
Por
el cambio de actitud de Lepra, Natal respetó su decisión.
-
¿Aunque sea puedo saber como eran?
-
Nadie de esta era los conoció, pero los cuentos dicen que fueron, en su
mayoría, seres gigantes, de piel verde;
con habilidades inimaginables.
Natal
emitió un gran ‘’Oh’’ y a continuación, Kay despertó, aturdido.
-
¿Qué pasó? ¿Dónde estoy?- dijo, acariciándose la mandíbula, la cual no tenía ni
una cicatriz por el puñetazo. Inmediatamente abrió los ojos como platos y
exclamó- ¡Sony! ¿Dónde está?
- Tranquilo,
muchacho- lo tomó Natal del hombro- Estará bien, se fue por alguna urgencia
seguramente, ya sabes como es. Nos alcanzará, pongo mi fe en él.
Kay
asintió, más calmado, pero no del todo convencido. Observó a Lepra con un
profundo rencor. Sin embargo, lo ignoró y preguntó.
-
¿Por qué estamos en esta cueva?
-
Tendrás que verlo para creerlo- le contestó el viejo profesor.
Kay
se levantó lentamente y caminó hacia la entrada de la cueva, la cual daba una
vuelta pronunciada, razón por la que no se podía ver el exterior desde allí. Al
principio, reconoció un cielo carmesí, amenazante, repleto de relámpagos y
truenos; luego observó que estaba lloviendo, pero no era una lluvia de agua
ordinaria, sino de fuego… la tierra yacía oscura y atacada; los árboles se
incendiaban y aún así no perecían, continuaban firmes y espesos. Un basto
páramo se extendía por todo el paisaje; montañas increíblemente rojas se
alzaban a lo lejos, algunos sectores se encontraban en mejores condiciones y
aún así, el pasto era naranja, la tierra era roja y las rocas de color marrón.
¿Lo más inexplicable? Hacía frío…
-
Como figura en el mapa, este es el planeta
del fuego, el primero de los tres- dijo Lepra, quien lo había seguido junto
a Natal.
-
Es una locura- susurró Kay, con las manos extendidas y los ojos bien abiertos.
-
Ahora que estás despierto puedes protegernos de la lluvia de fuego para
continuar avanzando, no podemos depender del clima de aquí- le dijo Lepra, Kay
le dirigió una mirada sombría.
-
Si algo le pasa a Sony, lo pagarás. Lo prometo- luego creó una extensa capa
sobre sus cabezas, como si fuera un gran paraguas de fuego; salió de la cueva y
comprobó que funcionaba a la perfección, las gotas de fuego se resbalaban a los
costados hasta caer como si fueran gotas de agua.
Natal
miró a Lepra, preocupado; pero el elemental de la tierra no reaccionó ante la
amenaza, simplemente se quedó en silencio como si no hubiera escuchado nada.
Ambos se posaron bajo el paraguas de fuego; a medida que Kay avanzaba, dicha
capa lo seguía. Tras unos cuantos metros de caminata, pudieron comprobar que
había muchas cuevas aisladas para refugiarse.
-
Me pregunto si algún individuo vivirá aquí- comentó Natal.
-
Es poco probable, es parte de los tres mundos que resguardan los fragmentos de
la llave; tenemos que encontrarla y seguir; la última vez que me fijé, el
destemporizador espacial decía que nos quedaban 25 horas y hace media hora que
estamos en la cueva. Todo esto es culpa de Jhor, el viaje a Sulcius nos retrasó
mucho y perdimos a un integrante. Sin embargo, ya estamos aquí, si somos
veloces, el tiempo sobrará.
Los
pinos, abetos y chopos rodeaban una montaña rojiza y rocosa de gran tamaño;
había una entrada visible y los elementales lo notaron, Natal sugirió que la
visitaran; Lepra estuvo de acuerdo. Inmediatamente después, Lepra posó su palma
sobre la tierra, cerró los ojos y concentró todo el poder de su interior para
reconocer el fragmento de la llave, pero no hubo caso. Natal se le había
quedado observando atentamente.
-
¿Nada?- preguntó.
Lepra
negó con la cabeza y notó que estaba muy interesado en aquella habilidad.
-
Ustedes también podrían hacer lo mismo- les dijo, Kay y Natal prestaron
atención- El Böju es la energía que nos rodea, nos recorre de extremo a
extremo; está desligado de la función del cuerpo; solo los morganos sabían cómo
acceder a esta corriente y usarla a su provecho, de allí nació el círculo de
los magos para controlar dicho poder- Natal asintió y Kay se alejó para
vislumbrar su alrededor y evitar sorpresas- Bien, nosotros, a diferencia de los
morganos, controlamos un elemento de la naturaleza; contamos con la fuerza del
corazón, con su energía. La realidad es que aquel corazón espiritual, por
llamarlo de algún modo, conecta directamente con la energía Böju y le provee la
habilidad de manipular… el viento, en tu caso- se dirigió a Natal ya que sabía
que Kay no le estaba prestando atención- Toda tu vida usaste el Böju y no lo
supiste. Ahora, el problema es que el corazón y tu energía están ligadas,
tienes que separarlas; y así, el control de tu fuerza vital determinará el uso
que le des al corazón, podrás hacer cosas que nunca imaginaste…
-
Cómo analizar todo a mi alrededor a través del viento que sopla…- susurró
Natal.
-
Es un ejemplo. Pero sí, esa es una de otras tantas.
-
¿Y cómo accedo a dicho poder? ¿Qué tengo que hacer?
-
La danza mística es una costumbre de
mi planeta que fue pasada de generación en generación, es la clave que te
permite utilizar el Böju. Pero requiere años de práctica y no contamos con mucho
tiempo, solo te enseñaré lo básico y seguiremos con el viaje.
Natal
asintió, atento.
Lepra
estiró la pierna izquierda y la deslizó por el suelo muy lentamente mientras
los codos se expandían hacia los sectores opuestos a su cuerpo.
Kay
exhaló, molesto.
Natal
intentó imitar el movimiento, aunque con gran torpeza, entre todas sus
profesiones, ser bailarín no había sido una de ellas.
Por
un momento, Kay se olvidó de todo y apretó los labios para contener la risa;
las poses ridículas de Natal no eran nada comparadas con las de Lepra.
-
No le hagas caso- le dijo Lepra a Natal cuando Kay soltó una carcajada que duró
segundos- Tienes que concentrar tu atención en la respiración, estar centrado e
intentar llegar al origen de tu poder- Lepra se puso de pie- Eso es todo por
ahora.
Natal
continuó intentado y se rindió, se puso de pie, apretó los dientes y entró a la
cueva.
-
Si no fueras inmortal, te diría que tengas cuidado con no romperte una pierna-
le dijo Kay, divertido.
Natal
se quedó en silencio, obviamente estaba molesto y algo avergonzado, pero si eso
era lo que tenía que soportar para que Kay no se preocupara por Sony, estaba
dispuesto a hacerlo.
Por
primera vez, Lepra no podía parar de hablar y no tardó en decirle al más viejo
de los elementales como tenía que hacer los movimientos.
Se
adentraron en aquella gigantesca montaña; la cual llevaba un gran y oscuro
hueco en su interior por el que entraron. Lepra quitó el prisma brillante e
iluminó el sendero oscuro, húmedo y rocoso. Kay yacía delante de todos,
intentaba evitar el contacto con Lepra; mientras tanto, los dos miembros
restantes del grupo se encontraban atrás, conversando.
-
Las personas ordinarias, como los de la Tierra, nacen con el Böju y mueren sin
saber que lo tuvieron- le decía Lepra a Natal, a Kay le llamó la atención que
estuvieran empezando a llevarse tan bien- Los morganos fueron capaces de
controlarlo; y nosotros, los elementales, contamos con algo extra; se podría
decir que tenemos dos energías. Y él…- señaló a Kay, quien se percató de ello
sin dirigirle la mirada- Tiene TRES energías.
Natal
abrió los ojos como platos.
‘’- ¿Tienes miedo?- le
preguntó Meddes.
- ¡BASTA!- gritó Kay y una
increíble ráfaga de aire sacudió toda el área, liberándolo del ataque, se
desplomó en el suelo, de pie. En instantes, apareció frente a Meddes, (quien se
estremeció) y colocó sus dos dedos en la frente escondida del malhechor. (…)[1] ’’
Kay
lo sabía hace tanto tiempo ya, que tenía habilidades ajenas a los nueve
corazones. Aún continuaba muy molesto con Lepra como para preguntarle sobre el
asunto.
-
¿Tres energías?- preguntó Natal.
-
No sabría como llamarla… y tampoco tengo palabras para describirla con
exactitud, es algo único que tanto Kay como el otro tienen.
-
El linaje JEN. ¿No te parece?
-
Es una buena forma de llamarlo- sonrió Lepra y cambió el tono de su voz para
hablarle a Kay- Sería realmente útil que supieras como funciona.
-
No me interesa- mintió Kay, tajante.
-
Si pudieras aprender a manejar ese poder, podrías, incluso… superar a Meddes.
Hubo
un largo silencio.
-
¿Y cómo accedo a ella?- le preguntó Kay, serio.
-
No lo sé. Tendrás que descubrirlo tú solo.
-
La ira- dijo Kay- Cuando luché con Meddes, liberé mi poder gracias a ella.
-
Pero… de dejarte llevar por el odio, liberarías al monstruo en tu interior-
dijo Natal- Debe haber otra forma…
-
¿Qué sugieres?- refunfuñó el elemental del fuego.
Natal
miró a Lepra sin saber que responderle.
De
repente, divisaron el final del camino; la enorme cueva desembocaba en una gran
pared y en ella había un túnel de menor tamaño.
Natal
los rodeó de aire para no quedarse sin oxígeno, pues acababa de mirar atrás y
la entrada de la montaña estaba a muchos metros de distancia.
El
túnel era cilíndrico, parecía haber sido fabricado; pisaron con cuidado y
avanzaron a pasos lentos; no duró mucho; solo era un puente hacia… una
civilización bajo tierra.
Muchos
de los edificios estaban atrapados entre la tierra roja y las montañas, como si
fueran uno solo. Había gigantescas ramas que iban desde el suelo hasta lo que
podría reconocerse como la cumbre de la montaña; no tenían ramificaciones ni
hojas, parecían funcionar como columnas que mantenían estable a la gran
montaña. No eran perfectamente rectas, sino que había de distintos tipos, daban
vueltas y muchas tenían la forma ovalada. Además, eran de un color negro; por
un segundo, los elementales se preguntaron si de verdad eran árboles, porque a
pesar de ser infinitos, ni toda esa cantidad podría mantener a semejante
elevación sin partirse. La vegetación (tan verde como la de nuestro mundo)
cobraba vida y se deslizaba por el suelo libremente como si fueran serpientes,
chocaban entre sí y se enredaban unas con otras. Pero si eso no era suficiente
para asustarlos, había decenas de individuos trabajando, seres de gran altura,
con la piel roja, sin ningún cabello sobre sus cabezas, orejas puntiagudas y
con dos colmillos apuntando hacia arriba como los de un mamut. Todos ellos
tenían figuras muy atléticas, el torso (con la tez rojiza) al desnudo, además
de pantalones oscuros y cortos, sin calzado. Algunos tenían martillos con forma
de piquetas (los que se usan para partir ladrillos o en las minas de carbón de
la Tierra) y picaban rocas brillantes, sin descansar. Otros, afilaban lanzas y
espadas extravagantes con símbolos raros.
-
Esto no es nada bueno, parecen estar preparándose para una batalla- vociferó
Natal a sus compañeros.
De
repente, todas las miradas fueron hacia ellos; los elementales se quedaron
petrificados.
-
Parece que te oyeron…- le murmuró Kay a Natal.
Un
único sujeto caminó entre los mismos de su especie y se acercó a los
visitantes, pero manteniendo una distancia de varios metros. Empuñaba dos
largos cuchillos con las formas ovaladas (uno en cada mano); portaba varios
collares con símbolos insólitos, su rostro era más adulto y viejo que el de los
demás (llevaba algunas arrugas), lo denotaba una pequeña chivita blanca en su
pera y sus cejas del mismo color. Exclamó en un idioma indescifrable, algo así
como: ‘’JÁS JÁS JÓS ZIP’’. Kay y Natal se miraron entre sí, sin saber que
hacer. Para su sorpresa, Lepra le respondió con una frase bastante similar,
sólo que decía ZAP, en vez de ZIP. Natal notó que el círculo de los magos
estaba dibujado justo bajo el joven morgano.
-
Muy inteligente- pensó.
-
Dice que nos estaba esperando- le comentó Lepra a sus compañeros.
-
¿De verdad?- exclamó Kay y el sujeto rojizo le asintió.
-
Y al parecer, entiende todo lo que le dicen- agregó el elemental de la tierra.
Lepra
hizo desaparecer el círculo de los magos y se animó a acercarse al nuevo
individuo.
-
Mi nombre es Lepra, soy aprendiz del mago Fismut, ex miembro de los Inmortales
de Morgana- empezó- Y ellos son… mis escoltas- mintió- Necesito hablar con
vuestro líder.
El
hombre con la piel roja asintió e indicó con la mano que lo siguieran. Natal y
Kay fueron tras Lepra, quien ya lo estaba siguiendo.
-
Lepra, ¿Qué haces?- le dijo Natal, entre susurros, desconcertado- Pertenecen a
un mundo creado por los titanes, somos sus enemigos.
Lepra
no le prestó atención, parecía que había vuelto a comportarse como antes.
Natal
suspiró, examinando a los otros seres con recelo. Dio la vuelta para mirar a
Kay y se sorprendió de su actitud; el elemental del fuego yacía observando a
los individuos de piel rojiza con total sorpresa, como si estuviera gustoso de
verlos.
El
sujeto de aquel planeta que los guiaba, los condujo hacia una de las
construcciones más impresionantes, un pequeño templo (del tamaño de una casa)
con columnas, monumentos, raíces desparramadas por los orificios de las
ventanas y las puertas; y múltiples formas conoidales de distintos tamaños
distribuidos de manera irregular en cada pared. No había puerta, tan solo un
gran orificio rectangular y unas escaleras; las subieron y entraron al
edificio.
Sobre
un gran trono de piedra, los esperaba otro sujeto extraño. Sus ojos eran del
tamaño de pelotas de tennis y con la forma que tienen los gatos; tenían el
color amarillo y las pupilas negras. La piel de dicho hombre (pues sí, era del
género masculino), era carmesí, no roja; lo que lo distinguía de todos sus
allegados. Pero había más que eso, pues su altura superaba los cuatro metros y
su contextura era mucho más robusta y musculosa (como si se tratara de un
humano del planeta Tierra, pasado de esteroides). Tenía el torso al desnudo
como los otros seres de piel roja; una falda hecha con la piel de algún felino
de aquel planeta (pues era un cabello naranja con lunares amarillos); collares,
pulseras y anillos por doquier. A diferencia de los otros, este espécimen no tenía
los dientes de un mamut, sino dos colmillos gigantescos sobre la boca, rectos y
apuntando hacia abajo. Además, dos arrugas estaban dibujadas sobre sus
mejillas, evidenciando sus estados de ánimo (es decir que cuando sonreía se
notaban mucho y cuando no lo hacía, se notaban menos).
Las
orejas eran grandes y su cabello largo y oscuro, totalmente liso y
perfectamente peinado hacia atrás. Para terminar, no llevaba calzado, dejando
al descubierto sus inmensos pies. Yacía observando sus propias manos, mientras
las abría y las cerraba; estaba muy concentrado en lo que hacía.
Su
súbdito (el que guiaba a los elementales) se arrodilló ante él y volvió a
hablar en aquella lengua inentendible. El nuevo ser, sentado en la silla,
observó a su súbdito y emitió un resonante ‘’Mmm’’.
-
¿Hablan esta lengua, verdad?- dijo
una voz reverberante, con el tono grave; pero el sujeto con la piel carmesí no
había abierto la boca.
Los
elementales se quedaron tiesos, buscando la fuente de dicho sonido.
- Soy yo- volvió a hablar la voz- Creo que ustedes lo conocen como telepatía.
Las
miradas fueron hacia quien yacía sentado en el gran trono.
- Tranquilos, pueden
hablarme normalmente; pero yo no soy capaz de emitir sonidos con mi boca, es
una historia larga- continuó- Yo soy el rey
Xón, soberano de Achica, el pueblo que pertenece al
planeta del fuego: Ghryaú. No necesito que se presenten porque ya sé quienes
son.
Natal
yacía en guardia, esperando una emboscada o la peor de las situaciones.
- No tienes porque estar tan tenso, no vamos a
dañarte- le dijo el rey- ¿Temes
cruzarte con un titán, me equivoco? Aquí no los encontrarás, no los
encontrarías en ningún lado porque ya no están.
-
Así que este es el primero de los tres…-
pensó Lepra, impresionado.
-
¿Ya no están?- se animó Kay a preguntar.
- Fallecieron, todos ellos, hace mucho tiempo.
Fueron… exterminados.
Natal
ya lo sabía, hace poco se lo había contado Lepra, pero Kay no; este se quedó
paralizado.
-
No todos…- aclaró Kay con cierto rencor.
- Curioso- dijo la voz de Xón mientras
este solo emitía algunos ‘’mmm’’ con la boca- Dudo que él te odie a ti.
Kay
hizo un gesto de confusión.
-
¿Serían tan amable de indicarnos donde está el fragmento de la llave?-
interrumpió Lepra.
- Oh ya entiendo, no
quieres que lo sepan… aún- la boca de Xón emitió una sonrisa mientras pronunciaba otros
‘’mmm’’.
Kay
no entendía nada y tampoco estaba muy interesado en entenderlo.
-
¿De donde sale tu voz? Siento como si el sonido estuviera en todos lados- dijo.
- De sus mentes- indicó Xón- Le hablo a sus mentes y ustedes me responden
hablando; soy mudo, no sordo.
Lepra
estuvo apunto de hablar, pero el rey se le adelantó…
- No voy a darles el fragmento de la llave ni
decirles donde está; no estoy en contra de ustedes, pero aquel artefacto es lo que
le permite a nuestro mundo existir, si lo quitan, se lo arrebatarán y no
quedará ni uno de nosotros con vida. ¿Podrán cargar con el peso de la muerte de
miles de inocentes?
-
Váyanse de aquí, busquen otro lugar. A nosotros no nos queda tiempo, uno de los
gemelos despertará si no hacemos algo al respecto- indicó Lepra, con pasividad.
-
¿Uno de los gemelos?- repitió Kay en voz alta.
- Ya dije que no; no tenemos a donde ir.
Busquen otra manera, siempre la hay.
-
No en este caso- le dijo Lepra, se estaba empezando a impacientar- Tenemos
aguas de Agda, tal vez no sea mucho pero puede servir para transportar a todos
a un lugar seguro.
Xón
negó con la cabeza.
-
Entonces… no me queda alternativa- dijo Lepra y movió los dedos para realizar
un hechizo; inmediatamente, dos largos cuchillos ovalados le rodearon el cuello
por delante, las armas blancas estaban cruzadas entre sí, conformando una cruz,
justo antes de llegar a la cabeza de Lepra. El sujeto que los había traído al
templo, empuñaba los dos cuchillos; había estado arrodillado ante su Rey
durante toda la conversación; que todos se olvidaron de él por unos minutos. En
un abrir y cerrar de ojos apareció ante Lepra, amenazando con decapitarlo si
llegaba a atacar a su Rey. Lepra apretó los dientes y se quedó quieto, el
hechizo desapareció.
-
JÁZ- pronunció aquel ser, con el ceño fruncido pero con pasividad.
- Impresionante- dijo la voz de Xón, donde
se notaba su sorpresa.
El
sujeto que empuñaba los dos cuchillos, oyó una voz a sus espaldas.
-
Suéltalo- le dijo Kay. El ser de piel roja notó al joven detrás suyo, con el
puño rodeado de fuego sobre su columna vertebral- O te romperé todos los
huesos…
- Ni siquiera yo lo vi, Wodo- le dijo el Rey a su súbdito- Sin duda, su velocidad es superior a la tuya.
El
individuo conocido como Wodo quitó los dos cuchillos del cuello de Lepra y bajó
la guardia; Kay se alejó de él.
- El JEN del fuego- exclamó la voz de Xón-
Es un honor conocerte.
Kay
frunció el ceño.
- Hagamos como que aquí no pasó nada. ¿Les
parece? Dudo que a la diosa le guste vernos pelear…
-
Entonces… ¿Nos ayudará?- insistió Lepra.
- Hay una forma de solucionar este problema.
El fragmento de la llave es un objeto de gran poder, creado por el titán Vrogh;
su sola presencia aleja al demonio en
llamas; sin el fragmento, el demonio nos atacaría y acabaría con Ghryaú.
Pero si lo vencen… bueno, no habría de que preocuparse- dijo en un tono
casi sarcástico.
Kay
suspiró.
-
Eso solo nos atrasará más…- dijo.
- ¿Enserio? ¿Acabo de decir ‘’demonio en
llamas’’ y lo único que te preocupa es el tiempo? Poderoso y engreído, que
decepción- Xón era un sujeto bastante particular, parecía nunca querer
hablar en serio.
Kay
levantó las cejas y estuvo apunto de reír, pero se contuvo.
-
Bien, si no queda otra, lo haremos- dijo Lepra, firmemente- ¿Dónde está ese
demonio?
- Curiosamente, protege la llave. Es tan iluso
que no sabe que ese objeto es lo que le prohíbe acercarse a nosotros. Yace bajo
un volcán a dos montañas de aquí- luego se dirigió a su súbdito- Wodo, ¿te molestaría acompañarlos?
Wodo
asintió y pronunció la palabra: ¡Zaz! Los elementales lo interpretaron como un
‘’si, señor’’.
- Él los guiará, traten de llevarse bien-
dijo Xón- Buena suerte.
Wodo
salió del templo, los elementales sin responderle al Rey, fueron tras él.
El
rey, en su asiento y completamente solo, se dijo a sí mismo.
- Si no estuviera apunto de morir, me
encantaría poder acompañarlos en su viaje.
-
¿Uno de los gemelos?- le preguntó Kay a Lepra, seriamente.
-
Las bestias de los JEN son gemelos, a eso me refería- respondió Lepra, igual de
serio.
-
Porque provienen del mismo poder y de seguro que eso debe tener que ver con los
titanes- agregó Natal- Es obvio.
-
TODO tiene que ver con los titanes, ya lo entenderán. No saben nada y es mejor
así, es mucho para digerir.
Wodo
caminaba delante de ellos y los observaba atentamente. Kay notó eso y le habló.
-
Me molesta que me veas así, pelón- le dijo.
Wodo
no respondió, siguió mirando hacia delante en silencio.
-
No lo trates así- lo retó Natal con cautela- Pasas de adulto a niño en un
segundo.
Kay
movió los ojos hacia arriba, molesto. Estaba algo tenso, así que sacó una pipa
que Jhor le había regalado, la encendió con su dedo y la fumó. Natal reconoció
el humo y le dijo.
-
¿Ahora fumas?
-
Para controlar los nervios y es verdad que ayuda. No querrás que me salga de
control- respondió Kay después de largar otro soplido de humo. Natal hizo una
mueca y no dijo más nada. Mientras tanto, Kay pensó- Espero que estés bien
Sony, de verdad lo espero.
Wodo
los condujo hacia un conducto secreto que conectaba con un túnel bajo tierra,
caminaron durante varios minutos hasta llegar a la montaña más próxima. En el
exterior, la lluvia de fuego continuaba y divisaron el descomunal volcán a lo
lejos. Kay no lo pensó dos veces, creó nuevamente el paraguas de fuego para
todos ellos. Wodo, sin indicar ni hablar, caminó bajo la lluvia sin nada
encima; las gotas de fuego le caían encima como si fueran de agua.
-
Su piel es resistente al fuego, vaya- pensó Natal.
Bajo
esa tormenta impetuosa, el grupo se dirigió hacia el volcán, donde la
temperatura empezó a ascender con rapidez. Cuando finalmente estuvieron a solo
veinte metros del volcán, divisaron una escalera rocosa a su alrededor y una
entrada con cadenas encima. Subieron por ellas con cuidado, intentando no mirar
abajo, hasta llegar a la puerta rocosa con cadenas. Wodo las cortó con sus
cuchillos y estas se abrieron de par en par. No era un volcán ordinario; había
plataformas alrededor, y un gran hueco más abajo; donde se concentraba toda la
lava del volcán; las masas yacían tiesas, expulsando vapor. Los elementales
analizaron todo con cuidado y sin tiempo de pausas, un enorme ser surgió de la
lava y atacó con sus manos, que tenían forma de espadas. Wodo defendió al grupo
con sus dos cuchillos, los cuales conformaron una cruz, resistiendo los ataques
de la criatura.
-
El demonio en llamas…- susurró Natal.
Aquel
demonio parecía estar hecho de carbón, lava y fuego; no tenía rostro, su cara
parecía la de una estatua; llevaba dos cuchillas o espadas negras imbricadas a
sus brazos y múltiples cuernos en su espalda. No solo eso, caminaba normalmente
con la lava cubriéndole las rodillas. Wodo resultó ser un guerrero excepcional,
con una gran fuerza lo empujó y le cortó los brazos; el monstruo gimió del
dolor y se zambulló nuevamente en la lava.
-
¡Lo lograste!- exclamó Natal y se tragó sus propias palabras cuando vio que el
demonio volvió a acecharlos, con los brazos sanos- La lava lo cura…
-
¡JAZ, JAZ, HEZ!- exclamó Wodo y ninguno entendió.
-
¿Qué hacemos? No te entendemos- le dijo Natal, desesperado- Lepra, haz tu magia
y comunícate con él.
Lepra
no le hizo caso y elevó ambas manos, las paredes del volcán se deformaron, el
elemental estaba extrayendo múltiples rocas para atacar al demonio con ellas,
como si fueran balas. Las rocas penetraron en el cuerpo del monstruo, como
misiles; le generaron agujeros por todo el cuerpo; pero desgraciadamente, el
demonio siguió de pie.
-
¡Todos juntos!- indicó Kay. Él y Natal usaron sus habilidades para embestirlo
pero estas solo lo empujaron levemente o le hicieron perder el equilibrio por
unos segundos. Wodo seguía gritando aquellas palabras que había dicho antes,
pero ninguno lograba comprender de qué estaba hablando. La situación se volvió
muy tensa, el monstruo no podía hacerles nada porque Wodo se encargaba de
defenderlos con sus cuchillos, los que curiosamente resistían sus ataques. Sin
saber que hacer, Natal usó gran parte de sus energías para combatir al enemigo;
pero no había caso, el viento no le hacía nada. Wodo fue atacado por el demonio
y se defendió fácilmente, le lanzó una mirada a Kay y por alguna razón, este lo
entendió. Kay dio un gran salto hacia otra de las plataformas y desde allí,
saltó a la siguiente (metros abajo); repitió el mismo patrón hasta acercarse lo
suficiente a la lava.
-
¡Vuelve aquí!- le ordenó Lepra, sin éxito.
Wodo
sonrió cuando vio que Kay tenía un objeto en su mano, de color negro, parecía
estar hecho de cristal.
-
¡Kay tiene el fragmento!- exclamó Natal.
El
demonio también lo notó y bajó para atacar a Kay con sus cuchillas; el
elemental del fuego fue saltando de plataforma en plataforma para evitar que lo
alcance. El demonio en llamas destruía todas las plataformas que Kay pisaba,
pero no lograba atraparlo. Justo cuando el joven estuvo apunto de volver con
sus compañeros, el monstruo destruyó la plataforma que pisaba y Kay cayó; Wodo
fue rápido y lanzó uno de los cuchillos hacia las paredes del volcán, Kay logró
tomarlo del mango con ambas manos, con el cuerpo suspendido en el aire. Por
extraño que parezca, Kay sintió una sensación satisfactoria cuando Wodo lo
salvó y recordó todas las veces que Sony lo había defendido, no solo en sus
aventuras como elemental, sino también cuando eran más pequeños y sus
compañeritos del colegio lo molestaban, Sony estaba ahí para alejarlos. Y por
primera vez, esa TERCERA energía que Lepra había mencionado anteriormente,
fluyó a través de su cuerpo. A continuación, Kay se balanceó hacia arriba y sus
pies quedaron pegados a la roca del volcán. Natal estaba apunto de enloquecer
cuando lo vio hacer eso. Con las rodillas flexionadas y los pies pegados a la
pared, como si fuera una araña; Kay quitó el cuchillo de la roca y saltó hacia
su contrincante con toda potencia, atravesándole el pecho en el transcurso; la
hoja del cuchillo se extendió como si fuera elástica y el demonio en llamas
quedó atrapado entre la espada clavada en él y la pared del volcán (lo más
parecido a un perchero). Kay hizo un giro fantástico sobre su propio eje y cayó
en la plataforma donde yacían sus compañeros.
-
Al fin aprendiste como usarla- le dijo Lepra.
Kay
asintió y se dirigió a Wodo.
-
Gracias, pelón. Y ya no es necesario que finjas, hablas nuestra lengua.
Wodo
sonrió y por primera vez, habló en español con un acento bastante forzado.
-
Muy inteligente- Lepra y Natal se le quedaron mirando- No me entendían así que
les hablé en español pero no me escucharon, este muchacho vio el movimiento de
mis labios y reconoció lo que le estaba diciendo: ABAJO ESTÁ EL FRAGMENTO,
BÚSCALO.
Natal
suspiró abatido y molesto. El demonio en llamas lanzaba gritos ensordecedores,
rugidos horribles.
-
¿Y ahora?- preguntó el elemental del viento.
- Ahora me encargo yo- dijo una voz en su
cabeza, se trataba de Xón. El sujeto apareció de la nada, triplicó su altura
hasta compararse con la del demonio, le quitó el cuchillo que lo mantenía
atrapado (este objeto volvió a su tamaño normal) y se lo tiró a Wodo para que
lo recuperara. Xón también estaba pisando la lava sin problemas y Kay fue el
único que notó algo inusual en su piel
cuando las masas lo envolvían- Bien,
iluso. Ahora vete a dormir, lo hiciste bien- le dijo al demonio y este se
zambulló en la lava para descansar.
-
También era tu súbdito, nos mentiste…- dijo Natal entre dientes.
Xón,
con esa altura extraordinaria que superaba a la que le habían visto en el
templo; pronunció.
- No les mentí, más bien… los puse a prueba.
Quería saber si tenían el poder suficiente para lograr lo que se proponen y me
convencieron- respondió el Rey- No es
mi súbdito, más bien es mi mascota, yo mismo lo creé.
-
Entonces todo eso de que el fragmento lo mantenía alejado de ustedes también
era una fábula- dijo Lepra, harto.
- Fue una mentirita
piadosa, no se enojen- dijo Xón.
-
Yo creo que hiciste más que solo mentirnos, rey Xón- dijo Kay con aire de
superioridad- Nos ocultaste la verdad…
- ¿Por qué lo dices?
-
Puedes soportar altas temperaturas, aumentar el tamaño de tu cuerpo, crear
monstruos y apuesto a que las habilidades que tiene Wodo también se las
enseñaste tú- empezó el joven- Yo tuve un sueño una vez, ¿Sabes? Y lo recordé
cuando vi tus pies y a tu piel CAMBIAR DE COLOR cuando la lava te tocaba. No
soy torpe y pude atar todos los cabos sueltos. Te camuflas, ¿verdad?- Natal y
Lepra le dirigieron la mirada con atención- Tu verdadera piel es verde, como la de aquellos seres con
los que soñé. Eres…
-
… un titán- completó Natal mientras el corazón le golpeaba el pecho como nunca
antes.
Xón
sonrió y emitió un gran ‘’mmm’’ mientra su mente les decía.
- Dos veces en un día, joven JEN. Dos veces me
sorprendiste- Xón cerró los ojos y el tono de su piel cambió del carmesí al
verde- Si, soy un titán. Uno de los cuatro que sobrevivieron a la
catástrofe y eterno sirviente de
Vrogh.
Kay
rodeó sus puños de fuego y Natal, tragando saliva, rodeó sus manos de bolas de
aire. Lepra tomó a Natal del brazo para que se tranquilizara y no lo hiciera.
Wodo hizo lo mismo con Kay.
- No voy a lastimarlos. Mi misión es ayudarlos
en su viaje. Pues, mi señor solo quiere conocerlos- dijo Xón y señaló el
objeto que traía Kay, una clase de prisma puntiagudo con vértices y lados,
oscuro y brillante- Ese es el fragmento,
los otros son iguales; juntos conforman un triangulo. La llamo ‘’la roca de
fuego’’ porque soporta cualquier temperatura como nosotros.
-
¡Estoy harto de sus juegos manipuladores, todos ustedes mataron a mi novia y
acabaron con mi pueblo, es su culpa y la de nadie más!- Kay empezó a perder el
control y forcejeó para que Wodo lo soltara.
- No sé de que hablas, yo solo sigo órdenes.
Es más…- Xón recuperó su tamaño normal y pisó la plataforma- Te daré un regalo. Tómalo si quieres, pero
te ayudará- Kay dio un paso atrás, alerta. Xón abrió la palma e incontables
chispas aparecieron en el aire, dibujaron una figura y se fusionaron para crear
una hermosa espada, con la hoja de plata y el mango dorado, en el centro
llevaba un rubí. Xón la tomó con ambas manos y se arrodilló ante Kay, bajando
la cabeza y estirando sus brazos para ofrecerle el obsequio. Kay se quedó
impactado y desorientado- Es suya, mi
señor. Me dijeron que eres bueno
portando armas de este tipo.
-
¿Mi… señor?- repitió Kay y tomó la espada, con la boca abierta.
- Ya lo entenderás. Quiero decirte que él está bien, sabes muy bien a quien me
refiero…- le dijo Xón y su cuerpo desapareció lentamente, como un
holograma.
Kay
inhalaba y exhalaba con dificultad; soltó la espada, entre lágrimas. Natal se
liberó de Lepra y con cautela, se acercó a Kay, tomó la espada en el suelo y se
la enseñó. Kay la observó y miró a su mentor.
-
¿Por qué todo es tan complicado?- le preguntó.
-
No lo sé, hijo. No lo sé- Natal lo tomó del hombro y Kay lo abrazó, así pudo
calmarse y recuperar la compostura.
-
El rey desea que los acompañe- informó Wodo. Lepra asintió y quitó el termo con
las aguas de Agda, junto al mapa.
-
Vámonos- Kay no le prestó atención a Wodo- Ya tenemos lo que queremos.
Lepra
hizo sus gestos elásticos y las aguas rodearon a los cuatro; sacándolos de
aquel mundo en instantes.
Xón
regresó a su templo, algo shokeado y preocupado por el joven Kay. Su piel había
vuelto a ser carmesí, ya estaba acostumbrado a tenerla así. Salió afuera y notó
que todos sus súbditos yacían esperándolo, en filas, como un ejército.
Xón
suspiró.
- Ya se acerca… no avergoncemos a la diosa-
dijo su voz, emitiendo un imponente ‘’MMM’’.
Y
en ese mismo momento, a metros del ejército, el aire se deformó y un agujero
multicolor surgió; un individuo apareció ante todos ellos; con las rodillas y
las manos en el suelo, además de la cabeza gacha. Portaba una armadura
escalofriante y un casco inusual, como si fuera de la edad media de la tierra;
gris y negra al mismo tiempo. Una larga capa en la espalda y una espada
envainada. Los habitantes de Achica sacaron sus armas y se pusieron en guardia
contra el nuevo visitante. Xón elevó la mano, bajó las escaleras del templo y
se acercó a la entidad con la armadura.
- Te estábamos esperando. Eres la
representación del día del juicio final, ¿Sabías?- le dijo Xón.
Aquel
abominable ser levantó la cabeza con lentitud y se puso de pie; su altura era
inferior a la del titán, pero su sola presencia aterraba a los individuos con
la piel roja.
- Aquí no están, ya se fueron- dijo Xón- Te conozco- hasta incluso el Rey sintió
una helada sensación recorriendo sus entrañas- Eres el portador del corazón de Buul. Los Ryanos te bautizaron como ‘’el único’’, el Hariet…
El
hombre con la armadura, estiró sus dedos y el templo se destruyó en mil
pedazos. Los habitantes de Achica se sobresaltaron, asustados.
- Sin titubear, camaradas. Hoy, moriremos con
honor, por la diosa y nuestro señor Vrogh- exclamó Xón, su piel cambió a
verde, su altura creció como antes y miró al intruso con un gran odio,
enseñándole colmillos y dientes- A tu
nombre le agregaría una palabra en otro idioma; ¿Qué tal ‘’Dark Hariet’’?
El
villano desenvainó una espada de hierro, con el mango en forma de calavera. En
su otra mano portaba un medallón de
bronce… luego, con una voz susurrada y espeluznante, le dijo:
- Cállate, titán y muere.
[1]
La guerra de
las bestias: El templo de la muerte. CAPÍTULO 2. ‘‘El despertar de la bestia-
parte 1’’.
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