martes, 6 de junio de 2017

Historias: CAPÍTULO 14.




Historias: CAPÍTULO 14.

La noche fue una gran aliada, gracias a ella, los soldados del Rey no pudieron detectarlos. Finalmente se retiraron, hacía un frío desgarrador, los elementales se encargaron de armar y encender una fogata; en las bolsa-mochilas habían guardado alimentos, mantas y el artefacto dorado. Dayas se cubrió del todo (hasta la nariz), temblando constantemente, petrificado; sudando, sangrando y llorando. Kay y Sony intentaron comunicarse con él, pero no fue posible, estaba increíblemente traumado. Natal les indicó que no lo molestaran, en silencio se alimentaron. Dayas dejó el fruto a su lado y ni siquiera lo tocó, no tenía apetito, el odio que crecía en su interior se hacía cada vez más difícil de controlar. Kay y Sony sentían una gran conmoción por el príncipe, también les molestaba la idea de no poder hacer nada para impedirlo. Minos había ganado. Sin comer, ni hablar, ni dejar de llorar, Dayas se durmió.
- Mulón tenía razón. Minos fue subestimado. Su inteligencia hizo estragos en un solo día- habló Kay entre murmuros, rendido.
Sony observó al cuerpo de Dayas durmiendo y dijo.
- Me alegro que esté vivo y que mi visión haya sido un error. Pero temo que el príncipe no vuelva a recuperarse. Todo ha sido tan repentino. Minos lo destruyó en su interior- y apretó los puños con rencor- Pobre Faír… que en paz descanse.
Natal se acarició el mentón y entró en la conversación.
- Vamos a hacer justicia por Faír, por Kaia, incluso por Koba… Minos cree que nos engañó, tenemos esa ventaja. Pero aún no sabe a lo que se enfrenta. Podemos usar eso a nuestro favor, idear algo para…
- Muchos Kiceanos murieron, sus esposas e hijos ahora están encerrados en Zimpat y solo dios sabe lo que harán con ellos- habló Kay con rapidez- Hablas de un ejército contra cuatro personas, es una locura. Incluso para nosotros, no somos invencibles. Y no me vengas con el ejemplo del año pasado…Además, si Minos pudo engañarnos todo este tiempo, puede volver a hacerlo. ¡Ni siquiera sabemos si este estúpido artefacto sirve para cancelar el hechizo! Probablemente sea otro de sus trucos.
- Eso si es desalentador…- suspiró Sony, abatido.  
- Es la cruda verdad- retomó el elemental del fuego- Por más que quiera a los Kices y al príncipe, no podemos hacer nada. Lo mejor que podemos hacer es encontrar una forma de volver a casa.   
Natal se levantó de un pisotón, muy molesto. Caminó de un lado a otro mientras se acariciaba la barbilla; Clavito salió de la bolsa-mochila y se sentó sobre el príncipe dormido. Natal se le quedó observando detenidamente, mientras intentaba idear algo.
- Tal vez haya una posibilidad…- pensó.
Al instante, Dayas se despertó y observó a la criatura sobre su cadera. Estaba herido, sucio, desganado y sin fuerzas para vivir.
- ¿Y tú que eres?- le preguntó en un tono apagado, sin levantarse. Clavito se le acercó aún más y posó su peluda cabeza sobre la pera del príncipe. Los elementales estaban a la expectativa. El triste y decaído rostro del príncipe cambió de aspecto, a uno más cálido y vivo. Dayas se levantó, Clavito dio un saltito antes de que lo hiciera- ¿Qué fue lo que hiciste? – le preguntó y Clavito sonrió. - Siento como si me hubieran trasmitido alegría y fuerza- Dayas se secó las lágrimas- Gracias.
- Después de todo, resultaste ser una criatura peluda muy útil- le dijo Natal, mientras realizaba una pequeña sonrisa. Clavito saltó hacia su hombro, en señal de gratitud.
- Mi pueblo está sufriendo, debo hacer algo al respecto- dijo Dayas con firmeza, analizando sus heridas- No dejaré que Minos les haga daño por mi culpa.  
Kay apretó los dientes. Sony había vuelto a recuperar la fe. Aunque no lo reconociera, Dayas era un hombre excepcional y su actual presencia generaba la sensación de querer luchar a su lado. 
- Nos alegra que esté mejor, príncipe.- le dijo Natal y por un momento pensó en preguntarle quien había sido el responsable de haberlo dejado tan herido, pero creyó que aquello ya no era importante- Tengo una idea que puede resultar. Pero primero necesito saber donde se encuentran los últimos dos artefactos.
- ¿Los últimos dos artefactos?- preguntó Dayas, su mente empezaba a actuar con naturalidad.
- Así es, hasta ahora, el consejo conocía a la perfección todas las ubicaciones en donde los artefactos se encontraban.- siguió el elemental del viento.  
- Mis espías (los mismos que me avisaron sobre su llegada al castillo) lograron robarle un mapa a Minos hace tiempo.- Dayas señaló el cielo con el dedo índice- Allí figuraban todos ellos, el problema es que con el ataque, Minos lo habrá recuperado. 
- ¿Sus espías?- preguntó Kay, dubitativo.
Dayas silbó y tras una breve pausa, dos hermosas águilas aparecieron volando desde el oeste y descendieron, luego se posaron sobre sus hombros.
- Exactamente, mis espías. Juan y Julia- dijo- En honor a mis ancestros. Mi familia siempre se ha caracterizado por poder comunicarse con las águilas, son animales de caza, pero muy tranquilos si se los trata como se debe. Fueron las que me dijeron sobre su llegada, como ya dije.
- ¡Águilas! ¡Son las que nos guiaron hacia usted! ¡Qué bellas son!- exclamó Sony, como un niño.
- Lo son- asintió Dayas mientras pasaba el anular por el pico de una de ellas.- Gracias por salvarme aquella vez.- y lo recordó… al sujeto buscando a Kay y Sony. El sujeto encapuchado, el tal… Meddes.
- ¿Ocurre algo?- preguntó Sony, frunciendo el ceño.
Dayas disimuló y volvió a sonreír.    
- Nada, Sony. - Dayas sabía que alguien los buscaba pero no se animaba a contárselos, por miedo, terror a que fueran a buscarlo por lo que le hizo. Los elementales, por su parte, sabían que un sujeto no identificado había sido el responsable de dejar al príncipe al borde de la muerte; pero si le preguntaban, Dayas podría llegar a pensar cualquier cosa de ellos, cosas malas…
Ninguno de los cuatro volvió a tocar el tema.
- Les dije que fueran hacia el oeste a vigilar el bosque azul y allí estuvieron hasta ahora- dijo Dayas, intentando evitar el momento incómodo.  
- Pueden ser de gran ayuda- dijo Natal, moviendo la cabeza-  ¿Puedes decirles que vayan hacia el castillo e intenten volver a recuperar el mapa?
Dayas les acarició las alas, ambas gimieron y volaron hacia el horizonte.
- Puede que tarden algunos días.- advirtió- ¿Y mientras tanto?
- Mientras tanto, nos prepararemos.- contestó Dick Natal- La noche es larga, creo que sería buena idea que nos contemos algunas historias para entretenernos. Bueno, después de todo, no tengo sueño. No se que piensan ustedes.
- Adelante, ni Kay ni yo tenemos ganas de dormir- dijo Sony, animado. Kay asintió con frialdad.
- Lo mismo digo, necesitaría despejar la mente.- dijo Dayas, se sentó en el suelo y posó las manos sobre el fuego para calentarse. Kay se encargaba de alimentar las llamas con una suave danza de manos.
- ¿Por qué no empiezas explicando todo lo que vi en tus recuerdos?- preguntó Kay, la vida de Natal era todo un misterio indescifrable para el muchacho.
- ¿Cómo es eso?- preguntó el príncipe, interesado.
- A veces, puedo revivir el pasado de las personas…
- Sorprendente- dijo Dayas y dejó los labios abiertos, como si fuera a decir algo más.
Natal había meditado, realizó un suspiro muy opulento y dijo al fin.
- No guardo historias muy bonitas en mi vida. Pero ya que estás tan interesado… ¿Qué fue lo que viste?
- Una mujer vestida de blanco, muy hermosa.- la voz de Kay fue como un rayo- Un accidente de auto y una casa en llamas.
- ¿Auto?- le preguntó Dayas a Sony en voz baja, para no interrumpir.
- Es un transporte que se utiliza en donde vivimos- le explicó Sony entre cuchicheos.
Dayas asintió; se moría de curiosidad por saber cuantas diferencias más habría entre sus respectivos hogares.
- Son dos historias distintas. La primera… bueno- Natal frunció el ceño y suspiró- No fue hace mucho. En mi eterna búsqueda de los JEN- a Dayas le resultó familiar aquella palabra, pero no pudo recordar por qué y más tarde se olvidó- fui a parar a una calurosa ciudad de Brasil llamada Bombinhas. Allí conocí a una muchacha, era la hija del dueño del departamento donde estaba viviendo; al principio nos llevábamos como perro y gato- los JEN pudieron notar una sonrisa en Natal que nunca antes habían visto con anterioridad- Pero no fue mucho tiempo hasta que reconocimos que nos habíamos enamorado el uno del otro.
- ¿Cómo se llamaba?- preguntó Sony. Kay se había quedado mudo. Dayas intentaba agarrar lo poco que entendía.
- Verónica...- dijo Natal con los ojos llorosos- Verónica Natal.      
Los JEN se sobresaltaron.
- Nos casamos, y nos las ideamos para compartir apellido.- continuó el profesor- Pues mi identidad había sido modificada ilegalmente una infinita cantidad de veces.
- Por eso prefieres que te llamen Natal…- habló Kay, con cierta empatía.
Natal asintió, sus ojos grisáceos eran dos diamantes a plena luz del fuego. Tragó saliva, carraspeó y continuó.
- La amaba, con locura y por muchos años fuimos muy felices- hizo una pausa y carraspeó- Pero… un día quise volver a la Argentina para continuar con mi misión, ella lo sabía todo y decidió acompañarme. Ya no estaba solo en mi búsqueda, no solo la tenía a Verónica, sino que también, ella esperaba un hijo mío.- Dayas, Kay y Sony abrieron los ojos como platos. Natal volvió a tragar saliva, pudieron oír el sonido de la nuez deslizándose por la garganta como un golpeteo.- Manejé de noche por la carretera y nos agarró una terrible tormenta. Estábamos buscando un hotel para hospedarnos. Siendo padre, mis habilidades habían desaparecido y entonces… ante la oscuridad, un auto nos sorprendió del lado de enfrente y nos chocó. Solo yo salí con vida.
- Murió embarazada, que horror- pensó Kay.
Kay, Sony y Dayas se quedaron inmóviles ante tal historia. Natal, intentó contenerse pero no pudo y por segunda vez, lo vieron llorar. Kay y Sony quisieron ir a abrazarlo, pero Clavito se les adelantó y lo besó en la mejilla. Inmediatamente Natal sintió un gran alivio y esa increíble sonrisa que habían presenciado, apenas nombró a Verónica, volvió a aparecer.
Los demás no dijeron nada. Dayas dedujo que las habilidades de los magos eran parecidas a las suyas, pero no fue suficiente para que establezca una relación entre ellos. Esperaron a que Natal se recompusiera del todo, porque aún tenía mucho que decir…
- Pasé una vida entera conociendo mujeres, pero ninguna me hizo sentir tan feliz como ella. Le agradezco a la vida por haberla creado, jamás la olvidaré- hizo una pausa, carraspeó otra vez y continuó- La CASA EN LLAMAS que tú viste, Kay, es otra trágica historia de mi vida. Se remonta a la época en la que yo era un infante, en España.- Sony le explicaba a Dayas lo que no entendía- No recuerdo bien por qué me había ido; he vivido más de lo que cualquier humano desearía y sin embargo, ese momento es uno de los pocos que recuerdo con tanta claridad.
- ¿Qué fue lo que pasó?- preguntó Kay con los dedos en la boca.
Natal arrugó la frente y se apretó los ojos con sus dedos; superó la angustiosa sensación que se había apoderado de él por un instante y dijo.
- No entiendo porque les estoy contando todo esto, en un momento tan crítico.
- Por favor…- replicó el elemental del fuego.
Natal finalmente habló y con la fogata, la historia parecía cobrar vida propia.
- Aquel lugar en llamas era mi hogar. Mi casa, donde viví cuando era un niño. Nunca supe bien como fue, pero si conocí al responsable y juré VENGANZA contra él- Natal apretó los puños- El desdichado se llevó a mi familia al otro mundo.
- Hariet- fue la palabra que Sony formó con sus labios hacia Kay sin que Dayas se diera cuenta. Ahora todo tenía sentido.   
Natal posó su palma sobre Clavito a propósito para no quebrarse. 
- Tres cuerpos incinerados, irreconocibles por las llamas y la sangre- pausó y con un tono aterrador, dijo- Mis padres y mi hermano.
Dayas se sintió un poco tocado con esa historia.
- Lo sentimos mucho, Natal.- la voz de Kay estaba algo melancólica- Ahora que lo veo, no debí haber insistido…
- Tanto dolor, eres una roca, amigo mío- le dijo Sony a Natal- Quiero que sepas, que ya no estas solo.
Natal soltó a Clavito y sonrió.
- Me aferré a mi propósito y lo logré. Aquí estoy, con ustedes. Y con el príncipe.
- Entonces… ¿Tú los estuviste buscando?- preguntó Dayas.
Natal asintió. Dayas no supo que decir, Kay y Sony parecían ser más que simples y talentosos magos. Pero algo lo desanimó y no fue el tono de la historia. Si bien, no había entendido todo, una idea perturbaba su mente.
- Creo que ahora es mi turno- dijo, casi en un murmuro.
- Somos todo oídos- le dijo Sony y todas las miradas fueron hacia Dayas.
- No he sido totalmente sincero con vosotros.- admitió- Y ahora, contando detalles tan íntimos de sus vidas, me siento responsable por haberles ocultado una parte importante de la mía.
- Todos tenemos secretos- le indicó Sony- Usted mismo me lo dijo aquella noche con la guitarra.
- Es cierto. Pero de todas formas, tuve que habérselos dicho.- replicó el príncipe.     
- No es tarde. Cuéntanos ahora- musitó Natal, interesado.- La noche es larga.
Dayas inhaló y exhaló al mismo tiempo que empezó a hablar.
- No pude quitarle la vida a Minos, y eso… tiene un por qué.
- Eres una buena persona, no un asesino.- se apresuró Sony- No tienes porque disculparte por tu…
- No, joven mago.- respondió Dayas, seriamente- No soy ningún santo, he quitado vidas en el pasado sin ningún pudor, pero esto… es diferente.- Dayas alejó las manos del fuego (sin apartar la vista de sus llamas) y las juntó como si estuviera rezando- Hay una razón por la cual soy tan inseguro, hay una razón por la cual no hablo mucho de mi padre, es el motivo por el cual sufro todos los días. Muchos lo saben, pero nunca fue importante en esta guerra inminente. Solo Faír lo entendía…- Dayas bajó la cabeza y cerró los ojos por un momento, apenado.   
- Me imagino que la traición de su tío a su noble padre fue una terrible tragedia en su vida- le dijo Sony, dudando palabra por palabra mientras observaba los gestos del príncipe.
- No, estimado Sony.- lo corrigió-  La historia oficial no es tal cual yo la recuerdo. Mi padre, Vayas, implementó y motivó el cultivo del fruto redondo azul, el gorreón; el que ustedes ya conocen. Gracias a él, su alimento se repartió equitativamente en Zimpat y jamás nadie volvió a sufrir hambre. Fundó a los poderosos Kiceanos como los protectores de la paz entre todos los reinos, los cuales se volvieron una entidad propia y consolidada. Ayudó mucho a seguir adelante el reino tras la crisis y siempre dio una mano a los más necesitados- Dayas hizo una pausa y suspiró muy profundamente, como quien anticipa una noticia negativa- En fin, fue un excelente Rey… pero un pésimo padre.
Los elementales abrieron los ojos como platos.
- Mi madre había muerto al darme luz, Vayas nunca me perdonó por ello. Me hacía responsable de su muerte y de la pérdida de sus habilidades. Con solo cuatro años, me reprochaba que yo nunca tuviera que haber existido, que le había arruinado su vida como Rey.- el rostro de Dayas estaba un poco colorado- No tenía amigos, los niños del reino me rechazaban por celos. Pero no estaba solo… quien verdaderamente me crió como si fuera su hijo, fue mi tío, Minos.
Ahora los ojos de los elementales eran barriles.   
- Con él aprendí todo lo que hoy sé, el confiaba en que yo un día sería un gran rey. A él nunca le había interesado el linaje familiar, a Minos le interesaba viajar, le interesaba conocer el mundo, ese era su sueño. Me demostró el cariño que mi padre nunca me dio. Pero… cuando cumplí ocho años, todo cambió. Se fue a una misión secreta y cuando volvió ya no era el mismo. Yo lo esperaba porque me había prometido que juntos buscaríamos un lugar para la nueva estatua en forma de águila. Unos días después de su llegada, nos enteramos que mi padre había partido por un asunto parecido, fue entonces cuando desapareció y lo dieron por muerto. Minos, entonces, intentó matarme mientras dormía; me escapé con un golpe que él mismo me había dado y sin saber hacia donde ir, huí al bosque azul, vagué durante días hasta que conocí a Mongot; él me llevó con los Kiceanos y su padre Mangat, quienes me dieron lugar en sus vidas hasta la creación de la resistencia. ESA ES LA RAZÓN POR LA QUE NO PUDE MATARLO.
- Aún lo quieres…- susurró Sony, perplejo.  
Dayas asintió apenado.
Sony lo tomó del hombro.
- Todos aquí tenemos algo de nuestras vidas que no comprendemos, creo que es nuestra tarea superarlo, encontrarnos a nosotros mismos y seguir adelante.
- Creo que tienes razón- respondió el príncipe- Cuando fui a rescatarlos de Minos en el castillo y supe sobre sus habilidades, me emocioné mucho. En ese momento creí que finalmente había tomado la mejor decisión de mi vida como comandante. Podría probarle a Hassian o a los demás miembros del consejo que era útil e indispensable. Sigo sosteniendo aquel pensamiento… pero no como yo lo imaginaba. Ustedes me cambiaron, magos.   
Kay y Sony se miraron entre sí con devoción hacia el príncipe.
- En el acento probablemente- sonrió Sony- Mi padre también fue un hombre complicado, falleció hace tiempo. En sus últimos años se había vuelto muy frío y reservado. Pero me quería… a su manera.
- Mejor nos vamos a dormir- les dijo Natal al ver que la situación no daba para más historias- Mañana será un día largo.
- ¡No!- exclamó Sony de repente- Aún no he contado mi historia.
- Otro día, Sony. No es el momento- le indicó Natal.
- Insisto. No es una historia de la que apenarse. Aparte no me incumbe solo a mí, sino también a Kay. ¡Vamos Natal! No quiero que nos vayamos a dormir con una mala sensación.
- Lo escucho- dijo Dayas, más animado.
- ¿Qué vas a contarles?- le preguntó Kay a Sony.
Natal hizo un gesto de rendición.
- Esta es la historia de cómo Kay y yo nos volvimos los mejores amigos.- enfatizó el joven estudiante de derecho.
- ¿Eso es todo?- exclamó Natal, levantando las cejas- Vivieron juntos toda su vida, no hay mucha ciencia.
- Así es, querido Natal- le dijo Sony- Pero durante años nos llevamos muy mal.- Kay dibujó una sonrisa inmensa… todos se detuvieron a escuchar a Sony.

- ‘’Cuando Kay y yo nos conocimos, nació un grave conflicto. Pues con los años, Kay se había vuelto un niño muy reservado, tímido y de pocas palabras.

- Esa historia ya no tiene credibilidad- rió Natal, pero nadie le siguió el chiste. Molesto, se acostó, pero se mantuvo atento. Sony esperó que no hubiera más interrupciones y con gran energía, empezó a relatar:

- …Yo en cambio, era un niño muy revoltoso y lanzado, me molestaba que Kay viviera con nosotros, le tenía celos. Me negaba a compartir a mis padres con él. Íbamos al mismo colegio, yo siempre rodeado de amigos igual de bufones, pero Kay estaba solo… no hablaba con nadie. Algunas chicas gustaban de él, pero a él parecía no interesarles. Cuando llegábamos a casa hablábamos lo usual, prácticamente nada que no estuviera relacionado con las cosas de la casa. Mi papá, Nicolas, era el más cercano a Kay. Siempre lo animaba y le preguntaba como le había ido en el colegio, a lo que Kay respondía en pocas frases y sin muchos ánimos. Esto hacía que mi rencor hacia él fuera cada vez mayor. Mi familia se había hecho cargo de Kay desde muy pequeño a causa de la muerte de la suya a manos de un siniestro malhechor.
Mis amigos no se lo bancaban mucho y le jugaban bromas de mal gusto todo el tiempo, a lo que Kay respondía con indiferencia- Kay se rió recordando-  Se acercaba fin de curso y querían hacerle una broma final. Me invitaron a formar parte y acepté, yo sería la carnada (pues no le tenía mucha estima), mi tarea era acercarme y llevarlo a determinado lugar. Lo hice, preguntándole por la comida y esas cosas; al principio respondía con timidez, pero cuando vio mi supuesto interés, empezó a hablar… ¡Y vaya! ¡No podía parar de hablar! Fue entonces cuando lo comprendí, aquel niño sabía lo que yo pensaba de él y decidió no interferir en mi vida para no molestarme; ahora creía que yo estaba interesado en ser su amigo. Lo llevé al parque del colegio, donde había una cabaña sobre una diminuta colina, al lado de un árbol que llevaba una hamaca colgando, aquel era el punto de reunión. Le dije que ahí nos íbamos a juntar con mis amigos, la idea era que le cayera un balde de pintura… un clásico. A último momento, lo vi tan entusiasmado con la idea, que me arrepentí; lo obligué a esconderse y me coloqué en el lugar donde él debería estar. El balde cayó sobre mi, pero los chicos le habían agregado un extra a la broma… me envolvieron con una sabana y me molieron a golpes. Entre risas, cuando quitaron la manta me reconocieron y salieron huyendo. Kay llamó a mi papá, quien llamó a una ambulancia, varios golpes me habían dejado moretones en la cara y los brazos. Aquella decisión lo cambió todo, no solo a nosotros sino también a nuestra familia. ’’        

- Desde entonces, no nos separamos jamás- completó Kay.

Dayas y Natal observaron a los dos amigos, tan unidos que se hacía difícil imaginar el comienzo de aquella historia. Los valores de la amistad estaban más que presentes en esos instantes, esa noche… todos pudieron dormir con una sonrisa en su rostro. 

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