lunes, 26 de junio de 2017

Fracaso: CAPÍTULO 17.



Fracaso: CAPÍTULO 17.

El túnel estaba totalmente oscuro, Kay se encargó de encender una llama en su mano para iluminar el camino. Era angosto y precario, rodeado de piedras, Natal utilizó sus habilidades para crear una barrera de aire a su alrededor que les proporcionara oxígeno, no solo a ellos, sino también a la llama que les indicaba el camino.
- Hay algo que últimamente me está comiendo la mente- dijo Sony durante el viaje- La primera vez que fui a tu casa, Natal. ¿Te acuerdas?
- Hace dos años- asintió Natal, sin apartar la vista del camino.
- Bueno, tú querías hacerme entender que los elementales existían y usaste a Kay para que lo demostrara con su talento, pero cuando toqué la llama… no sentí nada- Natal estuvo apunto de responder, pero Sony se apresuró a añadir- Todo esto con Dayas y su verdadera identidad me hizo recordarlo. 
- Bueno…- empezó Natal e hizo una pausa para no volver a ser interrumpido- No lo sé con exactitud. Puede que estabas tan convencido de que aquello no era real que tu cerebro se encargó de que tu cuerpo no sintiera la llama, es una teoría. O… también es posible que Kay no quería hacerte daño y tenga la habilidad para formar ilusiones, siendo un JEN, todo es posible.
- Lo único que acabo de notar es que será un misterio que nunca resolveremos- dijo Kay a sus compañeros.
Clavito dio unos saltitos en el hombro de Sony.
- Casi lo olvido…- habló Natal- Fuiste muy valiente, bola de pelos. Gracias por ayudarnos.
Clavito saltó al hombro de Natal, algo que no esperaba, y acercó su enorme y peluda cabeza a la nuca del adulto.
- Te está haciendo un cariño- rió Sony, con ternura.
Natal lo acarició por primera vez. Finalmente habían armado un lazo. Luego, Natal quiso guardar el mapa en la bolsa-mochila, cuando los JEN notaron al cubo que su compañero había tomado de los restos de la estatua que se encontraba en el Templo de Jimonte.  
- ¿Qué es eso?- preguntó Kay, curioso.
- Cuando dañaron a la estatua, cayó hacia mí. Aún no se que es, pero parece importante- dijo Natal, acariciando el objeto como si fuera una mascota.  
- Otro misterio por resolver- dijo Kay, moviendo los ojos.

Después de cuarenta minutos de caminata en ese oscuro acceso, pudieron divisar el final del recorrido a unos cuantos metros. Se mantuvieron alertas, conscientes de que los hombres de Minos le habían avisado a su Rey sobre los recientes ataques de una extraña criatura. Aunque no habían sido vistos, no se fiaban del todo. Y lo bien que hacían. 
Había unas cuatro o cinco escaleras que conducían a una compuerta en el techo (igual a la entrada); Natal la abrió, subieron cautelosamente, fueron conducidos a una extensa habitación, que daba la sensación de estar bajo tierra.
- Esto no es el castillo- aclaró Sony.
- Parece ser que aún estamos bajo tierra…- dijo Natal hasta que se quedó petrificado y anonadado ante un artefacto. La tumba que habían visto ser profanada por Minos y sus secuaces, estaba ante sus narices. Cerrada, con cadenas alrededor.
- La tumba de Jimonte…- suspiró Kay, temblando de los nervios.
- O eso parece, lo que Minos busca en su interior debe de ser algo mucho más importante- agregó Sony, tragando saliva.  
Natal se quedó mudo y se acercó a la tumba, esa caja negra que procuraba ocultar algo único. Llevaba unas extrañas insignias a su alrededor y sobre ella había una ranura cuadrada. Natal tuvo una corazonada y colocó el cubo sobre la ranura. Los JEN observaron con atención, alertas. Al principio nada ocurrió, hasta que de repente el cubo empezó a moverse de un lado a otro, como si fuera una llave en una cerradura; la tumba se abrió por arte de magia. Una gran cantidad de vapor salía de su interior; justo cuando los elementales quisieron saber que ocultaba, ocurrió un retumbante sonido y el techo se sacudió, se abrió una nueva compuerta. Alguien estaba bajando por las escaleras. Los elementales no tenían lugar a donde ir y se mantuvieron firmes. Quien bajaba era Minos.
- Que gusto volver a veros- dijo. Estaba vestido con una gran túnica blanca, parecía ser la piel de un animal, zapatos y la corona real.  
- ¿Estas solo?- preguntó Kay, con las manos hacia los costados.
- Así es- asintió el tirano sin preocupación, los JEN sonrieron entre sí. Un ser humano ordinario no podría hacer nada contra ellos- Esperaba a que vinierais, pero… ¿y el príncipe?
Los elementales se quedaron mudos, hasta que Sony preguntó.
- ¿Aún le tienes afecto? ¿Es eso?- y dio unos pasos al frente con precaución. Minos no contestó y su rostro no expresó sentimiento alguno- ¿Entonces? ¿Por qué tanto interés en él?  
- Porque sé que Dayas es el segundo de su familia que puede convocar a la otra criatura. La cual yace dormida hace siglos y solo puede ser despierta mediante el uso de los dos elementos. El anterior fue Juan Jimonte… él mismo la creó con sus habilidades, nadie ha podido superar su talento. ¿Vosotros sabéis cuales son los poderes de la criatura?
Hubo silencio.  
- Lo imaginaba- Minos caminó hacia el ataúd y lo cerró, tomó el cubo y lo observó. Estaba totalmente despreocupado y confiado- Esta reliquia perteneció a Juan Jimonte si no me equivoco, aquí fue donde encerró a su otra mitad, la que dejó de lado por la nueva entidad- Minos hablaba del cubo. Natal se estremeció- También la convirtieron en llave para este ataúd. Esperaba que ustedes me lo trajeran para abrirlo definitivamente- Minos guardó el cubo en un bolsillo.  
- ¿Lo esperabas?- preguntó Natal sin comprender pero fue con otra cosa que lo inquietaba más aún- ¿Qué hay ahí dentro?
- Un cuerpo- rió Minos- Obviamente.
- Tú sabes que tenemos habilidades fueras de la lógica, tú estas solo en este momento y aún así… ¿No nos temes?- preguntó el más anciano de los elementales- Me parece que nos estas subestimando…
- ¿Temerles?- alzó la voz el monarca- ¿Cómo voy a temerles? No son más que pequeños eslabones de mi plan…
- ¿A qué te refieres?- preguntó Natal, insistente- Estas muy confiado, crees que tienes la batalla ganada. Si supieras quienes somos…
- SÉ PERFECTAMENTE QUIENES SOIS- dijo el Rey en tono amenazante. 
Natal suspiró, nervioso, no estaba entendiendo nada de lo que estaba pasando.
- Robaste el libro del templo, el que tenía hechizos. Lo sabemos. ¿¡Te crees invencible porque te aprendiste algunos trucos mágicos!?- gritó Natal, alterado.
Minos asintió y con notable soberbia, pronunció.
- Se ve que no juntaron todas las piezas del rompecabezas- pausó, observó a cada uno de los elementales y continuó- ¿Cómo creen que llegaron hasta aquí? ¿Quién creen que les informó a los oficiales que tres civiles estaban en las afueras de la ciudad durante el horario restringido? ¿Quién fue el que colocó el medallón mágico que los trajo hasta el Zen? ¿Y el mapa? ¿¡Ustedes creen que dejaría que robaran con tanta facilidad un mapa que los conduce a todos los artefactos para cancelar el hechizo!? Las cabezas… ELEMENTALES. Úsenlas.   
Kay, Sony y Natal tragaron saliva al mismo tiempo, totalmente sorprendidos de lo que acababan de escuchar.
- Los retrasé- continuó Minos- Yo sabía que todo esto pasaría y que me darían el tiempo suficiente para acabar con los Kiceanos. Todo gracias a ustedes.
- Mulón tenía razón, es increíblemente inteligente…- murmuró Kay.
- Espera, espera. Nos llamaste… ELEMENTALES- Natal agravó el tono- ¿Cómo lo sabes? ¿Quién eres realmente? Te delataste solo, Minos… si es que ese es tu nombre. ¡TÚ NO ERES EL TÍO DE DAYAS!
La sonrisa de Minos creció de manera exorbitante, como la de un desquiciado o pervertido.
- Muy bien, Kimhote. Muy bien- respondió el Rey y al instante chasqueó los dedos, una extraña ráfaga oscura apareció y golpeó a Kay, quien cayó al suelo dolorido - Minos murió hace muchos años, bueno… lo que estaba dentro de su cuerpo.   
- ¡Kay!- gritó Sony, su amigo le hizo una seña de que se encontraba bien- ¿Qué eres?- preguntó el elemental entre dientes.
- Esa es una pregunta muy interesante.

[[- A través de los tiempos se manifestó, aguardando ser liberado de sus cadenas, y a pesar de la larga espera, su odio creció, sueña con las bestias viviendo bajo su merced, solo con la muerte se paga la vida de este ser.]] (…) (LA OTRA DIMENSIÓN)
[[- Ese es El templo de Jimonte. Un lugar sagrado de Zimpat- dijo Dayas- En la época que gobernó… mi padre, se decía que su hermano, mi tío Minos, había logrado sumergirse en las oscuras paredes del templo. Pero eso nunca pudo comprobarse, Minos nunca dijo nada al respecto, ni siquiera a sus más fieles servidores.]] (…) (TERROR EN LAS PROFUNDIDADES)
[[- Los secretos del trono no es un libro ordinario. Son fórmulas de hechizos…
Y le falta una hoja… arrancada por lo visto, en la sección más peligrosa del libro. Solo una persona que conozco pudo haber escrito como realizar semejantes hazañas.]] (…) (LAS DOS TORRES DE CRISTAL)
[[- El pergamino era una ADVERTENCIA- dijo Kay- Alguien nos quiso prevenir… qué Hariet está con vida…]] (…)
[[- Despertó hace veinte años, ¡veinte malditos años! ¡No puedo ser tan ciego!- gritó Natal, lleno de furia y golpeó la pared con sus nudillos.]] (…)
[[- El desgraciado no murió cuando la espada lo atravesó de lado a lado. Debí imaginarlo. Entonces… Jimonte lo trajo hasta este mundo y lo encerró en este templo, en esta prisión mágica…]] (…)
[[- La última hoja del libro dice como abrir y cerrar dicho portal, son las indicaciones para encerrar a un alma en la prisión fantasma.]] (…)
[[- Fismut dijo que era nuestra tarea detener a Hariet. Y sí, allí estuvo encerrada su alma- continuó el elemental del fuego.
- ¿Estuvo?- preguntó Natal, agitado. 
- El mago dijo que hasta que su vigésimo vigésimo vigésimo tatara nieto cumpliera ocho años… - respondió Kay.
- ¿Se referirá a Dayas?- dijo Sony mientras se limpiaba el sudor de la frente.
- No lo sé, puede ser cualquiera, habría que hacer las cuentas- Kay respiraba rápidamente por el cansancio- Hay más… en otra memoria de la estatua aparece Minos. Él se robó el libro.]] (…) (DONDE SE OCULTARON LAS SOMBRAS- PARTE 2)    

La cabeza de Natal analizó todo lo sucedido este último tiempo y lo comprendió, armó el rompecabezas y lo entendió todo perfectamente. Miró el suelo y respiró profundamente, estaba cargando la energía de su corazón… el día había llegado. ‘’Minos’’ lo observaba con atención.
- ¿Lo entiendes ahora, Pedro?- preguntó y borró la sonrisa macabra.
- Si, lo entiendo… HARIET- respondió Natal y lo miró a los ojos con un gran odio.
Sony fue a ayudar a Kay a levantarse, ninguno de los dos había considerado semejante revelación. Estaban con las bocas abiertas, inmóviles.
- El titiritero- dijo el elemental del fuego- Jugaste con Morgán y con Dimitrion, asesinaste a nuestros… ¿Por qué?
- Eso sí puedo decírselos, porque creí que ellos eran ustedes. Pero me equivoqué.
Kay y Sony dieron un paso al frente para enfrentarlo, pero Minos alzó la palma y mediante una habilidad mágica, se quedaron inertes.
- Así se van a callar y a quedarse quietos por un tiempo. Déjenme hablar, jóvenes JEN- Minos se dirigió a Natal- Mil años pasé en ese agujero… acompañado de un tormento eterno que se iba acrecentando con el tiempo. Y lo peor de todo es que a pesar de la hambruna y la soledad, no moría. Estuve atrapado entre las sombras y la amargura, fui capaz de ver el mundo exterior a pesar de estar encerrado. Tuve muchas lunas y muchos soles para idearlo todo. Siempre fue una idea remota, sin relevancia, hasta que pasó… Minos quería conocer el mundo y visitó el Templo de Jimonte, allí me liberó hace veinte años. No era su intención, y yo tampoco lo esperaba. Así, nos volvimos uno. Bueno… digamos que quité su esencia y me hice con su cuerpo. Arranqué la hoja que me había convocado y la dejé allí para vengarme de Juan Jimonte, hacerle lo que él me hizo. Pero para cuando salí del templo… todo había cambiado y pude comprender el tiempo que había estado dormido. Fui a Zimpat y conocí a Vayas, en aquel entonces Rey. Poco a poco me fui adaptando a esa vida, hasta que llegó el momento exacto y persuadí al Rey para que fuera a devolver el gran libro de hechizos al Templo, que dicho acto le devolvería los poderes que había perdido al nacer su hijo, al cual odiaba por dicha razón. Codicioso, fue hacía el templo, la estatua notó al intruso (alerta por el robo del libro sagrado), lo asesinó y lo arrojó al mar- los elementales confirmaron que el cadáver que habían encontrado era el de Vayas- Sin notar, que el libro estaba dentro del cofre. Por decreto, me volví soberano de Zimpat. Ahora… solo hacía falta deshacerme del único heredero; pero este escapó y se unió a la resistencia. Inmediatamente, algo se reveló ante mí, el mayor secreto de mi vida, su existencia… y vaya que me dieron un nuevo propósito. Todo este juego de la resistencia, Dayas y los artefactos solo es una mentira, deduje que tarde o temprano irían al Templo y lograrían traerme el cubo. La llave al ataúd… - a Natal ya no le importaba el contenido del cajón, solo quería venganza- Solo necesito que Dayas venga a mí, es el último eslabón de mi plan, sé que vendrá a rescataros. Necesito al águila dorada, pero no puedo decirles por qué.
Los efectos de la inmovilidad se desvanecieron y los JEN se liberaron.
- No vas a tocarle ni un pelo al príncipe- dijo Sony, sin quitarle los ojos de encima e hizo una pausa- Finalmente nos conocemos, Oscuro. No sabes las veces que soñé con este encuentro…- inmediatamente efectuó una inmensa ola de lava que destruyó tanto el suelo como el techo de la habitación secreta, rodeó con ella a su contrincante e intentó exprimirlo.
Minos sacudió el aire y el ataque se vio repelido. Luego de eso, apareció delante de Sony en un parpadeo y cacheteó al elemental en la mejilla izquierda. Sony se deslizó por el suelo, desmayado.
- ¡Sony!- gritó Kay con todas sus fuerzas. Clavito saltó en defensa de su amigo, rodeado de pinchos, quiso atacar al soberano. Pero Minos lo tomó con una sola mano y lo exprimió, Kay quiso salvarlo, pero el villano lo tomó del cuello con su otra mano.
- Así que tú eres una de esas criaturas que casi arruinan mis planes con los VORRJOS, menos mal que los doté de nuevos poderes para matar a los de tu raza…- le dijo ‘’Minos’’ a la criaturita.
Lamentablemente, Clavito murió asfixiado. El enemigo lo arrojó al suelo y lo hizo cenizas. Kay, impotente y con lágrimas en los ojos, probó quemarle el rostro al agresor.
- No deformaras a este rostro también- respondió Minos, ninguno comprendió-A ti te necesito con vida aún- Minos lo dejó inconsciente de tanto estrangularlo y lo arrojó, el cuerpo de Kay cayó sobre el de Sony como una bolsa de patatas.
Natal se había quedado tieso, acumulando todas las fuerzas que tenía. Si alguien tenía que detenerlo, era él. De sus manos aparecieron ráfagas blanquecinas que giraban en diferentes direcciones bajo los límites de una esfera invisible. Natal le hizo frente a su jurado enemigo. 
- Todo lo que quiero, lo destruyes- le dijo y al instante, las ráfagas evolucionaron a una inmensa esfera de viento; Minos se echó a un costado y el mágico ataque causó un descomunal agujero en la pared, los restos se expandieron por todos los alrededores. La habitación sufrió un temblor, se desmoronaba. Natal tomó a sus compañeros con sus habilidades y los sacó de allí hacia la superficie. Él también salió de la habitación secreta, al igual que Minos. Estaban dentro del castillo del reino, en el salón que conectaba con todo lo demás. La habitación secreta se hizo añicos, los restos de Clavito posaron allí entre los escombros.
- En vez de luchar, ¿por qué no te unes a mí?- preguntó Minos- Eres de mi época, tú más que nadie, puedes entender mi propósito. Este mundo está enfermo y nosotros somos la cura.
Natal ni se molestó en responderle, deslizó un pie por la tierra y un impulso hizo que Minos se tropezara. Natal corrió y fue a pegarle un puñetazo en el estómago (su mano estaba rodeada de la fuerza del viento) pero Minos se anticipó y lo dejó inmóvil, sin mucho esfuerzo, lo empujó y Natal chocó con una de las paredes del castillo, rompiendo un cuadro con el retrato de un rey pasado. Natal sacudió sus manos y todos los objetos (monumentos, cuadros, vasijas, alfombras, estatuas) volaron por los aires y acecharon al soberano. Minos continuaba utilizando aquella habilidad para inmovilizar, y ningún objeto pudo tocarlo. Ante el desconcierto, Natal fue a golpearlo por segunda vez, falló nuevamente pero una bola de aire (la misma que destruyó la habitación subterránea y la cual el viejo elemental usaba como boomerang) apareció tras Minos y le dañó la espalda. Minos gimió del dolor, sintió un impacto en la columna vertebral y se quedó en el suelo, de rodillas.  
- Este cuerpo no es inmortal- dijo Minos, tomándose la espalda con la mano, escupiendo sangre y transpirando con la cabeza gacha. 
- Así que eso es lo que quieres- Natal tomó una espada que yacía de adorno en una pared y la posó sobre el hombro del Rey- El cuerpo de Dayas, ¿No es así? Él sí es inmortal…- Natal alzó la espada para cortarle el cuello, pero Minos lo sorprendió. La espada se deshizo literalmente por sí sola y el Rey se puso de pie y tomó a Natal del cuello.
Minos miró a Natal directamente a los ojos.       

- Eres un gran guerrero, Kimhote. Siempre lo pensé- le dijo- También me sorprende que después de todos estos años sigas con vida y no hayas hecho como tus compañeros que formaron familias, tuvieron hijos… eres solitario, como yo- Minos sonrió de una manera muy extraña y lo golpeó en la cabeza, desmayándolo en el acto. Luego fue con los guardias y les ordenó que los llevaran a las celdas. Los soldados del Rey se sobresaltaron al ver todo lo que había ocurrido, y con miedo… pues el monarca había derrotado a los tres famosos magos de la resistencia. Minos salió del castillo, mientras sus hombres limpiaban el desastre.  

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