martes, 20 de junio de 2017

¡Adelanto de Planes/Asalto a la Fortaleza!: CAPÍTULO 16.



¡Adelanto de Planes/Asalto a la Fortaleza!: CAPÍTULO 16.
 
El grupo se dirigió hacia el norte en dirección a Zimpat, perdidos tanto en espíritu como en el mapa. Natal los dirigía con la hoja que las águilas habían traído.
- Espero que Dayas se encuentre bien, ya pasó un día y no sabemos nada de él- le dijo Sony a sus compañeros.
- Él sabe cuidarse solo- respondió Natal sin apartar la vista del sendero- Confío en que está buscando la forma de entrenarse lo suficiente para conocer los secretos de su fuerza.
- ¿Es eso a lo qué te aferras?- preguntó Kay, molesto- Digo… ¿Esa es tú manera de mantener la fe en él? Se fue, ya no volverá. Aceptémoslo, todo esto fue demasiado para él.
- Yo confío en que regresará- se apresuró Sony a decir- Después de todo, es un elemental. Está en su sangre, hará hasta lo imposible para rescatar a los suyos.
- A veces se comporta como un niño- exclamó Kay- No soportó saber que tenía tanta responsabilidad sobre sus hombros y se asustó, por eso huyó. Es diferente a ti o a mí. No tiene el coraje que se necesita. Si tanto lo criticaban los miembros del consejo fue por algo que notaban…
- No tiene resuelta su vida, eso es lo que pasa- insistió Sony- Su padre y su tío fueron unos bastardos, el único que le enseñó a ser fuerte fue Faír y murió. Vivió toda su vida bajo el ala de los Kiceanos y de Mongot, no sabe como manejarse por su cuenta pero SI tiene coraje, es un hombre muy valiente. Nos salvó del demonio del pantano, de las aguas de la fuente, de Minos aquella primera vez y probablemente nos defendió de ese misterioso encapuchado…- Sony apretó los dientes, frustrado. Respiró hondo y concluyó- Yo tengo fe en él.
Kay se quedó mudo, no quería discutir con Sony.  
- Y pensar que Minos solo es uno de nuestros problemas- dijo Natal, que estaba de acuerdo con Sony pero de una manera más imparcial- Ese encapuchado volverá a aparecer tarde o temprano y cuando lo haga, tenemos que estar listos- Kay y Sony asintieron decididos- Ahora, sigamos buscando el artefacto dorado y a Dayas. 
Al instante, Kay tropezó.
- ¿Te encuentras bien, tonto?- le preguntó Sony.
Kay se había manchado con el barro, la tierra estaba húmeda y sucia por la lluvia, el cielo nublado, y el sol oculto en alguna parte. El elemental de fuego no tardó en reconocer que había tropezado con algo de dos metros de largo: un cadáver.
Kay se sobresaltó y se alejó. Los elementales contemplaron cuatro cadáveres arrojados al barro, la mayoría estaban con sus cabezas sumergidas en el agua estancada. Natal los analizó por un momento y afirmó.
- Murieron ahogados. Hace poco.
- ¿La lluvia?- exclamó Sony, dando vueltas los ojos- Solo hubo llovizna, nada de tormenta. Y por lo que comprendo, el océano esta lejos y no hay ríos en los alrededores.
Clavito observó el escenario con temor y aferró su cabecita al hombro de Sony.
- Dayas… ¿Qué es lo que has hecho?- dijo el elemental de la lava, abatido.
- No podemos culparlo sin pruebas- le respondió Natal, rápidamente.
Los elementales se pusieron en guardia cuando algunas ramas se sacudieron y produjeron un notable sonido.
- ¿Dayas? ¿Eres tú?- preguntó Sony y fue acercándose poco a poco al causante del sonido, detrás del tronco mojado de un árbol. La situación se llenó de suspenso, hasta que Sony hizo a un lado los arbustos, se acercó cautelosamente y descubrió a otro hombre atado al árbol.
El joven lanzó un gritó ahogado.
- Hassian… ¡está vivo!- gritó Kay y bajó el volumen de la voz, avergonzado.
El traidor estaba atrapado con una soga atada al árbol, cubierto de barro y con múltiples heridas en todo el cuerpo. Respiraba forzosamente con mucha furia. Los miró sin siquiera levantar las cejas y dando a ver unos afilados dientes.
- Pagarán… pagarán- dijo entre duros suspiros, tosió un par de veces y se incorporó un poco más- Él cree que es mas fuerte, pero no lo es. ¡Es débil! Lo sé, es de familia. ¡Su padre era igual!    
- Sin duda, la furia del príncipe ha causado esta masacre- dijo Natal, quien se había arrodillado ante el ex comandante- Me equivoqué, no está buscando volverse más fuerte, solo quiere venganza. No tenemos mayor remedio que seguirlo para que no cometa más locuras.
- ¿Y que haremos con él?- preguntó Kay, señalando a Hassian.
Natal pensó y ordenó.
- Nos lo llevamos. Fue el último en verlo, él sabrá a donde se fue.
A Kay y a Sony no les gustó la idea.

Para su suerte, Hassian estaba muy herido, sin ningún arma a disposición (tal parecía ser que Dayas se las había arrebatado todas). Se la pasó quejándose durante el viaje. Los JEN se las arreglaron para cargarlo mientras soportaban su horrible olor y su pésimo estado (el que ni siquiera le permitía caminar por su cuenta).
- Esta vez sí que te hicieron papilla, amigo- le dijo Kay.
- ¿Por qué lo odias tanto? ¿Por qué traicionaste a tu propio pueblo?- le preguntó Sony, lleno de curiosidad.
- No tiene sentido preguntar, continúen sin hablar- indicó Natal con seriedad, quien se adelantó y se perdió más adelante, como siempre.
Hassian con sus pocas fuerzas, respondió.
- Vayas… odio. Hermano… no de sangre. Amigo… mejor.  
- ¡¿El rey Vayas fue tu amigo?!- exclamó Kay, indignado. 
- Amigo… traicionó- continuó Hassian, balbuceando las palabras.
- ¿Te traicionó?- preguntó Sony, más relajado que su amigo.
- Yo… amaba a la esposa de Vayas, él me la quitó y luego la mató al darle un hijo bastardo…- Hassian tuvo una arcada, pero fue falsa alarma, los JEN pudieron continuar avanzando- Vayas me recomendó para los Kices. Pero yo… siempre le tuve rencor y celos, por eso… cuando Minos me propuso… yo acepté sin dudarlo.
- La golpiza sinceró a nuestro nuevo compañero- le dijo Kay a Sony, irónicamente.  
- Ahora que lo sabe… volverá y me matará- dijo Hassian, triste.
- ¿Qué es lo que sabe Dayas? ¿Qué le contaste? ¡Habla!- le insistió Sony, perturbado.
Hassian rió (aunque no parecía ser auténtica felicidad), sus dientes afilados y amarillos tenían algunos rastros de sangre.
- Sus queridos… MORIRÁN en dos días- y volvió a bajar la cabeza, débil.
Kay y Sony lo tiraron al suelo bruscamente. El cuerpo de Hassian impactó contra el barro y el ex comandante gimió del dolor.
- ¿¡De qué hablas!?- exclamaron los JEN al unísono en tono amenazante, cada uno de ellos hacía visible su respectiva habilidad en la mano derecha. Hassian temblaba del miedo.  
- Mátenme, de una vez- lloriqueó.
- Cobarde…- dijo Kay, con asco.  
Kay y Sony lo dejaron allí tirado y amagaron para retirarse.
- Minos decretó que en dos días sacrificará a todos los miembros de la resistencia en honor a su victoria, planea usar un método nunca antes visto…
- Gracias por decírnoslo- respondió Kay con frialdad.
- ¡Esperen! ¡No me dejen aquí! ¡¡¡POR FAVOR!!!- gritó Hassian con la boca chueca por el dolor.
Los JEN se retiraron y lo dejaron en el barro húmedo y sucio, rodeado de árboles, solo. 
- ¿Dónde está vuestro amigo?- preguntó Natal, una hora después.
- Se perdió- respondió Kay. Natal hizo una mueca y estuvo apunto de hablar hasta que…
- No hay tiempo que perder, hay un gran problema- exclamó Sony, inmediatamente- ¡Minos planea matar a todos en dos días!

Regresaron a las colinas bajas al oeste del reino, allí se escondieron, y debatieron sus posibilidades.
- El único capaz de resolver este problema se esfumó, cometiendo locuras dios sabe donde. Tal vez intente algo para ayudar, pero será inútil, va a dejarse llevar por la venganza y perderá la poca cordura que le queda- dijo Kay, seriamente.
- Dayas es inteligente- afirmó Sony, defendiéndolo.
- Hasta el hombre más cuerdo del mundo abandona la razón cuando dañan a sus seres queridos- retomó Kay con cautela, luego suspiró y continuó- Me duele decirlo, de verdad. Pero lo mejor para nosotros va a ser intentar regresar a casa, a nuestro mundo, a nuestra ciudad, a ¡nuestros problemas!
- Decidimos ayudar a la resistencia, son nuestros problemas también. Es nuestra responsabilidad. Seamos de donde seamos. Los Kiceanos merecen vivir- dijo Natal a sus camaradas.
- Pero… ¿Y si Kay tiene razón?- dijo Sony, resignado- Tal vez si nos metemos es para peor.
Natal se quedó pensativo. Su cabeza era una constante lucha entre lo que era evidente y sus propios ideales. Cedió finalmente.
- Muy bien, regresemos entonces. No hay nada que podamos hacer.
Ninguno estaba muy contento con la noticia, pero parecía ser lo único razonable. Justo cuando empezaron a prepararse para partir, Clavito se sumergió en la bolsa-mochila y empezó a revolverla.
- ¿Qué es lo que está haciendo esta bola de pelos?- preguntó Natal, curioso.
De su interior, Clavito quitó al libro de hechizos y lo colocó sobre el suelo. Salió de la bolsa y se posó sobre él, miró a Natal directamente a los ojos.
- ¿Qué nos quiere decir?- preguntó Kay, frunciendo el ceño.
Sony posó su mano sobre Clavito y lo comprendió.
- Él quiere decirnos… ‘’usen esto’’.
Clavito se movió a un costado y Natal lo tomó.
- Lo ojearé un poco y les avisaré si encuentro algo.
- ¿Mientras tanto?- preguntó Kay, fastidiado. No estaba del todo de acuerdo.
- Descansen.
Los JEN suspiraron, volvieron a dejar las cosas en su lugar y durmieron por unos minutos.
Pasaron gran cantidad de horas, la lluvia había cesado, pero el cielo seguía completamente nublado, la media luna se alzaba sin asomarse; fue entonces cuando Natal le ordenó a Clavito que despertase a los otros dos. Los JEN entre bostezos y quejas pudieron volver a tomar conciencia.
- Tengo un plan- dijo.
- Habla más fuerte que no se te entiende- le dijo Kay, refregándose los ojos.
- Tengo un plan- repitió Natal, con sumo orgullo. Kay y Sony esperaron a escucharlo- En dos días no vamos a encontrar las últimas dos piezas que nos faltan, no hay tiempo. Este libro es muy difícil de entender, solo pude averiguar como hacer para revelar secretos en un objeto; después de miles de intentos funcionó sobre… ¡el mapa! Me reveló un pasadizo secreto que se encuentra antes de llegar a la muralla y que conduce al ¡castillo!- los elementales restantes no realizaron ningún gesto de sorpresa- ¡Vamos, caras largas! Apuesto a que esa entrada secreta es la que vimos en el castillo, podemos escabullirnos, liberar a los prisioneros y escapar por allí.
- ¿No crees que si Minos lo conoce, lo tendrá vigilado? Debe de haber otras maneras de que se entere- le dijo Kay, seriamente.
- Exacto, la idea es causar una distracción, algo que llame la atención de los más importantes soldados de Zimpat, y tengo al indicado…
- Nos pides que asaltemos a la fortaleza así como si nada, ¡es un plan suicida! Natal, reacciona, tú eres mejor que esto- volvió a hablar el elemental del fuego.
- El artefacto no podemos utilizarlo, nuestros poderes son nulos fuera del castillo y dentro del reino. Es la única alternativa que se me ocurre.
- Está bien Natal, tú ganas, lo haremos a tu manera- asintió Kay, rendido.
  
Se dirigieron cuidadosamente hacia el este, las colinas resultaron ser perfectas para mantenerlos ocultos y lejos del alcance de sus enemigos. La noche húmeda había llegado, las nubes cubrían el cielo por completo. Patrullas de aquí a allá, soldados armados, cañones de fuego a entera disposición; Minos esperaba visitas. Los elementales se mantuvieron ocultos en una de las colinas más cercanas a la muralla, repleta de árboles y arbustos que les permitieron esconderse. 
- No estoy para nada de acuerdo con este plan- murmuró Sony.  
- Es nuestra única alternativa, además… él aceptó con gusto- le respondió Natal de la misma forma.
Kay apareció y los acompañó.
- ¿Ya hizo contacto?- preguntó.
- No, aún no- respondió Sony.
Natal observó el mapa, afectado por una red mágica que hacía que los dibujos del papel se movieran por casillas como si se tratara de un videojuego. Intentó descifrar donde podría encontrarse la entrada al pasadizo secreto, una luz en el papel parecía indicar que estaba muy cerca. Mientras tanto, una extraña criatura se acercaba al numeroso grupo de soldados…
En primer lugar, los miró fijamente; a los guardias les llamó profundamente la atención, muchos abandonaron sus lugares y se le acercaron. Algunos tenían la necesidad de acariciarlo, otros solo querían echarlo para continuar trabajando. Pero Clavito no se movió de allí ante las palabras de algunos de los hombres. Todas las miradas estaban yendo hacia aquel ser, las defensas estaban distraídas, era el momento justo. Pero surgió un problema… Natal no encontraba la entrada.
- ¡Apresúrate, Natal! ¡No sabemos por cuanto tiempo podrá mantenerlos así!- exclamó Sony.
Natal sudaba, no lograba entender lo que las mágicas escrituras le indicaban en el mapa. Kay intentaba ayudarlo, pero comprendía menos.
- No es lenguaje azteca, ni árabe, ni griego, ni chino…- se decía Natal a sí mismo mientras analizaba arduamente el papel.
La situación se vio comprometida cuando uno de los capitanes vio a un pelotón fuera de su lugar, les gritó a todos ellos y desenvainó su espada para ahuyentar a la criatura. Pero Clavito se mantuvo allí, sin mover ni un músculo. El capitán alzó el arma para cortarlo en dos, y justo en ese momento, Clavito hizo aparecer los inmensos pinchos de su cuerpo y se abalanzó sobre el capitán, cortándole la cara, pero manteniéndolo con vida.     
- ¡Natal! ¡Atacan a Clavito! ¡Vamos!- exclamó Kay.
Natal continuaba intentando descifrar el mapa. Clavito empezó a atacar a todos los soldados, su agilidad en cuanto a velocidad y saltos era sin igual, fue una intensa batalla entre más de cincuenta soldados y una especie redonda de 20 kilogramos. Nadie podía hacerle frente, Clavito saltaba entre hombro y hombro, lo que desconcertaba a sus adversarios y causaba choques entre ellos.
- Iré a ayudarlo- dijo Sony, intentando levantarse.
Natal lo tomó del brazo.
- ¡Aguarda! ¡Un minuto más!
Los soldados se estaban inquietando, los de arriba no podían disparar los cañones por temor a dañar a sus compañeros. Los más despiadados servidores de Minos dieron la orden y comenzaron a activarlos. Apenas comenzó el ataque, Clavito se sumergió bajo tierra como un topo, dando a ver un pequeño montículo de tierra que se movía por todos lados. Algunos soldados de Zimpat se vieron afectados por el fuego cruzado y murieron por culpa de sus propios camaradas. 
Kay y Sony no podían aguantar más, si no hacían algo al respecto, Clavito moriría.
- ¡Eureka!- exclamó Natal- Es por allí, señaló a la derecha de unos árboles. Yo intentaré abrirla, ustedes asegúrense de traerlo a Clavito. 
Clavito procuraba huir bajo tierra de los constantes ataques. Kay esperó a que el montículo se acercara un poco a ellos, inmediatamente efectuó una gran ráfaga de fuego que le impidió a una gran mayoría de soldados pasar. Sony, entre las sombras, esperó lo suficiente, se escabulló sin ser visto y pisó con el pie al montículo de tierra.
- Soy yo. Sony.

Clavito salió disparando a sus brazos y juntos fueron con Natal. Kay quiso destruir los cañones, pero una barrera mágica se lo prohibió. Aún así, mantuvo desconcertados a sus enemigos y pudo huir. Natal había logrado abrir una compuerta en el suelo, los cuatro se metieron allí justo a tiempo sin que nadie lo notara. El elemental del viento se aseguró de cerrar la compuerta antes de seguir. La primera fase del plan se había completado. Los soldados apagaron el fuego y patrullaron la zona sin encontrarlos, el capitán mandó inmediatamente un mensajero al Rey… 

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