¡Adelanto de Planes/Asalto a la Fortaleza! : CAPÍTULO
16.
El grupo se dirigió hacia el
norte en dirección a Zimpat, perdidos tanto en espíritu como en el mapa. Natal
los dirigía con la hoja que las águilas habían traído.
- Espero que Dayas se
encuentre bien, ya pasó un día y no sabemos nada de él- le dijo Sony a sus
compañeros.
- Él sabe cuidarse solo-
respondió Natal sin apartar la vista del sendero- Confío en que está buscando
la forma de entrenarse lo suficiente para conocer los secretos de su fuerza.
- ¿Es eso a lo qué te
aferras?- preguntó Kay, molesto- Digo… ¿Esa es tú manera de mantener la fe en
él? Se fue, ya no volverá. Aceptémoslo, todo esto fue demasiado para él.
- Yo confío en que
regresará- se apresuró Sony a decir- Después de todo, es un elemental. Está en
su sangre, hará hasta lo imposible para rescatar a los suyos.
- A veces se comporta como
un niño- exclamó Kay- No soportó saber que tenía tanta responsabilidad sobre
sus hombros y se asustó, por eso huyó. Es diferente a ti o a mí. No tiene el
coraje que se necesita. Si tanto lo criticaban los miembros del consejo fue por
algo que notaban…
- No tiene resuelta su vida,
eso es lo que pasa- insistió Sony- Su padre y su tío fueron unos bastardos, el
único que le enseñó a ser fuerte fue Faír y murió. Vivió toda su vida bajo el
ala de los Kiceanos y de Mongot, no sabe como manejarse por su cuenta pero SI
tiene coraje, es un hombre muy valiente. Nos salvó del demonio del pantano, de
las aguas de la fuente, de Minos aquella primera vez y probablemente nos defendió
de ese misterioso encapuchado…- Sony apretó los dientes, frustrado. Respiró
hondo y concluyó- Yo tengo fe en él.
Kay se quedó mudo, no quería
discutir con Sony.
- Y pensar que Minos solo es
uno de nuestros problemas- dijo Natal, que estaba de acuerdo con Sony pero de
una manera más imparcial- Ese encapuchado volverá a aparecer tarde o temprano y
cuando lo haga, tenemos que estar listos- Kay y Sony asintieron decididos-
Ahora, sigamos buscando el artefacto dorado y a Dayas.
Al instante, Kay tropezó.
- ¿Te encuentras bien,
tonto?- le preguntó Sony.
Kay se había manchado con el
barro, la tierra estaba húmeda y sucia por la lluvia, el cielo nublado, y el
sol oculto en alguna parte. El elemental de fuego no tardó en reconocer que
había tropezado con algo de dos metros de largo: un cadáver.
Kay se sobresaltó y se
alejó. Los elementales contemplaron cuatro cadáveres arrojados al barro, la
mayoría estaban con sus cabezas sumergidas en el agua estancada. Natal los
analizó por un momento y afirmó.
- Murieron ahogados. Hace
poco.
- ¿La lluvia?- exclamó Sony,
dando vueltas los ojos- Solo hubo llovizna, nada de tormenta. Y por lo que
comprendo, el océano esta lejos y no hay ríos en los alrededores.
Clavito observó el escenario
con temor y aferró su cabecita al hombro de Sony.
- Dayas… ¿Qué es lo que has
hecho?- dijo el elemental de la lava, abatido.
- No podemos culparlo sin
pruebas- le respondió Natal, rápidamente.
Los elementales se pusieron
en guardia cuando algunas ramas se sacudieron y produjeron un notable sonido.
- ¿Dayas? ¿Eres tú?-
preguntó Sony y fue acercándose poco a poco al causante del sonido, detrás del
tronco mojado de un árbol. La situación se llenó de suspenso, hasta que Sony
hizo a un lado los arbustos, se acercó cautelosamente y descubrió a otro hombre
atado al árbol.
El joven lanzó un gritó
ahogado.
- Hassian… ¡está vivo!-
gritó Kay y bajó el volumen de la voz, avergonzado.
El traidor estaba atrapado
con una soga atada al árbol, cubierto de barro y con múltiples heridas en todo
el cuerpo. Respiraba forzosamente con mucha furia. Los miró sin siquiera
levantar las cejas y dando a ver unos afilados dientes.
- Pagarán… pagarán- dijo
entre duros suspiros, tosió un par de veces y se incorporó un poco más- Él cree
que es mas fuerte, pero no lo es. ¡Es débil! Lo sé, es de familia. ¡Su padre
era igual!
- Sin duda, la furia del
príncipe ha causado esta masacre- dijo Natal, quien se había arrodillado ante
el ex comandante- Me equivoqué, no está buscando volverse más fuerte, solo
quiere venganza. No tenemos mayor remedio que seguirlo para que no cometa más
locuras.
- ¿Y que haremos con él?-
preguntó Kay, señalando a Hassian.
Natal pensó y ordenó.
- Nos lo llevamos. Fue el
último en verlo, él sabrá a donde se fue.
A Kay y a Sony no les gustó
la idea.
Para su suerte, Hassian
estaba muy herido, sin ningún arma a disposición (tal parecía ser que Dayas se
las había arrebatado todas). Se la pasó quejándose durante el viaje. Los JEN se
las arreglaron para cargarlo mientras soportaban su horrible olor y su pésimo
estado (el que ni siquiera le permitía caminar por su cuenta).
- Esta vez sí que te
hicieron papilla, amigo- le dijo Kay.
- ¿Por qué lo odias tanto?
¿Por qué traicionaste a tu propio pueblo?- le preguntó Sony, lleno de
curiosidad.
- No tiene sentido
preguntar, continúen sin hablar- indicó Natal con seriedad, quien se adelantó y
se perdió más adelante, como siempre.
Hassian con sus pocas
fuerzas, respondió.
- Vayas… odio. Hermano… no
de sangre. Amigo… mejor.
- ¡¿El rey Vayas fue tu
amigo?!- exclamó Kay, indignado.
- Amigo… traicionó- continuó
Hassian, balbuceando las palabras.
- ¿Te traicionó?- preguntó
Sony, más relajado que su amigo.
- Yo… amaba a la esposa de
Vayas, él me la quitó y luego la mató al darle un hijo bastardo…- Hassian tuvo
una arcada, pero fue falsa alarma, los JEN pudieron continuar avanzando- Vayas
me recomendó para los Kices. Pero yo… siempre le tuve rencor y celos, por eso…
cuando Minos me propuso… yo acepté sin dudarlo.
- La golpiza sinceró a
nuestro nuevo compañero- le dijo Kay a Sony, irónicamente.
- Ahora que lo sabe… volverá
y me matará- dijo Hassian, triste.
- ¿Qué es lo que sabe Dayas?
¿Qué le contaste? ¡Habla!- le insistió Sony, perturbado.
Hassian rió (aunque no
parecía ser auténtica felicidad), sus dientes afilados y amarillos tenían
algunos rastros de sangre.
- Sus queridos… MORIRÁN en dos días- y volvió a bajar la
cabeza, débil.
Kay y Sony lo tiraron al
suelo bruscamente. El cuerpo de Hassian impactó contra el barro y el ex
comandante gimió del dolor.
- ¿¡De qué hablas!?-
exclamaron los JEN al unísono en tono amenazante, cada uno de ellos hacía
visible su respectiva habilidad en la mano derecha. Hassian temblaba del miedo.
- Mátenme, de una vez-
lloriqueó.
- Cobarde…- dijo Kay, con
asco.
Kay y Sony lo dejaron allí
tirado y amagaron para retirarse.
- Minos decretó que en dos días sacrificará a todos los miembros de la
resistencia en honor a su victoria, planea usar un método nunca antes visto…
- Gracias por decírnoslo-
respondió Kay con frialdad.
- ¡Esperen! ¡No me dejen
aquí! ¡¡¡POR FAVOR!!!- gritó Hassian con la boca chueca por el dolor.
Los JEN se retiraron y lo
dejaron en el barro húmedo y sucio, rodeado de árboles, solo.
- ¿Dónde está vuestro
amigo?- preguntó Natal, una hora después.
- Se perdió- respondió Kay. Natal
hizo una mueca y estuvo apunto de hablar hasta que…
- No hay tiempo que perder,
hay un gran problema- exclamó Sony, inmediatamente- ¡Minos planea matar a todos
en dos días!
Regresaron a las colinas
bajas al oeste del reino, allí se escondieron, y debatieron sus posibilidades.
- El único capaz de resolver
este problema se esfumó, cometiendo locuras dios sabe donde. Tal vez intente
algo para ayudar, pero será inútil, va a dejarse llevar por la venganza y
perderá la poca cordura que le queda- dijo Kay, seriamente.
- Dayas es inteligente-
afirmó Sony, defendiéndolo.
- Hasta el hombre más cuerdo
del mundo abandona la razón cuando dañan a sus seres queridos- retomó Kay con
cautela, luego suspiró y continuó- Me duele decirlo, de verdad. Pero lo mejor
para nosotros va a ser intentar regresar a casa, a nuestro mundo, a nuestra
ciudad, a ¡nuestros problemas!
- Decidimos ayudar a la resistencia,
son nuestros problemas también. Es nuestra responsabilidad. Seamos de donde
seamos. Los Kiceanos merecen vivir- dijo Natal a sus camaradas.
- Pero… ¿Y si Kay tiene
razón?- dijo Sony, resignado- Tal vez si nos metemos es para peor.
Natal se quedó pensativo. Su
cabeza era una constante lucha entre lo que era evidente y sus propios ideales.
Cedió finalmente.
- Muy bien, regresemos
entonces. No hay nada que podamos hacer.
Ninguno estaba muy contento
con la noticia, pero parecía ser lo único razonable. Justo cuando empezaron a
prepararse para partir, Clavito se sumergió en la bolsa-mochila y empezó a revolverla.
- ¿Qué es lo que está haciendo
esta bola de pelos?- preguntó Natal, curioso.
De su interior, Clavito
quitó al libro de hechizos y lo colocó sobre el suelo. Salió de la bolsa y se
posó sobre él, miró a Natal directamente a los ojos.
- ¿Qué nos quiere decir?-
preguntó Kay, frunciendo el ceño.
Sony posó su mano sobre
Clavito y lo comprendió.
- Él quiere decirnos… ‘’usen
esto’’.
Clavito se movió a un
costado y Natal lo tomó.
- Lo ojearé un poco y les
avisaré si encuentro algo.
- ¿Mientras tanto?- preguntó
Kay, fastidiado. No estaba del todo de acuerdo.
- Descansen.
Los JEN suspiraron,
volvieron a dejar las cosas en su lugar y durmieron por unos minutos.
Pasaron gran cantidad de
horas, la lluvia había cesado, pero el cielo seguía completamente nublado, la
media luna se alzaba sin asomarse; fue entonces cuando Natal le ordenó a
Clavito que despertase a los otros dos. Los JEN entre bostezos y quejas
pudieron volver a tomar conciencia.
- Tengo un plan- dijo.
- Habla más fuerte que no se
te entiende- le dijo Kay, refregándose los ojos.
- Tengo un plan- repitió
Natal, con sumo orgullo. Kay y Sony esperaron a escucharlo- En dos días no
vamos a encontrar las últimas dos piezas que nos faltan, no hay tiempo. Este
libro es muy difícil de entender, solo pude averiguar como hacer para revelar
secretos en un objeto; después de miles de intentos funcionó sobre… ¡el mapa!
Me reveló un pasadizo secreto que se encuentra antes de llegar a la muralla y que
conduce al ¡castillo!- los elementales restantes no realizaron ningún gesto de
sorpresa- ¡Vamos, caras largas! Apuesto a que esa entrada secreta es la que
vimos en el castillo, podemos escabullirnos, liberar a los prisioneros y
escapar por allí.
- ¿No crees que si Minos lo
conoce, lo tendrá vigilado? Debe de haber otras maneras de que se entere- le
dijo Kay, seriamente.
- Exacto, la idea es causar
una distracción, algo que llame la atención de los más importantes soldados de
Zimpat, y tengo al indicado…
- Nos pides que asaltemos a
la fortaleza así como si nada, ¡es un plan suicida! Natal, reacciona, tú eres
mejor que esto- volvió a hablar el elemental del fuego.
- El artefacto no podemos
utilizarlo, nuestros poderes son nulos
fuera del castillo y dentro del reino. Es la única alternativa que se me
ocurre.
- Está bien Natal, tú ganas,
lo haremos a tu manera- asintió Kay, rendido.
Se dirigieron cuidadosamente
hacia el este, las colinas resultaron ser perfectas para mantenerlos ocultos y
lejos del alcance de sus enemigos. La noche húmeda había llegado, las nubes
cubrían el cielo por completo. Patrullas de aquí a allá, soldados armados,
cañones de fuego a entera disposición; Minos esperaba visitas. Los elementales
se mantuvieron ocultos en una de las colinas más cercanas a la muralla, repleta
de árboles y arbustos que les permitieron esconderse.
- No estoy para nada de
acuerdo con este plan- murmuró Sony.
- Es nuestra única
alternativa, además… él aceptó con gusto- le respondió Natal de la misma forma.
Kay apareció y los acompañó.
- ¿Ya hizo contacto?-
preguntó.
- No, aún no- respondió
Sony.
Natal observó el mapa,
afectado por una red mágica que hacía que los dibujos del papel se movieran por casillas como si se tratara de un videojuego. Intentó descifrar donde
podría encontrarse la entrada al pasadizo secreto, una luz en el papel parecía
indicar que estaba muy cerca. Mientras tanto, una extraña criatura se acercaba
al numeroso grupo de soldados…
En primer lugar, los miró fijamente;
a los guardias les llamó profundamente la atención, muchos abandonaron sus
lugares y se le acercaron. Algunos tenían la necesidad de acariciarlo, otros
solo querían echarlo para continuar trabajando. Pero Clavito no se movió de
allí ante las palabras de algunos de los hombres. Todas las miradas estaban
yendo hacia aquel ser, las defensas estaban distraídas, era el momento justo.
Pero surgió un problema… Natal no encontraba la entrada.
- ¡Apresúrate, Natal! ¡No
sabemos por cuanto tiempo podrá mantenerlos así!- exclamó Sony.
Natal sudaba, no lograba
entender lo que las mágicas escrituras le indicaban en el mapa. Kay intentaba
ayudarlo, pero comprendía menos.
- No es lenguaje azteca, ni
árabe, ni griego, ni chino…- se decía Natal a sí mismo mientras analizaba
arduamente el papel.
La situación se vio
comprometida cuando uno de los capitanes vio a un pelotón fuera de su lugar,
les gritó a todos ellos y desenvainó su espada para ahuyentar a la criatura.
Pero Clavito se mantuvo allí, sin mover ni un músculo. El capitán alzó el arma
para cortarlo en dos, y justo en ese momento, Clavito hizo aparecer los
inmensos pinchos de su cuerpo y se abalanzó sobre el capitán, cortándole la
cara, pero manteniéndolo con vida.
- ¡Natal! ¡Atacan a Clavito!
¡Vamos!- exclamó Kay.
Natal continuaba intentando
descifrar el mapa. Clavito empezó a atacar a todos los soldados, su agilidad en
cuanto a velocidad y saltos era sin igual, fue una intensa batalla entre más de
cincuenta soldados y una especie redonda de 20 kilogramos . Nadie
podía hacerle frente, Clavito saltaba entre hombro y hombro, lo que
desconcertaba a sus adversarios y causaba choques entre ellos.
- Iré a ayudarlo- dijo Sony,
intentando levantarse.
Natal lo tomó del brazo.
- ¡Aguarda! ¡Un minuto más!
Los soldados se estaban
inquietando, los de arriba no podían disparar los cañones por temor a dañar a
sus compañeros. Los más despiadados servidores de Minos dieron la orden y
comenzaron a activarlos. Apenas comenzó el ataque, Clavito se sumergió bajo
tierra como un topo, dando a ver un pequeño montículo de tierra que se movía
por todos lados. Algunos soldados de Zimpat se vieron afectados por el fuego
cruzado y murieron por culpa de sus propios camaradas.
Kay y Sony no podían
aguantar más, si no hacían algo al respecto, Clavito moriría.
- ¡Eureka!- exclamó Natal-
Es por allí, señaló a la derecha de unos árboles. Yo intentaré abrirla, ustedes
asegúrense de traerlo a Clavito.
Clavito procuraba huir bajo
tierra de los constantes ataques. Kay esperó a que el montículo se
acercara un poco a ellos, inmediatamente efectuó una gran ráfaga de fuego que
le impidió a una gran mayoría de soldados pasar. Sony, entre las sombras,
esperó lo suficiente, se escabulló sin ser visto y pisó con el pie al montículo
de tierra.
- Soy yo. Sony.
Clavito salió disparando a
sus brazos y juntos fueron con Natal. Kay quiso destruir los cañones, pero una
barrera mágica se lo prohibió. Aún así, mantuvo desconcertados a sus enemigos y
pudo huir. Natal había logrado abrir una compuerta en el suelo, los cuatro se
metieron allí justo a tiempo sin que nadie lo notara. El elemental del viento
se aseguró de cerrar la compuerta antes de seguir. La primera fase del plan se
había completado. Los soldados apagaron el fuego y patrullaron la zona sin
encontrarlos, el capitán mandó inmediatamente un mensajero al Rey…
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