martes, 9 de mayo de 2017

Donde se Ocultaron las Sombras- Parte 1: CAPÍTULO 10.



Donde se Ocultaron las Sombras- Parte 1: CAPÍTULO 10.

- Así que eso fue todo lo que pasó en el otro lado del río, fascinante- dijo Natal apenas terminó de escuchar la historia de cómo la maldición de las dos torres de cristal se había desvanecido- Una vez les dije que el mago me había dicho que los JEN iban a ser capaces de hacer con la realidad lo que quisieran, como conocerla de atrás para adelante. Kay puede husmear en el pasado y actuar en el, si es necesario; en cambio tú, Sony, es probable que puedas predecir… el futuro.  
- Si eso es cierto… entonces Dayas…- suspiró el elemental de lava.
- No te desanimes, yo creo que ves una posibilidad, no el futuro establecido. Aprovecha lo que acabas de descubrir y úsalo para impedir que Dayas caiga en las manos de ese mal nacido.
A Sony se le vino la imagen del encapuchado y los dos episodios que había padecido en sueños.
- Si se le acerca, lo mataré…- pensó, lleno de rabia. Kay lo miró de reojo, preocupado.
Natal notó la inquietud de Sony y agregó.
- Lo curioso es que es posible que con tu sueño y con las advertencias de Mulón…- el hombre asintió- …hayamos descubierto el secreto para derrotar a Minos y salvarlos a todos. 
Los ojos de Kay y Sony se abrieron como platos.
- Dijiste que teníamos mucho de que hablar, y conociéndote, no creo que lo hayas dicho por nuestra reciente aventura- comentó Kay- Te tienes algo entre manos…
- COSAS INIMAGINADAS SE NOS FUERON REVELADAS MIENTRAS USTEDES NO ESTABAN.- dijo el viejo elemental al fin.  
- ¿Qué cosas?
Los cinco personajes se encontraban en el salón del hogar de Mulón, alrededor de una mesa circular de color madera. Mulón, Natal y Urón compartían un vino, Kay y Sony prefirieron probar el jugo de manzana que les habían servido con anterioridad. La temperatura había descendido, ya era de noche y la chimenea expulsaba unas cuantas chispas. Natal posó sus manos sobre dos libros que estaban en la mesa y prosiguió.
- La biblioteca de Mulón resultó ser tan útil como lo imaginé, pero superó por mucho a mis expectativas- tomó uno de los libros, el que tenía la tapa azul y lo abrió- Empecé ojeando este… ‘’El Mundo Prodigio’’, la historia de un hombre que viaja desde el otro lado del mundo hasta aquí y salva a una especie de una catástrofe, volviéndose su auténtico soberano.
- Juan Jimonte…- afirmó Sony, rápidamente.
- Exacto, este libro narra con lujo de detalles como Juan Jimonte llegó a ser quien es. Es más, cuenta sobre su vida en el otro mundo y como acababa de huir de una feroz batalla contra la sombra más oscura… Está contado en primera persona, al final revela que él mismo la escribió.
- Pero, si esta historia existe… ¿Por qué nadie sabe de la existencia de la Tierra?
- No estoy entendiendo nada de lo que están hablando- rió Urón. Pero los elementales no le prestaron atención.  
- Creemos que dicha historia habrá sido vista como una gran ficción inventada por el gran Rey o que se trataba de su diario personal, pues Mulón solo ha conseguido esta copia en todos los alrededores de los reinos.
- ¿Por qué tengo la sensación que eso no fue lo único que encontraste?- le dijo Kay, engatusado por el misterio.  
Natal le hizo una seña a Mulón, este fue por una caja de gran tamaño y la colocó sobre la mesa.
- Esto puede llegar a ser un poco incómodo…- anunció.
- ¿Qué hay dentro de esa caja?- preguntó Sony.
Urón seguía sin entender pero estaba fascinado con todo lo hablado.
Esta vez fue Mulón quien habló:
- Hace algunos años, esta caja llegó desde el mar hasta la costa, adentro poseía un extraño libro llamado ‘’Los secretos del trono’’, y no vino solo…
Mulón abrió el cajón y en su interior pudieron observar al esqueleto de un muerto.
- Santo… - dijo Kay.
- Dios…- completó Sony.
- Vino con esto- siguió Mulón y alzó un hermoso collar de oro, con un rubí en forma de águila.
- Investigamos a fondo, en el libro de ‘’El mundo prodigio’’ hay un retrato de Juan Jimonte- Natal lo buscó y se los enseñó- Cómo verán, lleva el mismo collar, una reliquia real por lo visto.
- Entonces… ¿Este es el cuerpo de Juan Jimonte?- preguntó el elemental del fuego.  
- Eso fue lo primero que pensé, pero luego analicé los huesos (gracias a los estudios que hice hace mucho tiempo en paleontología) y descubrí que dicho esqueleto tiene casi veinte años de antigüedad.
- ¿Qué quieres decir con esto?- habló Sony, la tensión crecía y no decaía.
- Puede que el esqueleto… haya pertenecido a Vayas, antiguo rey de Zimpat, pero principalmente… padre de Dayas.
- Así que está es la prueba de que Minos traicionó a su propio hermano- Kay miró a Sony- ¿No existe un consejo o algo por el estilo donde podamos presentar estas pruebas para incriminar al rey?
- Lamentablemente ya no las hay- dijo Mulón.
- Yo creo que no están entendiendo- dijo Natal con agresividad.
Una vez más, Kay y Sony se quedaron anonadados.
- ¿Por qué?- preguntaron al unísono.
- Porque los huesos están… deformados, como si una gran fuerza hubiera aplastado de lado a lado al pobre rey.
- ¿Defor…mados?- la pregunta de Sony se fue ralentizando. 
- Mi teoría es que algo gigantesco acabó con la vida del Rey, lo exprimió hasta triturarle los huesos, una muerte horrible- Dick Natal se colocó los anteojos y continuó- En el Zen, solo conocemos al demonio del pantano como una criatura descomunal capaz de hacer algo así, pero… Mulón encontró los restos en la costa, es decir que alguien los tiró al mar Dorado. Y si no me equivoco, el pantano está a kilómetros del mar. No tiene sentido. A lo que concluyo que existe… otro individuo semejante.   
Los JEN, hasta incluso Urón, tragaron saliva.
- Tenemos el cadáver de un pasado rey, un libro con la historia de un elemental ¿Y el otro?…- preguntó Sony.
- ‘’Los secretos del trono’’ – dijo Natal, cerró el de tapa azul y abrió el de tapa roja- No es un libro ordinario. Son fórmulas de hechizos…
- ¿Cómo dices?- dijeron los JEN al unísono.
- Lo que escucharon, camaradas. Y le falta una hojaarrancada por lo visto, en la sección más peligrosa del libro. Solo una persona que conozco pudo haber escrito como realizar semejantes hazañas.
- ¡De verdad que me ha encantado el cuento!- exclamó Urón, con ironía- Pero por favor, vuelvan a la realidad.
- No es una broma, Urón- le dijo Mulón- Estos hombres provienen de otra dimensión, un mundo ajeno al nuestro y están aquí para ayudar a detener lo injusto.
- He visto hacer cosas que nadie puede, pero ya todo esto de las dimensiones y los hechizos… ¿No es demasiado?
- Estas en todo tu derecho de demostrar escepticismo frente a estas cosas, lamento informarte que todo lo que hemos mencionado es tan real como tu altura- le dijo Natal, a quien se lo notaba de muy buen humor- Lo has comprobado con las habilidades de estos jóvenes, la maldición de las torres…
Urón no volvió a hablar al respecto.

Al día siguiente, Mulón les preparó comida para el viaje y nuevas provisiones. Urón había desaparecido, pero parecía ser que su hermano sabía a la perfección donde se encontraba (aunque no lo dijera); les envió saludos de su parte.  
Los acompañó hasta la costa, el pueblo les hizo un enorme festejo por su partida: papeles picados, fuegos artificiales, danzas, música y gritos de felicitaciones. La pesadilla se había terminado.
- La deuda que los Kiceanos tuvieron con el séptimo reino está saldada gracias a ustedes- les agradeció el líder de los DOSOS.
Una vez frente al mar, pudieron observar al zef (o barco) dirigirse hacia ellos; las patas doradas las habían guardado en sus bolsas-mochilas, Clavito yacía sobre el regazo de Sony.
- Le pusieron nombre a esa bola de pelos, ¿Eh?- les dijo Natal, de buen humor- Ustedes son responsables a partir de ahora, será un estorbo… pero no me negaré a que nos acompañe.
Sony asintió decidido.  
El Zefari liberó el ancla a unos cuantos metros de la costa, unos botes fueron hacia ellos.
- Saluden a Urón de nuestra parte- dijo Kay.
Mulón asintió.
- Mantened el ojo bien abierto, recolectores- les dijo Mulón- Y suerte.
Los acompañantes del líder también saludaron. Los desagradables hombres de Doriak arribaron, sin decir ni una palabra les indicaron que debían subirse. No tardaron en hacerlo, los botes se encaminaron hacia el zef en pocos minutos. Mulón los observaba con sumo cuidado.

Una vez lejos de tierra, los DOSOS se marcharon; por otra parte, los elementales se preparaban para volver a embarcar la increíble nave de mar conocida como ‘’Zefari’’. Hubo un cambio en la actitud de los hombres (eran los mismos que los habían pasado a buscar en la costa de la guarida de los Kiceanos), miradas mucho más profundas, pero los elementales no se mosquearon en lo absoluto. Subieron al barco, los hombres se quedaron ayudando a los demás a atar los botes, Doriak los esperaba.
- ¿Cómo os ha ido?- preguntó.
Kay habló inmediatamente, emocionado.
- Muy bien, resultó que…
- ¿Los artefactos?- interrumpió, sin prestarle atención al joven.
Kay, con sumo cuidado, tomó con fuerza su bolsa- mochila.
- Sáquenselo- ordenó el capitán.
Kay se resistió con forcejeos, pero los hombres de Doriak terminaron por abrir la bolsa con sus cuchillos. Tomaron las patas del águila con rapidez y empujaron a los elementales.
- ¿Qué está haciendo, capitán?- preguntó Natal, entre dientes.  
Doriak inclinó la cintura hacia delante, encendió una pipa y la fumó, expulsando el humo sobre sus rostros en tono desafiante y de poder.
- El rey tenía razón, hicieron muy bien su trabajo. Finalmente acabaré con la gran molestia que lo ha estado perturbando…- Doriak sacó una pistola con un gran cañón. Inmediatamente, Natal impulsó sus manos hacia delante y el viento sacudió al capitán hasta la punta de la proa. Todos sus hombres fueron a las armas y los atacaron.
Justo cuando Kay y Sony estuvieron apunto de utilizar sus habilidades, todos sus enemigos cayeron en diferentes trampas: sogas mágicas los rodearon de pies a cabeza (manejándolos a su antojo), sus armas se volvieron en su contra, la madera del suelo vibró bajo sus pies y los tiró bruscamente. Los artefactos dorados cayeron al suelo. Urón apareció frente a los elementales, un grupo de veinte DOSOS se hicieron visibles también (parecía ser que tenían la habilidad de desaparecer). 
- No íbamos a dejarlos solos- dijo Urón, amarrando a algunos piratas con una soga.
- ¿Cómo, cómo lo supieron?- preguntó Sony, anonadado.
Natal respondió a esa pregunta.
- Cuando mencioné a Doriak, Mulón lo reconoció como el contrabandista más buscado de todos los reinos. Sin duda, habían asaltado a los Kiceanos y se habían apoderado del Zefari, acotando órdenes de Minos. Ideamos esto para detenerlos.
Uno de los DOSOS se acercó a ellos con Doriak atado de pies a cabeza, al cual manipulaba mentalmente y lo hacía moverse a su gusto.
- Esas habilidades hubieran funcionado antes… Gracias por avisarnos y hacernos partes del plan- dijo Kay con sarcasmo.
- Yo les pedí que no dijeran nada, tienden a arruinar los planes- les dijo Natal.
- Haré como que no escuché nada…
- Mucha suerte en su viaje. Lleven a los sobrevivientes a la prisión- interrumpió Urón y tomó un bote junto a otro pequeño grupo de DOSOS- Tengan cuidado.
El grupo de DOSOS sobrante tomó a los prisioneros (entre ellos, Doriak) y los condujeron a la habitación más oscura del barco… las mazmorras.  
- ¿Y los demás?- preguntó Sony.
- Se quedarán con nosotros- avisó Natal- Una ayuda de nuestro querido amigo Mulón.
- ¿Y ahora regresamos?- preguntó Kay.
- No creo que los Kiceanos se enojen si tomamos una ruta alternativa
- ¿A qué te refieres?
- Tengo ganas de visitar un templo.

Tardaron dos días en aproximarse al objetivo deseado, al suroeste se encontraba (a la vista) el inmenso templo oscuro de numerosa cantidad de torres y formas punzantes. Mulón le había regalado un mapa a Natal, allí figuraban todos los lugares que ya habían visitado (la guarida de los Kices, la fuente, el pantano, el bosque, las colinas, el campo, el reino de Zimpat, las islas y una parte del océano). Natal les indicó que las aguas por las cuales navegaban pertenecían al Mar Dorado; el bosque que dividía casi todo el mapa se llamaba Bosque Azul y las montañas que rodeaban la guarida de los Kices: Cordillera del sur. Según el mapa, las Islas Gemelas (donde habitaban los DOSOS y los VORRJOS) estaban a unos pocos kilómetros del descampado y de la estatua que cobró vida (el lugar que habían visitado por primera vez al caer tras el agujero dimensional); este, a su vez, estaba muy cerca del reino de Zimpat. Pero sus intenciones no estaban en volver al reino, aún…
El sol se alzaba una vez más, los DOSOS habían permitido a Natal tomar el timón, mientras le enseñaban a utilizarlo, Natal no se cansaba de aprender. Kay y Sony habían aprovechado los días para descansar y recuperar fuerzas. Natal ejecutó un gran grito para hacerles saber…
- ¡¡¡Tierra a la vista!!!
Entre bostezos y quejas se vistieron y salieron del camarín a la proa del Zefari. 
- ¡El templo! Hay que tomar un bote e ir hasta allí cuanto antes- les dijo el elemental de viento apenas los vio. 
Kay suspiró por el sueño y dijo:
- Vos remás.   
- ¿Remar?- rió Natal, lleno de energía.
Los DOSOS los ayudaron a bajar del bote y a subirse en él, Natal les agradeció por todo y les dijo que le hicieran saber a Mulón que todo había salido a la perfección. Los JEN estaban tan dormilones que ni siquiera saludaron. Clavito se quedó con los DOSOS (por decisión conjunta) quienes lo llevarían a la guarida en las montañas para que estuviera a salvo, pues no sabían lo que podrían llegar a encontrar en el templo. Natal utilizó sus habilidades en el viento para conducir al bote hacia tierra.
- Eso es trampa- dijo Kay, aferrándose al bote con todas sus fuerzas debido a que Natal se había excedido con la velocidad. 
Al llegar, Kay y Sony fueron a vomitar tras unos árboles, se limpiaron con el agua del mar y se secaron con ropa ya utilizada (la que se encontraba guardada en la bolsa-mochila).
- Nunca, jamás vuelvas a hacer eso- dijo Sony con total seriedad.
Natal se burló de los muchachos con un gesto y emprendió camino.

El Templo estaba a menos de medio kilómetro de distancia; algunos pájaros blancos posaban sobre las torres y volaban a su alrededor mientras cantaban. Todo ese sendero estaba bajo su inmensa sombra, a medida que se iban acercando, algo extraño ocurrió... la misma sombra del templo empezó a deformarse, como si estuviera sobre el agua y esta se sacudiera. Pero la sombra estaba sobre tierra firme. A continuación, unas inimaginadas criaturas se alzaron como nubes de vapor y formaron una fila, impidiéndoles pasar. No llegaban al metro en altura. No tenían piel, solo hueso y carne, además no emitían sonido alguno. Se movían involuntariamente, como muertos vivientes, a paso lento se les iban acercando. 
- Y así empezamos…- suspiró Kay- El Zen es un mundo repleto de DESAGRADABLES sorpresas.
- No van a dejarnos pasar, están protegiendo la entrada- comentó Sony, con tal naturalidad que parecía que estuviera refiriéndose a algo cotidiano- Creo que esta es la razón por la cual está prohibido este lugar.
Natal las miraba perplejo.
- Estas criaturas… las he visto antes- dijo.
- Más tarde nos cuentas donde y como, pero por ahora… ¿Cómo las detenemos?- exclamó Kay, encendiendo sus manos.
- En guardia- ordenó el elemental de viento, los tres se dispusieron a utilizar sus habilidades.
Las sombras vivientes (por llamarlas de algún modo) hicieron ver a los intrusos unas inmensas bocas, con un abismo en su interior y unos ojos rojos sin pupilas. Comenzaron a chocarse entre sí, saltando unas sobre otras, se fueron mezclando hasta que no quedó ninguna, una masa oscura y gelatinosa dio forma a una criatura de tres metros de altura, mucho más robusta y feroz.
- No van a dejarnos pasar…- repitió Sony, un poco más lúcido.
- ¡Su estómago!- indicó Natal, los elementales lanzaron sus habilidades simultáneamente, pero la criatura abrió un agujero en su panza y ninguno de sus poderes pudo tocarlo, chocaron contra una pared del templo y derribaron una torre, la cual cayó sobre algunos árboles entre polvo y tierra.
- ¡¿Cómo hizo eso?!- exclamó Kay, anonadado.
- Hay que tener cuidado con no derribar el templo- ordenó Natal.
Sin señal ni indicación, Natal volvió a atacar al frente, Sony fue por la derecha y Kay por la izquierda. Sony cubrió el piso de lava, pero la criatura continuó allí sin moverse ni dañarse, Kay le lanzó repetidas bolas de fuego, pero la criatura (sin mover ni un músculo) fue abriendo agujeros en su cuerpo dependiendo de lo que necesitara para evitar los ataques. Todo el fuego fue a parar a otra de las torres del templo, pero esta no se derribó, solo se incendió hasta destruirse por completo. El ataque de Natal tampoco fue efectivo, el enemigo se dispuso a esquivarlo y fue a buscarlo, lo tomó del cuello y lo apretó con fuerza. Natal deliraba e intentaba escapar inútilmente mientras era ahorcado. Kay y Sony se desesperaron, utilizaron todas sus habilidades contra la oscura criatura, pero nada funcionaba. Natal dejó caer los brazos, los dedos del monstruo apretaban sobre sus nueces, el elemental expulsó saliva y el poco aire que le quedaba.
- ¡Kay! ¡Va a matarlo!- le gritó Sony.
El cuello de Dick Natal estaba rojo, los ojos del hombre se desorbitaban y pronto se cerrarían; la criatura apretó más fuerte aún, con la clara intención de matarlo.
Ante la impotencia y dejándose llevar por algo inexplicable, los JEN se acercaron sin miedo al monstruo y posaron sus palmas sobre las costillas de la criatura. La sombra viviente ni se mosqueó por su presencia, ni siquiera intentó sacarlos. Kay y Sony dieron un último esfuerzo para salvar a su mentor, atravesando una gran cantidad de temor y enojo. La sombra viviente se descompuso, soltó al elemental de viento (este cayó al suelo petrificado, pero con vida) y empezó a convulsionar hasta explotar en mil pedazos.
Los JEN quedaron uno frente al otro, boquiabiertos ante lo que habían hecho, se miraron entre sí por un momento y fueron a ayudar a Natal. El hombre estaba pálido, expulsando saliva y respirando forzosamente, unas marcas coloradas le habían quedado expuestas en el cuello.
- ¿Estas bien?- preguntó Sony y lo ayudó a levantarse.
- Si…- dijo Natal con la voz tomada- Gracias, otra vez.
Entre los dos lo ayudaron y juntos fueron hacia las puertas del TEMPLO DE JIMONTE.

Las puertas se abrieron de par en par por sí solas, los JEN (llevando a su compañero entre brazos) entraron en el extraño templo. Se trataba de una única habitación de inmenso tamaño, cien metros de largo y cien de ancho; el suelo perfectamente sincronizado en baldosas de mármol, las paredes oscuras que se alzaban hasta el infinito techo; los elementales estipularon unos doscientos metros. Lo más increíble de dicho lugar fue una estatua de oro (de ¡cien metros! de altura) con la forma de un antiguo prócer, sentada en una gigantesca silla; más tarde, Natal pudo comprobar (mediante la fotografía que poseía en su libro) que aquel personaje era nada más y nada menos que Juan Jimonte. (Y bueno, de aquí al nombre del templo). Al final de la habitación había una gran cantidad de ventanales inmensos donde llegaba toda la luz. Había gran cantidad de cuadros, todos ellos contaban una única historia, por ejemplo, en uno había una inmensa ola apunto de sepultar una aldea, en otro cuadro, un hombre manipulando dicha ola, etcétera. Otro de los cuadros era un excelente retrato del antiguo líder de los elementales: Un hombre alto, con cabellos rubios, largos y ondulados; una enorme camisa dorada y un cetro en forma de águila. Natal se soltó de sus compañeros (ya mucho mejor) y se acercó al retrato. Luego le habló como si pudiera oírlo.  
- Juan… quisiera saberlo todo. ¿Por qué viniste hasta aquí? ¿Por qué nos abandonaste? ¿Cómo es que el águila sea tu otra parte, cuando inicialmente llevabas otro ser en tu interior? ¿Es esta otra obra de Fismut?
- Fismut… ese nombre lo escuché anteriormente- dijo Kay, sugestionado.    
- Fue un mago muy poderoso que nos enseñó sobre la existencia de los corazones, nos enseñó a utilizarlos y en lo particular… me dijo sobre la llegada de unos seres que cambiarían el orden para siempre. Fue por eso que me mantuve inmortal, para protegerlos y guiarlos.
- ¿Rechazaste la idea de una familia por nosotros?- preguntó Sony, abrumado- ¿Por qué nos los dices recién ahora?  
- Como les dije en el zef cuando estábamos yendo hacia las islas: Mi vida es difícil de entender… fue un sacrificio que tuve que hacer. Y se los digo ahora porque me parece conveniente.
Kay se apresuró a hablar.
- Pero, la mujer que vi estaba embar…      
- Fue orden del mago, luego desapareció y me dejó solo- interrumpió Natal, se lo notaba un poco molesto con respecto a eso- Junto a mis otros compañeros, algunos desaparecieron como Jimonte y otros fallecieron al pasar los años.     
- ¿Y cómo es eso de que el águila no es su otra parte?- volvió a preguntar el elemental de lava- Es más… nunca te lo pregunté. ¿Qué hay de la tuya? Nunca la vimos. 
- Juan poseía una antigua bestia de gran poder, no se como habrá hecho.- respondió Natal y se detuvo un momento, no sabía si responder a la última pregunta- La mía ya no existe, me deshice de ella hace muchísimo tiempo.
-  ¿Te libraste de ella? Eso es cruel… ¿Por qué? ¿Cómo hiciste eso?
- Una historia para otro día, muchacho.
- Eres un hombre de secretos, Dick Natal.
- Mi vida ha sido una extensa historia sin terminar, ya se los dije.- suspiró profundamente y continuó- Ya tendremos tiempo para que les cuente más sobre ella.
- También te lo pregunto porque es probable que si tú lo hiciste, entonces Jimonte pudo haber intentado lo mismo.- dijo Sony.
- Lo dudo mucho. Lo que yo hice no fue muy agradable…
Kay y Sony se habían quedado mudos.
- ¿Qué es eso?- exclamó el elemental de viento, rompiendo con el silencio turbante.  
Más adelante yacía un pedestal, un bloque con una pequeña mesa de yeso inclinada, sobre ella… una hoja escrita. Frente al pedestal había un particular círculo pintado, tenía gran cantidad de signos y formas en un irreconocible idioma. Los ventanales estaban más adelante. Los elementales fueron hasta allí, Sony y Kay se ubicaron dentro del círculo pintado y lo exploraron. Natal, en cambio, se paró frente al pedestal.
- Pareciera ser el lugar indicado para practicar magia, magia peligrosa…- dijo Natal mientras fruncía el ceño. Apretó los dientes cuando tomó la hoja y reconoció la letra. Sacó de su bolsa-mochila al libro indicado. 
- LOS SECRETOS DEL TRONO…
Las miradas fueron hacia Natal en un santiamén.
- Este libro- indicó el viejo elemental- Es de aquí…
- ¿Cómo es posible?- preguntó Sony.
- Entonces Vayas estuvo aquí y tomó el libro- afirmó Kay, atando los cabos sueltos.
- Es probable…- combinó Natal y abrió el libro- Pero…- y lo supo, la hoja sobre el pedestal era la que faltaba en el libro, la que había sido arrancada- La hoja que faltaba es esta…- luego colocó la hoja donde debería estar.
- ¿Qué es?- preguntaron los JEN al unísono con total curiosidad.
- Una invocación…- e inmediatamente un temblor ocurrió y el círculo en el suelo empezó a brillar.
- ¿Qué demonios está pasando?- exclamó Sony entre gritos.
Natal dejó el libro sobre el pedestal y fue con sus compañeros, los tres yacían dentro del círculo; otro hecho fantástico ocurrió, el círculo se hizo fuego y se destruyó como el cristal, los elementales cayeron en un oscuro abismo.
No fue hasta que despertaron, primero reconociendo que habían perdido la consciencia durante la caída y luego, descubriendo que se encontraban en una clase de celda, en una cárcel… en el inframundo.      

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