Donde se Ocultaron las Sombras-
Parte 1: CAPÍTULO 10.
- Así que eso fue todo lo
que pasó en el otro lado del río, fascinante- dijo Natal apenas terminó de
escuchar la historia de cómo la maldición de las dos torres de cristal se había
desvanecido- Una vez les dije que el mago me había dicho que los JEN iban a ser
capaces de hacer con la realidad lo que
quisieran, como conocerla de atrás para adelante. Kay puede husmear en el
pasado y actuar en el, si es necesario; en cambio tú, Sony, es probable que
puedas predecir… el futuro.
- Si eso es cierto… entonces
Dayas…- suspiró el elemental de lava.
- No te desanimes, yo creo
que ves una posibilidad, no el
futuro establecido. Aprovecha lo que acabas de descubrir y úsalo para impedir
que Dayas caiga en las manos de ese mal nacido.
A Sony se le vino la imagen
del encapuchado y los dos episodios que había padecido en sueños.
- Si se le acerca, lo
mataré…- pensó, lleno de rabia. Kay lo miró de reojo, preocupado.
Natal notó la inquietud de
Sony y agregó.
- Lo curioso es que es
posible que con tu sueño y con las advertencias de Mulón…- el hombre asintió- …hayamos
descubierto el secreto para derrotar a
Minos y salvarlos a todos.
Los ojos de Kay y Sony se
abrieron como platos.
- Dijiste que teníamos mucho
de que hablar, y conociéndote, no creo que lo hayas dicho por nuestra reciente
aventura- comentó Kay- Te tienes algo entre manos…
- COSAS INIMAGINADAS SE NOS
FUERON REVELADAS MIENTRAS USTEDES NO ESTABAN.- dijo el viejo elemental al fin.
- ¿Qué cosas?
Los cinco personajes se
encontraban en el salón del hogar de Mulón, alrededor de una mesa circular de
color madera. Mulón, Natal y Urón compartían un vino, Kay y Sony prefirieron
probar el jugo de manzana que les habían servido con anterioridad. La
temperatura había descendido, ya era de noche y la chimenea expulsaba unas
cuantas chispas. Natal posó sus manos sobre dos libros que estaban en la mesa y
prosiguió.
- La biblioteca de Mulón
resultó ser tan útil como lo imaginé, pero superó por mucho a mis expectativas-
tomó uno de los libros, el que tenía la tapa azul y lo abrió- Empecé ojeando este…
‘’El Mundo Prodigio’’, la historia de un hombre que viaja desde el otro lado
del mundo hasta aquí y salva a una especie de una catástrofe, volviéndose su
auténtico soberano.
- Juan Jimonte…- afirmó
Sony, rápidamente.
- Exacto, este libro narra
con lujo de detalles como Juan Jimonte llegó a ser quien es. Es más, cuenta
sobre su vida en el otro mundo y como acababa de huir de una feroz batalla
contra la sombra más oscura… Está contado en primera persona, al final revela
que él mismo la escribió.
- Pero, si esta historia
existe… ¿Por qué nadie sabe de la existencia de la Tierra ?
- No estoy entendiendo nada
de lo que están hablando- rió Urón. Pero los elementales no le prestaron
atención.
- Creemos que dicha historia
habrá sido vista como una gran ficción inventada por el gran Rey o que se
trataba de su diario personal, pues Mulón solo ha conseguido esta copia en
todos los alrededores de los reinos.
- ¿Por qué tengo la
sensación que eso no fue lo único que encontraste?- le dijo Kay, engatusado por
el misterio.
Natal le hizo una seña a
Mulón, este fue por una caja de gran tamaño y la colocó sobre la mesa.
- Esto puede llegar a ser un
poco incómodo…- anunció.
- ¿Qué hay dentro de esa
caja?- preguntó Sony.
Urón seguía sin entender
pero estaba fascinado con todo lo hablado.
Esta vez fue Mulón quien
habló:
- Hace algunos años, esta
caja llegó desde el mar hasta la costa, adentro poseía un extraño libro llamado
‘’Los secretos del trono’’, y no vino solo…
Mulón abrió el cajón y en su
interior pudieron observar al esqueleto de un muerto.
- Santo… - dijo Kay.
- Dios…- completó Sony.
- Vino con esto- siguió
Mulón y alzó un hermoso collar de oro, con un rubí en forma de águila.
- Investigamos a fondo, en
el libro de ‘’El mundo prodigio’’ hay un retrato de Juan Jimonte- Natal lo
buscó y se los enseñó- Cómo verán, lleva el mismo collar, una reliquia real por
lo visto.
- Entonces… ¿Este es el
cuerpo de Juan Jimonte?- preguntó el elemental del fuego.
- Eso fue lo primero que
pensé, pero luego analicé los huesos (gracias a los estudios que hice hace
mucho tiempo en paleontología) y descubrí que dicho esqueleto tiene casi veinte
años de antigüedad.
- ¿Qué quieres decir con
esto?- habló Sony, la tensión crecía y no decaía.
- Puede que el esqueleto… haya pertenecido a Vayas, antiguo rey de
Zimpat, pero principalmente… padre de
Dayas.
- Así que está es la prueba
de que Minos traicionó a su propio hermano- Kay miró a Sony- ¿No existe un
consejo o algo por el estilo donde podamos presentar estas pruebas para
incriminar al rey?
- Lamentablemente ya no las
hay- dijo Mulón.
- Yo creo que no están
entendiendo- dijo Natal con agresividad.
Una vez más, Kay y Sony se
quedaron anonadados.
- ¿Por qué?- preguntaron al
unísono.
- Porque los huesos están… deformados,
como si una gran fuerza hubiera aplastado
de lado a lado al pobre rey.
- ¿Defor…mados?- la pregunta
de Sony se fue ralentizando.
- Mi teoría es que algo gigantesco acabó con la vida
del Rey, lo exprimió hasta triturarle los huesos, una muerte horrible- Dick
Natal se colocó los anteojos y continuó- En el Zen, solo conocemos al demonio
del pantano como una criatura descomunal capaz de hacer algo así, pero… Mulón
encontró los restos en la costa, es decir que alguien los tiró al mar Dorado. Y
si no me equivoco, el pantano está a kilómetros del mar. No tiene sentido. A lo
que concluyo que existe… otro individuo semejante.
Los JEN, hasta incluso Urón,
tragaron saliva.
- Tenemos el cadáver de un
pasado rey, un libro con la historia de un elemental ¿Y el otro?…- preguntó
Sony.
- ‘’Los secretos del trono’’
– dijo Natal, cerró el de tapa azul y abrió el de tapa roja- No es un libro
ordinario. Son fórmulas de hechizos…
- ¿Cómo dices?- dijeron los
JEN al unísono.
- Lo que escucharon,
camaradas. Y le falta una hoja… arrancada por lo visto, en la sección más peligrosa del libro. Solo una persona que conozco pudo
haber escrito como realizar semejantes hazañas.
- ¡De verdad que me ha
encantado el cuento!- exclamó Urón, con ironía- Pero por favor, vuelvan a la
realidad.
- No es una broma, Urón- le
dijo Mulón- Estos hombres provienen de otra dimensión, un mundo ajeno al
nuestro y están aquí para ayudar a detener lo injusto.
- He visto hacer cosas que
nadie puede, pero ya todo esto de las dimensiones y los hechizos… ¿No es
demasiado?
- Estas en todo tu derecho
de demostrar escepticismo frente a estas cosas, lamento informarte que todo lo
que hemos mencionado es tan real como tu altura- le dijo Natal, a quien se lo
notaba de muy buen humor- Lo has comprobado con las habilidades de estos
jóvenes, la maldición de las torres…
Urón no volvió a hablar al
respecto.
Al día siguiente, Mulón les
preparó comida para el viaje y nuevas provisiones. Urón había desaparecido,
pero parecía ser que su hermano sabía a la perfección donde se encontraba (aunque
no lo dijera); les envió saludos de su parte.
Los acompañó hasta la costa,
el pueblo les hizo un enorme festejo por su partida: papeles picados, fuegos
artificiales, danzas, música y gritos de felicitaciones. La pesadilla se había
terminado.
- La deuda que los Kiceanos
tuvieron con el séptimo reino está saldada gracias a ustedes- les agradeció el
líder de los DOSOS.
Una vez frente al mar,
pudieron observar al zef (o barco) dirigirse hacia ellos; las patas doradas las
habían guardado en sus bolsas-mochilas, Clavito yacía sobre el regazo de Sony.
- Le pusieron nombre a esa
bola de pelos, ¿Eh?- les dijo Natal, de buen humor- Ustedes son responsables a
partir de ahora, será un estorbo… pero no me negaré a que nos acompañe.
Sony asintió decidido.
El Zefari liberó el ancla a
unos cuantos metros de la costa, unos botes fueron hacia ellos.
- Saluden a Urón de nuestra
parte- dijo Kay.
Mulón asintió.
- Mantened el ojo bien
abierto, recolectores- les dijo Mulón- Y suerte.
Los acompañantes del líder
también saludaron. Los desagradables hombres de Doriak arribaron, sin decir ni
una palabra les indicaron que debían subirse. No tardaron en hacerlo, los botes
se encaminaron hacia el zef en pocos minutos. Mulón los observaba con sumo
cuidado.
Una vez lejos de tierra, los
DOSOS se marcharon; por otra parte, los elementales se preparaban para volver a
embarcar la increíble nave de mar conocida como ‘’Zefari’’. Hubo un cambio en
la actitud de los hombres (eran los mismos que los habían pasado a buscar en la
costa de la guarida de los Kiceanos), miradas mucho más profundas, pero los
elementales no se mosquearon en lo absoluto. Subieron al barco, los hombres se
quedaron ayudando a los demás a atar los botes, Doriak los esperaba.
- ¿Cómo os ha ido?-
preguntó.
Kay habló inmediatamente,
emocionado.
- Muy bien, resultó que…
- ¿Los artefactos?-
interrumpió, sin prestarle atención al joven.
Kay, con sumo cuidado, tomó
con fuerza su bolsa- mochila.
- Sáquenselo- ordenó el
capitán.
Kay se resistió con
forcejeos, pero los hombres de Doriak terminaron por abrir la bolsa con sus
cuchillos. Tomaron las patas del águila con rapidez y empujaron a los
elementales.
- ¿Qué está haciendo,
capitán?- preguntó Natal, entre dientes.
Doriak inclinó la cintura
hacia delante, encendió una pipa y la fumó, expulsando el humo sobre sus
rostros en tono desafiante y de poder.
- El rey tenía razón,
hicieron muy bien su trabajo. Finalmente acabaré con la gran molestia que lo ha
estado perturbando…- Doriak sacó una pistola con un gran cañón. Inmediatamente,
Natal impulsó sus manos hacia delante y el viento sacudió al capitán hasta la
punta de la proa. Todos sus hombres fueron a las armas y los atacaron.
Justo cuando Kay y Sony
estuvieron apunto de utilizar sus habilidades, todos sus enemigos cayeron en
diferentes trampas: sogas mágicas los rodearon de pies a cabeza (manejándolos a
su antojo), sus armas se volvieron en su contra, la madera del suelo vibró bajo
sus pies y los tiró bruscamente. Los artefactos dorados cayeron al suelo. Urón
apareció frente a los elementales, un grupo de veinte DOSOS se hicieron
visibles también (parecía ser que tenían la habilidad de desaparecer).
- No íbamos a dejarlos
solos- dijo Urón, amarrando a algunos piratas con una soga.
- ¿Cómo, cómo lo supieron?-
preguntó Sony, anonadado.
Natal respondió a esa
pregunta.
- Cuando mencioné a Doriak,
Mulón lo reconoció como el contrabandista
más buscado de todos los reinos. Sin duda, habían asaltado a los Kiceanos y
se habían apoderado del Zefari, acotando órdenes de Minos. Ideamos esto para
detenerlos.
Uno de los DOSOS se acercó a
ellos con Doriak atado de pies a cabeza, al cual manipulaba mentalmente y lo
hacía moverse a su gusto.
- Esas habilidades hubieran
funcionado antes… Gracias por avisarnos y hacernos partes del plan- dijo Kay
con sarcasmo.
- Yo les pedí que no dijeran
nada, tienden a arruinar los planes- les dijo Natal.
- Haré como que no escuché
nada…
- Mucha suerte en su viaje.
Lleven a los sobrevivientes a la prisión- interrumpió Urón y tomó un bote junto
a otro pequeño grupo de DOSOS- Tengan cuidado.
El grupo de DOSOS sobrante
tomó a los prisioneros (entre ellos, Doriak) y los condujeron a la habitación
más oscura del barco… las mazmorras.
- ¿Y los demás?- preguntó
Sony.
- Se quedarán con nosotros-
avisó Natal- Una ayuda de nuestro querido amigo Mulón.
- ¿Y ahora regresamos?-
preguntó Kay.
- No creo que los Kiceanos
se enojen si tomamos una ruta alternativa…
- ¿A qué te refieres?
- Tengo ganas de visitar un templo.
Tardaron dos días en
aproximarse al objetivo deseado, al suroeste se encontraba (a la vista) el
inmenso templo oscuro de numerosa cantidad de torres y formas punzantes. Mulón
le había regalado un mapa a Natal, allí figuraban todos los lugares que ya
habían visitado (la guarida de los Kices, la fuente, el pantano, el bosque, las
colinas, el campo, el reino de Zimpat, las islas y una parte del océano). Natal
les indicó que las aguas por las cuales navegaban pertenecían al Mar
Dorado; el bosque que dividía casi todo el mapa se llamaba Bosque
Azul y las montañas que rodeaban la guarida de los Kices: Cordillera
del sur. Según el mapa, las Islas Gemelas (donde habitaban los DOSOS y
los VORRJOS) estaban a unos pocos kilómetros del descampado y de la estatua que
cobró vida (el lugar que habían visitado por primera vez al caer tras el
agujero dimensional); este, a su vez, estaba muy cerca del reino de Zimpat.
Pero sus intenciones no estaban en volver al reino, aún…
El sol se alzaba una vez
más, los DOSOS habían permitido a Natal tomar el timón, mientras le enseñaban a
utilizarlo, Natal no se cansaba de aprender. Kay y Sony habían aprovechado los
días para descansar y recuperar fuerzas. Natal ejecutó un gran grito para
hacerles saber…
- ¡¡¡Tierra a la vista!!!
Entre bostezos y quejas se
vistieron y salieron del camarín a la proa del Zefari.
- ¡El templo! Hay que tomar
un bote e ir hasta allí cuanto antes- les dijo el elemental de viento apenas
los vio.
Kay suspiró por el sueño y
dijo:
- Vos remás.
- ¿Remar?- rió Natal, lleno
de energía.
Los DOSOS los ayudaron a
bajar del bote y a subirse en él, Natal les agradeció por todo y les dijo que
le hicieran saber a Mulón que todo había salido a la perfección. Los JEN
estaban tan dormilones que ni siquiera saludaron. Clavito se quedó con los
DOSOS (por decisión conjunta) quienes lo llevarían a la guarida en las montañas
para que estuviera a salvo, pues no sabían lo que podrían llegar a encontrar en
el templo. Natal utilizó sus habilidades en el viento para conducir al bote
hacia tierra.
- Eso es trampa- dijo Kay,
aferrándose al bote con todas sus fuerzas debido a que Natal se había excedido
con la velocidad.
Al llegar, Kay y Sony fueron
a vomitar tras unos árboles, se limpiaron con el agua del mar y se secaron con
ropa ya utilizada (la que se encontraba guardada en la bolsa-mochila).
- Nunca, jamás vuelvas a
hacer eso- dijo Sony con total seriedad.
Natal se burló de los
muchachos con un gesto y emprendió camino.
El Templo estaba a menos de
medio kilómetro de distancia; algunos pájaros blancos posaban sobre las torres
y volaban a su alrededor mientras cantaban. Todo ese sendero estaba bajo su
inmensa sombra, a medida que se iban acercando, algo extraño ocurrió... la
misma sombra del templo empezó a deformarse, como si estuviera sobre el agua y
esta se sacudiera. Pero la sombra estaba sobre tierra firme. A continuación,
unas inimaginadas criaturas se alzaron como nubes
de vapor y formaron una fila, impidiéndoles pasar. No llegaban al metro en
altura. No tenían piel, solo hueso y carne, además no emitían sonido alguno. Se
movían involuntariamente, como muertos vivientes, a paso lento se les iban
acercando.
- Y así empezamos…- suspiró
Kay- El Zen es un mundo repleto de DESAGRADABLES sorpresas.
- No van a dejarnos pasar,
están protegiendo la entrada- comentó Sony, con tal naturalidad que parecía que
estuviera refiriéndose a algo cotidiano- Creo que esta es la razón por la cual
está prohibido este lugar.
Natal las miraba perplejo.
- Estas criaturas… las he visto antes- dijo.
- Más tarde nos cuentas
donde y como, pero por ahora… ¿Cómo las detenemos?- exclamó Kay, encendiendo
sus manos.
- En guardia- ordenó el
elemental de viento, los tres se dispusieron a utilizar sus habilidades.
Las sombras vivientes (por llamarlas de algún modo) hicieron ver a los
intrusos unas inmensas bocas, con un abismo en su interior y unos ojos rojos
sin pupilas. Comenzaron a chocarse entre sí, saltando unas sobre otras, se
fueron mezclando hasta que no quedó ninguna, una masa oscura y gelatinosa dio
forma a una criatura de tres metros de altura, mucho más robusta y feroz.
- No van a dejarnos pasar…-
repitió Sony, un poco más lúcido.
- ¡Su estómago!- indicó
Natal, los elementales lanzaron sus habilidades simultáneamente, pero la
criatura abrió un agujero en su panza y ninguno de sus poderes pudo tocarlo,
chocaron contra una pared del templo y derribaron una torre, la cual cayó sobre
algunos árboles entre polvo y tierra.
- ¡¿Cómo hizo eso?!- exclamó
Kay, anonadado.
- Hay que tener cuidado con
no derribar el templo- ordenó Natal.
Sin señal ni indicación,
Natal volvió a atacar al frente, Sony fue por la derecha y Kay por la izquierda.
Sony cubrió el piso de lava, pero la criatura continuó allí sin moverse ni
dañarse, Kay le lanzó repetidas bolas de fuego, pero la criatura (sin mover ni
un músculo) fue abriendo agujeros en su cuerpo dependiendo de lo que necesitara
para evitar los ataques. Todo el fuego fue a parar a otra de las torres del
templo, pero esta no se derribó, solo se incendió hasta destruirse por
completo. El ataque de Natal tampoco fue efectivo, el enemigo se dispuso a
esquivarlo y fue a buscarlo, lo tomó del cuello y lo apretó con fuerza. Natal
deliraba e intentaba escapar inútilmente mientras era ahorcado. Kay y Sony se
desesperaron, utilizaron todas sus habilidades contra la oscura criatura, pero
nada funcionaba. Natal dejó caer los brazos, los dedos del monstruo apretaban
sobre sus nueces, el elemental expulsó saliva y el poco aire que le quedaba.
- ¡Kay! ¡Va a matarlo!- le
gritó Sony.
El cuello de Dick Natal
estaba rojo, los ojos del hombre se desorbitaban y pronto se cerrarían; la
criatura apretó más fuerte aún, con la clara intención de matarlo.
Ante la impotencia y
dejándose llevar por algo inexplicable, los JEN se acercaron sin miedo al
monstruo y posaron sus palmas sobre las costillas de la criatura. La sombra
viviente ni se mosqueó por su presencia, ni siquiera intentó sacarlos. Kay y
Sony dieron un último esfuerzo para salvar a su mentor, atravesando una gran
cantidad de temor y enojo. La sombra viviente se descompuso, soltó al elemental
de viento (este cayó al suelo petrificado, pero con vida) y empezó a convulsionar
hasta explotar en mil pedazos.
Los JEN quedaron uno frente
al otro, boquiabiertos ante lo que habían hecho, se miraron entre sí por un
momento y fueron a ayudar a Natal. El hombre estaba pálido, expulsando saliva y
respirando forzosamente, unas marcas coloradas le habían quedado expuestas en
el cuello.
- ¿Estas bien?- preguntó
Sony y lo ayudó a levantarse.
- Si…- dijo Natal con la voz
tomada- Gracias, otra vez.
Entre los dos lo ayudaron y
juntos fueron hacia las puertas del TEMPLO DE JIMONTE.
Las puertas se abrieron de
par en par por sí solas, los JEN (llevando a su compañero entre brazos)
entraron en el extraño templo. Se trataba de una única habitación de inmenso
tamaño, cien metros de largo y cien de ancho; el suelo perfectamente sincronizado
en baldosas de mármol, las paredes oscuras que se alzaban hasta el infinito
techo; los elementales estipularon unos doscientos metros. Lo más increíble de
dicho lugar fue una estatua de oro (de
¡cien metros! de altura) con la forma de
un antiguo prócer, sentada en una gigantesca silla; más tarde, Natal pudo
comprobar (mediante la fotografía que poseía en su libro) que aquel personaje era nada más y nada menos que Juan Jimonte. (Y
bueno, de aquí al nombre del templo). Al final de la habitación había una gran
cantidad de ventanales inmensos donde llegaba toda la luz. Había gran cantidad
de cuadros, todos ellos contaban una única historia, por ejemplo, en uno había
una inmensa ola apunto de sepultar una aldea, en otro cuadro, un hombre
manipulando dicha ola, etcétera. Otro de los cuadros era un excelente retrato
del antiguo líder de los elementales: Un
hombre alto, con cabellos rubios, largos y ondulados; una enorme camisa dorada
y un cetro en forma de águila. Natal se soltó de sus compañeros (ya mucho mejor)
y se acercó al retrato. Luego le habló como si pudiera oírlo.
- Juan… quisiera saberlo
todo. ¿Por qué viniste hasta aquí? ¿Por qué nos abandonaste? ¿Cómo es que el
águila sea tu otra parte, cuando inicialmente llevabas otro ser en tu interior? ¿Es esta otra obra de Fismut?
- Fismut… ese nombre lo
escuché anteriormente- dijo Kay, sugestionado.
- Fue un mago muy poderoso
que nos enseñó sobre la existencia de los corazones, nos enseñó a utilizarlos y
en lo particular… me dijo sobre la
llegada de unos seres que cambiarían el orden para siempre. Fue por eso
que me mantuve inmortal, para protegerlos
y guiarlos.
- ¿Rechazaste la idea de una
familia por nosotros?- preguntó Sony, abrumado- ¿Por qué nos los dices recién
ahora?
- Como les dije en el zef cuando
estábamos yendo hacia las islas: Mi vida es difícil de entender… fue un
sacrificio que tuve que hacer. Y se los digo ahora porque me parece
conveniente.
Kay se apresuró a hablar.
- Pero, la mujer que vi
estaba embar…
- Fue orden del mago, luego desapareció
y me dejó solo- interrumpió Natal, se lo notaba un poco molesto con respecto a
eso- Junto a mis otros compañeros, algunos desaparecieron como Jimonte y otros
fallecieron al pasar los años.
- ¿Y cómo es eso de que el
águila no es su otra parte?- volvió a preguntar el elemental de lava- Es más…
nunca te lo pregunté. ¿Qué hay de la tuya? Nunca la
vimos.
- Juan poseía una antigua
bestia de gran poder, no se como habrá hecho.- respondió Natal y se detuvo un
momento, no sabía si responder a la última pregunta- La mía ya no existe, me
deshice de ella hace muchísimo tiempo.
- ¿Te libraste de ella? Eso es cruel… ¿Por qué? ¿Cómo
hiciste eso?
- Una historia para otro
día, muchacho.
- Eres un hombre de
secretos, Dick Natal.
- Mi vida ha sido una extensa
historia sin terminar, ya se los dije.- suspiró profundamente y continuó- Ya
tendremos tiempo para que les cuente más sobre ella.
- También te lo pregunto
porque es probable que si tú lo hiciste, entonces Jimonte pudo haber intentado
lo mismo.- dijo Sony.
- Lo dudo mucho. Lo que yo
hice no fue muy agradable…
Kay y Sony se habían quedado
mudos.
- ¿Qué es eso?- exclamó el
elemental de viento, rompiendo con el silencio turbante.
Más adelante yacía un
pedestal, un bloque con una pequeña mesa de yeso inclinada, sobre ella… una hoja escrita. Frente al pedestal había
un particular círculo pintado, tenía gran cantidad de signos y formas en un
irreconocible idioma. Los ventanales estaban más adelante. Los elementales
fueron hasta allí, Sony y Kay se ubicaron dentro del círculo pintado y lo
exploraron. Natal, en cambio, se paró frente al pedestal.
- Pareciera ser el lugar
indicado para practicar magia, magia
peligrosa…- dijo Natal mientras fruncía el ceño. Apretó los dientes cuando
tomó la hoja y reconoció la letra. Sacó de su bolsa-mochila al libro
indicado.
- LOS SECRETOS DEL TRONO…
Las miradas fueron hacia
Natal en un santiamén.
- Este libro- indicó el
viejo elemental- Es de aquí…
- ¿Cómo es posible?- preguntó
Sony.
- Entonces Vayas estuvo aquí
y tomó el libro- afirmó Kay, atando los cabos sueltos.
- Es probable…- combinó Natal
y abrió el libro- Pero…- y lo supo, la hoja sobre el pedestal era la que
faltaba en el libro, la que había sido arrancada- La hoja que faltaba es esta…-
luego colocó la hoja donde debería estar.
- ¿Qué es?- preguntaron los
JEN al unísono con total curiosidad.
- Una invocación…- e inmediatamente un temblor ocurrió y el círculo
en el suelo empezó a brillar.
- ¿Qué demonios está
pasando?- exclamó Sony entre gritos.
Natal dejó el libro sobre el
pedestal y fue con sus compañeros, los tres yacían dentro del círculo; otro
hecho fantástico ocurrió, el círculo se hizo fuego y se destruyó como el
cristal, los elementales cayeron en un oscuro abismo.
No fue hasta que
despertaron, primero reconociendo que habían perdido la consciencia durante la
caída y luego, descubriendo que se encontraban en una clase de celda, en una cárcel… en el inframundo.
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