martes, 22 de noviembre de 2016

Los Cinco Soles: El Tercer Sol ¨Xiuhtonatiuh¨: CAPÍTULO 15.



Los Cinco Soles: El Tercer Sol ¨Xiuhtonatiuh¨: CAPÍTULO 15.

- Murió- dijo Sony, apretando los dientes y sentado contra la pared. Estaban en una nueva y angosta habitación, a oscuras. Kay encendió una llama en su dedo.
- No, sigue con vida. ¡Imagina todas las batallas que habrá enfrentado! Es un sobreviviente…
- Natal…- suspiró Sony y bajó la mirada, arrepentido- Primero Jessica y ahora…
Kay lo abofeteó súbitamente.  
- Está vivo. Lo sé- insistió.
A Sony le había caído una lágrima y sacudió la cabeza por el golpe.
- ¿Puedes probarlo?- dijo en voz baja.
- Cuando tengamos la espada, ese es nuestro deber.
- Te preocupas mucho por esa arma. ¿Hay algo que no me estas diciendo?
Kay meditó y respondió.
- Creo que no.
Sony comprendió y se levantó.  
- Bien, si no queda otra, sigamos y cuando alcancemos nuestros objetivo volveremos a buscarlo.
Kay tomó a Sony del hombro.
- Después de esto, todo mejorará… créeme. Ya no hay más secretos entre nosotros- En ese momento, decía la verdad.
Kay y Sony se adentraron en la tercera habitación. Un nuevo arco rocoso apareció al finalizar el estrecho paso y escrito sobre la piel de un leopardo decía:
¨Xiuhtonatiuh’’
- El tercer sol se aproxima. Hay que tener mucho cuidado.- advirtió Kay- En estos momentos, Natal sería de gran ayuda.
- Si repasamos: el primer sol fue de tierra, el segundo de viento, calculo que este referirá a algún otro elemento.
- Hasta ahora Natal nos ha salvado dos veces, tenemos que ser lo suficientemente hábiles. Ya no lo tenemos de nuestro lado. Cualquier paso en falso será nuestra perdición…
Sony asintió.

Los JEN continuaron, la temperatura se elevó rápidamente al cruzar el arco con el nombre del tercer sol. Esperaban algo fuera de lo normal, pero el Templo Azteca nunca dejaba de sorprenderlos.
A lo lejos, dos volcanes ascendían del interior de la tierra, un sector devastado, árido y rocoso que rondaba entre las dos o tres hectáreas. Los volcanes eran pequeños a comparación de los reales, tenían 200 metros de altura (cuando los verdaderos llegan hasta los 6000 metros); escupían chispas y amenazaban con erupcionar en cualquier momento.
Hacia la derecha, a 110 metros de su ubicación, observaron una mata de maíz sobre un pedestal y a su izquierda (a la misma distancia), yacía una columna del tamaño de una mesita de luz con llamas grisáceas sobre una particular antorcha.
Kay exhaló profundamente.
- ¿Qué es todo esto?
- Hay dos cosas de cada lado. Parecen indispensables para salir de aquí. Ve por el de la derecha, desde acá parece oro. Yo iré por el de la izquierda- sugirió Sony e hizo aparecer dos alas gigantescas de su espalda, las de la gárgola. Kay ni se mosqueó, esa había sido una técnica que su amigo había aprendido antes de asaltar San Robo. Sony se impulsó desde el suelo, la tierra se sacudió levemente a su alrededor, y voló hacia el pedestal a toda velocidad. Kay, tuvo que correr a pie. Sony llegó inmediatamente y contempló anonadado la extraña llama. Tomó la antorcha y al mismo tiempo, el volcán erupcionó, pero no fue lava. Una horda de pájaros, rodeados de llamas, surgió de su interior y fue hacia el joven Kay, quien corría en dirección al otro pedestal.   
- ¡Kay!- le gritó, pero este no pudo oírlo. Inmediatamente volvió a alzar vuelo con la antorcha en su mano izquierda.
El joven elemental del fuego, tardó en reaccionar. Los pájaros se abalanzaron sobre el JEN en un santiamén mientras este corría.      
Kay se percató finalmente e intentó repelerlos con sus habilidades, pero los ataques solo acrecentaron el fuego de dichas criaturas.
- Gigantes, jaguares, monos y ahora pájaros…
Entretanto huía, algunos pájaros comenzaron a colisionar contra el suelo, como si fueran proyectiles. Kay sintió como si estuviera escapando de un campo minado. 
- ¡Se comportan como Kamikazes!- pensó Kay y por un descuido, se tropezó con una roca hasta caer sobre el suelo.
Justo cuando estuvieron apunto de alcanzarlo, Sony llegó y sacudió sus inmensas alas para repelerlos. Funcionó por un momento.
Los problemas parecían lejos de acabar, una segunda ola de criaturas voladoras ascendió desde el interior del mismo volcán.
Sony tomó a Kay de los brazos y se elevó por los aires con gran dificultad.
- Sin mi transformación completa no tengo la fuerza que posee la gárgola, me cuesta cargarte- le gritó a su amigo.
- ¡Hazlo entonces!
- No puedo… algo me lo impide.
Las alas de Sony titubearon y perdieron el control, los JEN cayeron sobre las sólida tierra.  
Otro volcán estalló y este sí lanzó una gran cantidad de lava que se arrastró hasta alcanzarlos.
Sony volvió a levantarse, sus dos alas habían desaparecido, limpió la sangre en su rostro y agitó los huesos antes de intentar controlar las grandes masas de lava que se aproximaban.
- Combatiendo contra nuestros propios elementos, ¿Quién lo diría?- dijo Kay aún en el suelo.        
- No te quedes ahí. ¡Ayúdame!
Kay se levantó de un único movimiento y enfrentó a las ‘’aves Kamikazes’’, se le había ocurrido una gran idea: apagó las llamas de todos ellos y se dedicó a esquivarlos o lanzarles puñetazos y patadas. Sony, mientras tanto, intentó detener el paso de la lava y el magma, creyó que sería fácil, pero…
- ¿¡Qué ocurre Sony!? ¡¿Por qué la lava no deja de avanzar hacia nosotros?!  
- ¡Hago lo mejor que puedo! ¡No se que sucede, es como si se rehusara a ser controlada!
- Apresúrate o nos pulverizará, ¡ni siquiera tú que la controlas, podrás sobrevivir!
A contrarreloj, los JEN resistieron con todas sus fuerzas. Las aves se multiplicaron y rodearon a los JEN. Muchas de ellas explotaron en el aire y Kay, intentando defenderlos, quiso frenar las explosiones sin éxito.  
Sony le siguió, cayó luego de perder el equilibrio y las fuerzas para contener el ataque. Se mantuvieron juntos, esperando el momento culminante.
- Así se termina todo… ¿eh?- le dijo Sony a Kay, espalda con espalda, lleno de terror.
- No llegamos hasta aquí para morir así- lo animó el otro.
Y de repente, algo cayó dentro de cada volcán, primero hubo una fusión líquida que rebosó de su interior, luego se evaporó y por último explotó en mil pedazos. La lava se congeló, evitando que avance. En minutos, desapareció. Todos los pájaros se apagaron y volaron lejos.   
- ¿Qué…?- exclamaron ambos al unísono.
Un hombre caminaba hacia ellos entre medio del vapor.  
- ¡NATAL! ¡SOBREVIVISTE!- gritaron de alegría, pero cuando se acercó lo suficiente, sus caras se volvieron una mezcla de confusión y horror.
Se quedaron en silencio, aguardando lo peor. El hombre dijo:
- Xiuhtonatiuh o el tercer sol fue creado por el dios Tlaloc, pero fue corrompido por la raza humana, para variar… y posteriormente le ordenaron al dios del fuego que lo eliminara. Así que podría decirse que este es el sol del fuego- frente al pedestal, tomó la mata de maíz y se las arrojó. Los JEN se sobresaltaron esperando un ataque o una distracción, pero no fue así- Cómanlo.
- ¿Cómo llegaste hasta aquí?- preguntó Kay, duro como una roca. 
- Eso no importa. Si queremos sobrevivir a estas duras pruebas, es necesario que trabajemos juntos.
Sony y Kay abrieron los ojos como platos, estupefactos.
- Les salvé la vida, me deben una…
Morgán estaba extraño, seguía siendo una monstruosidad entre las dos especies, pero su aspecto era diferente…    
- Yo sé todo sobre la cultura azteca. Necesitan un guía para salir de aquí. Y yo necesito de sus habilidades para llegar a la espada.
- ¡JAMÁS! ¡TERMINEMOS ESTO AQUÍ!- gritó Sony y se quiso levantar pero al instante lanzó un gemido de dolor.
- ¿Lo ven?
No hubo tiempo de enfrentamientos, la lluvia de fuego penetró sobre la habitación y la tierra se abrió en dos, la lava incontrolable emergió nuevamente.
- Rápido, denme la antorcha- exclamó Morgán apresurado.
Sony no se la quiso dar, pero Kay… se la arrebató y se la dio.
- ¡¿Qué estas haciendo…?!
- Dame algo de maíz, ya- le ordenó Miljen. Kay también se lo dio.
- ¡Kay, por el amor de Dios, nos va a matar o dejar aquí!- gritó Sony furioso. 
Morgán incendió el maíz con la llama gris y la tiró al suelo, una puerta solitaria emergió del interior de la tierra. Los JEN no sabían que creer, ese sol parecía estar apunto de destruirse. Y el terror los cubrió, Morgán desapareció y apareció tras ellos, tomó a ambos de los antebrazos; escupió de su boca un hilo de hielo que rodeó a la puerta, la destruyó; y los llevó a la siguiente compuerta. 

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