El Medallón de Plata: CAPÍTULO 24.
Kay
y Sony se miraron entre sí con presunción, sabían que era lo que tenían que
hacer. Hariet se había quedado inmóvil, gustoso y con una sonrisa diabólica en
el rostro.
-
Tritán, dos de tus invenciones son mías- vociferó el villano- Puedo sospechar
quién posee el último medallón…
Los
JEN se volvieron a lanzar miradas y asintieron entre ellos. A continuación, Kay
usó la fuerza repulsiva para destruir los murales, las paredes y el techo;
Sony, a su vez, empleó la fuerza de atracción para sacar al medallón de plata
de su plataforma y tomarlo con sus manos, lo que funcionó. El lugar comenzó a
derrumbarse y Hariet reaccionó tarde.
Kay
y Sony subieron las escaleras y sellaron la entrada con Hariet allí dentro.
¡Tenían al medallón de plata en sus manos!
-
Hay que salir de aquí- dijo Sony, desesperado.
-
Esto no es lo que tiene que pasar.
-
Vamos a morir si nos quedamos.
-
Lo sé, pero es lo correcto- afirmó Kay. Sony suspiró con opulencia. Ambos se
quedaron plasmados frente a los escombros de la escalera y la entrada, que se
movían cada tanto entre humo y piedras. Kay tomó a Sony del hombro.
-
No es tan malo como crees, te lo dice alguien que murió dos veces.
-
Yo le dije a mi abuelo que no quería que nadie más muera por mí, y era verdad,
pero bueno, desearía que hubiera otra forma…
-
Por Natal- vociferó Kay, cerró el puño y lo estiró. Sony sonrió y repitió el
gesto, juntando sus puños.
-
Por Natal.
Al
instante, lo subterráneo se derrumbó; las columnas y pedazos de la escalera se
vieron sumergidos en el caos. La masa de los objetos se transformó en gas y
líquido, el Único se alzaba entre los escombros.
Kay
y Sony tragaron saliva. Hariet se había deshecho de su vieja armadura y ahora
portaba una nueva: la de Büul.
Toda
plateada y con algunos toques de gris y negro; más pegada al cuerpo que la
anterior; con codales, hombreras, guardabrazos, quijotes, rodilleras, grebas y
guanteletes. Estaba cubierta por insignias y lo que parecía ser un traje negro
por debajo de las partes metálicas, el cual se hacía visible mediante algunas
ranuras, líneas y formas del traje. Una capa carmesí en la espalda, dos cuernos
plateados de toro, insignias en el casco (el cual le cubría toda la cara al
personaje, dejando su aspecto en la oscuridad, a excepción de dos ojos
brillantes que se tornaban rojos como el fuego). Era la nueva versión del Señor
Oscuro. Hariet en todo su esplendor.
-
Buen intento- dijo Hariet, su voz había vuelto a ser
terrorífica y resonante, mucho más que cuando portaba su traje original. Estiró
la mano y dijo- Entréguenme el medallón.
Sony
lo tenía en su mano izquierda y lo apretó con fuerza.
-
Ven por él.
La
mano de Hariet se rodeó de hielo y golpeó el suelo, este se congeló
inmediatamente y se tornó resbaloso. Luego, manipuló el aire con sus dedos para
causar ventiscas. Kay y Sony tuvieron que forjar una esfera magnética para
protegerse de los ataques. El Único no se detuvo y los acechó con proyectiles
de fuego oscuro, ráfagas que impactaban contra la defensa de los jóvenes.
Después, alzó la mano y un rayo cayó por el agujero del techo que los JEN
habían producido en el capítulo anterior, directo a la palma del villano, y
como si de un conductor eléctrico se tratara, la energía pasó al otro brazo de
Hariet y con este atacó nuevamente, provocando una intensa corriente de alto
voltaje. El rayo terminó por deshacer el campo de fuerza de los JEN y ellos
cayeron al suelo, el hielo se agrietó tras su caída y no tardaron en verse
afectados por los fuertes vientos que danzaban en el salón.
Sony
aferraba el medallón de plata a su cuerpo.
-
¿Recuerdas cuando Morgán te mordió y caíste
enfermo, al borde del abismo? – le preguntó Hariet a Kay- Él sólo
necesitaba tu sangre, pero se sobrepasó con la mordedura, la cual se infectó y
te estaba matando. Le ordené que lo solucionara y Morgán te curó cuando estabas
inconsciente, porque te necesitaba vivo hasta el momento adecuado. Este es el
momento adecuado.
Kay
apretó los dientes.
-
Terminemos con esto hoy, Diego- Kay saltó hacia una de las paredes del templo y
se trepó como una araña. Hariet le lanzó pequeños bloques de hielo y Kay los
fue esquivando entre saltos de agilidad, mientras caminaba por las paredes.
Sony, a su vez, constituyó ocho cuchillos de cristal, los sostuvo entre las
aberturas de sus dedos y lanzó cuatro hacia la pared izquierda, los otros hacia
la pared derecha, todos quedaron atascados. Los cuchillos llevaban filos hilos
de color verde que Sony manipulaba con sus manos. Kay tomó uno de los cuchillos
y se lo lanzó a Hariet. El Oscuro, creyéndose invencible, no lo esquivó y el
arma blanca quedó atascada en su hombrera. Luego, el cristal empezó a
sumergirse dentro de la hombrera como si se estuviera derritiendo dentro de
ella. Hariet tardó en reaccionar, anonadado, tomó al cuchillo de la punta y lo
lanzó lejos. Pero en ese momento, Sony accionó uno de sus hilos y el cuchillo
volvió a quedar atascado en una de las paredes.
Hubo
una pausa y Hariet se preparó, ya sabía lo que se tramaban. Kay usó su súper
velocidad para recorrer las paredes, tomar los cuchillos de cristal y
lanzárselos a Hariet en un santiamén.
El
Único estiró la mano y una esfera de aire desvío todos los proyectiles. Sony
movió sus manos como si manejara una marioneta y los ocho cuchillos regresaron
a las paredes.
Hariet
no se detuvo y formó un círculo de fuego azulado, girando su dedo índice, el
cual apuntaba al cielo.
-
Ya jugué mucho con ustedes.
Al
mismo tiempo, el hielo del suelo se extendió por las paredes y el techo, Kay
continuaba trepado en la pared izquierda y Sony en el suelo, frente al enemigo.
Luego, dos manos blancas los tomaron de los tobillos, ambos gimieron del susto.
Aquellas manos habían surgido del hielo.
Frío
y calor al mismo tiempo, el fuego en los aires y el hielo en la tierra.
Kay
forcejeó para liberarse y de nada sirvió, usó su fuego y tampoco hubo caso
(recordó que para vencer el hielo de Morgán necesitaba combinar sus poderes con
Sony). Otras manos emergieron de las paredes congeladas y arrancaron los
cuchillos de Sony.
Hariet
manipuló los materiales a su alrededor y conformó líquidos. Los JEN estaban
rodeados por tres ofensivas distintas.
-
Tenemos que diseñar un plan- pensó Sony, se llevó la mano al mentón y se le
prendió la lamparita.
Los
líquidos se abalanzaron como una ola sobre Sony y lo mojaron por completo,
después, Hariet creó unas chispitas de electricidad con sus dedos…
El
fuego oscuro se abalanzó sobre Kay, quién lo rechazó con la fuerza magnética y
lo deshizo. Mutó sus pies a los del lobo y las manos blancas no pudieron
continuar tomándolo de los tobillos ya que estos habían crecido notablemente.
Una vez el elemental del fuego se liberó, mutó al lobo en su totalidad, tomó la
mano y la alzó, desenterrando un hombre de hielo, cubierto de escarcha y sin
rostro. Lo exprimió hasta destruirlo en mil pedazos y rugió con ferocidad.
Justo
antes de que Hariet le lanzara una corriente eléctrica a Sony, el lobo saltó,
pateó las manos blancas, tomó a Sony entre sus brazos y volvió a saltar, el
rayo pulverizó un fragmento de la entrada y al hombre de hielo que tomaba a
Sony de los tobillos.
-
Estuvo cerca- suspiró Sony, acostado en los brazos del lobo; dicha criatura
yacía colgada en una pared. Hariet manipuló la materia del muro y esta se
derritió, el lobo volvió a saltar y aterrizó en el suelo. Detrás del muro había
otra habitación de enorme tamaño, con mesas largas y sillas: un comedor.
Ciertas columnas congeladas y fragmentos del salón con el trono cayeron cuando
una de las paredes se derritió, hasta que la habitación se derrumbó. El lobo
corrió hacia el comedor y Hariet fue detrás de ellos.
Una
vez allí, el lobo soltó delicadamente a Sony para que se pusiera de pie. Sony le
dijo algunas cosas a Kay cuando el Único caminaba hacia ellos y el derrumbe
cubría todo el sonido. El lobo asintió. El humo del salón anterior pasó al
comedor y lo cubrió todo por un momento. Cuando el Único volvió a contemplar a
sus enemigos esperándolo, Sony había mutado a la vigorosa gárgola de piel gris.
Ambos
atacaron a Hariet al mismo tiempo, cuerpo a cuerpo. El Único se ofendió, creyó
que lo estaban subestimando. Acarició la nada y distintas bolas de aire lo
rodearon, listas para defenderlo cuando ellos se acercaran.
Las
esferas de viento atacaron a las bestias en un santiamén y estas se vieron
repelidas hacia atrás, pero no fueron suficiente, de todos modos, aquellos
enormes cuerpos continuaron avanzando y embistieron al enemigo.
Hariet
se defendió de esos monstruos que eran más altos que él, sólo con sus brazos,
sin necesidad de usar sus habilidades sobrenaturales. Con una agilidad y fuerza
abrumadora, el Oscuro tomó al lobo de la muñeca peluda y a la gárgola le pegó
un puñetazo en el abdomen. El lobo rugió y pasó sus garras por la coraza que el
antagonista llevaba en el pecho, dejándole tres líneas en su reluciente
armadura. El Único aun sostenía la muñeca del lobo, quién forcejeaba para que
lo soltara y cada vez que atacaba, sólo le causaba rasguños o ralladuras a la
armadura. A continuación, Hariet superó la fuerza del lobo y logró golpearlo en
la cara con la mano de la bestia, en síntesis, el lobo se golpeó a sí mismo.
La
bestia de pelaje erizado y azulado se echó para atrás, desorientada y pasándose
la pata por el hocico ensangrentado, como un perrito lastimado.
La
gárgola usó sus alas como brazos extras para combatir. Hariet forjó cuchillas
de hielo y se las cortó. La bestia gris gimió desgarradoramente. Hariet
aprovechó y forjó una flecha de fuego oscuro, con la que incendió las piernas
de la gárgola.
El
lobo fue en su ayuda, desesperado al ver a su amigo siendo quemado vivo. Pero
Hariet se le adelantó y le lanzó un hilo eléctrico que sacudió a su
contrincante. El lobo cayó de bruces con el suelo y no parecía estar respirando…
Tanto
la gárgola como el lobo estaban muy alejados entre sí, Hariet se aprovechó y
conformó con su pulgar una diminuta esfera de rayos negros y blancos. Fue a
acabar con Sony, a quién tenía más cerca, apareció ante él a una velocidad
súper sónica y le tocó el pecho con su pulgar mágico. O eso creyó que hizo.
Dos
personas acababan de aparecer tras su espalda y apoyaron sus palmas en la
espalda y capa carmesí de Hariet.
-
Hasta pronto, Diego- le dijeron los JEN al mismo tiempo tras su espalda. Hariet
no entendía, la gárgola se estaba pulverizando frente a sus ojos y el lobo yacía
a lo lejos, casi muerto. Fue demasiado tarde para meditarlo, una fusión entre
las fuerzas magnéticas lo arrasaron por detrás y todo su cuerpo convulsionó
hasta explotar en mil pedazos.
Kay
y Sony cayeron al suelo, exhaustos. Estaba hecho, Hariet estaba muerto. Pero
ninguno de los dos parecía contento o conforme con el resultado. Se sentaron y
respiraron con dificultad, tenían los rostros sucios y ensangrentados, miraban
la nada con los ojos cansados y hartos de todo. Había sangre, manchas oscuras y
algunas extremidades humanas a su alrededor.
-
Sacrificaron sus propias contrapartes de Amdor para
sorprenderme por detrás y pulverizarme- les dijeron a sus espaldas, y ellos, con
pesadez, miraron al intruso- Me pregunto… ¿En qué momento se
separaron de ellas y las dejaron morir? – Hariet yacía de brazos cruzados, con algunos
rasguños en la armadura, de pie y sentado en una mesa del comedor- Esperaron a que yo usara varios de mis poderes para que me cansara, así,
en el momento adecuado me sorprenderían por atrás y acabarían con la batalla- soltó una desquiciada
sonrisa- La única razón por la cual no los mataría sería por
su increíble destreza e inteligencia. Aunque el sacrificio fue en vano.
-
¿No te mueres nunca? – gruñó Kay.
-
Nunca- repitió Hariet- Porque soy el elegido. Y… porque no son los únicos que tienen nuevos
trucos bajo la manga.
-
Manipulas los sentidos de la gente,
algo parecido a lo de Hélen.
-
¡Exacto! Sólo parecido. – dijo Hariet con
alegría, algo que a los JEN les resultó espeluznante- Mis reflejos son superiores a los suyos y mi velocidad también lo es, no
son cosas que pueda hacer todo el tiempo, me dejan muy cansado.
-
Percibió que estábamos por atacarlo por detrás y reemplazó su cuerpo por una
imagen ilusoria que nos hizo “tocar” alterando nuestros sentidos del tacto,
luego escapó con su súper velocidad y se sentó para descansar- pensó Sony- Este
tipo es un caso.
La
batalla parecía haber entrado en una pausa, ni Kay ni Sony ni Hariet tenían
intenciones de levantarse. La sangre, las manchas y las extremidades humanas
desaparecieron al instante.
Hariet
se puso de pie.
-
Durante el humo, allí iniciaron su jugada- exclamó- Tengo que admitir, con cierta envidia, que mi hermano Pedro fue un
excelente maestro. Sin embargo, el PRODIGIUM no se caracteriza por ser paciente…-
Hariet
desenvainó una nueva arma, oculta tras su capa. Era un bastón negro (de 180 cm),
similar al palo Bo que se usa en el Kung Fu, no obstante, aquel instrumento no
era de madera, sino de un material más resistente como el metal.
A
los JEN no les quedó otra que levantarse.
-
No vamos a parar hasta que estés muerto, aunque eso signifique que tengamos que
sacrificar nuestras vidas para lograrlo- vociferó Kay, tomándose del hombro.
-
Bonitas palabras- Hariet revoleó aquella vara gruesa como si
fuera un profesional, luego, se quitó el casco y lo tiró al suelo- Quiero ver esto con mis propios ojos.
Sony
miró a Kay y conformó una ola de lava, la cual se suspendió en los aires, él
movía los brazos para mantener el movimiento del elemento. Kay forjó dos
llamaradas en sus manos. Hariet se abalanzó sobre ellos y los atacó con su
bastón. Fue difícil esquivar los rápidos y mortales ataques del Único cuando
apenas tenían energías para levantarse y usar los poderes de los elementales.
Sin embargo, Kay notó que Hariet también se había alentado, no eran los únicos
que ya estaban abatidos.
Kay
chocó sus puños ardientes con el bastón negro y nada le hicieron; Sony controló
la ola para amasar a Hariet, pero este utilizó los poderes de Natal para evitar
que lo tocaran.
Desesperados,
los JEN emplearon sus últimas fuerzas para vencerlo, pero de nada estaba
sirviendo. Hariet golpeó a Kay bruscamente en la cara, le quitó algunos dientes
y le sacó unas cuantas lágrimas. A Sony le dio en la espalda cuando este quiso
girar para emplear una nueva técnica; el pobre muchacho sintió como sus huesos
se movían levemente tras el impacto. Ya era mucho dolor, querían que todo
terminara de una buena vez.
Hariet
no podía dejar de jugar, no los odiaba, todo lo contrario; y eso atrasaba su
misión. Los JEN, más impotentes que nunca, se reagruparon y combinaron sus
elementos en una bola mística e irreconocible. Se la lanzaron a Hariet y él
esperó para contrarrestarla, pero a mitad de camino, la bola se deshizo sola.
Kay
y Sony tenían las miradas tristes y suspiraron con opulencia. Kay intentó
incendiar su mano y no pudo, Sony procuró crear otra ola de lava y tampoco
pudo.
-
¿Qué está pasando…? – se preguntaron, incrédulos.
Hariet
volvió a revolear el bastón, sólo para demostrar su destreza manejándolo y lo
clavó en el suelo como una estaca. Esta vez no habló y su rostro se tornó muy
serio, a continuación, levantó su palma izquierda y armó una bola de rayos
negros y blancos, tan grande como un automóvil.
Kay
y Sony gritaron furiosos, al borde de la cólera. No se quedaron atrás y
conformaron los círculos del Böju y el Yöbu (el rojo y el azul), sus togas
habían perdido el blanco tras la batalla y se vieron iluminadas por la magia. Juntaron
todo lo que les quedaba (sus últimas energías) y juntos, conformaron una esfera
magnética (la fusión entre la atracción y el rechazo). Era hora, no importaba
el resultado, sino… darlo todo hasta el final.
Ambas extraordinarias técnicas no tardaron en
chocarse entre sí y sus creadores se esforzaron entre gritos y maldiciones. La
Fortaleza de Büul estalló.
Las
paredes se pulverizaron; las mesas, los cuadros, las columnas y los techos
desaparecieron, atraídos por un agujero negro que lo absorbió todo y luego lo
expulsó. Los escombros volaron y la aniquilación fue total.
Afuera,
Hélen, Gargas y su ejército de esqueletos, Ryanos y Narsogs esperaban, habían
armado campamentos y hasta el mismo dragón Kahar yacía durmiendo en el medio
del campo de batalla, satisfecho con lo que había comido.
Todos
ellos fueron testigos de la exterminación provocada por la dualidad. Muchos se
levantaron y Kahar levantó la cabeza y el cuello de serpiente, atento, como un
perro guardián.
Ninguno
se atrevió a avanzar. Después de la gran explosión, había humo, polvo y los
restos deteriorándose o cayéndose. Una onda expansiva sacudió los muros y los
peinó por encima, quitándoles algunas rocas. La tierra tembló y el cielo
continuaba tan azul como antes (sólo que esta vez estaba más claro, era de día)
en una hermosa tarde de verano. Los anillos parecidos a nubes se habían
esfumado.
Hélen
apretó los dientes. Entre las ruinas de la Fortaleza, una sombra se hizo ver,
de pie y con una contextura gruesa. Hélen suspiró aliviada.
Hubo
vitoreos entre los ejércitos de fenómenos, la multitud gritaba enloquecida como
si se tratara de un concierto de rock.
Gargas
no parecía nada contento con su hogar reducido a cenizas y el dragón Kahar sólo
prestó atención unos momentos y luego volvió a dormir.
La
armadura de Hariet estaba dañada, sin hombrera izquierda, ni guantes metálicos;
la capa carmesí demacrada y el rostro de dos facetas con suciedad y sangre.
Caminaba con lentitud y pesadez hacia el otro lado del área. Los ejércitos y
los dos antiguos Proetas observaron la situación y se fueron acercando poco a
poco.
Hariet
avanzaba entre los deshechos, el hollín y el vapor hacia dos individuos,
aplastados por rocas inmensas y aún con vida. Kay y Sony tardaron en despertar,
estaban acostados, uno al lado del otro, atrapados entre los pesados peñascos,
con los rostros rojos, pálidos y hediondos.
La
vara metálica de 180 cm seguía clavada en la tierra, sin sufrir daño aparente.
Hariet la tomó y la partió en dos con sus propias manos. Luego, se dirigió
hacia los JEN lentamente…
-
¿Kay? ¿Kay? – lo llamó Sony, inmóvil y sólo giró su ojo derecho (pues todo su
perfil izquierdo estaba cubierto).
-
Tranquilo- le respondió Kay, girando su ojo izquierdo (todo su perfil derecho
estaba aplastado), ambos yacían casi pegados- Ya no me quedan energías.
Sony
lo miró de arriba hacia abajo y también notó que no podía mover ni un músculo
de su cuerpo, apenas podía sacudir el brazo.
-
¿Te acuerdas ese día, cuando teníamos seis años? - le dijo Kay de repente. Sony
asintió, dudoso. Kay miró el cielo azul y continuó- Lo recuerdo como si hubiera
sido ayer. Antes de aquel día, vivíamos juntos y chocando nuestros puños cada
vez que jugábamos… Ese fue el día que Nicholas quiso hablar con nosotros en
solitario, recuerdo las sillas y el cuarto de estar, como él estaba vestido y
los adornos de navidad- el irreconocible rostro de Kay se tensó y se llenó de
lágrimas- Ese fue el día que él confesó que yo era adoptado, que nosotros no
éramos hermanos de sangre y que mi verdadera familia había muerto- Sony sintió
un nudo en la garganta y hubo una triste pausa- Me afectó mucho y mi vida dio un giro a tan
corta edad, pero eso no fue lo que más me afectó. Lo que realmente me destruyó
fue que a ti también te afectara. Que te alejaras de mí y que olvidaras
aquellos días de juego para considerarme un sobrante en la familia. Nunca más
quisiste chocar los puños- Kay tragó saliva- No te culpo, éramos unos niños.
Pero ahora puedes entender por qué fue tan importante para mí cuando fingiste
amistad conmigo, con la intención de hacerme una broma pesada junto a tus
amigos. Yo te estaba esperando, Sony. Estaba esperando el día que te atrevieras
a considerarme tu hermano…
-
No hay nada que considerar- le respondió Sony, al borde del llanto, y esforzó
su brazo sano para estirarlo hacia Kay y mostrarle su puño. Kay cerró el ojo
rápidamente y sus labios temblaron, devastado. Las gotas le habían atravesado
la cara y estaba dejando una laguna en el suelo. Tardó todo un minuto hasta que
utilizó sus escasas energías para levantar su brazo derecho y completar el
choque de puños.
Hariet
se acercaba y arrastró el bastón por el suelo, causando un sonido atroz. Sony
se distrajo y Kay se apresuró en añadir.
-
Mírame a mí, por favor Sony, mírame a mí hasta que acabe- su amigo lo hizo e
intercambiaron miradas con sus únicos ojos sanos. La sombra de Hariet los
cubrió, estaba tan dañado como ellos e igual de exánime, movió los dedos y las
rocas que aplastaban a los JEN se transformaron en gas. El dolor que sintieron
fue insoportable, cada uno pudo ver en el otro lo deformes que habían quedado
sus cuerpos y los perfiles cubiertos. No hubo pausa ni discurso y la luz que
emanaban sus pupilas se desvaneció apenas Hariet enterró los dos pedazos de su
bastón oscuro, al mismo tiempo, en los corazones de los JEN.
Sony
Dameron y Kay Montarnen murieron rápidamente, con los ojos llorosos y abiertos,
mirándose entre sí y con los puños chocando.
Finalmente,
Hariet se arrodilló ante los cadáveres y dijo con pesadez.
-
Gracias. Hicieron lo que creyeron correcto y defendieron sus ideales hasta el
final, no los olvidaré nunca, lo prometo. Muertos al mismo tiempo, no podrán
regresar como procura el precepto. Son la causa de la nueva era, créanme. Yo
viví más en este mundo que cualquiera de ustedes, sé lo que hago y sé que no es
del todo ético, pero es lo correcto, es lo que nadie se anima a hacer, por eso
soy el elegido- luego rezó y le dedicó una oración a cada uno.
Hélen
y Gargas lo habían alcanzado.
-
¿Se terminó? – le preguntó el angel de la muerte, a sus espaldas.
-
Aun no. El profeta es una carga- dijo Hariet seriamente y se levantó- Busca a
tu hermano y tráelo ante mí, lo quiero vivo.
Hélen
amagó para retirarse. Gargas se le quedó mirando al Único.
-
Tú también.
-
No soy tu secuaz- gruñó el esqueleto parlante.
Hariet
suspiró y le habló frente a frente, a centímetros de distancia.
-
Quiero que sepas que el Caído murió cuando yo me apoderé de su poder, no tuvo
la voluntad para vencerme- Gargas apretó los dientes- Si quieres matarme para
resucitarlo, hazlo; sino, déjate de estupideces y haz todo lo que te digo.
En
ese momento de tensión, Hélen se había detenido un momento, pensativa.
-
Ahora que lo menciona, señor, ¿No se está preguntando como llegó la esencia de
Büul al corazón que usted encontró? – dijo.
-
No lo sé y no me interesa- respondió Hariet y manipuló la materia de las rocas
para conformar dos tumbas para los JEN.
-
Eran vuestros enemigos- vociferó Gargas.
-
Lo sé.
Los
materiales desparramados se unieron para conformar las tumbas de Kay y de Sony,
rodearon a los cuerpos sin vida y los resguardaron allí, entre las ruinas.
Gargas
no acotó más nada y se marchó junto a Hélen.
Los
ejércitos se habían acercado al lugar de los acontecimientos mientras el Único
buscaba su casco y se lo volvía a colocar en la cabeza. Miró a los Narsogs con
interés.
-
En un pasado, el anterior a mí les brindó una parte
de mi poder, es hora de que lo devolváis- los ejércitos asintieron sin comprender.
Hariet alzó su mano y TODOS los Narsogs entre las tropas (que eran miles)
sufrieron convulsiones. Otros se asustaron o se quedaron plasmados, observando.
Los Narsogs se fueron convirtiendo en Ryanos desorientados, poco a poco.
Primero, recuperaron la razón, luego… se achicaron en altura, los cuernos y
caparazones desaparecieron, las bocas se tornaron más “humanas”, sus cabellos
se oscurecieron, las garras en las manos y los pies se esfumaron, los ojos
rojos se tiñeron de azul, verde, marrón y negro azabache.
Fue
como si se hubieran librado de una maldición y toda esa esencia consumió al
Único, devolviéndole todas sus fuerzas.
Los
nuevos Ryanos no entendían en donde estaban ni quienes eran ni que hacían allí,
se miraron entre ellos con desconfianza y se asustaron de los seres
esqueléticos.
-
Yo soy Hariet, su salvador. Quién reconstruirá este
mundo, me deben sus vidas- les gritó y ellos le prestaron atención, pero no parecían
creerle.
Algunas
disputas ocurrieron, pero Hariet no les prestó atención y concentró su atención
en el medallón de bronce dentro de él. La tumba de Sony brilló y luego, un
pequeño portal apareció en la mano de Hariet, de allí brotó el medallón de
plata.
-
Dos medallones, al fin- Apretó al medallón de
plata cuando el portal desapareció y pudo tocarlo, estaba emocionado- Ya es hora-
Hariet alzó la mano para llamar al PRODIGIUM con su medallón de bronce. Al
mismo tiempo, intentó sumergir el de plata en su pecho, pero no pudo, lo que le
llamó la atención ya que eso mismo había logrado con el de bronce. No se detuvo
en ello y continuó con el llamado. Habló en una lengua exótica y extraña; de su
pecho surgió un rayo de luz que perforó el cielo azul hasta provocarle un
agujero de gusano, que se expandió de tal modo que trajo la noche consigo- Los JEN están muertos, como prometí. ¡Trae a los agentes del caos y
volvamos a la dimensión de la Tierra para empezar con la fase final del plan!
Una
voz inentendible resonó en los cielos, parecían truenos charlando. Una nube
oscura y naranja se expandió en el horizonte. Los nuevos Ryanos retrocedieron
asustados y no fueron los únicos…
Distintivas
bolas gelatinosas, que parecían estar compuestas por brea, cayeron como
meteoritos desde el vórtice en las alturas, eran miles.
El
PRODIGIUM entraba a este universo y el fin del mundo comenzaba a la par.
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