El Secreto de Fismut: CAPÍTULO 25.
-
Han pasado cosas espantosas en Plaza de Mayo durante varios siglos, pero esto,
no tiene comparación- narraba la periodista en todos los canales de la
televisión- Dios nos proteja, recemos todos juntos. Lucifer llegó y se acabó. Es
como si alguien lo hubiera escrito, primero apareció la especie que luego nos
traicionó, la crisis por el agua, los golpes de estado, una masacre
inexplicable en un pueblito pequeño y ahora… la llegada del mal. Tal vez Van
Robin Hed no era tan malo después de todo…
Hombres,
mujeres y niños contemplaban las pantallas en el centro, multitudes de personas
(las que se animaban a salir a las calles).
-
El ejército demoníaco se marchó y puedo asegurarles que no tardarán en regresar
para terminar con estas guerras de bestias. ¡Escóndanse los que se quedaron!
¡Es lo único que les queda, nosotros los ayudamos y los apoyamos, al final, nos
dieron la espalda! ¡A ustedes les hablo, “RYANOS”! – el sonido de la voz de la
mujer resonó en todas las enormes pantallas de cada gran ciudad de Buenos
Aires. Ni siquiera los militares se habían molestado en “callar” a dicha
periodista.
Entre
los escombros de la batalla entre el Único y los JEN en Plaza de Mayo, había
familias de seres de piel gris, los que no se habían unido a Hariet. Tan
muertos de miedo que apenas se atrevían a salir a la luz del sol. No estaban de
acuerdo con el Oscuro, y, aun así, todos los humanos los querían muertos.
Fix Úrdigan era un Ryano nacido en
Córdoba, de veinte años y piel gris, ojos miel y cabello corto (oscuro), a
diferencia de los otros, su piel era bastante lisa, sin ningún poro. Y él,
junto a muchos otros, había sido testigo del día en que apareció el abominable
sujeto con la armadura. Él había visto con sus propios ojos como dos jóvenes le
hicieron frente y se animaron a desafiarlo hasta que desaparecieron. Fix confiaba
en aquellos dos, él estaba convencido que ellos eran la clave para salvar al
mundo. Y por más que intentara convencer a su familia o a sus amigos, no había
caso, las pruebas no importaban, la actitud de los humanos sí.
Fix
se encontraba espiando la superficie, patrullando y ayudando a otros Ryanos a
robar alimentos. Asaltaron un supermercado con pistolas y cuchillos, el
vendedor estaba lleno de odio hacia ellos (y no por robarle), Fix lo notó y se
molestó, pero no le dijo nada.
El
grupo avanzó por donde la basura se acumulaba, donde curiosamente había una
entrada que te conducía a un mundo subterráneo. Allí, tras dos años de la
llegada de Hariet, los Ryanos habían construido una horrible sociedad secreta
para alejarse del homo sapiens. Le dejaron las sopas, los condimentos, los
panes y los alimentos no perecederos a un distribuidor. Era lo único que
conocían para matar el hambre de la población.
-
¿Vienes con nosotros, F? – le preguntó uno de sus compañeros.
-
Luego los alcanzo- respondió el joven Ryano y tomó una ruta distinta.
Trotó
por los largos pasillos oscuros y cilíndricos, rodeados de cañerías, agua
estancada, ratas y un pésimo aroma en el ambiente. Conocía las ramificaciones a
la perfección y se guío fácilmente hacia una cueva improvisada con algunas
cortinas colgando para mantener la privacidad. Ella yacía acostada en un
colchón pelado, con fiebre y muy débil. Su piel también era gris y sin poros,
con unas cuantas arrugas y canas blancas. Fix la atendió y le dio un pan que
había robado en el supermercado. A decir verdad, reveló un montón de cosas
entre sus bolsillos que no le había dado al distribuidor.
-
Esto es para que te mejores, mamá- le dijo con esperanza. Ella sólo se limitó a
mirarlo, apenas podía hablar. Comió un poco y volvió a dormir. Fix suspiró con
opulencia y se golpeó a sí mismo para no largar el llanto, no podía. Se sentó a
su lado y le acarició la mano durante horas mientras la observaba dormir, luego
siguió buscando entre lo que había tomado y recordó que le había robado el
celular al vendedor a punta de pistola. Ya había usado uno antes y lo ojeó,
dicho sujeto ya tenía una ventana abierta, una página del gobierno con el
titular: LOS ELEMENTALES, LOS HÉREOES ENTRE LAS SOMBRAS. La luz le afectó y fue
por sus anteojos, se los colocó y leyó en voz alta- La página fue hackeada, mi
nombre es Francisco y estos son los archivos ultrasecretos del gobierno que
evidencian la existencia de los Elementales- Fix siguió leyendo y deslizó su
dedo para continuar, más abajo había documentos firmados por el antiguo Rey
Patricio, las condiciones del Proyecto Light y fotos de incidentes
inexplicables donde yacían tres sujetos involucrados: dos jóvenes y un adulto-
Son… ellos- jadeó y miró a su mamá ya que esta acababa de toser, sin embargo,
eso fue todo lo que hizo y se mantuvo dormida.
-
Lamentablemente están muertos- le dijo un hombre que acababa de mover la
cortina para pasar. Fix frunció el ceño con rencor y de un movimiento tomó la
pistola, no obstante, cuando intentó apuntar… un vórtice pequeño apareció y
absorbió la mitad del arma, partiéndola en dos. Fix, anonadado y muerto de
miedo, tiró al suelo su pistola y se aferró a su madre- Nosotros no tuvimos
nada que ver, haga lo que quiera conmigo, pero no lastime a mi madre, está
enferma.
El
sujeto entró y la cortina cerró la “habitación”.
-
Eres un exagerado- vociferó el hombre. Fix ya había notado que era un humano,
con el cabello y la barba violeta, vestido con un saco negro de botones. Un arito
en la oreja izquierda y la piel blanca- Mi nombre es Rak- el sujeto se acercó a
la madre de Fix y este se asustó aún más, luego se sentó en la cama y le
acarició el cabello a la mujer dormida. Fix se quedó tieso, apretando los
dientes- Todo esto es mi culpa. Ustedes no tendrían que vivir así, en la
miseria y sufrir las peores enfermedades- Fix aflojó y lo miró con atención.
-
¿Qué quieres?
-
Salvarlos, cueste lo que cueste- le respondió Rak y Fix notó que un bulto se
movía dentro de su saco. Fix se sobresaltó. A continuación, un pequeño
espécimen redondo salió por el cuello del hombre, era Morris. Rak movió la
cabeza para observar a su peludo compañero- Ya no me habla, está realmente
enojado conmigo.
Morris
saltó del hombro de Rak hacia la cama, Fix lo miraba, incrédulo. Morris avanzó
con sus patitas lápiz y frotó su cabeza con la de la mujer enferma. Rak retiró
su mano y observó. Algo ocurrió y de repente, ella sonrió dormida.
-
No podrá curarla, pero si modificar sus emociones- le dijo Rak a Fix cuando
este puso gesto de incomprensión- Me dijeron que los Úrdigan viven aquí.
El
joven Ryano lo observó con recelo.
-
No voy a hacerte daño. ¿Ya no es obvio? – insistió Rak- Deja de mirarme así.
-
Eres… un humano.
-
¿Y eso qué? – Fix estuvo a punto de responder, pero Rak se adelantó- No me
tomes por estúpido, sé lo que pasa aquí y por eso vine. ¿Eres un Úrdigan o no?
Fix
asintió con seriedad.
-
Fox Úrdigan fue mi mejor amigo, le
decían el “Ryano de cara linda”, veo un cierto parecido.
-
¿Fox… Úrdigan? Él murió hace siglos, era mi antepasado, es imposible que lo
hayas conocido. Mi mamá me contó que fue el líder del clan que ayudó con la
supervivencia de la especie.
-
Eso es darle demasiado crédito al desgraciado, que en paz descanse. No lo hizo
solo…
Fix
cambió de actitud y se echó a reír.
-
¿Quieres que crea que tú (un humano) eres el legendario Profeta?
Rak
asintió con una disimulada sonrisa.
-
¿Dónde están los demás?
Fix
abandonó la risa y miró el suelo.
-
Somos los únicos que quedamos, la batalla en Plaza de Mayo se llevó a casi
todos mis familiares, sólo quedamos mi mamá y yo. Somos los únicos Úrdigan que
quedan.
-
Una pena- respondió Rak y rezó- La diosa los cuidará.
-
¿Tienes pruebas?
-
No voy a molestarme en ello. ¿Quieres mi ayuda o no? Sé claro y veloz que me
aburro fácilmente.
-
Bueno… sí. Pero… ¿Qué puedes hacer por nosotros?
-
Los sacaré de aquí, a todos ustedes, como en el pasado. Volverán al Mundo
Helado, es lo más seguro.
-
No- gruñó Fix- ¡Tenemos que pelear!
-
¿Pelear?
-
¡Si! ¡Cuando vuelva el desgraciado, tenemos que enfrentarlo y probarle a los
humanos que no estamos aliados con él!
-
Eres un cliché, atractivo y estúpido, increíblemente estúpido- respondió Rak y
se puso de pie- Los que nos iban a salvar MURIERON. Sé que los conoces, investigué
bastante antes de venir aquí. Ya pasó un año y es probable que las corrientes
temporales hayan atrasado su llegada, pero vendrá y nos asesinará a todos sin
compasión. Es la viva imagen del dios Ázu, créeme. No querrás estar aquí cuando
eso ocurra. Piensa en tu madre.
-
¡Yo me quedaré! ¡Detesto a los humanos por lo que hicieron! Pero… esos dos,
ellos me enseñaron que no todos son iguales. Murieron para salvarnos, imagino
que lo dieron todo hasta el final. Son mi ejemplo, y si dos humanos se sacrificaron
por el mundo, es hora de que un Ryano lo haga.
Rak
suspiró pesadamente.
-
Eres un terco, orgulloso, vanidoso, soberbio y mal criado muchachito de piel
gris, pero está bien. Lo haremos a tu modo.
Fix
se puso de pie de un golpe.
-
A los enfermos, débiles, ancianos y niños podemos llevarlos a ese lugar que
dijiste, pero… reagruparemos a los sanos, a los débiles los haremos fuertes y a
los fuertes los haremos más fuertes. Esa es mi idea.
-
¿Y cómo planeas hacer todo eso, genio? – no hacía falta aclarar que Rak fue muy
irónico al respecto.
-
Tú nos enseñarás.
-
Lo que yo hago no lo puede hacer cualquiera…- pausó y suspiró antes de hablar-
Pero conozco el Böju, el arte místico o magia, si te es más fácil de entender.
Eso sí puedo enseñárselos. Igual…- Rak lo miró directo a los anteojos- Tengo
una condición.
-
¿Cuál?
-
Te convertirás en mi pupilo, mi subordinado y compañero. Si quieres hacer algo
por la humanidad, yo te voy a guiar.
Algo
dentro de Fix se encendió y después de tanto dolor, se sintió espléndido.
No
fue fácil convencer a la mayoría de los Ryanos de que el Profeta aún vivía y
que había regresado para salvarlos de la destrucción, más difícil fue
aclararles el plan y el entrenamiento mágico. Hubo escepticismo por todos
lados.
-
¿Cómo creen que llegaron hasta aquí? – preguntó Fix retóricamente a la
muchedumbre en lo subterráneo, dónde todos los pasillos se conectaban.
-
Nuestras memorias empezaron a mejorar desde la llegada del Único, ahora
recuerdo muchos detalles de nuestra historia- dijo un anciano Ryano, quién
caminaba a través de un bastón- Los libros de historia retrataban al Profeta en
el pasado y ese hombre es muy parecido.
-
El Único les borró la memoria a propósito- les contó Rak entre gritos- Él
quería que olvidaran su hogar y su legado. Querían que me olvidaran a mí o a mi
grupo, los Proetas, los que los defendimos en tiempos oscuros. Él quería que
desarrollaran odio hacia los humanos, así se pondrían de su lado, pero al
final, sólo planea matarnos a todos. Muy pocas familias fueron las que se
resistieron a ese lavado de cerebro. No me explico cómo es posible que ahora
los recuerdos resurjan, probablemente el hechizo se debilitó, pero eso ya no
importa. Los humanos están desorganizados y sus líderes apestan, pero ustedes,
la primera especie mortal del cosmos, que superan las capacidades de mi raza,
pueden vencer al invasor y ocupar el lugar que les corresponde. ¡Basta de
diferencias, somos todos seres vivos y todos vivimos aquí, hagamos los posible
por defender nuestro hogar!
Hubo
vitoreos a favor del Profeta, Fix sonrió y también festejó.
Así
transcurrieron dos meses donde los Ryanos del submundo comenzaron a organizarse
y a entrenarse, Rak los fragmentó en divisiones y a los más veloces en
aprender, los convirtió en ayudantes. Inclusive Fix se había vuelto un
talentoso practicante del Böju en tan corto tiempo. Rak volvía a entender por
qué las capacidades de los Ryanos eran superiores a las de los humanos. En su
tiempo libre, hablaba con Fix y con su madre, quién aún seguía mal, pero ahora
conversaba. Ella le explicó al Profeta que los mestizos nunca se dieron por las
diferencias biológicas entre los humanos y los Ryanos, pero que sí había
presenciado muchos amoríos entre sujetos de diferente raza. Rak se sentía muy
cómodo allí, pero no todo era color de rosas, Morris estaba cada vez más
distante, y se apartaba para hacer recorridos nocturnos en solitario.
-
¿Qué le pasa? – le preguntó Fix en una ocasión cuando se marchó.
-
No me perdona.
-
¿Qué hiciste mal?
El
rostro de Rak se tornó triste.
-
Porque los abandoné cuando más me necesitaban, los abandoné porque no me
dijeron que mi hermana estaba viva. Y por esa decisión, ellos están muertos.
-
¿Con ellos te refieres a…?
Rak
asintió. Fix apretó los dientes.
-
Nadie tolera las traiciones, hiciste lo que creíste justo en ese momento, no te
tortures.
-
Ellos eran los elegidos, la profecía decía que terminarían con la dualidad,
vivieron tragedias y siguieron adelante… y el desgraciado les enterró dos tubos
en los corazones, los mató despiadadamente al mismo tiempo- suspiró y continuó-
Morris me obligó a volver y cuando lo hicimos, ya era demasiado tarde. Todos se
habían ido y encontramos las tumbas, las abrimos y allí estaban sus cuerpos,
sin vida, deformes e irreconocibles. Fue horrible.
Fix
lo tomó del hombro.
-
Sin ellos y sin ti, ninguno de nosotros estaría en esta posición ahora.
Rak
suspiró. De repente… un Ryano apareció desesperado.
-
¡Dos individuos de la superficie se dirigen hasta aquí! – gritó.
Rak
y Fix fueron de inmediato.
Un
esqueleto parlante y una mujer de cabello violeta con alas en la espalda
caminaban por el basurero con total seguridad. Rak los vio desde una de las
entradas secretas cubiertas por chatarra, tomó a Fix del hombro, alterado y le
dijo.
-
Quédate aquí. Si algo me pasa, te quedas aquí sin hacer nada, es una orden. Si
no regreso, serás el nuevo líder de la resistencia, tienes que seguir con el
plan de ataque. Déjame esto a mí.
-
Pero…
Rak
lo fulminó con la mirada y Fix apretó los dientes, no estaba acostumbrado a
verlo alterado. La noche se visualizaba con claridad, repleta de estrellas e
iluminada por unas horrendas lámparas. Rak salió de su escondite y se presentó
ante los intrusos.
Gargas
y Hélen se sobresaltaron, ya el aroma los tenía alterados y las montañas de
basura a su alrededor.
-
Hermanito, te estábamos buscando- vociferó Hélen.
-
Bonito lugar para esconderse- comentó Gargas.
Rak
miró a ambos con decisión y se acercó lentamente.
-
¿Hermanito? – repitió Fix en voz baja para sí mismo, mirando a través de una
abertura de la entrada.
-
Ninguno de los dos tiene el poder para vencerme- dijo Rak con soberbia.
-
¿Eso crees? – se burló Gargas- Antes no pudimos comprobarlo porque huiste como
todo un cobarde.
Rak
apretó los dientes y detuvo su atención en Hélen, quien vestía una nueva
armadura negra pegada al cuerpo, brazaletes y una bincha de cristal sobre la
cabeza; continuaba descalza, con los labios pintados y el rostro delicado.
-
Desearía tanto que fueras tú.
-
Soy yo. Soy Hélen, lo recuerdo todo, Rak.
-
Podrás parecerte y recordar todo lo que quieras, pero en esencia, no eres ella.
Mi hermana hubiera combatido contra ese desgraciado con la armadura…
-
¡Más respeto! – gritó Hélen, alterada e intentó calmarse a la fuerza- Él es
nuestro salvador.
-
Es divertido ver a los hermanos Taigüen peleando-
vociferó Gargas.
-
Ese apellido ya no significa nada en esta época- le aclaró Rak- Siendo franco,
ya nada importa en esta era- y se puso en guardia, listo para la batalla.
-
Voy a reemplazar mis prótesis con tus piernas, Profeta- gruñó el esqueleto
parlante y Rak bajó la mirada, lanzó una risita pícara recordando aquel día y
formó dos portales con las manos.
-
Atácalo por la der…- le dijo Gargas a Hélen, pero ella se adelantó y atacó a
Rak por su cuenta.
El
ángel de la muerte acechó a su hermano con puños y patadas precisas, Rak las
esquivó y al mismo tiempo, usó los portales que portaba para sumergir las
extremidades de su hermana en ellos. En ese instante, los golpes de Hélen
aparecieron tras Gargas y lo embistieron. Gargas sufrió los golpes e insultó al
Profeta con horribles palabras.
-
Muy talentoso, hermano mío, serías un gran aliado- le decía Hélen a medida que
lo atacaba. Rak se mantuvo serio y TODOS los golpes de la mujer aparecieron en
diferentes espacios del esqueleto parlante (tras su espalda, delante, sobre su
cabeza, por debajo de donde deberían estar sus genitales). Gargas sufría cada
golpe y toda su armadura ya estaba abollada, el cráneo agrietado y sin
posibilidades de escapar. Fix se reía, no conocía a mejor guerrero que su
maestro, tenía la boca abierta y los ojos abiertos como platos.
Hélen
se detuvo un momento para descansar y tardó en reaccionar que su compañero
había sufrido todos sus golpes. Rak reía con soberbia.
-
Les doy una oportunidad. Ríndanse o me encargaré de ser el único Proeta
original con vida.
-
¿Matarás a tu propia hermana? – preguntó Hélen con tristeza fingida.
-
¡Qué no eres ella! – le gritó Rak, sacado de quicio.
Gargas
se estaba recuperando y se hartó de la situación, entonces, sacó un anillo de
oro escondido entre sus prendas y lo colocó en su dedo pulgar. Rak no lo notó.
Hélen
sonrió divertida y probó con otra golpiza, Rak volvió a realizar el mismo
truco, pero esta vez… los puños y patadas de la mujer atravesaron el cuerpo de
Gargas. El desgraciado ahora era intangible por completo.
Rak
lo vio y apretó los dientes, Fix frunció el ceño desde su escondite. Gargas
caminó hacia los hermanos con tranquilidad, a su vez, Hélen seguía combatiendo
cuerpo a cuerpo.
Rak
dio un gran salto hacia atrás para alejarse de ambos. Y finalmente, Hélen lo
alcanzó rápidamente y le dio un puñetazo certero en la mandíbula, luego otro en
el abdomen y dos en el pecho. Las alas terminaron por envolverlo como una manta
y exprimirlo como a una naranja. Fix estuvo a punto de actuar, pero vio el
gesto de su mentor, él le negó con la cabeza disimuladamente. Rak gimió del
dolor, indefenso. Gargas observaba.
Las
alas de Hélen actuaron como dos manos colosales y emplumadas, y tiraron al
Profeta contra el suelo. El saco que llevaba tenía los botones descocidos y
yacía desgarrado a los lados, con algunas gotas de sangre. Se levantó con
cautela y abatido, pero no todo terminó allí, Gargas lo había alcanzado y
acababa de atravesarlo cuerpo a cuerpo, luego lo ahorcó.
Ambos
cuerpos estaban fusionados en una masa irreconocible, lo tangible y lo
intangible. Rak y Gargas imbricados, a su vez, el brazo del esqueleto se materializaba
para ahorcarlo. Estaba por ocurrir algo peor, Gargas iba a extirparle los
órganos por dentro, sin embargo, sintió una punzada de dolor proveniente del
pulgar y se alejó de Rak. El anillo brillaba y Gargas sentía que toda su
energía se iba, cayó al suelo de rodillas y sus prótesis se quebraron. No tuvo
mayor remedio que quitarse el anillo del pulgar y su dolor cesó.
Hélen
voló y planeó hacia Gargas, tomó el anillo y se lo colocó.
-
Ahora es mi turno- vociferó con locura.
Rak
tosía y miraba a Hélen con preocupación. Ella apareció ante él en segundos con
una vara de metal y lo golpeo tan rápido que Rak no tuvo tiempo de reaccionar.
Le atravesó el pecho y Rak vomitó sangre, cayó desmayado con rapidez. Fix se
sintió increíblemente impotente.
A
continuación, Hélen alzó el pulgar y un rugido se oyó, del montón de basura
surgió un inmenso dragón esquelético, el poderoso Kahar. Fix sintió una roca
atascada en su garganta y se escondió, muerto de miedo.
-
Ven, amor- le dijo la muchacha al dragón y este obedeció. Cargó al esqueleto y
al hombre de cabello violeta, después, ella se subió al lomo de la bestia. El
dragón agitó las alas, mientras toda la basura volaba por los aires y se
marchó. Fix no lo pensó dos veces y fue tras ellos.
EL
CONGRESO DE LOS MILITARES:
-
No podemos perder- dijo uno de los seis Jefes Militares presentes en la mesa
redonda de madera.
-
Omar, el hackeo a nuestra página oficial nos desprestigió como líderes
mundiales, nos quitó credibilidad, ahora le gente prefiere creer en la
existencia de magos y brujas- le contestó otro, llamado Elías. Los seis estaban
vestidos con uniformes, insignias y medallas. Estaban solos, los guardias
esperaban afuera. La sala era inmensa, estaba repleta de gradas y escalones,
como para que entraran trescientas personas.
-
Los canales que firmaron la sentencia de Hed muestran varios episodios
particulares. Es un hecho que no podemos negar, no nos comportemos como viejos
estúpidos y conservadores- dijo un tercero, llamado Ricardo- Tenemos que actuar
admitiendo la situación y nuestro estado como gobernantes…
-
Yo estuve el día que el ex presidente de Argentina contrató a Sony Dameron en
el congreso- dijo un cuarto, de nombre Lucas- Nunca hubiera imaginado todo lo
que ocultaba. Creímos que la sentencia de Van Robin Hed nos beneficiaría y
ganaríamos la confianza de la gente, pero no fue así. Cometimos un error. Hay
que jugar de otra manera…
-
Ese hombre o sujeto… ¿volverá? – preguntó Omar.
-
Lo que la ciencia ficción tanto nos advirtió a través de las películas de
Hollywood podría ser cierto- dijo el sexto, conocido como Leandro- Los
alienígenas quieren invadirnos.
-
No digas estupideces- gruñó Lucas. Hubo una discusión fuerte entre los seis,
pero el militar de cincuenta años elevó su voz para ser escuchado- Es un
enemigo de la organización y, por lo tanto, debe ser ejecutado. Propongo una
alianza con el ejército africano…
-
De ninguna manera- continuó Leandro, quién parecía ser el hombre con mayor
autoridad en la sala- Si pisan territorio americano, nos investigarán a fondo y
pedirán cosas a cambio. ¡Terminarán por descubrir los experimentos secretos y
purgarán nuestros laboratorios!
-
Van Robin Hed eliminó nuestra fábrica más importante hace dos años atrás, nos
dejó sin muestras ni sustancias de aquel extraño fenómeno- recordó Ricardo- Sin
embargo, aún hay otros laboratorios clandestinos…
-
Entonces… es hora de activar el proyecto “Defensa” y encender a los androides
de batalla- opinó Elías.
-
Tampoco- lo corrigió Leandro- Esos androides sólo fueron diseñados para
mantener a raya a las personas del Gran Buenos Aires. No sirven para combatir…
-
En síntesis, sólo tenemos el rejunte de nuestras fuerzas- meditó Ricardo- Lo
único bueno que saco de todo esto es el trato de repartición de poder, para
acabar las guerras entre nuestros sectores. Sin embargo… ¿Los Jefes Militares
de los otros países de la G.C.J.M no vendrán?
-
No- aclaró Leandro- Habrá un nuevo orden. No más democracia y no más un militar
de alto rango por país; nosotros seis seremos los líderes de la organización y
destituiremos a todo el resto.
-
Pretenden dominar a otros países que ni siquiera conocen, la gente los
aborrecerá- dijo Ricardo.
-
No tienen por qué estar de acuerdo- dijo el militar Leandro, de cabello oscuro
y cuarenta años- Nosotros les traeremos el orden adecuado.
-
… Si el “demonio” de Plaza de Mayo no vuelve a aparecer después de dos años-
habló Lucas en voz baja y luego añadió- ¿Estados Unidos se nos unirá?
-
En secreto, como siempre. Nos proveerá de armamento y equipamiento- contestó
Leandro.
-
Bien. ¿Cómo procedemos? – preguntó Lucas nuevamente y en ese instante, un lento
aplauso se escuchó y los seis hombres notaron que un sujeto no identificado
yacía sentado en las gradas, en un sector que estaba pobremente iluminado,
razón por la cual, sólo visualizaron su silueta. Los seis se levantaron de un
movimiento y enfundaron sus pistolas con cautela. Luego, escucharon lluvia y
truenos afuera (cuando el día en la playa había sido muy soleado y caluroso),
seguido por gritos de multitud, metales y vitoreos desagradables.
-
No se levanten- dijo el sujeto que la oscuridad cubría del pecho hacia el
rostro. Los militares notaron que había un casco a su lado, que cruzaba las
piernas y apoyaba sus brazos en el escalón que venía después de donde se
sentaba- Es curioso que crean que todo lo que lograron hasta ahora fue por
mérito propio. Yo los ayudé a derrocar a la G.N.U.M, yo creé la escuela que les
enseñó a desestabilizar lo que estaba impuesto. Me parece correcto que conozcan
a su director. Después de todo, soy más viejo que todos sus próceres.
-
Llama a seguridad, ahora- le ordenó Leandro a Lucas en voz baja. Lucas amagó,
pero se detuvo cuando las puertas que procuraba pasar se congelaron
rápidamente.
-
¿Saben por qué desaparecí con todo mi ejército y regresé hoy mismo? – preguntó
el misterioso sujeto. Los militares se miraron entre sí, sudorosos y frunciendo
el entrecejo- El tiempo. El tiempo es algo más sobrenatural que la magia,
señores. Está en constante movimiento y lo que te puede tardar segundos, lo
transforma en horas, a veces, en años…
-
¿Qué quieres? ¿Cómo llegaste hasta aquí? – le gritó Leandro entre dientes.
-
Van a darle una lección a la humanidad, señores- les confesó- Van a representar
todo lo que estuvo mal este último siglo y yo, personalmente, los asesinaré
para ganarme el cariño de sus ciudadanos.
-
Estás loco…
-
¿Loco? ¿Yo? – Hariet se levantó y tomó el casco con sus manos- Ustedes
reprimieron, abusaron de su autoridad, masacraron y asesinaron por diversión.
Más bien, por desesperación… por temor a perder su poder. No hay dictador en la
historia que haya actuado en voluntad de un mundo mejor, ustedes no son la
excepción a la regla.
-
¿Y tú? ¿Sí lo eres?
-
Yo… soy infinitamente más que eso- Hariet se colocó el casco y a continuación,
las paredes explotaron en mil pedazos. Los Jefes Militares corrieron
desesperados. Se vieron rodeados por olas de lava que se arrastraron por los
suelos y los rodearon; el fuego incendió el inmenso salón dónde se encontraban,
la materia de las columnas se degradó o se convirtió en líquido y gas; distintivos
rayos pulverizaron los suelos, cayeron fragmentos de hielo como granizo, el
aire se agitó y cuando el sector quedó pelado, con los seis personajes en el
centro; ellos pudieron ver la costa a unas cuadras y al mar trayendo un enorme
y aterrador maremoto que arremetía contra la arena y derribaba edificios. Pequeñas
rocas atacaron a los hombres, causándoles raspaduras o golpes tontos, Hariet
jugaba con ellos.
Lo
peor de todo era que afuera, con el horrendo clima, sus guardias y las tropas
estaban desplomadas sin vida, también había un ejército de monstruos: Ryanos
sin ropa, mutantes de piel azulada y viscosa, seres esqueléticos, las sombras
vivientes conocidas como Snoros y algunos hombres en pésimo estado.
Las
nubes cubrieron el cielo y no eran nubes ordinarias, combinaban el negro con el
naranja y emanaban una disimulada luz, era el PRODIGIUM.
Hariet
se colocó el TORQUEM como un collar común y corriente.
-
Iremos al centro, bastardos, dónde serán juzgados- Hariet puso la mano
en su pecho y el medallón de bronce brilló dentro de él, transportándolos a
todos hacia la capital.
LA
SENTENCIA:
Elías,
Leandro, Ricardo, Lucas y Omar aparecieron en capital federal en un parpadeo,
estaban anonadados y muy confundidos. Los seis jefes militares se encontraron
con la inmensidad de la ciudad entre las calles 9 de Julio y Corrientes.
Los
autos colapsaron, hubo choques y accidentes fatales que también involucraron
camiones, colectivos, motos y bicicletas. Los monstruos del Único se encargaron
de la matanza, y en los cielos se escuchaban rugidos horrorosos, todo era un
caos. Los ciudadanos huyeron horrorizados mientras otros eran masacrados
violentamente por espadas afiladas, garras, bocas hambrientas, sombras que se
metían a sus cuerpos y puñetazos.
Frente
al obelisco, los seis militares formaron un círculo y examinaron todo a su
alrededor.
-
Está aquí, como imaginé- dijo Ricardo.
-
Tal vez podríamos negociar con él… - dijo Leandro.
Hariet
había traído a veinte mil guerreros, no alcanzaba la calle para juntarlos, la
confusión fue total y muchos se dispersaron hasta los edificios con carteles
eléctricos y los subtes para aniquilar. Hariet yacía tieso, a unos veinte
metros de los Militares.
Se
encontró con un turista mexicano que le suplicó piedad y que asesinó con una
cuchilla de hielo, cortándole la garganta. Se detuvo ante él y quitó el
medallón de plata entre sus prendas.
-
Funciona, medallón. Trae a mi hermano Pedro a la
vida, te lo ordeno-
dijo, pero no hubo caso. El medallón no hizo nada, ni siquiera brilló. Hariet,
decepcionado y furioso (ya era la veinteava vez que lo probaba) lo volvió a guardar
y se acercó a los líderes- ¿Le temen a la muerte?
Dos
de los seis asintieron con terror, los otros miraban los suelos con impotencia.
Ante el desastre, dos mutantes los obligaron a arrodillarse ante el Único. Los
mutantes eran como murciélagos gigantes, del tamaño de personas, con la piel
azulada y viscosa, ojos verdes con pupilas negras, los cuales
les ocupaban la mitad de la cara; garras afiladas cómo cuchillos y alas de
demonio.
A continuación, las alcantarillas se abrieron
desde abajo y unos cuantos Ryanos salieron a la superficie, sorprendidos por
todo el escándalo. Por un momento, la atención se fijó en ellos y los Ryanos
(antes Narsogs) que habían venido con Hariet, se les acercaron, sorprendidos de
que haya más de los suyos.
Intercambiaron miradas de desaprobación y
sorpresa, a decir verdad, Hariet les había dado un propósito cuando no tenían
nada, ni siquiera una identidad o una familia o recuerdos de sus vidas pasadas.
Los Ryanos y los ex Narsogs se juntaron en silencio y ni siquiera llegaron a
hablar, no hubo murmullos ni debates.
Los seis militares los miraban atentos,
arrodillados y con las manos detrás de la espalda, los mutantes les habían
quitado sus armas y también les habían atado sus manos con cadenas.
Hariet aprovechó el momento y vociferó con
aquella voz aterradora mientras alzaba las manos.
- Los humanos son débiles- señaló a los militares- Se aferran a
la idea del poder para engrandecer su espíritu. No entienden el verdadero significado
de la vida y necesitan del ego para subsistir- los
Ryanos acumulados miraron a los seis hombres con confusión- En el Mundo Helado, donde vivieron en el pasado, les dije
que soy Ázu, su dios. Igualmente, no me llamen así, prefiero Hariet, el Único.
Ya que una generación anterior a la de ustedes me impuso ese nombre cuando no
sabían que yo era su deidad- ocurrió algo realmente confuso, algunos Ryanos realizaron
una reverencia, pero otros no, y los ex narsogs se quedaron plasmados de pie,
sin saber que hacer- Toda su existencia se la han pasado huyendo, primero
de Tritán, luego de Büul y ahora de los humanos. el primer mundo, Casám, el
Mundo Helado, La Tierra y ahora lo subterráneo, de lugar en lugar sin
pertenecer a un hogar. Yo los voy a ayudar porque a mí sí me importan- pausó para analizar las
respuestas y continuó- Yo, su deidad, nunca quise devorarlos, sólo
salvarlos de la opresión, de purificar la raza y establecer el lugar que les
corresponde como los primeros seres mortales del universo.
- Sabes dar unos discursos impecables- le dijo
Leandro con ironía. Hubo un silencio mentiroso, con las batallas de fondo. Luego,
un sin fin de helicópteros y aviones de guerra aparecieron volando por los
cielos, habían llegado los refuerzos de la G.C.J.M. Los Jefes Militares se
llenaron de alegría y confianza.
Hariet ignoró al militar y añadió.
- Les borré la
memoria para que juzgaran a los humanos sin conocerlos y ellos mismos probaron
ser opresores y asesinos-
los Ryanos parecían estar más convencidos. Hariet se inclinó ante los seis
prisioneros- Prometo ser rápido…
- Conocí a peores que tú- le dijo Omar y le
escupió en el casco. La saliva se deslizó por la parte frontal de la máscara
hasta caer al suelo. Hariet se mantuvo tieso.
- Lo dudo- le respondió Hariet e
hizo un giro de tuerca con la mano derecha, al instante, cinco aviones
explotaron en los cielos entre una mezcla de fuego rojo y azul. Luego, tres helicópteros
colapsaron contra un edificio después de que se hayan derretido sus aletas.
Empezaron a caer peñascos de hielo, del tamaño de automóviles que embistieron
la ciudad como meteoritos y estrellándose en mil pedazos. Algunos soldados
habían logrado salvarse saltando justo a tiempo y usando paracaídas, cayeron a
unos metros de la escena y le dispararon a quemarropa a los mutantes que se
encontraban con los jefes, fueron desplomados por escopetas futuristas que
lanzaban bolas de cañón. Armaron una barricada y dispararon contra todos los
presentes, a excepción de sus líderes.
- ¡Escuadrón A, lleven a los jefes a un lugar
seguro! – gritó quién los lideraba. Una tropa de diez hombres se abrió paso
entre escudos de metal y espadas electromagnéticas. Algunos mutantes volaron
hacia ellos, pero lograron derribarlos con sus armas y con unos brazaletes
magnéticos que impedían el movimiento. Aquellos brazaletes los lanzaban como
granadas y se veían atraídos hacia el enemigo hasta atraparle una pierna o un
brazo.
Aquel pelotón perfectamente organizado se abrió
paso entre el fuego cruzado y se acercaron a Hariet. No temieron y fueron a
enfrentarlo, grave error…
Hariet ni siquiera se movió y una luz los cegó
a todos, luego, las baldosas del suelo se desprendieron y se vieron atraídos
hacia el fondo de la tierra, sólo la mitad de sus cuerpos. El Único transformó
las espadas en cristal y con el elemento aire, las revoleó para que se
autodestruyeran.
Los Ryanos y los ex Narsogs estaban anonadados
e intentaron huir, lo que no fue necesario ya que Hariet manipuló los rayos en
el cielos y descargas eléctricas eliminaron a los atacantes, perforando los
suelos y destruyendo las calles y los cordones de la avenida Corrientes.
A continuación, miles de mutantes volaron hacia
los helicópteros y aviones; comenzó una batalla área escalofriante.
Por su parte, Hariet sólo había dejado con vida
al pelotón de diez soldados que intentaban salvar a los jefes militares de la
G.C.J.M.
El Oscuro, como si nada hubiera pasado, miró a
quién le había escupido, a Omar y le dijo con soberbia.
- ¿Ves? – Omar lloraba de la
rabia y el miedo. Y ambos sentimientos aumentaron cuando Hariet se quitó el
casco para infundirles temor, enseñándoles su rostro humano y quemado por la
mitad. Los Ryanos prestaron atención a aquel hombre sin su máscara…- Gracias a
mí lograron su patético golpe de estado, pero todo era parte de mi plan- estas
palabras se las dijo a Omar a centímetros de su rostro, como si fuera a
besarlo.
- ¿Profesor Natal? – le preguntó uno de los
soldados atrapados en la tierra, era joven y de cabello rubio teñido. Hariet
giró la vista y lo miró con incredulidad, se levantó y se acercó en silencio
hacia el cadete. Jadeaba mientras hablaba, intentando liberarse- ¿Qué le pasó?
Yo fui su estudiante hace varios años, me llamo Joaquín, dejé la materia cuando
me uní al ejército. Lo último que escuché de usted es que había muerto por
suicidio- Hariet se agachó y lo tomó de la pera. El soldado Joaquín sintió una
punzada de terror, no estaba seguro si era él o si estaba delirando.
- Temo que eso es cierto, Joaquín- le dijo
Diego Kimhote- Mi hermano murió hace algún tiempo frente a mí. Yo creo que se
sentiría muy decepcionado al ver a uno de sus alumnos formar parte de estos
cobardes- desenvainó su bastón negro y le atravesó el pecho, Joaquín murió
rápidamente. Otra vez, el arqueólogo intentó usar el medallón de plata entre
sus prendas y no volvió a funcionar, se hartó de él y lo lanzó lejos… cuando
cayó al suelo se hizo añicos- Esa baratija dejó de funcionar hace tiempo- se
dijo a sí mismo y estaba tan enojado que se desquitó con los supervivientes, realizando
maniobras acrobáticas increíbles con el largo bastón, perforó los cuellos, las
cabezas, las espaldas y los pechos de los atrapados, ninguno quedó con vida. Se
detuvo a descansar y los Ryanos empezaron a verlo con desconfianza. Al mismo
tiempo, los jefes estaban horrorizados con el sangriento espectáculo.
- No tienen nada que temer. Yo estuve mil años
encerrado, y créanme… la muerte hubiera sido algo de mi mayor agrado. Sois
privilegiados.
- ¿Español? – le preguntó Ricardo, mirándolo de
reojo- No tienes nada que ver con América. Libéranos o te arrepentirás.
- Nací allí, en Ondárroa, siglos atrás. Y te
equivocas, en esta tierra obtuve mis poderes y reconocí mi destino.
-
Chiflado… - gruñó Leandro- ¿Tu destino?
- Si…
- Es un humano- interrumpió uno de los Ryanos-
Es sólo un humano. ¡No eres nuestro dios! – se animó a decir y para sorpresa de
Hariet, TODOS los Ryanos y ex Narsogs se pusieron de su lado y vitorearon
contra el Único.
Hariet estaba a punto de corregirlos hasta que
un rugido se hizo oír y entre los cielos de la guerra, el dragón Kahar apareció
desde el horizonte y aterrizó frente al obelisco, derribándolo con sus enormes
alas. Sobre el lomo de la bestia estaban Hélen, Gargas y un desmayado Rak.
Los Ryanos no lo soportaron y regresaron al
mundo subterráneo, los ex Narsogs también los siguieron. Por otro lado, los
militares estaban hartos, querían que todo se terminara pronto.
Hariet notó que sus subordinados habían
cumplido y se puso muy contento, fue por su casco y se lo volvió a colocar.
- Tardaron.
Helén cargó a Rak entre sus brazos, revelando
una fuerza increíble.
- Estábamos hablando del famoso Profeta de
Casám, obviamente no iba a ser fácil, cariño- le dijo Hélen y desplomó a Rak
sobre el suelo, frente al Único. El impacto hizo que Rak despertara aturdido y
lleno de dolor por la punzada que su hermana le había dado.
- Al fin nos
conocemos, Profeta-
le dijo Hariet- Es todo un honor.
Helén volvió con el dragón y cargó a Gargas
(quién se había vuelto a quedar sin piernas), lo tiró a un lado de Rak y se
quitó el anillo de oro. El dragón Kahar se posó allí y se acurrucó para dormir
como un perro. Helén tuvo que sentarse inmediatamente después debido a la
energía que el anillo le había absorbido, lo guardó a escondidas de su jefe
para que no le quitara su juguete favorito.
Se sentó al lado de los militares y estos no
podían dejar de apreciar su sensual figura, ella lo notó y los provocaba
disimuladamente. Estaba muy satisfecha consigo misma por haber vencido a Rak y
por haber aguantado tanto con el anillo (más que Gargas inclusive).
En estos momentos de tensión y en donde nadie
sabía que era lo que iba a pasar, Rak se sentó de rodillas y con el rostro
sucio, pálido y algo sangriento, miró el casco del Único.
- Te prometo… te prometo… t-t-te pr-prometo que
lo-los vengaré- dijo entre jadeos exhaustivos y con los ojos entrecerrados
mientras se tomaba de la herida para contener la hemorragia.
El círculo del Yöbu apareció bajo los pies de
Hariet y el villano curó la herida a Rak, lo que dejó a todos anonadados.
- Me serías de mucha
utilidad en mi nueva era-
luego movió los dedos y a Gargas le surgieron piernas metálicas nuevamente. El
esqueleto, agradecido, se levantó e hizo una reverencia honesta.
Los militares miraban todo lo sucedido con
cierta indiferencia y confusión, habían quedado en un segundo plano.
- Yo jamás me uniré a ti- le dijo Rak,
levantándose y sano.
- Lo sé- le respondió Hariet- Tenemos visiones distintas, pero no por eso tenemos que ser enemigos. Yo
puedo resucitar a los que perdiste, lo comprobaste con tu hermana- disimuladamente
chasqueó los dedos y los restos del medallón de plata se convirtieron en gas
hasta esfumarse- Tengo al medallón de plata, Profeta. Puedo revivir
a quién se me plazca-
mintió.
Rak se le quedó mirando con incredulidad, toda
la atención estaba en él.
- Nunca- dijo con frialdad.
Rak oyó un suspiro dentro de la máscara de
Hariet y este le comentó.
– La tecnología es
algo impresionante, ¿no lo crees, Rak? – Hariet manipuló los aires y los brazaletes
metálicos que los militares habían usado, se engancharon en los brazos y las
piernas del Profeta, él no se resistió- Unos simples
brazaletes metálicos pueden anular la movilidad de tus músculos. Con tu fin ya
no quedará nadie que se me oponga y daré comienzo al fin del mundo, ya fui
demasiado paciente- el
TORQUEM brilló y algo siniestro provino de los cielos, la tierra tembló en su
totalidad y la destrucción de la ciudad fue total. Los edificios, las casas,
los negocios, los carteles, los postes, los árboles y los suelos colapsaron. Hélen
se apartó de los militares para contemplar el espectáculo.
Y
entonces… alguien apareció entre las sombras cuando todo el mundo estaba
distraído. Desenvainó dos cuchillos afilados de caza y apuntó a Omar con ellos.
-
¿A cuántos hombres y mujeres… secuestraste y asesinaste? – le preguntó un
encapuchado.
-
¿Qué… qué demonios? - exclamó Omar, pero nadie le hizo caso.
-
Te hice una pregunta- insistió el sujeto y posó su mano sobre el cráneo del
militar, una luz verde surgió de la palma y Omar le dio un número muy grande.
A
continuación, el encapuchado le cortó la garganta con ambos cuchillos en forma
de “X”. Pasó a Ricardo y susurró con desdén.
-
¿A cuántos niños y niñas dejaste sin sus padres?
A
Elías y Lucas les preguntó lo siguiente:
-
¿A cuántas mujeres encerradas abusaste?
Y
a Leandro:
-
¿A cuántos “sospechosos” los prohibiste de la libertad de vivir?
Tras
las respuestas de cada militar, uno por uno, fueron cayendo. A algunos les
enterró los cuchillos en la parte superior del cráneo, a otros simplemente les
cortó la garganta. El encapuchado tiró los cuchillos con las hojas rojas llenas
de sangre y algunas otras cosas desagradables del cuerpo humano, y los dejó en
el centro del círculo de cadáveres.
Rak
lo miró, sorprendido. Y Hariet, que estaba gustoso con el Armagedón que había
creado después de tanto esfuerzo, dio la vuelta para mirar al intruso. Hélen y
Gargas se pusieron en guardia ante ese nuevo enemigo.
El
sujeto caminó hacia ellos y se quitó la capucha negra: Era Fismut.
-
Al fin- vociferó Hariet y dio un paso al frente- He esperado tanto este día.
-
Diego…- le dijo Fismut, su barba y cabello seguían igual de blancos, su
expresión era solemne y se lo notaba un poco agitado. Portaba un traje negro,
como el sacerdote Meddes y no llevaba su mítico bastón blanco.
-
Así que esta es la razón por la cual tanto espectáculo- dijo Rak- ¡Lo estabas
esperando al mago!
Hariet
no le hizo caso y se le quedó mirando al mago.
-
Imaginé que vendrías por mí si tenía a tu viejo
compañero o en los últimos momentos del mundo. No puedes soportar morir como un
cobarde, oculto hasta el final, ¿verdad? Por eso estás aquí, para probarte a ti
mismo que sirves de algo. Nunca te hubiera imaginado un asesino sin escrúpulos…
-
Créeme Diego, hay muchas cosas que no sabes de mí- le respondió el mago.
-
Entrégamelo, no soy tonto, sé que tú lo tienes- Hélen y Gargas miraron a su amo
con incomprensión. Fismut entendió y quitó de un bolsillo… el MEDALLÓN DE ORO.
Rak
abrió los ojos como platos. Fismut miró con tristeza a Hélen, a la mujer que
había amado y notó como a ella no le importaba en absoluto, luego siguió con
Gargas y notó sus nuevas piernas. Gargas miraba a Fismut con un intenso odio.
-
Después de tanto tiempo, cuatro proetas originales en un mismo lugar, mi
hermano se habría puesto contento- dijo el mago con sarcasmo.
-
Dámelo- le dijo Hariet a Fismut. El mago caminó hacia
él estirando la mano con el medallón de oro encima.
-
Así que fuiste tú él que le inculcó sueños temporales al joven Kay- pensó Rak.
-
¿Sabes? “Hariet”. No lo utilizo hace mucho tiempo, ni siquiera procuré evitar
los desastres que causaste- decía el mago mientras caminaba. El caos y el
PRODIGIUM parecían desarrollarse a años luz de distancia.
-
¿Tengo que suponer que finalmente simpatizaste con
mis ideales?
– le preguntó Hariet y ambos quedaron frente a frente, tenían la misma altura.
-
Tal vez- respondió Fismut- O sino… puede ser que el tiempo no sea algo tan
manipulable como uno piensa. No te deja desordenar lo que ya pasó, sólo te deja
actuar si eres causa de un efecto en algún punto del tiempo. Piensa en ti y en
Meddes- le recordó- Meddes te llevó en el tiempo hacia el Mundo Helado para que
reclutes al demonio Foucen, fracasaste y decidiste convencer a los Ryanos de
pasarse a la dimensión humana. Meddes terminó por provocar el conflicto que su
padre Arcas y otros cuatro guerreros lidiaron años antes de su inicio en las
facciones del Böju.
Hariet
se quedó plasmado ante el mago, interesado.
-
El tiempo, Diego, es algo fascinante. Créeme, lo he visto. No deja que nada
ocurra por casualidad.
-
¿Estaba escrito que los JEN iban a morir? – le preguntó Hariet.
-
Si- respondió Fismut- Y eso, el tiempo no me deja evitarlo. Por más que lo
desee con todas mis fuerzas. El medallón de oro te otorga tres oportunidades por año
para visitar una época cualquiera o conducir a alguien a hacerlo, por pocos minutos, a veces segundos, eso lo decide la entidad que
regula el curso del pasado, el presente y el futuro. En otras palabras, no te
sirve, ya que no podrás adelantarte en el tiempo tras el fin y el resurgimiento
de la Tierra, tendrás que esperar a que todo se dé lentamente- Fismut apretó el
medallón de oro y este se hizo añicos en sus manos. Hariet frunció el ceño
dentro de la máscara- Te hice un favor.
-
¿Es tu plan para arruinar mi objetivo? ¿Atrasarme?
-
Yo te quise como a un hijo, Diego. Te vi como a un hijo y confié en ti, pero me
traicionaste, peor aún, te traicionaste a ti mismo.
-
Ahórrate los discursos, mago. Por tu culpa estuve
encerrado en una prisión mística durante siglos, ya nada me ata a ti, sólo el
odio.
Fismut
dejó caer los restos del medallón de oro al suelo, eran cenizas.
-
¿Qué hiciste con el medallón de plata? – le preguntó. Hariet señaló los restos
y Fismut asintió con seriedad. Sólo quedaba el medallón de bronce dentro del
Único- Esa armadura es nueva.
Hariet
lo tomó del cuello.
-
¡No! – gritó Rak, atrapado por los brazaletes, Hélen y Gargas fueron a
sostenerlo para que no se escape.
Hariet
miró a Rak mientras ahorcaba a Fismut como había hecho con su padre Ernesto.
-
Quiero
darte un regalo, Profeta. Podrás ver en primera plana como asesino a tu
compañero.
Fismut
flotaba en los aires mientras era asfixiado por quién alguna vez había sido su
pupilo.
-
Ya no hay nada que me ata a ti, anciano- Rak forcejeaba para
liberarse y los brazaletes le dormían los músculos- Creí que no se tenían estima… muy bien, quédate ahí y seguirás tú.
-
¡Helén! – le gritó Rak, desesperado- ¡Es tu amado! ¡La persona a la que más
amaste! ¡¿Vas a dejar que muera frente a tus ojos?! ¡Reacciona!
Fismut
miró a Rak con ternura, después de todo, esa era la verdad, no lo odiaba.
A
Hariet le pareció sospechoso la actitud del Profeta y dijo.
-
Así que se reencontraron antes de hoy, tú lo
mandaste a reclutar a los Ryanos del submundo. Eres un viejo senil- Fismut estaba rojo y
Hariet lo soltó, el mago tosió secamente- ¿Eso fue todo lo que
hiciste todo este tiempo desaparecido? Patético.
Hariet
amagó para retirarse y darse media vuelta, pero lo engañó, desenvainó su tubo
negro y le atravesó el corazón al mago.
-
¡No! ¡No! ¡No! – gritó Rak entre lágrimas, sacudiéndose. Había perdido la
esperanza al fin. Sintió lástima por Fix y por los Ryanos, por todo el mundo.
Lloró, insultó y se enrojeció de la impotencia, el rencor, la furia desmesurada
hasta que finalmente bajó la cabeza y le dijo a su hermana- Mátame de una vez y
termina con esto, quiero que lo hagas tú.
Hariet
rezó y quitó su arma del cuerpo sin vida del mago, esta se había quedado
atascado en su pecho, lo empujó con el pie para quitarlo y Fismut cayó al
suelo, con una gran mancha roja en su traje negro y los ojos abiertos
inexpresivos, parecía haber estado desnudo bajo la túnica porque pudieron ver
sus brazos y piernas cuando el traje se arrugó. Hariet notó un vendaje en la
mano y el brazo izquierdo del mago, se la quitó por curiosidad y vio una
cicatriz horrenda en el metatarso, circular y tan fea como si fuera indicio de
una quemadura de primer grado. Hariet se quedó en silencio y pensativo, aquella
marca la había visto antes en algún lugar.
-
¿Es hora? – le preguntó Hélen a Hariet y él la miró y asintió. Hélen alzó su
vara metálica para decapitar a Rak. Rak cerró los ojos, esperando el final.
Hariet había apoyado su mano en el brazo del fallecido y en ese momento, una
mano lo tomó de la muñeca. Hariet se impactó al ser tomado por sorpresa, el
mismo Fismut acababa de hacerlo.
-
No es posible…- susurró Hariet y Hélen se detuvo. Gargas se
puso en guardia y Rak levantó la cabeza.
-
Como dije, no sabes nada de mí- le dijo el mago, aún acostado, con la herida
encima. Hariet quedó encima de Fismut, con la rodilla derecha en el suelo,
inclinado ante él. Fismut chasqueó los dedos a velocidad y un PAQUETE apareció
entre los cuchillos que él había usado para matar a los seis militares, los que
justamente estaban en el centro del círculo que formaban los cadáveres- Verás,
Diego, hace dos años le encargué a Nadaya, la guardiana de la Tierra que me
cuidara un paquete. Ella se lo dio a Sony y Sony a un chico de confianza
llamado Damián Acosta, lo visité antes de venir. Ese paquete posee el VERDADERO
medallón de plata.
-
No lo entiendo…- dijo Hariet, desconcertado.
-
Es sencillo, lo reemplacé siglos antes de que tú nacieras, durante la época del
segundo señor oscuro. Y Büul creyó llevarse el verdadero a su Fortaleza
ultrasecreta.
A
Rak casi le agarró un infarto al ver a Fismut acostado, vivo y hablando con el
enemigo.
Hariet
repasó los sacrificios.
-
¿Seis personas? Son ocho los Elementales…- dijo entre dientes.
Fismut
rió.
-
Lo sé- le aclaró- Yo no fui del todo honesto contigo Diego- Fismut posó su
palma dentro de Hariet y el antagonista sintió que no podía moverse, el
medallón de bronce dentro de él estaba actuando por sí solo a pedido del mago.
Fismut se lo extirpó mágicamente y Hariet se echó para atrás del dolor, tenía
un hoyo en el pecho de la armadura. Fismut se levantó y alzó el medallón de
bronce, a continuación, un vórtice de muchos colores se extendió en los cielos y
una luz cayó directo a los cadáveres militares, allí se formó un dibujo (el
mismo que llevaba el círculo de Böju) y los cadáveres se vieron envueltos por
luces muy fuertes, mientras el paquete se alzaba por los aires y se
desintegraba hasta dejar ver el resplandeciente medallón de plata a la
perfección- Hemos estado unidos por algo muy fuerte tú y yo, Diego. Permíteme
presentarme…- continuó Fismut e hizo una reverencia formal de burla- Mi nombre
completo es Fismut Jen, mi hermano
era Gyan Jen y mi padre Fargos Jen, más conocido como Büul, el Caído- Hariet aún no se
recuperaba del robo del medallón- Fuimos la primera
familia de hombres, la primera gran casa en el cosmos, de nuestro apellido
surgió el término para designar a los elegidos- Fismut sonrió como nunca lo
había hecho antes- En otras palabras, después de los jóvenes que asesinaste, yo
soy el TERCERO y tú eres… el CUARTO. Y si nosotros estamos con vida…
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