La Última Misión: CAPÍTULO 22.
“- Si todo se
complicara, ¿qué harías? – le preguntó Dayas a Lepra, dentro del pasillo,
estaban solos y sentados como indios, Rak se había apartado para abrir el
portal que los llevaría a Ónix, así rescatarían a los JEN.
- Protegerlos, cueste
lo que cueste- respondió Lepra con seriedad.
- Pienso igual que tú,
Lepra. En el peor de los casos, podríamos estar acorralados por los ejércitos
de Gargas, yo apenas pude escapar la primera vez que visité la Fortaleza.
Necesitamos algo más…
Lepra suspiró y se
levantó.
- ¿Qué propones?
- Una última misión.
Secreta, para ti y para mí- Lepra hizo gesto de que continuara hablando- La
misión será que nos aseguremos que Kay y Sony entren a la Fortaleza, aunque
tengamos que dar nuestras vidas para lograrlo.
Lepra realizó una mueca
y le dio la espalda.
- ¿No quieres? – le
preguntó Dayas.
- Hace años que estoy
preparado para morir, Dayas- le respondió Lepra- Es que…- inhaló y exhaló, no
podía creer lo que estaba a punto de decir- Tú decidiste hacerte cargo del hijo
de Hassian, ese niño te está esperando, aunque no lo sepa. No puedo dejar que
mueras.
Dayas sonrió con
ternura.
- Recto y serio, frío y
calculador, así pareces ser a primera vista y eres todo lo contrario- le dijo
el príncipe cuando se levantó- Ya le envié una carta a Müna, lo entenderá. Si
no hacemos esto, no habrá futuro en donde ese niño pueda vivir.
Lepra se dio la vuelta,
el joven de piel morena y el muchacho pálido de cabello rubio se miraron
durante algunos segundos en silencio.
- Eres un excelente
compañero- le dijo Dayas y le estiró la mano- Ojalá no tengamos que llegar a
eso, así podremos conocernos más y compartir más cosas.
Lepra completó el
apretón y con una disimulada sonrisa en los labios, le dijo.
- Tú también lo eres,
Dayas y estoy de acuerdo.
Rak apareció
repentinamente para llevarlos a Ónix, Dayas y Lepra soltaron sus brazos con
rapidez.”
Rak
miraba a Hélen como si fuera un chiste, algo irreal, una cruel mentira.
-
¿Estás… viva? – jadeó.
Una
primera tropa avanzó hacia ellos, dirigidos mentalmente por el angel de la
muerte. Kay y Dayas fueron los primeros en luchar.
El
príncipe empleó sus puños luminosos para volverlos añicos a los más cercanos,
Kay lanzó por los aires a los que se tardaban en llegar con la fuerza magnética.
Las alas negras de Hélen se sacudieron y ella voló por los aires para unirse a
la batalla.
-
¡Cuidado! ¡Recuerden que Hélen puede manipular a quien se le plazca y es una
hábil guerrera! – les gritó Sony- ¡No dejemos que suceda lo de Zimpat!
Rak
estaba a punto de ayudarlos hasta que lo escuchó, se detuvo y miró al joven
abogado, anonadado.
-
¿Lo de Zimpat? – preguntó. Sony se quedó mudo, había metido la pata- ¿Qué
quisiste decir? – Morris arqueó sus inmensos ojitos y miró a Sony desde su
hombro.
-
¡Después te lo explicamos, ahora vengan! – le dijo Kay mientras se esforzaba en
forjar nuevas bolas magnéticas.
-
Ella no es igual a como la recuerdas- se atajó Sony, intentando solucionarlo.
Los
ojos de Rak se desorbitaron, estaba furioso.
-
¿Ustedes… sabían que estaba viva? – jadeó.
Hélen
cayó sobre Rak con la intención de atacarlo, el Profeta esquivó el ataque de su
hermana, confundido. El angel de la muerte no se detuvo allí, desenvainó una
lanza de cristal y lo combatió.
-
¿Qué haces hermana? – le preguntó Rak, gracias a sus reflejos lograba burlar
las evasivas- Gargas te mató. ¿Fuiste resucitada por el medallón de plata?
Helén
no le respondió y continuó acechándolo. Sony quiso ayudarlo, pero Rak estiró su
mano de manera amenazante.
-
Un paso más y eres JEN muerto- le dijo con frialdad. Morris se asustó y tembló.
Sony apretó los dientes.
-
Habla, Hélen- insistió Rak.
-
¡Pelea! – le gritó Ella.
-
No- se tomó de las manos por detrás de la cintura y se limitó a esquivarla con
increíble destreza: saltando, girando, agachándose y estirándose.
Lepra
había estado paralizado todo este tiempo, se acercó a Rak y Hélen con cuidado.
-
Escucha, Rak. No tuvimos malas intenciones… te necesitábamos- comenzó- Lo estás
viendo con tus propios ojos, ella es diferente, trabaja para Hariet y es tu
enemiga, lo siento, pero así tiene que ser.
Rak
dio una voltereta por el aire y miró a Lepra directamente a los ojos.
-
Después de todo lo que hice por ustedes: el mundo helado, Ónix, la información
que les dí. Después de todo eso, ustedes me traicionaron.
Hélen
quiso aprovechar su distracción, no obstante, Rak volvió a burlarse de Ella y
reaccionó rápido.
Lepra
tuvo que usar la tierra del suelo para que la lanza no lo tocara. Hélen se
esforzó en sacar la lanza del peñasco del elemental y fue por Rak, no le
interesaba nadie más.
-
¡Habla! – insistió Rak, y Hélen planeó a unos centímetros del suelo para darle
velocidad a su estocada. Rak no se movió y la lanza quedó atrapada entre su
costilla y su antebrazo. Los hermanos estuvieron frente a frente, tironeando-
Si no eres mi hermana, ¿quién eres? ¿Por qué te pareces a ella?
-
Soy Hélen, el angel de la muerte- vociferó Ella a regañadientes- Soy quien te
matará.
A
Rak le cayó una lágrima, ya no podía soportarlo. Tomó la lanza y se la lanzó
lejos, en ese momento, Hélen usó su ala izquierda para golpearlo, lo que
resultó.
El
profeta se tambaleó y cayó al suelo con un moretón en el cachete. Hélen no se
detuvo allí y reveló unos cuchillos entre sus ropas, fue a por él.
Rak
formó el triángulo con los dedos y un portal apareció en el suelo donde yacía
acostado, se lo tragó como si se sumergiera en una pileta, luego apareció a un
lado de Sony.
-
Ven. Nos vamos- las palabras iban dirigidas a Morris. Sony tenía la boca
abierta, una mezcla de desconcierto e inocencia.
Morris
parecía no querer irse, estaba dudando si saltar hacia el hombro del Profeta.
-
¡Ahora! – le retó Rak, para Sony y Lepra que siempre lo habían conocido alegre
e irónico, les resultó aterrador conocerlo enojado. Morris abandonó el hombro
de Sony y aterrizó en la tierra de un salto, miró al joven abogado con tristeza
y fue con Rak- No me vuelvan a molestar- le dijo a Sony y Lepra- A
continuación, reveló unos cristales y los tiró, un portal apareció y saltaron,
luego desaparecieron.
-
¡Cobarde! – le gritó Hélen.
Dayas
y Kay yacían rodeados por quinientos esqueletos armados. El fuego, la luz y la
fuerza magnética no eran suficientes para detenerlos a todos, apenas podían con
diez o veinte en el mejor de los casos, nunca se rendían y lo peor de todo, es
que aún había otros nueve mil (entre ellos Narsogs, los cuales son inmunes a
los elementos, y Ryanos).
Un
faro de esperanza había aparecido cuando visitaron el Mundo Helado, no
obstante, la situación desastrosa y la huida de Rak terminaron por opacarla.
Mientras
Hélen se lamentaba, Sony y Lepra se unieron a Dayas y Kay.
Gargas
causó un sonido muy potente con un cuerno, todos los soldados se detuvieron.
-
¿Dónde está Rak? – preguntó Dayas.
-
Se fue, nos culpa por lo de Hélen- le dijo Lepra.
Dayas
suspiró.
-
Tuvimos que habérselo dicho.
-
Ya es tarde- comentó Kay. Dayas asintió con pena.
-
No viajamos hasta aquí para morir hoy- animó Sony con el ceño fruncido- Somos
elementales y tenemos una misión importante. No sé ustedes, pero yo…- el cuerpo
de Sony se tornó musculoso y gris nuevamente, le surgieron alas y el cabello se
le alisó y alargó, su voz se agravó- … no me pienso quedar de brazos cruzados.
Kay
asintió con determinación y mutó al hombre lobo. Lepra y Dayas se transformaron
en el minotauro y el águila dorada respectivamente.
Las
cuatro bestias formaron un círculo, estaban rodeados por los diez mil soldados.
Gargas caminó entre sus tropas, quienes formaron una línea recta para dejarlo
pasar. Seguían inmóviles y sedientos de sangre.
Las
bestias de los Elementales sudaban y temían; un hecho más, minúsculo y se
desmoronarían por completo, la carga era demasiado grande.
-
Lucharon valientemente y superaron todas las pruebas del valle oscuro, estoy
impresionado- gritó Gargas mientras caminaba con dificultad por la prótesis- No
desperdicien más energía y ríndanse, no pueden ganar. Sé que les hiere el orgullo,
pero tendrán que aceptarlo- había un silencio atronador mientras el Intocable
hablaba- Podrán tener poderes inimaginables, pero los números lo dicen todo. Y
aunque tenga que sacrificar dos mil soldados, ustedes morirán y créanme, si no
se rinden… será de una forma desagradable. A mis chicos les encanta la carne
humana, en mi tierra natal nos comimos a muchos de ustedes- los esqueletos
movieron los cráneos y las bocas.
Hélen
flotaba por los aires y observaba, sus alas negras se agitaban como los de un
pájaro.
-
¿La última misión? - le dijo el águila al minotauro con su voz resonante.
-
La última misión- afirmó el minotauro. El lobo y la gárgola los ojearon sin
comprender.
En
ese preciso instante, Lepra golpeó el suelo con su hacha y un terremoto dañó y
aturdió a unos cuantos soldados; al mismo tiempo, Dayas tomó a la gárgola y al
lobo del pescuezo y voló tan rápido que Hélen no pudo detenerlo. Procuraba
atravesar el muro y llegar a la fortaleza…
-
¿Qué haces Dayas? ¡Espera! – forcejeaban Sony y Kay, anonadados.
Los
esqueletos realizaban sonidos desagradables con sus bocas cuando los veían
volar sobre ellos. Varias flechas los acecharon, pero todas rebotaron en el
cuerpo del águila. Dayas no les respondió y continuó volando, concentrado en
cumplir con su objetivo, se acercaban rápidamente al castillo detrás de la
muralla.
Kay
mordió la pata del águila y esto ocasionó que los tres cayeran al suelo. Se
arrastraron por la tierra, dejando una amplia hilera de humo.
Dentro
de la muralla había menos soldados, entre cien y doscientos, estaban
dispersados, se tardaron en acecharlos, pero anticiparon algunas flechas que
fallaron.
-
¿Qué fue eso? – preguntó la gárgola, con la piel grisácea sucia y sacudiéndose
el polvo.
-
Idiota- dijo el águila- ¡Idiota!
El
lobo respiraba forzosamente, ya estaba de pie, y también miraba a la bestia del
príncipe.
-
¿Decidieron sacrificarse? ¿Son tontos o se hacen? – vociferó Kay- ¡Vinimos
todos juntos hasta aquí, seremos los cuatro los que entremos a esa fortaleza!
Mientras tanto…- Las piernas del lobo se volvieron humanas- Lucharemos hasta
que lo consigamos. Como dijo Sony, hoy no nos toca morir- Kay usó la súper
velocidad de sus piernas como JEN para unirse a Lepra, mientras su parte
superior aún era la del lobo.
-
Sony… si ustedes dos no entran ahí, será el fin- dijo la inmensa águila,
respirando forzosamente por la caída. La gárgola se quedó pensativa.
Kay
aprovechó su súper velocidad para causar una perturbación en el aire que
desarmó a unos cuantos esqueletos formados en línea recta. Contempló como el
minotauro luchaba cuerpo a cuerpo con todos los que se le acercaban, Gargas
observaba de brazos cruzados.
A
Lepra no le gustó nada volverlo a ver a Kay.
-
¡Entra de una vez! – le gritó, mientras los esqueletos lo acechaban.
Kay
mutó sus manos a los de un humano y empleó corrientes de fuego para repeler a
los atacantes, conformó una cinta ardiente que fue desenredándose a un radio de
diez metros. Sólo consiguió asustarlos, muchos pasaban la corriente sin
problemas.
El
minotauro daba pisotones al suelo y surgían peñascos de los suelos que flotaban
y caían sobre ellos para aplastarlos.
Gargas
observaba lo ocurrido con mucho interés. Kay llamó a Grof para que le dijera
algo secreto a Lepra. El elemental de la tierra asintió decidido y abandonó la
forma del minotauro.
Kay
abandonó la transformación del lobo por completo, la dominaba con facilidad. Luego,
Lepra conformó una lluvia de rocas enormes que Kay incendió para que se
asemejaran a meteoritos (igual al truco de Frank y Veradic). Estos ataques
fueron letales y consiguieron resultados satisfactorios. Los esqueletos eran
pulverizados por los impactos.
Se
abrieron paso hasta llegar a Gargas, quién yacía confiado y unánime.
-
Él no es intangible, sino los objetos que lo tocan- recordó Kay y luchó cerca
de él, fingiendo que no le prestaba atención, creyó que Gargas estaría tan
presuntuoso que ni se molestaría en moverse.
Se
sumaron Ryanos y a Kay le costó enfrentarlos, pero no le quedó otra. Los
vigilantes nocturnos (o Narsogs) fueron por Lepra. El joven de piel morena
empleó el círculo de los magos y los destruyó a puñetazos y patadas voladoras elásticas.
Kay
le hizo una seña a Lepra. Kay atacó a Gargas por el frente (mientras él lo
miraba) y Lepra a las espaldas del villano.
La
bola de fuego atravesó el cráneo de Gargas como si fuera un fantasma, quién se
quedó quieto con notable vanidad. No obstante, lo que Lepra hizo dio resultado.
No lo había atacado, simplemente había descompuesto la tierra para hacerla
viscosa y una mancha se había quedado pegada en su prótesis sin que el ex
proeta se diera cuenta.
Lepra
chasqueó los dedos y una explosión de tierra causó una cortina de humo. Gargas
giró la cabeza y lo notó, sin embargo, no realizó ningún gesto. Kay aprovechó y
lo atacó, el muchacho atravesó a Gargas y le dio la espalda.
Luego
fue Lepra quién lo embistió cuerpo a cuerpo, pero el villano lo atravesó con la
intangibilidad. El humo se disipó y los soldados estaban confundidos.
Fue
todo muy repentino, los dos elementales corrieron hacia Gargas para atacarlo al
mismo tiempo, cuerpo a cuerpo otra vez. Gargas los atravesó a ambos al mismo
tiempo, y en ese preciso instante, sintió algo en la frente. De la
invisibilidad surgió Kay, con Lepra tomándolo del hombro y el círculo mágico
dibujado debajo.
Quienes
Gargas pensó que eran ellos se desvanecieron, eran imágenes. Gargas creía que
los atravesaba con su habilidad y no era así. Los dedos índice y medio del JEN
de fuego estaban en la frente huesuda del Intocable.
MEMORIA
1:
“- El príncipe Glas se enfrentará cara a cara con el
dragón Kahar por el trono- anunció
un esqueleto robusto, cubierto de mantas violetas y amarillas; luego sopló un
inmenso cuerno que sostenían dos súbditos humanos con cadenas en las
pantorrillas.
El presentador le
hablaba a una multitud que se situaba vitoreando al príncipe, todos ellos se
encontraban en un estadio descomunal, con cuatro gradas para el público que
rodeaban a un escenario de arena donde los protagonistas batallaban. Estas
gradas comenzaban veinte metros por encima de la arena y estaban aseguradas con
alambres y soldados esqueléticos.
La realeza tenía una
vista exclusiva en un balcón sobresaliente que estaba por encima de todas las
gradas; allí había dos asientos de metal, una reina y un rey sin piel, también
esqueletos; vestidos con largas túnicas violetas y amarillas, además de sus
respectivas coronas sobre los cráneos. El hijo menor de la familia real Rodmorz, Gargas, se situaba a un lado,
mirando a su hermano Glas en el campo de batalla, a punto de enfrentarse a un
abominable dragón esquelético.
- No te quiero aquí-
vociferó la reina hacia su hijo más chico, tenía unos extraños y escasos
cabellos naranjas sobre la superficie del cráneo- No quiero más mestizos.
Gargas asintió con
severidad y se perdió la pelea en la arena. Tenía que seguir buscando mestizos
(hijos nacidos entre los de su especie y los esclavos de carne) y borrarlos de
la existencia. La Reina estaba preocupada ya que los rumores de un
revolucionario se hacían cada vez más fuertes, un mestizo llamado Meddes.
Gargas ya era conocido como
el Intocable ya que nunca nadie había logrado dañarlo, era líder entre los
ejércitos del reino Isiris del
planeta Tempus.
Sin embargo, Glas tenía
derecho a la corona por ser el hijo mayor, y eso no sería problema si el futuro
rey no lo amenazara con exiliarlo o matarlo cuando llegue al poder. Gargas se
moría por ver la pelea, se moría de ganas de ver como el dragón Kahar se
devoraba a su hermano y le trituraba los huesos.
El pueblo estaba casi
vacío, las edificaciones y casas cuadradas abandonadas, Gargas sintió que
estaba perdiendo el tiempo. Revisó el perímetro dos veces y se lamentó, creyó
que la batalla ya habría terminado para entonces.
Regresó al estadio y
oyó un potente estruendo, algo estaba sucediendo, la gente gritaba. Justo
cuando estaba por subir la escalera de la entrada, trescientos esclavos humanos
salieron corriendo, aterrorizados. Gargas pensó en detenerlos, pero no lo hizo
y entró rápidamente.
El Rey y la Reina
estaban muertos, asesinados por el mestizo Meddes, quién se alzaba en el balcón
y proclamaba la libertad de los esclavos. Tenía la cara de un humano con
algunas diferencias (la mandíbula y el cachete sólo estaban conformadas por
hueso) y vestía un traje oscuro que el Intocable nunca había visto.
De las gradas escapaban
todos los ciudadanos entre el fuego, los alambres rotos y el caos, no tardaron
en vaciarlas y en que el lugar sólo estuviera poblado por cuatro personajes.
Glas le hizo frente,
pero Meddes chasqueó los dedos y se desvaneció por arte de magia. Antes de irse,
dijo.
- Mi amo no tolera las
injusticias, como nuevo miembro de la Luz Oscura, yo tampoco puedo hacerlo. No
lo obliguen a que vuelva
a castigar este mundo.
Glas y Gargas se
miraron, confundidos. El dragón Kahar acababa de destrozar las cadenas que lo
ataban (los que cuidaban que no se liberara, habían escapado), el estadio yacía
vacío. Acechó a los dos hermanos con sus rugidos aterradores y desplegando las
inmensas alas con dificultad.
Ambos se prepararon
para lo peor, y entonces, un sujeto cayó como una bala en el centro del
escenario, un personaje con una siniestra armadura. Estiró su mano y el dragón
se quedó paralizado, sin poder moverse.
Glas lo tomó como un
enemigo y fue a atacarlo, pero el Señor Oscuro manipuló la materia de la arena
y esta se endureció alrededor del príncipe, como una prisión de tierra.
Büul se acercó a
Gargas, quién lo miraba con afán.
- ¿Gargas, el heredero de la
familia Rodmorz? – le preguntó- ¿El famoso “Intocable”? – Gargas asintió y bajó la guardia- Te estuve buscando. Oí mucho
de ti y de tu talento. Quiero ofrecerte un trabajo.
- ¿Un trabajo?
- Si. Necesito una mano derecha
para cumplir con mi propósito.
- ¿Y ese cuál es?
- Asesinar al titán Vrogh, quién se
encuentra encerrado en El Templo de la Muerte- le contó
Büul- Es mi venganza.
- ¿El Rey Titán? ¿No es
un mito?
- Existe, yo lo conocí. Mató a
todos los míos. Su secuaz es el mestizo que asesinó a tus padres. Yo puedo
ayudarte a encontrarlo si tú me ayudas a mí.
- No me interesa la
venganza ni mis padres- gruñó el Intocable y miró los cadáveres deformados de
los reyes, aún sentados en sus respectivas sillas de metal- Estoy harto de este
mundo rígido y absurdo, acepto el trabajo- Gargas se quitó la armadura
característica de su familia- ¿Qué tengo que hacer?
- Infiltrarte en una
organización, se hacen llamar Los Proetas. Sus secretos son de mi interés- dijo el Caído- ¿De acuerdo?
Gargas asintió y miró
la prisión donde estaba Glas.
- Mi nombre es Büul, el Caído;
el señor de las tinieblas y el vengador de mi pueblo- el sujeto se sacó el casco y se presentó tal cual era.
Gargas lanzó un suspiro, que no fue de impresión, sino de asombro e… interés.”
MEMORIA 2:
“En Casám, Rak acababa
de escapar con la mayoría de los Ryanos, muy pocos se habían quedado con
Gargas, quién yacía agonizando en el suelo, sin piernas.
Dos Ryanos de gran
tamaño lo ayudaron a levantarse y lo alzaron. Gargas gemía del dolor y la
desesperación; entre sollozos, les ordenó.
- Llévenme con Büul,
ahora.
- El mundo está por…-
se excusó uno de los dos.
- Ya sé, háganlo si
quieren sobrevivir.
Todo temblaba, el cielo
rojizo parecía pudrirse como una manzana, la tierra se sacudía y potentes rayos
pulverizaban las montañas y las derribaban. Tras casi una hora, visualizaron el
campo de batalla desde lo alto de una colina: Gyan estaba completamente bañado
en sangre y sin ropa por encima de la cintura; la armadura de Büul se había
hecho añicos y el hombre dentro de ella, luchaba entre jadeos y pausas
repentinas.
A su alrededor había
algunos cadáveres de Narsogs y el cuerpo de Hélen, Fismut observaba el combate
desde una distancia segura.
Gargas notó que Gyan
portaba un anillo en su pulgar derecho y que este brillaba cuando forjaba un
nuevo ataque, los cuales eran letales contra Büul; no obstante, el Intocable
notó que, por cada nueva ofensiva, Gyan vomitaba sangre y se desplomaba
exhausto en el suelo, luego se volvía a levantar a duras penas y continuaba.
A metros de donde
luchaban, había un agujero colosal en la tierra y en su centro una plataforma.
Finalmente, Büul logró aprovecharse de la debilidad del hechicero, se le acercó
a alta velocidad, apretó su brazo y le quitó el anillo, no lo creyó necesario y
lo tiró. Después, el Caído ahorcó a Gyan, Fismut fue a detenerlo, pero el
hechicero le gritó.
- ¡No! – pausó e
intentó sacarse la mano de Büul de encima, sin éxito- ¡Dámelo! ¡Haremos lo
otro!
Gargas observó como
Fismut quitaba un medallón de bronce de su bolsillo y se acercaba a los dos
guerreros; en un santiamén, los tres desaparecieron por un portal cilíndrico.
A continuación, el
silencio irrumpió.
- Llévenme allí.
Los Ryanos lo
sostuvieron y Gargas buscó el anillo de oro que Büul había tirado hasta que
logró encontrarlo entre unos escombros. Lo observó con recelo y lo examinó, sus
secuaces lo sentaron a su lado. Gargas se animó a tomarlo.
- Es… hermoso.”
MEMORIA 3:
“Gargas dirigía un
campamento en el ZEN con algunos Ryanos, una especie de humanos salvajes los
habían dejado quedarse en sus territorios: los Fulkos. Al final, todos ellos
adoptaron su lengua y abandonaron el viejo idioma.
El Intocable, por su
parte, estaba interesado por conocer otras lenguas y por conocer al mundo
prodigio al detalle; después de todo, Büul le había dicho que su fortaleza
estaba allí y que sería su misión encontrarla en caso de que él fracasara.
Hacía años que no sabía
de Büul y antes de caer en la depresión, se limitó a alimentar a sus soldados.
Gargas recordaba cómo habían logrado escapar de la tragedia de Casám a duras
penas, como siguieron con Tempus, visitaron su reino natal y vencieron a Glas y
su ejército gracias al anillo de oro. Los sobrevivientes le juraron lealtad y
todos juntos partieron a la Tierra, hacia las TIERRAS INEXPLORADAS.
- ¿Qué encontraremos
allí? – le preguntó uno de sus soldados esqueléticos durante la hora de la
comida.
- Büul me confió su
hogar y un letal artefacto: el medallón de plata. Si adoptamos su poder
podremos resucitar a los muertos y nuestro ejército será inmortal.
El sol hacía su último trayecto
hasta desaparecer, era el atardecer. Cuando todos dormían, Gargas meditaba,
sentado en un tronco con la prótesis que le permitía caminar, traída de Isiris
tras la conquista.
Un muchacho apareció
ante él y Gargas no se molestó en levantarse.
- Dame lo que te
robaste- le exigió el hombre, tenía mucha más barba y cabello desde la última
vez que lo había visto.
- Mago- lo saludó
Gargas en tono burlón y se levantó lentamente- Yo no tengo nada.
- Te robaste el anillo
de mi hermano, dámelo- Fismut estaba distinto, mucho más rígido y severo que
antes. Gargas le atajó con una pregunta.
- ¿Qué pasó?
Fismut suspiró y le
contó.
- Gyan y Büul están
muertos.
Gargas se quedó
paralizado y bajó la mirada, a Fismut le llamó la atención su reacción.
- ¿Dónde está el
anillo? No es un juguete- insistió el mago y reveló su bastón blanco.
- ¿Qué pasó contigo? –
volvió a atajarlo el esqueleto parlante.
- No soy más un niño
indefenso. Si no te asesino es por respeto a nuestra vieja amistad- gruñó
Fismut- Hélen…
- Excusas, sigues
siendo un cobarde que no tolera ensuciarse las manos por más que el corazón se
lo implore.
- Ahora soy un Inmortal
de Morgana, mi superior Yará confía en mí y sabe de la letalidad de las
invenciones de mi hermano. DAME EL ANILLO, AHORA, ES LA ÚLTIMA VEZ QUE TE LO
PIDO AMABLEMENTE.
Gargas notó que
temblaba, que después de todos esos años, Fismut le seguía teniendo miedo. Se
aprovechó de eso y se le acercó a paso lento.
- Adelante, hazlo- le
recomendó, Fismut posó la punta de su bastón en las costillas de Gargas. Fismut
sudaba y apretó los dientes con rencor, con odio hacia sí mismo. Gritó y se
alejó, Gargas reía a simple vista, pero estaba devastado por la noticia que le
acababan de dar.
- Volveré un día y
pagarás por todo lo que hiciste- le dijo Fismut y empleó el medallón de bronce,
con el cual desapareció.
- ¡Despierten! – les
gritó Gargas a sus soldados, los que yacían en carpas, durmiendo de día. Muchos
salieron y le prestaron atención.
- Escuchen todos, el
Señor falleció, pero descuiden, ¡nosotros lo regresaremos a este mundo con el
medallón de plata!
Hubo vitoreos
desesperados.
MEMORIA 4:
- ¡Dicen que renació!
¡Que lleva su corazón! – gritó un chamán Ryano ante Gargas, quién yacía sentado
en el trono de la Fortaleza de Büul.
- ¿Lleva su corazón? –
Gargas, que vestía una armadura verdosa, se acariciaba la parte superior del
cráneo- No tiene sentido.
- ¡Lo vi, lo vi, es la
viva imagen del Caído! ¡Él regresó, con otro nombre, pero REGRESÓ!
- ¿Cómo se llama este
nuevo señor oscuro, chamán Fix?
- Lo conocen como
Hariet, el Único.
- Hariet…- repitió
Gargas y se sintió iluminado- Él es el sacrificio que necesitamos para
compensar los errores, ¡para revivir a nuestro señor! – se levantó de un salto
y vociferó- Chamán, llévame con él, quiero conocerlo.”
MEMORIA 5:
“Una mujer acababa de
burlar la seguridad del laberinto y se dirigía a las murallas que antecedían la
Fortaleza. Gargas, en persona, junto a trescientos soldados, salieron de su
escondite y fueron a hablar con ella. El Intocable se llevó una ingrata
sorpresa al notar que se trataba de alguien a quién había matado en el pasado:
Hélen.
- Y cuando creo que ya
nada puede sorprenderme, apareces tú aquí- le dijo. Hélen se quedó muda; Gargas
contempló las dos alas de cuervo que portaba tras su espalda, guardadas- ¿Qué
haces aquí, princesa?
- Vino conmigo- dijo una voz siniestra que Gargas reconoció y le generó
cierto terror reconocerla. Acababa de aparecer a través de un portal
dimensional generado por un medallón de bronce- Tanto tiempo, general Gargas.
- Así que estás vivo… -
sus soldados notaron su desconcierto y se miraron los unos a los otros.
- Si te lo preguntas, no guardo
ningún rencor- le habló Hariet- Tampoco vine a acabar contigo,
aún me eres de utilidad. Llegar hasta aquí no fue fácil, ¿Sabes? Armé un plan
para que los Elementales encontraran tu paradero por mí, Hélen los siguió.
Aunque no me explico por qué aún no están aquí…
- ¿Elementales? –
repitió Gargas, confundido- No están aquí y dudo que hayan pasado mis trampas.
- Vendrán, viejo camarada- le dijo Hariet con
notable vanidad y falsedad- Descubrieron tu escondite y vienen por el medallón de plata.
Gargas apretó los
dientes y cerró los puños.
- Morirán si lo
intentan.
- Eso me temo. No vienen solos,
según Hélen, su hermano Rak también los acompaña.
- ¿El Profeta? – se
burló Gargas- ¿Sigue con vida? Será un gusto destrozarlo con mis propias manos
después de lo que me hizo…
- Aún puedes reparar el error que
cometiste durante la batalla en Ondárroa- Gargas
miró a Hélen con interés, Hariet lo notó y le dijo- Encontré su tumba en el mismo
lugar donde yo fui encerrado, la resucité con un cubo mágico, el cual portaba la
criatura del elemental Juan Jimonte, fusioné ambos y Ella renació. No es la que recuerdas, sigue
mi voluntad a través de la marca negra y no tiene ningún afecto por aquellos
que quiso. Pero sus memorias… siguen intactas y han sido de mucha utilidad- Hariet dio unos pasos al frente y las tropas
retrocedieron, asustados- Proetas, el señor oscuro Büul, Casám, me enteré de muchas cosas gracias
a Ella- Hariet volvió con Hélen y le acarició
el rostro con espeluznante dulzura- Es hermosa, ¿no te parece?
Hélen yacía estática
como si fuera un maniquí.
- Yo esperaré adentro, el
medallón no es lo único que me interesa de esta fortaleza- posó sus dedos metálicos por el cabello violeta de Hélen
durante un segundo y se alejó suavemente- Tú encárgate de los intrusos…
Gargas, en contra de
sus deseos, aceptó.”
Kay
se sintió nuevamente mareado por tantos recuerdos ajenos, Gargas se aprovechó y
lo pateó con rencor en el pecho.
Lepra
miró a Kay, interesado en saber que había descubierto, el JEN de fuego se le
acercó.
-
Hariet está ahí adentro, en la Fortaleza de Büul, está aquí…- dijo Kay, anonadado
y tomándose del pecho- También tiene el anillo de oro, hay que quitárselo.
El
joven morgano lo miró con preocupación.
-
Estamos perdidos- pensó.
Gargas
los atacó, al borde de la cólera. Kay y Lepra emplearon los círculos de los magos
para expandir sus capacidades y lanzar nuevos proyectiles o meteoritos.
Por
otro lado, Dayas y Sony luchaban (en sus formas humanas) contra Hélen, quién
estaba más enloquecida de cómo la recordaban; su agilidad y velocidad era
abrumadora, tanto que la villana logró causarles múltiples cortes a los dos con
su vara ondulada y oscura de un metro.
Los
observaba con interés y por cada pausa que hacían, lamía la sangre que se
acumulaba en la hoja de su arma; si no fuera por su locura, ambos se hubieran
sentido muy atraídos por ella. Hélen era realmente una sádica.
Dayas
respiraba agitadamente y se tomaba del antebrazo herido.
-
Dejaste a un hijo sin su padre- gruñó- Juro que seré yo quién te cobre por
ello.
Hélen
terminó de lamer y se tragó la sangre de sus enemigos, lo miró con interés y
vociferó con gracia.
-
Yo le debo todo a ese hombre. ¡Gracias a su aparición, deduje que ustedes
estaban allí! No tenía pinta de mago… Fue gracias al comandante Hassian que los
seguí en secreto y llegamos a la Fortaleza.
-
¿Llegamos? – repitió Sony, frunciendo el ceño.
Helén
lo miró con perversión.
-
¿Quién te imaginas que está allí adentro, esperándote?
Sony
apretó los dientes y tragó saliva.
Helén
extendió las alas y planeó para atacarlo, Sony estaba harto de ella y quiso
usar la fuerza magnética pero el angel de la muerte se le adelantó y le causó
una herida profunda en la panza; Sony gimió del dolor y se desplomó en el
suelo, exhausto y con sangre en la ropa.
Dayas
fue a ayudarlo y realizó aquella bola luminosa de bowling para cegar a Hélen
temporalmente, lo que resultó, sin embargo, ella estaba entrenada para luchar,
aunque no pudiera ver. Por alguna razón, Dayas intuyó que Hélen reconocía la
sangre de sus enemigos y mediante el olfato podía encontrarlos sin problemas,
el elemental del doble elemento creyó que así los había estado siguiendo.
Tomó
a Sony del pescuezo y lo arrojó contra Dayas, el joven de cabello rubio quiso
agarrarlo, pero no hubo caso y ambos cayeron al piso. Hélen no se detuvo y alzó
la vara con la que procuraba asesinarlos al mismo tiempo como si su arma fuera
un pincho y ellos las salchichas.
Sony
ya no lo soportaba y justo cuando Hélen los atacó, el muchacho hizo algo
involuntario, cruzó sus brazos y un escudo
de luz azul apareció, Hélen fue repelida violentamente. El escudo
desapareció y Sony se miró los brazos, anonadado.
-
¿Qué diablos…?
En
ese preciso instante, Kay sintió una conexión en su interior mientras batallaba
con Gargas, algo fluyó a través de él y manipuló su propia sombra para
constituir un clon sólido y oscuro. Lepra estaba sorprendido y Gargas, muy
desorientado…
La
sombra combatió contra los soldados esqueléticos y los Ryanos, destruyéndolos a
puñetazos con facilidad. También podía estirarse como una goma elástica y
volver a recomponerse a voluntad.
Para
Lepra fue de gran ayuda, quién intentaba por todos los medios deshacerse de los
miles de soldados que se acercaban enloquecidos (y con algo de miedo). Ya no
podía más (había tenido que volver a transformarse en minotauro), la batalla no
terminaba más y aún había otros cinco mil soldados esperando su oportunidad.
Atacaba
los suelos con su hacha y al perforarla, la tierra se desmoronaba y se llevaba
unos cincuenta esqueletos, los demás se asustaban y tardaban en llenarse de
valor para combatirlo. Kay alejaba a los que se interpusieran entre él y Gargas
a través de la fuerza repulsiva.
La
sombra viviente de Kay tomó a Gargas por la espalda, su habilidad de
intangibilidad no servía contra ella, así… Kay formó una bola magnética para
acabarlo de una vez.
-
Lamento que no vuelvas a ver a tu amado- le dijo Kay, sudando y con los ojos
entrecerrados.
-
En mi larga vida, sólo conocí a una persona capaz de hacer esas cosas… - gruñó
el Intocable. Kay lo miró, también lo había notado, pero no quiso distraerse y
atacó. En ese instante, cinco soldados lo sorprendieron por detrás y lo
sujetaron en un intento desesperado por salvar a su líder. Kay forcejeó y
durante su distracción, Gargas (a pesar de estar atrapado por la sombra)
desenvainó la espada de uno de sus soldados y atravesó a Kay. La sombra
desapareció en un suspiro y Kay gimió.
-
Eso no funciona conmigo, Intocable- y gritó desesperado, un campo magnético
causó una implosión que rechazó a todos los cercanos. Kay, gravemente herido,
se curó un poco con la magia de sus manos (a través del círculo místico).
Gargas
lo miró, acostado en el suelo y se levantó decidido.
-
Me hartaste- levantó la mano y los que vieron el gesto se detuvieron, el resto
reaccionó de acuerdo con los demás. Hubo una total quietud por parte del
ejército abominable y para los Forasteros todo parecía pintar peor. En el
pulgar huesudo del Intocable apareció un anillo de oro, este brilló y un rugido
intenso se hizo oír.
Luego
golpes bruscos que retumbaron en TODA la tierra, uno tras otro, tras otro, cada
vez con mayor intensidad.
Hélen,
Sony y Dayas también se detuvieron, algo yacía debajo de todos ellos y acababa
de despertar…
Gargas
alzó la mano (apuntando al cielo azulado) y la sacudió, el anillo brillaba
intensamente como la luz del sol y todo su puño temblaba tal como lo haría un
enfermo de parkinson.
Un
rugido desgarrador y terrorífico se oyó. Las tropas retrocedieron, algo enorme
se acercaba.
Muy
por debajo de los agujeros que había hecho Lepra, una criatura yacía enterrada
y causaba los temblores. La tierra voló como agua y una cola esquelética de
veinte metros de largo ascendió hacia la superficie y danzó con euforia.
Otro
terremoto y la criatura surgió del subsuelo: un dragón esquelético.
-
Mátalos a todos, Kahar- le ordenó Gargas con aquel anillo en su poder.
Sony
y Dayas no podían creer lo que veían desde lejos, un monstruo legendario del
lado de sus enemigos, hasta Hélen estaba sorprendida.
-
El huesudo estudió mis habilidades mentales y las amplificó de alguna forma
para controlar un dragón- vociferó, con los labios rojos separados y formando
una “o” con la boca.
Cómo
una serpiente de cincuenta metros y escamosa, con carne en algunos sectores y
otros no, los dos huesos que portaban las alas yacían a unos metros de su
cabeza; aquellas alas eran grises y portaban agujeros como si fueran telas
dañadas. Cuatro patas huesudas con garras y la cabeza de un reptil escupe
fuego, además de colmillos, cuernos y dos ojos de color azul marino. La cola
huesuda estaba rodeada de pinchos y la punta parecía la cabeza de una flecha.
El dragón Kahar era gris y negro, pero luego se sacudió y se rodeó de un fuego
azul como si todo su cuerpo fuera una vela.
Sacudió
las alas con fatiga y dificultad, dando pequeños saltos fallidos para volar.
Cada vez que caía, la tierra se sacudía y muchos veían afectado su equilibrio.
El
minotauro no lo pensó dos veces y fue por Kay, quién continuaba herido, tiró el
hacha y lo cargó entre sus musculosos brazos, a continuación, empezó a correr
en dirección a la Fortaleza de Büul mientras desplomaba a quién se interpusiera
en su camino.
Gargas
no pudo aguantar más y se cansó, se quitó el anillo del dedo y el dragón dejó
de estar bajo su control. El Intocable se sentía muy débil y se tiró al suelo
para no volver a levantarse.
Para
su fortuna, Kahar notó que el minotauro huía a toda velocidad, se le quedó
observando durante largos minutos y abrió su boca con ferocidad, causando un
estruendo. Los soldados (tanto esqueletos como Narsogs y Ryanos) volvieron a
retroceder, asustados. Después, el dragón avanzó lentamente hacia los que
huían.
-
¡Viene hasta aquí! – gritó Sony, aterrorizado. Hélen sacudió sus alas de cuervo
y voló por los aires, alejándose de ellos.
Dayas
se desesperó y lo tomó de los hombros.
-
¡Escúchame Sony, apenas venga Kay, tienen que entrar a la Fortaleza! ¡Es la
única salida!
-
Yo no voy a dejarlos luch…
-
¡SONY! – Dayas parecía haber perdido la paciencia- ¡HAZME CASO! ¡MIRA LO QUE SE
ACERCA! ¡USTEDES CONTRA HARIET, ES LA ÚLTIMA ESPERANZA QUE NOS QUEDA! ¡SI
MORIMOS AQUÍ, EL MEDALLÓN DE PLATA PODRÁ SOLUCIONARLO TODO! PERO NO SIRVE DE
NADA QUE NOS QUEDEMOS LOS CUATRO EN ESTE LUGAR, ESPERANDO UNA MUERTE SEGURA.
POR FAVOR, SONY, TOMA A KAY Y ENTREN.
Sony
apretó los dientes y lloró, luego asintió. Dayas le dio un abrazo y se alejó
rápidamente.
El
minotauro corría a toda velocidad entre jadeos con Kay en sus brazos,
acurrucado y semi dormido. Atravesaron las ruinas de la muralla y finalmente
alcanzaron a sus compañeros.
La
tierra continuaba temblando por cada paso del enorme dragón. Todas las tropas
se habían hecho a un lado para que cumpliera con su cometido.
El
minotauro sudaba y tenía manchas de sangre y de suciedad por todos lados, dejó
a Kay en el suelo. Dayas y Sony fruncieron el ceño. Kay aún podía caminar, por
lo que Sony lo tomó de la cintura e hizo que el brazo derecho de Kay pasara por
su nuca. Le costó el movimiento ya que él también estaba herido.
-
Gracias- fue lo único que se le ocurrió a Sony decir y avanzó con Kay hacia las
inmensas puertas de hierro.
Dayas
asintió y el minotauro se sentó en el suelo para descansar un momento.
-
Tenías razón, fuimos acorralados- le dijo a Dayas con una voz grave y ronca.
Dayas
estiró el cuello y aflojó los brazos.
-
¿Sabes? Saqué algo bueno de todo esto. A Kay y Sony ya los conocía, pero en
este viaje intimé más, me gané tres amigos- El minotauro lanzó hilos de humo y
asintió con felicidad- La esperanza reside en ellos, siempre fue así y ahora
más que nunca. Ellos nos salvarán, podría jurarlo.
-
Eres un hablador compulsivo, príncipe- el minotauro se levantó y miró al
horizonte, bajo el cielo azulado había una bestia que se dirigía hacia ellos-
Asesinado por un dragón zombie, no todos tienen la suerte de morir así.
-
¿Zombie?
El
minotauro lanzó unas risitas, lanzando hilos de humo por el hocico.
-
No importa. Es un término de la Tierra.
Dayas
asintió confundido.
-
La última misión fue un éxito- exclamó y su cuerpo se iluminó hasta mutar al
del águila, un rayo cayó de arriba y la tiñó de oro.
El
minotauro arrastró sus pies por la tierra como un toro. Ambas criaturas se
prepararon para la llegada del monstruo con alas.
Por
su parte, Sony cargaba a Kay con dificultad, miró una última vez hacia atrás a
sus compañeros en guardia y se apresuró cuando notó que al dragón le faltaba
muy poco para alcanzarlos. Él también estaba herido y cansado, con sus pocas
fuerzas abrió la puerta con la fuerza de atracción y entró junto a Kay.
Las
puertas medían diez metros, eran rectangulares y estaban plagadas de símbolos
antiguos.
Los
zumbidos se hicieron tan potentes que Sony sintió una sacudida por todo el
cuerpo.
Dayas
y Lepra corrieron hacia Kahar y lo enfrentaron.
Sony
cargó a Kay lentamente hacia las escaleras que habían surgido cuando la puerta
se abrió de par en par. Miró una última vez la feroz batalla y con una angustia
y tristeza intensa, cerró las puertas con sus poderes.
La
entrada se arrastró por el suelo, tenían el grosor de cuatro paredes, y se
cerraron frente a sus ojos, dejando a los JEN en la completa oscuridad….
Una
vez hecho, Sony oyó los gritos y el cruel sonido del dragón devorando a sus
amigos.
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