Pie de foto: Imagen ORIGINAL del personaje ''Van Robin Hed'' diseñada y dibujada por mi colega y amigo Ikaro Ghandiny (visitar página)
Van
Robin Hed: CAPÍTULO 2.
Durante su tiempo en los aires, pensaba en
Agustina, hasta que volvía a caer. Recordaba a Meddes, a los tres titanes, a
sus tres servidores, a Fismut, a Lepra, a Jhor, a Vrogh y a la historia de
Tritán.
Volvía a pisar otro edificio y procuraba
lanzarse con más fuerza hacia el siguiente, creyendo que lo que estaba haciendo
era lo correcto. La primera fase para defender su mundo del desquiciado con la
armadura.
Kay se dirigía a la guarida del sur de los
militares, mediante tecnología avanzada que había desarrollado para espionaje,
conocía dicha ubicación y al parecer, guardaban algo GRANDE.
El elemental creyó que allí podría estar la
prueba contundente que llegaría a derrocar al gobierno de facto y reestablecer
la democracia. Ese era el plan.
Tanto Kay cómo Sony, a pesar de estar
separados, sabían que se avecinaba una guerra, contra el peor de todos los
enemigos…
Kay tenía que ser rápido, y no sólo por el
riesgo de ser descubierto, sino también porque tenía una cita pautada en la
comisaría a la mañana del día siguiente…
Curiosamente, la base secreta del gobierno
militar yacía en un lugar que Kay recordaba muy bien, una antigua fábrica
abandonada conocida como R.E.C.O (Redistribuidor especial de Combustibles
Orgánicos). Hacía cinco años, Sony había sido secuestrado en ese lugar por el
elemental Dimitrion Curtansen, él y Natal acudieron a su rescate y Sony utilizó
sus habilidades por primera vez.
A diferencia de aquel día, el lugar estaba
fuertemente asegurado por nuevas paredes y hombres vigilando todas las entradas
posibles. También había torres de vigilancia que emitían una luz centelleante,
las cuales recorrían gran parte del área. Kay se mantuvo oculto en lo alto de
la terraza de un edificio, a casi un kilómetro de distancia. Usó unos lentes
especiales para examinar todo el sector, los que funcionaban como binoculares.
Estudió cada movimiento de la fábrica, y dedujo
los puntos ciegos de las torres, a donde las luces no llegaban a iluminar. Ya
era de noche y la lluvia no cesaba, lo que era una ventaja importante.
Kay ideó una estrategia, su plan era entrar,
robar los supuestos archivos, y salir sin contratiempos.
Todos los guardias estaban armados y vestidos
con los uniformes característicos de un ejército, en el pecho portaban la
insignia y las iniciales de la G.C.J.M (Gobierno Continental de los Jefes
Militares).
Actualmente, Kay llevaba un perfecto control
sobre sus habilidades elementales y como JEN. Lejos de aquel muchachito quejoso
y divertido, la nueva versión de Van Robin Hed era mucho más oscura que la
anterior.
Más de cincuenta hombres habían quedado en el
hospital gracias a él, no tenía piedad y desplomaba a sus enemigos con
facilidad.
Los de arriba habían ordenado su muerte
inmediata en caso de ser visto, sin interrogatorio ni juicio ni como
prisionero.
El cazador usó su súper velocidad para recorrer
casi un kilómetro en segundos, trepar las paredes como si fuera una araña
(antes de que las luces examinaran esos lados), llegar al guardia de la torre
más próxima y posar su mano en la cabeza del soldado para doblegar su voluntad
y convencerlo de apagar la luz de la torre de vigilancia.
Mediante esta misma habilidad, Kay obligó (a
través de un control mental que se efectuaba por el contacto físico) al soldado
a desmayarse. El JEN del fuego sabía que sólo tendría algunos minutos hasta que
los demás guardias se dieran cuenta.
Entró rápidamente y se mantuvo atento, no
quería sorpresas. Un completo silencio se posaba sobre la fábrica, sólo los
grillos cantando y la lluvia cortaban con la oscuridad de dicho escenario.
Van Robin Hed se escabulló sin ser visto, fue
al mismo salón donde Sony había sido raptado. Se camufló entre las sombras (su
nuevo traje tenía un modo de invisibilidad) y observó los hechos.
Dos oficiales armados yacían frente a cinco
prisioneros, dichos reclusos tenían las manos y los brazos extendidos por
encima de sus cabezas, atados a unas cadenas que provenían del techo. Los cinco
se suspendían en el aire y tenían bolsas negras cubriéndoles el rostro. Aquella
sala estaba bastante deteriorada, cubierta de chapas que golpeteaban por la
lluvia, escombros y diferentes niveles.
- No nos sirven- dijo uno de los soldados, no
debía tener ni veinte años. Kay escuchaba- Ninguno de ellos sabe algo de Van
Robin Hed. Hay que ejecutarlos.
- No tienes derecho a tomar decisiones tan
apresuradas, esperemos al oficial al mando y él sabrá que hacer- le respondió
otro, un hombre adulto que debía sobrepasar los cuarenta.
El soldado más joven suspiró y comentó.
- Los cinco
jefes de esas abominaciones. Planeando Dios sabe qué. Escuché que se hacen
llamar ‘‘La Cruz’’- se acercó a uno de ellos y lo empujó levemente con el arma,
en tono de burla. El recluso se balanceó hacia atrás, sin moverse y sin hablar-
Saben cuál es su lugar, bien. Al menos tienen códigos.
- Yo he insistido en que las pandillas no
tienen nada que ver con Van Robin Hed, pero los de arriba no me hacen caso-
dijo el otro.
- Siempre he querido saber por qué escogió ese
nombre tan banal, tan… estadounidense.
Kay frunció el ceño y se dejó llevar por los
recuerdos.
‘‘Era
el año 2223, Kay aún iba al colegio con 16 años de edad. Había optado por una
vida bastante solitaria, no tenía relación con ninguno de sus compañeros, ni
con los vecinos. Su familia adoptiva se había ido a Estados Unidos el año
anterior y él había decidido quedarse, viviendo solo en una pequeña casa sobre
la cima de una colina a las afueras de la ciudad.
No
le molestaba lo que había escogido, sabía cuidarse solo y se la pasaba horas
probando nuevos trucos con el fuego.
Meses
antes de enterarse de la muerte de su padre adoptivo (Nicholas Dameron), Kay
cumplía con las tareas de la escuela y del colegio con tanta rapidez que tenía
tiempo para practicar lo que quisiera.
Todo
marchaba bien, pero las cosas cambiaron a partir de un lunes… Kay empezó a
notar que un hombre lo vigilaba, alguien con la pinta de un profesor, pero que
nunca había visto por el colegio.
Al
principio creyó que se estaba volviendo paranoico, pero dicho hombre custodiaba
todos sus movimientos, los cambios de horarios, de materia y las salidas al
recreo. Él siempre estaba allí.
Kay
temió y pensó que lo correcto sería hablar con la preceptora o alguna autoridad
del colegio. Sin embargo, su instinto le decía otra cosa…
Corrió
por los pasillos de la escuela, esperando que lo siguieran. Subió algunas
escaleras apresuradamente y se dirigió a la terraza. Lo esperó y después de
varios minutos, el hombre apareció.
Intercambiaron
miradas y Kay apretó los dientes.
-
Si eres un pedófilo o un psicópata…- lanzó una sonrisita burlona- Te metiste
con la persona equivocada- Kay formó una chispa de fuego a centímetros de su
palma derecha.
A
pesar del increíble espectáculo, el hombre se mantuvo tieso y serio, no hubo
reacción aparente ante lo que el joven acababa de hacer. Kay tragó saliva.
-
No voy a hacerte daño, Kay Montarnen- dijo el sujeto al fin.
-
… ¿Quién eres? - preguntó Kay, más aterrado que antes.
-
Me disculpo- contestó- Mi intención no era asustarte, sólo quería estar seguro
si eras tú.
Kay
inhalaba y exhalaba por la boca.
-
¿Qué…?
-
Mi nombre es Dick Natal, Kay. Estoy aquí porque te necesito y tú me necesitas a
mí.
-
¿Qué podría necesitar de un desconocido? - dijo Kay, tajante.
-
La verdad. Yo sé quién mató a tus padres.
Kay
movió la boca, intentando hablar, pero sólo se limitó a balbucear, petrificado.
-
Un elemental traicionó al resto- dijo Natal con rapidez- Tengo la impresión de
que sabes lo que es un elemental.
-
Lo sé- respondió Kay, Nicholas se lo había dicho antes de partir a Estados
Unidos.
-
Bien. ¿Qué más te dijeron?
Kay
frunció el ceño, no sabía si podía confiar algo tan secreto con alguien que lo
acosaba y acababa de conocer. De todos modos, aquella sensación volvió a
despertar…
-
Qué uno de los elementales traicionó al resto y masacró a mi familia.
-
Es cierto. Su nombre es Dimitrion Curtansen. Está aquí, Kay. El asesino de tu
familia está en esta ciudad, aún no sé bien qué es lo que busca, pero las
calles se mueven en la oscuridad, planea algo y tenemos que averiguarlo. Yo
creo que eres el único que puede hacerlo.
-
¿Eres un el…?
-
No- gruñó Natal, y se tranquilizó- Estoy seguro de que debes estar
familiarizado con Joseph Dameron.
-
Si, es mi… el abuelo de Sony- Kay apagó la llama y bajó los brazos, liberando
la tensión en sus hombros.
-
Es amigo mío hace años- dijo el sujeto- Lo sé todo por él- mintió.
-
¿Y qué es lo que yo puedo hacer? - habló el joven- Apenas sé hacer algunas
cosas con el fuego…
-
Puedes convertirte en alguien, Kay. Alguien que esté dedicado a conocer la
verdad, revolver lo sucio y limpiar esta ciudad. Yo creo en ti.
-
¿Y cómo haré eso?
-
Acompáñame y te enseñaré cómo.
Kay
dudó, pero algo le decía que podía confiar en él. Se salteó las últimas horas
del colegio y las autoridades llamaron a su tutor en Nueva Jersey para que
estuviera al tanto.
El
muchacho no tardó en recibir una llamada de su padre adoptivo, preguntándole
qué es lo que hacía. Kay se limitó a responder a que confiara en él. Y que era
muy probable que acabara de hallar su verdadero camino…
Natal
lo condujo mediante auto a su mansión y en la habitación del sub-suelo; le
enseñó un impecable traje para que vistiera.
-
No será nada fácil y necesitarás entrenamiento. Sé algunas cosas que pueden ser
de utilidad. Cuando estés listo, asaltarás una de las guaridas de los secuaces
de Dimitrion, traficantes de drogas de la otra especie. Y los interrogarás.
Antes de eso, tienes que saber cómo…
Kay
faltó tres semanas al colegio y Nicholas tuvo que mentirle a la directora,
haciéndole creer que su hijo tenía gripe. Ella quiso insistir en mandar alguien
a cuidarlo, pero Nicholas fue hábil y apoyó su mentira, informándole que ya
había alguien encargándose. Realmente confiaba en lo que Kay estuviera
haciendo…
Durante
ese tiempo, Natal entrenó a Kay, en esos veintiún días aprendió mucho más de lo
que le enseñaron en la escuela por tres años. Combate cuerpo a cuerpo,
espionaje, interrogatorios a la fuerza, recolección de información y mejor
control sobre el fuego.
-
Me pregunto a qué te habrás dedicado en el pasado para saber sobre tantas
cosas- le dijo Kay mientras vestía su nuevo traje, Natal lo ayudaba.
-
Es importante que te limites a usar tus poderes, todo debe parecer una ilusión
o trucos de la tecnología. Razón por la cual te daré esto…- Natal le obsequió
un arma de fuego del siglo XXI y un pequeño cuchillo- No es apropiado, pero lo
necesitarás. Dimitrion no puede saber que eres un elemental, tiene que creer que
sólo eres un cazador, alguien que busca dinero o poder. Créeme, así estarás a
salvo.
-
No importa lo que le haga creer, igual me buscará si ataco a los suyos- dijo
Kay, dubitativo.
-
Hay cosas que aún no puedo decirte, tendrías que esperar a que el otro vuelva…
no importa. Hazme caso. Recolecta la información y regresa. Esa es tu misión.
-
Un boliche me dijiste, ¿verdad? - preguntó el joven mientras cubría la mitad de
su rostro con un pañuelo rojo- ¿Y si me piden DNI? Aún no soy mayor de edad.
En
su interior, Natal se rió.
-
Tómatelo en serio o todo puede salir mal- dijo con severidad. Lo vistió con un
sombrero de cowboy y una prenda de cuero que le cubría hasta los tobillos- No
es del todo moderno, pero ayudará a que ocultes tu identidad, hoy en día los
jóvenes que salen a bailar visten rarezas de épocas pasadas.
Kay
asintió.
-
Hay algo más… levanta las manos y cierra los puños- le dijo Natal, Kay obedeció
y al instante dos fantásticas alas metálicas de plata se desplegaron a cada
lado- Acciona el botón bajo tu campera para que se vayan. Será tu carta de
presentación, estoy seguro.
-
¿Cómo conseguiste todo esto?
-
Eran de uso militar, el único prototipo en este país, digamos que las robé… no
es del todo correcto, pero las precisaba con urgencia.
Kay
no lo acusó. Ambos salieron de la mansión, Natal lo dejó a dos cuadras del
boliche, un domingo a la noche. Se encontraba en una avenida de capital muy
conocida, Natal rodeó el área con el auto y estableció un punto de encuentro a
cuatro calles.
Le
deseó suerte y Kay salió del auto, con aquella vestimenta parecía otra persona.
Había filas de jóvenes para entrar a dicho boliche, el cual estaba rodeado de
rejas, luces y guardias.
Buscó
una manera de entrar, y encontró la puerta trasera (a la vuelta del boliche)
por donde entraban los cocineros y todos los empleados. Se escabulló
rápidamente, todo estaban tan atareados de trabajo que ni siquiera se
cercioraron de que un sujeto con vestimenta extraña se hacía paso entre ellos
hasta llegar a la escalera que conducía a una habitación privada.
Abrió
la puerta con cuidado, un único hombre, bastante obeso, estaba durmiendo,
sentado en un gran sillón. Desde la habitación podía oírse el sonido de los
parlantes resonando en la discoteca. La habitación tenía el tamaño de una
cocina, todos sus muebles eran relucientes y bellísimos.
Había
una bolsa con cocaína sobre la mesa, con un agujero en ella, por donde se
arrastraba hasta ensuciar la mesa. Una plana pantalla emitía una famosa
película de los 2000, colgada en la pared, al lado de cuadros rupestres.
Sobre
la mesa había contratos, papeles, algunos libros e historietas de superhéroes.
Kay
contempló la escena con desagrado y desconcierto. Sin embargo, Natal le había
enseñado a no titubear. Frunció el ceño, recordando que aquel hombre durmiendo
debía de saber el paradero de Dimitrion, el asesino de su familia…
Con
gran rencor, le pegó una cachetada al sujeto con la intensión de que
despertara, cosa que funcionó.
El
hombre, aparte de ser obeso, tenía el cabello enrulado y corto, de color
oscuro. Barba en forma de candado, algo canosa y los ojos chicuelos. Vestía
saco y corbata. Cuando recuperó la consciencia, Kay notó que sus pupilas
estaban rojas, estaba drogado.
-
¿Qué… quién eres? - preguntó el hombre, entre tartamudeos.
-
¿Dónde está? ¿¡DONDE!?- gritó Kay de manera sobreactuada.
Hubo
un tirante silencio y el sujeto lanzó una carcajada.
-
¿Es una broma, no? ¿O realmente me estás amenazando?
Kay
no supo que responder y se puso nervioso.
-
¿Primera vez? ¿Eh? - dijo el sujeto y lentamente fue desplazando su mano bajo
el escritorio para tomar el arma que tenía oculta.
Kay
lo notó y desenfundó el viejo revólver que Natal le había dado. Le apuntó
directamente a la frente.
-
¿Dónde está tu jefe? Aquel que conocen como Dimitrion…
El
personaje, lejos de sentirse intimidado, preguntó con seriedad.
-
¿Quién eres?
Kay
sabía que tenía que responder para llevar a cabo el interrogatorio, pero no
podía usar su verdadero nombre. Con la vista rodeó toda la habitación en
segundos, buscando una respuesta.
La
televisión emitía una película vieja, sobre un cazador de vampiros que se
enfrentaba al mismísimo Conde Drácula. Por otro lado, sobre la mesa yacía la
historieta que retrataba la vida de un héroe disfrazado de murciélago con su
compañero de mallas rojas.
Kay
fue rápido, ni siquiera se detuvo a pensarlo.
-
Soy Van…Robin Hed.
El
hombre se quedó perplejo.
-
Qué nombre más gringo- sonrió.
Kay
supo que tenía que ser más severo, encendió su dedo y lo posó sobre la mejilla
del hombre, este gimió del dolor.
-
¿Dónde está Dimitrion? - vociferó.
-
No sé de quién hablas… yo…
A
continuación, siete guardias de seguridad aparecieron, el hombre les había
avisado mediante una alarma oculta. Todos eran Ryanos o bestias de la sociedad.
Musculosos y con la piel gris, porosa.
Atacaron
a Van Robin Hed en un instante, dicho personaje se las ingenió para defenderse
sin utilizar el arma de fuego, con el objetivo de que no se escucharan
disparos.
Por
desgracia, los matones estaban dispuestos a quitarle la vida, ellos sí
utilizaron pistolas y dispararon, causando un gran alboroto. Las personas que
hacían la fila para entrar a bailar lo oyeron y se descontrolaron, hubo gritos
desesperados por doquier.
Kay
tenía que salir allí de alguna manera, pero la entrada estaba cubierta por los
Ryanos. Se escondió bajo la mesa y la usó de escudo mientras todas las balas
iban dirigidas al objeto.
El
hombre gordo huyó y sólo quedaron las bestias con sus armas. Kay, aún
inexperto, intentó disparar, pero falló. Hubo un momento de tensión, donde
nadie hizo nada, la expectativa crecía.
Las
bestias se acercaron, Kay aprovechó, empujó la mesa, logrando tirar a dos de
ellos, les pegó a tres más con manos y piernas (mediante técnicas que Natal le
había enseñado) y forcejeó con un quinto, el sexto disparó. Kay usó al quinto
de escudo y recibió las balas en la espalda, este falleció inmediatamente.
El
joven se asustó al ver lo que había hecho y cómo un hombre sin vida se
desplomaba sobre sus brazos. No sabía qué hacer y estaba petrificado.
La
bestia se le acercó entre dientes, con el arma apuntándole la sien. Los otros
cinco (con vida) se levantaron doloridos para terminar el trabajo. Kay estaba
shokeado y asustado, transpirando bajo la máscara. Soltó la pistola y esta cayó
al mismo tiempo que la bestia que sostenía.
La
bestia que le apuntaba le quitó el pañuelo con presunción.
-
Es sólo un niño…- dijo entre dientes e hizo un sonido con el arma, estaba a
punto de dispararle.
Kay
yacía absorto. Se creía culpable por la muerte de aquella bestia. Sin embargo,
si no hacía algo al respecto, moriría. Y lo peor de todo, le habían visto el
rostro…
Pensó
en su familia y en Nicholas, en Sony, en Natalie, en todos… haría lo que fuera
para impedir que una tragedia así se volviera a repetir. También recordó cuando
Nicholas le dijo que algunas bestias le habían dado el paradero de su familia
al malhechor que los asesinó. Su odio hacia los Ryanos creció de repente. Así
que el arma en su sien se desintegró por sí sola, una llama rodeó el brazo de
la bestia, está gimió desesperada.
Kay
fue rápido, chasqueó los dedos, y pequeñas chispas saltaron hacia los rostros
de los agresores, y cuando hicieron contacto… se volvieron fuego.
Las
siete bestias yacían alrededor de Van Robin Hed, muertas. Kay volvió a cubrirse
el rostro con el pañuelo y tomó su vieja pistola. El hombre gordo regresó,
creyendo que sus protectores habían acabado con el intruso, pero se llevó una
gran sorpresa al verlos a todos deformados por el fuego y a un único sujeto de
pie.
-
Eres un asesino, Van Robin Hed- gritó- Un psicópata, ten por seguro que el
mundo se enterará de eso…
-
Sólo, no olvides mi nombre- respondió el nuevo cazador. Extendió los brazos
para activar las alas de plata y salió volando de la habitación, pasó las
pistas de baile y tomó vuelo cuando escapó por la puerta principal.
Se
dirigió hacia el lugar que Natal había especificado. A pesar de todo, Kay sabía
que ese apenas era el comienzo…’’
- Debe ser algún loco, una clase de vigilante o
antihéroe que cree que puede estar por encima de la ley- dijo el soldado más
adulto- ¿De dónde vino su nombre? No me interesa, sólo quiero verlo colgado,
suplicando por su miserable vida.
El otro soldado asintió y un tercer hombre
apareció inmediatamente después.
Vestía un traje un poco más verdoso y con
algunas medallas en él. Era un hombre de sesenta años, con el bigote blanco, la
expresión fría y los ojos azules. Sobre su cabeza portaba una boina.
- Señor- dijeron los hombres al unísono y
saludaron formalmente.
- ¿Algo? - preguntó el oficial al mando con
desgano.
- Nada señor, se niegan a hablar- informó el
militar más joven.
- Quítenles las máscaras- ordenó y se tomó los
brazos por detrás de la cintura.
Los soldados tardaron unos minutos, primero
tiraron de las cadenas para que pisaran tierra y estuvieran a la altura
adecuada para quitarles las máscaras. Cuando lo hicieron, Kay notó que los
cinco prisioneros eran Ryanos, bestias de la sociedad con tatuajes con forma de
cruz en diferentes partes de la cara. Todos ellos tenían las caras largas,
llenas de rabia.
- Soy el oficial
Morales- dijo el hombre a cargo- Bestias inmundas, díganme lo que saben o
les prometo que no seré amable con ustedes- Al principio ninguno respondió-
¿Acaso quieren que sus familias desaparezcan misteriosamente? - tampoco hubo
respuesta- ¿Qué es lo que más les duele?
- Ser esclavos de su estupidez- contestó la
bestia del medio, un sujeto de piel gris, facciones duras, ojos verdes y
cicatrices por doquier.
- Ustedes están aquí, no tienen el privilegio
de insultarme…
- ÉL YA ESTÁ VINIENDO, oficial- recalcó el
prisionero- Nos prometió libertad, nos prometió que no existirían hombres como
usted… al final, seremos libres.
- Oí hablar de los rumores, su líder es un tal
Redentor, ¿No es así? - el oficial tomó a la bestia del rostro, mientras esta
le enseñaba los dientes- ¿Dónde está?
- Muerto, oficial. El Redentor falló. No
cumplió con lo que Él le encomendó. Ahora, por sus errores, viene en persona. Y
el día del juicio final para la sociedad de los humanos, habrá llegado.
- Otro creyente, un imbécil- exclamó el soldado
más joven.
- ¡Calla! - le gritó el oficial Morales y se
dirigió nuevamente a quién tomaba del rostro- ¿Quién se acerca? ¿Quién es Él?
El Ryano se echó a reír, evidenciando lo
desordenados que tenía los dientes y algunos pequeños colmillos.
- Lo llaman el Único. El Oscuro. El…
Hariet.
Kay suspiró furioso cuando lo escuchó.
- Hubo casos de bestias desoladas, encontradas
en el medio del desierto. Sin capacidad de razonar, enloquecidas. Los médicos
los estudiaron y dedujeron que se trataba de alguna clase de trauma por el
aislamiento…- informó el oficial- ¿Quiénes son?
- Narsogs…- rió la bestia- El anterior
al Único doblegó la voluntad de algunos de nosotros, ofreciéndoles poderes
inimaginables. Ni Él sabe de esto. Conformaron su ejército de monstruos hasta
que el hechicero Gyan,
los selló dentro de una dimensión
desconocida, un ritual de malditos.
Allí estuvieron hasta que Hariet los liberó durante la época feudal, pero
fueron vueltos a ser encerrados por los elementales. Tiempo después, hace pocos
años, el Redentor los liberó una vez más… y algunos siguen por allí, divagando,
esperando la orden de su amo- hizo una pausa y continuó- Todos estos años
fingimos ser parte de su absurda sociedad, Él
nos quitó la memoria para asegurarse que no lo traicionemos, y hoy, sin
necesidad de estar maldito, estoy a su voluntad, esperando a que vuelva para
acabar con la escoria de este planeta.
El oficial le soltó la cara, se mantuvo serio
hasta que comenzó a reír, desenfundó un arma y le disparó tres tiros en la
cabeza.
- Odio a los creyentes y los delirantes.
Mátenlos a todos, ya no sirven- ordenó el oficial y salió de la escena.
Los Ryanos suplicaron piedad mediante gritos,
los soldados los despojaron de sus vidas sin titubear. Kay se tapó los
ojos.
Van Robin Hed continuó en el modo invisible y
siguió al oficial Morales, quién se dirigía a las instalaciones principales.
Había nuevas compuertas que se abrían automáticamente a través de un código de
voz. Van Robin Hed fue rápido para entrar junto al oficial sin que se diera
cuenta.
Para su suerte, no hubo alarmas que alertaran
la presencia de un intruso. Al parecer, no había mucha tecnología en aquella
fábrica. Parecía un colosal taller fusionado con un hospital. Había maquinas
cubiertas de polvo en los alrededores, camillas de sábanas blancas, doctores (o
científicos) disecando cuerpos… de Narsogs.
Tal y como Morales lo había dicho, parecía que
los habían matado para estudiarlos. Era una imagen bastante repugnante y
cruel.
Múltiples guardias custodiaban las
investigaciones, vestidos de uniforme y portando armas pesadas.
- ¿Resultados? - preguntó el oficial Morales.
- Aquel material es sorprendente- se apresuró
uno de los doctores a decir, parecía ser quién guiaba los estudios. Era calvo y
adulto, de tez blanca (y algo colorado), portaba unos lentes redondos y un
barbijo, además del traje característico de los médicos- Pudimos extraer
bastante de estos sujetos. Si hay más por ahí, podremos recolectar una gran
cantidad.
- ¿Qué es exactamente? - preguntó el oficial.
- No sabemos con exactitud, rodeaba los
sistemas de estas bestias, por completo. Órganos, tejidos, absolutamente todo.
No tenemos una explicación lógica. Hasta parece tener… vida propia- el doctor
señaló unos pesados barriles, estos causaban sonidos abruptos, como golpes.
El oficial Morales se acercó a uno de los
barriles, y a pesar de las advertencias del doctor, lo abrió. Kay se mantuvo
alejado y utilizó los anteojos que funcionaban como binoculares. Se sobresaltó
y se tapó la boca para no lanzar un suspiro.
Eran cómo lombrices
gelatinosas, negras. Había miles dentro del barril, se movían para todos
lados, estaban acumuladas cómo si se tratara de comida para perro.
- Fascinante…- aclamó el oficial Morales, sus
ojos azules estaban iluminados de malicia.
- No sabemos cómo han hecho estas bestias para
vivir con semejantes… parásitos en su interior- informó el doctor- Nunca había
visto nada igual, no es de este mundo.
- ¿Qué es lo que pueden hacer? - preguntó el
oficial, fríamente.
- Emiten energía, señor. A diferencia de otros
animales, no es electricidad… es algo que ni siquiera figura en los manuales de
física.
- Todo un misterio- dijo el oficial con
soberbia- Hagan lo necesario.
- ¿Qué son esas cosas? - se preguntó Kay a sí
mismo.
- Fragmentos del PRODIGIUM- le respondió una
voz a sus espaldas. Kay giró la cabeza, alerta. Se llevó una ingrata sorpresa,
un individuo yacía a su lado, vestido con una túnica blanca, barba larga y
cabello del mismo color. Era Fismut, el mago- ¿Cómo estás, Kay? - dijo con
amabilidad- Descuida, sólo tú me puedes escuchar- Kay lo miró, anonadado- No
estoy aquí realmente, proyecté mi mente
hasta ti, es una habilidad que me enseñaron en el Alto Mundo. Pero no es importante.
- ¿Qué haces aquí? - dijo en voz baja.
- Habla en tus pensamientos, igual podré oírte.
Como ya dije, estoy en tu mente- respondió el mago- Vine porque quería verlo
con mis propios ojos… bueno, los tuyos. Otra vez se repite la historia.
- ¿Qué historia? - pensó Kay.
- Hace un siglo, algunos científicos residentes
en el norte descubrieron los cadáveres de algunos Narsogs, probablemente
estaban allí desde la época que Hariet surgió por primera vez, él se propuso a
dominar el mundo y atacó a todas las tribus de América, durante las guerras, las
tribus vencieron y enterraron a los Narsogs.
<< Estos científicos iniciaron una
investigación, pero necesitaban fondos del gobierno, por lo que pidieron
colaboración. La situación se volvió internacional, la ONU intervino y decretó
que dichos hallazgos deberían ser estudiados por Estados Unidos, debido a sus
avanzados laboratorios. Argentina se rehusó, lo que ocasionó un importante
conflicto clandestino. Al final, el gobierno argentino formó la empresa
fantasma R.E.C.O para llevar a cabo las investigaciones necesarias.
Si los humanos hubieran seguido con sus
estudios, esa fuente inagotable de energía, el PRODIGIUM, se vería atraído
hacia ellos y habría destruido el planeta. Razón por la cual, le ordené a José
Morgán y a Manuel Curtansen o
Dimitrion (cómo ustedes lo conocen) que acabaran con la empresa y no dejaran
supervivientes.
Cumplieron, destruyeron los cuerpos y no quedó
evidencia alguna. El gobierno no tenía nada para avanzar ni pruebas. Los medios
creyeron que se trató de un accidente tonto y todo fue tapado. >>
- ¿Cómo es posible que los Narsogs tengan
fragmentos del caos en su sistema? - preguntó Kay en su mente.
- Tengo una teoría- respondió Fismut,
seriamente- Que también explicaría por qué el corazón de Hariet resulta ser el
más fuerte de todos. Creo que algunos indicios del PRODIGIUM envolvieron al
corazón que el arqueólogo tomó, dotándolo de un poder ilimitado. Superior al de
todos los elementales. Cómo ya sabrás, los Narsogs fueron bestias dominadas por
el Oscuro, lo que daría a entender por qué tienen esos horribles parásitos en
sus cuerpos- hizo una pausa y continuó- No puedes dejar que sigan con esto,
tienes que tomar una difícil decisión y acabar con todos, es primordial que
nadie sobreviva. Es por la supervivencia de la Tierra…
Van Robin Hed se quedó en silencio y dijo.
- Lo sé. ¿Quién es Gyan, el hechicero?
- No lo sé- contestó Fismut, petrificado-
Adiós- la esencia de Fismut se desvaneció. Kay suspiró, quitó el modo invisible
y se presentó ante todos.
Inmediatamente, todos los soldados alzaron sus
armas, el oficial Morales estaba gustoso de verlo. Los doctores pararon de
estudiar los cuerpos abiertos de los Narsogs, desplomados en las camillas.
- Van Robin Hed…- vociferó alegremente- Te
estábamos esperando.
- Lo sé- le dijo Kay y encendió una chispita de
fuego en su dedo.
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