martes, 11 de abril de 2017

Miedos y Controversias: CAPÍTULO 6.



Miedos y Controversias: CAPÍTULO 6.

Faír necesitó que le contaran toda la historia una y otra vez hasta poder creerlo, no hubo ni una sola vez en la que no se sorprendiera. Creía ciegamente en aquellos extraños seres de ridícula ropa, pero como todo un líder de alto rango, no debía demostrarlo aún. El anciano volvió a reunir al consejo, quienes se sorprendieron al efectuar la reunión tan pronto, y más aún, que los tres magos resolvieran el rompecabezas en tan poco tiempo. Los comentarios a favor y en contra no tardaron en aparecer. Grandes disputas se armaron esta vez, algunos confiaban en estos guerreros, otros creían que todo lo sucedido se trataba de una extrema casualidad o de algún truco para engañarlos; esto último, lo creía Mongot. Dayas condujo a los elementales hacia la nueva junta. Un completo silencio invadió la habitación apenas aparecieron ante los comandantes de cada reino del Zen. A continuación, un increíble aplauso ocurrió, algunos con orgullo y confianza, otros con desagrado. Aún así, Kay, Sony y Natal estaban felices de haber podido ayudar y de volver a ser útiles (pues en su mundo, la situación estaba muy delicada y poco podían hacer para cambiarlo), también eran conscientes de que apenas era el principio.
Esa misma noche se celebró un banquete, donde hubo baile, música, comida y festejos. La cabeza del animal fue ubicada en el centro de la mesa, en señal del primer triunfo. Los elementales cenaban junto al príncipe, Faír y demás camaradas.
- ¿Es la primera pieza que logran obtener?- le preguntó Sony a Dayas.
- Así es, por eso mismo los festejos y el alboroto. Estos últimos años han sido momentos de mucha lucha y resistencia. Los Kiceanos han vuelto a recuperar la fe, y eso es gracias a ustedes- le respondió el príncipe, sonriente.
Los elementales no supieron que decir. Después de los dos episodios desagradables, de tanta muerte que habían presenciado (las policías y los nobles que asesinó Minos) y de ese mundo devastado por la guerra, el hambre y la política; se sentían cómodos, a gusto con todo ese lugar. Bueno, casi todos…
- ¿Qué nos espera ahora, señor?- preguntó Kay, respetuosamente.
- ¿A ustedes?- rió Dayas como si le hubieran contado un chiste- Descansar, mañana hablaremos mejor de lo sigue.
- Estoy de acuerdo- asintió Natal y levantó el vaso para realizar un brindis entre ellos.
- Son magos muy astutos, agradezco al águila que hayan venido a parar aquí- dijo Faír alzando su vaso de vino, lo tomó y luego tosió.
- ¿Se encuentra bien?- habló Sony.
- Si, si. Es la edad, joven. Mi vida ya ha pasado por muchas batallas. Yo sé que muy pronto enfrentaré la última de ellas.
- No diga eso, señor Faír. Aún tiene una larga paz por la cual vivir.
- Qué amable eres, joven-  dijo Faír con pasividad, giró la cabeza y se le quedó mirando atentamente- Me recuerdas mucho a un hombre que conocí hace mucho tiempo. Tus ojos… son iguales a los de él…- carraspeó, se miró las piernas y exclamó- ¡Bueno, mejor ir a descansar o sino mi tiempo estando cuerdo se acabará!- Faír se levantó del asiento, hizo una reverencia y se marchó entre risas.
- ¿Qué quiso decir con eso?- se preguntó Sony en voz alta.
- No le hagas caso- le dijo Dayas- Ha conocido mucha gente a lo largo de su vida como guerrero y ha sufrido mucho por la pérdida de numerosos seres queridos. Su esposa… sus hijas…
- Pobre hombre, esta resistencia debe significarlo todo para él.
- Probablemente, joven Sony. Es un hombre muy sabio y muy aferrado a sus ideales. Lo ignora, pero en lo más profundo de su corazón, desea venganza.
- ¿Y usted, príncipe?- la pregunta del joven estudiante de Derecho fue como un rayo.
Dayas se quedó mudo y bajó los ojos, aquella pregunta parecía haberle afectado por alguna razón.
- ¡Discúlpeme Dayas!- se sobresaltó Sony al ver su reacción- ¡No fue mi intención!
- Descuida, Sony- respondió Dayas y luego se levantó para marcharse- Qué tengan una buena noche.
Los elementales respondieron al saludo y lo observaron detenidamente por unos segundos mientras se alejaba hacia su habitación.
- ¿Qué fue lo que pasó?- acusó Kay a su amigo.
- No fue intencional, no quise lastimarlo- dijo Sony en su defensa.
- Por lo poco que entiendo, Minos mató a su padre. Desea venganza, pero esa misma venganza le debe estar causando nostalgia por la perdida. Debe ser eso…- comentó Natal y continuó comiendo- Terminemos con esto y vayamos a dormir.        
Sony miró hacia donde Dayas había ido y les dijo a sus amigos:
- ¿Por qué tengo el presentimiento de que hay… algo más?

‘’- Ven… ¿Quieres venganza? Adelante, ven. Libera tu enojo, tu furia…
- ¡Eres un monstruo!
- Todo lo contrario, joven Sony. El monstruo aquí… eres tú.
Una increíble escena en la oscuridad de una clase de bosque, ajeno a nuestro mundo, ocurría a altas horas de la noche. Un encapuchado y el joven JEN. Una pelea. Un ganador. Y una bestia sanguinaria’’ 
El horrible rugido irrumpía repentinamente, como la bocina de un auto y en el, se distinguía claramente el dolor, la bronca, la ansiedad y la sed…’’

- ¡NO!- gritó Sony de un golpe, levantándose de la cama. La pesadilla lo había hecho sudar como nunca. Exhaló profundamente e intentó calmarse, Kay y Natal dormían como bebes en las camas de al lado, ni se habían percatado de lo sucedido.
Una melodía apareció en su cabeza, ya la conocía, pero no recordaba si se trataba de alguna canción que él escuchara, una mujer cantaba:
‘’ Vive y vivirás, aleja la pena y ayúdate que un paso más debes dar’’   
De repente algo muy extraño ocurrió, la melodía parecía estar resonando en las afueras. Se levanto, se vistió y salió sin despertar a nadie. La canción continuaba sonando en su subconsciente, aquella voz femenina se perdía entre los ecos de la ciudad de los Kices. Sony la siguió sin dudarlo, petrificado y seducido por esa increíble obra musical; a medida que iba acercándose a la fuente de tal sonido, la voz se distorsionaba cada vez más, hasta que finalmente… la canción parecía ser cantada por un hombre de registro tenor. El elemental no se había dado cuenta que había caminado gran cantidad de metros, perdiendo su verdadera ubicación. Llegó a un hermoso lago, reluciente bajo la escasa luz de la luna que, con sus pocos destellos, lograba brindarle un espacio muy llamativo. Todo lo demás era oscuridad, un joven yacía sentado en un tronco frente al lago con una extraña guitarra de cinco cuerdas. Cantaba la misma canción, era el príncipe.
- Vive y vivirás…- cantaba Dayas con sumo entusiasmo y suavidad.
Sony se acercó a escucharlo y luego decidió ir a ofrecerle una disculpa por lo ocurrido en la cena. Dayas detuvo todo apenas lo vio frente a él.
- ¿No puedes dormir?- preguntó al joven JEN.
- Sueños pesados- respondió Sony- Muy linda canción ¿Es suya?  
- Ojalá - rió el príncipe- Me la cantaban cuando era un infante.
- ¿Su padre?- se apresuró Sony a decir, pero Dayas evadió la pregunta.
- ¿Necesitáis algo, joven mago?
- No, nada. Disculpe mi atrevimiento, señor. Soy una persona muy curiosa y extremadamente sincera con esas cosas.
- No debe existir ni un ser en el Zen, o en la Tierra, como vosotros la llaman, que sea completamente sincero. Todos guardamos secretos, algunos más que otros… No estoy dudando de tus palabras, quédate tranquilo.
Sony notó que se había pasado de la raya y dijo…
- Mejor lo dejo continuar, que descanse.
Dayas meditó y dijo:
- Quédate, no eres molestia. ¿La espalda mejor?
- Si, su médico me dejó como nuevo. Una cicatriz muy grande únicamente.
- Ya veo. Me alegro que haya sido de ayuda. ¿Puedo preguntar quien o que fue lo que te causó la herida?
- Preferiría hablar de otra cosa, si no le molesta.
Dayas asintió comprensivo y se apresuró a decir:
- ¿Te gusta la música? Vengo aquí desde chico para reflexionar y pensar. Es mi lugar favorito. Ven, acompáñame.
- Muchas gracias, señor- Sony se sentó en el tronco a su lado.
- Llámame Dayas, estamos en confianza. ¿Tocas?- el príncipe le pasó la guitarra.
- Son distintas a las de mi mund…  digo reino. Antes de dedicarme a la política quería ser músico, tenía una banda de rock. Pero bueno, uno crece- Sony acomodó sus manos entre las cuerdas y los trastes, probó con dos o tres acordes y luego punteó una canción de Led Zeppelin.  
- No sé de que me estas hablando. Vaya que de donde vienen es un lugar muy raro…- exclamó Dayas sorprendido- Tocas bien.
- Gracias, usted también- Sony le devolvió la guitarra, Dayas la dejó a un costado.
- Mira hacia allí arriba- le indicó.
En la cima de una de las montañas, una angosta línea se dibujaba y podía contemplarse el cielo oscuro, acompañado de algunas estrellas.
- Es increíble…
- ¿Sabes cuantas veces he soñado con despertarme y ver el cielo por completo? Sin necesidad de esconderme, de huir o de temer que me maten…
Sony no supo que decir al principio.
- Es muy curioso… somos iguales. De donde vengo existen hombres que atentan contra la libertad y nos obligan a permanecer encerrados, con miedo. Pero yo creo que esta guerra terminará pronto, todas lo hacen, se lo aseguro.- dijo al fin.
- Que un joven de un reino totalmente lejano y ajeno al lugar de donde vengo diga esas palabras, me genera mucha felicidad. Si podemos ayudarlos con respecto a su hogar, solo dígannos.
Sony quiso reír, pues no había posibilidad, solo asintió. El príncipe de cabello rubio continuó hablando.
- Me disculpo por haberlos metido en todo esto.   
- Dayas, nosotros elegimos quedarnos, no tú. Recuerda eso.
- Les agradezco por todo, a veces creo que la palabra ‘’mago’’ es algo diminuta para ustedes. Son mucho más que seres con magia…
‘’ Elementales Dayas, elementales. Dilo de una vez’’ pensó Sony.
- Son… ¡héroes!- completó Dayas. Sony hizo un gesto disimulado de decepción.
- No somos héroes, tenemos miedos y cometemos errores como todo el mundo.
- Dos de mis debilidades más grandes…- Dayas bajó la cabeza- Aunque no lo creas, llevar el apellido de mi padre, luchar constantemente contra mi propio reino y discutir con los demás miembros del consejo me genera mucha inseguridad. A veces creo que no soy lo suficiente apto para ser un buen rey, como mi padre…
- ¡Eres un príncipe! Mira lo que has construido, de lo que eres capaz y de tus sorprendentes habilidades. Te conozco muy poco, pero puedo reconocer la bondad y la sabiduría de una persona en instantes. Si el Rey se eligiera por sufragio, yo votaría por ti.
- ¿Sufragio?- preguntó Dayas, confundido- Bueno… gracias Sony. Necesitaba oírlo. Después de todo, muy pocos confían en mí.
- ¿Por qué lo dice?
- Dudan de mi sangre, de mi linaje, de mi edad, de mis decisiones, de todo…
- Críticos siempre habrá, no puedes darte el lujo de complacerlos a todos, pero sí puedes demostrar que quieres hacer algo por ellos.
- ¡¿De verdad tienes veinte años?! Eres un joven muy sabio.
Sony sonrió y volvió a mirar la brecha.
- ¿Sabes?… yo también tuve muchos problemas de inseguridad durante mi adolescencia. Generalmente es difícil que un tercero te los solucione, tienes que entenderlo tú mismo- hizo una pausa, suspiró y continuó- Esto nadie lo sabe: Hay veces que la voz de una mujer irrumpe en mi cabeza, me da fuerza, me sostiene, me ayuda a seguir adelante en los momentos más cruciales. No se lo he dicho a nadie porque creerían que estoy loco, pero es la verdad, esa voz aparece cuando más la necesito y me soluciona conflictos con los que vivo. Siento tan real sus palabras y sus diálogos que me cuesta creer que sea producto de mi subconsciente. Ojalá supiera…
- Eso es muy…inusual. Pero descuida, te creo.
- A lo que voy es que, esa voz tal vez se trate de otra parte de mí, que se personifica en un personaje femenino para generarme atención. Yo creo que debes hacerle caso a esa voz en tu interior. Darte fuerzas y luchar por lo que mas anhelas- Sony bostezó luego de terminar de hablar.
- Mi padre fue un gran rey, tal vez yo también pueda serlo…
- ¡Esa es la actitud! Ahora si me disculpas, voy a descansar o me desmayaré aquí mismo- Sony se levantó del tronco, divisó la guitarra rectangular de cinco cuerdas y le sonrió al príncipe.
- Descansa Sony, gracias por la charla. De veras me ha servido.  
 - No hay de que, digo lo mismo- Sony le dio una palmada en el antebrazo, gesto que Dayas tardó en comprender, luego se marchó.
Dayas tomó nuevamente la guitarra, se sentó en el suelo muy animadamente, apoyó la espalda en el tronco y volvió a tocar.
 
La noche para Sony no terminaba ahí. En su camino de regreso, escuchó nuevas voces y rápidamente se escondió entre las paredes de un pasillo que conectaba algunas construcciones con otras. Primero lo pensó como un juego, estaba exhausto y comparaba su situación con la de un borracho. Las voces se hicieron cada vez más claras, eran tres hombres. Sony espió desde su lugar; Mongot, Hassian y Koba (representante del reino del halcón, el hombre de túnica naranja) debatían entre ellos.
- Dayas no sabe manejar a las fuerzas de los Kiceanos, lo mejor será relevarlo del cargo cuanto antes o será demasiado tarde- decía Koba.
- ¡Mi futuro rey es un gran estratega, no lo subestimen!- exclamó Mongot- ¡Esta guerra pronto tendrá su final!
- ¿Estáis seguros de eso?- dijo Hassian- Acaba de brindarle toda su confianza a tres desconocidos y con eso piensa obtener la llave para entrar a Zimpat. Ni siquiera se ensucia las manos por su pueblo. Dayas es un INCOMPETENTE. Necesitamos a alguien inteligente, que no tema dar el pecho ante la situación.
- El príncipe no es ningún cobarde, él sabe lo que hace…- volvió a hablar Mongot- Además fue gracias a él que logramos saber lo de los artefactos sagrados… 
- Deja de defenderlo tanto. Hassian tiene razón, Mongot- intervino Koba- ¡Hasta incluso tú dudas de esos tres que no tienen nada que ver con esta guerra!
Mongot se quedó mudo.
- Vamos muchacho- continuó Hassian- Según yo recuerdo, tu padre Mangat era el comandante en jefe de las fuerzas Kiceanas, nos hubiera llevado a la victoria de no ser por su trágica muerte. Curiosamente poco después de que el joven Dayas se uniera a nosotros.
- ¿Qué es lo que insinúa, señor Hassian?-  preguntó Mongot, frunciendo el ceño.
- Nada, nada- respondió el comandante, casi entre risas- Solo que… habiendo sido tu padre el líder entre los ejércitos de los Kices… ¿Por qué ese cargo no te corresponde a ti, en vez de al incrédulo de Jimonte? ¿Cómo nos aseguramos que Dayas no será igual de corrupto que su tío? Tal vez sea hereditario… quien sabe.
- El Rey Vayas, padre del príncipe, fue un gran líder.  
- Ambos sabemos la verdad, Mongot.
- Esta reunión termina aquí- Mongot se retiró muy serio. Sony lo siguió sigilosamente, torpemente tropezó y casi hace que Mongot lo descubra, pero no fue así. Sony logró regresar sin ser visto. Esta vez… le costó conseguir el sueño después de todo lo que había escuchado.

‘’ Cuantos miedos y controversias que hay en esta resistencia’’ pensó y en hora buena, se durmió.  

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