martes, 11 de octubre de 2016

La Piedra del Sol: CAPÍTULO 9.



La Piedra del Sol: CAPÍTULO 9.

Aterrizaron en Miguel Hidalgo, del distrito federal de México, aproximadamente a las 10:42 am (horario de México Zona Centro) en una plataforma exclusiva para capsulas de la SICA, justo al lado del estacionamiento para vehículos no aéreos. El bosque Chapultepec fascinó a todos, sus construcciones ancestrales, la vegetación, sus calles y casas, absolutamente todo. Habrán caminado entre unas veinte o veinticuatro cuadras (preguntando en el camino) por la calle ‘’Paseo de la reforma’’ hasta llegar al Museo Nacional de Antropología. En la entrada, unos guardias les revisaron sus pertenencias, les hicieron algunas preguntas (motivo de la visita por ejemplo, entre otras cosas) y los dejaron pasar. Más adelante, el guía turístico le confesó a Natal que actualmente se estaban realizando estas medidas de seguridad a causa de que hace no mucho tiempo, unos extranjeros habían intentado burlar la seguridad en la noche y de robar algunos artefactos, se dedujo que para después venderlos. Pero el guía insistió en que el grupo de delincuentes eran aquellos conocidos como ‘’La Cruz’’ y que sus intenciones iban mucho más allá...
Respecto al interior del museo, Natal se sentía como un niño en una juguetería, la exposición de la cultura prehispánica y de los pueblos indígenas actuales resultó ser inmensa. La tecnología del 2226 estaba exenta en este sector, el guía le dijo a Natal que las autoridades de Chapultepec eran muy conservadoras, por lo tanto, la tecnología era igual a la de hace doscientos años. Recorrieron casi todo el museo, sacaron fotos, escucharon las grabaciones de cada artefacto histórico, etcétera. Al final del recorrido, pasaron por las habitaciones dedicadas exclusivamente a los aztecas, en su centro se encontraba la piedra del sol… en otras palabras, el calendario azteca. El guía terminó de hablar y los dejó seguir por su cuenta, les indicó por donde salir, se despidió y se marchó.
- Este es- suspiró Sony, anonadado por su inmensidad. Kay estaba igual.
- La piedra del sol, la reliquia de los mexicas, es… impresionante- susurró Natal contemplándola con tanto desdén como un hombre miraría a su amada.
Las risas entre Kay y Sony fueron inevitables. Pese a ciertos episodios que habían vivenciado tiempo antes, estaban de muy buen humor. Especialmente Kay. Después de todo, cuando se despertó de aquellos extraños sueños creyó que, por alguna de las misteriosas razones de la mente, todo había sido parte del éxtasis que sentía con respecto a todo lo que estaba sucediendo. Hacía mucho tiempo que no se sentía tan feliz… probablemente sus amigos, Natal y Sony (tal vez hasta Agustina) eran los responsables de tal acontecimiento.
Por otro lado, todo había sido desmesuradamente inusual: ¿Un sueño en donde viajaba en el tiempo hacia el pasado para ayudar a su enemigo a obtener el arma que hoy en día quiere reclamar para castigar a los seres humanos? Muchas cosas sin sentido habían pasado hasta entonces y estaba seguro, en ese momento, de que los sueños no sumaban a la lista. A decir verdad, poco recordaba (como todos los humanos del planeta) sobre aquellas visiones; solo lo justo y necesario. Por ejemplo, no tenía ni idea de cómo lucían los elementales de antaño, pero si recordaba a algunos nombres, así también como a la malévola nube, a Miljen (joven y totalmente humano) dormido y como había usado a la espada divina para zafarlos de la situación. Nada más.
Kay ya había presenciado algo similar, cuando era muy chico y vivía con los Dameron: los cuatro estaban regresando de unas vacaciones en México, Nicolas conducía, Natalie yacía en el asiento de acompañante; Kay y Sony atrás, sin hablarse (como de costumbre en aquella época). El pequeño Kay miraba por la ventana a la inmensa ciudad de Buenos Aires (ya habían vuelto a la Argentina) y un espacio abandonado, lleno de colores, dibujos, tiendas y juegos antiguos; apareció a un lado de la ruta. Fascinado, le preguntó a su padre y este le contestó.
- Era un parque de diversiones cuando yo era un niño, se incendió, algunas personas fallecieron y nunca más volvieron a abrirlo- Sony prestó interés por un momento pero luego se desvaneció y continuó en su mundo.
Ese mismo día, Kay había deseado tanto conocer ese sitio que soñó que lo visitaba cuando aún existía y lo salvaba del incendio con sus habilidades (recientemente descubiertas) sobre el fuego. A la mañana siguiente, Nicolas despertó a sus hijos para llevarlos a un parque de atracciones…
Sony, por su parte, percibía un profundo sentido de la responsabilidad, mayor a todos los que ya había tenido durante toda su vida y en parte, se debía al sueño de las sombras distorsionadas. ¿Quiénes eran? Probablemente no lo descubriría hasta varios años más tarde.    
Pero pese a todo esto y a su gran alegría, estaban muertos de cansancio. Ninguno había dormido normalmente.
Natal se volvió hacia ellos.
- ¿Durmieron bien? A mí, la espalda me quedó hecha una esponja.
- Poco, algunas pesadillas- habló Kay.
- ¿Sueños?- preguntó Natal curioso.
- Si, no importa. Ya me los olvidé…- no le pareció necesario contarle, después de todo, no era real.
- Cuidado con lo que sueñas, joven Montarnen. El límite entre la realidad y la fantasía es tan fino como un hilo dental. Recuerda eso.     
Kay asintió y tragó saliva.
- Mis sueños también fueron extraños- comentó Sony.
- Para ti también va, entonces- dijo Natal y siguió contemplando al calendario. Sony y Kay se miraron entre sí.  
La piedra del sol era muy compleja, cada uno de sus anillos, símbolos y dibujos representaban una parte de la percepción del mundo que tenía la cultura azteca. Era una piedra milenaria de 3,60 metros de diámetro, 122 centímetros de grosor y un peso superior a las 24 toneladas. Poseía una forma redonda, más algunos materiales rocosos (en la parte inferior) que identificaban al lugar donde había sido encontrada (fue enterrada en el actual Zócalo, en la plaza mayor de la ciudad de México). No tenía el mismo color que siglos anteriores debido a la exposición al aire libre y su parte central se encontraba dañada por múltiples balazos (desfigurando el rostro) debido a la Intervención estadounidense en México (entre 1846 y 1848) donde los soldados del Ejército de los Estados Unidos habían utilizado a la Piedra del sol para practicar tiro al blanco.
- Miren sus formas- añadió Natal con entusiasmo- El rostro del centro es el dios Tonatiuh, la representación del sol, se ubica dentro del signo de movimiento, el denominado Ollin. Cuantos morirían por ver esto.  
- Ahora, ¿donde encontraremos la pista que nos llevará al tesoro y por ende, a la espada azteca?- dijo Sony, a quien ya se le había ido el interés por el objeto.
- Paciencia muchachos. Déjenme sacar mis manuales de historia y antropología, tal vez pueda encontrar algo.
Kay y Sony fueron a comprar unas bebidas de marca, le dieron una a Natal y se sentaron a mirar lo que hacía su compañero. Ninguno de los dos hubiera imaginado que el significado de cada uno de los dibujos fuera tan extenso. Pasaron horas, las bebidas, a medio terminar, ya se habían calentado. Kay y Sony se durmieron sobre sus asientos, y Natal continuaba analizando la pieza. Un guardia de seguridad se acercó a revisar lo que estaban haciendo.
- Menudo día, ¿No, Oficial?- le dijo Natal, sin quitar de vista al objeto.
El guardia, muy serio, no le respondió.
- ¿Qué es lo que está haciendo?- le preguntó, frunciendo el ceño. No parecía tener mucho acento mexicano.  
- Investigando y repasando un poco de historia, quédese tranquilo.
El guardia hizo silencio y miró a los dos jóvenes dormir desordenadamente, roncando y con saliva en sus rostros.
- Vienen conmigo- le dijo Natal, anticipando la pregunta del oficial- Tuvieron un día complicado, déjelos dormir un poco más.
- Aquí no se pueden hacer esas cosas- respondió el oficial con el mismo humor.
- Muy bien, yo ya termino- se apresuró el profesor en contestar- Ahora los despierto.
Hubo una pausa.
- ¿Argentino? ¿No es así?
- Si oficial, soy argentino. Vinimos de visita, no se preocupe.
- Hoy en día no se toleran acciones fuera del protocolo. Estamos a pocos kilómetros de la isla del Rey. Si se pasan de vivos, irán directamente y a la fuerza, a las cárceles de allí para que las autoridades de la G.N.U.M los juzguen, y créame… no son nada amigables cuando unos idiotas intentan robar las piezas de gran valor histórico.  
El hombre se marchó.
- Pero que tipo más molesto- rió Natal para sí mismo y prosiguió con la investigación- Además, intentar robar esta pieza sería como querer llevarme un edificio con las manos.  

Alrededor de las 18:30, Kay y Sony despertaron, con un dolor de espalda atroz e intensa debilidad en las piernas y los brazos. Una vez recuperaron la conciencia y abrieron bien los ojos, se dieron cuenta que Natal había desaparecido, pero sus cosas seguían a un costado de la piedra milenaria.
- Aquí muchachos- les indicó Natal, detrás del calendario- Vengan, creo que encontré algo.
El museo estaba vacío, ya cerraban. De todos modos, los dos elementales caminaron hacia donde estaba su mentor y con la visión nublada, pudieron reconocer un símbolo, acababa de ser descubierto por el gran Dick Natal, tallado entre los escombros bajo la piedra del sol; el dibujo era una bola con insignias y ranuras, el cual continuaba en otro dibujo donde yacían numerosas montañas rocosas y lagos.
- ¿Qué es eso?- preguntó Kay.
- Parece ser una clase de artefacto- le dijo Natal, tenía el rostro cubierto de polvo y los anteojos empañados- Es extraño, como si fuera casi futurista. Los aztecas no dejan de sorprender con sus diseños extravagantes.    
- ¿De verdad será azteca?- preguntó Sony- Digo… hay una diferencia muy notable entre los dibujos que predominan en la cara del calendario y estos.
- ¿Cuál es tu teoría? ¿Qué alguien más los hizo?- pregunto Natal con escepticismo- Son aztecas, puedo asegurarlo.
- ¿Alguien sabrá de ellos?- dijo Kay, en cierto modo, apoyando la conjetura de Sony.
Natal hizo una mueca mientras se acariciaba el mentón.
- Si este artefacto existe, ¿Dónde lo buscamos? ¿Otro ladrón lo tiene?- continuó Kay y apoyó su antebrazo sobre la parte trasera del calendario.
Por extraño que parezca, la reliquia de cuatro toneladas titubeó, se balanceó hacia delante y posteriormente cayó al suelo, el impacto hizo que se dividiera en dos. Los elementales se sobresaltaron. Natal estaba horrorizado, con los nudillos en la boca. De repente, una alarma empezó a sonar y un conjunto de guardias rodeó a los visitantes con sus armas de fuego en un parpadeo.
- Kay, eres un tonto- le susurró Sony al oído.
- ¿Acaso no pesaba 4 toneladas? ¡Tan solo…! - refunfuñó Kay.
- ¡Quedan detenidos por la destrucción de una pieza histórica del Museo Nacional de Antropología!- les dijo uno de los oficiales, todos ellos vestían de uniforme rojo.
Otro sujeto de contextura ancha se les acercó (el mismo guardia de seguridad que había conversado con Natal), se dirigió a Natal y lo miró de reojo.
- Inexplicable, pero cierto. ¿Con qué clase de maquina ejecutaron este crimen? Casi se salen con la suya- escupió al suelo y se dio media vuelta- Una pérdida lamentable- se dirigió a sus compañeros, parecía ser el hombre con mayor rango- Los llevaremos a la isla Tanque, que las autoridades de la G.N.U.M los juzguen. ¡Llamen a los responsables del museo inmediatamente para reparar este desorden! ¡Háganlo!  
- ¡Si, señor!- gritaron todos los demás oficiales al unísono y esposaron a los delincuentes.
- Vaya embrollo en el que nos metiste, Kay- le dijo Sony, lleno de rencor e impotencia mientras le colocaban las esposas. Kay se apenó y no dijo más nada. Y frente a esta situación, a Natal se le prendió la lamparita.

Tomaron todas sus pertenencias y las reservaron en bolsas de plástico como evidencia, les sacaron una foto a cada uno, los obligaron a llenar tres formularios con sus datos personales; les dieron unos uniformes naranjas para que vistan y los llevaron a un camión blindado donde viajaron durante todo un día hacia el puerto más cercano al Golfo de México. Kay y Sony no se hablaban, estaban enojados el uno con el otro. Más tarde, los condujeron a un barco de avanzada tecnología, Natal examinó esas bellezas, fusiones entre el metal y la madera, increíblemente innovadoras, ocupaban todo el puerto. La velocidad de aquella nave superaba unas cuatro veces más que la de cualquier otro crucero o barco ligero de antaño.
Alrededor de dos días estuvieron en alta mar, navegando por el Océano Atlántico. Llegaron en la noche de un lunes a las costas de la isla Tanque, el hogar del soberano de la organización más grande del mundo (la G.N.U.M), el Rey Patricio.            

Qué inquietante fue, para los elementales, imaginar como se comportarían ante el supremo soberano de todo el continente. Lo que acababa de ocurrir había sido un accidente. ¿Entendería eso el Rey Patricio? No se trataba de un monarca de la época feudal que reinaba a voluntad propia y con poder ilimitado, sino de un individuo que mantenía el orden entre todos los países que conformaban la G.N.U.M y era elegido por un consejo internacional. El término ‘’Rey’’ había sido re-utilizado por la nueva generación para darle culto a las épocas anteriores en Europa; en cierto modo, América nunca había tenido reyes ni monarquías, esa fue la razón principal. A diferencia de todas las figuras políticas americanas, el Rey de la G.N.U.M no era un sujeto público, actuaba entre las sombras, regulando los conflictos y las relaciones diplomáticas. El único país que no formaba parte de aquella organización eran los Estados Unidos. Muchos eran los misterios que rondaban alrededor de la entidad política, pero pocos tenían el privilegio de conocerlos; todos los demás se acomodaban con la buena situación económica de la G.N.U.M, potencia en todo el mundo. Los países de América respondían al Rey y se realizaban conferencias entre todos los presidentes de la organización para gestionar sus respectivos Estados. Así funcionaba el mundo hacía ya veinte años con la aparición de las bestias…   

Volviendo con los elementales, arribaron las costas de la isla Tanque durante la oscuridad de la noche, fueron llevados a la fuerza hacia las celdas más cercanas a 1 kilómetro del mar. La luna yacía a la mitad y las estrellas se revelaban a gran escala, a su vez, el viento soplaba de vez en cuando.  
Eran construcciones de metal sobre la arena, cajas de acero con barrotes, ninguno se sintió con ánimos de desafiar la ley y escapar con sus habilidades. El hombre fortachón (que ya habían conocido anteriormente) dirigía la expedición y ordenó encender una hoguera, ese día hacía mucho frío. El grupo que lo acompañaba rodeó la gran fogata construida con ramas y piedras, guardaron sus armas, prepararon algunas bolsas de dormir y dos de ellos se quedaron patrullando.  
Su líder indicó que al día siguiente llevarían a los tres delincuentes (los elementales) a la Ciudad de la Guerra, hogar del Rey. El sitio estaba repleto de palmeras, parecía ser parte del caribe.

- ¿Y ahora qué?- le preguntó Kay a Natal, los tres estaban tirados en la misma celda.
- Tu fuerza es desmesurada- le dijo con ironía- Puede que sea una de tus habilidades como JEN…
El elemental del fuego hizo una mueca.
- Vamos Natal, dinos lo que sabes- insistió Sony.
El hombre acomodó un mechón de su pelo grisáceo y sacudió sus anteojos, al mismo tiempo le respondió a sus compañeros.
- Dicen por ahí que este lugar resguarda los mayores tesoros de todo el mundo. Si tú…- señaló a Sony- tienes razón, entonces puede que nos topemos con el artefacto que buscamos. Quiero decir, por ahí los mexicanos descubrieron lo que nosotros recientemente y encontraron al objeto que conduce a la espada, tal vez lo guardaron aquí.  
- ¿Y por qué estas tan seguro?- preguntó Kay de mala gana.
- Es una corazonada. No te culpes por lo que pasó- lo animó- Díganme muchachos, su instinto elemental… ¿qué les dice?
- No lo sé. Además, ¿cómo llegaremos hasta el objeto si estamos aquí encerrados y apunto de ser condenados de por vida?- dijo Kay con la cabeza baja, inmediatamente la levantó y exclamó- ¡Por dios Natal, a veces creo que tú también eres un…!
- ¡SILENCIO!- interrumpió el guardia a los gritos- ¡O SE CAYAN O LOS HAGO CAYAR!
Los tres hombres se limitaron a responder, se miraron entre sí y se echaron a dormir.

Hubieran deseado ser despertados por los guardias con sus barrotes, sus actos de superioridad y su soberbia ilimitada; pero no fue así. En lugar de eso, un intenso terremoto sacudió la isla de punta a punta, las palmeras se vinieron abajo, todas ellas cayeron sobre cada una de las celdas. Fue horrible, los soldados fueron absorbidos por el miedo y la angustia; la arena zumbaba en toda la Isla y el viento soplaba con completa agresividad. Los elementales aprovecharon para huir, utilizaron sus respectivas habilidades para destruir las paredes de metal que los resguardaban justo antes de ser totalmente aniquiladas. El líder entre los oficiales ordenó volver al barco, pero este fue destruido por una gran marea que lo llevó a mar abierto y lo absorbió por completo. Mediante comunicadores, el líder intentó contactar a sus superiores pero fue inútil, nada funcionaba.
El terremoto cesó después de unos largos e inquietantes minutos, los guardias asistieron a los heridos. Natal, Kay y Sony se quedaron inmóviles frente al pelotón en acción, solo el líder se percató de su liberación.
- ¡Ustedes!- gritó.
Pero el terremoto había generado unos cuantos heridos y ninguno acotó a las palabras de su superior. Inmediatamente, los elementales ofrecieron su ayuda.
El líder se mantuvo atento y les prohibió acercarse a los soldados (especialmente por las armas de fuego que portaban y que el líder creía que podían ser utilizadas por los delincuentes) Kay, Sony y Natal igualmente contribuyeron, acción que, de todos modos, fue permitida. 
- ¿Hacia donde queda el servicio médico más cercano?- le preguntó Natal al guardia con el que anteriormente había hablado en el museo.  
- En al lado oeste, hacia allá, a unos pocos kilómetros- le señaló otro soldado, uno muy flaco, pelirrojo, de piel pálida. El líder se había quedado callado.
- Muchas gracias.
Sony y Kay también cargaron a otros dos soldados, aquellos hombres que no habían sufrido graves daños como sus compañeros ayudaron a los soldados restantes y todos juntos fueron hacia donde el sol irradiaba su mayor resplandor.

Pasados 20 minutos, el grupo se dirigió hacia el oeste, la arena desaparecía poco a poco, las palmeras formaban dos hileras que remarcaban un camino armado hacia otro de los campamentos militares. Una gran cantidad de tiendas se ubicaban en un área de cincuenta metros a la redonda, justo por debajo de un inmenso valle que conducía hacia otro sector. Los arbustos se habían multiplicado, también las palmeras, las piedras y las personas. El nuevo campamento estaba mucho menos afectado por el terremoto, solo algunos árboles habían caído y pocos eran los heridos. Apenas aparecieron, los habitantes de esa zona (hombres y mujeres con vestimenta blanca) se apresuraron en atender a los heridos. No hubo individuo que no ayudara; ubicaron a algunos en las tiendas en forma de prisma y a otros sobre camillas al aire libre.    
Obligaron a todos aquellos que no habían sufrido lesiones graves retirarse y prometieron tratarlos más tarde, el pelotón sobrante y los elementales se reunieron afuera. Los elementales se sentían a gusto con la ayuda que habían brindado, pero el silencio fue aterrador y las miradas yacían fijas en ellos. Finalmente, el guardia en jefe rompió el silencio.
- Gracias por su ayuda. Pero tengo que cumplir con mi deber y nuevamente encerrarlos en una celda- les dijo con un tono mucho más amable.  
- Necesitamos ver al Rey Patricio- exclamó Natal con rapidez- Es verdaderamente urgente, nada de esto es casualidad.   
- ¿Al Rey? ¿Por qué?
- No quisiera decirlo delante de sus subordinados.
- Hable.
La idea de Natal salió a la luz.
- El Proyecto L… no intente negarlo, sabe muy bien de lo que hablo- dijo Natal con cierto aire de superioridad. Kay y Sony se miraron entre ellos muy confundidos. Sony ya había olvidado su enojo hacia Kay.
El guardia apretó los dientes y los puños (los JEN se sobresaltaron), tragó saliva, sacudió su inmensa espalda, suspiró profundamente y dijo.
- Soy su oficial más allegado. Conozco de lo que habla. ¿Qué tiene que ver el Proyecto L? Es un secreto que muy pocos conocen. ¿Trabajó aquí en el pasado?
- No hablaré hasta ver al Rey- insistió Natal.
- Vengan conmigo. En el camino me dirán todo lo que saben- esposó nuevamente a los tres y se dirigió hacia el valle que habían visto con anterioridad- Iremos solo nosotros cuatro, que nadie más venga. Es una orden.

Los soldados cercanos asintieron firmemente. Los elementales consintieron disconformes por ser esposados nuevamente, el plan de Natal había salido a la perfección. 

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