martes, 20 de septiembre de 2016

Al Borde del Abismo: CAPÍTULO 6.



Al Borde del Abismo: CAPÍTULO 6.

- ¿Y eso que significa?- preguntó Kay.
- No lo sé, debe haber algo más…- Natal continuó observando al objeto con considerable consternación. Sin embargo, fue inútil. La palabra recientemente descubierta era lo único que yacía en aquel arcaico objeto.
Víctor Díaz, ante la espera, se quedó dormido. Sony pudo oler un desagradable aroma en él: suciedad y alcohol.
- No tenía mucho tiempo de estar cuerdo- dijo - Es raro que haya conservado una pieza tan valiosa y nunca la haya intentado vender, debió de ser algo muy importante para Él…
- No podemos hacer mucho por este sujeto- dijo Natal, guardando el reloj de oro en su bolsillo- Si mi auto no hubiera sido destruido, podríamos haberle compartido alguna de las cosas que traje para el viaje: comida y bebida.
- Me da pena…- dijo Kay entre dientes.
- Lo mejor será que nos vayamos, ya cumplimos con nuestra misión. San Robo es un sector muy peligroso y preferiría no continuar aquí en la noche.
Kay y Sony asintieron. Antes de salir del hogar de Díaz, Kay notó una preciosa piedra sobre una mesa rocosa al fondo de la habitación; se quedó perplejo observándola y una memoria (que llevaba años sin recordar) vino a Él.
- ¿Vamos?- le preguntó Sony desde afuera. Kay interrumpió sus pensamientos y lo siguió.
Cinco minutos más tarde, los elementales se dirigían nuevamente a la entrada de San Robo.
- ¿Y ahora?- le preguntó Sony a Natal.
- No tenemos medios para descubrir a que se refiere la palabra ‘’calendario’’ ni para entramar la relación que guarda con la espada. Siento que me estoy olvidando de algo simple e importante… pero no importa, volvamos a casa. Allí se me ocurrirá algo.
- ¿Tan pronto? Tanto viaje para nada…- exclamó Sony. Kay se había atrasado en la caminata- ¿Y si…?- Inmediatamente sintió una punzada y giró rápidamente, su amigo acababa de desmayarse- ¡NATAL!
Su mentor corrió hacia Kay y lo revisó; la herida en el cuello se había tornado violeta, mezclada con el intenso rojo de la sangre.
- La mordida tiene otro color- dijo Sony con cierta pesadumbre, al lado de Natal. 
- Ayúdame a cargarlo- entre los dos intentaron tomarlo de los brazos y lo sujetaron con sus cabezas- Por aquí debe de haber algún hospital…

Las horas avanzaron rápidamente y el atardecer no tardó en suceder. Durante todo ese tiempo; Sony y Natal habían estado cargando a Kay mientras buscaban desesperadamente un hospital en donde atenderlo. Los conocimientos de Natal en medicina no eran lo suficientemente abundantes como para determinar un diagnostico. Kay, aún con los ojos cerrados, escupió unas cuantas gotas de sangre y padeció algunas arcadas sin llegar a expulsar nada. En pocas horas, la noche caería; y desgraciadamente, los elementales continuaban atrapados en la precaria ciudad. Cuando finalmente el sol desapareció y la oscuridad floreció, Natal y Sony llevaron a su compañero hacia una construcción sin terminar, la cual parecía estar deshabitada. Con mucho cuidado y pesado recelo, entraron al edificio. Sony revisó el perímetro y se aseguró de que no haya sorpresas. Había un colchón desgastado y algunas pertenencias desparramadas en la habitación más chica de la construcción; pero nadie yacía allí. El olor era nauseabundo, pero no tuvieron más alternativa que posar al cuerpo de su amigo en aquel jergón. Natal utilizó a los teléfonos celulares de cada uno como linternas (los cuales no servían para ninguna otra cosa porque estaban fuera de servicio)  
Kay se mantenía en silencio, con el rostro pálido y los ojos cerrados. Pronto se vio afectado por las condiciones de dicho lugar y comenzó a convulsionar.
- ¡¿Qué está pasando con Él?!- exclamó Sony entre dientes.
Natal suspiró y dijo.
- SI sigue así, para la mañana puede empeorar…- luego inclinó al cuerpo de Kay hacia la derecha y le colocó su campera bajo la cabeza. Minutos después, Kay dejó de convulsionar y continuó inconsciente- Voy a ir a buscar ayuda, iré a la entrada de San Robo y hablaré con los oficiales para que llamen a una ambulancia. 
- Es muy peligroso que vayas solo. Mejor quédate con él que sabes más de estas cosas y yo iré a buscar a los oficiales.
- No, quédate aquí. Intuyo que tú presencia es más importante que la mía. Además, sé como cuidarme solo pero no tengo la fuerza para defender a Kay si la situación se complica. Tú si la tienes, Sony. Por aquí hay mucha gente desagradable…  Así que quédate. Yo iré.    
Sony asintió disconforme y observó a su mentor marcharse.
- Volveré lo más pronto que pueda.
- Bueno.
Natal tomó a uno de los celulares (utilizados como linternas) y desapareció en la noche.
Sony contempló a su compañero, débil y más blanco que un huevo; vino a su mente cuando los secuaces de Morgán lo atraparon y no pudo impedir que este atacara a Kay.
- ¿Qué es lo que le habrá hecho?- se preguntó.   
Ante la delicada situación, Sony tapó la herida de Kay con lo único que tenía a mano: una servilleta. Rozó su frente y examinó lo fría que estaba. Dejó que descansara y fue a hacer guardia; temía que algún individuo quisiera aprovecharse.

No estaba seguro si se trataba de un sueño o de un recuerdo, de todos modos, hacía ya mucho tiempo que Kay no fantaseaba con hechos del pasado. Al borde del abismo, consumido por una fuerza inexplicable que se alimentaba de su esencia, Kay pudo sentir al filo de la muerte aproximarse y creyó que por esa razón y solo ESA razón, sus memorias florecían otra vez.

‘’ Kay empacaba sus cosas, al día siguiente, empezaría a vivir solo… como siempre había querido, no se sentía cómodo estorbando a los Dameron y que la familia decidiera marcharse a Estados Unidos le había permitido tomar una importante decisión. Continuaría estudiando en Buenos Aires (aún no había terminado el secundario) y buscaría un trabajo para mantenerse, aunque Nicolas insistiera para mantenerlo, por lo menos por cinco años más. Contempló su habitación, sabía que esa sería la última vez que la vería, pues los Dameron habían decidido vender la casa para poder pagar el viaje al único país de America fuera de la G.N.U.M. Examinó las grandes paredes rojas (su color favorito), los cuadros, las estanterías de libros, muñecos por los que había llorado para conseguir, vieja ropa de cuando era un niño y demás cosas. Sintió una profunda nostalgia y su corazón se tambaleó por unos instantes, se alejaría de Sony y de sus padres adoptivos. Él sabía que Sony estaba en el centro divirtiéndose con sus amigos, invitación que había rechazado para poder acomodar sus cosas. Natalie, la madre de Sony, había ido a hacer las compras y Nicolas… acababa de tocarle la puerta para entrar.
- ¿Puedo pasar?- preguntó.
- Adelante- le respondió Kay.
Nicolas abrió la puerta, era un hombre alto y con cabello lacio abundante, su rostro era muy similar al de Sony pero más ancho y más viejo… bueno, era su padre. Vestía saco y corbata, acababa de venir del trabajo (era abogado y pronto asumiría como embajador en EE.UU). Ojos verdes, como los de Sony; escasa barba y una voz increíblemente serena.         
- Vaya, limpiaste todo- dijo- Definitivamente eres más ordenado que tu hermano.
- Viniste a convencerme, lo sé.
- No, Kay. Por lo que me dijiste antes… quédate tranquilo, no me ofendí. Acepto que quieras quedarte, pero bueno… 
- Perdón, me salí de control- dijo Kay, apenado y guardó la última prenda en la valija. Nicolas se le acercó, dejó la valija en el suelo y se sentó en la cama.
- Desde muy chico actuaste así, nunca te sentiste parte de la familia, lo intenté durante años y años pero pareces no querer cambiar de opinión. Tú eres mi hijo, Kay. Tal vez yo no sea quien te concibió, pero si fui quien te cuidó, quien te crió- suspiró, pausó y continuó- Por lo menos… permíteme mantenerte, pasarte plata. También soy tu tutor legal, eso lo decido yo. Pero quiero que me lo permitas. 
- Está bien…- respondió Kay con timidez, la sonrisa de Nicolas apareció.
- No sabes lo feliz que me haces. Pero tengo que admitir que esa no es la razón por la que vine…
Kay lo miró con suma atención.
- Puedes venir cuando quieras, pero aún así, siento que no nos veremos por un tiempo. Así que, decidí que lo sepas ahora.
- ¿Saber qué?
- Voy a contarte un secreto Kay, uno muy importante. Pero es solo para ti y me tienes que prometer que no le dirás nada a tu hermano- Kay asintió, Nicolas prosiguió- Es sobre tu padre… la familia que te fue arrebatada.
- ¿Qué hay con ellos?- los ojos de Kay se abrieron como platos.
Nicolas se mantuvo en silencio, bajó la mirada y levantó los hombros.
- Frank murió porque cierto individuo nos traicionó, uno de los elementales más antiguos…
- ¿Un… elemental?- Kay lanzó un grito ahogado antes de responder. 
- Sólo existen ocho en todo el mundo y son personas capaces de controlar los elementos de la naturaleza. Es difícil de creer… lo sé. Yo fui muy escéptico al principio. Pero son reales, Kay. Existen, todos ellos- Nicolas sacó su celular del bolsillo y reprodujo un video. En la película, Nicolas (más joven) alzó su palma y algo maravilloso sucedió: el aire pareció deformarse, un conjunto de pequeños puntos (como la arena) se condensaron, se unieron entre sí y conformaron una fantástica bola de lava- Bueno, este es el mío cuando era joven. Ahora ya no me pertenece. Es una copia de lo que hacía Frank con lo suyo.
- ¿Es real?- preguntó Kay anonadado- Parecen efectos especiales.
- Lo es. Ahora, si te vas a quedar, intuyo que necesitarás saber como defenderte, porque tu también eres uno… - Nicolas bloqueó su teléfono móvil y lo guardó nuevamente.
- ¿Yo?
- Sé a la perfección que hace tiempo lo sabes, no necesitas ocultármelo. También sé que guardaste el secreto por temor a que Sony te considere un fenómeno… otra vez.     
Kay se volvió a apenar.
- ¿Estoy en lo cierto?
Kay tardó en responder, se levantó de la cama, caminó dos pasos hacia delante, dio media vuelta y creó una bola de fuego en su mano izquierda.
Los ojos de Nicolas brillaban.
- Ahora sabes por qué.
- Creí que había algo malo conmigo, que era un castigo por haber sido el único sobreviviente- contempló la bola y luego la hizo desaparecer.  
- No pienses así, Kay. Ven- Kay se le acercó. Nicolas, aún sentado en la cama, lo tomó de la mejilla- Tienes un increíble parecido a Frank, te veo y me recuerdas tanto a Él.
- Entonces… ¿hay más como yo? ¿Cómo… nosotros?- preguntó Kay con los ojos lagrimosos.
- Los hay. Seis más para ser exactos. Pero yo ya no soy un elemental porque cuando uno tiene hijos, pierde los poderes y los transfiere a su progenitor.
- ¡Entonces Sony…!
- Así es, Él también es uno. Pero recuerda la promesa que me hiciste. No puede saber nada al respecto, no lo entendería y aún no está listo.  
Kay asintió seriamente.
- Te voy a extrañar, a todos ustedes- dijo el joven, finalmente.
- Y nosotros a ti, hijo mío- ambos se abrazaron. Tras unos largos minutos, Nicolas se levantó de la cama y amagó para retirarse- Tengo que seguir con los preparativos del viaje, avísame si necesitas ayuda.
- Lo haré. Gracias Ni… papá- Nicolas sonrió- Antes de que te vayas, podrías decirme como eran mis padres y cómo los conociste.
- Claro- rió Nicolas- A tu madre la conocí poco, sólo puedo decirte que fue una mujer muy valiente y muy audaz, conoció a Frank estando en servicio, bueno… ya te dije muchas veces que ella era policía. Por dios, una vez casi me arresta cuando creyó que… no importa- Nicolas volvió a reír con esa voz tenue y plácida- Tu padre era un hombre excepcional, el más cabeza dura que conocí en toda mi vida. Nunca olvidaré el día que nos conocimos en la facultad… yo acababa de padecer algunos extraños episodios, eran las señales de que mis poderes estaban despertando, pero por gran orgullo y escepticismo me lo negaba a mí mismo- hizo un paréntesis y reanudó con la historia- Un día hubo un importante incendio en el aula donde estudiaba, todos salieron corriendo y los bomberos aún no llegaban. Noté que había olvidado mi mochila, y por estupidez, regresé… pero en ese preciso instante, pude vivenciar como un joven de veinte años apagó las llamas del incendio con sus propias manos y salvó el edificio. En aquel entonces yo era un muchacho muy inmaduro y cuando supe que había alguien más como yo… no solo eso, sino que llevaba un excelente control sobre sus habilidades, decidí acercarme a Él. Desde entonces, nos hicimos los mejores amigos.
- Es… hermosa esa historia- dijo Kay, las lágrimas habían empezado a caer- ¿Por qué murió? ¿Qué hizo mal? ¿Qué hicieron mal? ¿Quién se creyó digno de poder jugar con sus vidas?
Nicolas apretó los dientes, regresó con Kay y lo tomó del hombro.
- No hicieron nada mal. Hay seres que no entienden conceptos tan básicos como la amistad, la familia o el amor. No tuvieron la oportunidad de experimentarlos, no tienes porque odiar a quienes lo hicieron porque sino, todo por lo que lucharon tus padres habrá sido en vano.    
Kay lloraba desconsoladamente.
- ¿No dijiste que había sido solo uno?
Nicolas exhaló profundamente.
- Quienes le pasaron el dato sobre el paradero de tu familia al traidor, fueron una serie de bestias pertenecientes a un grupo clandestino…
- Esos monstruos, los odio…- pensó Kay.
- ¡Ánimo!- exclamó Nicolas y le sacudió el cabello- Tu padre estaría orgulloso de ti, Kay. No dejes que te absorba el pasado, enfócate en quien eres y construye quien serás. –Kay paró el llanto y sonrió ‘’

Atraído por una mística luz, Kay caminó hacia ella, pero en ese instante, algo lo detuvo y comenzó a alejarse. Abrió los ojos y entre las formas irreconocibles a su alrededor pudo entrever a un individuo, al principio creyó que se trataba de Sony, pero esa sombra no parecía pertenecerle (era algo inusual, de gran altura y poca humanidad); una estupenda sensación lo envolvió, sin embargo, no pudo abrir los párpados del todo y cuando finalmente lo hizo, fueron horas más tarde, en el amanecer…
Una hermosa muchachita de ojos celestes, acompañada de una señora mayor, lo atendían; con sus pocas energías, le preguntó.
- ¿Quién eres?
- ¡Despertó!- era la voz de Sony, yacía junto a Natal, ambos estaban muy inquietos.
Kay los observó a la perfección, aún desconcertado, no les prestó mucha atención y fijó su interés en la jovencita.
- ¿Quién eres?- volvió a preguntar.
Ella sonrió y respondió.

- Recuéstate, estuviste muy mal- Kay se quedó en silencio observándola, Ella comprendió y le dijo- Me llamo Agustina y ella es mi madre, María.    

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