martes, 30 de agosto de 2016

Apólogo: CAPÍTULO 3.



Apólogo: CAPÍTULO 3.

‘’Los tiempos cambian. Lo nuevo vence a lo viejo. Son fuertes porque tienen un poder que hasta incluso los elementales codician…’’- exclamó Dimitrion con las manos extendidas, apunto de lanzar su ataque final. La luz creció y se propagó. La isla sufrió una embestida, mientras los árboles y arbustos perecían durante la explosión, solo fueron aquellas palabras las que retumbaron en el infinito vacío.
Kay abrió los ojos y lanzó un grito ahogado. Aún era de noche y pronto el sol se asomaría nuevamente.
- ¿Estas bien? - preguntó Sony, quien se había desvelado minutos antes.
- Si…- respondió su compañero entre suspiros- Una pesadilla. Bueno… un recuerdo en realidad.  
- ¿Quieres hablarlo?
Kay se inclinó, apoyó sus codos y parte de los brazos en el suelo; pausó, se tranquilizó y volvió a hablar.
- Dimitrion… lo que dijo antes de caer. ¿Recuerdas?
Sony asintió.
- No lo comprendo. Inclusive Jessica nos dijo antes de… ‘’Mi mamá me dijo que eran especiales y que debía cuidarlos’’. Somos elementales, como lo era ella. Pero… ¿Por qué cuidarnos? - Sony quiso responderle, pero fue interrumpido por Kay, quien sumó otra razón- O la sangre… Dimitrion necesitaba de nuestra sangre para efectuar el ritual. No la de Jessica ni la de ningún otro. Hermano... ¿Me estoy volviendo loco?
Sony se rió.
- Puede ser… todas esas cosas se pueden interpretar de muchas maneras. No creo que haya nada malo con nosotros ni tampoco nada especial. Bueno, aparte de ser un elemental, oh… me entendés. ¿No?
Kay compartió la sonrisa.
- El moretón que tenías en el ojo, ya no está- exclamó Sony.
Kay se acarició los parpados para comprobarlo.
- ¿Tu espalda?- preguntó.
Sony llevó los nudillos de su mano derecha a la columna, los tres rayones que el lobo le había causado ya no estaban.
- Estoy curado… y eso que no recibí atención médica. ¡Estuve encerrado en una capa de roca por tres meses!
- El tiempo allí nos curó- dijo Kay. En el fondo lo sabían… aquella no era la verdad- Bueno, ahora tratemos de dormir.
- Buena idea.
Transcurrió una semana sin noticias, Kay y Sony aprovecharon para conocer mejor a toda la Isla, en ella descubrieron hermosos paisajes: una laguna de aguas cristalinas, rodeada de árboles, probablemente hubiera surgido de los restos de la lluvia acumulada. De oeste a este, de sur a norte y viceversa, rodearon a la Isla en todas las direcciones posibles, los límites eran de lo más impresionante: las nubes a centímetros del suelo, las infinitas luces de la ciudad, la descomunal altura entre el cielo y la verdadera tierra. No se cansaron ni un día de contemplar tan magnifico lugar. Sarmander era única.
El viernes se levantaron temprano para ir hacia los límites de la Isla y observar el amanecer. El resplandor emanaba y los elementales se dispusieron a examinarlo.
- ¿Recuerdas que Dimitrion dijo que nosotros no éramos necesarios, porque aún existían otros tres elementales…? - preguntó Kay.
- Estas insistente…- le respondió Sony con una mueca- Si, me acuerdo.
- Bueno. ¡Cuéntanos! - insistió- Jessica, Dimitrion, tú y yo somos cuatro. Había ocho en antaño, faltan otros cuatro, ¡no tres! ¿Se habrá equivocado o alguno puede que haya muerto?
Sony se quedó perplejo, no lo había notado.
Y en ese preciso momento apareció Dick Natal.
- Al fin los encontré- dijo.
Una vez el sol se alzara sobre sus cabezas, los tres hombres regresaron al campamento.
- Algo que no les había dicho… tengo las llaves de sus casas. Se las olvidaron en mi hogar antes de venir aquí el año pasado- dijo Natal- Me las ingenié para que sus cercanos creyeran que estaban viviendo conmigo, para que nadie pensara que algo malo les había pasado. A pesar de eso, por no aparecer públicamente los últimos meses, los medios consideraron a Sony como a un cobarde y un desertor- Sony apretó los dientes- Pero bueno, no vine hasta aquí para decirles solo eso.
Kay y Sony notaron que Natal tenía una herida en la mejilla.
- ¿Qué te pasó? - preguntó Sony.
Natal cambió el tono inmediatamente.
- Me atacaron. Se ve que estaba husmeando en donde algunos no querían que lo haga.
- La Cruz…
- Pero… ¿Cómo lograste sobrevivir? ¿Hace cuanto fue eso? ¡¿Por qué no nos llamaste?!- le dijo Kay.
- Es adorable que se preocupen por mí- respondió su mentor con un poco de ironía- Pero no importa, sobreviví. Fue antes de ayer. Eso es todo lo que tiene relevancia de aquel episodio.
Kay y Sony se miraron entre sí.
- Ahora bien, tengo algo muy importante que decirles. Tal vez no fui del todo específico cuando les conté lo que ocurrió en la batalla con Hariet. Si bien los elementales lo enfrentaron, no fueron sus habilidades las que lo derrotaron. Pues, a pesar de que los elementales eran ocho, nada podían hacer contra su inmenso poder.
- Admito que poco recuerdo de la historia, pero… ¿Todos ellos no obtuvieron habilidades del mismo cofre? - preguntó Sony- ¿Cómo es que haya podido superar a los otros? Bueno… no me parece lógico y más sabiendo de lo que los elementales son… bueno, somos capaces.
- Ese siempre será un misterio… de todos modos, eso no es lo que tengo que decirles. Hay una razón por la cual Hariet murió, fue el secreto de los elementales, inclusive de sus propios descendientes…
- ¿Y tú como lo sabes?- dijo Kay con brusquedad. 
- Bueno… soy un buen detective- rió Natal, nervioso, carraspeó y continuó- Ese secreto fue la existencia de la espada divina, el arma de lo aztecas.
Kay y Sony abrieron los ojos como platos. Natal sacó de su mochila unas cuantas hojas oficio, repletas de datos históricos.
- ¿Te estudiaste todo eso de memoria? - preguntó Kay.
- De no ser así no podría ser un docente de historia. Ahora escuchen con atención…- Natal tragó saliva y elevó la voz.
’Cuenta la leyenda que en el año 1400 aproximadamente, los aztecas o mexicas sufrieron una gran catástrofe, un conflicto con las deidades de su pueblo. Parecía ser que no se sentían capaces de respetar a sus dioses, debido a que la gran mayoría de sus trabajos habían fracasado notablemente, y según creían, era por su imponente furia. Los aztecas suplicaron piedad, exigiendo humildemente una muestra de su poder, algo que los represente, debido a que no era común en aquella tribu fracasar de tal manera. Y fue entonces cuando los dioses aztecas se apiadaron y les ofrecieron un importante regalo: oculta entre los árboles alrededor del río, encontraron una espada de inmenso poder. Maravillosa y letal. En ese preciso momento, percibieron que era de origen divino y que algunos ignorantes sin escrúpulos intentarían adueñarse de ella… Todo ser viviente que pretendía utilizarla se veía castigado por el descontrol que generaban sus habilidades mágicas. Aquella significó una gran responsabilidad para los aztecas, por lo cual, prohibieron su uso para todo ser mortal que no fuera un rey o un dios. El líder entre los aztecas (intuyendo que culturas vecinas vendrían a reclamarla como suya) ordenó ocultar al arma 20 metros bajo tierra, en un templo sagrado; producto de su duro trabajo y esfuerzo. Además, dejaron junto a ella, sus tesoros más valiosos…- hizo una pausa y continuóSe dice que los aztecas dejaron indicios, solo así, su verdadero portador aparecería’’
- La espada divina…- repitió Kay.
- Podría decirse que esta es la primera etapa- asintió Natal, ojeó algunas hojas y cambió el tono.
‘’En 1519, con la llegada de Hernán Cortés y los españoles al actual México, el rey Moctezuma ll recibió a los viajeros, creyó en su momento que Cortés era el dios azteca: ‘’Quetzalcóatl’’ (una deidad desterrada que, según su mitología antigua, una profecía indicaba que volvería desde el más allá). Moctezuma ll tenía la idea (y tal vez: deseo) de mencionarle la existencia del arma, ya que (según la regla impuesta) la espada solo podría ser portada por un rey o un dios. Pero otros allegados a Moctezuma tenían sus dudas y por temor al fin de la civilización (entre otras razones históricas), la aristocracia azteca lo depuso del mando. Hasta que… mediante la excusa de que había sufrido graves daños por piedrazos de sus antiguos súbditos, la aristocracia ordenó su asesinato. Una vez acontecieron todas las guerras entre los aztecas y españoles al finalizar la conquista de México, la existencia de la espada fue un hecho minúsculo frente a la intensa resistencia, no tardó en ser olvidada. No por mucho tiempo, debido a que, por alguna razón, el verdadero portador apareció y utilizó su poder para acabar con la oscuridad. Y ese portador fue uno de los ocho elementales. Fue José Morgán. ’’
- ¿José… Morgán? - repitió Sony.
- ‘’El vigor de la espada divina significó el final del Oscuro y tras la batalla, Morgán resguardó al artefacto nuevamente en el Templo. Esa fue la causa de su victoria’’
- ¿Acaso José resultó ser un rey o un dios para poseer tan letal objeto? - preguntó Kay.
- Esas fueron palabras de los aztecas, no de los dioses.
- ¿Eso es todo? - preguntó Sony.
-No, claro que no. La historia continúa. La tercera y última etapa- respondió Natal con ánimos- Digamos que la primera se sitúa en México (el antiguo imperio azteca), la segunda en España (o en aquel entonces: Corona de Castilla) y la tercera… en Argentina de antaño.
‘’En 1785, Juan Martín de Pueyrredón, encontró unas escrituras aztecas a los 19 años, escondidas estratégicamente en el interior de su casa (en Cádiz), jamás supo porque estaban allí. Tras una ardua investigación, consiguió descifrarlas, decían: ‘’La espada enterrada, la espada mágica encontrada por un solo hombre, su poder es enorme, y se encuentra en las enormes montañas del sur’’. Algunas fuentes me confirmaron que Morgán fue ayudado por un azteca para llegar al templo y a cambio, este le ofreció una vida digna en Europa. Antes de regresar a Buenos Aires en 1812, recibió una carta anónima sobre unas escrituras aztecas halladas; tiempo después descubrió que Manuel Belgrano había sido el emisor. En el mensaje expresaba su confidencial deseo de ayudarlo en el resolvimiento del enigma (ya que había un mito entre los patriotas de la revolución sobre la obsesión de Pueyrredón por historias fantásticas de origen azteca) y le confesó que durante su viaje a Francia conoció a un tal Carmanguer por poco tiempo, quien lo hizo conocedor de la existencia de una poderosa espada, también le obsequió unas escrituras antes de partir. Tras un descuido durante el viaje, las perdió, pero las había aprendido de memoria, así que las grabó en su famoso reloj de oro. Por alguna razón, tal vez el cambio de dueño (pues Belgrano, antes de morir, le pagó al doctor que lo había atendido con lo único que llevaba de valor) hizo que las escrituras nunca fueron reveladas por historiadores. El encuentro entre Pueyrredón y Belgrano nunca se efectuó, aquel sueño desapareció y murió con Belgrano en 1820 y con Pueyrredón en 1850. Ahora bien, estos dos próceres de la historia argentina dejaron pistas, de las cuales he logrado obtener una gran mayoría. ’’- concluyó Natal.
A Sony y a Kay le brillaban los ojos.
- Entonces, el líder de La Cruz la está buscando para viles fines- dijo Kay- Nos distrajeron con Dimitrion para alargar la búsqueda…
- Pero… ¿Con qué objetivo?- preguntó Sony.
- No lo sé.
- Bueno, M.M sigue siendo un misterio, pero al menos sabemos de que se trata todo esto- Kay se rascó la cabeza- Yo creo que sería bueno encontrar a los descendientes de José o a ese mismo si decidió ser inmortal…
- Eso se ve difícil.
- Yo tengo una mejor idea- exclamó Natal y guardó las hojas en su bolso- Nuestra misión sería encontrar las piezas faltantes del rompecabezas e ir por la reliquia.
- Pero… ¿Por donde empezamos?- habló Sony- Tenemos un laberinto frente a nuestras narices y ni siquiera conocemos la entrada…
- Yo jamás hubiera imaginado que eras un caza recompensas, Natal- rió Kay- ¿Acaso no sería mejor que se quedara tal y como está, en el lugar al que pertenece?
- Es lógico- respondió Natal- Pero La Cruz la está buscando y durante todo este tiempo que perdimos puede que hayan avanzando notablemente, no nos queda elección. La civilización azteca fue una de las más importantes en la Tierra, muchos historiadores niegan esta historia o la titulan como parte de un cuento supersticioso de su mitología; aunque por alguna razón… nunca se divulgó.
- ¿Y tú como lo sabes?- preguntó Kay de reojo.
- Tuve acceso a múltiples fuentes de información clandestinas gracias a viejos conocidos míos; además, bueno…la Internet ayudó un poco también.
- ¿Por donde empezamos?- preguntó Sony nuevamente, quien se había quedado en silencio durante unos minutos.
- Bueno…- alzó el mentón, el adulto- En el año 2007, el reloj de oro de Belgrano fue robado. Han pasado 219 años desde su desaparición, costaría creer que podemos encontrarlo. En vuestra fortuna logré descubrir su paradero, un desagradable hombre lo lleva entre sus pertenencias por herencia de su familia. Cree ciegamente que es suyo, di con Él, traté de convencerlo, pero tan solo me apuntó con un arma y me sugirió que me fuera. Necesitaré su ayuda, elementales.
- Cuenta con nosotros- asintió Kay- ¿Dónde vive este hombre?
Natal hizo una risa sarcástica, mantuvo la respiración, se encogió de hombros y respondió.
- La ‘’hermosa’’ ciudad de San Robo.
Kay y Sony se miraron el uno al otro y suspiraron profundamente. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Comenta si te gustó!