domingo, 2 de diciembre de 2018

El Fin de una Era: CAPÍTULO 29.




El Fin de una Era: CAPÍTULO 29.

Nadaya abrió los ojos como platos, Hariet se mantuvo tieso, su mano continuaba rodeando el cuello de la pobre muchacha, a diferencia de que, esta vez, había dejado de apretar. Sony no podía creer lo que había escuchado, sin embargo, aquello lo relajó un poco, creyó que el Único no dañaría a su propia hija.

Pero no fue así. Todo fue tan rápido y tan confuso que apenas pudieron reaccionar los demás. Hariet asesinó a Nadaya exprimiéndole el cuello hasta la muerte.

Ella dejó de forcejear y sus manos quedaron suspendidas en el aire, su rostro blanco y unas horribles marcas en el cuello. Hariet la tiró a un lado y Sony fue rápido, la tomó entre sus brazos y la acostó en el suelo. Tras la caída, el oscuro y largo cabello de Nadaya se soltó por sí solo. 

Sony la tomó de la cabeza y le corrió los cabellos húmedos que yacían pegados a su rostro sin vida. No caía e intentó resucitarla con algunas cosas que ni entendía, pero no hubo caso. Kay usó la súper velocidad y fue con él. Ambos se quitaron los cascos.

Fismut lanzó algunas lágrimas al comprobar que ya no había vuelta atrás para el antagonista.

Keila se arrodilló, petrificada y con los ojos bien abiertos.

- La última vez que te vi fue antes de que yo me fuera a América- le dijo Hariet a Keila- Hace tiempo que no te veía y estabas comprometida con Rodrigo de Villa, el niño rico; nosotros no volvimos a tener… - Keila lo miró con odio- Te burlaste, Keila. Te burlaste de lo que sentí por ti. Tu hija pagó el precio.

- Estás enfermo- gruñó Ella.

Grof yacía inmóvil, mirando el cuerpo sin vida de su hija, sintió algo realmente intenso y devastador que hizo que el brazo que lo sujetaba como una serpiente, se derritiera. Hariet le prestó atención.

Grof volvió a revelar su bastón morado y apareció ante el villano en un santiamén, amagó para golpearlo, pero el objeto ni siquiera rozó a Hariet, luego, una onda expansiva hizo que el Único fuera lanzado hacia atrás (unos cuantos metros).

El Oscuro cayó al piso de pie, arrastrándose hacia atrás por esa increíble técnica del guardián de la tierra.

- El hijo de Amdor, ¿verdad? – le dijo Hariet entre jadeos. Grof, enloquecido, fue corriendo a golpearlo por segunda vez.

Para su desgracia, Hariet se preparó y descompuso la materia de los suelos que pisaba Grof para que se volvieran charcos profundos y se tropezara.

Luego desenvainó su largo tubo (con el cual había asesinado a los JEN la primera vez) para decapitar a Grof.

Keila no se quedó atrás y usó su cuchillo cristalizado para combatir.

El cristal y el tubo colisionaron. Keila reveló una gran fuerza para soportar la embestida del Oscuro.

- ¿Tu esposo? – le preguntó- ¿No acabas de insultarlo también? Le hiciste creer que su hija no era suya…

- Hice lo que pude para que no la mataras- exclamó Keila, apretando los dientes y llorando durante la pelea.

Grof se liberó de las aguas y ayudó. Esposa y esposo contra el Único.

- Aun tenemos una guerra que luchar… todos dependen de nosotros - le dijo Kay a Sony con delicadeza; su amigo miraba el cadáver de Nadaya, devastado. Kay lo tomó del hombro- Lo siento mucho.

Fismut, mientras tanto, había creado un campo de fuerza entre él y el cuervo para que no escapara. El cuervo atacaba las paredes mágicas, sin éxito.

Hariet no soportaba la situación, se enfureció y chasqueó los dedos, el TORQUEM se tambaleó en su cuello, y los agentes del caos avanzaron hacia sus enemigos…

El águila dorada volaba alrededor de Kahar, quién intentaba atacarlo sin éxito, su inmenso cuerpo era más lento, Dayas se aprovechaba, pero no encontraba la manera de detenerlo.

El vampiro de acero y el dragón verde luchaban contra el dragón Snoro. Dimitrion escupía un fuego azulado de la boca y lo bañaba por completo, sin hacerle ningún daño. El vampiro, por su parte, intentó utilizar la dureza de su cuerpo para volar a toda velocidad y ser una bala viviente; pero el Dragón Snoro (como todos los Snoros), se descomponía a través de una nube y volvía a armarse a voluntad propia.

El Titán Monstruo sintió el llamado de Hariet y volvió a comerse el mundo a través de su boca.

Dayas, Dimitrion y Morgán tenían que tener mucho cuidado, ya que en los cielos aún había agujeros negros absorbiendo casas y objetos; no habían afectado a las fuerzas aliadas ya que Fismut se había encargado previamente de contrarrestar los efectos del vórtice mediante un escudo mágico.

- Jimonte, tengo una idea- le dijo Dimitrion a través de la comunicación mental, Morgán también escuchaba- Hay que entorpecer el vuelo de esas criaturas, de alguna manera. Tal vez así haya oportunidad…

- ¿Y cómo? 

- Haré algo que nunca hice- habló José Morgán- Puliré una nueva creación.

El águila dorada planeó hacia Kahar.

- En el momento indicado, actúen- comentó Dimitrion.

- Voy a vengarme de esa horrenda criatura- gruñó Dayas entre pensamientos.

El dragón verde escupió su fuego azulado sobre el dragón Snoro, y este se quedó tieso con soberbia, ya que el ataque no lo dañaba. Entonces, el águila dorada gritó con un pronunciado eco; y las ondas sonoras perturbaron al dragón Snoro y a Kahar al mismo tiempo.

Dimitrion tomó el ala de Kahar con su cola y la exprimió, luego tiró para arrancársela; Morgán también ayudó a extirparle las extremidades al monstruo volador.

Kahar gimió del dolor y opuso resistencia, Dayas volvió a gritar y las ondas sonoras volvieron a aturdirlos. Finalmente, los huesos que unían el caparazón con el ala se separaron. Kahar se quedó con una única ala y descendió violentamente. Como estaba a mil metros de la superficie, cuando estrelló contra el suelo, todo su cuerpo se hizo añicos y murió de un impacto que acabó con una decena de esqueletos y soldados de Zimpat luchando.

Lo habían conseguido y Dayas, más motivado, concentró todo su poder para aumentar la intensidad del grito, había descubierto el punto débil del dragón Snoro, el cual se retorcía y gemía del dolor mientras todas las sombras que lo conformaban se sacudían de un lado a otro, sin poder deformarse.

El vampiro voló hacia él y aterrizó en su espalda, Morgán volvió a la normalidad y apenas podía respirar, así que fue muy rápido, colocó sus palmas sobre la coraza solida del dragón Snoro (el cual no podía descomponerse por los intensos sonidos que lo aturdían), y a continuación, hileras de hielo comenzaron a dibujarse por toda la parte superior del monstruo, el plan de Morgán era congelarlo por completo.

El dragón Snoro se resistía como podía. Dimitrion sacudía sus alas a metros de la batalla.

- Sigan así- los animó.

El dragón Snoro se retorcía, como si un intenso viento le estuviera volando los pelos a un perro muy peludo. Morgán y Dayas pusieron todo de sí y tras un colosal esfuerzo, el dragón Snoro pasó a ser un dragón de hielo. Luego, cayó mil metros.

Morgán saltó y Dimitrion lo tomó con sus patas de dragón.

Al instante, el PRODIGIUM los notó y les dio un manotazo certero que hizo que los tres elementales descendieran.

A pesar de la muerte de dos criaturas mitológicas a favor del Único, los Agentes del Caos avanzaron hacia sus enemigos, haciendo siseos y deslizando sus túnicas por los suelos; eran como fantasmas diabólicos sin consciencia propia.

Eran lentos y no tenían ningún arma encima, pero su aspecto era realmente aterrador, y sus habilidades, lo eran aún más.

Algunos soldados de Reroriam (a decir verdad, el grupo más talentoso de las fuerzas aliadas) atacaron a aquellos seres.

Los Agentes del Caos descompusieron sus formas y se convirtieron en masas gelatinosas oscuras, como brea; luego entraron a los cuerpos de los soldados, a cada agujero de su cuerpo y se unieron a ellos como parásitos.

En dos segundos, esos cincuenta soldados estaban peor que muertos, con los ojos blancos, la piel pálida, y desnutridos, como si les hubieran quitado toda la sangre y los músculos del cuerpo.

Aquellos parásitos salieron de la boca, los agujeros de la nariz y las orejas de sus víctimas en forma de aquella sustancia viscosa; parecían lombrices imbricadas unas con otras; luego, volvieron a conformar aquellos sujetos con túnicas y continuaron avanzando lentamente hacia los siguientes.

- Esto es una purga- dijo Müna, apretando los dientes y muy preocupada, acababa de ver lo ocurrido a unos cuantos metros de distancia.

Iki les ordenó a los doscientos arqueros que pertenecían a su pelotón, que llevaran a esas criaturas al infierno.

Doscientas flechas fueron disparadas y llovieron sobre los Agentes del Caos, estos las recibieron y se tiraron a los suelos. Iki paró el ataque, esperando comprender los resultados.

No hubo Agente del Caos que no se levantara. Aquellos horribles y atemorizantes seres continuaron avanzando lentamente.

Iki estaba por ordenar un segundo ataque masivo, pero su padre Rojas lo tomó del antebrazo.

- Vete de aquí- le dijo- Esos son los Agentes del Caos, son criaturas milenarias que anteceden todo lo que conocemos, no los matarás con unas simples flechitas.

- ¿A dónde? ¡Esta también es mi guerra! – le gritó Iki, con rencor.

- Regresa a casa, de alguna forma. Mira a esos monstruos, nos matarán a todos- le dijo Rojas. Rosa acababa de acercarse a ellos, también estaba preocupada- Llévate a tu hermano, intenta sobrevivir lejos de aquí, ya no hay esperanza para nosotros.

Rosa estuvo a poco de responder, pero alguien se le adelantó.

- Es una pena que pienses así, colega- era Mulón, quién apareció con una docena de DOSOS y VORRJOS- Defiendan la línea, ninguna de esas abominaciones tiene que pasar el fuerte.

Los DOSOS, para sorpresa de todos, usaron sus habilidades telepáticas para conformar un fuerte gigantesco, producto de una mezcla entre asfalto, paredes de edificios arrasados, carteles, monumentos destruidos, entre otros objetos improvisados. El fuerte medía cinco metros y era un montón de basura condensada. Los VORRJOS se situaron por encima del muro y prepararon unas bazucas inmensas (tecnología robada de la G.C.J.M), eran como cilindros anchos sujetados por trípodes y con una computadora portátil imbricada a la cola del arma.

Iki ordenó a sus arqueros que se prepararan para contraatacar. Rosa frunció el ceño y se dirigió al fuerte, en contra de los deseos de Rojas.

Los Agentes del Caos, que eran entre trescientos y cuatrocientos, avanzaban sin temor.

Los DOSOS y VORRJOS estaban distribuidos por grupos pares, y dos de estos grupitos integraban una bazuca distinta. Mulón les dijo que dispararan y decenas de balas de plasma acecharon a los Agentes del Caos.

Fue una sorpresa para varios, notar que algunas balas habían acechado a veinte entes y los habían pulverizado. Las demás habían fallado, errándole al tiro o siendo esquivadas por los mismos Agentes del Caos que deformaban sus cuerpos a voluntad (como los Snoros) para evitarlos.

Le siguieron las flechas y volvieron a ser inútiles, esta vez, los Agentes del Caos ni se molestaron en actuar dramáticamente, simplemente las recibieron y avanzaron sin cuidado.   

Los DOSOS Y VORRJOS cargaron las bazucas, Rosa ayudó; e inclusive Rojas se sumó. Todos esperaron la orden de Mulón.

El enorme personaje yacía sobre el muro con un binocular, esperando que se acercaran, no tardó en dar la señal.

Otra tanda de balas arrasó con otros treinta Agentes del Caos, pero no era suficiente. Ellos eran muchos y seguían avanzando.

Los soldados de Zimpat, Oszen y Reroriam distraían a todas las otras tropas que conformaban el ejército de Hariet.

Los Agentes del Caos estaban a metros de llegar al fuerte y la segunda y tercera tanda de balas de plasma no había sido efectiva del todo.

Rojas se volvió a desesperar y se acercó a sus dos hijos.

- ¡Váyanse de aquí! – les dijo- ¡Son lo más importante que tengo en mi vida, no van a morir en esta guerra!

Iki y Rosa se miraron con complicidad, estaban sorprendidos de las palabras de su padre.

- Somos guerreros, papá- le dijo Rosa- No nos iremos a ningún lado.

- ¡Soldados! ¡Carguen sus arcos! – les ordenó Iki a los arqueros, mirando a su padre durante el grito.

- Por favor… - insistió Rojas.

Fue demasiado tarde, los Agentes del Caos penetraron el fuerte, lo escalaron y purgaron a los DOSOS Y VORRJOS que yacían sobre él.

Rosa desenvainó su largo cuchillo para combatirlos, pero Rojas se le antepuso con su inmensa espada.

- ¡Vete! – le gritó.

Müna, que estaba recuperada del ataque de Hélen, gracias a Rosa, la vio en problemas y fue hacia ella.

Cien esqueletos se habían sumado a los Agentes del Caos, Mulón combatía con ellos dándoles puñetazos, sus manos eran tan duras como el acero.
Y finalmente cuando los Agentes del Caos traspasaron el muro y comenzaron a exterminar a cualquiera que se les cruzara por el camino; apareció el apoyo.

Natal, Foucen, Jessica (transformada en el tigre blanco), Lepra (en forma de minotauro), Urón y los Ryanos se sumaron a la lucha contra los Agentes del Caos.

Natal voló unos cuantos centímetros y bombardeó a los Agentes del Caos con sus bolas de aire. Estos recibieron los ataques y cayeron a los suelos, pero no fueron vencidos. Natal sólo los podía atrasar o deshabilitar, no matar; y ya estaba siendo todo un problema para esos horripilantes sujetos.

El minotauro, Foucen y el tigre blanco mataron a todos los esqueletos que se les cruzaran en el camino y fueron directo a los Agentes del Caos.

- ¡Esperen! – les gritó Mulón mientras luchaba- No los toquen, entran a tu cuerpo y te matan por dentro.

Foucen gruñó agudamente y miró al minotauro y a la tigresa, esperando una respuesta. Ya no había disputas entre ellos porque Natal le había contado en el Mundo Helado que los Ryanos vivían (era el único que podía comunicarse con él), y ese fue motivo suficiente para que se uniera a la lucha.

Urón guio a los Ryanos para expandir el muro a través de los poderes mágicos de esa especie, así lograron sumarle trampas al fuerte. Los esqueletos o Agentes del Caos que lo pisaban se veían atrapados por una sustancia entre los objetos que funcionaba como la arena movediza.

- Gracias, hermano- le dijo Mulón, Urón asintió. Juntos usaron sus puños para perforar cráneos.

Los Snoros también se sumaron a aquel combate, apareciendo del lado contrario del fuerte, a decir verdad, seguían a Foucen por venganza.

Todos ellos se unieron nuevamente, y esta vez fueron todos, para conformar un gigante Snoro, de 300 metros. Foucen era su objetivo.

Para sorpresa de este nuevo y gigantesco ser, la estatua de Jimonte le dio un certero golpe en la mandíbula a esa mezcla de elementos desconocidos. Se tambaleó, pero se mantuvo, la batalla entre gigantes empezó segundos después.

Foucen hacía ruidos extraños con la boca, como si quisiera hablar, estos sonidos eran dirigidos a Natal, quién estaba muy ocupado volando por los aires y bombardeando a los Agentes del Caos que intentaban traspasar el muro.

- ¡Creo que el gorila quiere decirte algo! – le gritó Iki desde arriba del muro. Natal prestó atención y miró a su contraparte de Amdor.

Foucen miró a Natal como un perrito mojado y señaló hacia arriba. El viejo profesor río.
- Eres increíble, bestia- dijo en voz alta y fue hacia él. Foucen se preparó apenas llegara y Natal utilizó el viento para que ambos se impulsaran unos cuantos metros hacia los cielos.

Foucen hizo dos movimientos a la vez mientras volaba: aplaudió y causó aquel sonido agudo ensordecedor. El gigante Snoro se retorció por completo y tras su descuido, la estatua dorada de Jimonte lo molió a golpes.

El gigante Snoro fue eliminado. Su cuerpo cayó al suelo como gelatina y así se quedó.

Foucen y Natal aterrizaron. El viejo profesor estaba encantado con la estrategia de su contraparte y realmente se apenó por haberlo expulsado en el pasado.

- Era joven e inexperto, te eché la culpa por mis propios errores, además estaba muy perturbado por la muerte de mi familia- se excusó Natal con Foucen. Y en un momento, Foucen amagó para atacar a Natal y este se quedó boquiabierto, pero no fue así, un Agente del Caos estaba queriendo sorprender al elemental del viento por detrás; Foucen le pegó un puñetazo en la cara al enemigo, pero este se transformó en brea y entró por los orificios del gorila blanco- ¡NO! – gritó Natal e intentó usar sus poderes sin éxito.

Foucen fue vaciado por dentro como todos los demás y el Agente del Caos procuró seguir con Natal. No obstante, Dimitrion, Dayas y Morgán aparecieron justo a tiempo (los tres en sus modos bestia).

El águila dorada forjó una luz tan potente durante el aterrizaje, que el Agente del Caos se espantó y huyó.

Natal notó esto, y luego de quedarse un segundo tildado, fue con Foucen.

El monstruo blanco yacía acostado sin vida; el cabello blanco se había vuelto gris, y había perdido peso. Natal apretó los dientes y cerró los ojos con tristeza.

Morgán, Dimitrion y Dayas volvieron a la normalidad, y se acercaron a Natal con las caras largas.

- Lo sentimos mucho, Pedro- le dijo José.

Natal prefirió no hablar y miró a Dayas con el ceño fruncido, quién tragó saliva.

Müna, Rosa, Mulón, Urón y Rojas estaban rodeados por los Agentes del Caos, quienes avanzaban lentamente hacia ellos.

Ningún ataque era efectivo contra esos enviados del demonio.

Los cinco guerreros, dispuestos a luchar hasta el final, se prepararon para lo peor.
Para su fortuna, Dimitrion, Morgán y Dayas aparecieron justo a tiempo. Los tres llevaban espadas de luz en sus manos (hechas por Dayas); y con estas lograron perforar y masacrar a los Agentes del Caos.

Natal lo había notado y se lo había dicho a Dayas. Lo mejor de todo, es que Dayas tenía un puñado de esas armas mágicas para entregárselas a sus compañeros de guerra.

Natal tenía la propia y había ido a llevarle las suyas a Iki y a algunos soldados de Reroriam.

Müna vio a Dayas y se acercó rápidamente, ambos se distrajeron al encontrarse y dos Agentes del Caos los sorprendieron.

Rojas y Mulón, que habían estado atentos, los empujaron y aquellos Agentes del Caos entraron en sus cuerpos…

Rosa y Müna estaban petrificadas, mirando atentamente, llenas de impotencia. Dayas se acercó para evitarlo, pero ya era tarde. El tigre blanco y el minotauro se sumaron segundos después, habían eliminado a toda la tanda de esqueletos cercanos, ambas bestias se quedaron plasmadas ante lo ocurrido.

Ambos capitanes fueron succionados y cayeron bruscamente al suelo, sin vida.


LA ÉTAPA FINAL

Mientras los DOSOS, VORRJOS y Ryanos eran devorados por los Agentes del Caos con una facilidad aterradora, Keila y Grof continuaban luchando contra Hariet; Kay y Sony esperaban el momento para actuar, y Fismut retenía a Hélen (quién había vuelto a su forma natural).

- No podrás retenerme por mucho tiempo, amor mío- lo provocó el ángel de la muerte- Voy a descuartizar a esa perra con mis propias manos.

- ¿Te resucitó e hizo que te obsesionaras con él? – dijo Fismut con ironía, del otro lado de aquel campo de fuerza con forma de cúpula, y de un color naranja brillante.

- Mátenlo- dijo Hélen con frialdad. Fismut tardó en entender que aquellas palabras iban dirigidas a dos soldados de Zimpat que iban a ayudar al mago; fueron manipulados mentalmente por Ella y atacaron al mago, quien se distrajo y el campo de fuerza perdió poder. Hélen voló contra la pared de la cúpula y esta se deformó hasta que pudo salir.

- ¡Demonios! – gritó Fismut mientras se defendía de los soldados. Hélen lo pasó por alto y fue directo hacia Keila…

Hariet sólo jugaba con Keila y Grof. Aunque estaba algo inquieto, los JEN no lo habían atacado aun, y no creía que fuera por miedo, algo se tramaban…

Kay y Sony observaron cómo Hélen iba directo a la batalla.

- Tenemos que hacer algo ya- dijo Sony, desesperado.

- Todavía no… aun no dieron la señal- le dijo Kay.

- ¡Al diablo con la señal! – exclamó Sony- ¡Por no actuar Ella está muerta!

Sony dio un paso al frente, pero Kay lo tomó del hombro.

- Sé lo que sientes, créeme que lo sé. Pero no servirá de nada actuar precipitados, la estrategia tiene que cumplirse al pie de la letra o moriremos todos.

A Sony le cayeron unas lágrimas, otra difícil decisión lo estaba atormentando.

Hariet creó una esfera de rayos negros y blancos, para eliminarlos de una vez. Keila y Grof suspiraban, agotados, sabían que no tenían oportunidad.

Sin embargo, Hélen pateó a Keila y la guardiana de la tierra cayó al suelo de bruces. Grof lanzó un grito ahogado y fue rápido, creó unas cadenas metálicas para retener a la sádica.

Hélen se movía de un lado a otro, y Hariet desvaneció aquella bola de energía y movió los dedos; las cadenas de su secuaz se hicieron líquido.

Hélen desenvainó la vara metálica para quitarle el corazón a Keila; pero Grof intervino con su bastón morado. Ambos lucharon.

Hariet miraba a Keila con frialdad, tirada en el suelo, débil y temblando. Estiró su mano y volvió a conformar una pequeña esfera de rayos.

- Tal vez reemplace a Hélen por ti con el cubo mágico o el medallón de plata- le dijo- Te amo…

La esfera fue disparada y le dio a Keila en el pecho.

- Die… go- balbuceó antes de ser incinerada viva.

Grof y Hélen detuvieron su pelea para notar lo que había pasado. Kay y Sony tenían rocas atascadas en sus gargantas y se sentían más impotentes que nunca. De seguir así, Hariet los mataría a todos.
Grof miraba la situación como un ente inanimado, Hélen quiso aprovecharse para traspasarlo, pero no pudo. Él ni siquiera la miraba, y una decena de cadenas lo defendieron, le quitaron el arma al ángel y la envolvieron. Esta vez no fue para detenerla… apretujaron con intensidad y Hélen Taigüen murió de una forma horrenda; todos su huesos, músculos y órganos fueron aplastados.

Lo único que sobrevivió fue el cubo mágico con la contraparte de Juan Jimonte, yacía sobre un montón de piel, sangre, carne y huesos. Grof lo pisó con el pie y el cubo fue destruido. Yacía frío e inmóvil.

Las cadenas (bañadas en sangre) que acababan de asesinar a Hélen, se volvieron a alzar, en dirección a Hariet.

El villano intentó convertirlas en líquido como antes, pero por alguna razón, no pudo. El círculo plateado de los magos yacía bajo los pies de Grof, y en él había cinco dibujos nuevos (los cinco segmentos del Böju); aquella armadura morada que tenía pegada al cuerpo empezó a quebrarse y a desarmarse, sus enormes brazos peludos quedaron al descubierto, estaban rodeados por un aura plateada.

La corona de laureles se cayó al suelo por sí sola, y su corto cabello canoso se erizó. En aquel rostro sin barba y de adulto se vislumbraron sus múltiples venas.

Sus ojos de color miel estaban más brillosos que nunca y parecían teñirse de negro por momentos.

- Mataste a las dos mujeres más importantes de mi vida- dijo, ni su voz era igual, ahora sonaba resonante, emitiendo un eco pronunciado- Te presento el CÍRCULO COMPLETO DE LOS MAGOS- Hariet lo miró y Grof avanzó hacia él a una velocidad abrumadora. Chocaron sus puños y la tierra que los rodeaba se hizo añicos, un fuerte viento sacudió el escenario; como aquellas peleas entre Gyan y Büul.

Esta vez, Hariet no jugaba. El combate arrasó con todo a su paso; Kay y Sony estaban sorprendidos del increíble poder de Grof, parecía ser incluso más fuerte que Lepra en aquel estado…

Grof le dio un puñetazo a Hariet en la cara y el estómago, pero el Oscuro se los devolvió, era una verdadera batalla entre gladiadores.

Fismut se acercó a Kay y Sony.

- Ya casi está- les dijo. Sólo un poco más.

- ¿Dónde lo pusiste? – le preguntó Kay.

Fismut señaló disimuladamente a una zona, eran los pedazos sobrevivientes de una avenida.

- Gracias por confiar en nosotros- le dijo el elemental del fuego y le estrechó la mano.

- Gracias a ustedes por continuar con el legado de mi hermano- le respondió Fismut y miró a Sony, quién estaba muy deprimido- Ella era toda una guerrera, Sony. Sé fuerte- le dijo, y aquellas últimas palabras también iban dirigidas a él mismo, miró un segundo la horrible imagen de Hélen pulverizada y apretó los dientes. Yacía a unos metros del cuerpo carbonizado de Keila; y detrás de los JEN estaba el cadáver de Nadaya, el más “sano”.

- ¿Y ahora, que tenemos que hacer? – le preguntó Kay.

- Si un JEN lo desea, puede ceder sus poderes, como ya les había dicho- les dijo Fismut- Sólo, tomen mis manos.

Kay miró a Sony, quién miraba el suelo con pesadez, echándose la culpa de todo.

Kay tomó a Fismut de la mano.

- Nadaya sólo podrá descansar en paz cuando su asesino esté acabado- le dijo Fismut. Sony le dirigió una corta y fría mirada, a continuación, lo tomó de su mano libre.

El círculo de los magos se forjó bajo los tres; esta vez fue de tres colores: Rojo, azul y celeste; aparecieron los cinco segmentos y tanto Kay como Sony sintieron que alguien los apretujaba por dentro, como si les quitaran algo en su interior que ni siquiera existía. Gimieron disimuladamente, y Hariet estaba muy ocupado para distraerse.

Un humo blanco salió de las bocas de Kay y Sony; después, fue absorbido por Fismut a través de la boca, los ojos y la nariz.

Todo duró un segundo. Kay y Sony se desplomaron en el suelo, al lado de Nadaya. Fismut se mantuvo de pie, se sentía espléndido.

- Finalmente, lo que me corresponde por familia, vuelve a mí- dijo Fismut. Kay y Sony estaban desorientados, pero no tardaron en volver en sí- Tengan cuidado, el precepto ya no los protege, pueden morir independientemente de lo que le pase al otro.

Kay y Sony asintieron. Y aquel nuevo Fismut, miró a Hariet.

Grof creyó traspasarle el pecho a Hariet con su brazo, no obstante, sólo era una imagen. El Único lo sorprendió con su tubo y se lo enterró en una costilla.

El guardián de la Tierra se retorció del dolor, con una hilera de sangre recorriendo su boca, el círculo de los magos con los cinco segmentos había desaparecido, no tardó en desplomarse.

Justo antes de que Hariet terminara con quién le había ocasionado tantos problemas, otro contrincante se le interpuso, y lo llamó.

- Diego.

Hariet, cansado, se dio la vuelta y lo miró.

- ¿Es enserio? – se burló- No eres rival para mí…

Grof jadeaba; Kay y Sony (en mejores condiciones) fueron a socorrerlo.

- Aun tienes mucho que aprender- le dijo Fismut con soberbia- Y créeme, seré tan amable de darte una última lección…

Fismut apareció ante Hariet en un parpadeo (era la súper velocidad de Kay), y chocó los puños con su ex aprendiz (la fuerza de Sony).

Cuando Hariet intentó tomarlo del cuello, Fismut usó la fuerza repulsora para que ambos se alejaran. En segundos, volvió a contratacar iluminando su puño (Gyan) y creando un clon de sombra.

Hariet no tardó en adivinarlo, ahora sólo él y Fismut eran los JEN; Kay y Sony habían cedido sus poderes.

Las imágenes que Hariet creaba no engañaban a Fismut, compartían la misma velocidad y fuerza, el mago parecía un enemigo formidable.

Con una imagen intentó distraer el ataque de su enemigo, pero el mago no le siguió el juego, y fue directo al verdadero Hariet, dándole un puño certero en el pecho.

La armadura de Hariet estaba en las últimas, estaba tan dañada y sucia que había perdido todo su resplandor; la capa carmesí era lo único que perduraba. Hariet suspiraba con pesadez, el TORQUEM brillaba aún. Tantas horas luchando eran demasiado, inclusive para el Señor Oscuro.

Se le ocurrió una idea y utilizó el collar para llamar a los Agentes del Caos; algunos se acercaron y se convirtieron en brea; Hariet manipulaba aquella sustancia a su voluntad.

Fismut sabía que no podía morir mientras Hariet estuviera vivo, así que apareció tras él en un santiamén y los parásitos lo siguieron.

El Único detuvo la acción de la sustancia y le dio un codazo a Fismut en la cara, quién se alejó rápidamente con la nariz sangrando.

Mientras tanto, Kay intentó sanar la herida de Grof en la costilla con el Böju.

- Espero que funcione…- dijo Sony, observando la pelea.

- Funcionará- le respondió Kay, atento a la herida de Grof y quitándole el tubo delicadamente. A Sony le llamó la atención lo que hacía.

- Te volviste todo un experto…

- Si, creo que encontré mi vocación- Grof estaba tan dolorido que apenas podía hablar.

Luego, Sony volvió a examinar a Fismut Jen contra Hariet, el Único. Ambos se estaban observando durante unos minutos, a lo lejos.

- Úrdigan- llamó Fismut mentalmente al joven Ryano- ¡Úrdigan!

- ¿Qué demonios? – exclamó el joven dentro de la mente de Fismut- ¿Cómo es posible que te escuche en mi mente?

- No tengo tiempo para explicarte- le dijo el mago- Necesito que crees un portal en las ubicaciones que te voy a dar y que me dejes uno de los cristales de Rak.

- Apenas soy capaz de controlar estos poderes, no creo que…

- Escúchame Fix, recuerda la estrategia, es de vital importancia que me ayudes.

Hubo silencio dentro de su mente.

- Bien, ya sé dónde están, iré un segundo y haré lo que me digas.

Fismut le dio las instrucciones y apenas aquella comunicación mental concluyó, Hariet paró con el descanso y le lanzó un sinfín de bolas de energía.

Fismut formó la misma cantidad de bolas magnéticas (aquellas que eran una combinación entre la fuerza repulsiva y de atracción); todas estas esferas mágicas causaron implosiones y explosiones que sacudieron los cielos.

Muchas de las tropas detuvieron la pelea para observar ese espectáculo aterrador.

Fismut avanzó hacia Hariet (Fix ya le había alcanzado un cristal) en secreto, y en vez de atacar al único, tiró el cristal al suelo, ambos fueron transportados a unos metros de donde se encontraban, en las ruinas de una avenida.

Acababan de aparecer por un portal que ya estaba allí, el cual se deshizo.
Hariet estaba desorientado y miró a Fismut, ambos estaban muy cerca el uno del otro.

A continuación, cuatro pilares surgieron del interior de la tierra, con inscripciones antiguas (usaban la lengua de los titanes), se situaron a un radio de diez metros y conformaron un escudo de fuerza, de color lila.

Hariet intentó manipularlo y no pudo.

- Estamos atrapados, ninguno puede salir, ni tu ni yo- le dijo Fismut.

- Grave error- gruñó Hariet y apareció ante Fismut en un santiamén, lo tomó del cuello y lo alzó; tenía los ojos llenos de odio- Gracias por tus sabios consejos, mentor.

Fismut intentaba liberarse sin éxito y habló con dificultad.

- S-sólo q-quiero s-saber si al final de to-odo, cua-cuando lo ha-hayas conseguido, sientas que-e valió la pe-ena- Hariet frunció el ceño y lo ahorcó hasta la muerte.

Fismut falleció por segunda vez.

- ¿Por qué no te defendiste? – se preguntó Hariet en voz alta. Y le atravesó el corazón con la mano, Fismut despertó como si estuviera dormido (el contacto entre los JEN causaba la resurrección) y sintió como todo lo que Kay y Sony le habían dado, se dirigía a Hariet. Aquel mismo humo blanco apareció y salió de su boca, fue absorbido por el villano.

Y por tercera vez, Fismut se desplomó, definitivamente muerto.

Hariet se echó para atrás y tosió, le estaba costando respirar, aquella fuerza se apoderaba de él y el TORQUEM brilló de tal forma, que parecía haber enloquecido. Se levantó de un golpe y respiró profundamente para aliviar el dolor.

Hariet se había convertido en el JEN SUPREMO. Con aquel poder en su totalidad, Hariet sonrió con felicidad y destruyó los cuatro pilares con las fuerzas magnéticas. Estaba tan a gusto que examinó el panorama y vio a la estatua de Jimonte arrasando a sus soldados; forjó una esfera extraña y la disparó. La estatua dorada de 300 metros la recibió en la cabeza y explotó en mil pedazos.

Los elementales y las fuerzas aliadas notaron esto; los Agentes del Caos estaban siendo derrotados gracias a la “iluminación” que Dayas había creado en las armas de cada soldado; su tarea estaba siendo volar de aquí para allá ofreciendo espadas, pistolas o flechas para derrotar a los parásitos.

No obstante, los agujeros negros comenzaron a succionar lo que quedaba de la ciudad y sus sobrevivientes; muchos humanos del lado de Hariet se arrepintieron y huyeron. Había cuerpos y cuerpos, ambos ejércitos se habían reducido drásticamente. Las fuerzas de Hariet continuaban siendo más aún…

El minotauro volvió a la normalidad, y Lepra miró el cielo, una capa que lo protegía desaparecía.

- Es la señal…-  dijo, con lágrimas en los ojos.

- Fismut está muerto- le dijo Morgán a Dimitrion y Jessica mientras luchaban, los tres habían vuelto a ser humanos.

- El campo de fuerza que nos creó el mago se desvaneció, estamos desprotegidos contra el PRODIGIUM- pensó Dayas.

- Llegó la hora- pensó Natal.

En instantes, los seis elementales se dirigieron hacia Hariet.

Hariet no paraba de sonreír y usó el TORQUEM para ordenarle al Titán Monstruo que acabe con la Tierra de un bocado, ya había ganado. Sin embargo…

Afuera, dos jóvenes lo esperaban con el ceño fruncido, y cada uno de ellos portaba un anillo dorado en su dedo pulgar derecho.


EL ÚLTIMO FLASHBACK

- Queda establecido: en esta guerra, Kay Montarnen y Sony Dameron serán los COMANDANTES GENERALES de las fuerzas aliadas- anunció Fismut. (…)[1]

Todos los presentes que colocaban sus puños sobre las mesas los observaban con orgullo.

- Muy bien- dijo Kay- Ya tienen sus órdenes…

- Esperen- dijo Fix Úrdigan justo antes de que todos amagaran para retirarse. Las miradas fueron hacia el joven Ryano, quién observaba la mesa y no se atrevía a alzar la vista hacia ninguno de ellos- Hay algo que tienen que saber.

Kay y Sony se acercaron a Fix, ambos lo tomaron de cada hombro; Fix se sintió mucho más fuerte para continuar hablando.

- Gracias- les dijo, y se atrevió a levantar un poco los ojos- No solo estoy aquí para ocupar el lugar que le correspondía a mi mentor. Él me confió su último deseo: la destrucción del medallón de plata.

Todos se quedaron atónitos, Sony lo sacó de su bolsillo y lo colocó en la mesa. Era aquel artefacto redondo, pesado y con unas cuantas insignias indescifrables.

- No tuvo tiempo de decirme por qué- prosiguió Fix- Pero puedo imaginarlo… ese medallón aún sigue siendo una ventaja para el enemigo. Gargas o Meddes o cualquiera de sus secuaces más feroces puede regresar si ese artefacto no es destruido- pausó y continuó- Aprendí muchas cosas con Rak. Él me enseñó que mientras los poderes de Tritán siguieran desparramados, los Señores Oscuros continuarían existiendo. Quién sabe si por este error, otro Señor Oscuro aparece en el futuro. 

A nadie pareció gustarle la idea, eso significaría que no podrían resucitar a nadie tras la guerra.

- Es una decisión difícil, pero es lo correcto- lo apoyó Sony y tomó el medallón de plata- Sólo una reencarnación de Tritán puede eliminar uno de sus objetos; y si Fismut destruyó el medallón de oro…- Sony lo aplastó con la palma y el medallón se hizo añicos. Hubo jadeos y suspiros, pero nadie habló.

- ¿Y ahora? – preguntó Finegan, impaciente.

- Rak me dijo algo más… - como si no hubiera sido suficiente, los demás le prestaron atención con desgano. Fix sacó algo de su bolsillo, era un anillo de oro.

- No… es posible. ¿Cómo lo conseguiste? – preguntó Finegan, desconcertado.

- Rak me lo dio antes de morir- contó Fix. Se lo quitó a Hariet cuando luchó con él, y reemplazó al verdadero por uno de los muchos anillos que tenía en los dedos. Cuando Hariet creyó recuperarlo y usarlo para liberar el PRODIGIUM, en realidad estaba utilizando un anillo común y corriente. Debe estar tan loco que se lo creyó…

- Esto es perfecto- vociferó Fismut- Finegan, hazlo ya.

Finegan chasqueó los dedos y los pedazos de la espada divina se alzaron por los aires. El grupo se quedó anonadado.

- Elementales, acérquense- les indicó Úiaj. Los ocho elementales obedecieron y dieron un paso al frente.

Finegan cerró los ojos y pronunció unos cuantos hechizos, movió todos sus dedos y la espada comenzó a derretirse, a fundirse… a convertirse en metal líquido. Fix le dio el anillo a Finegan y el titán gordo se encargó de que se elevara por los aires y se mezclara con los materiales en estado líquido. El anillo y la espada se fundieron en una masa líquida muy espesa.

A continuación, la sustancia voló y ocho anillos de metal líquido rodearon los dedos pulgares de cada uno de los Elementales, se solidificaron en sus manos y todos gimieron del dolor. Al final, Finegan lo había logrado.

Natal, Jessica, Dayas, Lepra, Kay, Sony, Dimitrion y Morgán visualizaron aquellos fantásticos anillos.

- Está hecho- dijo Finegan.

- Gracias chico- le dijo Natal a Fix, quién sonrió con amabilidad.

- Ahora escuchen- habló Sony en voz alta- Será una locura, pero es la mejor opción que tenemos. Ni Hariet ni nosotros podemos morir si el otro sigue con vida, razón por la cual, no podemos enfrentarlo, así como así.

- ¿Y cómo haremos? – preguntó Rojas.

- A eso iba, a eso iba- continuó Sony, atareado- Para derrotar a Hariet la dualidad no sirve, es por eso por lo que… Hariet tiene que ser el único JEN con vida.

- ¿Qué? – exclamó Müna, perturbada.

- Escuchen- insistió Sony- Luego me dicen lo que piensan- el resto asintió en silencio y con las caras largas- Fismut es un JEN, como Kay y como yo. Él arriesgó todo para que lo logremos, no saldrá mal, confiamos en él- Natal le lanzó una mirada perturbadora- El mago tomará nuestros poderes JEN y se sacrificará, para que Hariet lo consuma y se convierta en la única reencarnación de Tritán.

Lepra miró a Fismut, anonadado, no sabía nada. El mago asentía con imponente seriedad.

- Conformé un hechizo de protección sobre todos los ejércitos, inclusive los enemigos, para protegernos de los ataques del Titán Monstruo- contó Fismut, la gente lo miró con extrañeza- El hechizo es similar al que utilizó el mago Fimas en el Reino de Zimpat; lo modifiqué para que se disuelva cuando yo muera. Descuiden, no es nada contra ustedes; esa será la señal para que los Elementales usen los anillos para derrotar a Diego de una vez.

- ¿Y cómo haremos todo eso? – preguntó el Rey Mongot.

- Necesitamos ganar tiempo- le respondió Kay- Distraer a Hariet mientras Fismut conforma una “prisión” mágica donde se encerrará con el enemigo para asegurarse que este lo mate y no vaya por ningún otro.

- Los poderes de los JEN no pueden ser robados, tienen que ser cedidos a voluntad- contó Fismut- Hariet creerá que me los roba, pero yo se los daré voluntariamente. Moriré por la supervivencia de la humanidad y estoy orgulloso de que así sea, lo planeé de ese modo hace años, no lloren por mí, no lo merezco- dijo, cuando notó como los rostros de Lepra, Dayas, Jessica, Nadaya, Morgán y Dimitrion se fruncían.

- ¿Y cómo haremos la distracción? – preguntó Kay- ¿Alguna idea?

- Yo lo haré- habló la callada Keila, fue sorpresa incluso para su familia- Yo fui novia de Diego Kimhote en el pasado, tal vez pueda hablar con él…

- Olvídalo- gruñó Grof- No voy a dejar que te acerques a ese maníaco.

- Oye, anciano- le habló Müna de mala gana- Deje que la señora actúe por su cuenta.

Grof estuvo a punto de insultarla hasta que Keila los interrumpió.

- No me hará daño, lo sé- dijo.

Nadaya apretó los dientes.

- Bien- asintió Sony, atento y mirando a Nadaya con preocupación. Grof y Müna se separaron y se mantuvieron en silencio.

- Yo también iré- dijo Grof. Nadie se quejó.

- ¿Y Hélen? – preguntó Úiaj- Es un grave problema.

- Si ningún hombre pudo derrotarla, es hora de darle la oportunidad a una mujer- habló Rosa y alzó su arco.

- Cuenta conmigo- le dijo Müna.

- Me sumo- dijo Nadaya; y las tres mujeres se juntaron. Jessica dudó, pero finalmente vociferó.

- Necesitarán una elemental de su lado.

- Hélen es una sádica- les contó Sony- Puede manipular personas de poca convicción o poco uso de la razón con unas escasas palabras; sus alas son extensiones de Ella y lucha como toda una loca, tengan cuidado.

- Rosa es una excelente arquera- dijo Kay, Jessica miró a la pelirroja de una forma extraña- Mientras Ella las cubre a lo lejos, las demás pueden enfrentarla cuerpo a cuerpo…

- Querido, cállate- le dijo Müna, Kay se calló con una sonrisa y miró a Dayas, quién también reía- Nosotras nos encargamos.

Nadaya y Sony intercambiaron miradas de complicidad.

- Elementales, eviten utilizar sus elementos- les dijo Xón a través de pensamientos y emitiendo las “Mmms”- Dejen toda esa energía para la lucha contra Hariet, la necesitarán.

- Es fácil decirlo- dijo Dimitrion- Yo, Morgán y Jimonte seremos el grupo de vuelo. Mataremos a esos dos dragones, pero primero veremos cómo retrasar o distraer al Titán Monstruo- Dayas y Morgán asintieron.

- Fix, te necesitaremos en el frente para cuando te llamemos- le dijo Finegan- Tenemos una idea para vencer al monstruo, pero necesitaremos analizar el terreno en primer lugar, luego te llamaremos.

- Pero, los Ryanos necesitan ser guiados…

- Descuida- le habló Lepra con pasividad- Yo iré.

Fix no estuvo de acuerdo, pero la determinación de Lepra lo convenció, el joven morgano salió de la carpa para dirigirse a los Ryanos y establecer un pequeño contacto con ellos en el corto tiempo que les quedaba.

Keila fue la segunda en salir; Grof y Nadaya la siguieron.

Fismut el quinto y se dirigió hacia donde estaba Lepra, quién se presentaba ante los Ryanos y les decía como iba a ser su estrategia de ataque. Fismut esperó que finalizara y cuando los Ryanos comenzaron a moverse, aprovechó para hablar con Lepra.

- ¿Ignorándome es la manera que encuentras para despedirte? – dijo Fismut con ironía. Lepra se detuvo.

- Me contó la verdad a medias, maestro- se quejó Lepra- Nunca me contó que Dayas guiaría el viaje, o sobre todo lo relacionado con Rak, ni de su planeada muerte.

- Lepra, escúchame- se acercó Fismut y lo tomó de los hombros- Te confié mi apellido, mi historia y mi verdadera naturaleza; y eso es algo que no hice con nadie, ni siquiera con la mujer a la que amaba. 

- Aun así, vas a irte, vas a dejarme solo, otra vez…

- Es lo correcto, querido aprendiz. Y no estás solo, tienes a muchas personas que se preocupan por ti dentro de esa carpa- lo contempló con orgullo durante un momento y le dijo- Es increíble lo que has crecido, Lepra. Yo… yo fui muy duro contigo, tras el fracaso con el joven Diego y el sacerdote Meddes, le temí al cariño. Sin embargo, no te rendiste nunca, siempre quisiste dar lo mejor de ti, demostrarme y demostrarte que valías más. Siempre confié en ti, aunque no lo creas. No merecía tu admiración, te pido perdón- Lepra frunció el ceño para contener la lágrimas- En cierto sentido y aunque te parezca raro, yo te considero como a un hijo… - Lepra abrazó a Fismut de un golpe. El mago se emocionó- Ahora haz lo posible por cumplir tus sueños, vive después de esta guerra, este no es el fin. Yo te cuidaré desde arriba.”   


LA LUCHA POR LA VICTORIA:

Kay y Sony ya estaban listos para efectuar la última parte del plan. Hariet los miraba, convencido de que todo terminaría en la siguiente hora.

Seis guerreros aparecieron inmediatamente después: eran Jessica, Morgán, Dimitrion, Dayas, Lepra y Natal.

Los ocho elementales se reunieron en línea recta. Hariet los contempló y sonrió con malicia.

- Como los viejos tiempos- su mano derecha se vio rodeada por la fuerza magnética, la izquierda por la bola de rayos negros y blancos- Desgraciadamente para ustedes, ya no hay vuelta atrás.

Los seis elementales quitaron su respectivo anillo guardado y se los colocaron en los pulgares.

- Matemos a ese desgraciado- gruñó Sony, lleno de odio y fue hacia el enemigo, los demás lo siguieron.

Jessica disparó rayos de los cielos, Lepra ocasionó un terremoto, Natal causó ventiscas, Dimitrion incendió los suelos con su fuego azul, Morgán creó hombres de hielo; Sony forjó olas de lava y Kay hizo tornados de fuego.

El clima se vio seriamente modificado, y mientras el Titán Monstruo arrasaba con los ejércitos (tanto de las fuerzas aliadas como los seguidores del Oscuro); alimentándose de todo (cada vez más rápido), comenzó a llover, una tormenta horrenda. Y Dayas aprovechó para manipular la lluvia.

En otro lado, Fix y los tres Centinelas analizaban como derrotar al Titán Monstruo.

- Y yo que creí que no lo volvería a ver- le dijo Úiaj a sus compañeros- Maldigo estar vivo.

- Concéntrate, enano- le dijo Finegan.

- Vrogh nos encargó esto- dijo Xón como usualmente se comunicaba- Fix, sabes lo que tienes que hacer.

- ¿Cómo…?

- Sólo hazlo- le dijo Finegan con hartazgo. Fix tragó saliva y desapareció tirando un cristal que se lo tragó.

- Confío en ese muchacho- le dijo Úiaj a los demás- Va a superar al Profeta original, estoy seguro.

- Mientras tanto, sólo sigue siendo un niño- gruñó Finegan con soberbia.

El monstruo gigantesco masacraba el páramo que había quedado en la ciudad de Buenos Aires durante la intensa lluvia. Las nubes se oscurecieron y al medir 1000 metros, fue mucho más difícil visualizar su rostro desde abajo.

La noche había llegado, ninguno de los supervivientes tenía idea de cuánto había pasado desde que empezó la guerra, tal vez horas, tal vez días, nadie sabía…

La tierra se convirtió en barro, los truenos resonaron en los cielos y el Titán Monstruo rugió con imponencia; aquel sonido casi ni se diferenciaba de la tormenta, era agudo, potente y horrendo.

Había comenzado a caminar y no se molestó en pisar cadáveres, vivos (fueran de su bando o no); casas o edificios. A su vez, un tornado succionaba soldados de Zimpat, del Oszen; de San Robo, Reroriam; también esqueletos, mutantes y Ryanos. Ese tornado provenía de la boca del PRODIGIUM, su hambre era insaciable e inclusive, el mismo asfalto, las calles, y todo lo que integraba las líneas de subte comenzaron a volar por los aires en dirección a su estómago.

El Titán Monstruo cavaba agujeros cada vez más profundos en la Tierra, como inmensos pozos ciegos; su hambre no saciaba, no hasta ver al mundo morir.

Parecía volverse cada vez más poderoso, la misma tierra que pisaba se sacudía y se desmoronaba como si fuera arena.

- No eres el único titán con vida- dijo Finegan en voz alta como si pudiera oírlo. A continuación, movió sus manos y de los suelos emergieron columnas metálicas, enormes y espesas, las cuales sujetaron los inmensos pies de la entidad.

El Titán Monstruo se quedó inmóvil.

Úiaj buscó el dedo gordo del monstruo y le dio un manotazo; la fuerza del titán más bajito era tremenda y el PRODIGIUM sintió un intenso dolor. El gruñido que hizo retumbó en los cielos.

Xón modificó la masa de su cuerpo e hizo algo impensable, se convirtió en otro inmenso titán de 1000 metros. Más delgado y con la piel verde, Xón le dio la cara a el PRODIGIUM.

Los Elementales y el Oscuro detuvieron la batalla por un momento para observar ese increíble espectáculo.

Hariet había creado una sombra de sí mismo para que luche junto a él; cuatro contra el verdadero y cuatro contra el falso. Al mismo tiempo, el Único manipulaba los estados de la materia de la lluvia para conformar bloques de hielo que se sumaran a los ya creados hombres de hielo (por Morgán) y los rodearan del mismo material con el objetivo de que se sobrecargaran de peso y se desplomaran por sí solos.

Dayas también usaba la intensa lluvia a su favor e intentaba golpear a Hariet con la fuerza del agua; pero Hariet se anticipaba y mientras luchaba cuerpo a cuerpo contra Lepra y Morgán; chasqueaba los dedos y la lluvia cambiaba de dirección hacia algún otro lugar.

Jessica electrocutaba la lluvia que caía sobre Hariet, pero el villano conformaba escudos de fuerza sobre su cabeza que funcionaban como paraguas.

A Kay le costaba utilizar el fuego, se había acostumbrado tanto a la súper velocidad, a la agilidad y a la fuerza repulsora, que no tenerla era todo un fastidio.

A Sony le pasaba lo mismo. Pero en cierto sentido, ambos sentían que volvían a sus raíces.

Los poderes combinados del mago Amdor y el Rey Vrogh en ocho sujetos, contra toda la fuerza de Tritán; los resultados eran inciertos.

Natal sacudía los vientos girando sus brazos al mismo tiempo, pero las ventiscas aun no iban contra Hariet. El villano miró a su hermano con desconfianza.

Hariet le pidió a su sombra que no se alejara, y esta se mantuvo a su lado.

Kay, Sony, Jessica, Dayas, Lepra, Morgán y Dimitrion lo pusieron todo para atacarlo, Hariet los rechazó con la fuerza magnética; todos colisionaron contra el barro y lo que quedaba de los suelos de la ciudad.

En ese momento, la sombra de Hariet le arrancó el collar (el TORQUEM) para su sorpresa; reveló el medallón de bronce y desapareció en un portal.

Hariet, que ahora era el doble de rápido, no entendía como había sido tan estúpido. Su sombra apareció al lado de los Elementales y su imagen comenzó a borronearse: era Natal.

Hariet miró hacia arriba, quién creyó que era Natal (volando en los aires y forjando ventiscas) sólo era una imagen, desapareció apenas el viejo profesor se reveló.

La verdadera sombra de Hariet ya había sido vencida y oculta mientras el villano estaba distraído combatiendo. Otra vez los había subestimado.

Fix Úrdigan apareció entre unas rocas, estaba escondido con Morris en su hombro. Se acercó a Natal mientras todos los Elementales se levantaban para el segundo round.

- Gracias por llevar a su sombra hacia dios sabe dónde- le dijo el profesor y le entregó el TORQUEM- Derroten a esa bestia.

Fix asintió e hizo el triángulo con los dedos, formó un portal y entró en él.

Hariet estaba furioso. Ahora tenía todos los poderes de Tritán, y, aun así, ellos le llevaban ventaja.

- La historia no volverá a repetirse- gruñó Hariet- Este es el fin de esta era- su cuerpo sufrió una mutación, la masa de sus brazos y piernas, pecho, cuello, espalda y torso se triplicó; la armadura de Büul se hizo añicos y Hariet quedó cuasi desnudo; convertido en una abominación.

Hizo garras con las manos y miles de esferas mágicas (negras y blancas), bolas magnéticas, bolas de plasma y bolas de luz azul surgieron de la nada; fueron disparadas en un santiamén.

De las espaldas de Dimitrion, Miljen y Dayas surgieron las alas de sus respectivas bestias; volaron por los aires y cada uno tomó a uno de sus compañeros. Miljen tomó a Jessica, Dayas a Sony, Dimitrion a Kay; Natal voló por los aires tomando a Lepra de una mano.

Sin embargo, las bolas parecían tener rastreador, porque los siguieron. Natal tuvo que utilizar el medallón de bronce para forjar un agujero y que todas entraran en él. Lo logró a través de mucho esfuerzo.

Las bolas aparecieron en la espalda del PRODIGIUM y lo bombardearon. El monstruo tenía un cuerpo vigoroso y completamente negro, sufrió hoyos en él y gritó desgarradoramente, pero ni siquiera se tambaleó.

Fix corría hacia los tres Centinelas y una decena de esqueletos y mutantes fueron hacia él (obviamente habían sido mandados por Hariet para recuperar el collar).
Fix Úrdigan utilizó los portales inteligentemente, creándolos en diferentes puntos del espacio para mandar a sus enemigos a otros sectores o adelantar camino. Corría a toda velocidad con el TORQUEM en las manos, desesperado por llegar.

Por ejemplo, hizo uno en el suelo y se tiró allí, apareció algunos metros más adelante, estaba exhausto.

Finalmente llegó con Finegan, quién sujetaba los pies del Titán Monstruo mientras Xón luchaba contra él como dos peleadores de sumo.

- Lo conseguiste, perfecto- le dijo Finegan apenas lo vio- Ninguno de nosotros tiene la fortaleza para portar semejante herramienta, tenemos que lograr deshacernos de él…

Fix apenas escuchaba, miraba hacia arriba y oía los sonidos de los dos cíclopes combatiendo. Asintió y tragó saliva, no estaba seguro de si podría lograrlo.

- Tú puedes muchacho- lo apoyó Úiaj. Fix sonrió y dejó a Morris bajo su cuidado, luego volvió a desaparecer.

Fix sabía que la estrategia de Finegan no sería suficiente, así que hizo algo arriesgado, se ató el collar al cuello. Sintió que algo le apretujaba la garganta y que toda su fuerza era retenida por un imponente viento, no supo cómo, pero con voluntad, logró mover los brazos y los dedos para conformar una pequeña bola de energía oscura. El joven Ryano estaba siendo capaz de controlar aquellos elementos teóricos del espacio exterior: la materia y energía oscura.

El Titán Monstruo golpeaba a Xón (había parado de absorber con la boca) mediante un lento movimiento; a Xón le salían chorros y chorros de sangre.

Fix Úrdigan intentó lo impensable, se concentró y recordó todas las enseñanzas de Rak, como este lo había guiado para estar en sintonía con la magia, cualquiera que fuera. Hizo algo similar a la danza mística, y el TORQUEM brilló, así, un agujero enorme apareció en el pecho del Titán Monstruo.

El Titán Monstruo se observó a sí mismo durante un leve instante y Xón aprovechó para devolverle los golpes. A pesar de aquel infortunio, el PRODIGIUM acechó a Xón. Sin embargo, Fix insistió con sus movimientos elásticos y el Titán Monstruo se quedó sin un brazo; este se despegó por sí solo y cayó a la tierra, desvaneciéndose.

El monstruo notó que Fix era el causante y que tenía el collar, su vista era muy aguda. Razón por la cual, se esforzó para liberar sus pies de los metales de Finegan y lo logró, luego procuró pisar al joven Ryano.

Fix continuó con lo que hacía, a pesar de estar a punto de ser aplastado.

Xón quiso evitarlo y el Titán Monstruo se hartó de él, lo tomó de la cabeza y se la exprimió hasta arrancársela. El titán verde de mil metros se fue achicando, decapitado hasta volver a su altura de cuatro metros y medio; se desplomó en el suelo y allí quedó. Finegan y Úiaj estaban horrorizados, y al borde de la cólera, atacaron al PRODIGIUM con todo lo que tenían.

Decenas de metales emergieron de los suelos y se deslizaron por el cuerpo del PRODIGIUM, Úiaj lo golpeaba en los pies con furia.

El Titán Monstruo pisó a Úiaj y el más bajito de los titanes, murió aplastado. Morris había saltado justo a tiempo, escarbando la tierra.

Finegan le gritaba a Fix.

- ¡Destrúyelo, hazlo ahora! – le gritó desesperado antes de ser también aplastado por el Monstruo.

Fix se tambaleó, muerto de terror. No sabía qué hacer. El Titán Monstruo lo observó detenidamente, él era el siguiente en su lista.  

Por su parte, el Rey Mongot luchaba junto a Müna, Rosa, Iki, Urón y unos pocos soldados contra un sinfín de enemigos, su batalla parecía perdida.

Los esqueletos, Agentes del Caos y mutantes formaban un círculo a su alrededor, y a pesar de las intensas horas de guerra, muchos seguían con vida. Probablemente unos tres mil quinientos de los diez mil que eran anteriormente.

Iki había perdido a casi todo su pelotón de arqueros, y él, junto a Rosa y Müna estaban muy tocados por las muertes repentinas de sus padres.

Pero no fue el final para ellos, porque en ese momento de angustia y poca esperanza, aparecieron aviones de combate, helicópteros, soldados armados, policías, gendarmes y demás. Hasta incluso había civiles dispuestos a defender su mundo, junto a todo el resto de Ryanos que se habían ocultado bajo tierra.

Había aviones y soldados de otros países (cómo el ejército africano que eran personas de piel negra con trajes blancos y armados con la última tecnología de ese siglo). Abrieron fuego contra los monstruos a favor del Único y acecharon a los mutantes y esqueletos.

El Titán Monstruo se vio distraído nuevamente por los misiles que lo pellizcaban cada vez que lo golpeaban. Toda la fuerza área se había concentrado en ese demonio. Fix Úrdigan observaba, tirado en el suelo.

Ni los bombardeos más potentes lo dañaron; el Titán abrió la boca y absorbió a los aviones y helicópteros que lo molestaban. Fix se sentía más impotente que nunca, lloraba con tristeza, creyéndose indigno del título que le habían encargado.
- ¡Humanos! – exclamó Hariet, sorprendido- No podrán hacer nada contra mi titán…

Dimitrion y Morgán lo atacaron en ese instante.

- ¡Voy a vengarme de que me hicieras asesinar a los Montarnen! – le gritó Dimitrion mientras le lanzaba una bola de fuego azul, del tamaño de la rueda de un automóvil.

- ¡Y de que me engañaras con respecto a Gloria! ¡Qué me usaras como tu secuaz! – le gritó Morgán a medida que forjaba peñascos y pinches de hielo.

Hariet usó la fuerza magnética y los rechazó a los dos. Ambos se echaron para atrás. En silencio, volvió a crear miles de agujeros blancos y negros; Natal estuvo a punto de sacar el medallón de bronce; Hariet se le adelantó, usó la súper velocidad, tomó a su hermano del cuello y destruyó el medallón de bronce con sus propias manos. Todos se quedaron atónitos.

- ¡Tanto sacrifiqué sólo para que estés en mi contra! – le gritó, ahorcándolo con su deforme y colosal brazo musculoso.

- ¡Suéltalo! – le gritó Kay- ¿Vas a matar a tu propio hermano? – Natal lo miró, mientras sacudía las patas.

Jessica le tiró un potente rayo, pero Hariet lo retuvo con la fuerza magnética y se lo devolvió. La pobre chica cayó rendida al suelo de un tirón.

- ¡Jessica! – gritó Kay y fue con ella.

Lepra pisó la tierra y el barro para conformar rocas que pudieran arroyarlo. Hariet las descompuso, alterando el estado de la materia. Dayas usó sus bolas de luz (tipo bowling), pero Hariet las pateó como pelotas de futbol y explotaron en los cielos como fuegos artificiales.

Sony no iba a rendirse, estuvo a punto de crear una ola de lava, hasta que oyó un estruendo…

Retrocediendo unos minutos antes, Fix Úrdigan recordó algo que Rak le había dicho.

Tú también eres un héroe, Fix, no lo dudes- le dijo Rak con amabilidad y le dio un cristal verde- Tómalo y úsalo en el momento indicado, tú sabrás cual. Es mi último regalo.”  (…)[2]    

Fix aún tenía los pedazos del cristal verde en el bolsillo como recuerdo, los observó, los tiró al suelo, apretó el puño y se levantó con decisión. Era hora de dejar de huir. Formó el triángulo con los dedos y desapareció en un santiamén.

Apareció en la cabeza del Titán Monstruo, el TORQUEM brillaba con intensidad. Fix se sostenía como podía, apenas podía respirar. El monstruo se sacudió para sacárselo de encima. El joven Ryano usó el Böju para conformar unas sogas que lo ataran a esa cabeza; sentía que la cabeza le iba a explotar por la falta de oxígeno.

- ¡Se acabó, desgraciado! – gritó Fix y el TORQUEM brilló, finalmente el joven había notado que el control sobre el collar no dependía de tu fuerza, sino de tu voluntad para dominarlo. Y así, el Titán Monstruo se quedó sin boca, algunos vehículos aéreos pudieron alejarse. Luego se quedó sin el otro brazo y empezó a desintegrarse rápidamente. Gemía como una bestia descontrolada, no queriendo morir de esa forma- Por ti, madre, por todos los héroes de esta guerra, por Kay y Sony, por Fismut, por los Centinelas y por ti… Rak.

Fix Úrdigan creó un portal y cayó en él mientras el Titán Monstruo era acabado; ese portal lo llevó a otro portal, y ese a otro, y ese a otro. Era un LOOP interdimensional sin final.

Fix sabía que el TORQUEM era indestructible, así que había decidido morir con él y que su cadáver viaje de lugar en lugar infinitamente para que nadie pueda volver a utilizarlo.

Cerró los ojos, poco a poco, lo último que vio fue al Titán Monstruo desintegrándose. Ya no podía respirar y sonrió con una inmensa alegría mientras pasaba al siguiente portal.

El fin del PRODIGIUM hizo que los vórtices se desvanecieran y que una implosión sacudiera el sector kilómetros y kilómetros.

Todos cayeron a los suelos, desmayados. Las fuerzas armadas de los países habían contribuido a la victoria de las Fuerzas aliadas contra los secuaces de Hariet. Inclusive los Elementales y el mismo Hariet se desplomaron a los suelos.

Hubo silencio total y la lluvia cesó.


EL FAMOSO TRÍO

Hariet fue el primero en levantarse en el acogedor silencio de la batalla. No había ni una persona levantada. Suspiró con desgano, todo por lo que había luchado se había desvanecido, el mismísimo PRODIGIUM había muerto. Los tres medallones habían sido destruidos (aunque él no sabía que el de plata también); había asesinado a la mujer que amaba; su hermano se le había puesto en contra, hasta sus fuerzas estaban acabadas.

- En este mundo nunca habrá verdadera felicidad, lo sé- dijo Hariet y la deformidad empezó a desvanecerse hasta que él volvió a la normalidad. Sus ojos grises brillaban. Conformó una última habilidad, la combinación entre todos sus poderes, lo suficiente para destruir la Tierra y a él mismo. Nadie sobreviviría.

Pero había dos jóvenes que aún no habían respirado su último aliento: Kay y Sony se levantaron como pudieron, completamente sucios y más cansados que nunca. Los antiguos JEN notaron como Jessica, Dayas, Lepra, Morgán y Dimitrion yacían desmayados en los suelos.

- ¿Por qué no se rinden? ¿Por qué? – preguntó Hariet, desesperado- ¿Por qué insisten tanto en vivir en este mundo de miseria? El mismo mundo que creó las clases sociales, marginó y manipuló a su antojo.

- ¿Por qué? – dijo Sony con los ojos entrecerrados y repletos de cortes- Porque el mundo es un lugar complejo, lleno de cosas desagradables, pero también, de cosas hermosas. Y no comparto la idea de eliminarlo todo por un simple capricho idealista.

- Te escudas en discursos sobre la igualdad y la felicidad para tapar que tienes un complejo de dios, Hariet- le dijo Kay- Asesinas porque sí, porque te da gusto. No te importan las personas, sólo te preocupas por ti.

- Tu mundo nunca iba a ser real, hermano- le dijo Natal, también se había levantado- Sólo una ilusión de la realidad, un sueño egoísta.

Hariet se enfureció e incrementó el tamaño de aquel ataque mágico final.

- Ese mundo nunca podrá concretarse…- dijo el Oscuro- Pero al menos, este tampoco continuará perjudicando vuestras vidas y la de los demás.

Kay se acercó a Jessica y le quitó su anillo. Sony se aproximó a Dayas e hizo lo mismo. Natal tomó el de Lepra. Luego, Kay fue por el anillo de Morgán y Sony por el de Dimitrion.

Kay y Sony tenían tres anillos en sus dedos; Natal tenía dos. Vomitaron sangre antes de empezar y se miraron los unos a los otros.

- Si un anillo cataliza tu energía por dos, tres anillos lo harán por seis- vociferó Sony.

Kay, Sony y Natal enfrentaron al Único en aquel páramo desolado que alguna vez había sido el centro de una ciudad.

Hariet usó la fuerza magnética para rechazarlos, pero Natal (con dos anillos encima que multiplicaban sus poderes por cuatro) usó una fuerte ventisca que le hizo frente. Ambas fuerzas chocaron entre sí.

Kay podía forjar bolas de fuego enormes de una manera rápida y sencilla; Sony concibió unas olas de lava que rodearon la inmensa energía que creaba Hariet para terminar con el mundo, en segundos se solidificaron en cristal; y aquella bola rocosa cayó al suelo como una simple roca pesada.

Natal, ahora no solo podía volar, sino también que tenía súper velocidad por los cielos. Acechó a Hariet y a metros de él, se burló y esquivó cada uno de sus fallidos ataques.

Hariet estaba prácticamente desnudo, con algunas ropas cubriéndole los genitales y las piernas. Su cuerpo era fornido, peludo, musculoso y repleto de cicatrices.

Ya no estaba protegido por la armadura.

Las armaduras de Kay y Sony también se habían destruido, ambos tenían unos trajes negros pegados al cuerpo (demacrados, sucios y recortados); Natal había sido resucitado con su mítica túnica turquesa, la cual estaba bastante sucia, húmeda y desgarrada.

Hariet alzó la mano para usar una técnica que implementaba en su época como Minos: las hemorragias. Pero sólo logró que a los tres les sangraran las narices: si el corazón ya los protegía de ataques, los anillos habían multiplicado esa capacidad.  

Lo usó todo: bolas magnéticas, bolas de luz azul, bolas de plasma, modificó la masa de su cuerpo, bolas de rayos negros y blancos, su súper fuerza, su súper velocidad y agilidad, intentó alterarles los sentidos sin éxito, intentó alterar la materia de los suelos; pero Kay, Sony y Natal coordinaban tan perfectamente que contradecían cada ataque, los rechazaban o simplemente no les hacían daño.

Hariet estaba alterado y al borde de la locura, comenzó a atacarlos como podía con aquellos poderes que ni siquiera merecía.

Se detuvo cuando ya no pudo más. Natal se situó a su espalda, Kay y Sony a los lados. Los tres lo rodearon.

- Toda mi odisea, todo lo que pasé y sufrí, lo hice por ti- le dijo Hariet a Natal entre lágrimas.

El viejo profesor yacía tras la espalda de su hermano.

- No, Diego. Lo hiciste para ti mismo.

A Hariet no le gustó la respuesta y ya no le importaba matar a su propio hermano, estuvo a punto de usar las últimas de sus fuerzas para ocasionar una fuerza magnética tan potente que los matara a los tres.

Pero Sony y Kay se le adelantaron y le clavaron una serie de cuchillos de cristal por todo el torso desnudo. Estos cuchillos lo paralizaron, Hariet vomitó baba y sangre.

Natal asintió con frialdad y se le colocó en frente, movió las manos, y algo dentro del cuerpo de su hermano se empezó a mover… era su corazón.

Kay conformó una bola de fuego, Sony una esfera de lava y Natal una bola de aire.

- Esto es por Nadaya- le dijo Sony y le perforó el pecho con su poder.

- Esto es por mi familia- dijo Kay y le enterró la bola de fuego en el abdomen.

- Descansa en paz, Diego- le dijo Natal y le sumergió su bola de aire en el pectoral derecho.

Los tres juntos perforaron el cuerpo de Hariet y le destruyeron el corazón oscuro por dentro.

Hariet ni siquiera gritó, ya había aceptado la derrota, y se cayó al suelo de espaldas, con los ojos grises bien abiertos, con aquel rostro deformado por la mitad siendo iluminado por los rayos del sol que emanaba el amanecer. 

El último JEN murió mirando el cielo azul y a las nubes desplazándose para enseñarle que el mundo realmente era bello. Su boca se quedó abierta y sus ojos fueron cerrados por Natal. Quién respiró profundamente y no sabía si llorar o festejar.

Natal, Kay y Sony se sacaron los anillos bajo la radiante luz de la estrella y se sentaron en los suelos, encantados con el silencio.


LA PAZ CIEGA

Tres horas después, un tumulto de tierra apareció ante ellos y de allí brotó Morris, Natal se asustó.

- Oye, yo te recuerdo… te pareces a…

- Clavito- sonrieron Kay y Sony al mismo tiempo.

- Lograste sobrevivir, ven conmigo- le dijo Natal, y Morris, que en realidad quería ir con Sony, obedeció. Natal lo acarició por encima de la cabeza peluda, Morris se sentó en el suelo, gustoso.

Un hombre caminó hacia ellos entre el humo, el barro, los agujeros tapados por agua, las ruinas y los escombros: era Grof.

Observó el cuerpo sin vida de Hariet y apretó los dientes. Se sentó con ellos en silencio, hubo caras largas; el pobre hombre había perdido a toda su familia.

Nadie se atrevió a hablar, Grof comenzó.

- Cuando Fismut me dijo que protegiera a Keila de Hariet en la época feudal, nunca creí que me enamoraría tanto de una terrestre- confesó, los demás prestaron atención- Le cedí parte de mis poderes para que ella también fuera inmortal y para que ambos vivamos eternamente juntos. Pero… - su rostro se tornó colorado- Tuvimos hijos y por alguna maldita razón, ellos no eran iguales a nosotros. Su mortalidad los acababa; vi morir a mis propios hijos de ancianos durante siglos. Y aquello provocó un hueco en nuestra relación, una herida constante sin sanar. La última fue Nadaya y… - comenzó a llorar y Kay lo tomó del brazo para apoyarlo.

- Gracias… - carraspeó y continuó- Necesitaba decirlo, gracias por escucharme. Pero esa no es la razón por la que estoy aquí. Fismut me confió algo importante, un último deseo para asegurar la paz en la Tierra.

- ¿Cuál? – preguntaron Kay y Natal, interesados.

Grof se levantó y su bastón morado apareció.

- Que nadie recordara lo que aquí sucedió.

- ¿Qué? – exclamaron los tres al mismo tiempo.

- Lo que escucharon.

- Explícate mejor- gruñó Natal.

- Fismut lo hizo en el pasado y pensaba volver a hacerlo. Yo lo comparto. Miren a su alrededor- señaló el exterior. Jessica, Morgán, Dimitrion, Dayas y Lepra se levantaban junto a todo el resto de los humanos que habían luchado.

Müna abrazaba a Rosa y a Iki al mismo tiempo. Urón se tomaba la mano con Mongot; los mismos soldados de la Tierra despertaron confundidos, y los festejos les dieron a entender los resultados: habían ganado.

A pesar de todo, muchos gendarmes y policías observaban la masacre ocasionada y miraban los restos del PRODIGIUM con asco y rechazo. Kay, Sony y Natal observaban aquellos gestos.

- Los humanos nunca van a estar listos para entender que la magia existe- prosiguió Grof- Tal vez ahora se hayan unido a los Ryanos, pero sólo hace falta uno que cuestione y explore los conceptos del Böju para provocar otra terrible guerra como esta. También me devolverán los corazones de mi padre, los guardaré en un lugar seguro, lejos de esta dimensión; y destruiré los anillos.

- Es injusto…- exclamó Sony- Después de todo lo que hicimos, nos quieres borrar de la memoria todo lo que logramos.

- Ustedes son héroes, nacieron para serlo y lo demostraron- insistió Grof- Está en su sangre, en la de los tres. Yo les voy a estar eternamente agradecido.

Grof estuvo a punto de golpear el suelo con su bastón morado.

- ¡Espera! – le gritó Sony- ¿No hay manera de… resucitar a los caídos?

Sony hablaba de Nadaya, estaba muy triste y Grof lo miró con ternura, el muchacho realmente había querido a su hija.

Dayas, Lepra, Jessica, Morgán y Dimitrion apenas habían reconocido el cadáver de Hariet y no entendían nada de lo que estaba pasando.

Natal y Kay se habían hecho señas entre ellos, iban a evitar a la fuerza que Grof lo hiciera, pero fue demasiado tarde, el guardián de la tierra golpeó el suelo con el bastón y una onda expansiva blanquecina los rodeó a todos. El tiempo se congeló y sólo Grof pudo moverse.

- Es lo mejor, muchachos, créanme. Esta guerra es algo para olvidar, los humanos y los Ryanos creerán en un evento ficticio sin magia, un evento de igualdad, un evento de lucha contra el racismo… una tercera guerra mundial. Y eso los unificará para siempre. No necesitan saber cuáles fueron los medios para su supervivencia, si ese fuera el caso, le darían más importancia a ello que a los resultados, y todo podría volver a ser un caos- Grof sacó algo de su bolsillo, era una pequeña pieza de plata con insignias extrañas- Sólo pude rescatar un fragmento del medallón, tal vez con este pueda revivir a una única persona…





[1] La guerra de las bestias: El medallón de plata. CAPÍTULO 28: “Cuenta Regresiva para la Reconstrucción”. Pág 417
[2] La guerra de las bestias: el medallón de plata. CAPÍTULO 27: “Los Agentes el Caos” Pág 402

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