Los Agentes del Caos: CAPÍTULO 27.
-
Lo sé- le aclaró- Yo no fui del todo honesto contigo Diego- Fismut posó su
palma dentro de Hariet y el antagonista sintió que no podía moverse, el
medallón de bronce dentro de él estaba actuando por sí solo a pedido del mago.
Fismut se lo extirpó mágicamente y Hariet se echó para atrás del dolor, tenía
un hoyo en el pecho de la armadura. Fismut se levantó y alzó el medallón de
bronce, a continuación, un vórtice de muchos colores se extendió en los cielos
y una luz cayó directo a los cadáveres militares, allí se formó un dibujo (el
mismo que llevaba el círculo del Böju) y los cadáveres se vieron envueltos por
luces muy fuertes, mientras el paquete se alzaba por los aires y se
desintegraba hasta dejar ver el resplandeciente medallón de plata a la
perfección- Hemos estado unidos por algo muy fuerte tú y yo, Diego. Permíteme
presentarme…- continuó Fismut e hizo una reverencia formal de burla- Mi nombre
completo es Fismut Jen, mi hermano
era Gyan Jen y mi padre Fargos Jen, más conocido como Büul, el Caído- Hariet aún no se
recuperaba del robo del medallón- Fuimos la primera
familia de hombres, la primera gran casa en el cosmos, de nuestro apellido
surgió el término para designar a los elegidos- Fismut sonrió como nunca lo
había hecho antes- En otras palabras, después de los jóvenes que asesinaste, yo
soy el TERCERO y tú eres… el CUARTO. Y si nosotros estamos con vida…
Del
vórtice cayeron dos balas que impactaron contra el suelo, en el espacio entre
Fismut y Hariet, vestidos con armaduras de color e inclinados. Rak estaba
emocionado. Hélen y Gargas no lo podían creer. Hariet sintió pánico por primera
vez. Hasta el dragón Kahar despertó de su larga siesta. Las balas eran
personas, y las personas… eran dos jóvenes.
-
Es imposible- musitó Hariet, anonadado.
-
… ellos también lo están- completó Fismut.
Kay
Montarnen y Sony Dameron yacían arrodillados, como si se estuvieran inclinando
ante Hariet.
-
Gargas- le susurró Kay a Sony e inmediatamente, el joven abogado movió unos
dedos, aún inclinado y Gargas se vio atraído hacia él por la fuerza magnética. Ambos
estiraron sus manos y el esqueleto parlante quedó paralizado.
Kahar
gruñó y los JEN lo ignoraron. Hariet apenas podía sobrellevar la situación y se
limitó a observar. Hélen fue a ayudar a Gargas, extendiendo sus alas y
planeando hacia ellos.
-
¿Dónde está el anillo, feo? – le preguntó Kay seriamente. Gargas no le
respondió.
-
¿Anillo? – preguntó Hariet.
Hélen
estuvo a punto de atravesarle el cráneo a Sony con su vara metálica, pero justo
antes de que llegara a él, el joven movió sus dedos y la mujer quedó suspendida
en los aires a centímetros. La punta de la vara casi llegaba a la frente de
Sony.
Cómo
nunca los habían visto, Sony, con completa confianza y vanidad, vociferó.
-
Buen intento, sádica.
Fismut
se les acercó con tranquilidad, Kay y Sony tenían a los dos generales más
importantes del villano principal en completa inmovilidad e inutilidad. Él se
acercó a Hélen y con ternura, le acarició el rostro y le acomodó un mechón
despeinado, Ella lo miraba con odio.
-
No volví a amar a alguien tanto como a ti- le confesó- Desearía que tú, la
verdadera tú, la guerrera y valiente, la problemática y cariñosa mujer que
conocí, estuviera viva- Hélen le escupió a Fismut en la barba. Hubo silencio-
Diego sólo se burló de tu memoria e insultó tu legado. Pero descuida…- Fismut
reveló un cuchillo entre sus ropas y se lo clavó en el corazón mientras dos
lágrimas le caían en cada ojo- Yo estoy aquí para solucionarlo, te amo Hélen,
siempre lo haré.
Gargas
forcejeó para liberarse de la magia, sin éxito. Hariet sólo observaba, sin
hacer nada. Rak, aún atrapado por los brazaletes de la G.C.J.M, lloraba.
Sin
embargo, Hélen no murió y le lanzó a Fismut una mirada aterradora y llena de
locura; ella portaba el anillo en su dedo pulgar derecho. Aquel anillo brilló y
Ella comenzó a moverse lentamente, Sony intentó presionar para evitarlo, pero
fue inútil.
Kay
la empujó con la fuerza magnética para alejarla de Sony, y ella se echó para
atrás y recuperó el equilibrio gracias a sus inmensas alas de cuervo.
-
¡Ella lo tiene! – le gritó Sony a Fismut. El mago asintió ante la obviedad.
Hélen
apareció en un parpadeo frente a Kay y lo embistió, lo que terminó por liberar
a Gargas de su cautiverio. Ambos villanos se apartaron y el joven JEN ni
siquiera gimió por el ataque, no tardó en levantarse como si nada hubiera
pasado.
-
¡Sáquenme estas cosas! – les gritó Rak. Los JEN (ahora Kay, Sony y Fismut) le
prestaron atención y fueron a ayudarlo. Con sus poderes lo liberaron de sus
ataduras. Rak se levantó lentamente y abrazó a los dos jóvenes al mismo tiempo-
Gracias, gracias y gracias.
Kay
y Sony sonrieron. Rak se apartó y miró a Fismut, también le dio un abrazo.
-
Lo reconozco, fui injusto contigo, mago- Fismut le dio unas palmadas en la
espalda, no se sentía cómodo con los abrazos e intentó sacárselo de encima con
delicadeza.
-
Vamos a darle fin a esta guerra- le dijo. Rak asintió y los cuatro miraron a
sus enemigos.
-
¿Señor? – le preguntó Hélen a Hariet- ¿Hará algo…?
Hariet
estaba muy perturbado y no le respondió. Los dos que creyó matar estaban vivos
y eso afectaba su trato con el PRODIGIUM, por otro lado, él también era un JEN…
Apenas
podía sobrellevar semejante revelación.
Los
cuatro héroes observaron el destello que provenía de los cielos y desembocaba
en los cadáveres de los seis militares.
-
Tardará unos segundos más- informó el mago, los otros asintieron.
De
repente, Hélen vomitó sangre, el anillo se estaba alimentando de sus energías,
pero no titubeó y se lo dejó puesto, lo necesitaba más que nunca. Gargas quiso
ofrecerse como su portador, pero sabía que duraría menos que ella.
Tenían
a todo un ejército de monstruos invadiendo la ciudad a lo lejos y causando
estragos en la sociedad y, aun así, se sentían solos.
Finalmente, Hariet dio un paso al frente.
-
Eso lo explica todo. La DUALIDAD de la que tanto
hablaba Meddes son ustedes y yo, tengo el poder que tenía Büul. Tu padre – miró a Fismut- El sacerdote me aclaró que, en América, ocho corazones pertenecían a
Amdor, pero el noveno no. Y ese era el mío. Ni él sabía de dónde provenía,
ahora lo comprendo. Fui un sucio peón en tu juego, Fismut. Me usaste para
deshacerte de tu padre y te hice un favor cuando mi consciencia lo superó… la
mía, la de un simple herrero de veinte años terminó por opacar la voluntad del
segundo señor oscuro. Irónico, ¿no crees? – pausó y continuó- Eso lo prueba todo, que la DUALIDAD es una estupidez y que, para
terminarla, sus poderes tendrán que ser míos. Así, sólo un JEN habrá.
Sony
y Kay se miraron entre gestos de complicidad.
-
Yo me equivoqué, Diego. El verdadero elegido era tu HERMANO PEDRO- le aclaró el
mago con la túnica negra, hizo aparecer su bastón oscuro en su mano izquierda y
en la otra surgió el medallón de bronce- Yará nunca aclaró en su profecía por
qué aquel Kimhote cambiaría la historia para siempre y ahora lo sé. Los crió a ellos- señaló a los dos jóvenes-
A los que le darían fin a los errores del pasado.
Hariet
se enfureció al sólo escuchar el nombre de su familiar.
-
Voy a volver a matarlos a todos ustedes- gruñó y se quitó el
casco, luego lo destruyó con sus propias manos, también revisó el agujero que
Fismut le había hecho cuando le extirpó el medallón de bronce, estaba
completamente sano. Chasqueó sus metálicos dedos y el TORQUEM brilló, al cual
lo tenía colgado como si fuera un collar común y corriente- Vengan a mí.
Las
últimas palabras de Hariet resonaron en cada ser vivo entre sus tropas, y en un
santiamén, miles y miles de mutantes, esqueletos, Ryanos, algunos humanos, y
Snoros recorrieron los espacios como hormigas, rodeando a la última defensa del
mundo.
Hélen
se tranquilizó y se quitó el anillo, Sony le prestó mucha atención. Más de diez
mil criaturas yacían cerrando el perímetro, estaban inmóviles, esperando la
orden de su amo.
Los
esqueletos crujían sus caños, los mutantes lanzaban sonidos agudos que parecían
sonrisitas irritables, los Snoros (que eran sujetos de humo negro sin carne ni
hueso) realizaban ruidos parecidos al soplido del viento.
El
dragón Kahar se levantó de su siesta y caminó a paso lento hacia ellos,
haciendo temblar la tierra. Diego sonrió e hizo un silbido con la boca.
Una
enorme cantidad de Snoros se fusionaron entre sí, chocando los unos con los
otros y se volvieron masas irreconocibles que fueron conformando una criatura
tan inmensa como Kahar: otro dragón.
Kay
lo reconoció, era aquel que había visto con Lepra luego de su primera batalla
con Hariet en Plaza de Mayo.
El
nuevo dragón era similar a Kahar, pero un poco más fantasmal y diabólico.
También era esquelético (pero no por completo), de alas, colmillos y una larga
cola, no obstante, tenía mucha más carne en el rostro, su color era negro y
gris. Tenía escamas puntiagudas en las partes carnales y sus ojos eran rojos
como el fuego.
Kahar
se le quedó mirando al dragón Snoro con atención, pero Hélen se adelantó y usó
el anillo por un segundo con el objetivo de que no comenzara una pelea entre
ellos. Fue un éxito y ahora, los tres JEN y Rak estaban rodeados por diez mil
guerreros, dos dragones, dos hechiceros talentosos y el tercer señor de la
oscuridad.
Pero
ni Kay ni Sony ni Fismut parecían preocupados, a diferencia de Rak que lo
mataban los nervios.
La
luz de los cielos cesó y los seis cadáveres que habían sido envueltos, se
endurecieron y se transformaron en capullos, de allí, brotaron seis personajes
nuevos. Sony usó la fuerza de atracción para tomar el medallón de plata y
guardarlo, Hariet se le quedó mirando con atención.
Esas
seis personas estaban muy desorientadas y no fue nada agradable descubrir que
estaban ante el Armagedón en la Tierra y rodeados por un ejército del infierno.
Tardaron en recomponerse y justo cuando los ejércitos tuvieron la intención de
masacrarlos, Hariet indicó que no lo hicieran, entre esos sujetos resucitados,
estaba su hermano.
Natal,
Jessica, Dayas, Lepra, Morgán y Dimitrion se levantaron con torpeza y reconocieron
a los JEN con una sonrisa. Se les acercaron, pero no hubo tiempo de abrazos ni
de reencuentros.
-
¡Trajiste a mi propio hermano para que luche contra mí, otra vez! – le gritó
Hariet a Fismut. Natal se dio la vuelta y lo vio.
-
Antes me preguntaste que hice todo este tiempo que los JEN estuvieron viajando
a la Fortaleza de Büul, bueno, te lo diré- comenzó el mago y el medallón de
bronce volvió a resplandecer- Estuve RECLUTANDO personas, Diego. Formé nuestro
PROPIO ejército…
Hariet
abrió los ojos como platos y diferentes portales se abrieron a kilómetros de
distancia. De allí, aparecieron muchas personas. Los Elementales que acababan
de revivir no lo podían creer.
Todos
a los que habían ayudado estaban allí, acumulados, vestidos con armaduras y
listos para la batalla.
Los
DOSOS Y VORRJOS de las Islas Gemelas del Zen, liderados por los hermanos Mulón
y Urón. Los soldados de Reroriam (del planeta Sulcius) comandados por el
capitán Rojas y sus hijos: Rosa e Iki.
Las
fuerzas de Zimpat, lideradas por el Rey Mongot, junto a las fuerzas del Oszen,
bajo el mando de la Reina Müna. Inclusive estaban los guardianes de la tierra:
Grof, Keila y Nadaya, vestidos con armaduras extravagantes que se diferenciaban
de todo el resto.
Y,
por si fuera poco, la ESTATUA DORADA DE JIMONTE de 300 metros de largo, estaba
entre ellos.
Hasta
inclusive había humanos con vestimentas precarias y algunas armas robadas del
ejército, eran ciudadanos de la ex San Robo.
Todos
ellos estaban siendo liderados por tres titanes: Xón, el irrompible; Finegan,
el azotador y Úiaj, el destructor; más conocidos como los tres CENTINELAS.
Hariet
dio un respingo, harto de tantos problemas y formó una bola de energías negras
y blancas para eliminar la amenaza que se avecinaba de un solo golpe.
Kay
y Sony fueron rápidos y frenaron el brazo de Hariet con las fuerzas magnéticas;
así evitaron que terminara de formar la esfera mágica.
Hubo
gritos de guerra y la batalla final comenzó antes de lo previsto.
Natal
se acercó a Rak. El profeta tragó saliva y le dijo.
-
Soy…
-
Ya sé quién eres- le aclaró el viejo profesor- Gracias por todo lo que hiciste
por ellos- Rak sonrió nervioso, no sabía muy bien por qué, o tal vez sí.
Después de todo lo que los Forasteros le habían contado sobre él, Natal era su
héroe. Ambos se dieron un breve apretón de manos. Fismut se le quedó mirando y
Natal lo ignoró, a decir verdad, intentaba mantenerse lo más pasivo posible,
tenía muchas ganas de golpearlo.
Dayas,
Lepra y Jessica se acercaron a Kay y Sony.
Ellos
estaban concentrados, intercambiando miradas amenazantes con el sujeto de dos
caras. No se percataron de que sus amigos se les acercaban.
Mientras
tanto, el ejército del villano actuó por cuenta propia y se desplazaron hacia
las tropas que se avecinaban. Kahar y el dragón Snoro desplegaron sus alas y
volaron por los aires, juntos escupieron fuego de dos colores sobre los
soldados, y en el caos, muchos murieron incinerados hasta volverse cenizas,
pero nadie titubeó. Los gritos perduraban, las armas se alzaban y todos estaban
cada vez más enojados.
La
estatua de oro le dio un manotazo a Kahar y este cayó al suelo, distraído.
Ambos dragones se dispusieron a contratacar al colosal monumento a Juan
Jimonte.
Morgán
y Dimitrion fueron con el mago Fismut.
-
Aún no tenemos poderes- le dijo Dimitrion al mago.
-
Sean pacientes- les contestó e hizo aparecer dos dagas afiladas para cada uno-
Usen estas mientras tanto, pueden generas campos de fuerza temporales.
-
Servirá- comentó Morgán, tomando la daga y alcanzándole a Dimitrion la suya
mientras lo miraba- ¿Esta vez no habrá paga?
Fismut
lo miró con ironía.
-
La última vez que nos dio algo de plata, destruimos la empresa R.E.C.O y todas
sus investigaciones- recordó Dimitrion- Pero esto es diferente…
-
No hace falta que lo digas, compañero.
-
Hay veces que son un fastidio- resopló el mago y alzó su cetro, golpeó la
tierra y esta se agrietó, logrando que muchas de las fuerzas de Hariet cayeran
a las redes del subte o inclusive al abismo o centro del mundo. Dimitrion y
Morgán miraron al mago con admiración, era su jefe y al mismo tiempo, lo habían
extrañado.
Kay
y Sony miraron a Dayas y Lepra con felicidad, y fue difícil no relacionarlos
con aquellos abominables sonidos; pero ahí estaban, vivos y sanos.
Un
importante sonido que ocasionó la estatua dorada luchando contra los dos
dragones, hizo que los Forasteros y Jessica se sobresaltaran.
-
Apresuren su estrategia- les dijo Lepra con cautela. Kay y Sony se miraron
entre sí en silencio- O no podremos servir de nada…
-
Me sorprende escuchar eso del aprendiz del mago- le sonrió Dayas- Usa el Böju.
-
Yo ni siquiera sé que es eso- les comentó Jessica, perdida y estresada.
-
La energía del cuerpo, no hay tiempo para enseñarte- resopló Lepra- Sólo haz lo
que yo y tal vez funcione de algo… - Jessica asintió con seriedad.
Los
ejércitos que los rodeaban no tardaron en atacarlos. Los esqueletos y mutantes
les habían robado armas letales a los soldados de la G.C.J.M: metralletas,
pistolas, fusiles de asalto y escopetas; les dispararon a todos ellos mientras
corrían hacia su ubicación.
Kay
y Sony, más habilidosos que nunca, forjaron un inmenso escudo magnético
(invisible) moviéndose ágilmente, donde cada una de las balas rebotó contra sus
tiradores.
Las
armas más grandes destruyeron costillas y columnas vertebrales expuestas (en el
caso de los esqueletos), pero las muertes de los mutantes fueron más
desagradables ya que los disparos perforaron sus pulmones, les agujerearon las
cabezas o les dieron en algún punto vital del cuerpo. Muchos cayeron
desplomados sin vida, pero otros los reemplazaron y el pelotón siguió atacando.
Estaban
rodeados. Rak se hartó de no actuar e hizo el triángulo con sus dedos,
conformando dos portales en sus manos, con estos se encargó de absorber las
balas o ataques cuerpo a cuerpo, para devolver el favor a través de diferentes
puntos en el espacio. Natal estaba impresionado y se le quedó mirando, inmóvil.
Fismut,
Morgán y Dimitrion luchaban contra los mutantes, cuerpo a cuerpo. Las dagas
ayudaban mucho a defenderse de disparos repentinos o de ataques a distancia.
Lepra
formó el círculo del Böju bajo sus pies e intentó guiarla a Jessica, quién no
entendía nada de nada. Dayas hizo lo mismo. Juntos conformaron ataques mágicos
como sogas que amarraban mutantes voladores y los tiraban o rayos celestinos
muy finos que detenían los movimientos de los sujetos.
Kay
y Sony se esforzaban por defender la línea general; ambos estaban muy ocupados,
y lo peor de todo, es que Hariet continuaba mirando, paralizado.
En
el escenario general, las tropas aliadas (DOSOS, VORRJOS, Kiceanos, la estatua
dorada, etcétera) yacían a un kilómetro en dirección a donde yacía el obelisco
(destruido por Kahar), aquel sector estaba rodeado por el ejército del Oscuro,
los cuales conformaban un círculo alrededor de los ocho elementales, Rak,
Fismut, Hélen y Gargas.
Aquella
guerra arrasó con lo poco que quedaba de la ciudad.
Hélen
y Gargas no podían creer la cantidad de enemigos que tenían ahora, ambos tragaron
saliva y lucharon nuevamente contra Rak. Natal ayudó con sus inexpertas
habilidades en el Böju, no podía controlar el viento, así que se limitó a
conformar lanzas de colores para combatir a la sádica, cuerpo a cuerpo; hacía
tanto que no luchaba de verdad, realmente lo extrañaba, aunque estuviera frente
a la exterminación del mundo.
-
No nos presentaron, guapo- le dijo Hélen con una sonrisa pícara. Natal no le
respondió y continuó luchando; ella había desenvainado su vara metálica.
Gargas
y Rak pelearon como nunca antes, el odio que se tenían era mutuo e
inconmensurable. Rak usaba los portales para sorprender a Gargas por todos los
frentes posibles, pero el esqueleto ya conocía sus estrategias y logró evadir
muchas de sus técnicas; hasta inclusive consiguió atravesar un agujero negro
con su intangibilidad, cuando lo vio justo a tiempo.
Natal,
por su lado, no era rival para Hélen. Ella sólo jugaba con él, lo dañaba con su
vara y se alejaba para decirle lo adorable que le parecía. Natal luchaba en serio
y se sintió muy impotente sin sus poderes elementales. Hélen no quería
asesinarlo, sabía que era el hermano de su jefe.
Pero
eso no fue todo, Dayas y Lepra aparecieron ante los dos Proetas.
-
Aun tengo la sensación de un monstruo triturando mis huesos- dijo Lepra,
unánime- Esta vez les juramos que no seremos los devorados- Dayas asintió,
dándole la razón y se unieron a la batalla.
Jessica,
por su parte, fue con Fismut y le pidió una de esas dagas que Morgán y
Dimitrion tenían. En ese momento, el mago se enfrentaba a una docena de
cadáveres cuerpo a cuerpo, y al principio no la oyó, en el momento que Jessica
casi es atacada por un mutante, Fismut la salvó y le prestó atención. No tardó
en conformarle una daga mágica. A continuación, ella se unió a Morgán y
Curtansen.
Kay
y Sony procuraban separar el sin fin de enemigos del perímetro que habían
creado con sus amigos. Hariet los miraba con atención.
-
Va a querer robarnos el medallón de plata- le dijo Sony a Kay mientras ambos
estiraban sus brazos y un campo magnético soportaba las balas de pistolas,
metralletas y cañones de plasma- También sabe lo del anillo dorado, tenemos que
idear una estrategia y quitárselo a Hélen.
-
Tenemos suerte de que no lo haya considerado importante, ya que no fue tras
Hélen- respondió Kay, sudando.
Sony
miró a Hariet una vez más.
-
El TORQUEM sigue brillando. ¿Por qué no lo usa?
-
Creo que se debe estar cargando, no le debe ser fácil al artefacto dominar
semejante entidad como lo es el caos.
Sony
sonrió con soberbia.
-
Ya lo entendí- vociferó- Su trato con el PRODIGIUM se vio afectado porque
estamos vivos, seguro que aquella entidad se rehusará a entrar a la Tierra de
una vez, y Hariet está esperando el momento adecuado para controlarlo en contra
de su voluntad.
-
¿Se lo quitamos? – preguntó Kay luego de meditarlo.
-
No. Recuerda la estrategia GENERAL. Tenemos que recuperar el anillo e ir con
Finegan.
Kay
asintió. Ambos presionaron y con dificultad, empezaron a caminar. El escudo los
siguió y a este mismo lo usaron para contraatacar a sus enemigos, que se veían
repelidos y chocaban a otros tantos en un efecto dominó.
Hélen
luchaba con Natal, Dayas y Lepra al mismo tiempo. Los tres hombres no lograban
acertarle ningún golpe, la sádica se burlaba de los tres y los desplomaba con
facilidad. Hariet la miraba y ella, notándolo, se sonrojó.
Para
darle más gusto, se colocó el anillo dorado, su fuerza, agilidad y velocidad
aumentaron exponencialmente; así embistió a los tres elementales y los dejó a
los tres con cortes por todos lados.
Lepra
usaba sus habilidades en el Böju como podía, pero no era suficiente. Dayas
también lo intentaba, pero era menos capaz con aquel arte místico.
No
obstante, Hélen ya había utilizado muchas veces el anillo, y aquello le cobró
factura. Se detuvo en medio de uno de sus rápidos ataques y comenzó a vomitar
sangre. Hariet dio un paso al frente. Ella no estaba dispuesta a fracasarle a
su amado, razón por la cual, se limpió la boca y volvió a levantarse.
Natal,
Dayas y Lepra a pesar de estar heridos, dudaron en atacarla en el estado que
estaba. Hélen volvió a acecharlos y logró más resultados a su favor; las alas
le funcionaban como manos secundarias.
Pero
volvió a caer por cuenta propia y se desplomó en el suelo, debilitada. Los elementales
la miraban. Ella no quería quitarse el anillo, no iba a hacerlo, aquella
terquedad le estaba quitando la vida.
-
¡Quítatelo! – le gritó Gargas y continuó luchando con Rak.
El
Profeta la miraba de vez en cuando, ya no tenía sentido seguir llorando por
alguien que ni siquiera lo estimaba; se mantuvo frío y tomó una difícil
decisión, entretendría al Intocable para que ella muriera sin su ayuda.
Para
eso, intentó no mirarla, aunque le costaba.
Hélen
sufría, el anillo brillaba intensamente en su dedo pulgar, estaba transpirando
y su largo cabello de color violeta estaba húmedo y pegado a sus cachetes.
Dayas,
Lepra y Natal detuvieron la ofensiva, y por un leve segundo, pensaron en
ayudarla.
Hariet
la alcanzó y la miró con indiferencia. Le quitó el anillo dorado de su pulgar y
ella volvió a respirar, luego se quedó allí plasmada, descansando.
El
Único observó el anillo con mucho interés. Kay y Sony también lo habían notado
y fueron hacia él.
-
Hermano… - le habló Natal. Dayas y Lepra se quedaron mudos.
Todos
se sobresaltaron, debido a que Hariet guardó el anillo entre sus ropas y luego
movió sus manos con elasticidad y formó peñascos de tierra, bloques de hielo,
bolas de fuego, ráfagas de aire, esferas de luz y rayos, todo al mismo tiempo.
Natal tragó saliva.
Aquellos
proyectiles fueron contra Kay y Sony, quienes se defendieron con la barrera
magnética como pudieron, semejante ofensiva terminó por romper su defensa.
Ambos impactaron contra el suelo, sin mucho daño.
Hariet
se detuvo y miró a Natal a los ojos, ambos estaban muy cerca el uno del otro.
Hélen se apartó y voló por los aires tomándose de las costillas, estaba
exhausta.
-
Esta es una situación incómoda- declaró Hariet- Te suicidaste para no elegir un
bando, y ahora estás aquí, luchando contra mí.
-
Diego- Natal apretó los dientes. A lo lejos, Fismut observaba mientras luchaba-
Nuestros padres no fueron los mejores y lo que viviste fue muy cruel, pero PARA
con esta locura.
-
Si no lo entiendes ahora, no lo entenderás nunca Pedro. Todo esto es por ti. ¿Es
que acaso nadie reconoce que su vida está mal? Yo propongo un cambio duradero,
sé que puedo hacerlo, si estás de mi lado.
Natal
lo dudó. Y Dayas y Lepra fruncieron el ceño.
-
¿Estás seguro de que puedes lograr mejorar este mundo? Yo aquí sólo veo muerte
y caos.
-
Para construir desde los cimientos, no tiene que haber nada, y para eso, a
veces es necesario eliminar lo que antes existía. Entiéndelo Pedro, puedo hacer
que los hombres como Ernesto no existan nunca más. Viviste muchos años en este
mundo, estoy seguro de que presenciaste las injusticias de la sociedad y la
incongruencia de las leyes.
Natal
volvió a dudar, era cierto, había vivido tantas cosas horribles: muertes,
asesinatos, violaciones, mentiras, pedofilia, los engaños de las instituciones,
la inmunidad de las escorias, todo había sido realmente devastador. Se sintió
atareado.
-
¡No lo escuches! – le gritó Sony a lo lejos y recordó cuando Nadaya le dijo que
Natal podría pasarse al lado oscuro. Él y Kay se esforzaban por llegar a
tiempo.
-
Tal vez… tengas razón, después de todo- dijo Natal con tristeza. Dayas y Lepra
no lo podían creer, tenía que ser una broma…
Hariet
sonrió, los hermanos Kimhote unidos otra vez.
Dayas
y Lepra quisieron acercarse, pero Hariet manipuló la materia de los suelos, un
sector de la calle se transformó en una laguna de aguas oscuras, ambos cayeron,
luego, Hariet lanzó un rayo para electrificar las aguas.
Kay
los salvó a ambos gracias a la súper velocidad. Sony, por su parte, acababa de
darle un puñetazo a Hariet, pero el villano usó el aire para embestirlo.
Natal
observaba, unánime, a un costado de su hermano mayor.
Sony
contraatacó con múltiples cuchillos de cristal, atados por unos hilos verdes.
Estaba al borde de la cólera. Kay, por su lado, manipuló su propia sombra para
atrapar a Hariet.
El
enemigo, sin moverse, formó una intensa luz con su dedo que fue más fuerte que
la sombra. Hariet era imparable con el poder de los nueve corazones.
Kay
y Sony insistieron con ataques a distancia. El Único los rechazó con el hielo y
las rocas, luego realizó su ofensiva mediante bolas de fuego (rojas y azules),
estas también le llegaron al Profeta, pero este las atrapó con sus agujeros
negros.
-
Lamento mucho tener que asesinar a tus pupilos, Pedro- le dijo- Pero los
subestimé y son más fuertes de lo que creí, temo que…
Kay
y Sony conformaron una gigantesca bola magnética, Hariet se preparó, miraba a
Sony y le daba la espalda a Kay, también a Natal…
En
ese instante, Hariet sintió algo extraño. Su hermano Natal gritó.
-
¡Ahora! – el grito iba dirigido a Rak y Fismut. Rak creó un portal cerca del
mago, y este tiró el medallón de bronce allí dentro, otro portal apareció cerca
de Natal y el viejo profesor tomó el medallón, luego se lo enterró a Hariet en
la espalda. Otra vez el villano volvía a sentirse petrificado, sin poder mover
ni un musculo. Algo le estaban quitando, algo que estaba dentro de su cuerpo.
-
Yo te protegí, Pedro. Te cuidé y te amé, aún lo sigo haciendo…- le reprochó
Hariet a Natal.
-
Lo sé, lo sé Diego y lo siento- Hariet gritó del dolor y un portal apareció
cerca de Dayas y Lepra, de allí cayeron ocho corazones como patatas.
Natal
intentó lo mismo con el corazón oscuro, pero Hariet se resistió y empezó a moverse
lentamente. Rak fue rápido y creó un portal para que Natal pudiera escapar, lo
que consiguió, quitándole el medallón de bronce justo a tiempo.
Dayas
le gritó a Morgán y Dimitrion, que tardaron en reaccionar y cuando notaron lo
que pasaba, mataron a unos cuantos esqueletos más con sus dagas y se les
acercaron. Jessica también fue, inclusive Fismut.
La
colosal bola magnética de Kay y Sony era una ilusión, una distracción para que
Natal le quitara los corazones a su hermano, todo había sido planeado.
-
Es hora de que recuperéis lo que les corresponde- les dijo Fismut y pronunció
un hechizo que nunca había hecho, los ocho corazones eligieron a sus portadores
y se sumergieron en sus pechos por arte de magia.
Kay,
Sony, Natal, Jessica, Dayas, Lepra, José Morgán y Dimitrion se echaron para
atrás, no había sido nada placentero.
Hariet
se curaba las heridas que Natal le había hecho, era la segunda vez que le
enterraban el medallón de bronce en el interior y ya lo odiaba. Apenas podía
moverse por el dolor.
-
Me rompiste el corazón… “Natal”- le dijo Hariet y el profesor frunció el ceño,
sabía muy bien lo que eso significaba, el Oscuro había cortado los lazos y
ahora eran enemigos.
Los
ocho elementales y Fismut se pusieron en línea recta, frente al antagonista y
rodeados por fuerzas enemigas.
Gargas
los observó por un segundo, alterado. No podía descuidarse ni un segundo con el
Profeta.
Rak
lo atacó cuerpo a cuerpo con un puñetazo, y cuando Gargas fijó su atención en
los golpes; el Profeta tiró un cristal al suelo sin que el Intocable se diera
cuenta.
Aquel
cristal se convirtió en un agujero negro y Gargas fue absorbido casi por
completo, había vuelto a quedar paralítico. Crujió los dientes con rencor y
miró a Rak, lo aceptaba, había perdido.
-
Cómo uno de los Proetas originales, te expulso del grupo- le dijo, inhalando y
exhalando rápidamente.
-
Lo que siempre deseaste, hazlo de una vez, yo maté a tu verdadera hermana, no
lo olvides- le dijo Gargas, tirado en el suelo como si estuviera gateando sin
piernas.
-
¿No suplicarás por tu esquelética vida?
-
Yo te quise como un amigo en su momento, ¿sabes? – le confesó Gargas- Pero a
Büul no le interesabas y tuve que acercarme más a Gyan. El tiempo me cambió,
pero de alguna manera, te respetaba.
Rak
sonrió.
-
Lo sé- el Profeta le lanzó un cristal amarillo, se retiró caminando y Gargas
explotó en mil pedazos.
UNA
NUEVA DEFENSA
La
situación de la batalla no dejaba de dar cambios inesperados. Tras la muerte de
Gargas, Rak se unió a su compañero Fismut y a los ocho elementales para
combatir al terrible Hariet, el Único.
A
su vez, una nueva tropa se unió al festín: Los Ryanos, liderados por el joven y
valiente Fix Úrdigan. Aparecieron del subsuelo y ayudaron a combatir a los hombres
corrompidos, a los esqueletos y a los desagradables mutantes.
En
los cielos, Hélen observaba como Kahar y el dragón Snoro atacaban a los
Kiceanos (aquellos con las armaduras medievales que portaban la insignia del
águila) y a los soldados del Oszen (vestidos con armaduras con el oso
incrustado) a través del fuego que expulsaban sus bocas.
La
estatua dorada lidiaba con miles de mutantes y Snoros que yacían sobre su
cuerpo, buscando una manera de penetrar su coraza como si fueran mosquitos.
Grof,
Keila y Nadaya empleaban el arte místico para eliminar a los invasores con
mucha destreza, eran increíbles magos que luchaban en sincronía y sin alejarse
los unos de los otros. No obstante, Nadaya deseaba ir hacia donde estaban los
verdaderos problemas para ayudar a Sony…
Rosa
y Müna abatían soldados con sus respectivas espadas y ambas, aunque apenas se
conocían, se complementaban muy bien.
Rojas,
por su parte, luchaba al lado del Rey Mongot, y de los hermanos Mulón y Urón.
Iki que tenía la voz mucho más gruesa y había crecido en estatura
exponencialmente con tal sólo 14 años, les ordenaba a los arqueros los
movimientos de ataque.
Finegan
manipulaba el metal que se encontraba en la ciudad, Xón era elástico y
aumentaba sus extremidades, Úiaj daba pisotones que causaban pequeños impactos
en la tierra.
Los
mutantes volaban por los aires y se llevaban con ellos a muchos soldados de la
alianza, para devorárselos y estrellarlos contra algún edificio.
Kahar
y el dragón Snoro chocaban con los carteles y derribaban construcciones con sus
abominables cuerpos. Había miles de cuerpos sin vida en los suelos, algunos
devorados, otros asesinados por un arma blanca: soldados, mutantes, esqueletos
y demás, había bajas en ambos bandos.
Los
DOSOS, las criaturas de las Islas Gemelas usaban su telequinesis para elevar
artefactos, rocas pesadas o fragmentos de una calle, para lanzarlos a distancia
o usarlos de escudos. Los VORRJOS, sus contrapartes, los defendían de los
ataques cercanos; todos ellos conformaban un grupo par y se batían a duelo.
Esta
intensa batalla ocurría a un kilómetro de los Elementales contra el Oscuro.
Hariet
tenía el anillo, pero había decidido no utilizarlo, probablemente porque
conocía sus riesgos. Kay y Sony estaban preocupados. ¿Cómo se lo quitarían?
Estaban
cada vez más acorralados por otros quinientos enemigos y el perímetro se veía
acotado. Fix Úrdigan y su ejército de Ryanos aparecieron justo a tiempo para
combatir a los esqueletos, Snoros y mutantes con las habilidades en el Böju,
Rak estaba muy feliz de volverlos a ver.
Fix
los organizó adecuadamente para expandir el perímetro de los Elementales.
Inclusive Hariet se alejó para descansar o eso creyeron…
Una
vez sus soldados establecieron un circuito y combatieron a los soldados, Rak
miró a Fix con orgullo.
-
Lo lograste, niño.
Él
estuvo a punto de responderle hasta que vio a Kay y Sony, quienes lo miraban
con confusión. Estaba petrificado y se quedó mudo.
-
Es un gran fan- les dijo Rak a los JEN cuando notó que el muchacho de piel gris
no se atrevía a hablarles, Kay y Sony levantaron las cejas por la reacción del
joven Ryano.
-
Toda la ayuda es bienvenida- le dijo Kay, sudando.
Fix
asintió con decisión y continuó luchando.
Los
ocho elementales combatieron gustosamente al volver a tener sus poderes. El
fuego rojo y azul quemó vivo a los mutantes, el hielo conformó criaturas que
ayudaron en la batalla; los rayos cayeron de los cielos y hubo explosiones en
la tierra, el viento se vio afectado como si se tratara de un fuerte huracán,
entorpeciendo el vuelo de los mutantes, inclusive de los dragones. La tierra
sufrió un terremoto a causa de Lepra; y Dayas conformó bolas de luces para
enceguecer a sus enemigos. Fismut combatía con su bastón blanco a través de
artes marciales.
Un
bulto salió de la ropa de Fix, era Morris. Miró a Kay y Sony mientras luchaban
y luego a Rak. Fruncía el ceño y saltó, se acercó al Profeta y este lo
reconoció.
-
Te extrañé, viejo amigo- le dijo Rak. Morris asintió y rodeó su cuerpo de
pinchos. Juntos se lanzaron al combate.
-
La estrategia para recuperar los corazones fue gracias a la comunicación mental
con Grof- pensó Sony mientras luchaba- Pero eso no nos servirá para el objetivo
general, Hariet es otra historia. Creo que lo mejor será que reordenemos
nuestras fuerzas.
-
Bien pensado- le dijo Nadaya en su mente. Sony sonrió.
-
¡Tenemos que ir con Finegan y reordenar nuestras fuerzas! – les gritó Sony a
todos.
Rak
lo miró con reproche a la lejanía. Vio que Hariet no veía así que dejó un
cristal escondido entre unos escombros.
Lo
que dijo Sony fue pasando de boca en boca, de pronto, los Ryanos, Fix Úrdigan,
los Elementales, Fismut, Rak y Morris se dirigieron hacia donde estaban las
fuerzas aliadas.
Los
esqueletos y mutantes fueron tras ellos, enloquecidos. Los elementales
establecieron un área mediante los ocho elementos (como un colosal e insólito
escudo) y protegieron a todas las tropas de los ataques.
Fix
se acercó a Rak.
-
Temí lo peor cuando te secuestraron, a estas alturas ya había perdido la
esperanza- le dijo. Rak caminaba con Morris en su hombro.
-
Nunca hay que perder la fe, eso aprendí, muchacho- le respondió.
Kay
y Sony lideraban la caminata delante de todos, dirigiendo por dónde ir. Era
como si todos estuvieran dentro de un túnel. Fix se detuvo a observarlos.
-
Después de todo, sobrevivieron- le comentó Rak- Es muy complejo para que te lo
explique hoy, ni yo lo sabía hasta hace unas horas.
-
Quisiera…
Rak
lo miró.
-
Tú también eres un héroe, Fix, no lo dudes- le dijo Rak con amabilidad y le dio
un cristal verde- Tómalo y úsalo en el momento indicado, tú sabrás cual. Es mi
último regalo.
-
¿Tú último regalo?
-
Es una forma de decir, no te lo tomes tan literal- sonrió Rak.
-
Lo acepto, gracias mentor.
Rak
sintió una electricidad por las venas, era la primera vez que lo llamaban así.
-
Como dije, tú eres mi pupilo, tendrás que heredar algunas cosas que siempre
estuvieron conmigo- Rak sacudió su hombro donde estaba Morris, este ronroneó-
Cuídalo, Fix. Le encanta el queso y las frutas, duerme unas siete veces al día
y es un vago sin escrúpulos- Morris frunció el ceño, ofendido, pero con gracia
y saltó hacia el hombro de Fix.
-
¿Qué harás?
-
Los JEN están preocupados porque Hariet aun no actuó realmente y creo saber por
qué es. Tengo que averiguarlo- miró a Fix con comprensión, quién tensaba el
rostro, preocupado.
-
Estaré bien, no te preocupes, esta no es una despedida.
-
Más te vale- dijo una voz a sus espaldas, era Fismut.
Rak
lanzó una carcajada sin gracia.
-
Fismut, el mago- le mostró la mano a Fix para estrechársela, el Ryano cumplió.
-
Fix Úrdigan.
-
Así que este es tu pupilo, puedo entender por qué te fijaste en él- sonrió
Fismut.
-
Ni una palabra a los JEN, es mi decisión y no quiero que interfieran- habló el
Profeta de un golpe.
-
En esta batalla todos haremos sacrificios, tú ya hiciste demasiados, no es
necesario que…
-
Ahórrate los sermones, mago- gruñó Rak, aunque no fue con rencor- Ya me había
olvidado por qué me resultabas irritable- tomó a Fismut de la mano y le dijo-
Gracias, mago. Gracias por amar a mi hermana como lo hiciste y perdón por haber
sido un obstáculo entre ustedes.
-
Yo…
Rak
desapareció en un santiamén y distintos golpeteos acecharon el túnel de los
Elementales; eran los mutantes, Snoros y los esqueletos parlantes, intentaban
entrar. Aquellos sonidos resonaban con un notable eco y estruendo, los Ryanos
fruncieron el ceño. Los Elementales no prestaron atención y continuaron
caminando, escuchando las indicaciones mentales de Grof, ya que no veían nada.
Por
otro lado, el Profeta apareció entre unos escombros del Obelisco y se escondió
allí, espiando a Hariet.
Rak
notó que el TORQUEM continuaba brillando en el cuello del antagonista y que
aquel personaje miraba el cielo con atención y muchísima pasividad. Fue creando
portales entre fragmentos escondidos, para acercarse más a su ubicación.
Hélen
acababa de aterrizar cerca de Hariet. Rak se mantuvo inmóvil y oyó con
atención.
-
¿Se… encuentra bien? – le preguntó Ella con miedo.
Hariet
le dio la espalda y no le respondió. Debido a una tenue luz de los cielos, Rak
lo pudo comprobar: estaba llorando.
-
¿Qué sentido tiene continuar si la persona que más me importa no está conmigo?
– se preguntó en voz baja. Hélen lo oyó y se atrevió a tomarlo del hombro.
-
Lo que propones, querido, no es algo que todos acepten, pero es lo correcto- le
dijo Ella, Rak se sorprendió de su tenacidad.
Hariet
movió el hombro para que lo soltara y vociferó.
-
¿Por qué no me contaste lo del anillo?
El
ángel de la muerte se quedó muda.
-
Yo…
Hariet
lo reveló y se lo refregó en la cara.
-
¿No te das cuenta de que este anillo es un arma poderosa que podría haber sido
utilizada en mi contra? No te resucité para que seas estúpida y me ocultes
cosas.
Hélen
apretó los dientes, si tenía que morir por su error, lo aceptaba. No obstante,
Hariet la ignoró y suspiró.
-
Sin embargo, tienes razón, Hélen- habló, volviendo a mirar los cielos- Empecé
esta misión por Pedro, pero se convirtió en algo más, se transformó en algo
indiscutidamente necesario. Me supera a mí, a ti, a mi hermano y a todos. Qué
empiece la cuenta regresiva para la reconstrucción…
Hélen
tragó saliva.
-
Seguramente el mago lo sabe y por eso apareció en este momento oportuno, el eclipse está por completarse. Sólo así,
el PRODIGIUM tendrá facilidad para entrar a esta dimensión cuando la leyenda de los universos se cumpla.
Rak
abrió los ojos como platos.
-
¿La leyenda de los universos? – le preguntó Ella.
Hariet
suspiró y le respondió.
-
El sacerdote Meddes me lo contó, era una famosa teoría entre los Inmortales.
Creían que el PRODIGIUM no sólo se encontraba expandiendo el universo sin final
aparente, sino que estaba condenado a no
regresar; y la única forma de revertir esto era mediante un simple eclipse
lunar. El eclipse es el único caso donde las dos dimensiones se alinean,
conformando un vórtice entre ambas, la puerta para que cualquiera entre o
salga. Yo sólo tengo que conducir al caos mediante el TORQUEM hasta aquí.
¿Comprendes? – Hélen asintió dubitativa- En el Zen sólo entró una parte y luego
tuvo que retirarse, porque intentamos esto mismo sin el eclipse. Las capas de
las dimensiones son como cuchillas, si no están alineadas para formar el
agujero, te cortan. Y ese fue el caso.
Rak
tragó saliva.
-
Por eso el desgraciado no actuó…- susurró para sus adentros.
-
¿Y si el PRODIGIUM no quiere entrar a este mundo porque los JEN están vivos? –
le preguntó el ángel.
Hariet
sonrió desquiciadamente y se limpió las lágrimas.
-
No querrá hacerlo, pero lo voy a obligar. ¿Por qué crees que recuperé los
poderes que mi antecesor le cedió a los Narsogs? ¿Por qué crees que me mantuve
al margen de la batalla, esperando el momento indicado para usar el máximo de
mis poderes? – Hariet volvió a alzar el anillo de oro- Y ahora, con este catalizador
de energía, las cosas serán mucho más fáciles…
Estuvo
a punto de colocárselo en el dedo hasta que Rak apareció ante él y gritó: ¡NO!
Hélen
se puso en guardia, las tropas que descansaban se levantaron de un golpe,
Hariet detuvo lo que estaba haciendo y giró la cabeza para observarlo.
-
Profeta… ¿Reconsideraste mi oferta? – le preguntó.
-
Dame ese anillo- le dijo Rak, nervioso y temblando.
Hariet
aumentó la masa de su brazo para ser elástico y ahorcar a Rak desde una
distancia segura, el Profeta chasqueó los dedos y el anillo en la mano del
Único desapareció.
El
Oscuro se dio cuenta de esto y se distrajo; Rak aprovechó para cortarle un
brazo a su enemigo mediante un portal que absorbió la mitad. Se quitó la mano
que lo ahorcaba de encima.
Hariet
gimió del dolor y manipuló la masa de su cuerpo para que los restos volvieran a
conformarle un brazo y una mano común y corriente.
-
Eres muy hábil- le dijo, moviendo todos los dedos de su nueva mano. Después
notó que Rak tenía el anillo de oro entre sus dedos- ¿Por qué no lo usas? Tal
vez tengas oportunidad contra mí…
-
Ya lo hice una vez, dos caras- le contestó- Estuve una semana entera vomitando
sangre, no quiero repetirlo.
Hariet
sonrió con malicia y conformó cuarenta bolas de energía, las de rayos negros y
blancos. Rak se encargó de esquivar cada uno de los ataques mediante una
agilidad estupenda, fue lo único que pudo hacer ya que los portales que creaba
eran inexplicablemente aniquilados cuando colisionaban contra las esferas
energéticas.
Hubo
explosiones y a lo lejos, los sujetos en el túnel mágico los escucharon, sin
saber qué era lo que estaba pasando. Fix temblaba, preocupado por su mentor.
Hélen
miraba a Rak batallar contra Hariet, llena de dudas. Aquellos recuerdos de su
vida pasada estaban ahí presentes, ella era la mayor entre los dos y aunque lo
trataba pésimo, siempre lo había protegido. Lejos de cambiar de opinión, Hélen
prefirió cerrar los ojos y no presenciar el final de aquella pelea.
Rak
se sentía cada vez más débil y no había usado mucho de sus poderes, no entendía
que estaba pasando. Hariet caminó hacia él.
-
¿Cansado, Profeta? – dijo- Mis esferas absorben la energía que las rodea a un
radio de veinte metros…
-
No te cansas de ser un fanfarrón.
-
Ni tú de ser un bufón- le dijo Hariet y volvió a ahorcarlo, desenvainó el tubo
tras su capa carmesí. Rak ya no tenía fuerzas para forjar agujeros, estaba
débil y atontado. Como era de esperar del antagonista, no se detuvo en un
discurso y le arrancó el estómago al Profeta. Luego lo tiró a un lado y Rak
cayó, sangrando de a montones, agonizando. Chasqueó los dedos una última vez, y
a muchos metros de distancia, el cristal verde de Fix comenzó a titilar.
Hariet
se arrodilló ante él, en silencio y le quitó el anillo dorado. Se lo colocó en
el dedo y se sintió grandioso. Volvió a levantarse y el TORQUEM tembló mediante
un destello. El sujeto levantó el brazo y apuntó al cielo.
El
día sufrió un cambio catastrófico; volvieron a aparecer singularidades en los
cielos, pero no eran portales como los que creaba el medallón de bronce, sino…
agujeros negros.
Hélen
finalmente abrió los ojos y apretó los dientes cuando vio a Rak al borde de la
muerte. El viento golpeó su cara y contempló el apocalipsis que su amo traía a
la Tierra.
Del
cielo cayeron miles de meteoritos y una nube naranja y oscura que fue cambiando
su tono a un rojo muy fuerte, cubrió la cúspide del mundo.
Los
Elementales llevaron a Fix y a los Ryanos al lado de las otras tropas aliadas.
El túnel se deshizo, y hasta las fuerzas enemigas se habían retirado para
reordenarse.
Hubo
reencuentros inesperados, pero antes de que esto ocurriera, todos se quedaron
en silencio, boquiabiertos y anonadados (hasta inclusive la estatua de Juan
Jimonte) examinando como el cielo tronaba y parecía pudrirse.
Los
meteoritos que ya habían impactado con la tierra se rodearon de humo y se
desarmaron como caparazones de una sustancia negra y pegajosa, de allí
surgieron seres repugnantes compuestos por brea; eran humanoides de diez metros
de alto y contextura robusta, sin rostro, sólo un casco dorado sobre sus
cabezas y capas fantasmagóricas (demacradas). Hicieron seseos como si fueran
víboras o serpientes y se plasmaron a un lado del Oscuro. Había miles de estos
agentes del caos.
Hariet
forcejeó y un gritó hizo que el mismo cielo temblara. Un rugido de algo que se
resistía a ser domado y a entrar a esta dimensión, cada queja era un trueno que
retumbaba la superficie.
Kay
recordó las lombrices gelatinosas que había descubierto en las instalaciones
secretas del gobierno y se asqueó.
Toda
la masa de las nubes se mezcló con otros pedazos gelatinosos que provenían de
los agujeros negros. Sólo estas entidades eran capaces de aparecer desde allí,
ya que los agujeros provocaban una estrecha fuerza de atracción que absorbía
edificios, calles, autos, individuos y casas.
Finalmente,
todos los materiales que flotaban libremente se condensaron y conformaron un
gigante de 1000 metros, 800 veces más grande que la estatua de Jimonte; su
rostro estaba perdido entre las nubes.
Los
agentes del caos gritaron como muertos vivientes y su líder, el PRODIGIUM se
volvió un ser terrenal, una forma humanoide con manos, brazos, piernas y pies.
Pelado, con dos ojos de fuego y una boca con colmillos. El cuerpo totalmente
gris y negro, como si estuviera compuesto por barro, arcilla, carbón y piedras.
Fismut
se acercó a Kay y Sony, sin apartar la vista de los cielos. Los dos jóvenes
estaban muy preocupados y nadie los culpaba.
-
El Prodigium pasó a su fase final, se convirtió en el devorador de mundos: el Titán Monstruo.
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