jueves, 9 de agosto de 2018

El Valle Oscuro: CAPÍTULO 16.



El Valle Oscuro: CAPÍTULO 16.

- Ese fue el fin de la primera generación de Proetas- concluyó Rak- La llamo “primera generación” porque ustedes me dieron a entender que hubo otro grupo llamado así…

- No quiero sonar despiadado. ¿Pero puedes hacer silencio por una hora o dos? – le dijo Sony con fastidio. Estaban cruzando el puente que se dirigía a LAS TIERRAS INEXPLORADAS del Zen. Habían estado tres días viajando a pie desde el Pantano Ríawey, y desde entonces, Rak no había cerrado la boca.

Lepra, Dayas y Kay yacían adelante, habían aprovechado que Sony le contestaba entrecortadamente para dejarlo sólo con él. El Profeta era el hombre más charlatán que habían conocido en sus vidas y era fácil sentirse saturado por su presencia.   

Rak, a diferencia de los demás, no perdía la voluntad ni la energía para continuar relatando sus historias.

- Y… díganme. ¿Qué buscan en la Fortaleza de Büul? – preguntó al grupo, como si Sony no le hubiera dicho nada.

Lepra y Dayas se miraron, ¿Podían decírselo?

- El medallón de plata- le dijo Kay, dándose vuelta. El resto hizo silencio.

- ¿Y para qué?

- Porque… nos ayudará a derrotar a Hariet, el nuevo Señor Oscuro del que te hablamos.

- ¿Ah sí? – exclamó Rak, entusiasmado- ¿Y qué hace? ¿Para qué funciona?

Kay examinó a sus compañeros, ninguno sabía para que servía realmente.

- Bueno… no lo sabemos.

Rak rió a carcajadas, Morris daba saltitos en su hombro con alegría.

- ¿Todo este peligroso viaje para buscar algo que no saben qué hace?

- Estábamos desesperados- se excusó Sony- Hariet invadió nuestro hogar y nos dejó al borde de la muerte. Por si no lo sabes… yo y él- señaló a Kay- Somos… los JEN, somos las reencarnaciones de Tritán.

Rak cambió completamente de actitud y los examinó con recelo.
- ¿Ustedes…? ¿Los herederos del poder del titán creador? – estaba perplejo- ¡Pero sí son sólo niños! – antes de que pudieran responder, agregó- Así que eso es un JEN. No sabía que los llamaban así. En mi planeta era conocida la historia de los titanes y de la supuesta profecía que crearía a un nuevo héroe (por lo visto: héroes) que derrotaría a los Señores de la Oscuridad. Siempre me parecieron patrañas. Después de todo, nunca aparecieron cuando Büul atacó. ¿Pueden probarlo?

- Tendrás que confiar en nosotros. Tenemos habilidades en específico, sin embargo, viniendo de un guerrero como tú, dudo que te sorprendan- le dijo Kay con algo de ironía.

- Les creo, les creo- le dijo Rak y Morris también asintió.

- ¿Cómo supiste que también somos elementales? – le preguntó Sony.

- Escuché rumores de personas capaces de controlar los elementos de la naturaleza en Zimpat y los otros reinos, supuse que eran ustedes. De tonto sólo tengo la cara, joven- rió falsamente, carraspeó y agregó- A ver… ¿Acaso saben qué es el medallón de plata?

- Uno de los tres artefactos creados por Tritán en el pasado para controlar sus poderes con mayor precisión- le dijo Lepra, como un manual viviente.

- ¿Siempre se comporta así de aburrido? – se burló el Profeta y sólo Morris rió a carcajadas. Lepra apretó los dientes y continuó caminando, observando el horizonte por dónde se desenvolvía el Río Animal (su lado sureste)- Eso es correcto, morenito. Muy pocos conocen dichas reliquias. Si Gargas lo tiene en la Fortaleza de Büul es por algo. Es de esperarse que se propone alguna meta con respecto al medallón, dudo que simplemente lo tenga por trofeo. Oh muchachos… realmente no sé si estaremos esforzándonos para cumplir una misión suicida, sin embargo, quiero ver nuevamente a ese esqueleto paralítico y cortarle las extremidades que le quedan. Vengaré a mi hermana- se apartó hacia uno de los lados del puente para hacer sus necesidades- No me esperen, tardaré.

Los cuatro elementales no sabían si reír o sentirse asqueados con respecto a su nuevo compañero. Aprovecharon para efectuar una pequeña reunión secreta entre ellos mientras avanzaban y Rak quedaba atrás con su peludo compañero.

- ¿Se lo decimos? – preguntó Sony.

- ¿Decirle que su hermana resucitó y ahora es un ser demoníaco y con alas? – dijo Dayas con sarcasmo- No. Por su bien y su estabilidad mental (que no es mucha) es mejor que no lo sepa.

- Querrás decir que no NOS conviene que lo sepa. Tiene mucha información, experiencia y habilidades que nos pueden ser muy útiles- habló Kay con sinceridad.

- Bueno, sí- confesó Dayas, bajando la cabeza.

- Si se entera que Hélen está causando estragos en Zimpat, volverá por ella- dijo Lepra- Sonará cruel, pero mejor no se lo decimos. Concuerdo con el príncipe.

- Dos veces en pocos días, es un récord- sonrió Dayas, Lepra lo ignoró.

Rak no tardó en volver.

- ¿De qué hablaban? – les preguntó.

- Del medallón- exclamó Sony con rapidez- Tienes razón. ¿Pero… qué podemos hacer? El Único nos desterró, nos torturó y nos humilló; masacró a miles y su poder es comparable con el que tú conociste como el Caído. No nos queda otra.

- ¿Qué tanto saben de su enemigo? – preguntó el Profeta, llevándose la mano al mentón. Lepra se preguntó a sí mismo si se había lavado las manos.

- Fue un arqueólogo…- le contó Sony y le relató toda la historia relacionada con los corazones, con Natal y con la conquista de América. Tras veinte minutos, Rak estaba muy pensativo y se acariciaba la barba violeta.

- ¿Por qué defienden la Tierra? ¿Por qué se oponen a su planteo de la sociedad? ¿Y si tiene razón?

- Él… él sólo se está enfocando en lo malo de este mundo- respondió Sony, tomado por sorpresa.

- ¿De verdad lo crees?

- Bueno, el mundo está lleno de injusticias. No puedes resolverlas todas, es imposible.

- Ese Hariet tiene un pensamiento bastante similar a Büul, aunque este último sólo añoraba la destrucción total como un juego macabro. Su Señor Oscuro es algo más… idealista.

- Qué la sociedad tenga sus fallas no le da derecho a decidir sobre la vida de los demás- saltó Kay- Él es un psicópata. Manipuló, mintió y asesinó. Ataca al mundo en donde vivimos por sus tontos caprichos personales.

Dayas y Lepra prestaban atención y mantenían las bocas cerradas.

- Muy interesante- dijo Rak- Su manera de ver las cosas, me sorprende viniendo de chicos de su edad. No obstante… yo creo que están muy enfocados en su vida como criminal y no en su vida como… hombre. Si pudieran conocerlo al detalle, entenderían sus convicciones y tendrían las herramientas para contrarrestarlo. Tal vez… ¡ni siquiera sería necesaria la violencia!

- Si, pero…

- Gyan, el hermano de Fismut. ¿Nunca te enteraste cómo murió o dónde? – le preguntó Kay con rapidez al Profeta.

- No. ¿Por qué?

- Por nada. Simplemente me llama la atención ese hueco en tu historia.

- No lo sé todo, niño- dijo Rak y observó el cielo, había un sol bellísimo alzándose sobre sus cabezas, sin ninguna nube cercana.

- Forasteros, a partir de aquí, haremos silencio- les ordenó Dayas, creando unas espadas de luz- La primera vez que crucé este puente me topé con problemas. Estaba sólo, explorando tierras ajenas y desconocidas.

- ¿Cómo llegaremos a la Fortaleza? – le preguntó Sony- No figura en los mapas.

- Lo que recuerdo son unas montañas picudas- respondió el joven de cabello y barba rubia- Nos toparemos con un valle y lo cruzaremos. Luego siguen unos lagos y finalmente, la entrada al interior de las montañas, dónde yace la guarida. Yo lo llamé “El Valle Oscuro”, simplemente porque mis luces fueron minúsculas a comparación del abismo negro. Síganme y manténganse alertas.

- Con suerte, Gargas y Hariet no habrán vuelto a reencontrarse- pensó Kay- Allí hay otra incógnita. ¿Cómo surgió dicha alianza? – contempló algunas aves volando hacia el oeste y volvió a ensimismarse en sus pensamientos- La tumba de Gyan yace en ese lugar dentro el Mundo Helado. Mis padres estuvieron allí y descubrieron algo… Pero ¿qué? ¿Tendrá que ver con aquellos extraños anillos dorados, catalizadores de energía?

- Concentrados- decretó el guía- Profeta, cuida el camino que dejamos atrás. Kay y Sony los frentes y costados; Lepra, estudia la tierra a tu alrededor para detectar posibles amenazas. Todos síganme.

El grupo se fue alejando del hermoso día soleado hasta toparse con las montañas picudas que conducían a aquel cerrado, terrorífico y oscuro valle.

- Fismut me contó sobre las dos generaciones de Proetas y sobre los tres Señores Oscuros. Sin embargo, nunca mencionó a Rak o a Hélen- pensó Lepra durante el camino, mientras alzaba la mano y cerraba los ojos para analizar el sector. Luego río para sus adentros- ¿Tanto temes que la gente sepa que tienes sentimientos, querido mentor?

El puente y el río quedaron atrás. Había montañas y montañas, sin embargo, Dayas sabía perfectamente por cual de todos los valles tenían que caminar, los demás lo siguieron. Los rayos del sol iluminaban la cima de las montañas y sólo eso, a medida que se adentraban, la oscuridad crecía.

Dayas fusionó las espadas y estas forjaron a un bastón de luz, el cual brillaba en la espesura con dificultad, como si hubiera un hechizo que prohibiera la manifestación de las luces. Un pequeño cauce proveniente del Río Animal se situaba a un lado. Las montañas rocosas cerraban el paso, hasta sólo dejar veinte metros de sendero, el cual descendía hasta la parte más baja del valle: la cuenca.

El sol pareció desaparecer y el día se transformó en noche, y aquello no se debía a la naturalidad del recorrido de la estrella, sino, al ambiente dónde se encontraban.

El grupo obedeció las órdenes de su guía, temían lo peor. Finalmente, Dayas dijo.

- Esta es la entrada al Valle- y señaló una pared rocosa que cerraba el camino; allí yacía la estatua de un sujeto con armadura y las piernas abiertas, bajo sus piernas había un agujero, como la entrada de una cueva.

- Es… Büul- vociferó Rak, anonadado y señalando la estatua. Dayas le pidió que haga silencio. Juntos, se metieron entre las piernas del monumento al segundo Señor Oscuro.

El bastón de Dayas iluminaba pobremente, razón por la cual, Kay encendió sus dedos y Lepra reveló un prisma brillante (que los JEN conocían a la perfección); así, el rango de visibilidad aumentó exponencialmente.

Atravesaron el túnel y salieron por otro agujero, dónde se encontraron con un nuevo puente, sin vallas ni paredes, completamente desnudo y mojado, sobre la superficie de lo que parecía ser otro río. En el cielo había nubes (era de noche), dos lunas y el ambiente estaba rodeado de vapor y niebla, el horizonte era indistinguible, el viento soplaba con ímpetu y muchas olas se rompían en la superficie del puente. Se preguntaron dónde había quedado el sol y el hermoso día.

- Magia, no hay otra explicación- dijo Lepra al contemplar dicha tormenta. A lo lejos, los forasteros vislumbraron dos nuevas montañas y otro valle, este, a diferencia del anterior, llevaba en cada ladera, la figura de un encapuchado.

Atravesaron el puente con dificultad, era resbaladizo y las olas caían en él continuamente. Dayas manipuló las aguas a su antojo, tuvo que desaparecer el bastón de luz con anterioridad, aún le costaba combinar ambos elementos. Razón por la cual, Lepra y Kay fueron los encargados de otorgarle la visión. Sony se tropezó varias veces y fue ayudado por Rak, quién usaba sus agujeros negros para desviar el agua a otros puntos del espacio.
Llegaron al final y atravesaron un segundo túnel, más curvado que el anterior. Al final, se encontraron con otro valle (similar al primero), con el cauce a un lado y con el sendero de veinte metros de ancho. Dayas ya lo sabía, habían regresado por dónde habían venido.

- No se alarmen- les dijo- Hay que recorrer el mismo camino tres veces y llegaremos a destino. Está diseñado para que cualquier viajero que se tope con este lugar, se harte del truco y regrese por donde vino.

- Es una suerte que tú ya lo conozcas- le dijo Sony, Dayas se lo tomó como un cumplido y sonrió unos segundos.

Eso hicieron, recorrieron el valle desolado (con la figura de Büul al final) y la tormenta (con las dos estatuas encapuchadas) tres veces seguidas. Desgraciadamente, volvieron a andar en círculos. Dayas fue inteligente y dedujo que Gargas le había agregado un extra al hechizo, debido a su visita inesperada.

Cuando se toparon (por quinta vez) con el túnel curvado, Kay notó que había una puerta rocosa escondida a la que no le habían prestado atención, se apartó para examinar el terreno.

- No, Kay. Quédate con el resto, no sabemos con qué nos podemos encontrar- le dijo Dayas. Kay asintió y quiso regresar, no obstante, una mano desconocida provino de la puerta, tomó del brazo al JEN y se lo llevó adentro.

- ¡Kay! – gritó Sony y fue tras él.

- ¡Sony, espera! – le dijo Dayas, aunque fue demasiado tarde. Al rato, la puerta también desapareció…


LOS QUE NUNCA SE VAN: 

Kay y Sony aparecieron en una enorme y umbría sala, el piso estaba cristalizado y en él podían ver sus propios reflejos al detalle. Estaba completamente cerrada, sin puertas visibles. También había ventanales inclinados y de colores en la parte superior de las paredes azuladas. Y a su vez, sólo predominaba el silencio.

Cuatro pedestales o bloques yacían formando un cuadrado de diez metros, alrededor de los jóvenes. Se miraron entre ellos, sudando, respirando con rapidez y cierto pánico.

A continuación, cuatro formas de humo comenzaron a modelarse sobre los pedestales hasta conformar siluetas, cuerpos, ropas, colores y artefactos; la mutación continuó hasta que se produjeron cuatro seres humanos.

El pánico creció, mezclado con otros sentimientos que ya habían desarrollado en el pasado. Los cuatro individuos tenían una característica en particular, ojos inexpresivos y ausentes, como espectros.

Kay y Sony intentaron huir, pero no había salida. De allí nadie se iba.

- Son… son… fantasmas- vociferó Sony, muerto de miedo.

Kay apretó los dientes y creó una bola de fuego, se las lanzó a los cuatro “espíritus” y sólo logró atravesarlos como al humo.

- Es una trampa- dijo Kay con determinación- Te encierran junto a los individuos que… más odias.

Y esos cuatro personajes, mudos, lentos y fantasmagóricos, se les acercaron. Eran Dimitrion Curtansen, Miljen Morgán, Minos Jimonte y el sacerdote Meddes.

- No son reales, no lo son- dijo Sony, intentando convencerse a sí mismo.

- Pero ellos sí- señaló Kay y de arriba emergieron veinte estatuas parlantes de dos metros de altura- Deben ser los que protegen la entrada.

A Sony pareció volverle la cordura.

- Odio los fantasmas- dijo y se lanzó al ataque.

Dimitrion les lanzaba sus bolas de fuego azulada, Miljen formaba bloques de hielo, Minos utilizó aquella habilidad para causar hemorragias y Meddes proyectaba rayos destructores. No obstante, no eran reales, sólo eran ilusiones.

Kay intentó controlarse al ver a su letal enemigo, al asesino de su novia. Inhaló y exhaló, sentía una piedra atascada en la garganta, su sola imagen le traía recuerdos de todo lo que había perdido. Se distrajo y Sony lo defendió con su fuerza magnética. Kay volvió en sí y lucho con el resto de las estatuas vivientes (sujetos uniformes compuestos de roca).

Otro hecho ocurrió, un nuevo sujeto cayó del techo.

- ¿Büul? – preguntó Sony, desconcertado.

Aquella imitación del segundo señor oscuro los atacó con su garrote. Sony se encargó de anticipar todos sus ataques mediante la habilidad de vislumbrar el futuro cercano. Kay lo dejó sólo con Büul y fue por las estatuas.
Después de tantos años desarrollando su fuerza e inteligencia, los JEN derrotaron a sus enemigos rápidamente con sus habilidades sobrenaturales (bolas de fuego, olas de lava, fuerzas magnéticas, sogas mágicas, puñetazos de súper fuerza, movimientos elásticos a súper velocidad, etcétera). Sólo quedaron los cuatro espectros de Dimitrion, Miljen, Minos y Meddes. Quiénes seguían atacándolos y de nada servía, parecían hologramas.

Kay y Sony los miraron con detenimiento, cada uno de ellos representaba una determinada etapa de su vida: Dimitrion era el comienzo, Miljen y Minos simbolizaban su acercamiento a Natal; Meddes, por su parte, encarnaba sus males y secretos más oscuros sacados a la luz y usados al provecho del villano.

Ambos pensaron lo mismo:

- Y ahora Hariet… personifica el final del camino.

Finalmente lo entendieron, sin debatirlo entre ellos, Rak tenía razón. Desde Dimitrion hasta Meddes, todos habían sufrido hasta la muerte. ¿Por qué no intentar algo diferente con el último de ellos? ¿Por qué recurrir al asesinato? Si querían derrotar al Único, era necesario conocer TODA su historia, no sólo su viaje a América. ¿Y si… pudieran encontrar aquella respuesta que Hariet estaba buscando? 

En ese momento, creyeron que la mayor debilidad de Hariet no se encontraba en un artefacto mágico, en una espada o en una habilidad mágica súper poderosa, sino… en su familia.      

Y en ese momento, los espectros de sus antiguos enemigos desaparecieron y una puerta se abrió. No lo pensaron dos veces y la atravesaron.

Por causas fabulosas de la magia, aparecieron delante de árboles, arena y flores exóticas, en la orilla de una laguna gigantesca, en plena noche.

El celular de Sony vibró (aún lo tenía en su bolsillo), era una alarma. Sony lo ojeó y sonrió.

- ¿Qué es? – preguntó Kay con distancia.

- Un aviso. Hoy, Natal cumpliría 697 años.

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