El Valle Oscuro: CAPÍTULO 16.
- Ese fue el fin de la primera generación de Proetas- concluyó
Rak- La llamo “primera generación” porque ustedes me dieron a entender que hubo
otro grupo llamado así…
- No quiero sonar despiadado. ¿Pero puedes hacer silencio por una
hora o dos? – le dijo Sony con fastidio. Estaban cruzando el puente que se
dirigía a LAS TIERRAS INEXPLORADAS del Zen. Habían estado tres días viajando a
pie desde el Pantano Ríawey, y desde entonces, Rak no había cerrado la boca.
Lepra, Dayas y Kay yacían adelante, habían aprovechado que Sony le
contestaba entrecortadamente para dejarlo sólo con él. El Profeta era el hombre
más charlatán que habían conocido en sus vidas y era fácil sentirse saturado por
su presencia.
Rak, a diferencia de los demás, no perdía la voluntad ni la
energía para continuar relatando sus historias.
- Y… díganme. ¿Qué buscan en la Fortaleza de Büul? – preguntó al
grupo, como si Sony no le hubiera dicho nada.
Lepra y Dayas se miraron, ¿Podían decírselo?
- El medallón de plata- le dijo Kay, dándose vuelta. El resto hizo
silencio.
- ¿Y para qué?
- Porque… nos ayudará a derrotar a Hariet, el nuevo Señor Oscuro
del que te hablamos.
- ¿Ah sí? – exclamó Rak, entusiasmado- ¿Y qué hace? ¿Para qué
funciona?
Kay examinó a sus compañeros, ninguno sabía para que servía
realmente.
- Bueno… no lo sabemos.
Rak rió a carcajadas, Morris daba saltitos en su hombro con
alegría.
- ¿Todo este peligroso viaje para buscar algo que no saben qué
hace?
- Estábamos desesperados- se excusó Sony- Hariet invadió nuestro
hogar y nos dejó al borde de la muerte. Por si no lo sabes… yo y él- señaló a
Kay- Somos… los JEN, somos las reencarnaciones de Tritán.
Rak cambió completamente de actitud y los examinó con recelo.
- ¿Ustedes…? ¿Los herederos del poder del titán creador? – estaba
perplejo- ¡Pero sí son sólo niños! – antes de que pudieran responder, agregó-
Así que eso es un JEN. No sabía que los llamaban así. En mi planeta era
conocida la historia de los titanes y de la supuesta profecía que crearía a un
nuevo héroe (por lo visto: héroes) que derrotaría a los Señores de la
Oscuridad. Siempre me parecieron patrañas. Después de todo, nunca aparecieron
cuando Büul atacó. ¿Pueden probarlo?
- Tendrás que confiar en nosotros. Tenemos habilidades en
específico, sin embargo, viniendo de un guerrero como tú, dudo que te
sorprendan- le dijo Kay con algo de ironía.
- Les creo, les creo- le dijo Rak y Morris también asintió.
- ¿Cómo supiste que también somos elementales? – le preguntó Sony.
- Escuché rumores de personas capaces de controlar los elementos
de la naturaleza en Zimpat y los otros reinos, supuse que eran ustedes. De
tonto sólo tengo la cara, joven- rió falsamente, carraspeó y agregó- A ver…
¿Acaso saben qué es el medallón de plata?
- Uno de los tres artefactos creados por Tritán en el pasado para
controlar sus poderes con mayor precisión- le dijo Lepra, como un manual
viviente.
- ¿Siempre se comporta así de aburrido? – se burló el Profeta y
sólo Morris rió a carcajadas. Lepra apretó los dientes y continuó caminando,
observando el horizonte por dónde se desenvolvía el Río Animal (su lado
sureste)- Eso es correcto, morenito. Muy pocos conocen dichas reliquias. Si
Gargas lo tiene en la Fortaleza de Büul es por algo. Es de esperarse que se
propone alguna meta con respecto al medallón, dudo que simplemente lo tenga por
trofeo. Oh muchachos… realmente no sé si estaremos esforzándonos para cumplir
una misión suicida, sin embargo, quiero ver nuevamente a ese esqueleto
paralítico y cortarle las extremidades que le quedan. Vengaré a mi hermana- se
apartó hacia uno de los lados del puente para hacer sus necesidades- No me
esperen, tardaré.
Los cuatro elementales no sabían si reír o sentirse asqueados con
respecto a su nuevo compañero. Aprovecharon para efectuar una pequeña reunión
secreta entre ellos mientras avanzaban y Rak quedaba atrás con su peludo
compañero.
- ¿Se lo decimos? – preguntó Sony.
- ¿Decirle que su hermana resucitó y ahora es un ser demoníaco y
con alas? – dijo Dayas con sarcasmo- No. Por su bien y su estabilidad mental
(que no es mucha) es mejor que no lo sepa.
- Querrás decir que no NOS conviene que lo sepa. Tiene mucha
información, experiencia y habilidades que nos pueden ser muy útiles- habló Kay
con sinceridad.
- Bueno, sí- confesó Dayas, bajando la cabeza.
- Si se entera que Hélen está causando estragos en Zimpat, volverá
por ella- dijo Lepra- Sonará cruel, pero mejor no se lo decimos. Concuerdo con
el príncipe.
- Dos veces en pocos días, es un récord- sonrió Dayas, Lepra lo
ignoró.
Rak no tardó en volver.
- ¿De qué hablaban? – les preguntó.
- Del medallón- exclamó Sony con rapidez- Tienes razón. ¿Pero… qué
podemos hacer? El Único nos desterró, nos torturó y nos humilló; masacró a
miles y su poder es comparable con el que tú conociste como el Caído. No nos
queda otra.
- ¿Qué tanto saben de su enemigo? – preguntó el Profeta,
llevándose la mano al mentón. Lepra se preguntó a sí mismo si se había lavado
las manos.
- Fue un arqueólogo…- le contó Sony y le relató toda la historia
relacionada con los corazones, con Natal y con la conquista de América. Tras
veinte minutos, Rak estaba muy pensativo y se acariciaba la barba violeta.
- ¿Por qué defienden la Tierra? ¿Por qué se oponen a su planteo de
la sociedad? ¿Y si tiene razón?
- Él… él sólo se está enfocando en lo malo de este mundo-
respondió Sony, tomado por sorpresa.
- ¿De verdad lo crees?
- Bueno, el mundo está lleno de injusticias. No puedes resolverlas
todas, es imposible.
- Ese Hariet tiene un pensamiento bastante similar a Büul, aunque
este último sólo añoraba la destrucción total como un juego macabro. Su Señor Oscuro es algo más… idealista.
- Qué la sociedad tenga sus fallas no le da derecho a decidir
sobre la vida de los demás- saltó Kay- Él es un psicópata. Manipuló, mintió y
asesinó. Ataca al mundo en donde vivimos por sus tontos caprichos personales.
Dayas y Lepra prestaban atención y mantenían las bocas cerradas.
- Muy interesante- dijo Rak- Su manera de ver las cosas, me sorprende
viniendo de chicos de su edad. No obstante… yo creo que están muy enfocados en
su vida como criminal y no en su vida como… hombre. Si pudieran conocerlo al
detalle, entenderían sus convicciones y tendrían las herramientas para
contrarrestarlo. Tal vez… ¡ni siquiera sería necesaria la violencia!
- Si, pero…
- Gyan, el hermano de Fismut. ¿Nunca te enteraste cómo murió o
dónde? – le preguntó Kay con rapidez al Profeta.
- No. ¿Por qué?
- Por nada. Simplemente me llama la atención ese hueco en tu historia.
- No lo sé todo, niño- dijo Rak y observó el cielo, había un sol
bellísimo alzándose sobre sus cabezas, sin ninguna nube cercana.
- Forasteros, a partir de aquí, haremos silencio- les ordenó
Dayas, creando unas espadas de luz- La primera vez que crucé este puente me
topé con problemas. Estaba sólo, explorando tierras ajenas y desconocidas.
- ¿Cómo llegaremos a la Fortaleza? – le preguntó Sony- No figura
en los mapas.
- Lo que recuerdo son unas montañas picudas- respondió el joven de
cabello y barba rubia- Nos toparemos con un valle y lo cruzaremos. Luego siguen
unos lagos y finalmente, la entrada al interior de las montañas, dónde yace la
guarida. Yo lo llamé “El Valle Oscuro”, simplemente porque mis luces fueron
minúsculas a comparación del abismo negro. Síganme y manténganse alertas.
- Con suerte, Gargas y Hariet no habrán vuelto a reencontrarse-
pensó Kay- Allí hay otra incógnita. ¿Cómo surgió dicha alianza? – contempló
algunas aves volando hacia el oeste y volvió a ensimismarse en sus pensamientos-
La tumba de Gyan yace en ese lugar dentro el Mundo Helado. Mis padres
estuvieron allí y descubrieron algo… Pero ¿qué? ¿Tendrá que ver con aquellos
extraños anillos dorados, catalizadores de energía?
- Concentrados- decretó el guía- Profeta, cuida el camino que
dejamos atrás. Kay y Sony los frentes y costados; Lepra, estudia la tierra a tu
alrededor para detectar posibles amenazas. Todos síganme.
El grupo se fue alejando del hermoso día soleado hasta toparse con
las montañas picudas que conducían a aquel cerrado, terrorífico y oscuro valle.
- Fismut me contó sobre las dos generaciones de Proetas y sobre
los tres Señores Oscuros. Sin embargo, nunca mencionó a Rak o a Hélen- pensó
Lepra durante el camino, mientras alzaba la mano y cerraba los ojos para
analizar el sector. Luego río para sus adentros- ¿Tanto temes que la gente sepa
que tienes sentimientos, querido mentor?
El puente y el río quedaron atrás. Había montañas y montañas, sin
embargo, Dayas sabía perfectamente por cual de todos los valles tenían que
caminar, los demás lo siguieron. Los rayos del sol iluminaban la cima de las
montañas y sólo eso, a medida que se adentraban, la oscuridad crecía.
Dayas fusionó las espadas y estas forjaron a un bastón de luz, el
cual brillaba en la espesura con dificultad, como si hubiera un hechizo que
prohibiera la manifestación de las luces. Un pequeño cauce proveniente del Río
Animal se situaba a un lado. Las montañas rocosas cerraban el paso, hasta sólo
dejar veinte metros de sendero, el cual descendía hasta la parte más baja del
valle: la cuenca.
El sol pareció desaparecer y el día se transformó en noche, y
aquello no se debía a la naturalidad del recorrido de la estrella, sino, al
ambiente dónde se encontraban.
El grupo obedeció las órdenes de su guía, temían lo peor.
Finalmente, Dayas dijo.
- Esta es la entrada al Valle- y señaló una pared rocosa que
cerraba el camino; allí yacía la estatua de un sujeto con armadura y las
piernas abiertas, bajo sus piernas había un agujero, como la entrada de una
cueva.
- Es… Büul- vociferó Rak, anonadado y señalando la estatua. Dayas
le pidió que haga silencio. Juntos, se metieron entre las piernas del monumento
al segundo Señor Oscuro.
El bastón de Dayas iluminaba pobremente, razón por la cual, Kay
encendió sus dedos y Lepra reveló un prisma brillante (que los JEN conocían a
la perfección); así, el rango de visibilidad aumentó exponencialmente.
Atravesaron el túnel y salieron por otro agujero, dónde se
encontraron con un nuevo puente, sin vallas ni paredes, completamente desnudo y
mojado, sobre la superficie de lo que parecía ser otro río. En el cielo había
nubes (era de noche), dos lunas y el ambiente estaba rodeado de vapor y niebla,
el horizonte era indistinguible, el viento soplaba con ímpetu y muchas olas se
rompían en la superficie del puente. Se preguntaron dónde había quedado el sol
y el hermoso día.
- Magia, no hay otra explicación- dijo Lepra al contemplar dicha
tormenta. A lo lejos, los forasteros vislumbraron dos nuevas montañas y otro
valle, este, a diferencia del anterior, llevaba en cada ladera, la figura de un
encapuchado.
Atravesaron el puente con dificultad, era resbaladizo y las olas
caían en él continuamente. Dayas manipuló las aguas a su antojo, tuvo que
desaparecer el bastón de luz con anterioridad, aún le costaba combinar ambos
elementos. Razón por la cual, Lepra y Kay fueron los encargados de otorgarle la
visión. Sony se tropezó varias veces y fue ayudado por Rak, quién usaba sus
agujeros negros para desviar el agua a otros puntos del espacio.
Llegaron al final y atravesaron un segundo túnel, más curvado que
el anterior. Al final, se encontraron con otro valle (similar al primero), con
el cauce a un lado y con el sendero de veinte metros de ancho. Dayas ya lo
sabía, habían regresado por dónde habían venido.
- No se alarmen- les dijo- Hay que recorrer el mismo camino tres
veces y llegaremos a destino. Está diseñado para que cualquier viajero que se
tope con este lugar, se harte del truco y regrese por donde vino.
- Es una suerte que tú ya lo conozcas- le dijo Sony, Dayas se lo
tomó como un cumplido y sonrió unos segundos.
Eso hicieron, recorrieron el valle desolado (con la figura de Büul
al final) y la tormenta (con las dos estatuas encapuchadas) tres veces
seguidas. Desgraciadamente, volvieron a andar en círculos. Dayas fue
inteligente y dedujo que Gargas le había agregado un extra al hechizo, debido a
su visita inesperada.
Cuando se toparon (por quinta vez) con el túnel curvado, Kay notó
que había una puerta rocosa escondida a la que no le habían prestado atención,
se apartó para examinar el terreno.
- No, Kay. Quédate con el resto, no sabemos con qué nos podemos
encontrar- le dijo Dayas. Kay asintió y quiso regresar, no obstante, una mano
desconocida provino de la puerta, tomó del brazo al JEN y se lo llevó adentro.
- ¡Kay! – gritó Sony y fue tras él.
- ¡Sony, espera! – le dijo Dayas, aunque fue demasiado tarde. Al
rato, la puerta también desapareció…
LOS QUE NUNCA SE VAN:
Kay y Sony aparecieron en una enorme y umbría sala, el piso estaba
cristalizado y en él podían ver sus propios reflejos al detalle. Estaba
completamente cerrada, sin puertas visibles. También había ventanales
inclinados y de colores en la parte superior de las paredes azuladas. Y a su
vez, sólo predominaba el silencio.
Cuatro pedestales o bloques yacían formando un cuadrado de diez
metros, alrededor de los jóvenes. Se miraron entre ellos, sudando, respirando
con rapidez y cierto pánico.
A continuación, cuatro formas de humo comenzaron a modelarse sobre
los pedestales hasta conformar siluetas, cuerpos, ropas, colores y artefactos;
la mutación continuó hasta que se produjeron cuatro seres humanos.
El pánico creció, mezclado con otros sentimientos que ya habían
desarrollado en el pasado. Los cuatro individuos tenían una característica en
particular, ojos inexpresivos y ausentes, como espectros.
Kay y Sony intentaron huir, pero no había salida. De allí nadie se
iba.
- Son… son… fantasmas- vociferó Sony, muerto de miedo.
Kay apretó los dientes y creó una bola de fuego, se las lanzó a
los cuatro “espíritus” y sólo logró atravesarlos como al humo.
- Es una trampa- dijo Kay con determinación- Te encierran junto a
los individuos que… más odias.
Y esos cuatro personajes, mudos, lentos y fantasmagóricos, se les
acercaron. Eran Dimitrion Curtansen, Miljen Morgán, Minos Jimonte y el
sacerdote Meddes.
- No son reales, no lo son- dijo Sony, intentando convencerse a sí
mismo.
- Pero ellos sí- señaló Kay y de arriba emergieron veinte estatuas
parlantes de dos metros de altura- Deben ser los que protegen la entrada.
A Sony pareció volverle la cordura.
- Odio los fantasmas- dijo y se lanzó al ataque.
Dimitrion les lanzaba sus bolas de fuego azulada, Miljen formaba
bloques de hielo, Minos utilizó aquella habilidad para causar hemorragias y
Meddes proyectaba rayos destructores. No obstante, no eran reales, sólo eran
ilusiones.
Kay intentó controlarse al ver a su letal enemigo, al asesino de
su novia. Inhaló y exhaló, sentía una piedra atascada en la garganta, su sola
imagen le traía recuerdos de todo lo que había perdido. Se distrajo y Sony lo
defendió con su fuerza magnética. Kay volvió en sí y lucho con el resto de las
estatuas vivientes (sujetos uniformes compuestos de roca).
Otro hecho ocurrió, un nuevo sujeto cayó del techo.
- ¿Büul? – preguntó Sony, desconcertado.
Aquella imitación del segundo señor oscuro los atacó con su
garrote. Sony se encargó de anticipar todos sus ataques mediante la habilidad
de vislumbrar el futuro cercano. Kay lo dejó sólo con Büul y fue por las
estatuas.
Después de tantos años desarrollando su fuerza e inteligencia, los
JEN derrotaron a sus enemigos rápidamente con sus habilidades sobrenaturales
(bolas de fuego, olas de lava, fuerzas magnéticas, sogas mágicas, puñetazos de
súper fuerza, movimientos elásticos a súper velocidad, etcétera). Sólo quedaron
los cuatro espectros de Dimitrion, Miljen, Minos y Meddes. Quiénes seguían
atacándolos y de nada servía, parecían hologramas.
Kay y Sony los miraron con detenimiento, cada uno de ellos
representaba una determinada etapa de su vida: Dimitrion era el comienzo,
Miljen y Minos simbolizaban su acercamiento a Natal; Meddes, por su parte,
encarnaba sus males y secretos más oscuros sacados a la luz y usados al
provecho del villano.
Ambos pensaron lo mismo:
- Y ahora Hariet… personifica el final del camino.
Finalmente lo entendieron, sin debatirlo entre ellos, Rak tenía
razón. Desde Dimitrion hasta Meddes, todos habían sufrido hasta la muerte. ¿Por
qué no intentar algo diferente con el último de ellos? ¿Por qué recurrir al
asesinato? Si querían derrotar al Único, era necesario conocer TODA su
historia, no sólo su viaje a América. ¿Y si… pudieran encontrar aquella
respuesta que Hariet estaba buscando?
En ese momento, creyeron que la mayor debilidad de Hariet no se
encontraba en un artefacto mágico, en una espada o en una habilidad mágica
súper poderosa, sino… en su familia.
Y en ese momento, los espectros de sus antiguos enemigos
desaparecieron y una puerta se abrió. No lo pensaron dos veces y la
atravesaron.
Por causas fabulosas de la magia, aparecieron delante de árboles,
arena y flores exóticas, en la orilla de una laguna gigantesca, en plena noche.
El celular de Sony vibró (aún lo tenía en su bolsillo), era una
alarma. Sony lo ojeó y sonrió.
- ¿Qué es? – preguntó Kay con distancia.
- Un aviso. Hoy, Natal cumpliría 697 años.
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