martes, 20 de diciembre de 2016

Memorias y Muerte: CAPÍTULO 19.



Memorias y Muerte: CAPÍTULO 19.

Todos ellos parecían ciegos y sin capacidad de razonar, como si se guiaran por instintos. No eran todos iguales, sino que algunos sobrepasaban en altura al propio Morgán, otros pesaban doscientos kilos y chorreaban desagradables litros de saliva; varios tenían oscuros cuernos en los caparazones, en las espaldas, las mejillas, las cabezas, las piernas o los brazos; a ninguno le faltaban dientes ni bocas alargadas, cabello blanco y abundante, garras en manos y pies o armas filosas. Determinados individuos tenían los ojos rojos, otros en un color amarillento, verdoso, morado u oscuro; habían sido bestias en el pasado, pero ya no lo eran porque ataron sus almas a la voluntad de un poder inigualable.
‘’ - Narsogs…- repitió la bestia atrapada en el hielo- Esa es una palabra de mi lengua, significa MALDECIDO. ‘’ (…) recordaron los JEN, algunas de las últimas palabras del seguidor de Morgán que este había matado con sus propias manos delante de ellos.
Los monstruos, desagradables y alborotados, comenzaron a producir sonidos graves y resonantes; morían de hambre.   
- Necesitaba de un gran número de almas para resucitar a todo este ejército, por eso envenené las aguas del continente. Bueno, ya se los había dicho…- dijo la firme voz del Redentor- Pensaba recuperar la espada y luego despertarlos de su eterno sueño, pero bueno… los planes cambian. 
Natal apretó los dientes, exhalaba profundamente e intentaba mantener la calma.
- ¿Es este el fin?- preguntó Sony, al borde del quiebre. Sin que se diera cuenta, su herida en los gemelos había comenzado a sanar. 
Tres hombres contra todo un ejército de bestias, criaturas y monstruos. Parecía absurdo intentar pelear, ¿Por qué no buscar la cápsula y huir? Ya habían hecho demasiado, las fuerzas militares podrían encargarse del resto. La cápsula estaba del otro lado del ejército infernal, ninguno de ellos se había dado cuenta. Para escapar tendrían que traspasar sus filas si o si, no había otra manera. Según las historias, los Narsogs habían sido capaces de derrotar a un increíble número de soldados de la edad media en el pasado, dominando gran parte de Europa, lo que curiosamente, la historia no recordaba. ¿Un anciano con dificultad para controlar sus poderes y dos jóvenes sin experiencia, podrían hacer algo contra estos seres? Se preguntó Natal, desesperado.
El Redentor ordenó a sus lacayos que avanzaran, por alguna razón, lo obedecían. La nube verdosa acompañaba a los Narsogs en el trayecto como si fuera un gas tóxico. Natal tomó un aparato pequeño de su bolsillo, parecido a un binocular y con el, fijó su atención en el tatuaje de Morgán (el cual brillaba en intensidad en un tono verdoso).
- Tengo un plan- dijo inmediatamente, las filas de Narsogs ya se dirigían hacia ellos. Kay y Sony, con las miradas fijas en los repugnantes monstruos, indicaron con un gesto para que continuara- Es una hipótesis. Si logramos quitarle el tatuaje que brilla a Morgán, detendremos su control sobre los maldecidos.
Kay fue el primero en dar un paso en frente.
- Yo lo haré, tengo la espada de mi lado. Improvisaré para ver si puedo ayudarlos a combatir a los Narsogs.
Sony dudó, pero se sintió inspirado por su amigo.
- Yo me encargaré de los gigantes de hielo, parecen ser un problema importante.
- Bien, yo voy con los mal nacidos entonces- combinó Natal- Tengan cuidado, son talentosos, jóvenes, fuertes y algún día podrían llegar a superar a todos sus antecesores. ¡Así que… vivan!  
El miedo y la desesperanza no estaban ausentes, de todas formas, los JEN abandonaron su inocencia para convertirse en dos verdaderos hombres y dieron el primer golpe.
Ya habían utilizado mucha energía del corazón, necesitaban descansar, pero aún les quedaba una gran cantidad para emplear.   
Sony colocó las manos en el suelo y un mar de lava se abalanzó sobre la tierra hacia los monstruos. Algunos Narsogs perecieron, otros volaron por los aires mediante alas de distintas formas y tamaños. Kay continuó, alzó la espada y el ataque de Sony se replicó, pero esta vez, la ola de lava cayó desde el cielo y embistió a las criaturas voladoras. Natal, en tercer lugar, agitó los brazos y le quitó el oxigeno a diversos seres. La primera tanda había sido vencida. Los elementales esbozaron una sonrisa que duró medio segundo… TODOS los que parecían haber fallecido, se levantaron, como muertos vivientes y continuaron avanzando. El gran lago que habían creado no era más que agua de pantano para los Narsogs, se hicieron paso entre las espesas olas, rodeados de lava de la cintura para abajo.
- ¡¿Qué clase de abominaciones son estas?!- exclamó Sony, petrificado.
Natal se apresuró y creó un vendaval para impedirles el paso.
- ¡Sony, ve por los gigantes!- le gritó.
Pero Sony no estaba en sus cabales, no después de haber fracasado en el ataque y por otras cosas más…
- ¡Sony!- le gritó Kay. Y finalmente reaccionó- ¡Hazlo!
Sony apretó los dientes y fue a cumplir con su parte del plan; quiso utilizar las alas de la gárgola pero recordó que estaba frente al sol y en caso de que se transformara, aquella parte que mutara se volvería roca debido a que las gárgolas son piedra de día. Corrió hacia otra dirección (en diagonal al lago de lava) y agredió a los gigantes de hielo con bolas de su respectivo elemento.
Kay intentó lanzar algunas bolas de fuego a los Narsogs que avanzaban unánimes hacia el viejo Dick Natal, pero estas no les hacían nada.
- ¡Vete!- le ordenó Natal- Estaré bien, encárgate de Morgán y acaba con esto. Eres el legítimo portador, es tu deber.
- Pero…
- ¡Hazlo!
Kay tragó saliva y le dirigió la mirada a Morgán, quien yacía atrás, acompañado de otra tanda de seres infernales y algunos miembros de La Cruz (a los que se los notaba bastante asustados). Miljen Morgán estaba ansioso por retomar su lucha y se apartó de sus súbditos para combatir uno a uno.   
El Portador y el Redentor se colocaron frente a frente una vez más, decididos a ponerle fin a la divergencia. Miljen portaba su largo cuchillo de hielo, bañado en sangre; el cual se fusionó con el color del tatuaje y se tornó verdoso.
- Antes de empezar… respóndeme. ¿Por qué eres el portador?- le preguntó Morgán al joven Kay.
- Soñé que viajaba en el tiempo al día que tu visitaste el templo por primera vez, no fue mi intensión interponerme, pero estuviste al borde de la muerte y decidí salvarte la vida. En un acto desesperado, tomé la espada y con ella logramos escapar.
- ¿Un… sueño?
- Soy un JEN. Tengo la habilidad de cambiar la realidad a mi semejanza…
Morgán rió.
- Él tenía razón.   
- ¿Quién?
- No es importante. Por lo que deduzco, siempre fuiste el verdadero portador- Morgán apretó los colmillos- Maldito mago, con razón no las quitó… estaba esperando a que la retomaras.
Kay se quedó confundido. ¿Ese mago del que tanto hablaban había sido tan poderoso como para predecir semejante cosa? No había tiempo para sentarse a discutirlo…
- ¡Vas a pagar por haber utilizado a Jessica!- dijo Kay, con los ojos venosos.
- Tan solo me enseñó a manipular las cargas positivas y negativas, y así poder crear un rayo con mis poderes. Creo que ni ella lo entendía muy bien. Yo no la utilicé, ella se ofreció voluntariamente.
Kay, al borde de la cólera, se abalanzó sobre Miljen. Ambos entrechocaron sus espadas y presionaron sobre el otro.
- Cuando nosotros, los elementales, tomamos los corazones, se nos otorgaron muchas habilidades, entre ellas: la inmortalidad... – empezó Miljen durante el enfrentamiento- Casi todos mis compañeros dejaron descendencia, y cuando un elemental engendra un hijo, este hereda sus poderes y así sucesivamente. Por lo tanto, el padre pierde todo el poder que adquirió y su hijo lo recibe. Yo, Dimitrion y Kimhote jamás tuvimos hijos, es por eso que vivimos una gran cantidad de años. Ahora… ¿Crees que un ELEMENTAL PURO va a ser derrotado por un simple receptor que recibió un gran don solo por su sangre?- pausó y reanudó- Hijo, ríndete antes de tiempo. 
- Eso jamás- le respondió Kay. El tatuaje de Morgán le estaba dando más fuerza al arma de hielo que portaba, por esa razón, era capaz de hacerle frente a la espada azteca- Además… no es la primera vez que escucho algo así, y créeme que la persona que lo dijo antes que tú, salió perdiendo.
- Dimitrion fue solo un títere. Siempre lo fue.
- Yo espero que hayas disfrutado de toda esa ‘’inmortalidad’’ porque hoy se acaba. Dimitrion también era un ELEMENTAL PURO y aún así, pereció. 
- Fue un guerrero que no sabía a lo que se enfrentaba. Yo los estudié, detalle tras detalle…
Morgán se apartó de Kay reconociendo que continuando con el duelo, su arma se desvanecería; después de todo, la llamaban ‘’el arma más poderosa’’. Sacudió sus hombros y todos los cuernos que traspasaban su cuerpo, se desprendieron rápidamente y cayeron al suelo, liberándolo de un peso exorbitante. Kay alzó la espada, a la defensiva. Morgán aprovechó su nueva condición y lo atacó; su velocidad había crecido. Kay intentó protegerse con lentos movimientos.
Morgán era un luchador excepcional, a decir verdad, si Kay no poseyera la espada, le sería muy difícil enfrentarlo.
El antagonista giraba y saltaba constantemente, atacando por todos los frentes posibles con su largo cuchillo; disfrutaba aquel momento, como un autentico cazador, ansioso por darle muerte a su enemigo. En un momento, utilizaron sus elementos para combatir: el fuego y el hielo chocaron entre sí durante unos segundos, Kay no tuvo más opción que utilizar la espada para rechazar el ataque. La espada divina, todo lo podía. Kay y Miljen eran concientes de ello.
El joven JEN sabía a la perfección lo que su enemigo intentaría. Miljen, siendo un contrincante muy astuto, buscaría la manera de quebrantar su defensa y de atacarlo sin la protección del arma azteca. Kay pensaba en aprovecharse de ello para contraatacarlo con alguna técnica, pero aún no se le ocurría cual podría ser lo suficientemente efectiva para acabarlo.
Desde lo lejos, Sony y Natal observaron la intensa batalla por unos momentos.
- Tú puedes, Kay- animó Sony para sus adentros. Se había apartado de los Narsogs, en dirección al pueblo cercano en ruinas, los gigantes lo seguían. Natal había creado una ventisca tan grande que inmovilizó a todos los Narsogs durante largo rato, era todo lo que podía hacer, no duró mucho más porque sus fuerzas se debilitaban con facilidad. Para su suerte, eran seres lentos, tardarían en atacarlo cuerpo a cuerpo.   
Sony estaba lleno de resentimiento. A su cabeza se venía ese inmenso dilema en el que su prima se había metido antes de morir, lo enfurecía, el cruel engaño y su inservible muerte. Razón por la cual, combatió como nunca, incluso a Natal le costó seguirle el ritmo. Sony no acostumbraba a la violencia, menos a matar a un ser vivo, sea bueno o malo. En su corta vida había visto a tantos estafadores, ladrones, violadores, psicópatas y homicidas cuando visitaba la cárcel de Nueva York junto a su padre por asuntos de trabajo (a los que a ÉL le gustaba ir), pero aún así, no le había deseado el mal a nadie. Con los Narsogs era diferente (sumada la triste verdad sobre su querida prima), no sentía compasión por ellos y despojarlos de sus desagradables vidas le causaba gusto, algo que en su interior… lo preocupaba; pues, no era parte de su ética como ciudadano, como ser humano… como Sony Dameron. Creía que se estaba dividiendo en dos, la parte salvaje que esas criaturas y el maldito Miljen Morgán habían despertado en él, y el mismo joven estudioso y dedicado que cuando le dijeron lo que era un elemental (a pesar de haber vivido cosas inexplicables) lo tomó por un delirio. Tal vez Natal había pasado por lo mismo cuando era joven y había empezado a utilizar sus poderes, pensó Sony.
Mucho odio había despertado desde la muerte de Jessica, algo incontrolable, como si hablara por sí mismo. No sabía de que se trataba y no fue hasta algunos años después cuando encontró la horrible respuesta
Sin embargo, la idea desapareció repentinamente, se estaba desconcentrando de la batalla; un golpe podría significar la muerte y el fin de los seres humanos.  Todos dependían de él y sus compañeros (aunque no lo supieran) de dejar su moral y de aniquilar a todo ser oscuro que quisiera hacer el mal.
Llevó a los tres gigantes de hielo hacia las ruinas y con sus habilidades, derritió los suelos y creó algunas trampas improvisadas para que cayeran en ellas, lo que resultó exitoso. Los gigantes se vieron atrapados, Sony sabía muy bien que para derrotar el hielo de Morgán necesitaba combinar sus poderes con los de Kay, pero su amigo estaba ocupado, así que se las ingenió para dejarlos fuera de combate. Los gigantes estaban aprisionados de cintura para abajo, solo se podían ver del torso hacia arriba. Sony fue a ayudar a Natal inmediatamente. 
Mientras tanto, Kay Montarnen y Miljen Morgán batallaban con imponente tenacidad, el Redentor no permitía que el JEN lo tocara y su ataque presionaba cada vez más sobre su defensa. Con éxito, Morgán le dañó el brazo derecho, el reflejo hizo que Kay soltara la espada y esta cayó atascada en la tierra.  
- Padre e hijo, igual de débiles- dijo Morgán entre dientes, rodeándolo- ¿Qué diría el gran Frank Montarnen al ver a su único hijo morir de esta forma? ¡Tan honrosamente, como ÉL decía!  
Kay se sentó de rodillas en la espesa tierra, inhalando y exhalando con dificultad, traspirando de pies a cabeza.
- ¿Qué me dices, joven elemental?- se burló Morgán- ¿Ahora lo comprendes? No eres rival para mí, nunca lo serás. Frank lo sabía, más que nadie.  
- Me llama profundamente la atención como nombras a mi padre- dijo Kay entre suspiros, mirándolo directamente a los ojos- Hablas de él…- Kay se levantó sujetándose el brazo lastimado- … cómo si lo hubieras conocido.
Morgán aprovechó a su enemigo débil, desarmado, indefenso y exhausto para finalmente vencerlo con una estocada, pero Kay lo sorprendió y cuando lo tuvo lo suficientemente cerca, se apresuró en introducir la yema de los dedos: índice y medio, de la mano de su brazo sano (el izquierdo) en la frente del Redentor, tuvo que levantarse con firmeza ya que Morgán era mucho más alto que él. Morgán se quedó inmóvil, no pudo hacer nada. Kay estaba invadiendo sobre sus memorias. 


MEMORIA 1:

‘’- Mi amor, José ya está aquí- llamó la voz de una mujer desde la cocina.
- Allá voy, Giselle. Dile que espere…- Frank terminó de acomodar los papeles de su escritorio y fue hacia la puerta. Allí, esperaba José Morgán (antes de volverse Miljen Morgán) vestido de traje, con un aspecto bastante humano, con una sonrisa de oreja a oreja. Se abrazaron y Frank lo invitó a pasar. Fueron hacia el comedor, un niño jugaba con unos bloques de madera a un costado de la cocina.
- Ulises, ven aquí, saluda al tío José- el chico se acercó de mala gana, se apresuró en darle un beso en el cachete y huyó para continuar jugando- Este chiquillo es terrible- comentó Frank mientras lo observaba marcharse.   
- Al final de cuentas, el rol de padre no te sentó mal, eh amigo- rió José mientras observaba el extraño collar de su amigo (múltiples líneas alrededor de un círculo unidas por un único punto)- Te casaste hace solo un año y te hiciste cargo de un hijo que no es tuyo, te admiro.
- Biológicamente no es mío… pero ¿sabes? Yo ya siento que si. Giselle me dijo hace unos días que está volviendo a comportarse normalmente, desde que falleció su padre cinco años atrás cortó comunicación con el resto del mundo. Venir aquí lo calmó. Igual creo que…
- ¿Qué edad tiene el chico?- interrumpió Morgán.
- Ocho años- respondió Frank, los ojos le brillaban, podría ser la conversación o el fuerte sol que enfocaba todo su esplendor en las ventanas de la cocina- Sabes que creo que con la llegada de su hermanito empezó a comportarse de distinta manera. Duerme todo el tiempo con la madre y le acaricia la panza, preguntando innumerables veces cuando tendrá la oportunidad de conocerlo. 
- Tu sangre… ¿sabes lo que eso significa, no?
- Por supuesto, mi amigo. Ya empecé a tener fallas en mis… habilidades. Calculo que para cuando el bebe nazca, desaparecerán por completo. ¡Es gracioso!- exclamó- ¡El hijo de Nicolas también se aproxima! Ojala puedan llevarse bien, tanto como Nicolas y yo. No es ninguna presión, pero bueno… a todo el mundo le gustaría que los hijos de tus amigos se lleven con los tuyos.
- ¡La verdad que si!- José le devolvió la sonrisa.
- El próximo mes, es decir, en mayo iremos a la Isla Tanque para negociar el proyecto del que te había hablado. Uno en donde los elementales puedan ser considerados héroes. Temo que voy a dejarle esa gran responsabilidad a mi futuro hijo…  
- Hasta ahora no he visto algo que desees y que no se cumpla- sonrió Morgán, pero al instante sintió un fuerte dolor en el brazo derecho y se le escapó un alarido.
-  ¿Te encuentras bien? Voy a buscarte un vaso de agua…  
- No, no. Estoy bien. Mejor me voy. Debe ser la resaca- sonrió forzosamente.
- ¿Estas seguro? No te veo en condiciones de volver.
- Llevo siglos de vida, me extraña, viejo amigo. He pasado por cosas peores.
- Muy bien, te dejo ir, ya que no quieres dejarte ayudar- dijo Frank con sarcasmo.  
- Perdóname, prefiero marcharme. Además… mi mujer me espera.
- ¿Cómo está ella?- preguntó Frank, con la mirada fruncida.
- Mejor…- mintió José, apenado.
En señal de interrupción, Morgán hizo un gran esfuerzo para levantarse de la silla, Frank lo ayudó en todo momento para que llegara a su automóvil, un viejo Peugeot. José encendió el motor y abrió la ventanilla.    
- Cuídate- le dijo.
- Lo mismo digo- contestó Frank. Morgán puso primera y unos segundos antes de soltar el embrague se dirigió nuevamente a su amigo.
- A propósito, ¿Ya le pensaron un nombre al chico?
- Si, Giselle lo sacó de un superhéroe que ve Ulises en la tele, le encanta. Se va a llamar… Kay.
- Kay…- repitió José- Bonito nombre.
- ¿Tu crees? A mi mucho no me convence, pero bueno, no se me ocurre ningún otro.
- Será un gran chico, tendrá un padre y una madre ejemplar.
- Gracias por el cumplido. Ahora vete a descansar, lo necesitas. Maneja con cuidado y mándale nuestros saludos a Gloria. Pronto iremos a visitarla.  
- Lo haré, tu cuida de tus hijos y de tu esposa. El pequeño Kay tendrá mucho por...
- Si, es lo que temo José, temo por lo que le tocará vivir.
- ¡Es un Montarnen! ¡Por dios! ¡Un descendiente de un linaje inquebrantable! Envidio a mi antepasado por la hermosa familia que fue formando generación tras generación.
- Eres un bonachón- se despidió Frank y volvió a la casa. Morgán subió la ventanilla, puso el auto en movimiento, segunda y aceleró.
La esposa de Frank, Giselle (madre de Ulises y de Kay) acababa de salir, llevaba un vestido amarillo y blanco, su panza (de solo un mes) aún no presentaba cambios, pelo atado, su piel era morena y blanca a la vez.
- ¿Ya se fue? No tuve la oportunidad de saludarlo.
- Ya sabes como es José, siempre anda ocupado. ‘’

MEMORIA 2:
Un año después…

‘’- Tus seguidores me dijeron su paradero. Ya estoy listo. ¿Qué es lo que quieres?
- Ve y destrúyelos. No debe quedar nadie con vida. Un solo fracaso puede significar el fin de todo lo que conocemos, ¿Me entiendes?
- José, ¿Para tanto es? No puedo terminar con la vida de una familia así como así. Son parte del linaje de los elementales…
- Mi nombre es Miljen, no José- lo corrigió- ¡Y no son inocentes! Nos traicionaron. Si los dejas vivir, serán terribles las consecuencias. Adelante Dimitrion, el gran mago te lo ordena.
- Yo no creo que el gran mago…
- ¡EL GRAN MAGO TE LO ORDENA!
Ambos individuos se encontraban en una habitación abandonada y muy oscura, Miljen yacía de espaldas (vestido con una gran túnica escarlata) acariciándose el brazo derecho, donde se encontraba tatuada una figura que el otro ser no lograba divisar con total claridad. Dimitron lo miraba con atención, este personaje era muy distinto al Dimitron que Kay y Sony habían conocido en el 2225, aquel hombre era un viajero que seguía ordenes de una fuerza mucho mayor que la suya, y que él creía que hacía el bien.
- Escucha Morgán, te hice caso cuando fuimos a aquella isla política para impedir no se que cosa y salió mal, nos enfrentamos a dos de los nuestros, los cuales tu tildas de traidores y sirvientes a la oscuridad. No tengo porque seguir lo que te propones, me cuesta creerte. Hace mucho tiempo que no nos vemos y me vienes con todo esto.
- Si el día de mañana el mundo se encuentra perdido, quien enfrentará la gran cólera de Fismut, serás tú, no yo- respondió Morgán, aún de espaldas- Además… son los culpables de la muerte de Gloria.
Dimitrion lanzó un alarido de tristeza, se contuvo, meditó y finalmente dijo:
- Dime entonces, ¿Qué debo hacer?- Miljen sonrió complacido.
- Ve hacia la casa que se encuentra entre las calles: 23 y Salvador, que parezca una falla del sistema de gas, mátalos a TODOS. ¡Mata a todos los Montarnen! 
Dimitrion se levantó, aún no convencido y fue a cumplir su cometido…’’

Kay se alejó de Miljen, anonadado. Una mezcla de angustia, furia, tristeza y odio cubrió su corazón. Morgán recuperó el aliento, aquel episodio lo había petrificado. 
- Sin duda… las habilidades de un JEN son extraordinarias- pensó.    
- ¡Tú los mataste…!- Kay fue incrementando el nivel de voz, de volumen y de perdida de la cordura en cuestión de segundos- ¡FUISTE EL VERDADERO ASESINO DE MI FAMILIA! ¡DE MI HERMANASTRO! ¡DE MI MADRE! ¡DE MI… PADRE!- Kay se echó a llorar desconsoladamente- LOS TRAICIONASTE, A TODOS ELLOS. ¿POR QUÉ? ¡¿POR QUÉ LO HICISTE?!
- Te equivocas, joven Montarnen. A TODOS NO…- un sonido rápido y sólido se escuchó inmediatamente. No fue hasta entonces que Kay se percató de la espada que acababa de atravesar su estómago, atravesándole la carne y las fibras del cuerpo, la terrible hemorragia fue inminente. El arma homicida había sido su propia espada, la espada divina, Miljen la había tomado sin que se diera cuenta y en su descuido aprovechó para utilizarla en su contra- ME FALTABA UNO- completó la frase, el desdichado.   

- HIJO DE P…- dijo Kay antes de caer al suelo… muerto. 

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