Memorias y
Muerte: CAPÍTULO 19.
Todos
ellos parecían ciegos y sin capacidad de razonar, como si se guiaran por
instintos. No eran todos iguales, sino que algunos sobrepasaban en altura al
propio Morgán, otros pesaban doscientos kilos y chorreaban desagradables litros
de saliva; varios tenían oscuros cuernos en los caparazones, en las espaldas,
las mejillas, las cabezas, las piernas o los brazos; a ninguno le faltaban
dientes ni bocas alargadas, cabello blanco y abundante, garras en manos y pies o
armas filosas. Determinados individuos tenían los ojos rojos, otros en un color
amarillento, verdoso, morado u oscuro; habían sido bestias en el pasado, pero
ya no lo eran porque ataron sus almas a la voluntad de un poder inigualable.
‘’
- Narsogs…- repitió la bestia atrapada en
el hielo- Esa es una palabra de mi lengua, significa MALDECIDO. ‘’
(…) recordaron los JEN, algunas de las últimas palabras del seguidor de Morgán
que este había matado con sus propias manos delante de ellos.
Los
monstruos, desagradables y alborotados, comenzaron a producir sonidos graves y
resonantes; morían de hambre.
-
Necesitaba de un gran número de almas para resucitar a todo este ejército, por
eso envenené las aguas del continente. Bueno, ya se los había dicho…- dijo la
firme voz del Redentor- Pensaba recuperar la espada y luego despertarlos de su
eterno sueño, pero bueno… los planes cambian.
Natal
apretó los dientes, exhalaba profundamente e intentaba mantener la calma.
-
¿Es este el fin?- preguntó Sony, al borde del quiebre. Sin que se diera cuenta,
su herida en los gemelos había comenzado a sanar.
Tres
hombres contra todo un ejército de bestias, criaturas y monstruos. Parecía
absurdo intentar pelear, ¿Por qué no buscar la cápsula y huir? Ya habían hecho
demasiado, las fuerzas militares podrían encargarse del resto. La cápsula
estaba del otro lado del ejército infernal, ninguno de ellos se había dado
cuenta. Para escapar tendrían que traspasar sus filas si o si, no había otra
manera. Según las historias, los Narsogs habían sido capaces de derrotar a un
increíble número de soldados de la edad media en el pasado, dominando gran
parte de Europa, lo que curiosamente, la historia no recordaba. ¿Un anciano con
dificultad para controlar sus poderes y dos jóvenes sin experiencia, podrían
hacer algo contra estos seres? Se preguntó Natal, desesperado.
El
Redentor ordenó a sus lacayos que avanzaran, por alguna razón, lo obedecían. La
nube verdosa acompañaba a los Narsogs en el trayecto como si fuera un gas
tóxico. Natal tomó un aparato pequeño de su bolsillo, parecido a un binocular y
con el, fijó su atención en el tatuaje de Morgán (el cual brillaba en
intensidad en un tono verdoso).
-
Tengo un plan- dijo inmediatamente, las filas de Narsogs ya se dirigían hacia
ellos. Kay y Sony, con las miradas fijas en los repugnantes monstruos,
indicaron con un gesto para que continuara- Es una hipótesis. Si logramos
quitarle el tatuaje que brilla a Morgán, detendremos su control sobre los
maldecidos.
Kay
fue el primero en dar un paso en frente.
-
Yo lo haré, tengo la espada de mi lado. Improvisaré para ver si puedo ayudarlos
a combatir a los Narsogs.
Sony
dudó, pero se sintió inspirado por su amigo.
-
Yo me encargaré de los gigantes de hielo, parecen ser un problema importante.
-
Bien, yo voy con los mal nacidos entonces- combinó Natal- Tengan cuidado, son
talentosos, jóvenes, fuertes y algún día podrían llegar a superar a todos sus
antecesores. ¡Así que… vivan!
El
miedo y la desesperanza no estaban ausentes, de todas formas, los JEN abandonaron
su inocencia para convertirse en dos verdaderos hombres y dieron el primer
golpe.
Ya
habían utilizado mucha energía del corazón, necesitaban descansar, pero aún les
quedaba una gran cantidad para emplear.
Sony
colocó las manos en el suelo y un mar de lava se abalanzó sobre la tierra hacia
los monstruos. Algunos Narsogs perecieron, otros volaron por los aires mediante
alas de distintas formas y tamaños. Kay continuó, alzó la espada y el ataque de
Sony se replicó, pero esta vez, la ola de lava cayó desde el cielo y embistió a
las criaturas voladoras. Natal, en tercer lugar, agitó los brazos y le quitó el
oxigeno a diversos seres. La primera tanda había sido vencida. Los elementales
esbozaron una sonrisa que duró medio segundo… TODOS los que parecían haber
fallecido, se levantaron, como muertos vivientes y continuaron avanzando. El
gran lago que habían creado no era más que agua de pantano para los Narsogs, se
hicieron paso entre las espesas olas, rodeados de lava de la cintura para
abajo.
-
¡¿Qué clase de abominaciones son estas?!- exclamó Sony, petrificado.
Natal
se apresuró y creó un vendaval para impedirles el paso.
-
¡Sony, ve por los gigantes!- le gritó.
Pero
Sony no estaba en sus cabales, no después de haber fracasado en el ataque y por
otras cosas más…
-
¡Sony!- le gritó Kay. Y finalmente reaccionó- ¡Hazlo!
Sony
apretó los dientes y fue a cumplir con su parte del plan; quiso utilizar las
alas de la gárgola pero recordó que estaba frente al sol y en caso de que se
transformara, aquella parte que mutara se volvería roca debido a que las
gárgolas son piedra de día. Corrió hacia otra dirección (en diagonal al lago de
lava) y agredió a los gigantes de hielo con bolas de su respectivo elemento.
Kay
intentó lanzar algunas bolas de fuego a los Narsogs que avanzaban unánimes
hacia el viejo Dick Natal, pero estas no les hacían nada.
-
¡Vete!- le ordenó Natal- Estaré bien, encárgate de Morgán y acaba con esto.
Eres el legítimo portador, es tu deber.
-
Pero…
-
¡Hazlo!
Kay
tragó saliva y le dirigió la mirada a Morgán, quien yacía atrás, acompañado de
otra tanda de seres infernales y algunos miembros de La Cruz (a los que se los
notaba bastante asustados). Miljen Morgán estaba ansioso por retomar su lucha y
se apartó de sus súbditos para combatir uno a uno.
El
Portador y el Redentor se colocaron frente a frente una vez más, decididos a
ponerle fin a la divergencia. Miljen portaba su largo cuchillo de hielo, bañado
en sangre; el cual se fusionó con el color del tatuaje y se tornó verdoso.
-
Antes de empezar… respóndeme. ¿Por qué eres el portador?- le preguntó Morgán al
joven Kay.
-
Soñé que viajaba en el tiempo al día que tu visitaste el templo por primera
vez, no fue mi intensión interponerme, pero estuviste al borde de la muerte y
decidí salvarte la vida. En un acto desesperado, tomé la espada y con ella
logramos escapar.
-
¿Un… sueño?
-
Soy un JEN. Tengo la habilidad de cambiar la realidad a mi semejanza…
Morgán
rió.
-
Él tenía razón.
-
¿Quién?
-
No es importante. Por lo que deduzco, siempre fuiste el verdadero portador-
Morgán apretó los colmillos- Maldito mago, con razón no las quitó… estaba
esperando a que la retomaras.
Kay
se quedó confundido. ¿Ese mago del que tanto hablaban había sido tan poderoso
como para predecir semejante cosa? No había tiempo para sentarse a discutirlo…
-
¡Vas a pagar por haber utilizado a Jessica!- dijo Kay, con los ojos venosos.
-
Tan solo me enseñó a manipular las cargas positivas y negativas, y así poder
crear un rayo con mis poderes. Creo que ni ella lo entendía muy bien. Yo no la
utilicé, ella se ofreció voluntariamente.
Kay,
al borde de la cólera, se abalanzó sobre Miljen. Ambos entrechocaron sus
espadas y presionaron sobre el otro.
-
Cuando nosotros, los elementales, tomamos los corazones, se nos otorgaron muchas
habilidades, entre ellas: la inmortalidad... – empezó Miljen durante el
enfrentamiento- Casi todos mis compañeros dejaron descendencia, y cuando un
elemental engendra un hijo, este hereda sus poderes y así sucesivamente.
Por lo tanto, el padre pierde todo el poder que adquirió y su hijo lo recibe.
Yo, Dimitrion y Kimhote jamás tuvimos hijos, es por eso que vivimos una gran
cantidad de años. Ahora… ¿Crees que un ELEMENTAL PURO va a ser derrotado por un
simple receptor que recibió un gran don solo por su sangre?- pausó y reanudó-
Hijo, ríndete antes de tiempo.
-
Eso jamás- le respondió Kay. El tatuaje de Morgán le estaba dando más fuerza al
arma de hielo que portaba, por esa razón, era capaz de hacerle frente a la
espada azteca- Además… no es la primera vez que escucho algo así, y créeme que
la persona que lo dijo antes que tú, salió perdiendo.
-
Dimitrion fue solo un títere. Siempre lo fue.
-
Yo espero que hayas disfrutado de toda esa ‘’inmortalidad’’ porque hoy se
acaba. Dimitrion también era un ELEMENTAL PURO y aún así, pereció.
-
Fue un guerrero que no sabía a lo que se enfrentaba. Yo los estudié, detalle
tras detalle…
Morgán
se apartó de Kay reconociendo que continuando con el duelo, su arma se
desvanecería; después de todo, la llamaban ‘’el arma más poderosa’’. Sacudió
sus hombros y todos los cuernos que traspasaban su cuerpo, se desprendieron
rápidamente y cayeron al suelo, liberándolo de un peso exorbitante. Kay alzó la
espada, a la defensiva. Morgán aprovechó su nueva condición y lo atacó; su
velocidad había crecido. Kay intentó protegerse con lentos movimientos.
Morgán
era un luchador excepcional, a decir verdad, si Kay no poseyera la espada, le
sería muy difícil enfrentarlo.
El
antagonista giraba y saltaba constantemente, atacando por todos los frentes
posibles con su largo cuchillo; disfrutaba aquel momento, como un autentico
cazador, ansioso por darle muerte a su enemigo. En un momento, utilizaron sus
elementos para combatir: el fuego y el hielo chocaron entre sí durante unos
segundos, Kay no tuvo más opción que utilizar la espada para rechazar el
ataque. La espada divina, todo lo podía. Kay y Miljen eran concientes de ello.
El
joven JEN sabía a la perfección lo que su enemigo intentaría. Miljen, siendo un
contrincante muy astuto, buscaría la manera de quebrantar su defensa y de
atacarlo sin la protección del arma azteca. Kay pensaba en aprovecharse de ello
para contraatacarlo con alguna técnica, pero aún no se le ocurría cual podría
ser lo suficientemente efectiva para acabarlo.
Desde
lo lejos, Sony y Natal observaron la intensa batalla por unos momentos.
-
Tú puedes, Kay- animó Sony para sus adentros. Se había apartado de los Narsogs,
en dirección al pueblo cercano en ruinas, los gigantes lo seguían. Natal había
creado una ventisca tan grande que inmovilizó a todos los Narsogs durante largo
rato, era todo lo que podía hacer, no duró mucho más porque sus fuerzas se
debilitaban con facilidad. Para su suerte, eran seres lentos, tardarían en
atacarlo cuerpo a cuerpo.
Sony
estaba lleno de resentimiento. A su cabeza se venía ese inmenso dilema en el
que su prima se había metido antes de morir, lo enfurecía, el cruel engaño y su
inservible muerte. Razón por la cual, combatió como nunca, incluso a Natal le
costó seguirle el ritmo. Sony no acostumbraba a la violencia, menos a matar a
un ser vivo, sea bueno o malo. En su corta vida había visto a tantos
estafadores, ladrones, violadores, psicópatas y homicidas cuando visitaba la
cárcel de Nueva York junto a su padre por asuntos de trabajo (a los que a ÉL le
gustaba ir), pero aún así, no le había deseado el mal a nadie. Con los Narsogs
era diferente (sumada la triste verdad sobre su querida prima), no sentía
compasión por ellos y despojarlos de sus desagradables vidas le causaba gusto,
algo que en su interior… lo preocupaba; pues, no era parte de su ética como
ciudadano, como ser humano… como Sony Dameron. Creía que se estaba dividiendo
en dos, la parte salvaje que esas criaturas y el maldito Miljen Morgán habían
despertado en él, y el mismo joven estudioso y dedicado que cuando le dijeron
lo que era un elemental (a pesar de haber vivido cosas inexplicables) lo tomó
por un delirio. Tal vez Natal había pasado por lo mismo cuando era joven y
había empezado a utilizar sus poderes, pensó Sony.
Mucho
odio había despertado desde la muerte
de Jessica, algo incontrolable, como
si hablara por sí mismo. No sabía de que se trataba y no fue hasta
algunos años después cuando encontró la horrible respuesta…
Sin
embargo, la idea desapareció repentinamente, se estaba desconcentrando de la
batalla; un golpe podría significar la muerte y el fin de los seres humanos. Todos dependían de él y sus compañeros (aunque
no lo supieran) de dejar su moral y de aniquilar a todo ser oscuro que quisiera
hacer el mal.
Llevó
a los tres gigantes de hielo hacia las ruinas y con sus habilidades, derritió
los suelos y creó algunas trampas improvisadas para que cayeran en ellas, lo
que resultó exitoso. Los gigantes se vieron atrapados, Sony sabía muy bien que
para derrotar el hielo de Morgán necesitaba combinar sus poderes con los de
Kay, pero su amigo estaba ocupado, así que se las ingenió para dejarlos fuera
de combate. Los gigantes estaban aprisionados de cintura para abajo, solo se
podían ver del torso hacia arriba. Sony fue a ayudar a Natal
inmediatamente.
Mientras
tanto, Kay Montarnen y Miljen Morgán batallaban con imponente tenacidad, el
Redentor no permitía que el JEN lo tocara y su ataque presionaba cada vez más
sobre su defensa. Con éxito, Morgán le dañó el brazo derecho, el reflejo hizo
que Kay soltara la espada y esta cayó atascada en la tierra.
-
Padre e hijo, igual de débiles- dijo Morgán entre dientes, rodeándolo- ¿Qué
diría el gran Frank Montarnen al ver a su único hijo morir de esta forma? ¡Tan honrosamente, como ÉL decía!
Kay
se sentó de rodillas en la espesa tierra, inhalando y exhalando con dificultad,
traspirando de pies a cabeza.
-
¿Qué me dices, joven elemental?- se burló Morgán- ¿Ahora lo comprendes? No eres
rival para mí, nunca lo serás. Frank lo sabía, más que nadie.
-
Me llama profundamente la atención como nombras a mi padre- dijo Kay entre
suspiros, mirándolo directamente a los ojos- Hablas de él…- Kay se levantó
sujetándose el brazo lastimado- … cómo si
lo hubieras conocido.
Morgán
aprovechó a su enemigo débil, desarmado, indefenso y exhausto para finalmente
vencerlo con una estocada, pero Kay lo sorprendió y cuando lo tuvo lo
suficientemente cerca, se apresuró en introducir la yema de los dedos: índice y
medio, de la mano de su brazo sano (el izquierdo) en la frente del Redentor,
tuvo que levantarse con firmeza ya que Morgán era mucho más alto que él. Morgán
se quedó inmóvil, no pudo hacer nada. Kay estaba invadiendo sobre sus
memorias.
MEMORIA 1:
‘’- Mi amor, José ya está aquí- llamó la voz de una
mujer desde la cocina.
- Allá voy, Giselle. Dile que espere…- Frank terminó
de acomodar los papeles de su escritorio y fue hacia la puerta. Allí, esperaba
José Morgán (antes de volverse Miljen Morgán) vestido de traje, con un aspecto
bastante humano, con una sonrisa de oreja a oreja. Se abrazaron y Frank lo
invitó a pasar. Fueron hacia el comedor, un niño jugaba con unos bloques de
madera a un costado de la cocina.
- Ulises, ven aquí, saluda al tío José- el chico se
acercó de mala gana, se apresuró en darle un beso en el cachete y huyó para
continuar jugando- Este chiquillo es terrible- comentó Frank mientras lo
observaba marcharse.
- Al final de cuentas, el rol de padre no te sentó
mal, eh amigo- rió José mientras observaba el extraño collar de su amigo
(múltiples líneas alrededor de un
círculo unidas por un único punto)- Te casaste hace solo un año y te
hiciste cargo de un hijo que no es tuyo, te admiro.
- Biológicamente no es mío… pero ¿sabes? Yo ya siento
que si. Giselle me dijo hace unos días que está volviendo a comportarse
normalmente, desde que falleció su padre cinco años atrás cortó comunicación
con el resto del mundo. Venir aquí lo calmó. Igual creo que…
- ¿Qué edad tiene el chico?- interrumpió Morgán.
- Ocho años- respondió Frank, los ojos le brillaban,
podría ser la conversación o el fuerte sol que enfocaba todo su esplendor en
las ventanas de la cocina- Sabes que creo que con la llegada de su hermanito
empezó a comportarse de distinta manera. Duerme todo el tiempo con la madre y
le acaricia la panza, preguntando innumerables veces cuando tendrá la
oportunidad de conocerlo.
- Tu sangre… ¿sabes lo que eso significa, no?
- Por supuesto, mi amigo. Ya empecé a tener fallas en
mis… habilidades. Calculo que para cuando el bebe nazca, desaparecerán por
completo. ¡Es gracioso!- exclamó- ¡El hijo de Nicolas también se aproxima!
Ojala puedan llevarse bien, tanto como Nicolas y yo. No es ninguna presión,
pero bueno… a todo el mundo le gustaría que los hijos de tus amigos se lleven
con los tuyos.
- ¡La verdad que si!- José le devolvió la sonrisa.
- El próximo mes, es decir, en mayo iremos a la Isla Tanque para negociar
el proyecto del que te había hablado. Uno en donde los elementales puedan ser
considerados héroes. Temo que voy a dejarle esa gran responsabilidad a mi
futuro hijo…
- Hasta ahora no he visto algo que desees y que no se
cumpla- sonrió Morgán, pero al instante sintió un fuerte dolor en el brazo
derecho y se le escapó un alarido.
- ¿Te
encuentras bien? Voy a buscarte un vaso de agua…
- No, no. Estoy bien. Mejor me voy. Debe ser la
resaca- sonrió forzosamente.
- ¿Estas seguro? No te veo en condiciones de volver.
- Llevo siglos de vida, me extraña, viejo amigo. He
pasado por cosas peores.
- Muy bien, te dejo ir, ya que no quieres dejarte
ayudar- dijo Frank con sarcasmo.
- Perdóname, prefiero marcharme. Además… mi mujer me
espera.
- ¿Cómo está ella?- preguntó Frank, con la mirada
fruncida.
- Mejor…- mintió José, apenado.
En señal de interrupción, Morgán hizo un gran
esfuerzo para levantarse de la silla, Frank lo ayudó en todo momento para que
llegara a su automóvil, un viejo Peugeot. José encendió el motor y abrió la
ventanilla.
- Cuídate- le dijo.
- Lo mismo digo- contestó Frank. Morgán puso primera
y unos segundos antes de soltar el embrague se dirigió nuevamente a su amigo.
- A propósito, ¿Ya le pensaron un nombre al chico?
- Si, Giselle lo sacó de un superhéroe que ve Ulises
en la tele, le encanta. Se va a llamar… Kay.
- Kay…- repitió José- Bonito nombre.
- ¿Tu crees? A mi mucho no me convence, pero bueno,
no se me ocurre ningún otro.
- Será un gran chico, tendrá un padre y una madre
ejemplar.
- Gracias por el cumplido. Ahora vete a descansar, lo
necesitas. Maneja con cuidado y mándale nuestros saludos a Gloria. Pronto
iremos a visitarla.
- Lo haré, tu cuida de tus hijos y de tu esposa. El
pequeño Kay tendrá mucho por...
- Si, es lo que temo José, temo por lo que le tocará
vivir.
- ¡Es un Montarnen! ¡Por dios! ¡Un descendiente de un
linaje inquebrantable! Envidio a mi antepasado por la hermosa familia que fue
formando generación tras generación.
- Eres un bonachón- se despidió Frank y volvió a la
casa. Morgán subió la ventanilla, puso el auto en movimiento, segunda y
aceleró.
La esposa de Frank, Giselle (madre de Ulises y de
Kay) acababa de salir, llevaba un vestido amarillo y blanco, su panza (de solo
un mes) aún no presentaba cambios, pelo atado, su piel era morena y blanca a la
vez.
- ¿Ya se fue? No tuve la oportunidad de saludarlo.
- Ya sabes como es José, siempre anda ocupado. ‘’
MEMORIA 2:
Un año después…
‘’- Tus seguidores me dijeron su paradero. Ya estoy
listo. ¿Qué es lo que quieres?
- Ve y destrúyelos. No debe quedar nadie con vida. Un
solo fracaso puede significar el fin de todo lo que conocemos, ¿Me entiendes?
- José, ¿Para tanto es? No puedo terminar con la vida
de una familia así como así. Son parte del linaje de los elementales…
- Mi nombre es Miljen, no José- lo corrigió- ¡Y no
son inocentes! Nos traicionaron. Si los dejas vivir, serán terribles las
consecuencias. Adelante Dimitrion, el gran mago te lo ordena.
- Yo no creo que el gran mago…
- ¡EL GRAN MAGO TE LO ORDENA!
Ambos individuos se encontraban en una habitación
abandonada y muy oscura, Miljen yacía de espaldas (vestido con una gran túnica escarlata)
acariciándose el brazo derecho, donde se encontraba tatuada una figura que el
otro ser no lograba divisar con total claridad. Dimitron lo miraba con
atención, este personaje era muy distinto al Dimitron que Kay y Sony habían
conocido en el 2225, aquel hombre era un viajero que seguía ordenes de una
fuerza mucho mayor que la suya, y que él creía que hacía el bien.
- Escucha Morgán, te hice caso cuando fuimos a
aquella isla política para impedir no se que cosa y salió mal, nos enfrentamos
a dos de los nuestros, los cuales tu tildas de traidores y sirvientes a la
oscuridad. No tengo porque seguir lo que te propones, me cuesta creerte. Hace
mucho tiempo que no nos vemos y me vienes con todo esto.
- Si el día de mañana el mundo se encuentra perdido,
quien enfrentará la gran cólera de Fismut, serás tú, no yo- respondió Morgán,
aún de espaldas- Además… son los culpables de la muerte de Gloria.
Dimitrion lanzó un alarido de tristeza, se contuvo,
meditó y finalmente dijo:
- Dime entonces, ¿Qué debo hacer?- Miljen sonrió
complacido.
- Ve hacia la casa que se encuentra entre las calles:
23 y Salvador, que parezca una falla del sistema de gas, mátalos a TODOS. ¡Mata
a todos los Montarnen!
Dimitrion se levantó, aún no convencido y fue a
cumplir su cometido…’’
Kay
se alejó de Miljen, anonadado. Una mezcla de angustia, furia, tristeza y odio
cubrió su corazón. Morgán recuperó el aliento, aquel episodio lo había petrificado.
- Sin duda… las habilidades de un JEN son extraordinarias- pensó.
- Sin duda… las habilidades de un JEN son extraordinarias- pensó.
-
¡Tú los mataste…!- Kay fue incrementando el nivel de voz, de volumen y de
perdida de la cordura en cuestión de segundos- ¡FUISTE EL VERDADERO ASESINO DE
MI FAMILIA! ¡DE MI HERMANASTRO! ¡DE MI MADRE! ¡DE MI… PADRE!- Kay se echó a
llorar desconsoladamente- LOS TRAICIONASTE, A TODOS ELLOS. ¿POR QUÉ? ¡¿POR QUÉ
LO HICISTE?!
-
Te equivocas, joven Montarnen. A TODOS NO…- un sonido rápido y sólido se
escuchó inmediatamente. No fue hasta entonces que Kay se percató de la espada que
acababa de atravesar su estómago, atravesándole la carne y las fibras del
cuerpo, la terrible hemorragia fue inminente. El arma homicida había sido su
propia espada, la espada divina, Miljen la había tomado sin que se diera cuenta
y en su descuido aprovechó para utilizarla en su contra- ME FALTABA UNO-
completó la frase, el desdichado.
-
HIJO DE P…- dijo Kay antes de caer al suelo… muerto.
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