martes, 14 de junio de 2016

La Explosión de Sarmander: CAPÍTULO 15.




La Explosión de Sarmander: CAPÍTULO 15.

Natal abrió los ojos y se arrastró entre los arbustos, con la incapacidad de poder levantarse y ayudar. Observó aquel momento donde Dimitrion (transformado en un abominable dragón) dio su golpe de gracia. Desesperado, intentó erguirse, pero le fue imposible; no tenía las fuerzas suficientes para hacerlo. Una triste impotencia sintió en aquel entonces…

La inmensa llama azulada que surgió del interior del dragón rodeó por completo a los dos personajes, dos sombras se fueron distorsionando a medida que la densidad del fuego se acrecentaba.

Dimitrion detuvo el ataque, la tierra había sufrido un gran daño por la embestida; cerró su boca y el fuego regresó a su estomago. Esperó ansioso a que el humo se disipara, solo así vería finalmente a los dos cuerpos sin vida (y carbonizados) de sus enemigos.

Al humo se lo llevó el viento, lo primero que divisó fue una gran cortina grisácea frente a él… y con desagrado, Dimitrion comprobó que dicha figura pertenecía a una nueva criatura, al ala de una inédita entidad. El nuevo ser se puso de pie, a sus espaldas yacía el hombre lobo, arrodillado en el suelo (sano y salvo) e igual de sorprendido que el villano.

- ¿Qué eres?- preguntó el dragón, entrecerrando los ojos.   

El insólito individuo alzó la mirada, dos ojos de color miel, sin pupilas, penetraron en Dimitrion; su cabello era largo, liso y oscuro; además, llevaba dos cuernos de pequeño tamaño justo arriba de sus orejas puntiagudas. Su piel era totalmente gris, una combinación entre diferentes tonos del mismo color; su cuerpo era notablemente vigoroso y robusto. 

El torso estaba desnudo, debajo llevaba un pantalón desgarrado y unas incómodas zapatillas, de las cuales la criatura se deshizo apenas intentó caminar. Se parecía a un corpulento hombre de extraño tono con dos asombrosas alas de gran tamaño, manos y pies de cuatro dedos con garras y facciones duras (donde dos colmillos sobresalían de su boca y una barbilla prominente se hacía ver).        

Sony se había convertido en una gárgola. Al igual que Kay, sus heridas anteriores seguían allí (los tres rayones en la espalda y la venda en el brazo derecho).

- Démosle un fin a esto.
- ¡¿HABLAS?!- exclamó Dimitrion, con los ojos abiertos como platos.
La gárgola sonrió.
- No eres el único…- su voz era mucho más grave y resonante que la del joven.

Dimitrion no meditó, con una gran ira, volvió a abrir la boca para lanzarles una nueva bola de fuego. Justo en ese preciso momento, la gárgola tomó al lobo del pescuezo y voló por los aires, luego se acercó al dragón por un costado (mientras este lanzaba su ataque) y lo golpeó con un puñetazo en una de las costillas de su gigantesca barriga.

El dragón gimió de dolor y se alzó en el espacio. Ambas bestias yacían frente a frente, levitando a unos cuantos metros del suelo. Así, Natal pudo distinguir sus fascinantes figuras: el exorbitante dragón que superaba por mucho a la fornida gárgola.  

- Tienes razón, joven Dameron. Hay que darle un fin a esto- dijo la aterradora voz del dragón y avanzó hacia su dirección.
La gárgola sacudió sus alas, provocando una fuerza que a la otra criatura le costaba atravesar.
- ¿Crees que con esto me detendrás?- lo desafió el malhechor.
Dimitrion hizo un gran esfuerzo para atravesar la corriente que le impedía movilizarse, pues el uso de ese colosal cuerpo requería una gran cantidad de energía, la cual estaba perdiendo…

El lobo (quien se había desmayado por unos segundos) abrió los ojos y observó con terror que se encontraba flotando, mientras la gárgola lo sujetaba. Apretó los dientes y le daño un ala para que lo dejara ir. Esto desconcentró a la criatura, e hizo que Dimitrion pudiera librarse de ese campo protector, aplastándolos con fuerza. El lobo y la gárgola cayeron al suelo al mismo tiempo.  

Mientras tanto, Natal intentó levantarse y ayudar, pero no guardaba muchas fuerzas, sufrió un mareo y cayó al suelo nuevamente; esta vez se mantuvo despierto, observando la batalla con suma preocupación.

Dimitrion volvió a pisar tierra firme; finalmente el lobo emergió y se puso de pie, le faltaban fuerzas y estaba muy herido, pero aún así lo hizo. La gárgola también se puso de pie, a su lado; un enemigo en común los unía. Natal pudo notar que muy dentro de cada uno, se reflejaba esa enorme amistad que todavía seguían teniendo, incluso cuando uno de ellos no era capaz de ceder a la razón.

El dragón levantó la cabeza hacia el cielo, sacudiendo su garganta, como cuando uno hace gárgaras; estaba armando una nueva ofensiva. Inclinó el cuerpo hacia delante y de un soplido hizo surgir una figura compuesta de fuego azulado, un mediano pero largo dragón elemental. 

Los acechó, rodeándolos y girando sobre la misma área a toda velocidad; ni el lobo ni la gárgola podían salir de la trampa e inmediatamente empezaron a perder oxigeno; pero no duró mucho, pues la gárgola alzó vuelo y cayó de repente al suelo, aturdiendo a la criatura de fuego oscuro. 

El lobo aprovechó y saltó por los aires, sorprendió a Dimitrion por detrás y lo tomó de la cola, con una gran fuerza. El dragón la sacudió para librarse de él, pero el lobo (a pesar de ser más pequeño) se mantuvo firme en su lugar, sin soltarlo por un segundo.

Frente al desconcierto del enemigo, la gárgola volvió a sacudir las alas hacia delante e invirtió la dirección del mediano dragón elemental, transformándolo en un proyectil. A continuación, penetró en el pecho del dragón, pero a este nada le hizo. Dimitrion sacudió la cola y el lobo voló por los aires, la gárgola se encargó de que cayera sano y salvo.

Las dos criaturas apretaron los dientes, una vez en el suelo. La mañana se hacía cada vez más evidente, algunos pájaros cantaban, el cielo se esclarecía, pronto la luz del sol aparecería.       

Rápidamente se dispusieron a enfrentar al dragón, pero este los sorprendió y su largo cuello se extendió aún más, como si fuera de plastilina. Los atrapó y comenzó a escurrirlos como a una naranja. El lobo y la gárgola gruñían del dolor, asfixiados por esa gran fuerza, al borde de la muerte.   

Natal intentaba, pero era inútil, si no hacía algo al respecto vería morir a sus dos compañeros en cuestión de segundos, aquello no podría perdonárselo. Se levantó definitivamente, encontró su viejo revólver (el que Sony no había sabido utilizar contra el lobo), quitó el seguro, aún tambaleando y disparó. Al rato volvió a caer al suelo.

La bala le dio a Dimitrion en el ala derecha. El reflejo hizo que el dragón bajara la guardia, dándole la oportunidad a los elementales de escapar. Inmediatamente, la gárgola tomó al hombre lobo de los brazos y se alejó volando a unos centímetros del suelo. El dragón se quedó inmóvil, se irguió y poco a poco, regresó a la normalidad en un resplandeciente brillo. 

Dimitrion, otra vez en su forma humana, se levantó decidido; tenía el torso desnudo, el cual también tenía una serie de tatuajes extraños. Quiso volver a transformarse mientras alzaba las palmas pero no lo logró, miró a sus enemigos directamente a los ojos y dijo.

- No necesito de Amdor, para derrotarlos- luego se dispuso a crear una fantasmal bola de energía, más grande que todas las que había hecho con anterioridad, rodeada de un flamante fuego azulado.

El sol había empezado a asomarse, muy pocos eran los sectores a los que llegaba su luz y fue entonces cuando a la gárgola se le prendió la lamparita. Tomó al débil lobo del brazo (sin que este tuviera tiempo de reaccionar) y lo revoleó por los aires para que cayera justo en una zona donde la luz de la estrella lo iluminara. 

El lobo volvió a la normalidad; a Kay también le faltaba gran parte de su ropa por la metamorfosis; tardó unos momentos en recuperar la consciencia.

Después de ello, la gárgola fue con Natal, lo tomó entre sus brazos y lo alejó de la situación lo más que pudo.
- Fuiste muy valiente, joven- le dijo Natal, con sus pocas fuerzas.
La gárgola sonrió y lo dejó en una zona repleta de arbustos y árboles.
- ¿Me dejarás aquí?- le preguntó Natal.
La gárgola le dio la espalda y le dijo.
- Diles a todos que regresé a Estados Unidos, que estaba apenado por no descubrir la identidad de Van Robin Hed y hazle un digno entierro a Jessica.  
- ¿Entierro? Jessica está…
- Muerta. Se sacrificó por todos nosotros para evitar el ritual. Con el paso del tiempo, puede que su madre necesite saber toda la verdad, tal vez para entonces lo entienda.
- Pero Sony…
- ¡Hazlo!- gritó la gárgola y se alejó a toda velocidad.  
Natal se quedó inmóvil y apretó los dientes.

Kay recuperó la cordura y observó a una gran criatura frente a él.
- ¿Quién… quién eres?- preguntó, asustado.
La gárgola volvió a la normalidad antes que el sol la tocara, Sony le sonreía (otro que no tenía una parte de su ropa). 
- ¿Qué pasó?- le preguntó Kay, sorprendido.
- Tienes que evitar la luna llena a partir de ahora, mi amigo- le dijo Sony.
- ¿Soy… un hombre lobo? ¿No es así?
- Lo eres.
- Pero… ¿Qué eres tú?
- Una gárgola.
Kay observó el brazo herido de su compañero.
- ¿Eso te lo hice yo?
Sony asintió y también le mostró los tres raspones en la espalda.
Kay intentó refregarse el ojo para comprobarlo mejor, pero aquello le causó un simple dolor por el moretón.
- Perdón, Sony. No era mi intención…
- No hay nada que perdonar, no eras tú. Ahora escúchame… 

La esfera de fuego que Dimitrion había creado acababa de triplicar su tamaño, el antagonista preparaba su ataque final, aunque eso significara utilizar las últimas de sus fuerzas.
- BASTA DE PARLOTEOS- les gritó furioso- SOY DIMITRION CURTANSEN, ELEMENTAL DEL FUEGO OSCURO, PARTE DEL GRUPO QUE DERROTÓ AL DEMONIO MÁS PODEROSO DE ESTA TIERRA…
Sony ayudó a Kay a levantarse y ambos avanzaron hacia su enemigo mientras lo escuchaban atentamente.
- EL RITUAL DE LOS MALDITOS NO ES LA ÚNICA FORMA DE RESUCITAR A LOS CAÍDOS… PUEDE QUE HAYAN LOGRADO INTERFERIR CON MIS PLANES ESTA VEZ, PERO ESO SE ACABÓ. YO GANO, USTEDES DEJAN ESTE MUNDO, Y CONTINÚO CON MI GRAN PROPÓSITO, DESPUÉS DE TODO, QUEDAN OTROS TRES ELEMENTALES A LOS CUALES ENCONTRAR.  
- ¡Deja de hablar y haz lo que te propones!- le gritó Kay.
Dimitrion sonrió, aún con las manos en el aire, y habló con mayor tranquilidad…
- Los tiempos cambian, lo nuevo vence a lo viejo… son fuertes porque tienen un poder que hasta incluso los elementales codician
- ¿De qué hablas?- preguntaron Kay y Sony al unísono. 
- No tendrán tiempo de descubrirlo, o sí… adiós, jóvenes- y a continuación, Dimitrion lanzó su ataque final, gastando todas sus energías en el momento y cayendo al suelo más debilitado de lo que ya había estado en situaciones anteriores.

Kay y Sony esperaron pacientemente, ambos estaban sospechosamente muy aferrados uno al otro.
- ¡Esto es por Jessica, por la familia de Kay y mi padre! - gritó Sony y a continuación le gritó a su compañero- ¡Kay, ahora!

Estos dos jóvenes dejaron perplejo a su contrincante, sin que este se diera cuenta, habían unido sus manos (ocultas entre sus espaldas) logrando fusionar sus elementos.

Corrieron hacia él simultáneamente; entonces fue cuando Dimitrion supo que tendría que haberse tomado más en serio al combate.

La bola se volvió una cierta clase de souvenir mágico, y dicho punto donde ambos ataques y sus tres propietarios se encontraron, fue justo al lado de los restos de la fogata (por la cual seguían rondando energías negativas). 

Hubo un choque. Los restos de energía junto a las dos técnicas causaron una descomunal explosión en la isla de Sarmander. Dimitrion gritó.

Como consecuencia, miles de árboles perecieron y la vegetación se vio afectada por las llamas. Natal, lejos de las situación, consiguió sobrevivir.

El cielo se cubrió de varios colores, una vez transcurrida la explosión, el humo y las cenizas se extendieron por todas partes, restos de fuego y lava solidificada corrían de aquí a allá.

Pasaron horas hasta que Natal pudo volver a levantarse por completo, se hizo paso entre los innumerables arbustos y ramas de los árboles hasta que notó un gran cambio de ambiente, un olor a quemado invadió los alrededores, humo deslizándose por el suelo, tierra putrefacta, árboles caídos y reducidos a cenizas; el suelo agrietado y abierto, oscuros abismos (o grietas) había por doquier. El viento se había llevado una gran parte del humo, todo ese sector estaba destruido.   

Natal continuó avanzando, temiendo lo peor. A unos cuantos metros reconoció los restos de la gran fogata; el sol brillaba con intensidad sobre toda la isla. Natal creyó que con los años la vegetación se recuperaría y los árboles, probablemente también, él ayudaría con eso. 

Un sonido lo alarmó, pero solo se trataban de un grupo de pájaros volando hacia el sur. Continuó caminando y pisó algo sin darse cuenta… un cadáver incinerado. Era Dimitrion, muerto ante sus ojos en su forma humana. Natal lo contempló por unos momentos y en señal de entierro, lanzó su cuerpo al abismo oculto entre las grietas, en algún punto de la isla bajo tierra descansaría, y Natal deseaba de todo corazón, que encontrara el camino correcto.

Buscó a sus dos alumnos en los alrededores, sin señales de vida. Finalmente, una zona que estaba a unos cuantos metros de su ubicación se hizo ver, y Natal pudo contemplar lo que había ocurrido: A su izquierda yacían dos jóvenes (en una misma pose de lanzamiento) convertidos… en piedra. Natal meditó y se habló a sí mismo en voz alta.

- Lo tenían todo planeado, ¿eh?- sonrió- Fueron muy inteligentes. Sabían a la perfección que a dicho ataque no sobrevivirían. Sony se encargó de cubrirlos con lava sabiendo que se solidificaría para protegerlos de la explosión causada. Dimitrion, en cambio, con toda la energía que había utilizado en su ataque final no pudo defenderse para sobrevivir y… falleció en el acto- pausó por unos momentos, para comprobar que nada de lo que había dicho se trataba de un disparate y prosiguió- Este caso es distinto a lo que le ocurrió a Sony en lo alto de la torre, las gárgolas se vuelven piedra de día; el pobre muchacho, en aquel entonces, se transformó sin darse cuenta. Ahora no lo está- pausó por segunda vez, contemplando las figuras rocosas de sus camaradas, como si fueran monumentos de historia antigua- Los efectos de las habilidades de un elemental pueden prolongarse durante un año o más. Tendré que esperar. Para su suerte, soy paciente. Igualmente, debo de ser prudente, pues los nueve corazones han vuelto a despertar…

Dio media vuelta y amagó para retirarse, pero enseguida regresó como si pudiera conversar con ellos, imaginando que podían oírlo.
- Es injusto que el gran acto de valor de la pobre Jessica no pueda ser reconocido por la humanidad, y deberá rebajarse a un accidente de tránsito inventado; del cual me encargaré que se crea por su familia y la justicia. Tienen mi palabra. Descansen bien, jóvenes JEN, su vida en esta historia acaba de empezar…- Natal se retiró.  

El año se vivió en paz de los ataques de Van Robin Hed, se creyó que Sony había regresado a Estados Unidos apenado, mientras que Dick Natal ejerció lo que él tanto deseaba: dar clases como profesor de historia antigua en alguna prestigiosa universidad. 

El Viajero Loco se reconstruyó y pronto volvió a reabrir sus puertas.

Un tiempo después, ya en primavera, las flores y los árboles volvieron a crecer en Sarmander, los restos de la explosión desaparecieron con la ayuda del viento y la lluvia. Dos verdaderos héroes yacían allí petrificados, tallados en piedra sólida en el medio de un campo. 

El transcurso de los días continuó con total normalidad. Incluso, para las aves se volvió un ritual danzar y cantar sobre los cuerpos de piedra. El mundo seguía girando, de eso no cabía duda.  


Y finalmente, a principios del año siguiente, uno de ellos, después de todo lo ocurrido y entre medio de infinita e inagotable soledad… movió la mano.  
        
Fin

Nota del autor: Este es el final y el comienzo de otras historias.....
Para quienes llegaron hasta aquí: ¡¡¡Muchas gracias por leerlo!!! La segunda parte se titula ''La Guerra de las Bestias 2: La Espada Divina y el Tesoro de los Aztecas'' y será subida a partir de AGOSTO. ¡No se olviden de comentar!

Capítulo 1: Prólogo
Capítulo 2: El congreso contra Van Robin Hed
Capítulo 3: Kay
Capítulo 4: Traición
Capítulo 5: La primera señal
Capítulo 6: Uno de los nueve corazones
Capítulo 7: Encuentros
Capítulo 8: El integrante faltante
Capítulo 9: Dimitrion Curtansen
Capítulo 10: Jessica
Capítulo 11: El ritual de los malditos
Capítulo 12: Un duelo de magia y desesperación
Capítulo 13: La revelación
Capítulo 14: La batalla de los elementales
Capítulo 15: La explosión de Sarmander


No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Comenta si te gustó!